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boletín
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
A
boletín
TOMO m
MARZO 1895 Á FEBRERO 1896
MADRID
Imprenta.— Pasaje de la A'hamhra. i.
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BOIvKTlN
DE LA
SOCIEDAD ESPAiOLA DE EICÜRSIOIS
AÑO III
nVCadrid Í-° de l^^Carzo de 1895
I
NÜM. 25
EXCURSIONES
FORTALEZAS Y CASTILLOS
r)E Iva: A-GiXTEiD^A. -^ eso A.Lo:isr.A.
I .
Maqueda.
L estudio de la arquitectura mili-
tar en la Edad Media ofrece en Es-
paña singular atractivo, entre los
numerosos asuntos que constitu-
yen la arqueología de esa época, no sólo
por su importancia intrínseca, general-
mente reconocida , sino que también por
el carácter peculiar que distingue á las
construcciones militares musulmanas y
cristianas de aquel tiempo, en España, y
por la escasez de especulaciones artísti-
cas y técnicas de que han sido objeto.
Si la contemplación de esos inválidos
testigos de la memorable epopeya de la
Reconquista y de las contiendas civiles,
eternas en nuestra patria, embarga el
ánimo del ferviente arqueólogo, no le ab-
sorbe menos la resolución del intrincado
problema cronológico que en cada ejem-
plar le presentan los desmochados muros
y los ruinosos torreones , en cuyos recin-
tos y al pie de cuyos adarves se desarro-
llaron los innúmeros dramas, por tan grá-
fico estilo relatados en las interesantes
crónicas generales y particulares.
Entre las muchas ruinas de fortificacio-
nes que aún perduran en España, las de
las fortalezas y castillos de Escalona y
Maqueda presentan especial dificultad á
la investigación, aquí, como en otros mu-
chos casos, hostigada por el interés histó-
rico que guardan en sus desmantelados
T. m
recintos, inexpugnables y nunca forza-
dos, vastos, poblados y extraordinaria-
mente fortalecidos en otros tiempos, iner-
mes, yermos y asolados al presente.
No ofrecen, pues, á los ojos del excur-
sionista un objetivo de gran bulto los es-
cuetos muros torreados que restan del
castillo-palacio del Comendador mayor
de León, construido en Maqueda durante
los primeros años de la segunda mitad
del siglo XV, de una parte; la antigua
torre de la Vela y la puerta maestra de
la fortaleza, únicos vestigios de la cons-
trucción mucho más antigua, de otra.
Enteramente desprovistos de todo deta-
lle de esos que comúnmente se llaman
artísticos y que, como vulgarmente se
dice, llenan el ojo, sólo al aficionado al
estudio de las construcciones militares ó
al que se complace en la contemplación
de cualquiera reliquia arquitectónica de
la Edad Media pueden interesar.
Debieron constituir el poblado y forta-
leza de Maqueda ' una de las más pode-
rosas defensas de la línea del Tajo en to-
das épocas , por su situación próxima á
una de las grandes vías militares, reco-
rrida ya por Aníbal en su primera inva-
sión, reparada luego por los romanos, y
más tarde por el amir Yussuf el Fehri
en 746. Más próxima todavía, pues acaso
pasase por el pie de sus muros, tenía la
vía de segundo orden, que guiaba direc-
tamente desde Toledo, dejando á su de-
recha el Guadarrama y el Alberche, á los
pasos de la sierra de Cadalso que más
acortaba el camino del NO. de la Penín-
1 No fué villa hasta el siglo xiv muy entrado.
I
boletín
sula, eterno objetivo de todos los pue-
blos invasores, que codiciaron las fabulo-
sas riquezas metalúrgicas de aquella re-
gión, de que tan asombrosas noticias nos
han dejado los historiadores de la anti-
güedad clásica ', y de cuya explotación
perduran pruebas tan memorables como
la desviación del río Sil en Monte Fura-
do, atribuida á algún pueblo anterior al
romano.
Que las razas primitivas, de quienes
no se ha podido escribir historia alguna,
dejaron rastros de su vivienda en estas
tierras de Toledo, lo prueban las aras de
Almorox, los toros que existían en la sie-
rra de San Vicente en 1576 y los sepul-
cros encontrados en muchos puntos,
como Maqueda, donde existían descu-
biertos y notados en la segunda mitad
del siglo XVI. Más memorias se conser-
van en toda esta tierra y en la propia
villa, de la dominación romana; pero sólo
por inducción puede decirse que en su
época debió ser atendida Maqueda como
plaza fuerte, defensora de vías importan-
tes y de un país llano y rico, sabiendo
que en sus inmediaciones debió librarse
alguna gran batalla, según exploraciones
verificadas en el siglo xvi.
Y así seguiría hasta la invasión aga-
rena. Los primeros amires atendieron á
la reparación y reconstrucción de las nu-
merosas é importantes obras etruscas y
románicas que aún quedaban en la Pe-
nínsula, y se apresuraron á fortificar las
plazas que habían de asegurarles la po-
sesión del rico país en que tan á gusto
se iban estableciendo, así las salvajes
hordas africanas, como las tribus que,
procedentes de Siria, de Egipto, de Ara-
bia, traían una civilización tan diversa de
la romana y visigótica. En 761 se hallaba
ya Toledo muy íortalecida, con muros y
torreones de nueva fábrica , y es verosí-
mil que lo mismo sucediera en todo su
territorio -. Más adelante Abderahmán II
encargaba á Giafar ben Muhasin Saheb-
alehnia, ó jefe de los arquitectos, la repa-
ración de las fortalezas y murallas de
Mérida, y en 981 el arquitecto Fatho ben
Ybraim el Omeya, célebre por su saber
y por sus numerosos viajes á Oriente,
fortifica ó aumenta las fortificaciones de
Maqueda, ante las cuales era vencido y
hecho prisionero, en una gran batalla en
1013, el ví^alí de Toledo, Obeidala, rebe-
lado contra el rey de Córdoba, Hixen.
Integra debió llegar á poder de las hues-
tes de Alfonso VI, cuando, apoderadas
ya de Madrid, fueron dominando su terri-
torio y el de Toledo antes de rendir á la
gran metrópoli; y nada nos dicen las his-
torias acerca de asedios, escaladas ni des-
trucciones de las numerosas plazas fuer-
tes que defendían el país. Hay, pues, fun-
dadas razones para dar como seguro que
estas plazas fueron ocupadas por los al-
caides cristianos sin que necesitasen nue-
vas obras de defensa '; y como de épocas
posteriores tampoco consta que Maqueda
fuese desmantelada en poco ni en mucho,
puede afirmarse , con visos de certidum-
bre , cuál sea la filiación cronológica de
las obras que hasta nuestra época han
llegado y de las que adelante nos ocupa-
remos.
Maqueda se entregó á Alfonso VI en la
campaña de 1083 con todo el territorio
comprendido entre Talavera y Madrid,
campaña que continuaba la que el año
anterior había llevado á cabo felizmente,
entrando por los puertos de la sierra de
Guisando y apoderándose de Escalona y
de Talavera, principales plazas fuertes
al Norte y á Poniente de Toledo y que
con la posesión de Maqueda, que no debía
ceder en importancia estratégica á las
mencionadas , aseguraba á los cristianos
el dominio de la región fronteriza. Otra
prueba de la importancia militar de Ma-
queda es que no figura entre los pueblos
con que Alfonso VI dotó á la iglesia de
Toledo á raíz de la conquista, debiendo
quedar en el dominio real ; y si bien en
1115 doña Urraca y Alfonso VII le dona-
ban Maqueda y Alfamín y en 1127 otorga-
ba el Papa Honorio la bula de donación ó
constitución de la diócesis, era esto cuan-
do ya se hallaba relativamente consolida-
da la posesión de entrambas riberas del
1 Y los arábigos. V. Al-Makari.
2 Al-Makari lo afirma concretamente.
1 Así lo afirma la Crón. del Anónimo de Córdoba
coetánea y la arábiga del Embajador de Marruecos.
DK LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
Tajo. Esa importancia resulta asimismo
en el hecho de aparecer tres vecinos de
Maqueda confirmando el fuero concedido
á los muzárabes, castellanos y francos de
Toledo en 1118 * por el emperador. Ase-
gúrase que también figura esa confirma-
ción al pie del fuero primitivo de Madrid;
y cuando Alfonso VIH exigió á los "ba-
rones principales del reino, gobernado-
res, ciudades, al maestre de Calatrava
con sus freyles, al comendador de Lacles
con sus hermanos, al arzobispo de Tole-
do y obispos,, juramento y promesa de
recibir á Conrado de Suevia, hijo del em-
perador de Alemania y entregarle por
mujer á la infanta doña Berenguela, hija
de Alfonso VIII y "dar el reino á la mis-
ma mujer suya y á Conrado de Suevia
con ella,,, Maqueda aparece confirmando
al pie de la escritura de contrato que pre-
cedió al matrimonio de la infanta, y al
lado de Toledo, Madrid, Talavera, Gua-
dalajara, Cuenca, Plasencia , Trujillo,
Escalona, Huete , Cuéllar, Coca, Por-
tillo, Pedraza , Hita, Talamanca, Uze-
da y Buytrago. Del texto de esta escri-
tura deduce el marqués de Mondéjar que
en esta época concurrían á las Cortes ge-
nerales de Castilla, no sólo las ciudades
del reino, sino que también los /«¿"«r^s
tnds señalados suyos. Y esto se prueba
por cierto, andando el tiempo, por ia con-
testación que dan los regidores de Ma-
queda, á una de las sesenta y dos pregun-
tas que constituyen la Instrucción en-
viada por Felipe II á las ciudades y villas
de España, para la formación del censo
general que proyectó. En 1177 D. Alfon-
so Vil había donado la villa, fortaleza y
castillo de Maqueda á la Orden de Cala-
trava en recompensa de sus muchas y
valiosas hazañas en la frontera.
Maqueda, como Toledo y Talavera, re-
sistían en 1197 la acometida del rey de
los almohades lusuf, quien tuvo que re-
troceder fugitivo.
Y este es el último hecho de armas de
importancia general en que mencionan á
Maqueda las historias de la Edad Media,
no apareciendo ya en los siglos posterio-
res sino como uno de tantos alcázares
fortificados, que cambiaba de dueño con
las peripecias de las contiendas civiles,
amparando ya á monarcas niños secues-
trados por sus propios subditos, ya á re-
yes fugitivos de su propia corte , ya sir-
viendo de cárcel y lugar de suplicio de
poderosos magnates, como el maestre de
Calatrava D, Juan Núñez de Prado, de-
gollado en la fortaleza de Maqueda, no
por orden de D. Pedro I, como han su-
puesto algunos, sino por la del maestre
que le sucedió D. Diego García de Padi-
lla, quien castigó en él muchas traiciones
y su odio á la familia de los Padillas.
Perteneció Maqueda por donación de
Alfonso VII á la Orden de Calatrava,
constituyendo con la villa y castillo de
San Silvestre y sus términos una de sus
encomiendas, hasta el año 1435, en que el
condestable D. Alvaro de Luna trató con
la Orden y su maestre y el comendador
de Maqueda "que le trocasen la villa y á"
San Silvestre por los lugares de Arjona
y Arjonilla,,, que había comprado al con-
de de Luna y que constituyendo el du-
cado de Arjona, en la provincia de Jaén,
le había sido transmitido por D. Juan II
tiempo atrás "y después de muchos dares
y tomares se vinieron á concertar y po-
ner tasadores por la una parte y por la
otra, y al fin se vinieron á concertar y ha-
cer el dicho trueco„ con doce mil mara-
vedís que agregó el Condestable á sus
dos nombrados lugares ', y según Sando-
val, entrando en la negociación además
las villas de Ximena y Recena y la escri-
banía mayor de Ciudad Real.
Las razones políticas y de propia con-
veniencia que á D. Alvaro pudieron su-
gerir este trueque serán expuestas al
tratar de Escalona. Por ahora nos basta
consignar que la importancia de Maque-
da no debía haber disminuido, sino antes
aumentado, cuando valía el cambio con
dos lugares y dos villas importantes y
una pingüe renta.
En la accidentada historia del malaven-
turado Condestable figura Maqueda como
uno de los baluartes inexpugnables de su
1 Hasta 1169 no obtuvieron asiento en las Cortes los
concejos. (T. i, Códs. esp., pág. 250, 2.")
1 Relaciones pedidas á las ciudades y villas de Es-
paña de orden de Felipe II.
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poderío. En la conjuración que en el año
1441 tramaron contra él las reinas de
Castilla y de Navarra, el infante D. En-
rique de Aragón y varios grandes, fueron
á provocarle en sus estados con gran co-
pia de gente, y aunque el Condestable les
salió al encuentro en Maqueda y aceptó
el reto, nada pudieron contra él ni en esta
plaza fuerte ni en campo abierto, pero
harto fortalecido como adelante vere-
mos.
Más triste papel desempeñaba la invic-
ta fortaleza algunos años después. Tenía-
la por el Condestable Fernando de Ri-
vadeneyra, uno de sus más fieles amigos
y servidores, y quien á su lado estuvo en
Burgos hasta los últimos momentos... "y
ya después de degollado el Maestre, él
se va derechamente para aquella villa-
dice la Crónica de D. Alvaro— con pro-
pósito de la defender por su señor contra
todas laspersonas del mundo, e barréala,
e fortalesce la misma villa e la fortaleca
della lo mejor que puede. E por mas se
enfortalesger, fase quemar e derribar un
grand numero de casas, que estavan en
cave la cerca; e aun a vueltas dellas fas-
Qe derribar unas dos Eglesias por cabsa
de lo qual el se vido después en assaz tra-
bajo por aver absolución del excesso e
crimen que cometió en las fascer derri-
bar, e espendió sobre ello assaz suma de
su fascienda, fasta aver la tal absolución.
El rey e los que con él iban se apossen-
tan por las casas de fuera como mejor
pudieron. De la fortaleza lanzaban pie-
dras con mandrones e lanzaban passado-
res con ballestas fuertes '. Los de fuera
ponen sus anteparas por sus possadas, de
puertas e de tablas , e de otros amparos
contra los tiros que se langaban, e por las
calles andaban cercanos e arrimados á
las paredes por se guardar e defender de
los tales tiros. El rey estovo allí algu-
nos dias , e Fernando de Ribadeneyra e
los que con él eran se defendieron recia-
mente, fasta tanto que el rey e los de su
Consejo, veyendo ser complidero que lo
que por armas non se podia acabar se
acabase con vozes e con palabras, e por
los actos, que para en tales cosas é ca-
sos están ordenados por las leyes de las
Partidas e Ordenamientos del reyno,
acordaron que raandasse, segund que lo
mandó el rey fascer dar pregones e fascer
processo contra el Fernando de Ribade-
neyra e contra los que con él estaban,
para fascer estrado de luto e los dar por
traydores. El Fernando de Ribadeneyra
como era cauallero de prez e de valor e
persona que amaua mucho su honor e su
fama; e como sea otrossi que todas las
personas son más obligadas á sí mismas
que á otro alguno... convínole de entre-
gar la villa e la fortaleza al rey e final-
mente que lo entregó todo essenta e li-
bremente...,,
En virtud de las leyes que regían lass
relaciones político-militares entre el rey
y sus magnates, y que rara vez se cum-
plían sin lucha y transacciones, la fortale-
za y castillo de Maqueda se rindió al mo-
narca, tan solamenteen el concepto de res-
tarlos á la familia y criados del Condesta-
ble. Mediaron pactos entre Fernando de
Ribadeneyra y el rey: éste nombraría al-
caide suyo que se incautase de la plaza,
pero quedando ésta de propiedad del
conde de Santisteban, hijo de D. Alvaro,
á quien compró la villa y sus defensas el
arzobispo de Toledo, D. Alonso Carrillo,
el cual la dio luego á un sobrino suyo.
Carrillo también. De éste la adquirió por
fin el comendador mayor de León, don
Gutierre de Cárdenas ', el célebre conta-
dor mayor del rey D. Fernando el Cató-
lico y de la reina Isabel, "á quien sirvió de
maestresala,, — según dice Salazar y Men-
doza—"y fué mucha parte para que se
efectuase su casamiento con el rey,,. Tuvo
tanta mano en el gobierno destos reinos,
como dice la copla:
«Cárdenas y el Cardenal
Chacón y fray Montero
traen la corte al retortero. „
Obtuvo D. Gutierre el señorío de Ma-
queda con título de duque, por merced de
los reyes, viniendo así á ser el postrero
señor de Maqueda y quien la elevó á gran
esplendor, reconstruyendo el castillo-pa-
1 Y ¡iros de pólvora , según el bachiller Fernán
Gómez de Cibdareal.
1 Compró además al cabildo catedral de Toledo
las villas de Torrijos y de Alcabón.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
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lacio y reparando sus defensas , aumen-
tando hospitales y otras fundaciones, bien
ajeno de que la incuria de sus sucesores
había de dejar en breve tiempo yermo,
asolado y desierto el que había sido por
tantos siglos uno de los más firmes ba-
luartes del reino de Castilla.
Escasísimos son, con efecto, los restos
que de esa pasada y prepotente grandeza
quedan en Maqueda, pero miserables y
t abatidos como subsisten todavía, repre-
sentan muy característicamente á los dos
pueblos que, en las últimas etapas de su
historia militar, tuvieron en ella una de
sus mejores fortalezas. La alta torre de
la vela, cuya gallarda altivez aún no han
abatido ni las dentelladas del año , ni la
codicia del hombre; la puerta maestra
de la fortaleza, nos hablan de los arqui-
tectos militares de Yusuf-el-Fehri, de
otros anteriores y de los primeros califas.
El desmantelado alcázar que, á 40 me-
tros de altura sobre el llano , le domina
por Oriente y Mediodía , aún ostenta so-
bre su puerta los blasones de los Cárde-
nas y nos presenta la época, harto diver-
sa, de la terminación de la Reconquista; y
estos dos puntos extremos: puerta y al-
cázar, limitan el eje mayor del plano
poligonal de la fortaleza, de la villeta,
como se designaba en el siglo xvi, por lo
que de vasto campo atrincherado y copio-
samente fortalecido tuvo siempre, como
tantas otras en la Península.
Debió tener Maqueda, como hemos
apuntado, gran importancia estratégica
en todas épocas, como la más importante
defensa en la orilla derecha del Tajo, y
avanzada de las artificiales y naturales
que cortaban el paso á los invasores en
las vías que , desde la región meridional,
se dirigían, por la línea más corta y prac-
ticable, al centro y Noroeste de la Pe-
nínsula, por sus vastas llanuras.
Era, asimismo, la principal avanzada
en el sistema defensivo de la línea del
Tajo, comprendido entre este río y las
sierras de Cadalso, al Norte, y de San Vi-
cente al Poniente, dominando la conñuen-
cia de la vía que, desde el Mediodía, por
Toledo, llevaba á la región central de
ultra puertos, por el Portachuelo de Pa-
redes y por Almorox, camino directo á
las llanuras castellanas, con la que, desde
el Nordeste , se dirigía á Extremadura y
Portugal, por Talavera.
Tuvo fuertes avanzados en San Silves-
tre, á una legua, con castillo y fortaleza
al Oriente, y á Quismondo al Nordeste
que, con la importante fortaleza de Alfa-
min y la Torre de Esteban Ambrán, se
apoyaban en la orilla izquierda del Al-
berche; á Noves y Caudilla, pueblo aquél
rico y con casas fuertes de los González
de Mendoza y Pérez de Ayala, patria de
Juan de Padilla y de Juan Bravo, á una
legua al Oriente; fuerte atrincherado el
segundo á igual distancia hacia el Medio-
día, y comprendiendo entre ambos, que
distan dos kilómetros uno de otro , la
atalaya de Noves , fuerte destacado que
vigilaba los caminos de Toledo á Maque-
da y San Silvestre, y que continuaban
la línea defensiva del Sudeste, hasta rasar
con el Tajo, teniendo á Val de Santo Do-
mingo, Alcabón y Santa Olalla, y algunos
otros fuertes destacados, como eslabones
dependientes de la jurisdicción militar de
Maqueda, hasta enlazar con el castillo de
Montalbán en el meridiano de Escalona,
avanzada extrema del llano, al amparo
del Alberche y del Tajo.
Aún tuvo Maqueda mayor población en
su territorio, y precisa tenerlo en cuenta,
pues, dada la organización social y militar
de pasadas épocas, sobre todo de la Edad
Media, aldeas y lugares podían conside-
rarse, aun no teniendo defensas de impor-
tancia, ya como fuertes destacados, ya
como simples acuartelamientos de los
que, en momentos de peligro y á la señal
de una ahumada ó de una almenara he-
cha desde la plataforma de una atalaya,
como la de Noves, acudían á concen-
trarse en el fuerte, castillo ó fortaleza
designados los ballesteros y lanceros de
nómina.
Con efecto, en 1576 quedaban vestigios
que demostraban haber existido en torno
á Maqueda, los lugares ó aldeas de Jaén,
Carmena, Don Andrés, la Fuente de Doña
Guiomar, San Juan de la Higuera y el
Torrejón del Retamal, que sería proba-
boletín
blemente otra atalaya ó fuerte desta-
cado '.
De todo esto resulta que Maqueda debió
ser un campo atrincherado de dos recin-
tos: la villa, cercada y torreada, la for-
taleza, con más fuertes muros y más po-
derosas torres, y con un gran reducto de
seguridad en su sólido y bien situado cas-
tillo, dominando un extenso y despejado
territorio muy poblado y abastecido de
defensas de todas las categorías, necesa-
rias en un completo plan de fortificación.
Aun en la época en que se había ini-
ciado su decadencia, era Maqueda pobla-
ción de cierta importancia, puesto que
en 1575 tenía quinientos hogares y unos
quinientos cincuenta vecinos, con reli-
quias de haber sido mucho mayor en ex-
tensión. Contaba veinte casas de hijos-
dalgo, guardábala una cerca torreada,
cuyas cortinas y cubos de argamasa de-
nunciaban su fábrica indígena muy anti-
gua, pues en esta época estaban ya muy
decrépitas *, y desde el centro de la villa,
donde hoy se levanta aún el rollo , se su-
bía á la villeta, cuya puerta principal es
uno de los restos que han quedado de la
antigua fortaleza. Desde aquí, extendién-
dose á derecha é izquierda hasta unirse
con el alcázar, corría un fuerte muro de
cal y canto "con vnas torres muy anti-
guas, á manera de flautas ', de cinquenta e
noventa pies,,, dentro de las cuales había
"algunas casas,,. Tenía la villeta dos
puertas, defendidas una de ellas por un
verdadero baluarte avanzado de planta
pentagonal, y la otra por la torre del ho-
menaje, con más la puerta que subsiste
hoy, sobre la cual se alzaba "otra torre
fuerte,,. Todas estas defensas eran de cal
y canto y ladrillo.
Estas noticias que nos suministra la mi-
nuciosa Relación extendida en 7 de Fe-
brero de 1576 por los alcaldes honorarios
en la dicha villa, que nombraba el ilus-
trísimo Sr. D. Bernardino de Cárdenas,
duque de Maqueda, en cumplimiento de
1 De la'antigüedad y prodigioso número de estas
atala^-as existentes en la Península, nos habla Plinio
en el libro citado más adelante, de su Natnralis Hi.
sto} iae, y los cronistas y geógrafos arábigos copiados
por Al-Makarí, el moro Rasís, etc.
2 Véase adelante la cita que hago de Plinio.
3 Torres de planta semicircular.
la cédula real expedida por Felipe II, para
la confección del censo de sus reinos, in-
dican cuál era todavía en el siglo xvi la
importancia de Maqueda y el estado de
sus fortificaciones, hoy en tan gran parte
arrasadas. Colacionados estos auténticos
datos con las plantas y estructura de la
torre y puerta existentes, comprueban
la fortaleza de aquellas defensas , que
eran numerosas, sobre todo las torres,
por lo que dice en otro lugar la citada Re-
lación.
Con efecto, la que, por su situación y
altura, no hemos vacilado en llamar to- \
rre de la vela, atalaya dominante del re-
cinto, principalmente para la campaña del
Norte, Nordeste y Noroeste, vigilaba una
extensión de más de 30 kilómetros ha-
cia el arco del horizonte señalado por la
sierra de San Vicente al Poniente , la de
Guisando ó Cadalso al Norte, y hasta las
últimas estribaciones de la de Guadarra-
ma al Nordeste, que constituía el frente
de más cuidado para la plaza, desde la
época de su construcción hasta el fin de
su ocupación por los musulmanes. Por la
parte meridional aún dominaba mayor
extensión, por ser todo terreno llano has-
ta los límites del horizonte. Podían, pues,
los vigías percibir desde las plataformas
de la torre los avisos de alarma que en
ahumadas ó almenaras daban las nume-
rosas atalayas y los fuertes destacados,
diseminados por toda la campaña, así
como los castillos atrincherados de San
Silvestre, de Caudilla y otros que han
desaparecido; distinguir á largas distan-
cias el centelleo de los bruñidos bacinetes
y capellinas, los destellos de los acicala-
dos hierros de las lanzas, mudos delato-
res de toda fuerza armada; empardecerse
la campaña con las nubes de polvo que
levantaban caballos y peones, señalando
por entre los olivares el camino que se-
guían los tropeles de amigos que venían
en auxilio, ó de adversarios que acudían
al ataque, con mucho más tiempo del ne-
cesario para apercibirse á la defensa.
Es la estructura de esta torre con ex-
tremo interesante, por cuanto ofrece el
único ejemplar de su época y estilo, y
casi integro, que conozco. Semejante en
su aparejo, en los cinchos ó plintos de
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
ladrillo que señalan la línea de sus dos
pisos superiores, y en su planta á algunas
de las que en los muros de Toledo y de
Talavera se reputan muy fundadamente
como de la primera época musulmana,
presenta, sobre todo en la disposición de
los dos órdenes de ventanas de sus adar-
ves cubiertos, un carácter oriental de in-
discutible originalidad, que confirman da-
tos gráficos tan auténticos como la minia-
tura del códice Vigilano , conservado en
la Biblioteca Escurialense, que nos re-
TORRE DE LA VELA EN LA FORTALEZA
DE MAQUEDA
presenta una imagen detallada de los mu-
ros, puertas y torres de Toledo, tales
cuales eran á mediados del siglo x y tal
cual se conservan, aunque tapiadas las
ventanas , en la Puerta Vieja de Bisagra
y la de la Almofala y la torre de planta
rectangular inmediata á la Puerta Nueva
de Bisagra, entre otras.
Son estas ventanas, en las torres sobre
todo, uno de los accidentes característi-
cos de las fortificaciones del extremo
Oriente y hay indicios vehementes para
afirmar que fué esta una de las modifica-
ciones que introdujeron en la fortifica-
ción los arquitectos caldeos y asirlos, des-
de que se percataron de que el objetivo
primordial de las máquinas de tiro del
sitiador eran los merlones del adarve,
destrozados los cuales quedaban sin am-
paro los arqueros que contenían el apro-
che de los buzones y gatas del enemigo. Y
esos indicios nos los dan las numerosas
reproducciones de asedios de plazas y de
fortificaciones de todos los grados, que
se ven en los relieves asirlos 5' en los mo-
numentos egipcios, recogidos y guarda-
dos en los Museos del Louvre y Británi-
co, ó reproducidos en obras monumenta-
les *. Casi todos ofrecen ese detalle de las
ventanas correspondientes á uno ó dos
pisos inmediatamente inferiores á las pla-
taformas de las torres ó al suelo del adar-
ve en los muros, por donde podía conti-
nuarse la defensa aun después de destro-
zado el clatel de almenas. Esas mismas
reproducciones presentan éste, formado
por merlones triangulares unas veces,
semicirculares otras, como se ven en el
Códice Vigilano, dentellados ó de esca-
lones otras, como quedan en monumen-
tos subsistentes en la Península. Estas y
otras enseñanzas, que adelante expondré,
me han hecho adquirir la convicción de
que no es tan descabellada la asevera-
ción de los escritores rabínicos antiguos,
que aseguraron el origen hebreo de las
villas de Escalona y Maqueda, cuyas ho-
mónimas existieron en Siria ^, así como
que los pueblos de origen semita que en
Egipto, Arabia, Siria y otras regiones
habían recibido las tradiciones de las an-
tiguas civilizaciones caldea y asiría , tra-
jeron en su invasión de la Península ibé-
rica muchos de sus gérmenes, si no de
sus frutos sazonados. Sabido es, además,
que, como otros muchos sabios cordobe-
ses anteriores, Fatho ben Ibrahim el Ome-
ya, acaso el que perfeccionó las defensas
de Maqueda , viajó mucho por Oriente
antes de acometer muchas obras de forti-
ficación en el territorio del califato. Mu-
chos datos podría aducir para la confir-
mación del origen asiático de no pocos
1 Monuments of Nineveh , por Mr. Layand, entre
otras muchas.
2 No es de este lugar explanar algo este punto, que
trato con más extensión en mi monografía acerca del
Gran Condestable D. Alvaro de Luna,
boletín
detalles relativos al arte militar de la
Edad Media en España; pero tendría que
apartarme demasiado del asunto de estos
apuntes, y extenderme con exceso imper-
tinente.
Todavía en el siglo xvi pudo ser esta
una de las torres "que tenían casas,, den-
tro, según expresa la Relación citada,
pues ho}^ se ven claramente sus dos pisos
superiores á una altura de veinticinco
metros por lo menos, y esto indica que
en sus cuerpos inferiores, por donde es-
tuviera unida al muro, hubo de tener
construcciones de mayor planta, que con
ella formasen edificios de importancia.
No creo aventurarme gran cosa al afir-
mar que toda la evolución del arte del
arquitecto militar se encuentra en las épo-
cas de que trato, supeditada al sucesivo
desenvolvimiento de las armas de tiro
manuables; el arco, la ballesta de mano y
la ballesta de muro. De los pueblos orien-
tales antiguos no sabemos que empleasen
sino el primero, y á juzgar por el resul-
tado de las exploraciones en Oriente rea-
lizadas con tanto resultado, su alcance de-
bía ser de unos veintisiete metros , pues
esta es la distancia que separaba las to-
rres en las cortinas de los muros. An-
dando el tiempo, aparece la ballesta de
muro y de mano (scorpio, arcubalista)
entre los ejércitos romanos, quienes la to-
maron de otros pueblos que no se nom-
bran; pero ni entonces, ni hasta mucho
después debía ser grande su alcance, y
el arco debía seguir siendo la poderosa
defensa opuesta desde los adarves á los
zapadores de los muros. Así se ve que
entre los egipcios, caldeos, asirlos y de-
más pueblos del Oriente, por excepción
se ven torres de planta curvilínea ó mix-
ta (semicircular ó paralelográmica-semi-
circular), cuya adopción en posteriores
tiempos acusa un progreso en la arqui-
tectura militar, ó, mejor dicho, una nece-
sidad de adaptación al progreso evolutivo
de la artillería de sitio, y á la adopción de
la arcubalista y de la balista de muro,
de efecto más cierto y eficaz que el arco,
pero de más corto alcance en sus prime-
ros tiempos. Y mientras en la época de
Vitrubio se preconiza ya por este autor
como más ventajosa la planta poligonal
y paralelográmico-semicírcular ', pero
prefiriendo aún la planta rectangular, que
copiaron de los griegos, como éstos la
habían tomado de los pueblos del Asia,
los persas, á quienes se atribuye la in-
vención de la ballesta y muchos otros
perfeccionamientos en el arte militar, lle-
vaban á Egipto , á Arabia, á Siria, etc.,
nuevos procedimientos y nuevas prácti-
cas, que fueron asimilándose las razas
de quienes salieron los ejércitos musul-
manes, conquistadores de la Península
ibérica.
Débense contar entre estos perfeccio-
namientos las torres de gf an elevación y
cara exterior convexa, el aparejo mixto
ó de solo ladrillo y los adarves de venta-
nales cubiertos. Con la estructura semi-
circular se aumentó mucho el ñanqueodel
recinto adyacente; se obtuvo mayor re-
sistencia en la obra contra la artillería
de zapa y tiro, con la supresión de esqui-
nas y la sustitución del aparejo de ladri-
llo al mediano de sillarejos ó de mam-
puestos -. Los dobles adarves con clatel
de almenas en la plataforma y ventanas
ballesteras en el piso inmediato , ya usa-
das anteriormente en Asiría, completa-
ron la torre perfeccionada de esta época.
Al tomar posesión de Toledo y de su
territorio, debieron considerar los mu-
sulmanes la línea del Tajo como la más
formidable defensa central de sus nuevos
dominios , y así se lo confirmaron los su-
cesos durante cerca de cuatro siglos.
Nada de extraño tiene, pues, que extre-
masen su defensa en ambas orillas del
Tajo, hasta las sierras, como atestiguan
los numerosos restos de fortificación que
aún se encuentran, y los datos estadísti-
cos del siglo XVI.
Estas construcciones militares de los
primeros amires y califas tienen un ca-
rácter muy determinado, que, diferen-
ciándolas esencialmente de las que, se-
gún Plinio ', y posteriormente los cronis-
tas arábigos de la invasión *, existían de
1 Lib. I, cap. V, De Arqtiitecluya. De fundamentis
nnirorum et turriura.
2 Véase el incidente del asedio de] castillo de Gi-
braltar en tiempo de Alfonso XI, entre otros muchos
casos que podría citar.
3 iVatnralís Historiae , xxxv , 48.
4 Citados por Al-Makari.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
tiempos muy antiguos en la Península,
delatan su origen asiático perfectamente
justificado, no sólo por la presencia de
gentes persas, sirias y egipcias en los
ejércitos de Muza, sino que también por
las constantes relaciones que , hasta la
época de Abderrhaman III sobre todo,
mantuvo el califato con Oriente. Es sabi-
do, además, que este califa llevó le gue-
rra á Egipto y Siria. Seguramente las
huestes musulmanas trajeron á la Penín-
sula los procedimientos y sistemas de
fortificación empleados en aquellas re-
giones, del mismo modo que los cruzados
llevaron á Palestina los suyos y sus ar-
quitectos, dejando allí las numerosas cons-
trucciones que aún perduran, y portan
magistral estilo ha estudiado y reprodu-
cido M. G. Rey ', confirmando las noti-
cias de los muchos documentos coetá-
neos registrados en las historias de las
Cruzadas, en nuestra Gran conquista
de Ultramar , etc.
Más evidente aún, si cabe, que en la to-
rre de Maqueda, aparece esa tradición
oriental en la ya nombrada puerta de su
fortaleza. En ambas construcciones pre-
domina el ladrillo , elemento caracterís-
lico de los monumentos civiles y milita-
res de los persas , de quienes tanto toma-
ron los musulmanes de Oriente, á quie-
nes copiaron luego los africanos del Norte
y de quienes es otro auténtico vestigio,
así los merlones dentados de la cerca y
muros déla Mezquita de Córdoba, de la
antigua convertida en Iglesia de Santa
María del Águila en el centro de la forta-
leza de Alcalá de Guadaira, y en el to-
rreón del patio de los Naranjos de la ca-
tedral de Sevilla, como los merlones de
sillarejos escalonados que adoptaron los
arquitectos cristianos y se conservan en
las torres de la catedral de Sigüemza, en
la Puerta Baja de Daroca , en la de San
Vicente de Avila, etc.
Fueron siempre éstas en las villas y
fortalezas orientales construcciones en
cierto modo independientes de los recin-
tos, según han revelado á los modernos
exploradores las fortalezas aún existentes
en Siria * y Persia, y las ruinas de Pteria
en Capadocia, las del puesto ó avanzada
militar, campo atrincherado más bien, de
Abydoss en Egipto. Ni los griegos, ni los
romanos, ni los bizantinos, ni francos, ni
españoles de la Edad Media, creyeron
conveniente adoptar en sus construccio-
nes nuevas este sistema, mientras los
musulmanes lo practicaban estrictamen-
te aun en el siglo xiv, al levantar la mag-
nífica puerta del Juicio en la fortaleza de
la Alhambra, siguiendo las prácticas em-
pleadas al levantar la de las Torres Ber-
'^^^
PUERTA PRINCIPAL DE LA FORTALEZA
DE MAQUEDA
mejas , la de los Siete Suelos , y antes en
el recinto de la Alcazaba Cadima, en
tiempos mucho más antiguos, las de El-
vira, la del Estandarte, la Siyada, la
Monaita, ó de las Banderas y la del Al-
baicín. En Carmona, en Sevilla (la de
Triana), en Málaga, en Almería, en Ron-
da, en Alcalá de Guadaira y aun otras
muchas plazas de Andalucía, en la puer-
ta de Vieja, de Bisagra y en la cabeza de
Puente denominada Baños de la Cava, y
en Talavera, con otras del reino de To-
ledo, que no cabe en los límites de estos
ligeros apuntes detallar, ni reproducir,
1 Monuments de l'arcltitecttire milituire des Croi-
sées.
T. III
1 Una de las más elocuentes es la Puerta Judicia-
ria en Jerusalén.
2
boletín
puede estudiarse este sistema de defensa
eficacísima aplicado al ingreso principal,
constituyendo un baluarte, no avanzado,
sino constituyendo obra integrante^ del
recinto.
Tuvieron en todo tiempo entre los
orientales gran importancia estas puer-
tas defensivas. La de la ciudad, demás de
su destino natural de guardar suficiente-
mente su entrada, fué siempre y en cierto
modo lo que el agora para las ciudades
griegas y el foruin en las de Italia. "Se-
guramente—dice M. Perrot ' —no habían
servido como las plazas públicas del mun-
do greco-romano de teatro para los de-
bates políticos y judicia'es, pero las so-
ciedades asiáticas jamás conocieron la
vida municipal moderna... no necesitaron
un amplio espacio donde levantar una
tribuna y emitir el voto popular... Basta-
ba un sitio para reunirse, para comuni-
carse las noticias, donde los ancianos, ro-
deados por un círculo de conciudadanos
encuclillas, pudiesen, después de haber
escuchado á las partes, pronunciar aque-
llas sentencias arbitrales que son la for-
ma más antigua de la justicia ^. Ningún lu-
gar más apropiado á este destino que la
puerta de la ciudad fortificada ó de la for-
taleza de extenso recinto. Abierta en el
espesor del grueso muro, resguardaba en
invierno del cierzo á los que se sentaban
en los bancos adheridos á sus paredes;
en verano les facilitaba esa media luz y
esa fresca umbría que constituyen en los
países cálidos el mayor de los solaces.
Por allí pasaban yentes y vinientes ; pa-
rábanse para charlar un momento antes
de partir para la labranza ó para la gue-
rra, allí se detenía todo rumor antes de
penetrar en la ciudad ó en la fortaleza, y
allí pasaba una gran parte del tiempo en
conversación ó en esa semi-somnolencia
á que tan inclinados son los orientales,
aquellos á quienes su edad ó su posición
social dispensaban del trabajo ó de la
guerra.,,
¿No se está viendo aquí la Puerta del
Juicio de la Alhambra? Que esto era
además la Puerta; sala del tribunal, co-
mo puede verse en muchas páginas del
libro que con más sincera fidelidad des-
cribe las antiguas costumbres de Oriente
en gran parte por el pueblo hebreo, de
los antiguos imperios asiáticos *. Así lo
relatan las crónicas árabes y las mismas
castellanas, pues esta costumbre orien-
tal, como tantas otras, hubo de trascen-
der á los reinos cristianos.
Constituía pues, la puerta maesfa ó
principal, en las fortalezas musulmanas,
un cuerpo de edificio de cierta importan-
cia, independiente de los muros y. consti-
tuyendo una avanzada fortificada. En
Carmona, en Alcalá ie Guadaira y en la
BARBACANA DE LA PUERTA PRINCIPAL
DE LA FORTALEZA
Puerta del Juicio de la Alhambra se
puede hoy estudiar más especialmente
(entre otras muchas) lo que fué la de Ma-
queda, cuya planta hemos tratado de re-
construir para que se vean los obstácu-
los que se oponían al ataque directo por
el frente, por medio de los buzones, ga-
tos y picos al amparo de gatas y mantas,
y el frecuente medio del incendio que tan
gráficamente describe el Obispo D. Pe-
dro, cronista presencial de las campañas
1 L'Art Aticien, t. ii, Clialdée et Assyyie.
2 El Tribunal de las aguas en la Puerta de la Ca-
tedral de Valencia conserva íntegra esta costumbre
oriental.
1 No pudiendo extendernos en justificar nuestros
asertos, remitimos al lector que sienta curiosidad á
los siguientes libros de la Biblia: Gen., xxiii, 10;
Deut., XVII, 5, 8; xxi, 19; xxii, 15; Josué, xx, 4; Ruth,
IV, 1 y 2; Rej'es, xviii, 33; Esther, ii, 21; iii, 2 y 3; iv,
2 y 6; Ps , cxxvi, 5; Prov., xxxi, 23; Jer., xxvi, 10.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
de Alfonso VI, tratando del ataque al
castillo de San Servando por las huestes
de Almohait Yaya en 1099.
Amparados por paveses, gatas y otras
defensas , los sitiadores amontonaban
materias combustibles al pie de la puer-
ta ', y luego con flechas incendiarias les
prendían fuego desde lejos.
Nada de esto se podía hacer ante la
puerta de Maqueda, amparada en primer
término por la barbacana transversal, to-
rreada y aspillerada, que ocultaba el in-
greso al frente de ataque, y cuya planta
baja estaba cimentada en un firme de
roca de algunos metros de altura sobre
el nivel de la plaza de armas exterior que
era la plaza de la villa. De suerte que ni
picos, ni buzones, ni el fuego, podían em-
plearse contra ella. Había que tomar el
flanco izquierdo, en pendiente, de la bar-
bacana, único acceso á ella *, y arrostrar
así los tiros del adarve del muro por el
flanco, y los del adarve de la torre de la
barbacana por el frente, sin contar con la
fuerza que pudiera mantenerse en el cen-
tro de la planta baja de esta. Rechazada
la defensa, y apoderado el sitiador de la
barbacana, tenía que enfilar el pasadizo de
la puerta largo y estrecho, en el cual se
le oponían unos fuertes batientes barrea-
dos de hierro (en el punto señalado con
la letra b en el plano) luego el peine, ras-
trillo ú órganos (en c), un pozo descu-
bierto ó claraboya abierta en el piso del
adarve, desde donde podían llover sobre
el enemigo piedras , flechas , agua hir-
viendo, etc. (entre b y d)\ y por fin, otra
puerta que abrir en d. Forzada esta
puerta, hallábase el sitiador ante un re-
cinto aspillerado al frente y al flanco iz-
quierdo, abierto por arriba y almenado
(e), y sin más salida que la puerta f por
donde se pasaba á la primera plaza de
armas ó compás de la fortaleza, cuyo
arco de herradura y obra de ladrillo es
hoy el de la nave de la epístola de la
iglesia.
Constituye el detalle más importante
de esta defensa la barbacana de través
de enfilada y torreada de que no he visto
indicios sino en esta puerta y en la lla-
mada del Castillo en la villa de Escalo-
na, entre los numerosos ejemplares de
construcciones militares que he estudia-
do. No debía ser raro, sin embargo, pues
he encontrado frecuentes referencias á
torres construidas sobre puertas, en las
crónicas, pero debía ser obra peculiar de
los ingenieros musulmanes y cristianos
de la Península, porque tampoco se en-
cuentra referencia alguna ni ejemplar, ni
1 o desencajaban sus hojas con fuertes palancas
como en el asedio de Cuenca, por Fernán Ruiz en
1106.
2 Por error aparece en el plano abierto el flanco
derecho.
PLANTA DE LA PUERTA PRINCIPAL
DE LA FORTALEZA
restos de construcción que la acusen, ni
en tratados, ni en monumentos de otros
países, así europeos como asiáticos.
De esta barbacana de Maqueda sólo
restan los dos cinchos de ojiva que soste-
nían la bóveda sobre que se extendía la
plataforma del adarve. La abertura del
ángulo curvilíneo de estos cinchos lo de-
latan como de los principios del sistema
ojival, por lo que puede asignársele como
época de su construcción el promedio del
siglo XII, y, por tanto, ser una de tantas
obras que se iban agregando á las cons-
trucciones militares, á medida de los ma-
yores perfeccionamientos de las armas
de tiro ó de los mayores recursos ó nece-
sidades de defensa del señor de la plaza.
boletín
Donadas la fortaleza y villa de Maqueda
á la orden de Calatrava por Alfonso VII,
en 1177, en recompensa de sus hazañosos
hechos en la frontera, nada de aventura-
do me parece que tiene el suponer que
esta obra se debiera áiniciativa del maes-
tre en aquella época, dado que, no obs-
tante hallarse asegurada al parecer la
reconquista de la línea del Tajo, no era
prudente descuidar la mayor fortifica-
ción posible en todas las numerosas de-
fensas de su territorio. Así se ven en ellas
multitud de obras de esta época, aumen-
tadas á las torres y espolones musulma-
nes y á los muros de diversas épocas,
poco ó nada discernibles en muchos casos
por la larga persistencia que ciertos apa-
rejos han guardado al través de los si-
glos.
Esta era, pues, la entrada principal de
la villeta, de la fortaleza de Maqueda,
que en vasta y no muy áspera pendiente
en plano pentagonal, se extendía al Orien-
te de la villa, dominándola por Occidente
y amparándola por el Norte, pues en la
época anterior á la Reconquista, esto es,
durante la dominación musulmana, debió
tener mucha extensión, á juzgar por los
restos de sus murallas y de habitaciones
de los arrabales que en el siglo xvi se
conservaban, Laadvocaciónde5rtw/!aJ/a-
rla de los Alcázares que ha conservado
la iglesia parroquial, construida en el so-
lar del que, como sucede en Carmona,
tenía indudablemente como aledaño de-
fensivo la Puerta que hemos descrito,
demuestra que había más de uno dentro
del recinto de la villeta.
Si entre las plantas de las puertas de
las ciudades y fortalezas griegas, roma-
nas y modernas (Edad Media) y las orien-
talesy musulmanas de todas épocas exis-
te una radical diferencia, no sucede lo
mismo con los planos de las fortalezas.
En los de las de Atenas, Mycenas y Tyrin-
tho en Grecia; los de muchas de Caldea,
Asiría, Siria, Judea y Palestina, y, por
último, las musulmanas de la Península,
hay una completa similitud. Pueden aún
estudiarse muchos ejemplares de ellas
en el reino de Andalucía, entre las que
citaré como más determinadas, la de Al-
calá de Guadaira, la de Málaga (Alcaza-
ba), la de Antequera y la de la Alhara-
bra, como más conocidas. Cerrábala un
fuerte y alto muro almenado y torreado
en la corona del cerro ó en lo alto de la
pendiente, en que se extendía la villa ó
ciudad que defendía. Dentro de este re-
cinto fortificado se levantaba, en el punto
estratégico conveniente, la alcazaba, al-
cázar ó castillo, fuerte reducto de seguri-
dad de la fortaleza y de la población, y en
la extensión de aquel había algunos ó
muchos edificios, ya en los grandes to-
rreones del muro, ya aislados, el alcázar
del señor, los cuarteles para la guarni-
ción, mezquita ó iglesia, y diversas vi-
viendas, quedando aún espacio amplio
para campamento y refugio de la pobla-
ción inválida ó inepta para la guerra, en
el caso de un asedio estrecho ó de la
toma de la villa por el enemigo, délos
mismos rebatos, en fin, en contiendas civi-
les, entre señores y vasallos, tan comu-
nes en todas épocas.
El origen de esta disposición topográ-
fica en las fortalezas es tan antiguo, que
se encuentra en todas las épocas de la
historia, hasta en aquellas que se mantie-
nen todavía en las nebulosidades de lo
escasamente conocido; pero de que dan
fe en muchos países las altas y vastas
mesetas calcáreas donde hubo habitacio-
nes, como en Cuenca y Burgos, donde se
conservan sepulcros y otros restos en
Gayangos. Las acrópolis de Troya, My-
cenas, Tyrintho y Atenas, las oppida
etruscas, los castros romanos, no fueron
otra cosa que campos atrincherados con
reductos de seguridad de mayor ó menor
importancia, como casi todas las fortale-
zas musulmanas de España y muchas de
las cristianas posteriores.
Como ya he dicho, por entrambos flan-
cos de la puerta descrita se extendía el
muro torreado de la villeta ó fortaleza,
aislándola de la villa, levantándose á plo-
mo sobre la cortadura del terreno por el
Mediodía y dominando el río, que corre
por su pie, hasta enlazar con el castillo ó
alcazaba que en todos tiempos debió ocu-
par el sitio culminante de la pendiente.
Por el lado opuesto, después de seguir la
línea del frente, en cuyo centro se abría
la puerta principal, formaba ángulo en el
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
13
punto en que hoy se levanta una torre de
campanas de poca altura y cuya base de-
bió ser la misma del torreón de esquina
del muro, y desde allí por el flanco N. tre-
paba á enlazar con la torre que he des-
crito y otras desaparecidas, hasta cerrar
con la barbacana de la alcazaba, recons-
truida en el castillo moderno del siglo xv.
Como fuerte reducto de seguridad pue-
de contemplarse este hoy, y en su aspec-
to exterior es uno de tantos ejemplares
como se encuentran todavía en la Penín-
sula. Es su planta paralelográmica, y tie-
nen sus fuertes muros de cal y canto un
espesor de quince pies por una altura de
quince á diez y ocho metros, según el
desnivel del terreno, y una extensión de
sesenta y cinco metros en los lados ma-
yores, y de sesenta en los menores. Re-
fuerzan tres de sus cuatro ángulos sólidos
torreones de planta circular, también de
compacta mampostería, con saeteras en
su zócalo, y corta en dos, en su centro, al
lienzo de poniente fronterizo á la villeta,
por el frente más llano, otro torreón de
igual planta y alzada que los de esquina.
Consérvase en toda su integridad este
recinto, y sin menoscabo notable su cu-
rioso adarve, que merece especial men-
ción. Señala en el paramento exterior el
CASTILLO DE LA FORTALEZA DE MAQUEDA.
nivel de sú piso una faja de dientes de sie-
rra comprendida entre cuatro filetes, todo
de ladrillo esmeradamente cortado , y
puesto en obra con mucha corrección,
plinto que produce un efecto artístico
muy agradable como base del clatel de
almenas. La disposición de éstas, que en
el adjunto dibujo con escrupulosa fideli-
dad calcado de una fotografía puede ver
el lector, es para mí cosa nunca vista has-
ta entonces, en fortaleza ni plaza fuerte
de la Edad Media; y no sólo por sus es-
beltos y elegantes perfiles cuanto por la
sabia disposición táctica con que se con-
cibió su alzada, juzgólas por las más per-
fectas y eficaces. Sin semejanza ni prece-
dentes en las fortificaciones anteriores ni
coetáneas, bien puede decirse que el maes-
tro á quien D. Gutierre de Cárdenas en-
comendó la reconstrucción de este casti-
llo, tuvo una verdadera inspiración al
concebir y ejecutar este coronamiento del
muro y torres, parte la más esencial en
las defensas de la Edad Media, lograda y
asegurada, por de contado, la solidez y
fortaleza de torres y muro.
Con efecto, aunque dada la situación de
este castillo, poco ó nada tenían que te-
mer de la artillería balística los merlo-
nes, construyólos de fuerte mampostería,
terminándolos con ladrillo y coronándo-
los con un copete prismático, cubierto de
baldosas, con lo cual consiguió preser-
varlos de los estragos de las aguas y que
se hayan conservado hasta el día, caso
rarísimo en estas construcciones. Dejólos
reforzados en su base con un sillar de
unos setenta centímetros de alto por cua-
H
boletín
renta de ancho, abriendo en su centro la
saetera que sólo para ballestas de pasar,
ó para ballestas fuertes, y para culebri-
nas, dado que en el piso del adarve no
había espacio para situar bombardas, ni
truenos. Digo esto, para demostrar la in-
exactitud con que muchos han afirmado
con harta ligereza, que las saeteras de la
forma que afectan estas de Maqueda son
señal cierta de haberse hecho para arti-
llería de fuego. Observaciones hechas y
planos tomados en Alcalá de Guadaira,
en Trujillo, en Carmena, y otros puntos
me permiten asegurar que estas saeteras
que se llamaban también buitreras ' cuan-
do están abiertas en los zócalos ó en los
cuerpos bajos de muros y torres, no ser-
vían sino para las armas de fuste y cuer-
da ó de fuste y muelle citadas.
Lo más original de este clatel de alme-
nas es el doble merlón reforzado y traba-
do por un sillar grande con aspillera para
atalayar. De unos dos metros de alzada y
de un espesor de más que medio metro,
.J>sr-*^^
EXTERIOR DEL ADARVE DEL CASTILLO.
ofrecía al ballestero ú hondero un ampa-
ro cómodo y fuerte contra los tiros del
sitiador, quedando perfectamente oculto,
de suerte que en caso necesario podía
estar guarnecido de defensores todo el
adarve, sin que desde la campaña se viese
á ninguno de ellos, lo cual no era posible
en ninguno de todos los otros sistemas de
almenaje. En la cerca de Torrijos se em-
pleó una imitación de aquél, pero sólo
como simple remate decorativo de ella,
pues nunca tuvo aspiraciones á villa for-
tificada.
Una puerta y un portillo facilitaban el
ingreso y la salida á este castillo. La prin-
cipal, situada en el ángulo N-0., estaba
amparada por una torre de planta cua-
drada y obra antigua, resto de la primiti-
va alcazaba seguramente, cuyo aparejo
era el hormazo, mencionado por Plinio y
los cronistas arábigos de la invasión mu-
sulmana y que muchos escritores moder-
nos no vacilan en nombrar hormigón
árabe, con sobrada inexactitud. Tiene
esta puerta todos los caracteres peculia-
res de los vanos de los primeros tercios
del siglo XV. Arco semicircular de gran
dovelaje, recuadro de sarta de perlas en-
tre filetes, y como confirmación, el escudo
del Comendador mayor de León, D. Gu-
tierre de Cárdenas, por quien fué manda-
do reconstruir este castillo. Un matacán
1 Debió dárselas este nombre porque por ellas se
tiraba al aguardo á los buitres cebados en las in-
mundicias ó cadáveres que abundaban en los fosos ó
en la campaña, En las crónicas de D. Alvaro de Luna
y de D. Juan II, se encuentran interesantes referen-
cias á estas buitreras.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
de tres ménsulas domina el ingreso desde
el adarve. Abierto el portón se encuentra
todavía la verja de hierro machihembra-
da que á guisa de rastrillo reforzaba la
puerta, girando sobre goznes.
En el interior nada se conserva. Lo que
fué alcázar fuerte, mansión de los alcai-
des de la fortaleza, residencia pasajera de
infantes y de reyes, sólo abriga hoy á una
prolífica familia de conejos. En el ángulo
N-E. se conservan restos de habitaciones
que debieron constituir la nombrada To
rre de los Palasuelos, vieja ya en 1575,
donde, según se aseguraba entonces en
la villa, "se criaron las infantas, hijas del
rey Don Juan „.
En el ángulo S-E. al pie de la torre y
en el lienzo de Oriente á una altura de
veinte metros ó más sobre el llano, se
abre el portillo, de arco ojivo que de-
muestra por su hechura ser acaso cons-
trucción más antigua que las del Comen-
dador mayor de León ; por tanto que
éste debió utilizar gran parte de los mu-
ros y torreones del alcázar anterior al
castillo actual. Constituían estos portillos
excusados, y siempre abiertos en puntos
estratégicos medio ocultos, un carácter
peculiar de todas las construcciones mili-
tares de la Edad Media. Abríase ó abrían-
se, porque según la extensión del recinto
eran uno ó varios, en puntos de él opues-
tos á la entrada principal y facilitaban la
fuga en momentos de supremo apuro.
Generalmente aparecía condenado para
la guarnición del castillo, de quien siem-
pre era prudente desconfiar, y sólo el al-
caide, el señor ó persona de su absoluta
confianza, tenían conocimiento de que era
practicable aquella salida y del sitio don-
de se guardaban las llaves. Estos detalles
se encuentran indicados por relaciones y
crónicas, así como que cuando se enseña-
ban los castillos y alcázares á personajes
extraños se cuidaba mucho de no exhibir-
les ciertos detalles y recursos de ellos,
como la situación de tales portillos. La
experiencia acreditaba frecuentemente
el peligro de que fuesen conocidos. Este
de Maqueda se abre sobre la tela exterior,
la que llaman algunos camino de ronda
(á la francesa) y denominan algunas cró-
nicas albacara (á lo arábigo) que era el
espacio descubierto comprendido entre el
primer contramuro ó barbacana y el pie
del muro. Aquí este contramuro que es-
taría almenado se levantaba á plomo so-
bre el corte del terreno en asperísima
pendiente.
De esta suerte, examinados con deteni-
miento estos escasos, pero elocuentes
restos, puede llegar á formarse una idea
aproximada, de lo que pudo ser una de las
fortalezas más importantes y curiosas del
llano de Toledo que por su situación to-
pográfica hubo de ser creada enteramen-
te por el estudio y esfuerzos de los maes-
tros en arquitectura, sin auxilio alguno de
los accidentes naturales que en otros pun-
tos tanto les ayudaban.
Felipe B. Navarro.
EXCURSIÓN A SAN FRANCISCO EL GRANDE
L día 10 de Enero fué el señalado
para excursión de tanto interés, y,
á pesar de una violenta lluvia, te-
mible para quien no tuviera viví-
simos deseos de recrear una vez más los
ojos en las maravillas del citado monu-
mento, se reunió una comisión, compues-
ta de los Sres. Serrano Fatigati, Herre-
ra, Poleró, Alvarez Sereix, Fernández
de Haro, y Puente, quienes fueron reci-
bidos en el atrio de San Francisco por el
tan amable como ilustrado rector del mis-
mo, Sr. de Paz, el cual, sin darse punto
de reposo, fué mostrando á los excursio-
nistas los tesoros artísticos allí reunidos,
mientras sazonaba sus eruditas explica-
ciones con recuerdos personales llenos
de interés relativos al tiempo en que tan
activa parte hubo de tomar en el embe-
llecimiento del templo.
Ocioso parece recordar los orígenes de
este á nuestros entendidos lectores. La
primitiva fundación se atribuye al Será-
fico Padre en los comienzos del siglo xiii;
pero la historia artística de la iglesia co-
mienza con Carlos III, cuando aquel mo-
narca, tan protector de la arquitectura,
y de cuya época procede la mayor parte
de las construcciones notables de Ma-
drid, hizo levantar el actual edificio; fae-
na comenzada en 1760 y terminada en
1784.
Muchos recordarán también, y esto co-
mo testigos presenciales, la traslación á
San Francisco de los restos mortales de
Rodríguez y Villanueva, los famosos ar-
quitectos; de Juan de Mena, Garcilaso,
i6
boletín
Calderón, Ercilla y Quevedo; del Gran
Capitán, de Lanuza y otros hombres ilus-
tres. Las fiestas con las cuales se trató
de convertir el templo en Panteón nacio-
nal, fueron quizá las menos marcadas con
el sello de la pasión política; mas en esto,
la obra de 1869 no prevaleció, y cinco
años después, las cenizas de artistas,
guerreros y políticos hubieron de volver
á sus primitivas tumbas, menos suntuo-
sas; pero más piadosamente guardadas.
En 1881 se comenzó la restauración con
fondos de la Obra pía de Jerusalén, y la
esplendidez del ministerio de Estado
permitió no reparar en gastos y repartir
el trabajo entre los más afamados artis-
tas y artífices de España, naciendo así
una poderosa muestra de la facundia ar-
tística de la época presente.
Para los siglos venideros será San
Francisdo el Grande el sitio donde mejor
puedan apreciarse las artes de fines del
siglo XIX. Para nosotros hay allí un mu-
seo moderno lleno de interés; pero, ¿nos
atreveremos á decirlo ? ¿ Será quizá
aprensión la idea de que en el templo se
respira un ambiente profano? ¿Habrá un
vicio de origen, debido á que la frialdad
administrativa no ha sabido subordinar
tamas bellezas allí reunidas al primordial
fin de enaltecer el sentimiento religioso?
Lo cierto, lo innegable, es que San
Francisco resulta una verdadera joya y
que el describir todas las piedras precio-
sas en ella engarzadas sería insoporta-
ble tarea para los lectores, pues sabido
es cuan impotente resulta el lenguaje
para reproducir las creaciones de las ar-
tes plásticas, y aun circunscribiéndonos
á una sencilla enumeración, habrá ésta
de encerrarse en ciertos límites para no
caer en las pesadeces de un catálogo.
Ya en el atrio nace la admiración de-
lante de las hermosas puertas, obra del
malogrado restaurador de las esculturas
del claustro de San Juan de los Reyes,
Antonio Várela, cuyas figuras y adornos
tallados en bien sentido estilo de nuestro
renacimiento, quedan recuadrados por
accesorios ojivales finos, delicados y dig-
nos de los imagineros, cuya rica labor
embellece la construcción de Juan Guas.
También hay sobre las puertas centrales
unos bajo relieves notables de Molinelli y
Algueró; pero, antes de penetrar en el
templo, aún se ve algo digno de aten-
ción: los herrajes, labrados en los talle-
res de Asins, capaces de darle fama si
él no la tuviera bien conquistada desde
tiempo atrás.
Al trasponer los umbrales, la variedad
de obras, la continuidad esplendorosa de
magnificencias artísticas embota el crite-
rio, como deslumhraría la vista una ince-
sante cascada de perlas á cual más bella.
La más severa de las tres hermanas,
la escultura, ostenta desde luego las pi-
las de agua bendita con pedestales for-
mados por grupos de angelones de bron-
ce debidos á Vancells, Algueró y Zaldo,
y siguen después los doce apóstoles en
mármol de Carrara, firmados: Santiago
el Menor y Santo Tomás, por Elias Mar-
tín; Santiago el Mayor, por Valmitjana;
San Juan, por Samsó; San Andrés y San
Bartolomé, por los Bellver; San Pedro y
San Pablo, por Suñol; San Tadeo, por
Candarías; San Mateo, por Benlliure;y
San Felipe y San Simón, por Moltó.
Parece que estamos recordando nom-
bres ilustres de los laureados de todas
las exposiciones. ¿No es cierto? Pues si
echamos de menos á Molinelli y Sanmar-
tí, presto los hallamos al contemplar sus
cuatro estatuas de los Evangelistas sen-
tadas sobre pedestales de mármol negro
y talladas en madera bronceada, y aún
queda el tabernáculo del altar mayor,
del arquitecto Cachavera, y los pulpitos,
del arquitecto Amador de los Ríos, y la
puerta del tabernáculo de la Pasión cin-
celada en plata por Martin, y todavía co-
metemos omisiones tan involuntarias
como sensibles.
Pero lo más sorprendente es que tales
obras escultóricas ni resulten perjudica-
das por la inmediata presencia de la si-
llería del coro del monasterio del Parral,
preciosa obra del renacimiento, ni por
las dos traídas del Paular, del renaci-
miento la una y ojival la otra, restaura-
das por Guirao , ni por la reproducción
del San Francisco de Alonso Cano, ni
perjudiquen á su vez á estas maravillas
de tan distinta época y carácter que la
primera, y al revés de lo que suele suce-
der en pintura, donde lo moderno y lo
antiguo, aun tratándose de obras maes-
tras, se repelen y hacen desmerecer.
* Si pasamos á admirar las obras de los
pintores, hallamos nombres tan afama-
dos en el extranjero como en la patria
misma: Silvela y Germán Hernández,
Amérigo y Contreras, Rivera y Ferrant,
Muñoz Degrain y Martínez Cubells, Ca-
sado, Plasencia, Domínguez y Moreno
Carbonero, cuyo Sermón de la Montaña
de la capilla bizantina suscitaba en el
digno rector escrúpulos de ortodoxia por
la ñora del paisaje y la indumentaria de
las humildes oyentes de Jesús.
Poco adecuado era día tan obscuro y
lluvioso para apreciar tanto portento de
dibujo, colory composición, y aun cuando
todos éramos fervorosos amantes de las
bellas creaciones allí acumuladas, y no
las veíamos por vez primera, necesitá-
bamos contemplarlas á medias con el re-
cuerdo y con los ojos.
De Ferrant son los reyes y profetas del
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
17
arranque de la bóveda y las profetisas
de los segmentos de la cúpula mayor; la
aparición de Cristo y la Virgen á San
Francisco y la confirmación del jubileo
por Honorio III, de la capilla principal.
Plasencia pintó Nuestra Señora de los
Angeles y los evangelistas San Mateo y
San Juan en la cúpula mayor y la apoteo-
sis celeste de la Orden de Carlos Ili en
la capilla de. este nom^bre. Domínguez,
los doctores de la Iglesia; una alegoría
de la villa de Asís y la Virgen del Car-
men entregando un escapulario al funda-
dor de la Orden.
Rivera se reservó toda la capilla de
Nuestra Señora de las Mercedes, toman-
do como asunto de su decoración el amor
divino y la candad cristiana. Casado re-
presentó, en la capilla de las Ordenes mi-
litares la batalla de Clavijo ganada por
Ramiro I con el auxilio del apóstol San-
tiago. Hernández Amores nos dejó un Cal-
vario en la capilla de la Pasión ; Contre-
ras, un San Juan bautizando en la de las
Ordenes, y Martínez Cubells los evange-
listas San Lucas y San Marcos.
Aun después de esta relación, ¡cuántas
obras notables modernas omitimos ! , re-
cordando aun de paso, entre las muchas
buenas antiguas, un cuadro de Goya,
cuyo asunto es la predicación de San Ber-
nardino de Sena ante la corte de Alfonso
de Aragón.
Parece agotada la serie de maravillas,
y. sin embargo, faltan por mencionar: un
zócalo de azulejos traídos del palacio
levantado en Cadalso de los Vidrios por
D. Alvaro de Luna, y completados hasta
el número necesario de un modo insupe-
rable, porZuloaga, en los hornos de la
Moncloa, y no hemos hablado aún de las
vidrieras de colores pintadas según car-
tones de Amérigo y Laplaza; ni de los
repujados de la puerta del Sagrario del
altar mayor; ni de la alfombra de éste,
tejida en la Real fábrica de tapices, ni de
ricos ornamentos de Iglesia sacados de
sus suntuosas cajoneras ante nuestros
embelesados ojos por el solícito cuidado
de nuestro guía.
Sólo haremos mención especial de una
caprichosa pintura del Bosco, puesta en
la escalera del coro. Como hechura es
notable; mas por cima de ésta descuella
la picaresca intención del autor compla-
ciéndose en pintar las tentaciones de San
Antonio, á quien distrae de su atención
ver cómo los frailes invaden el campo,
en cuyo centro , una fantástica represen-
tación de la mujer sirve de base á un mo-
lino de viento. ¿No es cierto que no era
San Francisco el Grande sitio donde pu-
diera esperarse hallar tales manifesta-
ciones de humorismo?
La arquitectura, cual huésped que vo-
luntariamente se oscurece para dejar
brillar por completo á sus invitados , casi
no aparece con personalidad propia en la
restauración del edificio, dejando campar
ala pintura y la escultura, á las cuales
prepara lienzos y espacios , de cuya ex-
tensión da una idea la cifra de la mayor
altura interior, que llega á 33 metros.
Aun asi, en los detalles escultóricos ya
mencionados y en el resto del templo se
ven los notables trabajos de arquitectos
tan llenos de mérito como Avalos, Ama-
dor de los Ríos, Cachavera y Farrés.
El señor Rector nos obsequió por fin
conduciéndonos á su morada, digna de
un inteligente aficionado, en la cual toda-
vía pudimos admirar algo, aun después
de ver tanto bueno.
Tan agradable expedición terminó como
los desafíos al uso, reuniéndonos todos
ante una mesa del hotel de Rusia, donde
entre plato y plato se continuaron las ala-
banzas al talento de los artistas y á la
bondad de nuestro respetable cicerone,
pero uno y otra son tan del dominio pú-
blico, que, como de cosa juzgada, no
hay que hablar.
El nuevo triunfo logrado por Felíu y
Codina con su Miel de la Alcarria, naci-
da en una de las excursiones de la Socie-
dad, estaba muy reciente, y se acordó es-
cribirle un mensaje de felicitación. La
elegante pluma de Alvarez Sereix le re-
dactó, todos le sentimos y firmamos y
después..., después, desde las serenas
regiones del arte, donde nos habíamos
mecido unas horas , volvimos á caer en
las arideces de los asuntos cotidianos.
Gerardo de la Puente.
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
epigrafía arábiga
Lápida conmemorativa del Castillo de Tarifa
ESTiMOXio evidente de la progenie
muslímica de su primitiva fábrica,
guarda y conserva á modo de mar-
ca ó sello el histórico castillo de
Tarifa,— de tan singular renombre por el
heroico Alonso Pérez de Guzmán, el
Bueno ,— un epígrafe arábigo, colocado
sobre una de sus puertas. Excita allí la
curiosidad, y nadie, que sepamos, ha in-
tentado hasta ahora su lectura, ni su con-
texto era conocido por los doctos, á pesar
de la importancia que á sus declaraciones
eran generalmente atribuidas.
Noticiosos nosotros de la existencia de
i8
boletín
este monumento epigráfico, por las indi-
caciones de nuestro buen amigo el inge-
niero de montes D. Luis Heraso y Piza-
rro, no vacilamos en solicitar del exce-
lentísimo Sr. Ministro de la Guerra, para
la colección epigráfica del Museo Ar-
queológico Nacional, una reproducción
en yeso del referido monumento ; y, defi-
riendo galantemente á nuestros deseos,
el general Sr. López Domínguez hubo de
acceder á ellos, proporcionándonos la re-
producción solicitada.
Es para nosotros desconocida la mate-
ria en que el epígrafe está tallado, bien
que todo hace presumir que lo fué en una
tabla de mármol blanco , la cual debe me-
dir, á juzgar por la reproducción, 0,m 73
de alto por 0,^ 55 de ancho. Consta la
lápida de once líneas de inscripción en
caracteres cúficos, faltos de elegancia, de
corrección y de gallardía en el dibujo, y
de estas once. líneas, la última ocupa so-
lamente breve espacio en el centro del
epígrafe. Efecto sin duda de la intempe-
rie, no todas las líneas, por desgracia,
resultan igualmente legibles, y aun en
aquellas que pueden ser entendidas, es
necesario hacer reiterados esfuerzos para
leerlas, existiendo palabras escritas in-
correctamente, y otras, ya muy borra-
das, de reducción é interpretación impo-
sibles. Así y todo, el epígrafe, que es de
cierta importancia histórica, dice de esta
suerte, según la reproducción á que nos
referimos:
^^;yl^\ ^UL J.-»^'» (2) J^ ¿)JJ'\
^ — « — ^j — i\ J.^ ¿>S)\ J^>o: , «\
slX> <í^_LJ\ JLL\ ^^;,.^^\ ^^^\
En el nombre de Alláh, el Cletnente,
el Misericordioso!
Alabado sea Alláh, Señor del Uni-
verso! La bendición
de Alláh sea sobre Mahoma, sello
de los Profetas [\)!
Mandó el siervo de Alláh Ab-er-
Rahmán,
5 Amir de los muslifnes {/prolongue
Alláh sus días!)
construir este castillo [¿y se con-
cluyó?]
en la luna de Ssafár del año
nueve y cuarenta y trescientos (2)
bajo la dirección del Guasir
Abd-er-Rahmán ¿ben-Hayyán?
11
Corresponde, pues, el monumento á la
categoríadelosí:o«;?z^wo;'rt//í;os^ypor él
se atestigua que Abd-er-Ruhmán III man-
dó edificar ó construir aquel castillo de
Tarifa en el mes de Abril de 960 de nues-
tra era, resultando, por consiguiente, el
único de que aún quedan restos, — bien que
trastornados por las vicisitudes políticas
de España desde la segunda mitad del si-
glox, — elcualseapor modo auténtico obra
y producto de la arquitectura militar del
Califato , concepto en el que bien merece
ser con toda detención estudiado por los
entendidos.
Era ocasión aquella en la cual las re-
vueltas ocasionadas en León por la repo-
sición de Sancho el Craso en el trono,
habían obligado á Abd-er-Rahmán III á.
suspender la guerra que en África soste-
nía con los Fathimitas, enviando al servi-
cio del monarca leonés el ejército desti-
nado para combatir á aquéllos, y con
cuyo auxilio , mediado ya el año %0 , las
Asturias, que habían sido el último refu-
gio de Ordoño IV el Malo, se entregaban
en poder del rey don Sancho.
Momento de tregua en la lucha crude-
lísima y accidentada trabada con los arro-
gantes Fathimitas , aprovechado era por
An-Nássir para fortificar las costas,
mientras él, en Marzo de aquel año , caía
1 Por ^_5J-o
2 Por ^
3 Por ^JO ,^_ylj:
1 Es decii : el último, y por consiguiente el más
caracterizado y perfecto.
2 Del 2 al 30 de Abril inclusives del año 960
\
^
PORTAP^iZ DE SANTIAGO DE UCLÉS
blGLO {X\' l '
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
'9
en Córdoba gravemente enfermo, de una
pulmonía que hizo temer por su exis-
tencia.
Conocidos estos hechos, que consignan
á la par los cronistas cristianos y los
muslimes, ocurre preguntar si en la anti-
gua Mellaría, á que dio en 710 nombre el
explorador Thárif-Abú-Zara, no existían
defensas, si éstas eran escasas, ó si ya
los normandos en el siglo ix, ya los Fathi-
mitas en los días de An-Nássir, pudieron
destruirlas, cuando este glorioso Califa se
veía en la precisión de edificar de nueva
planta aquel castillo. Los escritores ára-
bes aseguran que Abd-er-Rahmán III lle-
vó sus armas al África, donde no siem-
pre le fué devota amiga la fortuna; hablan
de diversas expediciones, realizadas con
más ó menos éxito, contra Maád-ben-Is-
maíl , señor de África , en 346 , 347 y 348
(957, 958 y 959 de J. C), y hacen mérito
especial de la en que, al mando del al-
caide Ahmed-ben-Yila, incendiaron los
cordobeses á Mers-al-harez, y devastaron
los alrededores de Susa y de Tabarca.
No hacen alusión alguna á ningún de-
sastre; mas quizá no estaría grandemente
seguro Abd-er-Rahmán 111 de la suerte
de sus armas en la guerra africana, cuan-
do fortificaba á Tarifa, disponiéndola para
eficaz defensa, ó acaso los Fathimitas hu-
bieran logrado, á despecho de Ceuta, in-
festar de piratas el Estrecho, dando algún
tiento á Tarifa en cualquiera de sus co-
rrerías , cuando el Califa disponía seme-
jante obra de fortificación, que nada ha-
bría justificado en aquella fecha, á haber
sido siempre vencedor de sus irreconci-
liables enemigos los africanos.
Como quiera que sea, según compren-
derán los lectores , la declaración expre-
sa de este monumento epigráfico, desco-
nocido hasta el día, bien merece que los
entendidos fijen en ella la atención, y acla-
ren este punto interesante de la historia
del Califato de Córdoba, invitándoles por
nuestra parte á ello.
Rodrigo Amador de los Ríos.
ORFEBRERÍA
-Jarro del Pilar
Porta-paz de Santiago de Uclés.
de Zaragoza.
N los comienzos del siglo xvi lle-
garon á España multitud de orfe-
bres procedentes de Alemania, Ita-
lia y Francia. Conducíales la segu-
ridad de obtener la protección de muchos
magnates que , haciendo acertado uso de
sus riquezas, fomentaban las artes y se
enorgullecían con enriquecer las iglesias
de sus patronatos y sus fastuosas mansio-
nes, que á veces competían en esplendor
y gala con los alcázares soberanos.
La influencia de aquellos maestros dio
gran vuelo á la industria de la platería
nacional, cuyos productos se veían gene-
rosamente recompensados, obteniendo in-
mediata acogida, así en las casas de los
poderosos, como en las iglesias y monas-
terios.
Entre éstos figuró en primera línea,
por el poderío de sus jefes y su significa-
ción é importancia histórica y política, la
Casa conventual de Santiago de Uclés.
En ella, y con otras muchas alhajas no-
tables, se hallaba el porta-paz de plata
dorada, con esmaltes, que nuestro gra-
bado reproduce, y hoy pertenece al Ca-
bildo prioral de las Ordenes militares de
Ciudad Real.
Ocupa el centro un bajo relieve labrado
en serpentina, que tiene por asunto la re-
surrección de Lázaro. Por la colocación
de las figuras, el plegado de los paños y
la tosquedad de la ejecución, revela el
carácter romano-bizantino del último pe-
ríodo, y, por consiguiente, fecha muy
anterior á la del trabajo de orfebrería que
le sirve de marco.
Los regulares y correctos cuerpos ar-
quitectónicos que componen esta pieza
son notabilísimos, y presentan toda le ele-
gancia y fausto del estilo plateresco, que
tantas maravillosas obras produjo en
nuestra patria.
Columnas en forma de cariátides; deli-
cadas estatuitas de San Pedro, San Pa-
blo, Santiago y San Juan Bautista, en las
hornacinas de ambos lados; pequeñas y
finas imágenes de los cuatro Evangelis-
tas, colocadas en los netos de las bases y
boletín
frisos de la cornisa; diminutas figuras re-
presentando la batalla de Clavijo, ocu-
pando todo el friso superior; el medallón
del coronamiento con la imagen de la In-
maculada Concepción , rodeada de ánge-
les: las Virtudes cardinales que completan
el decorativo conjunto y la esmaltada es-
tatua del Salvador, que terminan la obra,
son todas armónicas partes de un armo-
nioso conjunto que demuestra la pericia
del autor de tan prodigiosa 5^ perfecta j oy a.
No es menos notable, ni en nada desme-
rece, por cierto, de este bellísimo todo,
el asa, que representa una quimera alada,
hecha tan gallarda y briosamente como
pudo soñar la creadora fantasía del ar-
tista, reverso de la alhaja, por sí solo su-
ficiente para hacerla digna de la admira-
ción de los inteligentes.
El carácter perfectamente definido del
Renacimiento español que , inspirándose
en las suntuosidades de Pavía creó ei
estilo llamado plateresco; el hallarse de-
dicado el porta-paz al convento de Uclés,
y llevar las emblemáticas insignias de la
Orden, las tradicionales conchas, la ima-
gen de Santiago y el recuerdo de Clavijo,
bastarían para que no pudiera dudarse de
que esta obra, que compite con los más
acabados productos del arte de la orfe-
brería, es de procedencia nacional; mas
por fortuna no se necesita acudir para
asegurarlo á presunciones más ó menos
fundadas, pues una de las marcas que
conserva, revela haber sido construido
en Cuenca, por tener sus blasones y la
palabra Cuen '.
Otros tres punzones se hallan en el
porta-paz, pero hasta ahora no se han
descifrado. Tal vez sea alguno de ellos
del famoso Cristóbal Becerril , que en
aquella ciudad labró el precioso osculato-
rio que se guarda en El Escorial, y la cus-
todia de Alarcón, ó de alguno de sus her-
manos, que con aquél hicieron la de la
catedral de Cuenca, y que por cierto tiene
por coronamiento, como el porta-paz de
que nos ocupamos, una pequeña estatua
del Salvador.
1 Debemos esta noticia A la señora doña Adela
Croocke de Osma , tan competente en semejante gé-
nero de investigaciones.
El jarro de la iglesia del Pilar de Zara-
goza que el grabado representa, aunque
de otro orden, es también una pieza no-
table. Labrado en plata , con gran profu-
sión de relevados adornos, recorridos á
cincel, corresponde al mismo estilo del
Renacimiento italiano, é indica en su cons-
trucción los últimos años del siglo xv, por
el empleo de elementos decorativos per-
tenecientes al estilo ojival.
Conocíase vulgarmente en la heroica
ciudad con la denominación de El jarro
de D. Jaime el Conquistador, mas basta
verle para comprender lo infundado de
semejante atribución.
Ofrece, además de su valor, el grandísi-
mo interés de llevar la marca del contras-
te de Zaragoza, con el león heráldico y la
inscripción Cces-aug. Mide 22 centímetros
de alto y 13 de ancho, y pesa 47 onzas.
Ambas piezas son buena prueba de la
riqueza y perfección que alcanzó en Es-
paña el arte de la platería durante un
largo período.
Enrique de Leguina.
se<sí(síIOK_OHI<gIHii
La Sociedad de Excursiones en Marzo.
La Sociedad Española de Excursiones
realizará una á Segovia en los días 23 y
24 del corriente, con arreglo á las condi-
ciones siguientes:
Salida de Madrid (Estación del Norte)
el sábado 23 á las 7*^ 15' de la iiañana.
Llegada á Segovia, 11'' 23' mañana. Sali-
da de Segovia el 24 á las 6'' 44' tarde. Lle-
gada á Madrid, 10'' 20' noche.
Montimeiitos que se visitarán. — Acue-
ducto romano, iglesias románicas de San
Martín, San Esteban y San Millán; monjas
del Corpus-Cristi, catedral, Santa Cruz,
el Parral, Alcázar, en restauración, etc.
Cuota. — Treinta y siete pesetas, en las
cuales se incluye el viaje de ida y vuelta
en segunda clase, coche entre la estación
y la ciudad, almuerzo, comida y habita-
ción el 23; desayuno, almuerzo y cena
de fiambres en el tren el 24; gratificacio-
nes, etc., etc.
Para las adhesiones á esta excursión
dirigirse de palabra ó por escrito, hasta
el día 22, á las 3 de la tarde, acompañan-
do la cuota, al Sr. Presidente de la Co-
misión ejicutiva, D. Enrique Serrano
Fatigati, calle de las Pozas, 17, segundo
derecha.
Madrid, 1.'^ de Marzo de 1895. El Secre-
tario general, Vizconde de Palasuelos. —
V.°B." EWresiáenle, Serrano Fatigati.
K)03— A. AVRIAL, impresor.— San Bernardo, 92
^c
t,B flAUSEBY JUbNBT.-J^ÍAO
JARRO DEL PILAR DE ZARAGOZA
(SIGLO XV)
BOLETÍN
DE LA
SOCIEDAD ESPAIOLA DE EXWIOIS
AÑO III
t
IVIadrid 1-° ele -A-laril de 1895
)^ NOM. 26
EXCURSIONES
FORTALEZAS Y CASTILLOS
IDE lvfl:A.GiXJEID A. -^ ESC-A-LOIST-A.
ESCALONA
E olvidadizo y hasta de ingrato pe-
K)l\ (,^j-j^ gj ^i presentar aquí mis lige-
ros apuntes de la divertida excur-
sión realizada á orillas del río Al-
berche no consignase la parte principal
que en su atractivo tuvo la cordial fran-
queza y alegre expansión de las personas
que la realizaron.
Era en cierto modo nuestro viaje una
peregrinación por los lugares que fueron
teatro de interesantísimos episodios de la
historia accidentada de nuestra patria, y
entre ellos, ninguno tan dramático como
el de los últimos actos de la tragedia en
que el gran condestable de Castilla don
Alvaro de Luna fué protagonista y vícti-
ma voluntaria. Conocida por todo el que
haya leído siquiera en las escuelas las
historias compuestas por los dómines de
antaño, ¿cómo no había de ser entendida
á fondo por nuestro activo y entusiasta
vicepresidente D. Adolfo Herrera; por
nuestro simpático y eruditísimo secreta-
rio señor vizconde de Palazuelos, ilustre
vastago de los López de Ayala, apegados
á la historia de Toledo en toda la Edad
Media, y que en este viaje parecía hacer-
nos los honores de la tierra; por el exper-
to jurisconsulto y distinguido escritor don
Marcelo Cervino, hábil investigador di-
plómata; por el respetable maestro en arte
Sr. Poleró , más joven de espíritu y entu'
siasmo artístico que ningún otro délos ex-
T. lu.
cursionistas, y por fin del joven oficial del
ejército Sr. Ibáñez Marín, digno sucesor de
escritores militares como el autor de los
Diálogos del Soldado, y de aquellos ofi-
ciales de Flandes que escribían la relación
de la batalla de San Quintín al alcance de
las baterías francesas? Declaro con since-
ridad que si la contemplación de las reli-
quias monumentales y de los pintorescos
paisajes que atesora el llano y sierra de
Toledo, los suculentos refrigerios ofreci-
dos con esplendidez y franqueza verda-
deramente castellanas, el néctar escaló-
nense del vino de sol, á ningún otro com-
parable, con que en la antigua corte del
Condestable, nos obsequió el Sr. Blanco,
no hubiesen constituido ya suficiente é
intenso solaz para el espíritu y el cuerpo,
la sabrosa y enciclopédica plática soste-
nida entre tan discretas é ilustradas per-
sonas hubiese bastado para hacernos per-
der la noción del tiempo.
Salimos de Maqueda sugestionados ya
por la sombra del Condestable, y al reco-
rrer el camino que conduce á Escalona,
probablemente el mismo que seguirían sus
implacables enemigos cuando fueron á si-
tiar su palacio y fortaleza, nuestro ánimo
se encogía y apesadumbraba recordando
aquella enorme sucesión de felonías que
terminó por tan cruel é injusta suerte en la
Plaza del Ochavo de Valladolid. Llegá-
bamos por fin á orillas del Alberche cuan-
do empezaba á cerrar la noche, y en aquel
instante parecíanos ver en su orilla dere-
cha, acampada ante la imponente forta-
leza, cuyo aspecto en aquella hora tan
gráficamente ha descrito en artículo an-
terior nuestro distinguido consocio señor
4
boletín
Cervino, la hueste real rodeando el pa-
lenque donde en suntuosas tiendas que
vemos fielmente representadas en la Sala
de Batallas del Escorial, se cobijaba aque-
lla taifa de desaforados jueces, por dere-
cho que á sí propios se habían otorgado,
para ver y fallar en familia la suerte del
malaventurado D. Alvaro, no de otro
modo por ellos condenado que como sen-
tenciaron tantas veces los bandidos á sus
víctimas secuestradas. De allí partió la
sentencia de muerte, sin la cual no espe-
raba el rey que se le entregase la villa y
la fortaleza y los tesoros en ella guarda-
dos por el Condestable, no para sí, sino
para las necesidades de aquel rey mente-
cato, y las más legítimas del reino; y al
tender la vista por aquella ribera yerma
y seca, y levantarla luego ala imponente
masa de la que en torreadas ruinas, aún
amenaza su bulto, no podíamos por me-
nos de recordar cuál han llegado hasta
nosotros las memorias de la víctima y del
inconsciente verdugo: la del rey por los
suelos, la del Condestable por las nubes.
No es posible sustraerse al atavismo
romántico que todo español lleva infiltra-
do en sus circonvoluciones cerebrales, al
extraviarse por los meandros de la his-
toria de su patria. Si el racionalismo lite-
rario imperante lo tacha de cursi, el ca-
lor del alma española lo acoge siempre á
su pesar, y yo pido perdón al lector de
este extravío que de cierto le parecerá
impertinente; pero que el recuerdo de los
queridos amigos nombrados y de aquella
excursión inolvidable me ha impuesto por
ineludible sugestión.
Cedió á Escalona Alíhamin la impor-
tancia de capitalidad militar de la zona
defensiva del Norte del Tajo, desde que
el califato realizó la constitución del te-
rritorio y sus wazires entendieron que la
vía de la orilla derecha de los ríos Gua-
darrama y Alberche era más fácil y se-
gura que la de la izquierda para el paso
á las climas del Norte. Conservó Alfha-
min mezquita catedral, mezquita parro-
quial, palacio y castillo, pero sólo fué ya
con sus frondosos bosques y placentera
situación más bien sitio de solaz para los
wazires toledanos, mientras que en Esca-
lona se aumentaron las fortificaciones,
constituyendo la plaza más fuerte de la
zona.
¿Para qué entretener al lector en dis-
quisiciones acerca de su antigüedad? Su
nombre, antiguo (Ascalona) como el de
Maqueda ó Maceda ', Noves, Aceca, Ye-
pes y algún otro, iguales á los de otras
ciudades de la Siria y Palestina, prueban
que hetheos, hebreos ó árabes sirios de-
bieron dárselos, y que en épocas más ó
menos remotas, enincursiones anteriores,
en mil ó más años anteriores á nuestra
era, quizá, debieron fundarse poblaciones
en estos sitios. No hay para qué divagar.
La historia consigna la naturaleza beli-
cosa de los hetheos anteriores á los he-
breos en la tierra de Canaam y en la Pe-
nínsula ibérica como en otras muchas re-
giones; las crónicas arábigas registran el
auxilio que los judíos prestaron á los mu-
sulmanes en su invasión, facilitándoles la
sumisión ó entrega de todas las plazas;
pudieron, pues, Escalona y Maqueda, y
Noves y Aceca ser habitadas por he-
breos ^ y por ellos entregadas sin lucha
á los agarenos. El testimonio subsisten-
te, vivo, de la antigüedad de Escalonai
existe en sus muros, en los restos de vía
romana hallados en la villa, en los toros
de indefinida procedencia del Real de San
Vicente, en las aras y sepulcros etruscos
de los montes vecinos, en el plano de la
villa, en la situación topográfica de su for-
taleza.
Con efecto, en estos dos últimos datos
se encuentra la tradición de las poblacio-
nes y fortalezas que cartagineses y roma-
nos encontraron en tan gran número y
tan fortificadas, como concretamente nos
dicen los historiadores y geógrafos de la
antigüedad clásica ', consignando la exis-
1 Así la nombra Juan de Mena.
2 Como las que cita El-Edrissi en la primera mitad
del siglo XII, y como el fuerte castillo de Tudela en-
tregado á la custodia de los judíos por D. Sancho el
Mayor en 1170, y los de Funes y Estella, y como las
fortalezas de Or y Celorigo, encomendadas á los mis-
mos por D. Alfonso VIII en 1174, y el castillo de Ma-
yorga en 1206 por D. Alfonso VII. Es de recordar
asimismo la importancia que á los judíos \ conversos
concede D. Alfonso VII en el fuero de Escalona.
3 Polibio: libros iii, viir. Appiano, iv. Strabon, iii, iv.
Frontino, Strategematicon, libros i, ii , iv. Es notable
lo que dice este último en el cap. iii de su primer li-
bro acerca de Scipión, cuando "no queriendo detener-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
23
tencia de fuertes destacados ó atalayas,
campos atrincherados y fortalezas en los
tiempos anteriores á las colonizaciones
fenicias y griegas. En las relaciones de las
campañas de Aníbal aparecen ya los pue-
blos carpetanos como indomables guerre-
ros, que con olcades y vacceos "en nú-
mero de 100.000 hombres: invicta acies si
aequo diinicaretur canipo„ , pusieron en
grave aprieto al célebre general cartagi-
nés, á orillas ó en las cercanías del Tajo,
quiza en los pasos de la sierra.
Todas las noticias que abundantemente
recogieron los historiadores de la con-
quista de la Península, ponen de manifies-
|0 que ya al abordar Scipión en Sagunto,
se encontró en ella con una perfecta y po-
derosa organización militar.
Debió haber, pues, en esta meseta arci-
llosa que domina el paso del Alberche que
atravesaba la vía antigua, una población
y un fuerte; en el plano actual de Escalo-
na, conservado por su muro y en la posi-
ción topográfica, parece encontrarse la
tradición etrusca, que es á la que, en mi
concepto, hay que atribuir todas esas for-
tificaciones y ciudades de que nos hablan
los citados historiadores.
Aunque los vados del Alberche fueron
siempre peligrosos y casi impracticables
por lo movedizo y blando de su seno du-
rante la mayor parte del año , en los que,
como este de Escalona, eran muy frecuen-
tados, se tendía un vaden de fuerte enlosa-
do cuando no se podía ó no convenía cons-
truir un puente. Aquí se ha creído en al-
guna ocasión encontrar restos de uno
romano en lo que fueron reliquias del an-
tiguo vaden.
Era, pues, indispensable la defensa de
este paso, y sobre él, á plomo, debió le-
vantarse el primitivo reducto de seguri-
dad del campo atrincherado, oppidiun,
arx, castellwn, que desde tiempos remo-
tísimos fué necesario allí, y cuya cimenta-
ción sostiene acaso aún al presente, la
explanada y torreón de la vela de la for-
taleza actual.
Aparte de la vía antigua que, ó bien
se en el asedio de muchas plazas (plnrium oppidum).
hizo volver sus tropas á cuarteles de invierno „ (año
217 antes de Jesucristo'.
atravesaba la villa de Sur á Norte, ó bien
la rodeaba, y cuyo punto de acceso desde
el río no es fácil descubrir hoy, un sende-
ro abierto en la escarpadísima pendiente
sobre que se asienta el muro de la villa
era el único acceso á ésta, paralelo á él y
dando frente al torreón de la vela, espo-
lones y muros de la fortaleza. El aparejo
de estos muros es propiamente indígena,
esto es, de tradición ibérica, enteramen-
te diverso del hormazo de que habla Pli-
nio como usado en la región Noroeste de
África y Mediodía de España, y propio de
algunas villas y ciudades ribereñas. Ciu-
dad Rodrigo y León (ésta en una gran
parte de sus murallas), entre otras, lo tie-
nen igual. Constituyelo una fuerte arga-
masa de arena pura, cantos rodados que
nuestros ríos ofrecen en abundancia en la
proximidad de las sierras y cal tan hi-
dráulica que ha resistido incólume las
constantes heladas de muchos centenares
de inviernos. No es posible calcular ni
aun aproximadamente la fecha de su
construcción, pues como en otros apare-
jos se observa, el procedimiento ó receta
de su confección se ha transmitido al tra-
vés de los siglos inalterable , como su
consistencia. Ni se encuentra mención de
él en los tratados de Vegecio y de Vitru-
vio, ni se ha hallado en ninguna de las nu
merosas ruinas de construcciones milita-
res exploradas y minuciosamente estudia-
das en Asia menor, Egipto, Grecia, Si-
ria, etc., ni en las construcciones maurita-
nas tan cercanas á la Península, ni en el
Mediodía de ésta, donde predominó el ver-
dadero hormazo, ni en lo que se conoce
de Europa, en fin, á no ser en las ruinas
de algunos fuertes de montaña de la Sie-
rra de Estrella en Portugal, se encuentra
tampoco.
Creo, pues, que hay algunos indicios
que permiten afirmar fuese esta obra
peculiar de algunas de las regiones cen-
trales de la Península y que los sahib-
alebnia de los primeros amires del cali-
fato de Damasco pudieron aprovechar los
muros así construidos en plazas como la
de Escalona, donde encontrarían proba-
blemente dos grandes espacios atrinche-
rados por simples cercas: la villa antigua
de planta casi cuadrangular y el arx con
24
boletín
su gran recinto que podía resguardar á
más de mil hombres.
Y no es extraño que aquellos arquitec-
tos musulmanes conservasen estos mu-
ros , cuya destrucción por el pico y la
zapa, únicos medios á su alcance, era
muy difícil y costosa, y cuya reconstruc-
ción hubiese sido de resultados inferio-
res. Recientes eran y harto conocidos he-
chos como los que relata uno de los cro-
nistas arábigos del Achbar Machmua *,
relativos á las operaciones de sitio de Se-
villa y de Mérida, en los comienzos de la
invasión musulmana, en los que nada pu-
dieron lograr contra la laxamaxa de los
muros las barras, ni los "picos, que, á lo
sumo, con mucho tiempo y trabajo y pe-
ligro conseguían encentarla , pero en
manera alguna perforar la base del muro
para ponerlo en cw^«/c»s (apuntalarlo), y
poniendo fuego después á estos, conseguir
el derrumbamiento de un trozo de cortina
y la brecha para el asalto, como con los
aparejos de mampuestos, de sillería, ó
mixtos se consiguió en numerosas oca-
siones.
Los arquitectos musulmanes reforza-
ron mucho esta antigua y sencilla fortifi-
cación, que, por las razones indicadas,
volvió á adquirir la gran importancia que
tuvo en antiguos tiempos , y que durante
los tres siglos de dominación visigótica
hubo de amenguar. Levantaron los ro-
bustos y bien obrados espolones que por
el frente N-E. y N-0., no sólo consti-
tuyeron unos poderosos traveses de des-
entilada, con arcos de comunicación sobre
la tela exterior, sino que contrarrestaron
los empujes del muro, reforzado interior-
mente en la extensa línea de estos dos
frentes con un grueso paramento de mam-
postería con que se constituyó el andén
del adarve , dejando convertido en fuerte
muro torreado de diez metros de altura y
tres de ancho lo que era antes simple cer-
ca. Proveyeron á la defensa de este ca-
mino de ronda exterior con una barrera
ó contramuro almenado, de mampuesto,
en el borde de la escarpa, revestida con
grandes losas, fuerte revestimiento que
se conserva íntegro en toda la extensión
1 Pág. 29.
del foso exterior é interior, pues también
lo tiene el alcázar, así como en la con-
traescarpa.
Tanto esta cresta de combate, baja, con
su foso ancho y perfecto, como siete de los
ocho espolones mencionados, creólos obra
musulmana. Lejos de deberse reputar por
obra exclusivamente moderna los taludes
de barreras, muros y torres, son tan an-
tiguos, que los arquitectos musulmanes
procedentes de Asia y de Egipto, habían
podido verlos y estudiarlos en obras mi-
litares de la décima dinastía nada menos,
como la fortaleza de Senneh, ó en Asia
menor, en Pteria y otros puntos. Lo mis-
mo sucedía con los espolones, torres de
planta paralelográmica de gran través,
que constituían por sí solos pequeños
fuertes del recinto , cuyo flanqueo domi -
naban interior y exteriormente por su
gran elevación sobre el muro. El aparejo
de estos espolones es el mismo que el de
algunas de las torres de Talavera (cuyos
espolones tienen la misma disposición es-
tratégica que los de Escalona), igual al
de la Puerta Vieja de Bisagra y otras del
recinto de Toledo; al de las torres más an-
tiguas de la Alcazaba en Alcalá de Gua-
daira; la del torreón del Puente de Alcán-
tara ; las construcciones primitivas de
Granada en la Alcazaba; en otras muchas
construcciones que sería prolijo enume-
rar, y que todas son de origen reconoci-
damente musulmán.
Este enipleción de cajones pequeños de
mampuestos separados entre sí por ma-
chos y verdugados de ladrillo, con ma-
chos de mayor á menor de ladrillo en las
aristas, es peculiar de algunos puntos de
la región meridional y no debió trasponer
la Sierra, pues apenas se encuentra al
Norte de ella alguna reliquia de esa clase
de construcción, por caso raro, como su-
cede con el arco deSan Basilio en Cuéllar.
Las construcciones militares cristianas
de estas épocas no pueden confundirse
con las musulmanas; pues desde el último
tercio del siglo xi, en que Alfonso VI im-
primió nuevo rumbo á la sociedad caste
llana, todas aquellas construcciones se
sujetan á los planos y procedimientos
usados en los países europeos , y aun por
los mismos musulmanes en Sicilia. Segó-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
via y Avila, principalmente, nos facilita-
rían todos los datos necesarios para com-
probar nuestro aserto, si fuera esta oca-
sión de explanar el asunto.
La planta de los espolones, sus aristas
de ladrillo y su aparejo todo, demuestran
además pertenecer á una época en que en
la Península, por lo menos, eran poco ó
nada usadas las máquinas grandes de
tiro, que, en el caso de esta fortaleza so-
bre todo, eran de imposible aproche por
tres de sus frentes y muy difícil por el
cuarto. En suma, la absoluta faha de mata-
canes y de huecos y canes ó ménsulas en
el paramento exterior á la altura del an-
dén del adarve para la construcción de
andamios, cadahalsos ó camaranchones
con que se armaban ó barboteaban las
crestas altas de combate en tiempo de
guerra, y la carencia de saeteras bajas,
por fin, demuestran la confianza que se
tenía en la solidez de los cimientos y base
de los muros, y en la imposibilidad del
aproche de los mineros y zapadores, prin-
cipal recurso del sitiador contra muros de
sillería ó mampostería, como hemos di-
cho. Constituye además esta falta de ele-
mentos preventivos un dato cronológico
irrefutable que confirma la deducción de
la fecha de estas construcciones; y de-
muestra evidentemente ser la construc-
ción de los espolones posterior á la del
muro de la fortaleza, la circunstancia de
advertirse claramente haber sido incrus-
tada la obra de aquéllos en la de éste sin
aquella unión en los ángulos entrantes
que ostenta toda obra hecha sin solución
de continuidad en el aparejo, ni en el
tiempo.
Es otro dato también digno de tenerse
en cuenta, el de que pudieron estudiar los
árabes, sirios y egipcios el sistema de
construcción empleado por las razas an-
teriores, en Siria sobre todo, y seguido
por los bizantinos en el N. de África,
en las numerosas fortificaciones de Nu-
midia y Byzacena, casi todas construidas
á mediados del siglo vi por Solomón, el
gobernador de África, por Justiniano,
y en las que se habían seguido las tradi-
ciones griegas y romanas, empleando ex-
clusivamente la sillería y los planos y
perfiles antiguos: no obstante, constru-
yeron unas fortalezas y reconstruyeron
otras romanas, en la Península, con suje-
ción á las formas y procedimientos pura-
mente orientales.
Si en los dos frentes inmediatos .á la
villa quedó la fortaleza tan perfectamente
defendida, por el opuesto, que en línea
quebrada enlaza el ángulo N-E. con el
torreón de la vela al M., era verdade-
ramente inexpugnable. El río Alberche,
con una anchura de ciento cincuenta á
doscientos metros, sirve de foso al ce-
rro sobre que se asienta la fortaleza, casi
vertical sobre la orilla, á una altura de
unos treinta y cinco metros. Al pie del
muro, y en el último lado de esta línea
quebrada, frontero á Levante, avanza
sobre el terreno en declive una explana-
da sobre fortísimo muro de contención,
torrea io con sólidos cubos en las esqui-
nas , de alto y poco oblicuo talud y de
unos ocho metros de altura. Otras obras
inutilizaban ó imposibilitarían la escala-
da por este lado; barreras de desenfilada
y de través bajaban hasta la misma orilla
y cruzaban todo el frente; revestimientos
de losas y mampuestos solaban la pen-
diente en líneas descendentes, y vénse
aún restos de refugios para la ballestería,
fuera de las barreras , ocupando así todo
el frente del río una completa serie de
defensas, pues el resto de la pendiente
hasta el ángulo N-E. de la fortaleza,
es un perfecto derrumbadero, de todo
punto inaccesible, como lo demuestra el
no haberse reforzado en este último tre-
cho la primitiva cerca.
Estas obras debieron ser perfecciona-
das por D. Alvaro de Luna sobre las an-
tiguas del primitivo castillo ó arx, y en
la explanada descrita tendría emplazadas
las lombardas que, de ser cierto el cúmu-
lo de imputaciones formuladas contra él
en la carta á las ciudades que los impla-
cables enemigos del Condestable hicie-
ron firmar al rey, se dispararon contra el
real. De todos modos, bueno es tener en
cuenta que el alcance de estos primitivos
cañones no era tanto que pudiese causar
gran daño ni acaso llegar al real.
No tiene ni tuvo la fortaleza de Escalo-
na, mientras verdaderamente fué plaza
fuerte, más ingreso que una puerta en el
26
boletín
centro del frente N-0., flanqueada por el
gran espolón que comunica con el alcázar
por encima del adarve del muro, en el flan-
co izquierdo y en el derecho por un doble
torreón de planta rectangular que cierra
el paso directo de la tela, la cual rodea
el perímetro del torreón, quedando así la
puerta sin más aproche abierto que el del
flanco izquierdo. Debió ser esta reforma
de la época del infante D. Manuel, en el
siglo XIII ó XIV, como parece demostrarlo
el aparejo de gruesa cantería y un signo
lapídeo , monograma más bien , de algún
maestro cantero, en uno de los sillares de
una arista. Por la parte interior de la for-
taleza se ven aún restos del ediñcio que
debió haber al pie del adarve y de este
torreón, que no era ciego, sino que debía
constituir refugio y acuartelamiento para
la guarnición de este cuerpo de la forta-
leza, que constituye la mitad próxima-
mente de su recinto total.
La tela que antes seguiría al través del
primitivo espolón, rodeó el perímetro del
nuevo torreón, defendida siempre por la
barrera almenada y el foso , con dos co-
CORACHA Y ESPOLÓN QUE DEFIENDEN LA PUERTA DE LA FORTALEZA
rachas * bajas, emplazadas, una delante
de la esquina N. de aquel y otra írente á
la puerta de la fortaleza, constituyendo
parte de la barbacana, que completaría la
defensa de esta puerta.
Pasado el espolón del flanco izquierdo
y arrimado á su lienzo meridional, se en-
cuentra el paso que, desde la tela, comu-
nicaba la fortaleza con la villa por un
puente que se conserva, con tablero leva-
dizo sobre el foso. El muro de la villa se
1 "...como las barbacanas y corachas de la cava...,,
— Memoria de lo que Francisco de Salamanca ha de
hacer en Simancas. Doc. publicado por Ceán, t. u.
alza en el borde de la contraescarpa de
éste y en toda su extensión, rebasando en
una gran distancia los límites del períme-
tro de la fortaleza por este lado, con una
altura de nueve metros. El ancho foso de
sesenta pies, con su escarpa y contraes
carpa revestidas de grandes losas, es una
de las mejores obras de esta fortaleza, y
se conserva en perfecto estado de inte-
gridad. Por él esparcía sus aguas el arro-
yo Tordillos, que venía desde la Sierra á
desembocar en el Alberche.
Es por demás curioso é interesante ob-
servar cómo en el trazado, alzada, planta
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
27
y perfiles de este completo sistema de for-
tificación, se encuentran todos los precep-
tos que, descontadas las modificaciones
impuestas por la diversidad entre las ar-
mas de tiro modernas y las de la época
del califato , registran obras como la del
general Brialmont, los notables comenta-
rios á ella del distinguido oficial de inge-
nieros Sr. Lallave, estudios como el que
acerca de los fuertes de montaña publicó
el Memorial de Ingenieros, y otras mu-
chas. Precisa hacer un estudio compara-
tivo de estos tratados y aquellas obras
antiguas, para convencerse de que, no ya
sólo en esta época, sino en las de Vege'
ció y Vitruvio, el arte importantísimo de
la fortificación ha tenido en todas épocas
una misma base, entendida en sus lineas
generales de una manera casi igual.
Al penetrar en el primer recinto de la
fortaleza, se entra en un vasto patio, pla-
za de armas ó compás, de planta penta-
gonal irregular, cuyo eje mayor mide
ciento diez metros por cincuenta el me-
nor y en el cual cómodamente puede
evolucionar un nutrido batallón. Bien se
comprende á su aspecto lo lucido que se-
ría aquel famoso simulacro de combate
entre dos tropeles de lujosos hombres
de armas caballeros, que describe la
crónica, las justas, las fiestas de toros
y de cañas con que el Condestable ob-
sequiaba todos los años al rey D. Juan
en las frecuentes estancias que en aquel
suntuoso alcázar hacía. Rodea á este
compás en tres de sus frentes el muro y
cerca, viéndose en el ángulo izquierdo la
escalera que daba acceso desde el suelo
^.yU^-"--
MITAD DEL RECUADRO DE LA PUERTA DE INGRESO A LA PLANTA BAJA DE LA SALA RICA
al torreón abaluartado de la esquina N-0.,
y desde allí al adarve y espolones. En
el centro un aljibe de los tres con que
cuenta la fortaleza, en cuyo fondo que-
dan bóvedas c¡ue acusan la existencia de
un manantial. Al lado derecho se alza im-
ponente la fachada del alcázar construi-
do por D. Alvaro de Luna entre 1435 y
1437, con la suntuosidad de que dan fe do-
cumentos del archivo de Escalona, las
descripciones de la Crónica del Condes-
table, las cartas del bachiller Fernández
Gómez de Cibdarreal y las excelentes
descripciones que de él hicieron nuestros
queridos consocios, D. Marcelino Cervi-
no en uno de los números anteriores de
este BoLETÍx; y en el diario El Heraldo
de 20 de Mayo de 1894 D. José Ibáñez Ma-
rín. Defiende la puerta principal un to-
rreón almenado y aspillerado en el cen-
28
boletín
tro de una barrera almenada que sigue
el perfil de la fachada, con puerta y
puente levadizo sobre un foso con escar-
pa y contra escarpa enlosadas, que con-
tinúa la línea hasta la cerca. Otra cerca
transversal corta por delante de este foso
el recinto total, desde la torre cuadrada
del ángulo del Alcázar hasta la cerca ex-
terior, dejando otro compás interior ante
la fachada N-0., de aquél. La princi-
pal está coronada por un corredor que
estuvo cubierto y constituía un perfecto
adarve en todo el coronamiento del al-
cázar, con su voladizo de matacanes al
uso del siglo XV, de poca salida, y su gran
ladronera, á plomo sobre la puerta. La to-
rre cilindrica de la derecha de la puerta
comunicaba por el corredor con el espo-
lón exterior.
Cerraba el compás interior otro muro
al través y á él se salía desde el Alcázar
por una puerta defendida por barbacana.
Este compás y el patio interior claustra-
do del Alcázar tenían sendos aljibes.
Ante la fachada posterior quedaba un
espacio que debió estar ocupado en parte
por construcciones que constituían el al-
cazarejo ó castillete del ángulo S-E.,
donde queda el torreón de la vela y algu-
nos otros restos; y sobre el río la expla-
nada, separada del recinto por el muro
torreado y con puerta en él defendida por
barbacana. De esta manera, el alcázar
podía quedar completamente aislado en
caso de invasión del primer recinto, y con
suficientes defensas para aguantar un
asedio.
En los tres patios interiores debieron
estar los magníficos naranjales, arbola-
dos y jardines que tanto encanto presta-
ban á la suntuosa mansión, y aun de mu-
chas de sus esencias quedan ejemplares
en la viciosa vegetación que por doquier
ha invadido estas ruinas.
La villa.— A\ acercarse á ella por el ca-
mino de Maqueda, sólo se ve un fuerte mu-
ro almenado que parece continuación de la
fortaleza, extendiéndose hacia el Medio-
día, de una altura de nueve metros y un
espesor de dos y medio, tras del cual se
oculta por completo la población cuyos
edificios no alcanzan á su altura. En cier-
tos sitios se han notado al pie de esta mu-
ralla en algún tiempo vestigios de otra
más antigua aún, y parte del pavimento
de las vías llamadas romanas aunque
sean anteriores á los romanos. Esta, y
los restos del vaden que continuaba por
el río la calzada antigua, son las reliquias
más antiguas. Tuvo ancho íoso desde el
de la fortaleza, continuado por el barran-
co del Salto; con esta defensa por la par-
te de la sierra y la del río Alberche que
cierra el paso de N-E. á S-0. y la fortale-
za por el lado N-E., la villa quedaba per-
fectamente aislada y sin más acceso
abierto que el del N-0., adonde va á des-
embocar el camino de los puertos y en
cuyo centro se abre la puerta llamada
del Castillo (por el que tuvo sobre ella),
y del que conserva algún vestigio la to-
rre de la actual iglesia parroquial. Esta
puerta, de arco ojivo y muy bajo, estuvo
defendida por una barbacana semejante
á la que hemos descrito al tratar de la
fortaleza de Maqueda y á que allí nos re-
ferimos. Así lo demuestra el arranque de
la bóveda transversal que, como de fuer-
te sillería, se ha conservado en el para-
mento del muro. A las otras dos puertas,
la del Río y la de San Vicente, de arco
ojivo y bajo también, se sube á la prime-
ra por el áspero y sinuoso sendero de
que ya he hablado, hasta que se abrió la
carretera Maqueda á Almorox; y la se-
gunda, situada en sitio algo más llano,
también tiene acceso por un camino en
cuesta pegado á la muralla.
El plano de la villa ofrece asimismo
pruebas de la esmerada previsión conque
se atendió á reunir cuantos elementos
estratégicos pudieran allegarse. Una vas-
ta plaza paralelográmica, de sesenta y
dos metros por treinta y seis , inmediata
á la fortaleza, con la que se comunicaba
por una calle que desembocaba estraté-
gicamente en aquélla por uno de sus án-
gulos, como todas las antiguas, consti-
tuían á esta villa en un vasto campo
atrincherado, que es lo que sería en sus
primitivos tiempos. Todas las calles, es-
trechas y tortuosas, hacían muy difícil
el aproche del enemigo apoderado de al-
guna de las dos puertas ó de ambas, por
el lado más débil y una fuerza agrupada
en la plaza podía impedir fácilmente su
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
29
invasión por pequeños grupos aislados,
que, con frentes de cuatro hombres á lo
más, podían desembocar en ella. Por otra
parte, las comunicaciones de la guarni-
ción con la fortaleza, no eran de fácil in-
terrupción. De este modo, la villa era una
avanzada vasta y fuertemente atrinche-
rada de la fortaleza, la cual, sin embar-
go, tenía adoptadas suficientes precau-
ciones para que , dominada aquélla poY el
enemigo, no pudiese atacarla fácilmente,
defendida como estaba por el propio mu-
ro de la villa, el foso y la barrera con co-
rachas de la fortaleza. La antigüedad de
estas fortificaciones, muy anteriores á la
época de D. Alvaro de Luna, demuestra
la importancia que tuvo siempre esta de-
fensa del paso del Alberche, y que Justi-
PLANO DEL CASTILLO DE ESCAL©NA
fican los documentos que consignan la
existencia de la fortaleza en la época de
su repoblación • , la inducción de haber
permanecido en el dominio real hasta que
D. Fernando III la donó á su hijo el Infan-
te D. Manuel *, cuyo hijo D. Juan Manuel
1 Véase el fuero de Escalona otorgado en 1118 y no
en 1130 como parece resultar del único ejemplar que
existe en el Archivo de aquella villa.
2 Salazar de Mendoza así lo añrma.
T. III.
nació en esta villa, volviendo al dominio
real después de las traiciones del hijo de
éste contra D. Alfonso XI, hasta que en
tiempos de D. Juan I, quizá se consti-
tuyera con otras villas y fortalezas de
este territorio el estado del Condestable
de Castilla, pues consta que si no Esca-
lona, otras pertenecían á D. Ruy Ló-
pez Dávalos al tiempo de su caída. Re-
cibióla por fin D. Alvaro de Luna, y no
5
boletín
decreció su importancia, puesto que si-
guió después de su muerte siendo sitio
real y en él parece que se educaron y
criaron el príncipe D. Alfonso y la infan-
"ta Doña Isabel, y que en Escalona estaba
esta princesa cuando fué á la célebre en-
trevista con su hermano D. Enrique IV,
en las cercanías de la vecina villa de Ca-
dalso de los Vidrios.
A riesgo de resultar machacones, he-
mos de terminar con algunos datos topo-
gráficos que atestigüen la importancia
militar que tuvo Escalona en los últimos
siglos de la Edad Media, pues ya en las
CASTILLO DE ESCALONA
revueltas del reinado de D. Alfonso XI,
era el gran reducto de seguridad de don
Juan el Tuerto y sus turbulentos secua-
ces, continuadores y antecesores de aque-
lla codiciosa é insaciable bandada de bui-
tres carniceros de la monarquía y del te-
rritorio, que unas veces, las más, se re-
partían y gozaban el botín arrancado á
la corona, otras eran cazados y destruí-
dos por caracteres enérgicos como Don
Alfonso XI y su hijo D. Pedro I, pero que
siempre dejaron prolífica ralea, que acu-
mulaba desastres sin cuento , cual los que
registran las crónicas de los tristes rei-
nados de los Trastamaras.
No obstante los grandes medios de go-
bÉ LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DÉ EXCURSIONES
3í
bierno con que contaba Alfonso Xí, su in-
domable energía y sus procedimientos
justicieros, nada pudo contra Escalona,
cuando se presentó á que se le rindiera, y
tuvo que retirarse furioso y avergonzado.
Los documentos del archivo de la casa
del Infantado , á la que vinieron á parar
los estados del Condestable D. Alvaro de
Luna, las noticias de las crónicas de su
época, con el estudio del terreno y los
datos de las Relaciones del siglo xvi, que
he utilizado en mi artículo anterior, per-
miten reconstituir en cierto modo, cómo
fueron los estados del infortunado Maes-
tre de Santiago, quien perfeccionó por
asombroso estilo la constitución militar de
esta siempre importante zona estratégi-
ca. Aquí solo trataré del estado toledano.
Situada Escalona en su centro y rodea-
da inmediatamente de las defensas natu-
rales y artificiales que he tratado de des-
cribir, tenía á su rededor en líneas pa-
ralelas campos atrincherados y fuertes
destacados en Alhamín, la Torre de Es-
teban Ambrán , Santa Cruz del Retamar
y el descrito territorio de Maqueda, en la
orilla izquierda del Alberche y derecha
del Tajo , confinando con los estados del
Arzobispado de Toledo, que durante la
prelacia de su hermano de madre, don
Juan de Cerezuela (muerto en 1442), au-
mentaron considerablemente sus recur-
sos defensivos contra los enemigos in-
testinos del reino. Al Mediodía hasta el
Tajo otras villas y fuertes destacados, en
cuyas orillas se levantaban Hormigos,
Nombela y otros , con el fortalecido cas-
tillo de Montalván, una de las defensas
del camino de Portugal, cuya frontera
logró al fin tener en guarda completa,
cuando, obtenido el maestrazgo de San-
tiago y con esta suprema dignidad las
poderosas fortalezas de Trujillo, Albur-
querque, Montánchez y otras, eslabonó
la línea de fortificaciones con la Sierra
de San Vicente al S-0. y O. del Estado
de Escalona, donde tuvo la villa y Castillo
de Vayuela. De los documentos á que me
he referido, resulta que esta fortaleza
(situada á legua y media al S-0. de Es-
calona), Maqueda y Montalván, figuraban
entre las más importantes de las del Con-
destable.
Pero donde mayor número de defenso-
res procuró tener fué en los pasos de las
sierras, lo cual se explica perfectamente,
dado que el camino desde Toledo á Avi-
la, Arévalo, ValladoUd y Burgos, donde
en su tiempo andaba de continuo la corte,
como en reinados anteriores, y de conti-
nuo bullían las intrigas y conspiraciones
en contra suya, pasaba por delante de
Escalona y se bifurcaba hacia Almorox
y hacia el Portachuelo de Paredes.
Es curioso el estudio de los viajes que
durante la Edad Media hacían reyes y
magnates al través de la Península, su
rapidez poco conocida, la resistencia que
se necesitaba para salvar en dos jorna-
das la distancia de más de treinta y cinco
leguas que separa á Valladolid de la
Puebla de Montalván, como hizo D. Pe-
dro I, corriendo en posta de muías de
paso, con tres solos acompañantes, y ha-
ciendo una sola noche en Pajares al Me-
diodía de Arévalo. Este viaje, que cito
como ejemplo, entre otros muchos, sólo
podía hacerse por el camino de Almorox,
y así en esta época como en la de D. Al-
fonso XI y las posteriores, este fué el ca-
mino obligado desde Andalucía á Castilla
la Vieja.
Castillos y fortalezas ó villas más ó
menos estratégicas tuvo, pues, Don Al-
varo al N-0. y N. de Escalona en Are-
nas , Cebreros , Higuera de Dueñas , Ca-
dalso de los Vidrios, Hontanares, San
Martín de Valdeiglesias, Villa del Prado,
el Quejigar, la Adrada, el Tiemblo, Vi-
llalba, con otros xuMchosJtiertes de tnon-
taña, castillos roqueros aislados en la
sierra y hasta riscos fortificados por la
misma naturaleza, como la enorme Peña
de Cadalso, á dos kilómetros de esta
villa, y que desde tiempos muy antiguos
constituyó una fortaleza natural.
Así se comprende que los enemigos del
señor de Escalona excusasen en ciertas
ocasiones el paso por este territorio, com-
pletamente ocupado por sus alcaides y
los numerosos caballeros de su casa, que
de él tenían acostamiento y en todas esas
villas, casas fuertes y másómenosíawá^as
de nómina. En 1353 debía ser del patrimo-
nio real, y cuando D. Juan Alfonso de Al*
burquerque partió en demanda del rey fu-
32
boletín
gitivo del tálamo nupcial, y no obstante,
llevar 1.500 hombres, temiendo con razón
las iras de D. Pedro y las órdenes que hu-
biese podido dar á los alcaides de la tie-
rra, dio un gran rodeo para no pasar la
sierra de Cadalso, llegando A Santa Ola-
lla por Fuensalida.
En 1441 el infante de Aragón y los
grandes confederados contra D. Alvaro
de Luna tampoco se atrevieron á pasar
con su hueste por el Berrocal, y vinieron
á Maqueda por el camino del Guada-
rrama.
Por esto hicieron venir á D. Juan II á
asentar su real al pie de la fortaleza de
Escalona, á la orilla izquierda del Alber-
che los que pretendían juzgar al Condes-
table, preso ya en su propia fortaleza de
Portillo, y allí consumó su ruina, olvida-
do de que en los suntuosos salones de
aquel alto y espléndido alcázar había pa'
sado largas y frecuentes temporadas , allí
donde había materia sobrada para inspi-
rar al cronista estas reflexiones tratando
de las delicias de aquella mansión casi re-
gia, puesto que casi nunca la disfrutó don
Alvaro sino en compañía del Rey : "Por
cierto menester fuera en este passo aquel
en escrebir abundante Ovidio Nasso , para
que segund él en sus Metamorphoseos e
ficiones escribe e designa la casa del sol,
e los adornamientos, e polidezas, e arreos,
e los edeficios de aquella, escribiera con
verdad e con realidad del fecho, los pala-
cios de mucho frescor, los altos olorosos e
perfumes de suave olor, los jardines, los
naranjales, los exquisitos e ingeniosamen-
te invencionados modos de humanas de-
ley taciones, que el noble Maestre e Con-
destable en aquellos dias que el Rey su
Señor estovo en aquella su villa le sopo
administrar e administro. „
De tanta previsión, de tanta fortifica-
ción y magnificencia que dieron á alcá-
zar y fortaleza fama de ser los mejores
de Castilla, ¿qué ha dejado la incuria de
sus últimos señores, la indiferencia de las
nunca bastante zaheridas comisiones de
monumentos, el descuido del propio inte-
rés de los vecinos, que así dejan hundirse
una joya arqueológica que, bien conser-
vada, hubiese podido producirles los be-
neficios que A otras poblaciones mejor
inspiradas les rinden las suyas? El fuerte
muro íntegro, con sus contrafuertes y
defensas , los fuertes espolones á los que
no falta sino el almenaje; casi toda la ba-
rrera con sus dos corachas, el torreón de
la vela, la explanada. El alcázar de Don
Alvaro, como obra más moderna y ligera?
es la parte más arruinada; en el presente
invierno se ha derrumbado una parte del
muro moderno; proseguirá la obra de
destrucción más ó menos lenta, y quizá
no tarde la ocasión en que puedan hacér-
sele á la fortaleza de Escalona las exe-
quias que el gran Quevedo hacía al cas-
tillo de Joray en aquel romance que dice:
" Son las torres de Joray
Calaveras de unos muros
En el esqueleto informe
De un castillo ya difunto.
Hoy las esconden guijarros,
Y ayer coronaron nublos;
Si dieron terror armadas,
Precipitadas dan susto.
Las dentelladas del año ,
Grande comedor de mundos ,
Almorzaron sus almenas
Y cenaron sus trabucos.
Donde admitió su homenaje
Hoy amenaza su bulto;
Fué fábrica... y es cadáver ;
Tuvo alcaides... tiene buhos.
Como herederos monteses
Pájaros le hacen nocturnos
Las exequias: y los grajos
Le endechan los contrapuntos.
Sobre un alcázar en pena
Un baluarte desnudo,*
Mortaja pide A las hierbas,
Al cerro pide sepulcro.
F. B. Navarro.
SAN JUAN DE ORTEGA
Recuerdos de una excursión.
||UANDo la Sociedad Española de Er-
cursiones vaya aumentando en im-
portancia, y se piense formalmen-
^[ te en establecer hijuelas de ella en
nuestras principales ciudades, como ya
en alguna existen si no estoy mal infor-
'^'
MONASTERIO DE SAN JUAN DE ORTEGA
(Burgos)
SEPULCRO DEL SANTO FUNDADOR
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
33
mado, habrá seguramente de ser Bur-
gos una de las capitales que con maj'or
razón y derecho pida y establezca un
centro excursionista, de que en verdad se
halla necesitado.
Pocas tierras como aquella vieja tierra
castellana pueden atraer á los artistas, ;'i
los arqueólogos, á los que se complacen
viendo nuestras antiguas joyas, y aun á
los que se contentan con contemplar las
admirables maravillas que la naturaleza
ha fabricado.
Desda los mismos muros de la ciudad
hasta los más apartados confines de la
dilatada provincia puede decirse que
cada palmo de terreno brinda con porten-
tos dignos de admirarse, con paisajes ex-
cepcionales de risco, sierras y montes, y
SAN JUAN DE ORTEGA
con gloriosos recuerdos de tiempos que
pasaron; la Cartuja de Miraflores, mara-
villa ojival del último período; San Pe-
dro de Cárdena, lugar de la escena de
tantos romances; Santo Domingo de Si-
los, tan ilustre por sus memorias como
por su arquitectura; Lerma, con su co-
legiata famosa; Bisjueces, rica en glorio-
sísimos recuerdos; Covarrubias, de anti-
güedad venerable; Pancorbo, con sus ci-
clópeas montañas y sus agudos picos;
Briviesca, donde se reunieron Cortes;
Fresdelval, con su portentoso claustro;
Medina de Pomar, con sus iglesias in-
signes; San Pedro de Arlanza, de que ya
en estas columnas se ha hablado; la cole-
giata de San Quírice; la cueva maravillosa
de Atapuerca; cien y cien cosas más que
harían esta relación interminable, convi-
dan al aficionado con sus encantos y pi-
34
BOLETÍN
den á voces que no se oyen, la creación
de un centro excursionista '.
Pídelo no menos que todo lo citado el
desconocido y olvidado monasterio de que
he de hablar hoy á los lectores, y hacia él,
en un hermoso día de Agosto del pasado
año, dirigímonos con varios forasteros
unos cuantos burgaleses entusiastas, so-
cios de la de Excursiones algunos, capita-
neados por el presidente de ésta, D. Enri-
que Serrano Fatigati, y por el delegado de
ella en Burgos, D. Isidro Gil, de cuyas do-
tes artísticas ya de antiguo conocidas por
los lectores de este periódico, dan gallar-
da muestra los dibujos que ilustran el
presente artículo y que á su lápiz son de-
bidos; componíase el resto de la expedi-
ción de artistas, periodistas, algún cate-
drático del instituto, un diputado provin-
cial, varios individuos de la Comisión de
Monumentos y algunas otras personas,
entre ellas varios aficionados al arte de
Daguerre, que no perdieron tampoco el
tiempo, y de cuyos trabajos pueden tam-
bién juzgar los lectores por la fototipia
que á este artículo acompaña y que está
tomada de una fotografía debida á don
Juan Albarellos, director del Diario de
Burgos, y tan buen periodista como fotó-
grafo, ó tan buen fotógrafo como perio-
dista, que quizá esté mejor dicho. Fui
por voto unánime, y con el visto bueno
del Presidente, nombrado cronista de la
excursión, sin duda teniendo en cuenta
que siempre es el secretario el de menor
edad y de menores méritos, y ahí, al'cabo
de tantos meses, van ahora, antes que se
borren las pocas notas de lápiz y que se
acaben de olvidar, las impresiones reco-
gidas, lo que merece contarse de la expe-
dición y del momento.
En el abandono general de los conven-
tos todos, al tiempo de la exclaustración
ocurrido, tengo para mí que ninguno su-
frió tantos daños, ó tan pronto cayó en el
olvido como el de San Juan de Ortega;
hundiéronse otros al cabo de algún tiem-
po , pero se hundieron con estruendo , si
así puede decirse; olvidáronse muchos,
1 Acerca de las excursiones que desde Burgos pue-
den }' deben hacerse por los aficionados, véase el her-
moso libro de D. Víctor Balaguer, Añoransas, ha
bien poco publicado.
pero no se olvidaron tanto que algún es-
critor, de más ó menos competencia, no
dejase inmortalizado su nombre en letras
de molde; fueron saqueados casi todos,
pero de ninguno dejó de conservarse al-
gún objeto en museo público ó en propie-
dad particular; desaparecieron bibliote-
cas y archivos, pero no tan por completo
que de ellos no se salvase papel ni libro
alguno, y en San Juan de Ortega, cuya
fábrica no fué de las más castigadas, pasó
todo lo contrario ; perdióse por completo
su recuerdo, desaparecieron sus alhajas,
olvidóse su nombre, jamás fatigáronse
las prensas imprimiéndole, y hoy, al que-
rer hablar algo de lo que de él se conser-
va , si tengo la satisfacción de ser el pri-
mero que le saca á colación en lo que va
de siglo, tengo también la mala fortuna
de no contar apenas con otros documen-
tos y otros datos que los que su vieja fá-
brica pueda comunicarnos.
"En lo que va de siglo,,, he dicho, que
antes dos escritores (dos tan sólo, que yo
sepa), el P. Enrique Flórez, en su Espa-
ña Sagrada, y el P. Bernardo de Pala-
cios, en su manuscrito inédito Historia
de la ciudad de Burgos, ya otra vez por
mí citado en estas columnas, hablaron de
el monasterio de San Juan de Ortega en
el siglo pasado, aunque por desgracia
cuidando más de referirnos los milagros
obrados por su fundador que de describir-
nos los objetos de arte que allí existiesen
dignos de ser recordados. Relatan estos
escritores que fué San Juan de Ortega
natural de aquella tierra, y pueblo de
Quintana Ortuño, en donde nació por los
años de 1080, y que, dado desde muy joven
á las prácticas religiosas , tras una expe-
dición á Tierra Santa, volvió á la suya, y
en acción de gracias á San Nicolás, á cu-
ya intercesión atribuyó el haberse salvado
de un naufragio, fundó en el país llamado
Urtica (por ser espeso en maleza, dice Fló-
rez) una iglesia y una mansión donde se
retiró á vivir, limpiando con su ejemplo
de bandidos aquellos contornos , y favo-
reciendo á los peregrinos que por allí
habían de pasar cuando caminaban á San-
tiago; unióse para todo esto con dos so-
brinos suyos , á quienes hizo profesar la
Orden de San Agustín ; consiguió que el
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
35
Papa Inocencio II aprobase la fundación
en 1138; hizo su testamento, que Flórez
trae, y en el que se hallan curiosas noti-
cias, fechándolo en Nájera en 1152, y mu-
rió en la casa que había fundado, en 2 de
Junio de 1163, dejando ya la iglesia bas-
tante adelantada, y la comunidad y hos-
pital en floreciente estado, favorecida por
donaciones de todas clases, principal-
mente reales, hasta el punto de poderse
apellidar el santo Señor de Ortega, en su
testamento ya citado.
Más tarde fué decayendo su fundación,
vino muy á menos el convento, y en vista
de esto, en los tiempos del ilustre obispo
de Burgos, literato insigne y famoso con-
verso, D. Pablo de Cartagena y Santa-
maría, en la primera mitad del siglo xv,
dióse la casa á la orden de San Jerónimo,
establecióse que dependería en lo sucesi-
vo del monasterio de Fresdelval,yalmuy
poco tiempo, ganando de día en día en im-
portancia, se la declaró independiente por
la autoridad apostólica en 1442 en que go-
bernaba la diócesis el ilustre hijo de don
Pablo, D. Alonso de Cartagena.
Y basta de historia; hacia esta olvidada
y vieja fundación, que, como se ha visto,
data no menos que del siglo xii, nos en-
caminamos aquella hermosa mañana de
Agosto por la recta y cuidada carretera,
atravesando los áridos campos que por
CAPITEL HISTORIADO DE LA IGLKSIA DE SAN JUAN DE ORTEGA
aquél lado conducen á la ciudad cercana:
no bien nos fuimos separando de ella, el
paisaje mejoraba por momentos, rom-
piendo la monotonía del horizonte las
elevadas cimas de la cercana sierra que
empezaban á distinguirse.
Pasado ya Zalduendo, que no justifica
el allí vulgar dicho de "entrar de prisa y
salir corriendo,,, abandonamos la carre-
tera para llegar por no muy mediano ca-
mino vecinal al pueblo de Santo venia , y
desde allí, atravesando un extraño puente
de un solo arco, y siguiendo un rato por
monte bajo y raquítico, á la villa de San
Juan de Ortega, pequeñísima reunión de
casas (36 edificios con 73 habitantes, se-
gún el último censo), perteneciente al
ayuntamiento de Barrios de Colina, cuya
capital que lleva este nombre se encuen-
tra á bien corta distancia, y en la que se
halla enclavado el monasterio, que casi
puede decirse que en su totalidad forma
la villa, que sólo se compone de lo que en
otro tiempo fueran dependencias de la
casa.
Queda hoy de ésta, abandonada y en
detestable estado, la iglesia conventual,
que en otro tiempo debió ser hermosa
según lo denuncian sus proporciones y
arquitectura, que corresponden á la época
de transición anterior al período ojival,
comprobándose así la exactitud de los
datos de Flórez, que la da por empezada
á construir en vida del santo fundador,
36
BOLETÍN
según queda expresado; no hay en ella ya
imágenes, ni apenas retablo ninguno, por
más que los restos de uno de ellos, que en
deplorable estado se conservan, merecen
fijar la atención de todos, como la merece
también, sin duda, siendo casi el único de-
talle arquitectónico digno de mencionar-
se en el interior del templo, el capitel his-
toriado de esmeradísima labor, cuyo dibu-
jo acompaña á estas líneas, y que repre-
senta, al decir de algunos de los más
competentes expedicionarios, pasajes de
la vida de la Virgen, no siendo el que
menos pueda extrañar entre ellos aquel
en que el ángel Gabriel anuncia á María
que será pronto madre , por la peregrina
invención del artista, que ideó poner con
una cruz en la mano al enviado del Se-
ñor. Fuera de esto, como digo, poco ó
nada puede llamar la atención en la igle-
sia, que consta de tres naves y tiene el
carácter general de todas las de su épo-
ca, con las anchas bases de las columnas
casi enterradas en el suelo hoy por la ele-
vación que se ha debido dar al pavimento,
razón por la cual no resultan tan airosas
como otras de este mismo estilo, las de la
catedral vieja de Salamanca, por ejemplo.
El exterior del templo no tiene tampoco
nada digno de llamar la atención como no
sea el ábside muy característico de la
época y que puede verse en el dibujo que
encabeza este trabajo.
Si sólo quedase del monasterio la igle-
sia, no merecería la pena de hacer la
larga excursión; mas, por fortuna, gra-
cias á haberse dedicado á parroquia del
pueblo, resta algo más que atrae y entu-
siasma al viajero, como le atraen y en-
tusiasman siempre las joyas del arte, mu-
cho más si, como ésta, se hallan casi del
todo ignoradas y ocultas en apartados y
desconocidos rincones. Me refiero á lo
que se llama la capilla del Santo, primo-
rosa obra de estilo ojival florido, á que se
llega pasando por el feo claustro de fines
del pasado ó principios del corriente siglo.
Parece ser, según cuentan las piadosas
historias, que fué San Juan de Ortega abo-
gado contra la esterihdad, y que cuantas
mujeres de los contornos deseaban hijos
y no conseguían tenerlos, acudían devo-
tamente al convento para pedir tan seña-
lado favor por conducto del santo, á quien
se atribuyó esta virtud por haber naci-
do cuando ya sus padres llevaban largo
tiempo de matrimonio y habían perdido
toda esperanza de tener herederos. Si-
guiendo esta devota práctica (cuenta el
Padre Palacios), y hallándose también
largo tiempo sin hijos la reina Isabel la
Católica, acudió asimismo al santo, ob-
tuvo, según parece, lo que apetecía, y en
acción de gracias fabricó esta suntuosa
capilla, que consta de una sola nave de
esbeltísima arquitectura, en la que se
ostenta repetido diversas veces en las
claves de la bóveda el escudo de España
en tiempo de los Reyes Católicos, dándo-
se por él á entender á quién fué debida
la obra.
En el centro de esta capilla, que tiene
en su fondo un altar de no muy esmerada
labor, y á cuyo medio se eleva una fuer-
te reja que divide la parte destinada al
pueblo de la reservada á los sacerdotes,
álzase el galano é ideal sepulcro ó tem-
plete ó baldaquino, si así puede decirse,
en que el santo fundador reposa. La ver-
dadera imposibilidad de describirle me
veda entrar en detalles que requerirían
mucho espacio para referir, aunque sólo
fuese á la ligera, las admirables escultu-
ras, las artísticas estatuas, las caladas la-
bores y cresterías que la adornan, y que
aun malamente destrozadas con una ri-
dicula capa de pintura de colores chillo-
nes , aún admiran y asombran á cuantos
le contemplan: mejor que con la descrip-
ción, desde luego deficiente, que yo aquí
pudiera hacer, daránse cuenta de su mé-
rito los lectores por la fototipia que á este
número acompaña, y en la que con exac-
titud pueden apreciarse todos los primo-
res de ejecución que le avaloran. En la
parte inferior del sepulcro en que descan-
sa la estatua de hermosa labor (y que no
puede verse en la lámina), hallánse fiel-
mente reproducidos por un cincel de
maestro varios episodios de la vida del
santo y varios de los milagros que se le
atribuyen; así se ve en uno de los relieves
al santo en una barca cuando de vuelta de
Jerusalén pide protección á San Nicolás
para que le libre de la tempestad que le
amenaza; en otro al mismo santo en ora-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
37
ción junto á un hombre yacente á quien
resucita; curando á un enfermo en otro,
y así hasta el número de ocho, llevando
como única inscripción el sepulcro, que
se halla decorado con muchos escudos de
diversas familias que debieron contribuir
á su construcción, estas tres palabras la-
tinas
Spes lumen splendor
y coronando el todo, que se eleva arro-
gante sobre la esbelta nave, airosa creste-
ría de gusto original y exquisito. El P. Fló-
rez, poco aficionado á dar detalles de las
obras de arte, después de relatar los tra-
bajos que se hicieron para trasladar el
cuerpo del santo desde el lugar en que se
hallaba, que es el mismo en que en la ac-
tualidad se encuentra, al centro de la igle"
sia, trabajos que resultaron inútiles por
tropezarse siempre con grandísimos obs-
táculos que bien á las claras demostraron
que el santo no quería moverse *, dice sim-
plemente : " se acabó de sentar el taber-
náculo que tiene hoy el mausoleo del cuer'
po santo en su capilla, bien hermoseado,
con cuatro culumnas en los ángulos, en el
día 23 de Mar so del año 1474„. Aun con
decir tan poco, no es de pequeña utilidad
el dato de la fecha exacta de la construc-
ción de este admirable monumento, que
me atrevo á creer único en su clase en
nuestra nación, y aun quizá primero de su
clase en el mundo, pues son posteriores
en bastantes años los pocos de igual gé-
nero que en el extranjero se hallan, entre
los cuales descuella, en lugar preeminen-
te, el sepulcro de Margarita de Austria
en la iglesia del Brou, obra ya del si-
glo XVI, de que he tenido ocasión de ver
una fotografía en la magnífica colección
de uno de los que á esta expedición asis-
tieron, el Sr. Serrano Fatigati.
Rodea al sepulcro, como puede verse,
una hermosa verja de hierro ricamente la-
1 Cuéntase que queriendo en una ocasión verificar
esta traslación, acudieron varias personas que le-
vantaron la tapa del sepulcro del que salió un suavísi-
mo olor exquisito, pero del que también empezaron á
salir blancas abejas, que escarmentaron para siempre
con sus aguijones á los que trataban de mover el cuer.
po de San Juan. Un pintor, cuyo nombre por íortuna
se ha perdido, ha representado en detestables cuadros
que ornan las paredes de la capilla este y otros mu-
chos milagros del santo que en ella yace.
T. III
brada, en la que se ven dos cartelas, una
de las cuales dice:
Diego de Vargas secretario del Rey,
y la otra:
la mandó hacer año 156 1.
Después de contemplar una y otra vez
á sabor este sepulcro, después de ver,
tan bien como fué posible una arca sepul-
cral que se encuentra bajo él, pero que no
tiene punto de vista ninguno, pudiéndose
apenas adivinar gracias á unos estrechos
orificios, que es obra del siglo xii según
todas las probabilidades, y que debe estar
adornada de un apostolado, como lo están
no pocas del convento de las Huelgas, por
citar cosa del mismo país, y tantos otros;
después de ver las ricas cornucopias de
dorada talla que decoran las paredes de la
capilla, y en la sacristía una tabla gótica
que debió ser de gran mérito, pero que se
encuentra en deplorabilísimo estado, y al-
gunas hermosas ropas de iglesia que tam-
poco se hallan en muy bueno, pudo dar-
se nuestra expedición artística por termi-
nada.
Comenzaba á caer la tarde, y tras un
breve vistazo á la parroquia de Santove-
nia, que nada digno de mención encierra,
y unos apretones de manos al digno pá-
rroco del pueblo, que nos había acompa-
ñado con la mayor cortesía, subimos al
carruaje para de nuevo encaminarnos á
la antigua Caput Caslellae ; apenas si el
sol ya doraba las altas cumbres que más
allá de Burgos se distinguían, con sus
postreros rayos; la calma del día de estío,
en que ni una ráfaga de aire movía las
mieses; el silencio sepulcral de aquellos
campos, la monotonía del paisaje, apenas
de cuando en cuando rota por alguna to-
rre de no muy esbelta traza, ó por algún
lugarejo pardo y triste casi oculto entre
los terrenos de labor; lo que habíamos
contemplado durante el día, todo convi-
daba á la reflexión y al ensimismamiento;
sólo de cuando en cuando alguna discu-
sión histórica ó algún recuerdo que se
evocaba, hacía hablar un instante á los
que ocupaban el interior del coche : nos-
6
38
boletín
otros (los Sres. Gil, Casado, Sama y quien
esto escribe), subidos en la imperial, con-
templábamos perderse en las tintas del
crepúsculo el campo castellano, triste,
seco, árido; mirábamos como recuerdo
de otros tiempos las torres, las casas, los
mismos aldeanos, que, vestidos de paño
pardo, montados en sus burras, ó tras de
su yunta, ó en su pesada carreta de bue-
yes, cruzaban con nosotros, y pensába-
mos sin duda, ó pensaba yo al menos,
cuan poco el progreso moderno y la mo-
derna vida se deja sentir en nuestros cam-
pos, donde las carretas que andan por los
caminos se sujetan á igual modelo que las
en el sepulcro de San Juan de Ortega es-
culpidas ha cuatro siglos, y... ¿quién sabe?
tal vez por dentro deseábamos que todo
siguiese lo mismo para encanto de los afi-
cionados á lo bello, y tal vez, como yo to-
dos, al acercarse á la vieja Burgos, des-
pertaran impresionados tristemente de un
sueño dulce y agradable al oir el sonar
de las trompetas que tocaban retreta en
los cuarteles , y al ver el brillante alum-
brado de calles y paseos por donde á
aquella hora, bulliciosos y alegres, tras
los trabajos del día caluroso, tomaban el
fresco y esparcían el ánimo los buenos y
pacíficos burgaleses.
Paramos en seco á la entrada del Espo-
lón, radiante de luz y henchido de gente;
abandonamos el coche; perdímonos unos
de otros, y unas de otras también se sepa"
raron las impresiones de aquel hermoso
día, los sueños de aquel agradable ere»
púsculo que hoy sólo pueden recordarse
como lo que fueron, como sueños momen-
táneos, como pasajeras ilusiones, de las
cuales, transcurrido un día, apenas si
queda remembranza allá en el fondo del
alma, donde se revuelven y confunden
tantas cosas distintas, agradables unas,
tristes otras, consoladoras pocas, y don-
de lucha con ellas la imagen viva del po-
bre lugarejo de San Juan de Ortega, solo,
triste y abandonado, allá en "campo alto
y despoblado, que forman las faldas del
monte Idubeda, llamado hoy de Oca,,,
como decía el P. Flórez.
Eloy García Concellón.
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
CniSMEEAS DE FLOIIO HISTORIADO '
N el lamentable descuido en que te-
nemos los españoles la historia de
las artes industriales inñuye , con
otras causas, la pobreza de los ma-
teriales de que se sirvieron aquellas artes,
tan dignas de estimación y de estudio.
Las fastuosas vidrieras pintadas, los áu-
reos recamados, los brillantes colores de
los esmaltes, la cincelada labor de bron-
ces y hierros, las bien pintadas porcela-
nas, las formas artísticas ó el interés his-
tórico de las piedras esculpidas, de los
yesos modelados y de los barros cocidos
son excepciones muy notables; pero, en
cambio, ¿qué interés han despertado has-
ta aquí los muebles, los hierros, el plomo
y el estaño, la cera, la loza, el vidrio y
otros materiales, cuando no están embe-
llecidos con los primores de la escultura
y de la pintura?
Consecuencia de esto es que la penuria
de datos acerca de nuestra historia indus-
trial sea verdaderamente escandalosa.
Apenas si sabemos más que lo que escri-
bió Larruga desde el punto de vista eco-
nómico, sin que los mismos eruditos, fue-
ra de algunos dignos de loa, hayan fijado
su atención en las noticias que se refieren
á la industria no esencialmente artística.
De otra manera proceden los extranje-
ros. Asombrados, por ejemplo, los erudi-
tos franceses ante muchos objetos, al pa-
recer despreciables, rotos y resquebraja-
dos, que salieron de entre las capas de
escombro y légamo extraídos del Sena
cuando se hicieron las obras de canaliza-
ción de este río en su trayecto por París,
recogieron cuidadosamente aquellos ob-
jetos, los estudiaron y los colocaron en
lugar preferente en colecciones tan im-
portantes como las del Hotel de Cluny,
Víctor Gay y otros, no obstante que gran
parte de esos objetos eran de plomo y de
estaño.
En España se han despreciado los obje-
tos de naturaleza tan pobre, si no es que
con el uso se han perdido obras de mate-
rias tan poco consistentes. Por eso se en-
cuentran muy pocos; por eso cuando, con
motivo de la Exposición Histórico-Eu-
ropea, examiné los tesoros y sacristías
de muchas de nuestras catedrales, mo-
o
-■ >
í c
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
39
nasterios é iglesias , sólo encontré y sólo
pudieron venir al inolvidable certamen
cuatro vinajeras y dos cálices de plomo,
con escudos y adornitos en ellos impre-
sos, y que , aun cuando en el catálogo no
se supo ó se olvidó señalar su época, pue-
de asegurarse que pertenecen alsiglo xiv,
al que también corresponden los dos cá-
lices de la misma materia que existen en
las colecciones de la Academia de la His-
toria.
Cualquier objeto, pues, que se encuen-
tre en nuestra España con caracteres de
ser obra del arte nacional, merece singu-
lar estimación, Y si á sus formas artísti-
cas junta una decoración profusa, artísti-
ca y de mucho carácter, mayor será el
interés que ofrezca, porque los plomos y
estaños con figuras ó historiados, consti-
tuyen una verdadera orfebrería, tanto
más cuanto que imitan y reproducen á su
manera, aunque con materiales pobres,
las formas y ornamentación de los traba-
jos más delicados de los plateros de la
Edad Media y del Renacimiento. Por su
resistencia y calidades se presta á ello
mejor el estaño que el plomo; por eso
mismo son más comunes y más ricas las
obras de aquel metal que las de éste, cu-
yos productos, precisamente por esta ma.
yor rareza, son más dignos de aprecio.
Ofrecemos á los lectores la representa-
ción de uno de los objetos de plomo histo-
riado más notables, si no es el principal,
que se conserva en España y que es, sin
duda alguna, obra de artífice español. Es
una caja de crismeras, desprovista de es-
tas, que conforme á la liturgia serían de
plata, y que se han perdido. Hallólo en un
pueblo de la provincia de Guadalajara y
de la diócesis de Toledo, y creo que me-
rece ser descrito para completar el estu-
dio que el grabado permite. Consta de dos
cuerpos, formados por delgadas planchas
de plomo recubiertas al exterior de ador-
nos de relieve de poco realce , casi plani-
relie ve. El cuerpo principal ó interior cons-
ta de cuatro lados formando ángulos rec-
tos, con su base ó fondo liso y la tapa ho-
rizontal, donde se abren tres orificios
circulares, en los que encajaban los tres
vasos ó ampollas argénteas de los santos
óleos. Los ángulos están adornados y re-
forzados por pilastrillas góticas, y la cara
del frente y las dos laterales llevan como
coronamiento una elegante crestería oji-
val.
Las superficies exteriores de las cuatro
caras están tan adornadas, que apenas
queda campo para que no se confundan
los adornos. Desde luego corre por las
cuatro caras, á manera de zócalo, una
franja con inscripciones góticas entre dos
listeles, de los que el inferior remata en
una labor de dientes de sierra.
Describamos estos adornos:
Cara principal. En el centro, sobre la
zona de la inscripción y bajo tres arcos
de ese estilo que en las obras de orfebre-
ría anuncia el paso del ojival al renaci-
miento y que merece el nombre de plate-
resco con que algunos le llaman, se ven
tres imágenes, vestidas de largas y am-
plias ropas, plegadas con mucha torpeza.
Lo grosero del dibujo, el poco realce del
relieve y el estar algo borroso, no nos
permite decir lo que estas tres figuras
representan. A uno y otro lado de ellas
se ve el escudo del Cardenal Cisneros.
La inscripción de la faja inferior, dice en
caracteres góticos de fines del siglo xv:
OLEVM I CRISMAS | OLEVM | LV.
Indudablemente el IN final es principio
de la palabra infirtnorum.
El lado izquierdo representa en dos
arcos del mismo carácter que los ya men-
cionados la imagen nimbada de San Die-
go, según demuestra por su traje de frai-
le y por leerse en la inscripción de deba-
jo: S I D; y la de un santo obispo funda-
dor, porque tiene en la mano izquierda
un edificio. Aunque debajo se lee S | O,
yo creo que es San Agustín, y que el artí-
fice trazó equivocadamente en el molde
la O en vez de la A.
En el lado opuesto á este, ó sea el de-
recho, y bajo la misma ordenación arqui-
tectónica, están las imágenes de Santa
Catalina y de Santa Bárbara, con sus
atributos tradicionales y muy conocidos
de la rueda y la espada aquélla, y de la
torre y la palma ésta. Debajo se leen res-
pectivamente estas iniciales: S I KyS I B.
El lado posterior no lleva imagen al-
guna, sino una especie de elegante im-
bricación, formada por series horizonta-
les y entre sí combinadas con gusto, de
conchas, flores de lis y rosáceas de cua-
tro pétalos. La inscripción de la zona in-
ferior dice así: O MATER | DEI | ME.
La tapa de este primer cuerpo, en la
que se abren los huecos para los tres va-
sitos de los óleos, no tiene más ornato
que dos inscripciones á lo largo, con-
teniendo entre ellas dichos huecos, y re-
piten la incripición de la cara anterior, y
40
boletín
aquí con más motivo, porque servían
para distinguir los distintos usos de los
tres vasitos.
A manera de tapa ó cubierta de este
primer cuerpo, dando al objeto todo el
carácter arquitectónico de las cajas de
reliquias de la Edad Media, y como te-
chumbre artística de cuatro vertientes,
se levanta el segundo cuerpo de este her-
moso vaso sagrado, rematando en una
doble crestería gótica, más fina y menuda
que la del inferior. De entre ambas, y
en el centro, se levantaba una crucecilla
que ya no existe , pero cuya basa aguje-
reada indica su primitiva existencia.
La cara delantera está dividida en tres
compartimientos, bien señalados por sus
correspondientes arcos conopiales de
crestería y sus pilastras góticas, que se
prolongan en agudos pináculos, con hojas
zarpadas que los embellecen. En el arco
central se representa á nuestro Salva-
dor, casi desnudo, mirando de frente y
con las míanos juntas sobre el pecho; á
su derecha el Bautista, vestido de pie-
les, en actitud de bautizar al Señor, y á
la izquierda un ángel. Encima, y sobre el
arco, el sol y la luna. En el arco de la
derecha una mujer arrodillada, que creo
sea la Virgen, y en el opuesto un án-
gel que tiene en la siniestra mano un ob-
jeto indefinido, quizá un ramo de ñores.
En este caso, el ángel y la Virgen cons-
tituyen, aunque rota por la representa-
ción central, la escena de la Anuncia-
ción.
Las dos caras laterales y triangulares
de la techumbre muestran cada una un
ángel con una especie de aureola de ro-
sáceas , y el ángel con un incensario.
La cara posterior de la cubierta tiene
la misma ornamentación de rosáceas , li-
ses y conchas que la correspondiente
del cuerpo principal del vaso.
Las dos planchas mayores de esta cu-
bierta ofrecen una circunstancia que pue-
de referirse al modo de su elaboración.
La plancha de la cara principal tiene en
su interior las mismas escenas del Bau-
tismo y la Anunciación. Si fuera obra de
repujado ó relevado, como ahora se dice,
renovando una palabra castiza, á los re-
saltos exteriores corresponderían rehuri.
didos interiores, y viceversa. Pero no es
así; de tal modo, que dentro la figura de
San Juan y la de la Virgen, que están á
la derecha, aparecen en la misma dispo-
sición en el interior de la placa. Esta,
pues, debió ser fundida entre dos plan-
chas matrices iguales.
En cambio, en la placa posterior de la
cubierta, que en la parte de afuera lleva
las imbricaciones de lises, conchas y ro-
sáceas, por dentro, como si dijéramos en
la espalda, presenta unos dibujos quizá
hechos á la punta, á manera de grafitos,
representando á Cristo triunfante, senta-
do, en actitud de bendecir , con un ángel
á la izquierda de sus pies. No correspon-
de, pues, la labor interior con la exterior,
y lo mismo sucede en las dos caras late-
rales y triangulares , donde están los án-
geles incensando.
Esto nos hace creer que las placas de
este cuerpo superior, como las del infe-
rior, se fundieron separadamente, y aque-
llas entre dos moldes ó placas de piedra,
probablemente de asperón, de pizarra ú
otra substancia semejante. Quizá, digo, de
asperón, porque el interior de las placas
presenta una granulación ó aspereza que
el artífice borró en las caras exteriores.
Lo notable es que las placas, que en
sus bordes están soldadas por el proce-
dimiento ordinario de aquella época, son
de un espesor insignificante, de milíme-
tro y medio. La fundición exigía, pues,
mucho esmero y habilidad, y debía com-
pletarse con algún toque de buril y un
ligero pulimento.
La altura vertical de la caja de crisme-
ras es de 0m,13, el eje mayor de 0,14 y el
eje menor de 0,07. Es de plomo, como he
dicho, mezclado con una pequeña canti-
dad de estaño, que se le añadió quizá
para darle más consistencia.
Su arte es tosco y tosco el dibujo, por-
que la condición del material y el poco
relieve de las figuras y líneas no con-
sienten otra cosa. El estaño ha permitido
hacer obras muy notables, semejantes por
su labor fina y delicada á las obras per-
fectas de orfebrería, y famosos son los
los estañeros de Augsburgo y Nurem-
berg, en Alemania, como Gaspar Ender-
lein, y en Francia el muy celebrado Fran-
cisco Briot. Pero el plomo no puede ser
objeto de trabajos muy delicados y así
como el estaño remedó la plata y el oro,
aquel metal es á su vez un imitador del
plomo.
Pero yo creo que estañadores y plate-
ros eran unos mismos. Nuestro erudito
Capmany dio algunas noticias del gremio
de estañeros de Barcelona, y es seguro
que no faltarían en Castilla.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
4»
A ellos debiéronse las crismeras que
examino. Los datos que tengo para creer-
lo así son: I.*' que los santos representa-
dos son muy populares en Castilla; 2.°, las
armas del cardenal Cisneros que como
marca de procedencia tiene dicho vaso;
3.°, que perteneció á un pueblo de la dió-
cesis toledana; 4.°, que he visto en otros
dos pueblos de la misma crismeras se-
mejantes, aún muy destrozadas, con la
circunstancia de que una de ellas, la más
completa, tiene en blanco el escudo del
insigne Cardenal, si bien en todo lo de-
más son iguales á estas que describo y
que son de mi propiedad; 5.°, que en in-
ventarios del siglo XVI de algunas igle-
sias de la Orden de Santiago, enclavadas
en dicha diócesis, como sucede con la de
Mohernando, he visto citadas crismeras
de plomo,
Es posible que aquel ilustre arzobispo,
que llevó su generosidad y previsión
hasta el punto de hacer magníficas edi-
ciones, impresas en Alcalá y en perga-
mino, de los libros de coro y de rezo más
necesarios en las parroquias, para rega-
lárselos á las que eran pobres, hiciese lo
mismo con algunos vasos sagrados, y
por tanto, que costease una que pudiéra-
mos llamar edición de crismeras de plo-
mo para las iglesias más necesitadas del
arzobispado. Al menos, las tres que yo
conozco, no pertenecieron sino á parro-
quias de humildes aldeas *.
Juan Catalina García.
m-M-m-
EPIGRAFÍA ARÁBIGA
Lápida conmemorativa descubierta en Toledo.'^
ON ocasión de ciertas obras ejecu-
tadas no ha mucho tiempo en la
notable Capilla que, bajo la advo-
cación de Santa Catalina, fundó
á ñnes del siglo xv, en la Parroquia del
1 Por no hacer demasiado extenso este articulo,
no he hablado de los procedimientos técnicos del arte
del plomero, ni tampoco de los monumentos más no-
tables que se refieren á esta industria en la antigüe-
dad, en la Edad Media y en el Renacimiento. Los
catálogos de los museos franceses, alemanes é ingle-
ses, donde estos objetos se han recogido, la esce-
lente obra de Germán Bapst L'etain, el Glossaire
de V. Gay, las revistas arqueológicas é industriales,
los boletines de las sociedades arqueológicas y cien
obras más, pueden servir de guía al lector que desee
conocer la historia de los estaños y plomos historia-
dos y de imaginería... en el extranjero.
Salvador, Ferrando Alvarez de Toledo,
Secretario de los Reyes Católicos, apare-
ció allí, empotrada en restos de la fábrica
primitiva, pequeña lápida arábiga, talla-
da en mármol, que medía 0m,58 de alto
por 0ni,42 de ancho.
La singularidad del fortuito invento, y
el natural deseo de conocer las declara-
ciones contenidas en el epígrafe, hubieron
de mover discretamente al Excmo. Señor
Conde de Cedillo, patrono de dicha Ca-
pilla, y por cuya orden las obras eran eje-
cutadas, á remitir un calco déla inscrip-
ción al Sr. Codera y Zaidín, quien se apre-
suraba á publicar la versión de la lápida
en el Boletín de la Real Academia de la
Historia '. Cerca de un año después, y
con el noble propósito de enriquecer, sin
duda, la interesante colección de epigra-
fía arábiga reunida por nosotros en el
Museo Arqueológico Nacional, hacía
donación á este científico Establecimiento
de una reproducción en yeso del monu-
mento mencionado, el cual, por su fecha,
figura en la referida colección el séptimo.
Corresponde la lápida á la clase de las
conmemorativas, y consta de doce líneas
regulares de caracteres cúficos de resal-
to, desarrolladas dentro de un rectángu-
lo trazado en el mármol, y que le sirve
como de marco ú orla, según uso y cos-
tumbre general, en toda suerte de epígra-
fes mahometanos. Los signos hállanse
dibujados y tallados en forma vulgar y
corriente, sin exorno de ningún género,
y repartida la leyenda no con gran con-
cierto, y sin que el lapidario hubiera an-
tes hecho el debido tanteo en el mármol,
para impedir el que, mientras en las seis
primeras líneas la escritura se aprieta y
aún amontona, en las otras seis restantes,
y principalmente, á partir de la octava,
se espacie y ensanche más de lo natural,
á fin de que la línea ocupe el espacio re-
gular de las otras, advirtiéndose algunas
omisiones en la redacción del epígrafe,
faltas de ortografía, y cierta inconexión
en las últimas oraciones, circunstancia
esta última que, con otras de que habla-
remos, obscurece el sentido, y natural-
1 Tomo xxni, pág. 434.
42
ÍNDICE DE MATERIAS
mente impide la interpretación exacta
del monumento.
Dice, pues, éste de la siguiente forma:
^^^'^\ ^Usw^¿\ ,^^-^.aaL.o ^JO ,^_5L:
a
Xl_Jí._J\oi ¿^~
^_.«_i.l_Sl_J\ ^j
3 ¿— JÍ 'O g — >
<._ ^\ ¿^ — 2
£"w el nombre de Alláh^ el Clemente,
el Misericordioso' hiié construida
esta nave, can beneplácito de Alláh
y su protección,
bajo la dirección de los dos adminis-
tradores de los Habises constitui-
dos con donaciones,
Ab er-Rahmán-ben-Mohdmmadben
Al-Bero...
5... la y Cásim-ben-Kahldn, en la luna
de Récheb del año dos y treinta y
cua...
... trocientos {\). Apiádese Alláh .lega-
tario
de esto , de quien ha cuidado de su
ejecución,
de quien haga oración en este lu-
gar, y de quienes se congreguen
10 en él, amén/ /Oh, Señor del Uni-
verso f
La bendición de Alláh sea sobre
Mahoma ,
último de los Projetas! Salud!
Por el contexto del epígrafe, viénese,
pues, en conocimiento deque la mezquita,
emplazada antes del año 1040 de Jesucristo
en el área donde probablemente en el si-
glo XIV fué erigida la Parroquia del Sal-
vador, no era acaso en aquella fecha su-
ficiente para el número de vecinos del
barrio al cual correspondía, y que con el
producto de las mandas piadosas y de las
(1) Récheb de 432 H.— Del 9 de Noviembre al 8 de
Diciembre inclusives del año J040 de Jesucristo.
donaciones hechas por los fieles á aquel
templo,— mandas y donaciones que cons-
tituían los Habises, — í\xé conveniente-
mente ampliado, añadiéndole una nave
más, sobre las que ya desde su fundación
contaba, si no es que por su antigüedad,
por su abandono, ó por otras causas difí-
ciles de ser hoy señaladas, se hallaba la
indicada mezquita en parte ruinosa, y ne-
cesitada por tanto de urgente reparación,
y de la reconstrucción de la nave á que
en la lápida se alude.
Aunque, á haber sido ésta la causa de
la obra ejecutada, y conmemorada en el
epígrafe transcripto, es más que probable
se hubiera en él expresamente consigna-
do, según fué á no dudar costumbre, y
conforme acontece en la hermosa lápida
que todavía subsiste empotrada en la to-
rre de la iglesia del Salvador de Sevilla,
en la cual se declara que el famoso Al-
Mótamid mandó construir la parte supe-
rior de dicha torre, por haberse destruido
á consecuencia de los terremotos que añi-
gieron á la indicada ciudad el año 472 de
la Hégira (1079 á 1080 de J. C.) ',— algo pa-
rece indicar en sentido semejante el em-
pleo del verbo ^\a en sustitución del nom-
bre o^r*-íi usado siemprey sin excepción,
en todas las lápidas conmemorativas de
que hasta aquí tenemos conocimiento,
circunstancia que es digna de ser repara-
da, y que da cierto carácter de singulari-
dad al monumento cuyo estudio preten-
demos de presente.
De cualquier modo que sea, sin embar-
go, es indiscutible que, ya fuere de amplia-
ción, ya de reconstrucción ó de restaura-
ción la obra ejecutada en el templo toleda-
no, fué llevada á cabo sin la intervención
oficial ni extraoficial del régulo que á la
sazón obtenía aquel pequeño reino, á ex-
pensas sola y únicamente de los Habises,
—legados especiales, distintos del asaque
ó tributo con que todos los fieles contri-
buían para el sostenimiento del culto, he-
chos aquellos por sus donadores para fines
piadosos, unas veces mortis causa y ex
1 Véase la transcripción y la traducción de este epí-
grafe, publicadas por el Sr. Gayangos en el tomo n
del Memorial histórico español, pág. 396, é insertas
en nuestras Inscripciones árabes de Sevilla, pá-
gina 104.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
43
testamento, por voto otras, y otras sim-
plemente ínter vivos,— y por iniciativa y
bajo la dirección y la inspección inmedia-
tas del administrador de los bienes refe-
ridos, quien recibía el nombre de (_-..í».Uo
j_^Ua.'^\, con que era designado, persua-
diendo de ello la circunstancia de que si
hubiese ocurrido de otra suerte, por modo
forzoso habría sido consignado en el epí-
grafe, por medio de la frase sacramental
que sucede siempre á la invocación reli-
giosa, y que en este caso hubiera sido:
mandó Al-Mámun-dsu-l-machdain-ben-
Adh-Dháfir-dsu-r-rayastain construir
esta nave , bajo la ¡iirección de... etc.,
ya que á los días de Al-Máraun corres-
ponde la fecha del epígrafe.
Constituye, pues, éste, á causa de cir-
cunstancia semejante, una variedad digna
de estima de los epígrafes conmemorati-
vos, no ofreciendo hasta aquí duda algu-
na su interpretación; pero sí llama la
atención en él el hecho de que, teniendo
cada mezquita sus bienes propios, consti-
tuidos por los legados y las donaciones
piadosas (habises), y siendo estos bienes
administrados en cada templo por un solo
individuo apellidado j_^L^s^^i\ >_^.o».Lo,
cual queda insinuado arriba, y cual pa-
tentiza con los léxicos la lápida del Sal-
vador de Sevilla, esculpida por el mar-
molista Abú-Ibrahim-ben-Afláh bajo la
inspección del amir, j_^'u.js^^)\ v_-'.i».Lo,
Ahmed-ben-Hixém,— en la lápida de la
capilla de Santa Catalina en la Parro-
quia del Salvador de Toledo, aparez-
ca clara y distintamente el dual ^^-..^sJ.^
(no .^Vo^ como se ha leído), y en
vez "de un solo nombre, el de Abd-er-
Rahmán-ben-Mohámmad-ben-Al-Berola,
y el de Cásim-ben-Kahlán, detrás escrito.
Como uno y otro personaje son por
completo desconocidos, pues no hacen
al primero relación ostensiblemente ni
Aben-Baxcual ni Adabbí, citados por el
Sr. Codera, vése éste obligado á suponer,
por la existencia del dual citado y por
los dos nombres escritos en la lápida,
que ambos eran meros empleados con-
junta y simultáneamente en los habises,
viniendo "'quizan á demostrar "la exacti-
tud de esta versión,.... la palabra siguien-
te de la inscripción, ^-*-U-<^^\, los dos
amines, los dos hermanos mayores ó
priores de la cofradía ó corporación,
en cuya acepción se emplea mucho hoy
la palabra ¿^-y«\.,i
Por desventura, demás de que la tra-
ducción de tal vocablo, según expresa el
primer ilustrador de este monumento
epigráfico toledano, "ofrece alguna difi-
cultad por la vaguedad de dos modismos
árabes, y por los significados de la pala-
bra ^.^^í\,„ el dual ^;^_;yUxi^J\ , cuya lectu-
ra ya ofrecía dudas al Sr. Codera, no es
la voz escrita al final de la tercera línea
del epígrafe. Muéstrase algún tanto bo-
rrosa; y examinada con todo detenimien-
to, por el dibujo de sus signos y por otras
señales, bien visibles, viénese en conoci-
miento deque no existen allí ni el ^ i^)
ni el primer ^ ( .^ \ ni hay espacio tam-
poco para tales signos; y comparando
la primera letra que sigue al lam-alif
con el 8 inicial de \3ob y el de medio
de o'iUai',— letra cuyo dibujo en la escri-
tura cúfica de los siglos iii, iv, v y vi de
la Hégira no varía por el lugar que en la
palabra ocupa, según sucede en la escri-
tura nesji, ajricana, mogrebina ó cursi-
va,—adquiérese la convicción de que la
voz esculpida en aquel sitio es el plural
regular del nombre de acción ¿L-.* de la
raízt^^ofcj, que significa don, presente,
regalo, y que por tanto, á lo que nos es
dado entender, sólo viene á expresar por
superabundancia la naturaleza graciosa
de los habises, y no la condición de co-
hermanos mayores ó co-priores de nin-
guna cofradía, de los dos administrado-
res mencionados en el monumento.
Dada la preeminencia de condición .que
supone el participio ,^^:í.Lo , según la
cual los árabes llaman ^L\ ,^o».Lo , Se-
ñor de la verdad á Dios, y por extensión
á su profeta verdadero Mahoma, t_^s».l-o
^y.¿L-^\ , señor del ejercito , al general ó
jefe que lo conduce y guía, ¿Lo jJ=\ ^_-^^Lo,
al jefe superior de la ciudad, 7Aj¡L\ ^_.^5».Lo
al recaudador del impuesto ó contribu-
ción de aquel nombre, etc., no pare-
ce natural que hubiese , para los bienes
propios de la mezquita en la cual se prac-
ticaba la obra, dos jefes de igual catego-
ría al mismo tiempo, tanto más cuanto
que el ejemplo de lo que ocurría en Sevi-
44
boletín
lia y pone de relieve la citada lápida del
Salvador de esta ciudad, en que no se
menciona sino un solo administrador ó
prefecto de los habises de aquella mez'
quita , ^_^U^'^\ ,_^2^Lo , parece demos-
trar de cierto semejante exclusiva pre_
eminencia, cuando no hay causa justifica-
da por la cual se acredite que los toleda-
nos se hubieran apartado de los usos y
de las costumbres seguidos en las demás
regiones musulmanas.
Del empleo del dual y de la consigna-
ción de los dos nombres, débese, pues, in-
ferir como natural y de todo punto vero-
símil, que la obra de reparación, recons-
trucción ó ampliación de la mezquita
toledana, comenzó ó tuvo principio sien-
do ^\..^^^\ u-^o^UsAbd-er-Rahmán-ben-
Mohámmad-ben-Al-Berola, si éste es su
último nombre; pero que muerto ó sepa-
rado de tal cargo por cualquier motivo,
hubo de reemplazarle Cásim-ben-Kahlán,
quien era j_^-Uía."^\ ;_..^l.^ al terminar los
trabajos, momento en el cual fué escul-
pida y colocada para perpetua memoria
la lápida en la obra cuya ejecución se
hallaba concluida , y que se había inau-
gurado por iniciativa ó por las gestiones
de Abd-er-Rahmán-ben-Mohámmad, cuyo
nombre debía ser y era por gratitud con-
signado en el epígrafe.
No menos notable que por la singulari-
dad marcada, lo es asimismo éste por
las frases con que termina, después de la
fecha, la primera de las cuales es para
nosotros por extremo vaga, pues siendo
^_v^^s.^\ participio pasivo de la segunda
forma, lo mismo puede significar el le-
gado ó la donación hechos para obras
pías, que el legatario, es decir, aquel
á quien se hace el legado ó la donación; y-
siendo nombre de lugar ( ^,— ^^\ ) , de
igual manera puede entenderse por la
mezquita, si en ella se efectuaban las do-
naciones de esta naturaleza, que el edificio
donde estaba la oficina en que tales do-
naciones se verificaban, si no se hacían
en el templo. Si lo primero, debe enten-
derse, á nuestro juicio, que el legatario es
Alláh,noel que destina su donativo á
obras piadosas, ni el que dedica la ejecu-
tada á fines religiosos; si lo segundo,
debe interpretarse por el templo mismo.
y en este caso, se pide la misericordia
divina para el edificio, con objeto de que
no se destruya, y se conserve bajo su
protección y amparo, preservándole de
todo daño y peligro.
Clara aparece la última palabra de la
línea 9, ^_5i^LaJ\ plural irregular de o^^i
y natural su empleo en la inscripción,
pues al azalear los musulmanes, leen
los versículos del Koran, y no había ne-
cesidad de repetirlo, habiéndolo dicho en
la misma línea; pero son de advertir la
supresión de la partícula U en la frase
invocativa ¡Oh, señor del universo/ j la.
inconexión de la frase siguiente , y las
faltas de ortografía cometidas en la pa-
labra J.^ por j^Lo y ¿^:^.^\ por ^^^^^^.^^.^l,
donde se ha suprimido el ^ final de
la primera , y uno de los de la segunda,
defecto sin embargo nada extraño, de
que adolecen otros muchos epígrafes de
esta época y de las anteriores y posterio-
res, y de que da abundante ejemplo la
lápida conmemorativa de Tarifa, délos
días de Abd-er-Rahmán III, publicada
en el número precedente. Sería exigencia
injusta la de pedir que los lapidarios mu-
sulmanes fueran por tal modo cultos y
doctos como para no incurrir en faltas de
este género, cuando tan acostumbrados
estamos en nuestros días á letreros é ins-
cripciones en los cuales, no sólo se olvida
sensiblemente la sintaxis, sino la orto-
grafía, que debiera ser conocida de todos,
supuestos los medios que existen para
ello, y que no existirían de seguro entre
los muslimes.
Rodrigo Amador de los Ríos.
se<s!@ioi:?_oEíi@ije;]a
La Sociedad de Excursiones en Abril.
La Sociedad realizará una á Illescas el
28 de Abril, con arreglo á las condiciones
siguientes: Salida por la estación de las
Delicias, 8^52' de la mañana.— Llegada
á Illescas, IQi^S' de la mañana. — Salida
oh 32' tarde.— Llegada á Madrid, ó^ 45' tar-
de.—Se visitará el Hospital de la Caridad
franciscana, Iglesia con torre mudejar,
Posada en que paró Francisco I, restos de
puerta. — Cuota.— Trece pesetas.
Para las adhesiones dirigirse hasta el
día 26, acompañando la cuota, al señor
Presidente D. Enrique Serrano Fatigati,
Pozas, 17 segundo derecha.
Madrid 1.° de Febrero de 1895.
1.038.— Establecimiento tipográfico de AgTistía Avrial, 5. Bernardo, 92. — TeléU 3.09 4.
BOLBTÍN
DE LA
SOCIEDAD ESPAIOLA DE EXCÜRSMES
DIRECTOR:
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
AÑO III
nVEadrid. 1.° de ]VEayo de 1895
NÚM. 27
ADVERTENCIA.— Por acuerdo unánime de la Comisión ejecutiva, desde el
presente número vuelve á encargarse de la dirección del Boletín de la Socie-
dad Española de Excursiones, el Secretario general de la misma, Sr. Vizcon-
de de PalüBiielos.
EXCURSIONES
POR TIERRA DE SEGüVIA
Excursión á La Losa, Navas de Riofrío
y Revenga.
^? o por muy repetido y asendereado
J es menos cierto. Los españoles, en
I [W/ tanto que solemos buscar en extran-
-^i^ jero suelo emociones é impresiones
de todo género, sin excluir las artísticas,
desconocemos en gran parte nuestra pa-
tria, cuando no desdeñamos los aún abun-
dantes restos que, á despecho del tiempo
y de la mano del hombre, nos muestran
con sus elementos propios fases harto in-
teresantes del arte ó de la historia nacio-
nal. A destruir aquellas rutinarias prác-
ticas ha de tender, como uno de sus prin-
cipales fines, la Sociedad Española de
Excursiones, cuyos individuos, ora en
expediciones colectivas, ora en las de ín-
dole privada é independiente, deben aspi-
rar al conocimiento del país' que les dio
por patria la Providencia. Al examinar
los monumentos, mayormente si son des-
conocidos, al hacerlos objeto de un estu-
dio detenido, al reproducirlos por medio
del dibujo ó de-la fotografía, al investigar
su origen y circunstancias históricas,
T. III.
aportando más tarde cuantos datos alle-
garon al caudal que intenta reunir nues-
tra Sociedad, prestan un servicio útilísimo
á la patria y á la general cultura; tan útil
dentro de su esfera, como el del que en la
suya respectiva emplea su actividad, por
ejemplo, en los estudios financieros ó en
los problemas sociales. Por este camino,
que no por otro; procediendo de lo parti-
cular á lo general, se llegará á la forma-
ción del verdadero y circunstanciado in-
ventario monumental de España, base de
nuestra historia artística, que en grandí-
sima parte está por escribir.
Queden á un lado ya consideraciones
que llevan demasiado lejos; y predicando
con el ejemplo, procedo á dar cuenta de
un paseo más que viaje artístico llevado
á cabo no ha mucho á través de tierra
segoviana, único objeto del presente ar-
tículo.
Si el excursionista ocupa el tren que
conduce á Segovia, deteniéndose en la
estación inmediatamente anterior á aque-
lla ciudad (La Losa— Navas de Riofrío),
podrá examinar á costa de poco trabajo
apreciables restos correspondientes á dos
distintas civilizaciones artísticas, por na-
die hasta hoy reproducidos, descritos ni
aun citados. Tales son la iglesia parro-
7
46
boletín
quial de La Losa y la ermita del Soto de
Revenga. Cuanto á la iglesia de las Na-
vas de Ríofrio, hace algún tiempo la di á
conocer y describí por lo menudo * , á
pesar de lo cual he de volver ahora sobre
ella, por lo que se enlazan naturalmente
en una sola excursión aquellos tres pue-
blos.
A dos kilómetros á la izquierda de su
estación sobre la vía férrea, hállase si-
tuado el lugar de La Losa, que cuenta
con unos ochenta vecinos. Su importan-
cia relativa , si alguna tuvo, debióla á la
industria y al ganado lanar, antaño fuente
principalísima de riqueza para la provin-
cia de Segovia; y aún se conserva en pie,
aunque vetusto y destartalado, el gran
cason ó rancho, antigua propiedad de la
familia de Sesma y Horcasitas, donde se
verificaba el esquileo de su ganadería,
una de las más importantes y renombra-
das de la comarca segoviana.
Otra, fue )ite (en el sentido recto y en el
figurado) de prosperidad, hoy en día más
positiva, podría tener La Losa, á no estar
en España, donde es añejo achaque el
desperdiciarse los dones con que brinda
la naturaleza. Me refiero al rico manan-
tial de agua sulfurosa que brota á media
legua del lugar, sólo conocido y disfru-
tado en pocos kilómetros á la redonda; á
bien que fuera imposible otra cosa, no
existiendo, como no existe allí, estableci-
miento, hospedería ó casa de cualquier
género donde aguardar á pie firme el
efecto terapéutico de las aguas.
En el pueblo debe visitarse la iglesia
(San Juan Evangelista), buen ejemplar de
templo rural, construido en el siglo xv.
Es de granito, dispuesto en bien labrada
sillería, y conserva el exterior é interior
todo el carácter de la época en que se le-
vantó. La portada, que, según frecuentí-
sima práctica, mira á Poniente, puede
apreciarse por el adjunto diseño, tomado
del natural, como los demás que acom-
pañan á este artículo, por nuestro conso-
cio D. Manuel López de Ayala. La serie
de rebajados arcos, los pilarillos con pe-
queños zócalos y base común, la decora-
1 Navas de Ríofrio. — Un monumento del arte ro-
mánico. Artículo inserto en el Boletín de la Real
Academia de la Historia, tomo xvii, pág. 200.
ción de florones y perlas ó medias esfe-
ras de los capiteles, intercolumnios y do-
velas; el arco canopial de la parte alta;
los elegantes pináculos y la cornisa con
adorno de bolas que entre ellos corre en-
cuadrando la portada, acusan bien el úl-
timo período del arte ojival, presentando
visualidad agradable. Lástima es que los
tres florones que coronan el arco canopial
sean excesivamente grandes y despro-
porcionados: testimonio viviente de la
decadencia que se había operado en el
arte franco-germánico.
Rodeando exteriormente el templo, ha-
llamos los siguientes accidentes, vista ya
la portada é imafronte, que termina en
forma de frontón. Tanto en la fachada
del Norte como en la del Mediodía, re-
fuerzan la fábrica cuatro proporcionados
contrafuertes que terminan en plano obli-
cuo, y sobre los cuales y bajo la línea del
tejado anima la desnudez del muro una
cornisa con adorno de perlas. Entre los
contrafuertes segundo y tercero de la fa-
chada meridional , vese tapiada hoy y
medio oculta entre malezas una pequeña
portada igualmente gótica; constitúyen-
la un arco de medio punto formado por
grandes dovelas y una moldura de resalto
que la encuadra, matizada de semiesfe-
ras. A esta misma fachada adosaron un
cuerpo hecho también de piedra sillar,
que corresponde á la sacristía.
El ábside es de forma pentagonal; lleva
cuatro contrafuertes análogos á los de
las fachadas laterales y tuvo idéntica cor-
nisa con adornos de forma semiesférica,
hoy destruida.
Igual disposición y decoración que la
del Mediodía presenta la fachada del
Norte, salvo que entre el segundo y ter-
cer contrafuerte se ostenta una muy lin-
da ventana con arcos y pilarillos góticos.
Por último, entre esta fachada y el ábside
hállase adosada la cuadrada torre, obra
de sillería y mamposteria, posterior en
su construcción al templo y en la que
nada se repara digno de atención.
El interior de la iglesia es también, des-
de el punto de vista artístico, digno de
una visita. Tras un á manera de atrio,
desprovisto de carácter, que quedó por
concluir, penetrase en la proporcionada
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
47
nave, cubierta por tres hermosas bóve-
das ojivales de piedra de sillería. Airosa
y agradable á la vista es la línea de las
ojivas; variada la disposición de los ner-
vios, que siendo sencilla es dintinta en las
tres bóvedas. Los arcos torales y forme-
ros descansan en ménsulas adornadas
con perlas. El conjunto, en fin, recibe la
luz de dos claraboyas circulares abiertas
en el muro meridional, de la ventana del
lado del Norte y de otra ventana sin ca-
rácter alguno que se abrió sobre la puer-
ta de ingreso.
En el presbiterio, elevado una grada
sobre el resto de laiglesia, osténtase el re-
tablo principal , obra del Renacimiento,
corintio, dorado y no despreciable, aun-
que tocado de decadencia, sobre todo en
PORTADA DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE LA LOSA (SEGOVIA)
la labor de los intercolumnios. En estos
hay algunos lienzos sin mérito, y en lo
alto del retablo un Calvario de estimable
talla, con las imágenes de Cristo cruci-
ficado, la Virgen y San Juan.
Varios retablos diseminados por el tem-
plo ahuyentan la vista del espectador por
su exceso de barroquismo. Pero no ocu-
rre lo propio con otro retablo gótico ado-
sado al muro izquierdo y notable por su
carácter de época. Va circunscrito por un
recuadro que apoya en exornadas mén-
sulas y por cuya longitud se mueve y cu-
lebrea gracioso vastago. Encerrado en
un marco muy laboreado de talla moder-
na, aparece el retablo, ó más bien relie-
ve, que es de piedra y muy lindo. La es-
cena que parece haber representado el
escultor fué del especial agrado de los ar-
tistas del último período de la Edad Me-
dia y del Renacimiento, quienes la repro-
dujeron muchas veces : el Papa y Doctor
48
boletín
San Gregorio Magno celebrando el santo
sacrificio de la Misa. Aquí aparece el
episodio acompañado de accidentes y ac-
cesorios que le dan cierto carácter de can-
dido realismo.
Vése en el altar á Jesucristo resucita-
do con una cruz en la mano. Nótanse allí
también, siempre en relieve, cáliz, misal,
candelabros y vinajeras. Ante el altar, el
santo eleva la Hostia consagrada; y le
ayudan y sostienen las vestiduras dos
acólitos, de los que uno está de rodillas
y otro de pie. Sobre estos personajes nota
en el aire un ángel que sostiene un escu-
do de armas; y cobijando todo el relieve,
á manera de doselete, divísase un lindo
calado de entrelazos y pinas que reposa
en dos columnas, en cuyos laboreados
fustes y capiteles, que recuerdan el orden
corintio, nótase la época de transición.
El retablo fué, pues, sin duda, costeado
por la devoción particular, como lo acre-
dita el heráldico escudo. Y, en efecto,
bajo el propio retablo léense las siguien-
tes palabras en caracteres germánicos
minúsculos de relieve :
Este retablo mando aser iullo imero
a su costa e asentóse.
En el centro del epígrafe hay otro es-
cudo en que se ostentan las cinco san-
grientas llagas de San Francisco.
Junto al retablo antes descrito está el
pulpito, de gusto ojival florido, aunque
afeado por moderna enjalbegadura. En
sus seis caras ó lados vense arcos cano-
piales, trilobulados y reentrantes; jun-
quillos, columnillas, pináculos, florones
y otras labores del propio arte. El torna-
voz es moderno y de madera. Sobre el
pulpito repítese el escudo con las llagas;
y bajo él enunciase abreviadamente la
salutación angélica en letras góticas, y
en esta forma : aue tna gra plena.
Tal es la iglesia parroquial de La Losa.
Cuanto al pueblo, sólo agregaré que, co-
mo los de sierra de la comarca segovia-
na, es muy pintoresco y abundante en
aguas y arbolado.
Media legua de accidentado y agrada-
ble terreno separa á La Losa de las Na-
vas de Riofrío. Esta aldea, conocida en el
país con el abreviado nombre de Las Na-
villas, hállase situada á dos kilómetros
del real palacio de Riofrío, famosa funda-
ción de la reina doña Isabel Farnesio, en
cuyo examen no es mi objeto entrar por
el momento. Pocos pueblos de la provin-
cia aventajan en verdad á dicha aldea por
su emplazamiento y risueña naturaleza.
Al pie de una alta sierra, rodeada de
frondoso arbolado y deleitosas praderas,
provisto su suelo de excelentes pastos y
surcado por murmuradores arroyuelos
de cristalinas aguas , destácase poética la
aldehuela, con la cuadrada torre de su
iglesia y las escasas viviendas que en
torno suyo se agrupan , cual bello cuadro
en su adecuado y conveniente marco '.
La iglesia , que á través de los siglos ha
sufrido mudanzas que la han transformado
casi por completo, sólo ofrece de notable
al exterior la antes citada torre, sólida y
sencilla fábrica de piedra de sillería, que
consta de tres cuerpos superpuestos que
van retallando sucesivamente y no al-
canzan gran altura. En el último ábrense
cuatro arcos semicirculares que cobijan
las campanas, modernas en su mayoría,
pues la más antigua fué fundida en el si-
glo XVII.
Lo que en realidad caracteriza al tem-
plo es su linda portada románica, harto
curiosa por lo bien conservada y por las
singulares labores de que se adorna. Pro-
tégela un pobre é impropio atrio moder-
no, y según una costumbre, no por muy
frecuente menos censurable, está actual-
mente embadurnada de pintura amarilla.
1 Las Navas de Riofrío forma ayuntamiento en
unión con La Losa. Nunca , como pueblo, tuvo impor-
tancia , (5 si alguna tuvo, habíala ya perdido en la se-
gunda mitad del siglo xvi, según se desprende de su
pequeño archivo parroquial, por mí examinado, y
cuyo más antiguo libro, que es el de matrimonios,
arranca del año 1588. En lo eclesiástico dependió, al
igual que La Losa y Revenga, de la Abadía de la
Santísima Trinidad del Real Sitio de San Ildefonso,
y hoy corresponde A la diócesis de Segovia. Es aldea
de unas quince ó veinte casas, siendo la principal de
ellas la que, en tiempo de la riqueza lanera de Sego-
via , hoy desaparecida, fué esquileo y gran lavadero
de lanas , propiedad de una familia de la capital de la
provincia, y casi único elemento de vida de las Na-
villas. Como á medio kilómetro del lugar, en direc-
ción al S-0., existen aún las ruinas de La GranjiUa,
sitio y casa de recreo que fué de la Comunidad de
Jerónimos del Parral en Segovia.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
49
A continuación transcribo, en parte, la
descripción que ya hice de esta portada
en el artículo antes citado, inserto en el
Boletín de la Real Academia de la His-
toria:
"Consta la portada de tres arcos decre-
cientes de medio punto. Las dovelas del
más interior aparecen adornadas en toda
su extensión con una labor de vegetales
formando círculos ó figuras semejantes á
la circular. La archivolta carga sobre dos
sencillas jambas provistas de una im-
posta corrida, que llega por ambos la-
dos hasta lo más exterior de la portada,
y muestra dibujos análogos á los de la
archivolta. Sobresaliendo con relación á
ésta hay otra archivolta , cilindrica y
sencilla, que corresponde á dos colum-
nas, cuyos fustes y basas nada ofrecen de
particular; cada uno de los capiteles, por
lo contrario, presenta esculpidas dos aves
de bastante tamaño, colocadas frente á
frente, siendo de notar que las del capi-
tel izquierdo se muerden á sí propias una
de las alas.
„Más notable, por último, es el exte-
rior y tercer arco, asentado en dos ro-
bustas jambas desnudas de todo ornato.
En su extensión toda está bordado de ex-
traños relieves y símbolos de apariencia
semioriental y muy torpe ejecución, dig-
nos de atento examen.
„La archivolta va exteriormente ceñi-
da de un estrecho ajedrezado, y en am-
bos puntos de arranque de la misma hay
esculpidas varias estrellas ó flores ence-
rradas en círculos. Dejados aparte estos
adornos secundarios, nótanse en ella
veinte divisiones ó espacios ocupados por
las figuras á que antes hice referencia.
Que todas ellas ó casi todas tienen un
sentido simbólico ó enigmático me parece
fuera de duda, teniendo en cuenta la ín-
dole y tendencia del arte romano-bizan-
tino, hijo y heredero por varios concep-
tos de la civilización oriental. Ahora bien;
varios de estos símbolos escapan á nues-
tra penetración, y esto es debido, ora á la
imperfección con que el artista medio-
eval llevó á cabo su obra, ora también á
la distinta manera con que en aquella
remota época solían representarse esce-
nasy personajes conrelación á la nuestra.
„He aquí ahora las figuras encerradas
en los veinte espacios, procediendo de
izquierda á derecha. En el primero ve-
mos representado un ciervo de rara traza
ó animal monstruoso dotado de astas cer-
vunas. Recuérdame por su factura el as-
pecto de algunas representaciones asi-
rías. En el segundo nótase una especie
de ibis matando al parecer una serpiente,
figura que trae á la memoria el contenido
de algunos bajorelieves egipcios.
„Un personaje humano, desnudo de
medio cuerpo y muy toscamente escul-
pido, aparece en el tercero. En el cuarto
espacio figúrase ala luna; en el quinto
vese á dos personajes imberbes, iguales
ó muy parecidos, con la cabeza descu-
bierta y ataviados con mantos plegados
de arcaica manera. Ocupa el sexto espa-
cio un centauro ó sagitario; el séptimo
una gran serpiente enroscada, emblema
probable de la del Edén, y el octavo un
ave ó pájaro.
„E1 relieve noveno es el peor conserva-
do de todos, hasta el punto de no poderse
decir con certeza lo que representa; paré-
cerne, sin embargo, que en él se observan
las trazas de un personaje sentado. El es-
pacio que le sigue encierra, en pequeño,
un verdadero cuadro, en esta forma: un
personaje dormido, vistiendo traje talar,
y á su derecha un tosco árbol , en cuya
copa hay un pájaro. Debe figurarse en él
el sueño místico y visión profética de
Adán, en relación con el cuadro séptimo.
„E1 undécimo espacio corresponde á la
clave del arco, y se presta á muy diver-
sas interpretaciones. En él se observan
tres personajes bastante semejantes, si-
tuados paralelamente, y de los cuales los
de los extremos parecen enlazar ó ade-
lantar mutuamente sus manos.
„En el espacio duodécimo se ve á un
obispo con su mitra y báculo. Puede figu-
rar á algún santo prelado, y más proba-
blemente al que ocupaba la silla segovia-
na en la época en que se labró la portada.
El relieve decimotercero es también de
confusa interpretación. En él aparece
una figura femenina, de pie, cogiéndose
con ambas manos una toca que lleva en
la cabeza.
„Las representaciones ornitológica^
50
boletín
parecen haber sido muy del agrado de
los escultores románicos; y por lo que
hace á esta portada, aves hemos visto en
ambos capiteles y en las casillas segun-
da, octava y décima de la archivolta ex-
terior. En la décimacuarta vemos aún
otra ave de extraña forma, con la cabeza
vuelta hacia la espalda; en la décima-
quinta, una paloma bien determinada; en
la décimasexta, otra ave de análoga for-
ma y en idéntica posición que la del es-
pacio catorce, y sobre la cual hay, al pa-
recer, una hoja; en la décimaoctava, un
gallo perfectamente conservado; y en la
vigésima, un ave vuelta hacia la derecha,
con varias hojas por cima de ella.
„Por último, ocupa el espacio décimo-
séptimo, la representación del sol ; y el
decimonono, un corazón atravesado por
dos flechas.
„Tal es esta singular portada, por de-
más típica entre sus congéneres. Por sus
representaciones simbólicas, que más
recuerdan el arte bizantino que el romá-
nico, y por la tosquedad de sus ornatos,
no puede considerársela como uno de los
sazonados frutos que brotaron de aquella
escuela arquitectónica corriendo adelan-
tada la duodécima centuria; y más bien
recuerda á algunas otras de la segunda
mitad del siglo xi ó de muy á principios
del XII.,,
He creído de interés para el excursio-
nista la transcrita descripción (aunque
quizá peca de difusa), en gracia á lo des-
conocido del monumento. Por lo demás,
el interior de este humilde templo de al-
dea no corresponde actualmente á la por-
tada. Las múltiples reformas que en el
transcurso de los siglos ha venido su-
friendo, le han destituido de todo carác-
ter de época. Ni la pobre techumbre de
madera que le cubre, ni los insignifican-
tes altares y retablos que le adornan,
ofrecen el menor interés ante el arqueó-
logo ó el artista. Sólo en la pila del agua
bendita, formada por un capitel románico
de no escaso tamaño, se recuerda el esti-
lo que campea al exterior.
Siguiendo esta rápida excursión, hálla-
se en dirección al Nordeste, media legua
más lejos de las Navas, el pueblo de Re-
venga, apartado un kilómetro á la dere-
cha de la carretera que conduce desde el
real sitio de Rio frío al de San Ildefonso.
Revenga cuenta con setenta vecinos,
y con una iglesia parroquial (San Sebas-
tián) muy capaz y adecuada á sus nece-
sidades *. De sólida construcción, hoy
muy renovada, sólo conserva de la época
ojival el presbiterio cubierto por bóveda
de gótica tracería; mostrándose también
aquel arte al exterior en el pentagonal
ábside, reforzado por contrafuertes.
Mas interés ofrece la ermita de Nues-
tra Señora del Soto (ó de Santa María la
Mayor, verdadero título suyo), patrona
del lugar desde hace muchos siglos, y si-
tuada á un kilómetro de aquel, á pocos
pasos de la carretera ya citada antes. Es
un pequeño edificio rectangular, en gran
parte de sillería, cubierto por tejado con
vertiente á dos aguas. Sensible es que el
estado de conservación de este lindo mo-
numento románico deje mucho que de-
sear; á pesar de lo cual, aún son dignos
de atención los restos que de aquel arte
se manifiestan al exterior y al interior de
la ermita.
Al exterior queda en la fachada de Oc-
cidente, que corresponde á los pies del
pequeño templo, un arco hoy enjalbega-
do, con varias molduras cóncavas y con-
vexas, de románica contextura, que cons-
tituye uno de los dos ingresos. En el áb-
side, sencillo y semicircular , nada resta
de su antigua decoración; pero hacia su
arranque, junto al muro del Norte, aún
se divisan tres modillones, y entre ellos
adornos de entrelazos , apareciendo por
cima parte de una cornisa en que se dis-
tinguen varias flores inscritas en círculos.
El principal punto de ingreso á la er-
mita es por la fachada del Mediodía, don-
de radica la portada, hoy muy deteriora-
da en sus ornatos. De regulares propor-
ciones, algo tosca y no de gran relieve,
hállase enclavada en un cuerpo cuadran-
1 El archivo parroquial carece de importancia. El
libró de ofrendas y limosnas á. Nuestra Señora del
Soto, de que más adelante hablamos, sólo arranca de
1702; el de la cofradía de la Vera-Cruz, instalada en
la iglesia, empieza en 168b; y el más antiguo libro de
bautizos, en 3 de Agosto de 1588.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
51
guiar que sobresale del muro. Dos co-
lumnas de lisos fustes y capiteles que,
aunque muy destrozados, ostentan restos
de decoración zoomórfica, sustentan una
imposta ó abaco, en que se aprecian en-
trelazos geométricos , círculos , óvalos y
grandes flores cuadrifolias y puntiagudas.
Quizá el tímpano, hoy dado de yeso,
ostentó algún relieve decorativo. En tor-
no suyo desarróllanse varias archivol-
tas. En la clave de la más interior es de
observar la dovela central, en que apa-
rece una mano benedicente, figurando en
las dovelas restantes una curiosa combi-
PORTADA DE LA ERMITA DE REVENGA SEGOVIA
nación de entrelazos, hojas y líneas. La
estrecha archivolta siguiente presenta
una serie de círculos en que se encierran
flores. Sigue una moldura convexa. Más
exteriormente, en las dovelas de otra ar-
chivolta, descúbrense vestigios de hojas,
de flores, animales y otros motivos de or-
namentación, hoy casi del todo perdida.
y cierra la serie un nuevo arco ó moldura
con labor de ajedrezado. La portada, en
su conjunto, á más de ser completamente
románica, es de sabor local muy acen-
tuado; en ella se adivina la mano de los
arti.stas segovianos, que poblaban de mo-
numentos su ciudad en todo el curso del
siglo XII.
52
boletín
El interés del interior de la ermita se
concentra en las cuatro columnas, adhe-
ridas dos á dos á los lados del presbite-
rio, siendo todas del más puro carácter
románico. Los fustes son lisos y esbel-
tos, y las basas, semejantes á las áticas,
asientan sobre un zócalo ó plinto. Entre
los capiteles hay dos arcos de resalto, sin
que nada se haya librado de la manía del
blanqueo, excepción hecha de dichos ca-
piteles, que son historiados y muy curio-
sos y estimables por su factura y buena
conservación. He aquí los motivos de
decoración que ostentan. De los dos más
próximos al altar, en el de la derecha hay
cuatro aves con cabeza de mujer y ade-
más varias pinas. En el de la izquierda
(reproducido en el grabado), dos guerre-
ros á caballo acométense lanza en ristre,
dejando apreciar muy bien los detalles de
sus arreos é indumentaria, tales como la
túnica ó perpunte, el escudo, casco, espue-
CAPITEL DE LA ERMITA DE REVENGA (SEGOVIA)
las, etc.; y en los lados del capitel vese
una figura mujeril con toca en la cabeza,
y otra de hombre, llevando, al parecer,
un cabrito á cuestas.
De los dos restantes capiteles , descú-
brese en el izquierdo un obispo revestido
de pontifical, con mitra y báculo y en ac-
titud de bendecir; en el centro, y á un
lado y otro, sendos y fieros leones cu-
yas cabezas ocupan los ángulos. El capi-
tel derecho y último, en fin, el menos
tosco de todos, ofrece cuatro animales
fantásticos y alados con cuerpo de cua-
drúpedo y cabeza de ave, mordiéndose
sus propias alas.
Fuera de estos restos, la ermita nada
encierra digno de atención, pues la efigie
de la Virgen y su retablo son obras mo-
dernas desprovistas de mérito. Por lo de-
más, la ermita llamada del Soto, hállase
efectivamente situada en un soto amení-
simo, matizado por verdes praderas y po-
blado de corpulentos álamos, fresnos y
encinas. Cuando por el mes de Mayo la
nauraleza, ya vestida con sus mejores ga-
las, brinda al hombre con las delicias del
o
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c
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D
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O
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D
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
53
campo, celébrase la romería de la Virgen
del Soto, y acuden á la ermita los habi-
tantes de los pueblos y aldeas vecinas y
aun gentes de Segovia.
El excursionista que se decida á visitar
estas ignoradas migajas del arte patrio,
puede restituirse, tras una hora escasa
de fácil marcha por buen terreno, desde
el Soto de Revenga á la estación de La
Losa, desde donde el tren le tornará al
punto de partida de su excursión.
El Vizconde de Palazuelos.
'<S'<iJb-V'<ii> *>*^
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
SELLO DE DON ALFONSO
DUQUE DE GANDÍA
L hermoso sello que reproducimos
en lámina suelta llamará sin du-
da la atención de los lectores del
Boletín, no sólo como obra de ar-
te y por el lejano período histórico á que
pertenece, sino también por correspon-
der á un personaje harto conocido en su
tiempo, y que, á pesar de haber sido con-
siderado como extranjero en Castilla, in-
fluyó poderosamente en un gran suceso
histórico de este antiguo reino.
Lo que constituye en realidad el sello,
ó sea su imprimación, es de cera colora-
da, y mide 66 milímetros de diámetro,
pero tiene, de cera amarilla, un tosco
cerco y un reverso, sobradamente abul-
tado y convexo , parecido á los usados en
Francia en tiempo de Luis el Joven, y en
cu3'a parte culminante se empezó á es-
tampar un blasón.
D. Pedro IV de Aragón, siguió tam-
bién esta costumbre, que tenía por objeto
evitar falsificaciones y engaños por me-
dio de traslaciones de estos signos de au-
tenticidad desde unos documentos á otros.
En comprobación de la exactitud de este
propósito, se cita el ejemplo de un obispo
de Winchester que hizo grabar en su con-
trasello esta inscripción: "Swm cusios et
testis sigill¿.„
El sello que estamos examinando está,
sin embargo, desprovisto de semejante
T. lu.
contrasello, por más que plásticamente
afecte la figura de los que suelen tenerlo.
Corre á lo largo de su orilla una cinta
circular con su acostumbrada leyenda,
circunscrita por dos cordones concéntri-
cos , el menor de los cuales , que lleva por
dentro una decoración lobulada , aprisio-
na un campo flordelisado y losangeado.
En su centro se destaca un soberbio es-
cudo casi rectangular, cuartelado en so-
tuer, donde figuran las barras de Ara-
gón alternando con lises, cargadas á su
vez con un lambel.
Descansa sobre dicho escudo, que cae
inclinado hacia la derecha, un yelmo ce-
rrado y coronado, desde cuyo vértice se
levanta enhiesta la famosa cimera del
dragón alado, que sirvió de materia á otro
modesto trabajo que tuvimos la honra de
publicar el año pasado en este Boletín.
En la orla exterior, á que antes nos he-
mos referido, figura la siguiente inscrip-
ción, escrita en valenciano con caracteres
góticos minúsculos: 5. (Segell) de D. Al-
fonso duch de Gandía.
De seguro que instintivamente, como
nos ocurrió á nosotros, habrán pensado
nuestros lectores, al leer el ilustre título
de duque de Gandía, que se trataba de
algún personaje perteneciente á la tan
conocida alcurnia de los Borjas, señores
durante siglos de tan soberbio feudo. Em-
bargados por este prejuicio, y sin fijarnos
en detalles principalísimos del sello, an-
duvimos buscando en el largo catálogo
de duques de Gandía el nombre de Al-
fonso, al que pudiera referirse la inscrip-
ción que hemos copiado; pero estéril fué
nuestro trabajo, inútiles las investiga-
ciones practicadas, por cuanto desde que
los Reyes Católicos concedieron en 1485
dicho ducado á D. Pedro Luis de Borja
hasta principios del siglo xvii, en que lo
poseía D. Carlos segundo de este nom-
bre, no hemos hallado un solo duque que
llevara el nombre de Alfonso '.
No procedimos más adelante en nues-
tras investigaciones, porque tratándose
de un objeto con caracteres marcada-
mente ojivales, no podíamos suponerle
1 He aquí los nombres de los duques contenidos en
el período á que nos referimos: Pedro Luis , Juan 1,
Juan II, Francisco I, Carlos I, Francisco II, Carlos II.
8
54
boletín
ejecutado en el siglo xvii ó siguientes; y
si comprendimos en nuestras pequisas
el XVI, en que brillaba ya con todo su es-
plendor el Renacimiento, fué porque en
los Estados, que constituían el reino de
Aragón, se conservan varios monumen-
tos ojivales edificados ó terminados en
dicho siglo.
Cerrado el camino, que ligeramente ha-
bíamos err.p rendido, volvimos á exami-
nar el sello con más detenimiento, y ob-
servamos que los cuarteles del blasón
descrito no correspondían en manera al-
guna al linaje de los Borjas. Es verdad
que la famosa Lucrecia Borja se casó en
terceras nupcias con un Alfonso de Ara-
gón, duque de Biseglia é hijo natural de
Alfonso II de Ñapóles, y que Juan ÍI de
Borja contrajo matrimonio con Juana de
Aragón , nieta de los Reyes Católicos;
pero ni Lucrecia fué jamás duquesa de
Gandía, ni por lo tanto su marido pudo
intitularse duque de aquellos estados, ni
Juan II de Borja, por el mero hecho de
llamarse Juan, puede confundirse con el
duque Alfonso que figura en el sello. Las
barras de Aragón, que ostenta éste, no
se refieren, pues, á ninguna de las dos
individualidades de la prosapia de los
Borjas enlazadas con la casa real de
Aragón.
¿Quién será, pues, el noble vastago de
la misma á quien pudo pertenecer y re-
presentar este céreo documento?
Registremos olvidados y polvorientos
cronicones, donde acaso podamos descu-
brir la incógnita que se ofrece á nuestra
vista.
Refiere Escolano en sus Décadas de la
Historia de Valencia, que Gandía fué
dada en el año 1296 por el rey D. Jaime II
á su tía doña Constancia, emperatriz de
Constantinopla, y que, muerta aquella,
volvió á la corona real. Más tarde el mis-
mo D. Jaime hace cesión de aquel Estado
á su hijo segundo D. Pedro, conde de Ri-
bagorza, que lo poseyó durante su vida,
y á su muerte pasa á su primogénito don
Alfonso.
Este D. Alfonso fué uno de los infantes
de Aragón que fueron á Castilla duran-
te la fratricida lucha de D. Enrique II
contra D. Pedro I y que más se distin-
guieron en favor del primero de los dos
contendientes, por cuyo motivo trabóse
entre el pretendiente y el infante una
amistad sincera y profunda desde 1356 en
que D. Pedro IV de Aragón llamó al de
Trastamara, que estaba en Francia acau-
dillando mesnadas castellanas. En testi-
monio de esa amistad y por agradeci-
miento á la eficaz ayuda que le prestaba,
D. Enrique, en el acto de su coronación
en Burgos (Marzo, 1366), creó en favor de
D. Alfonso el marquesado.de V^illena, que,
si no mienten las historias, fué el primero
que se instituyó en Castilla. Esta esplén-
dida merced le originó muchos sinsabo-
res por las rivalidades y envidias que
despertó entre la nobleza castellana, la
cual no paró en sus intrigas hasta conse-
guir que se anulara aquella gracia y se
creara un ducado de Mllena en favor de
la infanta doña María , hija de Enrique III.
Antes, sin embargo (en 6 Julio 1382), ha-
bía conseguido D. Alfonso otra esplén-
dida merced de parte de D. Juan I de Cas-
tilla.
Hallábase este monarca en 1382 delante
de Ciudad Rodrigo preparando la inva-
sión de Portugal con motivo del derecho
que creía tener á la soberanía de aquel
Estado, y para dar una muestra del alto
aprecio en que tenía al infante aragonés,
instituyó para él la condestablía de Cas-
tilla, á imitación de lo que se había hecho
en el vecino reino, cuya posesión codicia-
ba. Pocos años después (en 1393 ?), duran-
te la menor edad de Enrique 111, también
una conjuración de sus émulos le arre-
bataba esta dignidad, con que consiguió
engalanarse D. Pedro Henríquez,tío bas-
tardo del rey. D. Alfonso, como es de su-
poner, asistió á la desdichada batalla de
Aljubarrota en compañía de su hijo don
Pedro, que perdió la vida después de ha-
ber hecho prodigios de valor. Tales son
los rasgos principales del infante de Ara-
gón D. Alfonso durante su permanencia
en Castilla. Veamos ahora la importancia
que tuvo en su patria y las honras con
que fué distinguido.
Ya sabemos, en cuanto á su nacimien-
to, que fué hijo del infante D. Pedro,
conde de Ribagorza y de Denia, y nieto
de D. Jaime II. Sabemos también que en
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
55
calidad de heredero de su padre poseía
los estados de Gandía, donados por el re-
ferido D. Jaime al relatado D. Pedro;
pero esos, estados constituían á la sazón
tan sólo un señorío no revestido de dig-
nidad titular, hasta que con motivo de la
coronación en Zaragoza (13 de Abril de
1399) de D. Martín el Humano, este mo-
narca elevó dicho señorío á ducado, con-
cediéndoselo á su deudo D. Alfonso, re-
sultando, por lo tanto, este esforzado in-
fante el primer duque de Gandía que
registran los anales. Hallándose éste de
una edad avanzada, presenció la muerte
de su real favorecedor (J410), y por ha-
ber quedado dudosa la legitimidad de la
sucesión , se presentó el infante al Parla-
mento de Caspe, alegando preferente de-
recho á la corona. Antes, sin embargo,
de que se pronunciara el memorable fallo
por el cual se elevó al trono aragonés á
D. Fernando de Antequera, la Providen-
cia dispuso de la larga y azarosa vida
(1410-12) del que tanto se distinguió en
Castilla y Aragón.
Con presencia de estos antecedentes
históricos, consideramos que ha llegado
ya el momento de determinar la atribu-
ción del sello que nos ocupa.
La inscripción que rodea al mismo se
refiere á un D. Alfonso, duque de Gan-
día, cuyo nombre y título coinciden, como
ven nuestros lectores, con la noble per-
sonalidad que acabamos de historiar. Los
cuarteles preferentes del escudo son las
barras de Aragón, que tan bien cuadran
á nuestro personaje, puesto que era in-
fante de ese reino, y lo propio podemos
afirmar de los otros dos cuarteles por la
razón que vamos á exponer.
Sabido es que D. Jaime II contrajo ma-
trimonio con Blanca de Ñapóles, nieta de
Carlos de Anjou, el cual era hermano á
su vez del santo rey de Francia Luis IX.
Carlos, por tanto, podía y debía usar el
blasón flordelisado como miembro de la
dinastía de los Capetos, y por su carácter
de segundón debía también distinguir su
escudo del que correspondía al rey, su
hermano, por medio de la figura heráldi-
ca llamada lambel, que tiene precisa-
mente esta significación y objeto. Con ob-
servar que tanto la flor de lis como el
lambel, que aparecen claramente en di-
chos cuarteles, pertenecían á la abuela
de D. Alfonso, resulta evidenciado que
los cuatro cuarteles que hemos examina-
do separadamente son aplicables al in-
fante de Aragón, del cual venimos ocu-
pándonos.
Por otra parte, si consideramos el sello
en cuestión bajo el punto de vista mera-
mente arqueológico, preciso es convenir
en que, tanto su factura como sus atribu-
tos, la forma del escudo y singularmente
el carácter de la cimera, revelan una
obra artística de últimos del siglo xiv ó
principios del xv, fecha en que D. Alfon-
so de Aragón obtuvo precisamente el du-
cado de Gandía.
En virtud, pues, de todo el cúmulo de
datos que preceden, nos consideramos
autorizados para afirmar resueltamente
que el sello de que tratamos pertenece á
D. Alfonso de Aragón, conde de Riba-
gorza y de Denia, duque de Gandía, mar-
qués de Villena y almirante de Castilla.
El Barón de las Cuatro Torres.
-^-M-i
FRONTAL DE ESTILO FLAMENCO
en la catedral de Valencia.
El frontal que representa nuestro gra-
bado figuró con el número 14 en la sala
octava de la memorable Exposición His-
tórico-europea de Madrid, y fué expuesto
por el Excmo. Cabildo Metropolitano de
Valencia.
Sobre oro y sedas aparecen en el fron-
tal representadas varias escenas de la
Pasión y muerte de Jesús, desde que con
la cruz á cucí tas salió de Jerusalén hasta
que fué colocado en el sepulcro.
Los convencionalismos del arte fla-
menco se dejan ver desde la colocación
de la cruz sobre los hombros del Salva-
dor hasta en la sangre que sube en el col-
gante brazo, en la sepultura. Es claro
que se falta á la propiedad en el paisaje,
en la indumentaria y en lo relativo al se-
pulcro. Sigúese la tradición de no haber
sido clavados los ladrones.
Pero aparte de lo que entonces no po-
día exigirse en cuanto á la técnica del
56
boletín
bordado, la catedral de Valencia po-
see una maravilla con los dos frontales
que conserva, de los cuales es uno el que
nos ocupa; dominan los colores amarillo,
verde y rojo aparte del oro; y nadie pue-
de dudar de que proceden ambos fronta-
les de talleres flamencos allí existentes
en los siglos xv y xvi.
Respecto de lo demás, el frontal por sí
mismo habla bien claramente.
X.
■ >•>>»>«:< o-
SECCIÓN DE LITERATURA
LA CAJA DE PANDORA
FRAGMENTO DE UNA OBRA DRAMÁTICA
El Olimpe. — En el centro la caja de Pando-
ra.—A un lado de la escena un montón de
arcilla.
Júpiter sentado en su trono; colocados en hemici-
clo Venus, las Gracias, Minerva, Apolo, Mercurio,
VuLCANO, Plutón, Neptuno, Marte, Eolo j^ demás
dioses.
MERCURIO
Ya en tu presencia congregados, Júpiter,
De la mansión olímpica los dioses
A tu mandato están: tu acento esperan
Gual, tembloroso, en el callado monte
Espera el árbol que Euros le acaricie
O implacable sus ramas Bóreas tronche.
Habla, por fin, y que tu voz, rasgando
La dura capa en que envolviste al orbe,
Desde el trono inmortal en que te sientas
Llegue á la inmensa pequenez del hombre.
JÚPITER (con voz atronadora).
Iras vertiendo y rebosando enojos.
Como rugiente mar que de sus bordes
Se befa y hierve y espumante avanza
Y el llano inunda, contemplad á Jove.
(Los dioses se inclinan aterrados.)
Pero la frente erguid. No es el Olimpo
Quien hoy el dique de mi encono rompe;
Sobre otro ser mi diestra se levanta ,
Que el rayo vengador en ella pone.
Brille para vosotros mi sonrisa ;
Mas, si veis que fugaz luce y se esconde.
Pensad que es el destello fugitivo
De errante estrella en tormentosa noche.
MINERVA
Nuestra j asta ansiedad calma, y permite,
Padre y Señor, que, la que al rudo golpe
Del hacha formidable de Vulcano
Salió de tu cerebro, te interrogue.
¿Quién, atrevido, al que, mirando, abarca
Del mundo los extremos horizontes
Y límites da al mar, luz al espacio.
Vida al reptil é inteligencia al hombre.
Osa ofender sin que sobre él del cielo
La inmensa pesadumbre se desplome?
Si mortal, que tu rayo le aniquile;
Pueblo, que sobre él vayan tus legiones;
Sin gloria semidiós, caiga vencido,
Y dios... si es dios, que tu perdón le otor-
gues,
JÚPITER
Oidme atentos. De Japet y Themis
Prometeo, hijo audaz, en las regiones
De la apartada Escitia, la soberbia
De su padre el titán purga y esconde.
Libre de males, de la vida el piélago
Cruza risueño con tranquilo porte.
Cual blanca nave que la mar columpia,
La brisa impele y á sus lares corre.
Mas ¡ay! un día en que amoroso Febo,
De hojas ceñido y odorantes flores.
Como lluvia de luz baja á la tierra
Pintando valles y vistiendo bosques ,
El osado titánide una estatua
Formar de limo inmundo se propone,
Y miembro á miembro sus contornos bro-
Del rígido cincel al rudo choque. [tan
Ebrio la admira; mas de pronto anublan
De sus ojos la luz negros crespones.
Cual de Apolo y Selene al casto beso
Se apaga el mundo en prematura noche.
Y es que el mortal, á quien al cielo plugo
Dotar benigno con tan ricos dones.
El sacro jugo de la vida intenta
Vaciar soberbio en el inerte molde.
Rompiendo el éter, el Olimpo escala,
Camina artero, el hálito recoge,
Acecha, roba el fuego, huye, desciende,
Y el barro anima... Pero juro, ¡oh dioses!
Por Rea y Cronos que su ser me dieron
Y, ved mi enojo, hasta de Estigia en nom-
[bre.
No más néctar libar sin que venganza
Olímpica y feroz Júpiter tome.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
57
MARTE
Manda y verás al que á Peloro un día
De la empinada cumbre del Rodofe
Despeñado arrojó sobre la tierra
Y en sangre tinto de su lanza al bote,
Vestir al punto la ferrada cota,
Cabalgar sobre Notos y Afeliotes
Y desde el antro en que el raptor se
[oculta,
Gritar: "¡Oh Padre: te vengó Mavorte!,,
VULCANO
Si de mis fraguas el metal candente
Quieres que al hijo del titán devore.
Yo á las bocas del Líparis y el Etna
Diré que en hipo abrasador lo arrojen.
APOLO
Nuevo Faetón que, calcinando al mundo.
Tostó la faz del africano etiope,
Del carro de Hiperión yo á los corceles
La suya haré que con la crin azoten.
NEPTUNO
Yo irritaré los mares.
PLUTÓN
Yo á Leteo,
A Flegetón, Cocito y Aqueronte,
Las puertas abriré porque del Tártaro
Parcas, furias y euménidas desborden.
iVenganza!
TODOS
Sí, venganza.
JÚPITER
•
En mis oídos
Más sonoras resuenan vuestras voces
Que de Castalia y de Hipocrene el canto
Con que á Helicón refieren sus amores.
Mas... tortura ambiciono y no exterminio.
Que vengarse matando es breve goce;
La muerte acaba, el sufrimiento dura:
Las horas el dolor las cuenta dobles.
Héfestos: De ese limo que los campos
Flégreos tapizó, tus manos formen
Ser tan perfecto, que Minerva, Juno
y Venus misma su belleza adoren.
VULCANO
(Vulcano se pone á modelar el montón
de barro que hay en la escena.)
Pandora ha de llamarse, porque todos
El presente le haréis de ricos dones
Con que, amor inspirando á Prometeo,
De ventura sus sueños emponzoñe.
Y esa mujer, que el mundo la primera
Con su planta va á hollar, nuevas pa-
[siones
Lleve tras sí, que fecundantes leguen
A sus hijos los hijos de los hombres.
(Los dioses se acercan al litno y tienden
la mano como para otorgar un don.)
VENUS
El arte de agradar y la belleza
De Venus, ¡oh Pandora!, ten en dote.
EGLÉ
Eglé, Talia y Pitho te conceden
El don de seducir.
MINERVA
Palas, de nobles
Paños te viste que, á indiscretos ojos,
La estatua acusen y la virgen roben.
MERCURIO
Recibe de Mercurio la elocuencia.
APOLO
Preste á tu voz mi lira sus acordes.
JÚPITER
El ser toma de mí.
(Nace Pandora del limo.)
VULCANO
Padre, ¿la admiras?
¿Tus deseos llené?
JÚPITER
(Extasiado.) No, los transpones;
Porque es tan bella, que, al perderla, ig-
[noro,
Quién se venga de quién, si el dios ó el
Inútil vacilar. A Prometeo [hombre.
Condúcela, Mercurio, y ese cofre
Con Pandora le da. Todos los males
En su fondo encerré; y apenas ose
58
boletín
El tiLáníÍ2 abrirle, por la tierra
Su eterno germen sembrarán veloces,
Quedando en él tan sólo la esperanza,
El mañana sin hoy de los dolores.
Parte por fin... Mas sus contornos puros
De nuevo contemplar dejadme, ¡oh dioses!
Aléjate... Detente... Parte... Espera...
(Fluctuando.)
TODOS '
iVenffanza!
JÚPITER
¡Oh! Sí. Venganza, y tiemble el orbe.
Enrique Gaspar.
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
EL RETRATO EN ESPAÑA ^'^
L calificativo de maniático que
vulgarmente se aplica á aquel,
que, persiguiendo una idea, se
dedica sin descanso ni sosiego á
coleccionar objetos de arte y de otras
clases, envuelve notoria injusticia para
quien , por el contrario, es merecedor del
aplauso , estima y consideración.
1 Anticipamos á nuestros lectores este estudio, ex-
traído de una notable y monumental obra inédita, á
que nuestro consocio, el distinguido artista Sr. Pole-
ró, ha consagrado gran parte de la labor de su vida.
El titulo de la obra es: El traje en España. Apun-
tes iconográficos sacados de los monumentos délos
siglos VIII al XVII, con texto biográfico descripti-
vo, por D. Vicente Poleró.
Las materias de que tratan los ocho volúmenes de
que consta el trabajo son como sigue:
I.— Iluminaciones de códices y libros manuscritos
de los siglos vjii al xvi.
II.— Pinturas murales, vidrieras y cuadros al tem-
ple, de los siglos XI al xvi.
I il. -Estatuas conmemorativas, imágenes sagra-
das, arcas de reliquias y bajo-relieves, de los si-
glos IX al XVI.
IV.— Bultos sepulcrales de reyes, príncipes é in-
fantes del siglo X al xvi,
V y VI. -Cenotafios y bultos sepulcrales de gran-
- des prelados e' insignes capitanes, caballeros, escrito-
res y damas ilustres del siglo xiii al svii.
Vil. — Retratos de personajes ilustres, desde el si-
glo XV al XIX.
VIH.— Alhajas de oro, plata y piedras preciosas,
del siglo XV al XIX.
(N. DE LA R.)
A esos seres llenos de entusiasmo y
actividad deben las artes, las ciencias,
la literatura y la industria sus adelantos
y sus triunfos.
La historia del trabajo humano, como
resultado de los esfuerzos hechos en di-
ferentes épocas, clasificando con buen
orden y concierto sus adelantos, presta
á los estudiosos en cualquiera de los ra-
mos del saber señalados servicios, que
vienen á refluir en bien de la sociedad en
general.
El estudio de la indumentaria é icono-
grafía; la estatuaria y la pintura en sus
variadas manifestaciones, la primera, por
sus obras decorativas y sepulcrales; y la
segunda, por sus códices, pinturas mura-
les y cuadros , dan á conocer cumplida-
mente las diferentes formas que el lujo,
el capricho ó la necesidad han venido
revistiendo desde muy antiguo.
Las colecciones de retratos de hombres
eminentes en las ciencias y las letras, tu-
vieron principios desde el siglo xvi en ade-
lante en los monasterios , universidades
y otros centros, cuyo ejemplo siguieron
muy en breve varios imitadores de la
grandeza, artistas y hombres de letras,
como Argote de Molina, Francisco Pa-
checo, en Sevilla, y Lastanosa en Hues-
ca, á los que siguieron en tan laudables
propósitos, después, en nuestros días,
los marqueses de Santa Cruz, príncipe
de Anglona, duques de Medinaceli^ Osu-
na, Alba, ln!antado,Villahermosa, condes
de Altamira, Bornos y duque de Pastra-
na, con los Sres. D. José de Madrazo,
D. Valentín Carderera, D. Carlos Ortiz
de Taranco , D. Pedro Jiménez de Haro
y D. Serafín de la Huerta , cuyo camino,
en materia de retratos, tahibién procuró
imitar el Excmo. Sr. Conde de Toreno,
que siendo ministro de Fomento dispuso
la formación de una Pinacoteca ó colec-
ción de retratos de españoles ilustres en
el Museo Nacional de pintura, para sub-
sanar el abandono ó descuido anterior.
Compréndese bien que sólo un Museo
costeado por la nación puede llegar á
reunir obras capitales, pues á un particu-
lar no le es dado coleccionar retratos de
Tiziano, Sánchez Coello, Moro, Veláz-
quez. Ribera, Murillo, Zurbarán, Reñí-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
59
brandt, Rubens, Van D3^ck y otros iníini-
tos artistas eminentes; pero en su defecto,
hay muchos pintores de segundo orden
que en este género han conseguido justa
reputación, entre los cuales deben seña-
larse, Pantoja de la Cruz, Sebastián Mu-
ñoz, Antonio Arias, Juan Bautista del
Mazo, Juan de Pareja, Amonio Pereda,
JuanCarreño, Bartolomé González, Clau-
dio Coello, el P. Maino, Hidalgo y Juan
Alfaro, á los que deben agregarse, en
nuestros días , D. Francisco Goya, Don
Vicente López, D. Leonardo Alenza y
D. Federico de Madrazo, con otros mu-
chos, gloria de la pintura contempo-
ránea.
Siguiendo, pues, esta progresión, en-
tendemos que deben considerarse como
de interés relativo las copias de retratos
de varones ilustres hechas por artistas
desconocidos en épocas posteriores, cuan-
do no se conocen ó no se tienen noticias de
en dónde se hallan los originales como su-
cede con los del Gran Capitán, Cristóbal
Colón y Pizarro, que, entre otros varios
de grandes capitanes y personajes ilustres,
si bien presentan por lo general grandes
defectos y censurables libertades alte-
rando ó modificando los trajes y algunos
de sus accesorios, no dejan de ser de
sumo interés, por no existir otros más
auténticos '.
1 El de Gonzalo de Córdova se sabe que lo hizo
el Giorgione en Italia, y en la colección de retratos
que Paulo Jovio formó de hombres ilustres se regis-
traba, no sabiéndose actualmente su paradero. Los
que hoy se conocen aparecen de perfil, y son copias
todas más ó menos antiguas , teniéndose como los
más auténticos el que se publicó en el siglo xvi para la
obra de Coito capitaiti ilitstri, y los que copia Car-
derera en su Icoiio?.rafia española. Lo mismo deci-
mos con respecto al del eminente político Cardenal
Cisneros, que también en la citada Iconografía puede
verse.
Iguales dudas asaltan con relación á Cristóbal Co-
lón, pues todos los que de este célebre hombre se die-
ron como del célebre genovés y estuvieron al público
en la Exposición Hisiórlco-Europea , dejan mucho
que desear y aumentan, por consiguiente, la incerti-
bre. Si alguno de ellos revela algo de su fisonomía,
como todos parecían copias de copias, será siempre
muy dudoso el parecido con el original, incluyendo el
que existe en la Biblioteca Nacional. Con relación al
del Conquistador de Méjico, el que tal vez sea más
auténtico, aunque no de buen artista, es el que se
conserva , según se sabe, en la iglesia-hospital de Alé-
jico, fundación de aquel gran capitán j- político.
En todas épocas fué considerado el re-
trato y tenido en gran estima de padres á
hijos, mas, por lo general, al desaparecer
aquéllos, sus herederos no participan á
las veces de tan noble sentimiento, suce-
diendo al desdén la indiferencia, la cual
tanto más se aumenta , cuanto más va
alejándose el recuerdo de los seres un
tiempo queridos y respetados.
La nobleza y el clero, por interés de
clase la primera y respetuoso recuerdo el
segundo, han conservado hasta el adve-
nimiento de las nuevas ideas, las colec-
ciones que ya menguadas han llegado
hasta nosotros en castillos, casas de recreo
y palacios, á los que añadieron los retra-
tos de capitanes ilustres copiados de otras
colecciones.
La dispersión de los retratos, no ya sólo
en España, sino en Francia é Italia, se
presta á tristes reflexiones, sin que tenga
disculpa el represensible abandono de al-
gunos, permitiendo arrancar de los muros
délos antiguos solares los nobles y ve-
nerables recuerdos de sus antepasados.
No sólo la indiferencia ó descuido fue-
ron las causas de esto, pues deben consi-
rarse otras muy poderosas que no hubo
medio de contrarrestar; tales fueron las
repetidas emigraciones, la exclaustración
de Ordenes religiosas , las interminables
discordias civiles, las luchas emanadas
de los partidos políticos y ciertas ideas
modernas que con la alteración de las
costumbres han ido borrando las huellas
del recuerdo y el noble patriotismo de
nuestros mayores.
En cuanto á las demás clases sociales,
apenas á medio siglo llega la conserva-
ción del recuerdo por el retrato, pues
desde la familia á los extraños pasando de
una á otra mano, vienen á dar los más en
las prenderías ó en el Rastro , y de aquí
se explica que algunos , ya por modestia,
y son los menos, ó por vanidad excesiva,
rehusan el ser retratados por no verse en
vida expuestos á las censuras ó burlas
de algunos.
Al variar las épocas, se cambian por lo
regular las costumbres.
Los caprichos de la moda , diosa en-
cargada desde lejanos tiempos de alterar
el juicio aun á las personas más sensatas,
6o
boletín
contribuyen en gran parte á que el vatici-
nio anterior se cumpla.
A este avasallador impulso responde
el que, en los primeros años del siglo ac-
tual, los cuadros estorbando y los retra-
tos pareciendo ridiculos, aquéllos cedie-
ran el puesto al papel pintado y éstos
fueran relegados al olvido, en los grane-
ros, desvanes y guardillas, si no es que
se cambiaron por detestables y ridiculas
estampas de Átala y Chactas , asuntos
de la historia antigua romana ó célebres
batallas de Napoleón I.
Por relación de testigos presenciales
sabemos que, en la citada época, cuando
se vendía un cuadro en doscientes reales,
se consideraba como un gran negocio (á
tal extremo había llegado la afición y en-
tusiasmo por las artes) y la persona que
lo realizaba era considerada feliz como
la más.
A estas causas se debe la formación de
escogidas colecciones de celebrados ar-
tistas que han salido del reino, y que un
día fueron el regocijo de las familias,
desde el siglo xvi, sirviendo de principal
adorno en los estrados de las casas seño-
riales '.
Únese á esto también la desamortiza-
ción y las poco acertadas medidas de los
1 Ya en la época de Felipe IV , comenzó la extrac-
ción de pinturas en España, siendo el príncipe de Ga-
les, después Carlos I, el que á su vuelta á Inglaterra,
por no haberse concertado su enlace con la infanta
doña María, se llevó á Inglaterra muchos cuadros
que le fueron regalados por el monarca y los gran-
des, con otros que adquirió en las almonedas del con-
de de Villamediana, y de Pompeyo Leoni. Desde el
siglo XVI data en España la afición á coleccionar
obras de arte, formándose las del almirante de Cas-
tilla, marqués de Leganés, conde de Benavente, prín-
cipe de Esquilache, marqués de Medina de las To-
rres, conde de Monterrey, marqués de Villanueva
del Fresno, D. Jerónimo de Villafuerte, D. Rodrigo
de Tapia, D. Suero de Quiñones, D Francisco de Mi-
ralles, D. Jerónimo de Alvis, D. Francisco Manuel,
D. Francisco Antonio Calamata, Mateo Montañés,
D. Jerónimo Fures, Butilio Gaxi, D. Gaspar Galcerán
de Castro y Pinos, conde de Guimerá, que fué uno de
los más doctos, en el siglo xvi, en antigüedades, y, por
último, D. Martín de Aragón, duque de Villahermosa,
que en Pedrola reunió una colección de estatuas, mo-
nedas y medallas. D. Vicente Juan de Lastanosa, que
en Huesca reunió una muy escogida colección de cu-
riosidades , dando origen á decir por entonces (si-
glo XVII), que "quien va á Huesca y no visita la casa de
Lastanosa, no ve cosa„; formábanla una selecta libre-
ría, notable monetario, curiosa y rica armería, anti-
guas estatuas y gran numero de pinturas al óleo y en
miniatura, con no pocos selectos grabados.
gobernantes con el mal desempeño de las
comisiones nombradas para la incauta-
ción, y se comprenderá el poco esfuerzo
que costaría la formación de muchas co-
lecciones que hemos conocido, tales como
las de D. José de Madrazo, D. Valentín
Carderera , D. Pedro Jiménez de Haro,
D. Serafín de las Huertas, y después, don
J. Puig y Bautista, La Portilla, Calvo,
Carriquiri, Peleger, Bueno, Araujo, mar-
qués de Remisa, Salamanca, conde de
Adanero y D. Isidoro Urzaiz, á las que
fueron agregándose multitud de curiosi-
dades arqueológicas de todas clases,
guardadas un tiempo religiosamente en
monasterios , conventos y santuarios.
Procedentes de este sitio y también de
particulares, eran expuestos á la venta
pública toda clase de muebles y objetos
de arte, en plazas, plazuelas, calles y por-
tales de la coronada villa y corte de Ma-
drid, todos los años el 21 de Septiembre.
Esta acumulación de trastos de todas
especies y épocas, á las que cada cual
pagaba el tributo de su particular afición,
produjo un movimiento inusitado de ex-
traordinaria actividad, dando ocasión á
que desconocidos individuos de humilde
clase, se diesen á recorrer los pueblos sin
descanso ni sosiego, poniendo á las veces
de manifiesto, sin conciencia de ello, va-
liosos é importantes objetos arqueológi-
cos.
Solía suceder en ocasiones al res-
taurador, que, de la limpieza de un cua-
dro devoto, cuyo mérito no correspon-
día al interés de conservarle, quedaba
de manifiesto haber sido pintado sobre
un retrato y éste á las veces sobre otro
asunto mejor desempeñado. En muchos
cuadros se vieron tan singulares trans-
formaciones y hasta en el Museo real
de pinturas se ofrecieron casos si no
iguales, parecidos, á cuj'as profanaciones
se prestaron sin titubear, profesores res-
petables de la época de Fernando VII,
obedeciendo órdenes emanadas de la rei-
na Amalia, que no podía transigir con las
desnudeces presentadas por Rubens, Ze-
gers, Tiziano, Tintoretto y Veronés *,
i
1 Entre otros, citaremos los cuadros que siguen:
Aitt/as perseguidas por sátiros (Rubens), Jesús en
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
6i
A las anteriores causas se debe, saber el
verdadero nombre de un héroe ó perso-
naje histórico y la firma del autor de la
obra, siendo frecuente, hallarse tres le-
treros diversos, correspondientes á otros
tantos sujetos. Lo que sucedía con las
inscripciones, era más frecuente con los
trajes y las personas, no siendo menos
los retratos con nombres supuestos, atri-
buyéndoles títulos que no tuvieron y haza
ñas que jamás realizaron , llegando por lo
tanto, un Juan Lanas, á ser un duque,
marqués, varón ilustre ó bien un célebre
general.
Este singular medio de alterar la histo-
ria á voluntad, haciendo que un individuo
del siglo xvii representase otro del si-
glo XIII ó el XV, es tanto más censurable y
ridículo, cuanto que ni el que lo mandó
hacer, ni el que se prestó á ello, sabían
que las trusas, los gregüescos, la capa
corta y el chambergo, no fueron prendas
por entonces llevadas. Esta manía y el po-
co conocimiento de los estudios iconográ-
ficos é indumentarios, dan ocasión á que
una cabeza pintada en el siglo xvii por
autor italiano, se diga hoy con el mayor
aplomo ser D. Alfonso el Sabio, sólo por
estar su nombre puesto en el lienzo , sin
tener en cuenta que por entonces ni se pin-
taba al óleo ni se utilizaban las telas para
el caso, siendo además la forma de la letra
tan diversa en aquella época. Un retrato
que se decía encontrado en Sevilla ó Car-
mona, con su letrero correspondiente de
D. Pedro I de Castilla, fué prueba suficien-
te para acreditarle como del siglo xiv,
siendoeste yelanteriorno más queproce-
dentes de los que solían pintarse como
decoración en los frisos y artesonados de
los salones de casas solariegas ó palacios
del siglo XVI.
Otro retrato hecho al oleo y con corres-
pondiente inscripción de la misma manera
pegado en tabla, encontrado en una anti-
gua casa del Albaicín de Granada, y que
casa de Marta y Alarla (Zegers), Ofrenda á Baco
(Caballero Máximo), Andrómeda (Escuela flamenca)
y Alegoría (Sebastián Bourdón); habiéndose afor-
tunadamente librado de ser repintadas ó tal vez des-
truidas las Fe«ws (Tiziano), guardadas en la Aca-
de mia de San Fe i nando, como también la que se ha-
llaba en el palacio de El Escorial, que fué destruido.
T. III.
no es más ni menos que una cabezota de
moro con una gruesa cadena al cuello , re-
corte de un antiguo escudo nobiliario, noá
chamarileros ó rebuscadores de oficio, sino
á personas distinguidas hemos oído ase-
gurar con la mayor seriedad ser retrato de
Boabdil, último rey de Granada. Hasta el
desgraciado príncipe de V'iana, antes San
Bartolomé, pintado al temple y fondo do-
rado, que en el siglo xv compuso parte
con otros Apóstoles de un retablo del si-
glo XV, procedente de una iglesia de Borja
en Aragón, pasa hoy en una casa de la aris-
tocracia como la vera efigie de aquel des-
dichado príncipe de Navarra. Si esto su-
cede actualmente que tan conocidos son
los estudios arqueológicos y que de todo
se duda menos de aquello que halaga
nuestro amor propio, ¿que no ocurriría en
el siglo anterior, cuando íué tan desatina-
da la manía de linajudas procedencias,
embargando tanto la vanidad de los seño-
res de chupa y casacón, que para enalte-
cer su origen y acreditar sus apellidos, no
se paraban en barras, mandando pintar
colecciones enteras de retratos , desde el
rey godo D. Rodrigo hasta Carlos III, sin
cuidarse de la exactitud de los trajes y
traeres correspondientes á la época en
que brillaron?
Esto, en cuanto á los retratos de nuevo
cuño, porque tratándose de aprovechar
otros, poniendo su sobrescrito, pronto sa-
lían del paso sin parar mientes en más
pormenores.
Merced á tan ridiculas pretensiones, se
han hallado retratos de varones ilustres
en las armas y las letras cuya falta se la-
mentaba, siéndonos ya conocidos el céle-
lebre secretario de D. Juan de Austria,
D. Juan de Escobedo ' ; Fr. Gabriel Téllez
(Tirso de Molina), Medinilla, poeta y ami-
go de Lope de Vega; el marqués de Villa-
mediana y Juan Mateos, ambos célebres
en el reinado de Felipe IV ; doña Brianda
de Cárdenas, condesa de la Puebla *; Don
Pedro de Cárdenas y Villalobos, secreta-
rio que fué de los tres Felipes ^ Fr. Alon-
so Chacón, Nicolás Miranda, Diego Va-
1 Hoy lo posee D. Enrique Leguina.
2 Id. el conde de la Puebla.
3 Id. D. Segismundo Moret y Quintana.
62
boletín
lentín Díaz y Francisco Barrios, artistas
pintores; Juan Solórzano Pereyra, céle-
bre jurisconsulto, comentador de las leyes
de Indias (siglo xvii). El conde de Gages,
D. Juan Buenaventura Dumont; la mar-
quesa de Mansilla, una de las heroínas del
segundo sitio de Zaragoza; D. José Joa-
quín Ferrer, célebre astrónomo y distin-
guido matemático; D.Juan Bautista Crha-
mer, insigne músico ' ; el marqués de Ga-
moneda*; D. Fernando de Valenzuela,
ministro de Carlos II '; el cardenal Bellu-
gal, el marqués de Mirabel ■*; la marquesa
de Peña Flor ^ ; la de Águila Fuente ®;
una hija de Hernán Cortés '; y el segun-
do conde de Tendilla, D. Iñigo López de
Mendoza, con otros más de menos impor-
tancia, todos ellos con letreros supuestos
y algunos alterados y repintados sus tra-
jes, pudiendo servir de ejemplo lo dicho,
y no es bastante, para dar carta de natu-
raleza sin otros antecedentes á cualquier
retrato dudoso, sin un detenido y maduro
examen ®.
La pintura de adorno ó iluminación por
la aguada, en sus primeros ensayos, des-
pués de extinguido el recuerdo de lo que
había sido en su origen, comenzó de nue-
vo á dar muestras muy incorrectas, en
los siglos viii y IX, y en el X ya preten-
dió representar la figura humana, pero
tan deficiente y con tan groseras formas,
que apenas da razón de lo que quiere sig-
nificar. En el siglo xi, los adelantos se
acentúan y el colorido toma, especial-
mente en los trajes, algunos visos de
verdad, como lo demuestran las curiosas
pinturas del importante códice de los Tes-
tamentos de D. Alfonso el Casto, conser-
vado en el Archivo de la Catedral de
Oviedo, sin que pueda darse nombre de
retratos á las diferentes figuras con le-
treros que contiene este precioso monu-
mento.
1 Todos los señalados desde el núm. 4 hasta la nota
■5.*, los posee el marqués de Santa Marta.
2 Id. D. Manuel Salvador López.
3 Id. el marqués de la Fuensanta.
- 4 Id. id. de Mirabel.
5 Id. id. de Peñaflor. ■
6 Id. id. de Águila Fuente.
7 Id. id. de Vjllavieja.
8 Gran auxiliar para el caso es la colección de re-
tratos que hoy posee la Biblioteca nacional, proceden-
tes de la colección Carderera.
Por estas miniaturas y las notabilísimas
que decoran y embellecen los códices
de los siglos XII al xiv, se viene en cono-
cimiento que el retrato no pudo alcanzar
las necesarias condiciones para formar
juicio exacto, ni menos aproximado, de
los personajes que se pretendía repre-
sentar •.
La escultura, por el contrario, aunque
ejercida desde el siglo x al xiii por sim-
ples imagineros, fué acercándose poco á
poco al natural, hasta llegar á reprodu-
cirle con marcada naturalidad desde el
siglo XIII en adelante; considerándose ya
las obras de estas centurias, como nota-,
bles obras escultóricas, y, por lo tanto,
con todas las condiciones precisas en un
retrato, ó por lo menos con semejanza
completa del natural ^.
Los bultos sepulcrales que, ya en vida
ó poco después del fallecimiento del fun-
dador de un monasterio ó capilla se hi-
cieron desde mediados del siglo xii en
adelante, en cuyo número nación alguna
nos superó , demuestran los esfuerzos
que sus autores hicieron para conseguir
acierto en las facciones de las personas
que figuraban en sus lechos sepulcrales.
Registran algunas crónicas y manus-
critos antiguos, varios retratos pintados
al temple, que hasta los primeros años
del presente siglo se han conservado, se-
ñalándose especialmente el de D. Alfon-
so VIII que había en el Hospital del Rey
cerca de Burgos; el de doña Berenguela,
hija de aquél, en el real monasterio de las
Huelgas ^; los de D. Jaime I y sus hijos
que sobre un muro fueron pintados en
una antigua capilla de San Jorge, hoy
1 Los iluminadores y miniaturistas de que tenemos
noticia en el siglo x fueron Vigila, Sarracino y Gar-
cía; en el siglo xm Pedro Pamplona; en el xiv Gar-
cía Martínez y en el xvi F. Felipe, Luis Sánchez,
Alonso Vázquez, Bernardino Candamo con otros
varios que hasta el siglo xviii trae Cean Bermúdez
en su curioso Diccionario de Profesores de Bellas
Artes.
2 Consideramos como retratos muchos de los bul-
tos sepulcrales de reyes, príncipes é infantes y otros
varones ilustres en las armas y las ciencias délos
siglos xiii al XV, y así lo consignamos en sus respec-
tivos artículos.
3 Estos retratos con multitud de curiosidades y
alhajas artísticas, desaparecieron del monasterio
cuando las tropas de Napoleón ocuparon á Burgos
durante la guerra de la Independencia.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
63
convento de monjas que en Valencia
fundó dicho Monarca; los de tres prioras
de apellido Carnol, pintadas de cuerpo
entero sobre las cajas de madera que con-
tienen sus restos, en el monasterio real
de Sixena; otro de doña Sancha, en el
mismo cenobio, y por último, el curiosí-
simo de una infanta, hija de D. Jaime el
Conquistador, que existe en el lado del
Evangelio de la capilla mayor de la Seo
de Zaragoza, obras todas ellas de los si-
glos XIII y XIV.
Algunos otros retratos pudieran citar-
se pintados al temple que han formado
asuntos de historia sagrada, pertenecien-
tes á la época de D. Enrique II y III de
Castilla, con otros que aún existen en al-
gunos altares de las iglesias de Navarra,
Aragón, Cataluña y Valencia '.
A mediados del siglo xv, el retrato, por
haber alcanzado el arte grandes adelan-
tos, puede considerarse con grandes vi-
sos de verdad, como lo demuestra el fa-
moso cuadro votivo de los Reyes Cató-
licos y sus hijos, que procedente del su-
primido convento de Santo Tomás de
Avila, se encuentra hoy en el Museo del
Prado, catalogado bajo el número 2184,
y otros que se ven en una curiosa ^abla,
del primer auto de fe celebrado en Avila
existentes también en dicho Museo.
El grabado, por otra parte, que ya antes
del siglo XV había dado muestras de exis-
tencia por medio de los Nidos ó impron-
tas sacadas por los plateros, origen aca-
so del descubrimiento de la Imprenta y
contemporáneo de la pintura al óleo,
fué de gran provecho, ya haciendo retra-
tos para las obras que se comenzaron á
publicar, ó bien reproduciéndolos por se-
parado, cuyos trabajos en muchas oca-
siones han ayudado y sirven de compro-
bantes, para los que, á falta de letreros,
fueron pintados desde el siglo x vi al xviii*.
Vicente Poleró.
(Continuará.)
LA SOCIEDAD DE EXCURSIONES EN ACCIÓN
1 Entre otros, deben citarse el del marqués de San-
tillana en una capilla fundada por dicho señor en
1457 en Buitrago; el de D. Avaro de Luna, en la de
Santiago de la catedral de Toledo, y el de mossén En-
rique Cribell, de últimos del siglo xiv, que poseyó
D. Valentín Carderera.
2 Hasta mediados del siglo xvi no se hicieron retín
Velada en el Ateneo de Madrid.— Excursiones
realizadas á Segovia é lllescas.
.^■^ RiLLANTÍsiMO aspecto ofrccía, la no-
che del 2 del pasado Marzo, el ele-
T); ¡j gante salón de actos del Ateneo de
Madrid: se conmemoraba con una
velada el segundo aniversario de la fun-
dación de la Sociedad Española de Ex-
cursiones, que cada día cuenta con mayor
número de simpatías en la opinión, y á
cada momento ve engrosar sus filas con
valiosas personalidades; y un público tan
numeroso como selecto, poblaba los esca-
ños de la docta casa, ocupando en total
sus localidades del salón y tribuna ; hace
tiempo que no veíamos concurrencia tan
escogida en el Ateneo, por lo que la co-
misión organizadora, merece plácemes
entusiastas.
Dio principio la velada leyendo el se-
ñor Alvarez Sereix, con notable entona-
ción, y de la manera que el sólo sabe ha-
cerlo, una oda, del eximio poeta Sr. Gon-
zalo de Castro, que el público aplaudió
entusiasmado, por los hermosos pensa-
mientos que á cada paso cautivan la aten-
ción del que saborea tan hermosa poesía:
está dedicada Al Siglo XIX, y en ella se
cantan las valiosas conquistas, los es-
fuerzos inauditos llevados á cabo por el
hombre, para avanzar más y más en el
camino del progreso. Contento puede es-
tar el autor, pues el Sr. Sereix, hizo re-
saltar las bellezas todas de la oda, leyén-
dola magistralmente.
Dieron á conocer también sus produc-
ciones, escritores tan reputados como los
Sres. Palacio (D. Manuel), Palau, Feliu
y Codina y Vahamonde: el primero cau-
tivó al auditorio con sus chispas, peque-
ños poemas diríamos nosotros , en que la
luz centellea, en que van envueltos en
medio de frases ingeniosas, pensamien-
tos profundos, tristes reflexiones y ense-
ñanzas provechosas; el público, que oía
tos de cuerpo entero; Vassari dice que el retrato que
Tiziano hizo de D. Diego Hurtado de Mendoza, de
cuerpo entero, dio motivo á ponerse en práctica el
uso de los retratos de esta clase.
64
boletín
con delectación tan hermosos versos,
pedía más y más, y el bueno de D. Ma-
nuel, que se remoza en tales momentos,
se mostró galante con el concurso, ha-
ciendo oir lo mejor de su repertorio tan
extenso como escogido.
Palau dio á conocer fragmentos de un
poema, varios sonetos, y su oda Al carbón
de piedra, composición que pudiéramos
llamar del género científico, que con tan-
ta fortuna cultiva el ilustre ingeniero.
Felíu y Codina recitó admirablemente
su precioso romance La Tuna, en el que
describe de modo maravilloso escenas
estudiantiles, de los tiempos en que Al-
calá de Henares era emporio de la cien-
cia; dicha composición, en cuyo elogio
sólo hemos de decir que es digna de la
fama del autor de La Dolores y de Miel
de la Alcarria, forma parte del Álbum
de Alcalá, que por iniciativa del Sr. Don
Lucas del Campo pronto verá la luz pú-
blica.
Fernández Vahamonde declamó su her-
mosa leyenda La Abadía, composición
del género romántico, que fué escu-
chada con grandes muestras de agrado
por parte del público y aplaudida des-
pués ruidosamente. El Sr. Vahamonde
irá lejos, si continúa trabajando y des-
echa ese temor que otros con menos mé-
ritos que él hace tiempo perdieron.
Y tócanos ahora, para terminar, ocu-
parnos en la parte más simpática de la ve-
lada; nos referimos ala intervención que
en la misma tuviéronlas señoritas María
Ángulo, Luisa Garín y Matilde Torija.
La primera , elegantemente vestida,
cantó de manera inimitable un aria de la
ópera Carmen y la de Margarita de Me-
fistofele; en ambas demostró su exce-
lente educación musical y buen gusto,
premiando el público con estrepitosos
aplausos su trabajo y pidiendo la repeti-
ción del aria de Margarita, que por mo-
destia exagerada de la señorita Ángulo,
nos vimos privados de volver á oir.
Luisa Garín cantó el aria de la ópera
vascongada Pudente y el rondó final de
Sonámbula , demostrando sus buenos
conocimientos artísticos y sus grandes
facultades como tiple ligera: fué aplau-
didísima.
Matilde Torija cautivó por su hermo-
sura y su manera de tocar el piano : eje-
cutó, Una página de Heller , y Legge-
ressa, demostrando en ambas su pasmo-
sa ejecución y exquisito gusto, que para
sí quisieran otros maestros que hemos
oído en el Ateneo.
Dio término tan agradable fiesta con la
Tarantella de Gotschalk , ejecutada á
cuatro manos por las señoritas Torija y
Ángulo, que fué maravillosamente toca-
da; el público tributó una gran ovación á
las dos señoritas, que á su gran distin-
ción reúnen conocimientos más propios
de maestros que de aficionadas.
Los individuos de la Sociedad de Ex-
cursiones siempre guardarán gratitud
para cuantos tomaron parte en fiesta tan
agradable. Reciban el testimonio de la
misma los Sres. Feliu , Palacio , Gonzalo
de Castro, Vahamonde y Palau, así como
las señoritas Torija, Garín y Ángulo, es-
pecialmente estas últimas, que fueron el
mayor atractivo de la velada.
Pecaríamos de injustos si no hiciéra-
mos mérito de la comisión organizadora,
y especialmente del alma de la misma,
Sr. Alvarez Sereix, que con su incansa-
ble actividad, lo dispuso todo de modo
que la fiesta resultara tan brillante, como
pudieron apreciar cuantos á ella asis-
tieron.
La Sociedad de Excursiones adquie-
re cada día mayor importancia, debido á
la labor incesante de su ilustre presidente
el Sr. Serrano Fatigati, y no tardará en
llegar el día en que, vencidas las peque-
ñas dificultades con que hoy lucha para
su amplio desarrollo , los socios de la
misma puedan visitar á poca costa, y lo
más cómodamente posible, los mil monu
mentos é ignoradas preciosidades artís-
ticas que por todos sus rincones guarda
nuestra querida España, signos de otras
edades, en las cuales el arte y la ciencia
estaban más atendidos que lo están hoy,
que tanto blasonamos de progreso.
F. Calatraveíño.
El domingo 24 de Marzo, en el último
tren de la noche, regresó de Segovia y La
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
65
Granjalacomisiónexpedicionaríade nues-
tra Sociedad, compuesta de su Presidente
Sr. Serrano Fatigati y los Sres. Bosch
(D. Pablo), González Revilla, Mediavilla,
Navarro Amandi y Rosell, viniendo agra-
decidos todos sus individuos á las delica-
das atenciones que con ellos han tenido
los sabios ingenieros Sres . Breñosa y
Castellarnau, delegado éste último de la
Sociedad en Segovia.
Los viajeros estudiaron el hermoso
acueducto, la iglesia de San Millán, los
pórticos de San Martín y San Esteban, la
torre elegantísima de éste último templo,
el alcázar y sus trabajos de restauración,
la catedral y su claustro, la antigua sina-
goga del Corpus Christi, la Vera Crus,
el Parral, el Tanto Monta, las casas del
comunero Bravo , marqués de Alpuente
y la llamada de los Picos y el famoso
Santo Cristo perteneciente á la Sra. Mar-
quesa viuda de Lozoya,siemprebenévola
y bondadosa con los forasteros.
El cronista de la excursión dará cuenta
en breve en el Boletín del resultado de
sus trabajos.
También el 28 del pasado mes de Abril
se verificó la anunciada excursión ala villa
de Illescas (Toledo), á que concurrieron
el Presidente y Vocal de la Sociedad, se-
ñores Serrano Fatigati y Herrera, y los
Sres. Bochs, Florit, Foronda, Mediavilla,
Stuyck y \'argas. Acompañados nues-
tros consocios por las autoridades civiles
y eclesiásticas de aquella villa y por va-
rios señores particulares, examinaron los
monumentos y curiosidades que encierra,
regresando á la corte satisfechos y agra-
decidos á las finas atenciones de que fue-
ron objeto.
-c^-<^'-eKi.<bJ!^«).«y?> o^-i •
NUEVA SOCIEDAD EXCURSIONISTA
LA SOCIEDAD PORTUGUESA DE EXCURSIONES
*N0 de nuestros más entusiastas
compañeros, cuyas anuales ex-
cursiones veraniegas al vecino
Reino le han proporcionado in-
equívocas muestras de afecto por parte
de las más distinguidas personalidades
lusitanas , tuvo el verano último la feliz
idea de dar á conocer nuestra Sociedad al
Excmo. Sr. D. Alvaro Rebello Valente.
Este distinguido caballero, cuyas aficio-
nes artísticas son bien notorias, como lo
demuestra el constante estudio de los más
notables y menos conocidos monumentos
arquitectónicos de Portugal , cuyas foto-
grafías obtiene con rara habilidad y gran
sentimiento de arte, recordando que allá
ensus años juveniles había formado parte
en Italia de una de estas análogas Socie-
dades, oyó con singular complacencia
cuanto á la Española de Excursiones se
refería, y entrando á formar parte de la
misma, concibió desde luego el proyecto
de constituir en Porto una Sociedad ex-
cursionista bajo bases análogas á las que
á la nuestra informan.
Satisfacción grande nos produjo el
ingreso en la Sociedad del Sr. Rebe-
llo Valente, á quien manifestamos al
punto nuestras simpatías invistiéndole
con el cargo de delegado nuestro en
Porto.
Así las cosas, hemos recibido un nú-
mero del notable periódico portuense O
Prirneiro de Janeiro , correspondiente
al 22 de Marzo próximo pasado, dándo-
nos la agradable noticia de la constitu-
ción en Porto de la Sociedad portuguesa
de excursio}ies,no\.\c\di que era ya imposi-
ble dar á nuestros consocios, no sólo por-
que el día en que tan grata nueva reci-
bimos se hallaba en prensa el número de
nuestro Boletín, correspondiente all." de
Abril, sino también porque consideramos
el suceso de tanta importancia que no po-
díamos limitarnos á darle á conocer sin
dedicarle algunas frases que reñejaran la
simpatía en que acogemos á nuestra her-
mana Portuguesa, los votos que hacemos
por su prosperidad, y las seguridades que
abrigamos de los grandes servicios que
ha de prestar á la ciencia y á las artes
una corporación, que, al iniciarse, cuenta
ya en su seno con el apoyo y cooperación
de personajes tan ilustrados como distin-
guidos.
Pero dejemos á O Primeiro de Janeiro
el relato de tan importante aconteci-
miento ;
66
boletín
"Sociedad Portuguesa de Excursiones.
Con esta denominación, y con ramifica-
ción en diferentes comarcas de nuestro
país, trátase de crear en Porto una Socie-
dad cuyo objeto es, según el proyecto de
sus Estatutos, el estudio de nuestro país
bajo los puntos de vista científico, histó-
rico, literario, artístico y pintoresco.
A este fin se reunieron anoche en el sa-
lón de nuestro estimado colega Commer-
cio do Porto, los señores :
D. Benito Carqueja, distinguido botáni-
co; el Director de la Escuela de Medicina;
Consejero D. Wenceslao de Lima, profe-
sor de mineralogía y geología en la Aca-
demia Politécnica; el Dr. Gómez Ferrei-
ra, ilustradísimo director del Comercio
de Oporto; los ingenieros Teixeira, Le-
ranjeira, profesores de la Academia Poli-
técnica; D. Manuel de Alburquerque, bo-
tánico distinguido, y D. Francisco de Al-
burquerque; el Médico doctor, D. íuanBa-
rreira , eximio escritor ; el arqueólogo
D. Alfredo Alvés; el agricultor y anticua-
rio insigne D. Manuel S. Romao; D. Alva-
ro Rebello Valente, delegado de la Espa-
ñola de Excursiones; el Sr. Roha Peixoto,
arqueólogo naturalista; D. Joaquín Pa-
checo, copropietario del Comrnercio do
Porto, y otros.
Leído el proyecto de Estatutos presen-
tado por el Sr. Rebello Valente, ferviente
y entusiasta iniciador de la Sociedad, fué
aprobado por unanimidad con ligeras al-
teraciones, propuestas por los Sres. Gó-
mez, Teixeira, Lima y Carqueja.,,
Una de las disposiciones del proyecto de
Estatutos es la siguiente:
"La sociedad se divide ¡en cuatro sec-
ciones, á saber: a) Ciencias naturales,
b) Ciencias históricas, c) Literatura, d)
Bellas artes.,,
Dispone también el proyecto que " en
cualquier localidad donde exista un cierto
número de socios, podrá ser constituida
una delegación administrativa de la Co-
misión central.,,
"La cuota anual de los socios es de 3.000
reis.„
Respecto á excursiones, el proyecto de
Estatutos dispone lo siguiente:
"Todos los años habrá una excursión or-
dinaria y las excursiones extraordinarias
que la Comisión ejecutiva juzgue conve-
niente organizar. „ "Cuando la Comisión
ejecutiva lo juzgue conveniente, organi-
zará conferencias científicas y literaria.s
en los puntos donde tenga lugar la excur-
sión.„
Se acordó gestionar la inmediata aproba-
ción de los Estatutos por la autoridad com-
petente, para que pueda quedar en breve
y definitivamente constituida la Sociedad
y dirigir circulares en la capital y en pro-
vincias con objeto de admitir adhesiones.
De esperar es que esta idea tenga bri-
llante acogida y que contribuya á des-
arrollar entre nosotros el gusto por el gé-
nero de excursiones que la sociedad se
propone realizar, como sucede en otros
países, y señaladamente en España, don-
de existe una floreciente sociedad de esta
clase.,,
Reciba, pues, nuestra ilustre hermana
al más cariñoso saludo ; reciba nuestro
digno delegado, Sr. Rebello Valente, las
más sinceras felicitaciones , á las cuales
se unirán las de todos cuantos por el pro-
greso de la ciencia, las artes y las letras
se interesen, porque de seguro con nada
podría haberlas prestado mayor servicio
que con la creación de un cuerpo ilustre
que, llevando á los pueblos que recorra
en sus excursiones el convencimiento de
que la conservación de aquellos monu-
mentos, resto hoy de las pasadas grande-
zas de que fueron testigos , es una de las
mayores muestras de cultura que la edad
presente puede ofrecer á la venidera.
Si en los últimos tiempos hubieran exis-
tido sociedades de esta índole, no lamen-
taría Portugal, ni lamentaría España, la
desaparición de tantas y tantas riquezas
como la piqueta demoledora de la revo-
lución y la más demoledora aún de la ig-
norancia han destruido.
Adelante, pues, en tan noble empresa y
hagamos votos porque, en día no lejano,
nos hallemos ambas sociedades reunidas
en una de esas conferencias de que habla
el proyecto de estatutos, y en la cual can-
temos fraternalm.ente las excelencias de
nuestras respectivas arquitecturas na-
cionales la mudejar y la manuelina en
los ricos idiomas de Camoés y Cervantes.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
67
De hoy para siempre, sepa la Sociedad
Portuguesa de Excursiones que hallará
en nosotros la más leal y afectuosa co-
rrespondencia, y que los individuos de
aquélla que nos honren con su visita, se-
rán, por el solo hecho de formar parte de
la Sociedad Portuguesa, recibidos y con-
siderados cual si nuestros propios con-
socios fueran.
La Redacción.
SQ<§@lOXt OHI©lflJa
BIB]i,IO@ElflH,TH
La Sociedad de Excursiones en IVIayo.
La Sociedad Española de Excursiones
realizará una á las villas de Ocaña y Ye-
pes (Toledo) en los días 18 y 19 de Mayo,
con arreglo á las condiciones siguientes:
Salida de Madrid (estación de Atocha),
el 18 á las 7h 15' de la mañana.
Llegada á Ocaña, á las lOíi 31' mañana.
Salida de Ocaña para Madrid, el 19 á
las llh 47 de la mañana.
Llegada á Madrid, á las 4^ 25' tarde.
Monumentos que se visitarán. — En
Ocaña: iglesias de Santa María, San Pe-
dro, San Juan y San Martín; restos del
castillo, etc.
En Yepes, la magnífica colegiata.
Cuota. — Treinta pesetas, en que se
comprende el billete de segunda clase de
Madrid á Ocaña y viceversa, asiento de
coche á Yepes, manutención y gratifica-
ciones.
Para las adhesiones á esta excursión,
dirigirse de palabra ó por escrito hasta el
día 17 á las 7 de la tarde, acompañando
la cuota, al Sr. D. Enrique Serrano Fa-
tigati, Presidente de la Sociedad, calle de
las Pozas , núm. 17. Los Sres. Socios
adheridos deberán estar en la estación
quince minutos antes de la salida del tren.
Madrid 1.° de Mayo de 1895.— El Secre-
tario general, Vizconde de Palazuelos.
— V.^ B.° El Presidente, Serrano Fati-
gati.
Juventud.
Si conoces, carísimo lector, á Federico
Degetau, si has entretenido tu imagina-
ción con la ingeniosa trama de El Secre-
to de la Domadora, ó si has meditado al-
gún momento en los profundos problemas
expuestos, bajo forma amena é intere-
sante, en la colección de cuentos titula-
dos Para el viaje; no necesito decirte
más, sino que el epígrafe que sirve de
encabezamiento á estas líneas , figura en
la portada de una nueva obra del referi-
do autor, que verás expuesta estos días
en los escaparates de todas las librerías.
Mas si por acaso no hubieras entablado
aún relaciones literarias con el distingui-
do escritor puerto-riqueño, si el género
que cultiva te fuese desconocido, enton-
ces permíteme que dedique unos cuantos
renglones nada más á su última produc-
ción.
Juventud, es un volumen en 8.°, de cer
ca de 400 páginas, elegantemente impre-
so, que revela en todos sus detalles tipo-
gráficos el cuidadoso esmero con que De-
getau atiende á presentar los hijos de su
ingenio pulcramente acicalados ante las
miradas del público. No se crea, sin em-
bargo, por lo que dicho queda, que la
bondad del papel y los primores de la
impresión son las cualidades distintivas
de la novela que me ocupa, porque esto
equivaldría á decir, que bajo una brillan-
te capa se esconde un mal bebedor, cuan-
do justamente es todo lo contrario, por-
que la obra de Degetau, aun impresa en
el peor papel posible y en la imprenta
más pésima de Madrid , resultaría siem-
pre, en mi humilde concepto, una novela
de buena casta, digna de ser leída por
toda persona de buen gusto artístico.
No hay que buscar en Juventud trage-
dias espeluznantes, crímenes á granel ó
descripciones pornográficas de esas que
tan frecuentes son en las producciones
contemporáneas á título de estudios del
documento huniano, que con tal motivo
resulta con efecto un documento, pero
recogido en las carretillas de los barren-
deros, con todas las máculas propias de
b8
boletín
los papeles que á tan desdichado extre-
mo vienen á parar. El documento estu-
diado por Degetau es limpio y decente.
Lo mismo el fondo, delicadísima trama
entretejida con singular primor, que la
forma correcta y trabajada á conciencia
hacen al libro presentable y admisible en
todas partes, sin dejar por ello de ser
atractivo en alto grado.
Algo tal vez pudiera suprimirse en la
novela, que por su carácter episódico dis-
trae algún tanto la atención en el último
tercio de la narración; pero hay que tener
en cuenta que Degetau es, ante todo, un
profundo pensador, preocupado muchas
veces con las más graves cuestiones so-
ciales, y que esto ha de conocerse forzo-
samente en sus obras, sobre todo cuando
acontece como en el caso de que se trata,
en el que la acción de la novela se rela-
ciona directamente con problemas tan pa-
vorosos como la abolición de la pena de
muerte; con todo lo cual, y en último ex-
tremo, nada va perdiendo el lector.
Por lo demás, los caracteres están estu-
diados del natural á la perfección y en to-
dos sus detalles. Lo mismo el tipo her-
mosísimo de Pepe, el protagonista de la
obra, que personifica la juventud con to-
dos sus entusiasmos, que las delicadas
figuras de la criolla Suncha y de su ma-
dre; las personalidades simpáticas del
Dr. Sánchez y de doña Angeles, y las pi-
carescas de la condesa de Arete y del pe-
riodista Emilio, revelan un profundo es-
píritu de observación y un .dominio de los
recursos literarios, que dan por resultado
el gran interés que inspiran los persona-
jes que intervienen en la acción, aun los
más secundarios, todos ellos dibujados de
mano maestra. La parte descriptiva no le
va en zaga, y páginas enteras, arrancadas
del libro de Degetau, podrían, sin incon-
veniente alguno, intercalarse entre las de
las novelas de nuestros más ilustres es-
critores contemporáneos.
En resumen , Juventud es una pfoduc-
ción que honra á la literatura patria, y
abrigo la esperanza que, de ser conocida
como se merece, si no proporciona á su
autor los grandes rendimientos que obras
de esta índole alcanzan en el extranjero,
por lo menos obtendrá la consideración y
el aplauso de todos los amantes de lo ver-
dadero, de lo bello y de lo bueno.
A. D. J.
* *
Apuntes de sigilografía española ó estudio de los
sellos que autorisan los documentos antiguos de
España , precedidos de unas nociones de carácter
general , por Manuel Fernández Mourillo, Archive-
ro-bibliotecario, Licenciado en Derecho.— Madrid,
Avrial , 1895. En 8.°, 96 páginas.
El libro del Sr. Mourillo, á más del pre-
liminar, que bien pudiera llamarse Intro-
ducción al estudio de la sigilografía, está
dividido en "Parte general,, y "Parte es-
pecial,,.
En la primera trata en términos gene-
rales de los sellos, sus nombres, historia,
clasificación, maneras de adherir los se-
llos á los documentos, tamaños, materias
empleadas en los mismos y medios de
conservarlos, figuras, tipos y leyendas.
En la segunda parte se ocupa de los se-
llos españoles por regiones y por épocas,
así de los de reyes y príncipes , como de
los de reinas, infantes, nobleza y corpora-
ciones; dedicando la última sección, ó sea
la quinta, á los sellos eclesiásticos.
Las descripciones están bien detalla-
das, y revelan conocimiento de la ciencia
heráldica y de todos los diferentes ramos
de la arqueología.
Las inscripciones y leyendas que con-
tienen los sellos están copiadas con mu-
cho esmero.
El libro del Sr. Mourillo es de suma
utilidad á cuantos se dedican al estudio
de las ciencias históricas. Le faltan las
láminas á tan importante obra; pero el
autor excusa esta omisión en su prelimi-
nar: "Bien comprende el que esto escri-
be, que su trabajo queda incompleto sin
un álbum ó láminas que facilitasen el co-
conocimiento gráfico de los sellos descri-
tos; pero dificultades de diversa índole le
impiden, al presente, realizar sus propó-
sitos en este punto. „
1.081. Establecimiento tipográfico de Agustín Avrial,
San Bernardo, 92.— Telé/. 3074
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^L.
BOIvBTlN
DE LA
SOCIEDAD ESPAiU DE EXCÜRSIOIS
DIRECTOR:
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
AÑO III
nvtadria 1-° de jrvuiio de 189S
NÜM. 28
EXCURSIONES
EXCURSIÓN PARTICULAR
A LA factoría DE MATAGORDA
N la hermosa bahía Gaditana, fren-
te al muelle y fuerte de Punta-
les, álzase una naciente población
obrera, que, si bien menor en ex-
tensión que sus hermanas, las antiguas
y alegres ciudades de Cádiz, San Fer-
Tiando, Puerto Real y Puerto de Santa
María, que pueblan la extensa bahía, no
por ello deja de ser menos bulliciosa que
aquéllas, gracias á la industria y labo-
riosidad de sus moradores. Tal pobla-
ción conócese con el nombre de Facto-
ría de Matagorda, y está constituida ex-
clusivamente con obreros y empleados
de la Compañía Trasatlántica.
La excursión á ella verificada en el pa-
sado mes de Abril, fué de cuantas he
realizado desde la fundación de la Socie-
dad, una de las que mejores y más agra-
dables recuerdos ha dejado en mi memo-
ria.
Recorriendo aquellos grandes y orde-
nados talleres, donde cada uno tiene su
puesto; contemplando el hermoso dique
seco y visitando las extensas dependen-
cias, ensánchase el ánimo, y la alegría
renace en el corazón de todo buen espa-
ñol, al admirar aquel adelanto y activi-
dad, aquella gran maquinaria, aquellos
almacenes, y finalmente, aquel orden que
T. III.
en todo reina, á que, por desgracia nues-
tra, tan poco acostumbrados estam.os los
españoles. Obsérvase en el Astillero un
esmero y cuidado en todo lo que se refie-
ra á amparar y proteger á la clase traba-
jadora, que no parece sino que una ma-
dre atenta y cariñosa vela por ella. Allí
tiene el obrero iglesia donde poder cum-
plir con los deberes religiosos, asilo para
huérfanos, escuela de niños y niñas, tea-
tro para distraerse los días festivos, bi-
blioteca popular donde encontrar sana é
instructiva lectura, farmacia y asistencia
médica gratuita ', cocina económica, en
una palabra, todo cuanto pueda contri-
buir á amparar y proteger á los numero-
sos y honrados operarios; pues á ellos,
que con sus esfuerzos é inteligencia con-
tribuyen al desarrollo y engrandecimien-
to de la Compañía, debe ésta, y tal es la
teoría sustentada por su digno presiden-
te el Sr. Marqués de Comillas, consagrar
una gran parte de su capital.
En un cuarto de hora escaso hácese la
travesía desde el muelle de Cádiz á los
Astilleros. Al irse aproximando, y antes
de atracar, nadie puede suponerse la acti-
vidad y movimiento que allí reinan, ocul-
1 Llegando la generosidad de la Compañía hasta
costear los gastos al obrero que por prescripción fa-
cultativa necesita aguas minerales.
70
boletín
to como está por los numerosos barcos
que en espera de carena ó recomposición
hállanse fondeados en la ensenada.
Saltamos al muelle, y lo primero que
nos llama la atención es el dique seco.
Mide 156 metros de eslora por 27 de man-
ga, y 7,70 de calado. Empezó á cons-
truirse en Agosto de 1872, y se inauguró
en Julio de 1878 con la entrada del vapor
correo Guipúscoa.
Las compuertas son metálicas y las
bombas de desagüe tardan tres horas so-
lamente en hacer el achique de tan in-
menso depósito.
El antedique ó dársena tiene más de
8.000 metros cuadrados de superficie, y
dos muelles laterales, provistos de vía
férrea en comunicación directa con la
red de ferrocarriles andaluces. Además,
gran número de grúas, una cabria de ar-
bolar de 60 toneladas de fuerza, movida
á vapor, y un material completo de fe-
rrocarril de vía estrecha , facilitan el
buen servicio del Astillero.
En la grada grande, de 145 metros de
eslora por 19,5 de manga, álzase, ya pró-
ximo á ser lanzado al agua, el casco de un
vapor que con destino á una Compañía
naviera de Filipinas construye la Tras-
atlántica.
Siguiendo por el lado derecho, confor-
me desembarcamos, se llega al taller de
herrería de ribera, donde entre ensorde-
cedor estrépito, se trabajan y ajustan las
planchas que han de formar el casco de
las embarcaciones. A continuación está
el taller de botes y embarcaciones meno-
res, y después el de mecánica y carpin-
tería. En estos extensos talleres se cons-
truyen desde las obras más finas y deli-
cadas como el modelito del Joaquín del
Piélago, que figuró en la Exposición de
Chicago, hasta las más toscas y ordina-
rias obras de carpintería, como bancos
de pino, piezas de arboladura, etc., etc.
Conista este edificio de dos pisos; el
bajo, en que se cortan, labran y ajustan
las maderas, y el alto, en que está instala-
da la sala de trazados y las de barniz y
tapicería. Vi en dichos talleres tres útiles
inventos, debidos al estudioso jefe de di-
chos talleres, Sr, García Cabezas. Uno de
ellos es un banco que, colocado sobre Ki
cubierta de un barco , se transforma en
un momento, por medio de sencillo me-
canismo, en bote salvavidas '. Otro es
una balsa que, plegada, ocupa reducido
espacio, y en caso de necesidad puede
sostener gran número de náufragos, y,
por último, el tercero lo contituye un ca-
jón muy manejable que, con gran facili-
dad se transforma en altar, sirviendo
al mismo tiempo para guardar los orna-
mentos sagrados.
En la parte izquierda del Astillero están
los talleres de forja, ajuste y calderería,
los de maquinaria, electricidad, galvano-
plastia, almacenes de modelos, tahona,
farmacia, oficinas, casa de bombas y ma-
terial de incendios, etc., etc. Últimamente,
en la parte central correspondiente á la
cabeza del dique, está el almacén de
maderas, el de excluidos, el laboratorio
químico y el almacén general, donde, per-
fectamente ordenado y pronto para utili-
zarlo, se halla todo cuanto puede necesi-
tarse en un barco, tanto para su manejo
y mantenimiento como para el servicio
del pasaje y tripulación.
Hay además en la Factoría de Mata-
gorda un completo material de salva-
mento de buques, con escafandras y de-
más aparatos modernos á tal uso desti-
nados; un depósito de 5.000 toneladas de
carbón Cardiff, al que pueden atracar los
buques directamente; agua dulce; gran
número de piezas de respeto para recom-
posición de máquinas y calderas; depósi-
tos de motonería, jarcias y demás pertre-
chos de aparejo; en fin, todo cuanto pueda
necesitar un barco para estar listo y ha-
cerse á la mar.
Rodeados de jardines, contribuyendo
así á dar un bello y alegre aspecto al
Astillero, al mismo tiempo que eleva los
altos fines que la Compañía se propone,
álzanse los siguientes edificios. Una igle-
sia de estilo bizantino construida según
los planos y bajo la dirección del Sr. Gar-
cía Cabezas, y á los lados, como comple-
mento, una escuela y un asilo de huérfa-
nos. Además hay un teatro que, aun cuan-
do hecho de madera , por exigirlo así la
proximidad del fuerte de Matagorda, ya
1 S: usa ya en algunos vapores trasatlánticos,
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
71
lo quisieran algunas capitales de pro-
vincia.
En medio de todo, y como presidiendo,
está colocado el monumento dedicado al
fundador de la Compañía, D. Antonio Ló-
pez. Alzase su estatua, fundida en bron-
ce, sobre un pedestal de piedra cuyas cua-
tro caras representan alegóricamente los
cuatro puertos principales de Cádiz, Bar-
celona, Santander y la Habana, donde la
flota Trasatlántica hace sus escalas.
Hecha esta ligera reseña de cuanto vi
en mi excursión, réstame únicamente
dar las gracias á los Sres. Salvador Ma-
ristani , Gil y García Cabezas, por su
atención y amabilidad al enseñarme todo
cuanto digno de verse hay en la Factoría,
y especialmente á este último, que me
acompañó durante las tres horas que du-
ró la visita. Y como dato para que los
lectores puedan juzgar de la utilidad y
beneficios que á la clase obrera reporta
la Com_pañía Trasatlántica, haré constar
que la suma pagada anualmente en con-
cepto de pensiones á individuos inutiliza-
dos ó envejecidos en el servicio ó á las
familias de los muertos en el cumplimien-
de su deber, excede de setenta y cinco
mil pesetas ; y que lo satisfecho en con-
cepto de sueldos y material por la Dele-
gación de Cádiz, pasa un año con otro, de
diez millones de pesetas.
Pelayo Quintero.
—^■¥>i-^-
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
LA ESTACIÓN PREHISTÓRICA
DE
I
UCLÉS PREHISTÓRICO
pCLÉs ha sido estudiado bajo varios
aspectos. Celebrada fué por los
entomólogos la riqueza y varie-
'^^¡^ dad de su fauna; cantaron los poe-
tas las hazañas de sus caballeros; repeti-
das veces los historiadores vinieron á ho-
jear las páginas tan gloriosas de su histo-
ria: hoy día, aquí lo mismo que en otros
puntos de la Península y demás partes
del mundo, sopló el viento ala prehistoria.
¿Quién podrá conjeturar cuántos teso-
ros arqueológicos hubiera de entregar-
nos el atento estudio de este suelo cuyas
riquezas con pie indiferente ó distraído
hace catorce años vamos pisando? Por lo
alto de los collados, dentro del desecado
lecho.de los torrentes, en la superficie de
los labrados campos, hasta mezclados con
el polvo de los caminos, no es raro en-
contrar vestigios de un arte primitivo,
bosquejados productos de la naciente in-
dustria humana: hachas de pedernal, pun-
tas de flechas (fig. 1), instrumentos de pie-
dra (fig. 2), punzones de hueso (fig.3),con-
Fig-. I.*'— Punta de
flecha.
Fig. 2.^— Instrumento de
piedra.
chas horadadas (fig. 4), fragmentos de una
cerámica rudimentaria (fig. 5).
Poseen la mayor parte de los pueblos
vecinos gran número de hachas pulimen-
tadas, las cuales consideran todavía mu-
chos como preciosos amuletos contra el
rayo. Los romanos y griegos las llama-
ron ceraimias; los franceses, pierres du
tonnerre; aquí las apellidan rayos ó cen-
tellas.
En Alcásar del Rey me entregó D. Luis
Valdecabras, diputado provincial de
Cuenca, tres de los dichos instrumentos,
en cuyo número se encontraba una mag-
nífica de fibrolita, la más hermosa, según
parece, de las que hasta ahora se han en-
contrado en España. En Almendros reco-
gí unas sesenta y varias en otros puntos
de la región.
Sin embargo , en ninguna parte apare-
cieron más abundantes que en Segóbriga
los restos de las primeras civilizaciones
1-^
boletín
que fuéronse desarrollando en este país.
Segóbriga es una antigua ciudad roma-
na asentada en la orilla del Giguela^ ria-
chuelo afluente del Guadiana.
Un anfiteatro medio rellenado, las rui-
nas de un templo y numerosos' edificios
públicos, gigantescos pedazos de mura-
cerro de Cabeza del Griego, ora en las se-
pulturas visigóticas.
Nadie, sin embargo, sospechó hasta es-
tos últimos tiempos que, á poca distancia
de la ciudad, existiese una cueva profun-
da é inexplorada, en cuyas tortuosas ga-
lerías yacían sepultados muchos restos
de la edad neolítica y de la del cobre puro.
I r '<
'é
Fig, 4.* — Fragmento de concha horadado.
En 1892 un guarda bosque de D. Gre-
gorio Alonso y Grimaldi, al levantar una
piedra, tropezó con esa gruta cerrada
desde tantos siglos; pero no atreviéndose
á penetrar, la señaló á D. Pelayo Quinte-
ro y Ataurí, quien se sirvió indicármela
y bajar á ella para que después fuésemos
á hacer detenidas excavaciones; lo que
comenzamos á verificar en Octubre del
mismo año; pero habiendo tenido mi ami-
go que marchar á Madrid, no por esto
quise dejar de seguir el emprendido tra-
bajo.
Duraron las excavaciones desde Octu-
bre 1892, hasta Septiembre 1893, pero no
sin repetidas interrupciones. EnSeptiem-
Fig. 3.*— Punzón de hueso.
lias, he ahí lo poco que ha sobrevivido de
la antigua magnificencia de la que fué ca-
pital de la Celtiberia durante la domina-
ción romana y cabeza de una diócesis en
tiempo de los visigodos.
Al revolver unas y otras veces los es-
combros amontonados en su recinto, sa-
lieron á luz vestigios no despreciables de
una civilización prehistórica. Délas trein-
ta ó cuarenta hachas entregadas al Mu-
seo de Madrid por D. Román García y
Soria, siete ú ocho fueron recogidas, ora
en el anfiteatro , ora en la vertiente del
Fig. 5.*— Fragmento de vasija.
bre de 1893, salió en el Boletín de la Real
Academia de la Historia una' primera
memoric', en la que resumí los descubri-
mientos hechos hasta el mes de Junio del
citado año.
La extensa relación de todas nuestras
exploraciones ha comenzado á publicar-
se con el número 2.° del tomo xxiii de los
>
O
c
D
H
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D
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r
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H
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D
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03
O
>
NUESTRA SEÑORA DEL CLAUSTRO
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
73
Anales de la Sociedad española de la
historia natural y continuará en la mis-
ma revista. Pero como el estudio deteni-
do del yacimiento de Segóbriga, por ser
el primero de la edad neolítica encontra-
do en la parte central de la Península, ne-
cesita otro estudio comparativo y de mu-
cho aliento de las demás civilizaciones de
la misma época descubiertas en otros
puntos de Europa, me he decidido, á rue-
gos del Sr. Quintero, á escribir un com-
pendio que dé á conocer brevemente los
resultados más importantes de las exca-
vaciones efectuadas.
P. Eduardo Capelle.
(Continuará)
'm-^M-m-
ARQUETA DE LA CATEDRAL DE ASTORGA
Wli. A arqueta que reproduce nuestra
'^J fototipia debe contarse entre los
objetos que figuraron en primera
^^* línea en la celebrada Exposición
Histórico-Europea de Madrid (Sala vi,
número 52). Contribuyen al interés que
despierta semejante joya arqueológica
su auténtica y respetable antigüedad, sus
caracteres artísticos y su significación
histórica, como enlazada que está con
aquel gran monarca asturiano, Alfon-
so III el Magno y su esposa Jimena.
Es de madera chapeada de plata; su
forma es prismática, terminando en pirá-
mide truncada, y tiene por dimensiones
30 centímetros de longitud por 20 de an-
chura y 17 de altura.
De las dos caras principales, en la de-
lantera aparecen dos órdenes superpues-
tos de á seis arcos de medio punto y filia-
ción latino-bizantina, correspondiendo el
orden inferior al cuerpo de la arqueta y
el superior á la tapa; son de notar en
unos y otros la labor en zig-zag y las pie.
dras, ora rectangulares, ora romboidales
y redondas, que aparecen en las archi-
voltas, pilastras y enjutas. Los arcos su-
periores cobijan formas vegetales, y los
inferiores seis ángeles vestidos y alados,
de tan rudimentaria y torpe factura como
corresponde al estado de las artes en los
siglos IX y X. La cara contrapuesta á la
ya descrita fué, sin duda, análoga á ella,
si bien sus adornos han desaparecido. En
las dos caras laterales nótase también la
labor de arcos.
La pirámide truncada en que consiste
el remate de la cubierta excede en interés
al resto de la arquilla; y por no permitir
el grabado gozar de su vista íntegra, des-
cribimos detalladamente los adornos y
leyendas que la acompañan. De las cua-
tro caras trapezoidales á que da lugar la
forma de este remate, la posterior está
hoy falta de su guarnición de plata. En la
anterior, como puede observarse por el
grabado, aparecen, cual representacio-
nes simbólicas de dos Evangelistas, el
buey y el águila, alados, destacándose
bajo ellas los nombres L VCAS y lOHAN.
Es, pues, seguro que en el trapecio con-
trapuesto figurarían igualmente las re-
presentaciones de los Evangelistas San
Marcos y San Mateo.
En los trapecios laterales divísanse
ángeles muy parecidos entre sí y acom-
pañados de las palabras ANGELVS (iz-
quierda) y GABRIEL (derecha). El rec-
tángulo superior, que corona el arco,
muestra en su centro un cordero con la
cabeza vuelta hacia la izquierda, y sos-
teniendo una cruz griega con su corres-
pondiente astil. Sobre él léese AGNVS,
y debajo DEL Por último, en dos ins-
cripciones laterales que se desarrollan
transversalmente, distínguense estas pa-
labras: ADEFONSVS REX: SCEMENA
REGINA.
Esta preciosa indicación es lo que más
importancia presta á la arqueta, al par
que le proporciona notorio valor históri-
co. ¿Perteneció exclusivamente aquel ob-
jeto á Alfonso el Magno y á su esposa,
pasando después, por vicisitudes de la
suerte, al dominio de la catedral de As-
torga? ¿Fué acaso un don del esforzado
y religioso rey á la iglesia asturicense?
Sea como quiera, por figurar en la ar-
queta los nombres de los dos cónyuges,
íuerza es suponer que hubo de labrarse
antes de su separación y de los disgustos
familiares que desde el año 908 acompa-
ñaron á aquel soberano digno de mejor
74
boletín
suerte; correspondiendo, por tanto, al
último tercio del siglo ix ó á los primeros
años del x, cuyos caracteres artísticos
acusa perfectamente.
X.
■c^<5^'3 íVJtv c,^ y-t-
INSCRIPC ÓN ÁRABE
DE LA
CAPILLA DE SANTA CATALINA EN TOLEDO
RECTIFICACIÓN
En el número 26 de nuestro Boletín se publicó un
artículo, en el que se pretende rectificar lai-lectura de
una inscripción árabe publicada por raí en el Boletín
de la Real Academia de la Historia: como el articu-
lista indica que incurrí en algún error grave, además
de no haber acertado á leer palabras que se dice es-
tán claras en el original , creí que debía dar explica-
ciones á la Real Academia de la Historia, por cuyo
acuerdo se había publicado el artículo en cuestión.
Enemigo de polémicas literarias, invité en carta
particular al articulista á que rectificara lo dicho,
haciéndole notar los errores en que había incurrido
al querer corregir lo ajeno; pero como no haya creído
oportuno hacerlo, me ha sido preciso pedir al Direc-
tor de nuestro Boi.etíx que , como rectificación nece-
saria para mí, accediera á publicar el adjunto escrito,
para defenderme de la ligereza que se me atribuyó
en nuestro excelente Boletín de la Sociedad Espa-
ñola DE Excursiones , cuyos lectores se verán priva-
dos con este motivo de algún trabajo, cuj-a lectura
sería más amena é instructiva.
N sesión de 13 de Octubre de 1893
tuve el honor de leer ante la Real
Academia de la Historia un corto
artículo, dando cuenta de una ins-
cripción árabe descubierta por aquellos
días en las obras de reparación de la ca-
pilla de Santa Catalina de Toledo, y de
la cual me había remitido un buen calco
el Académico Correspondiente, excelen-
tísimo señor conde de Cedillo: la Acade-
mia acordó que se publicase en el Bole-
tín, como efectivamente fué publicado en
el tomo XXIII, páginas 434 á 437.
En el número 26 del Boletín de la So-
ciedad ESPAÑOLA DE EXCURSIONES, Corres-
pondiente al 1.° de Abril de este año. se
ha publicado por el Sr. ü. Rodrigo Ama-
dor de los Ríos un artículo de casi doble
extensión, en el que el articulista cree ha-
ber probado, no sólo que en la lectura de
la inscripción, tal como se leyó, hay una
falta grave de gramática árabe, y otras
dos de lectura de palabras de las cuales,
al menos la una está clara según el arti-
culista, sino que casi todas las considera-
ciones que me permití, ó no hacen al caso
ó son desacertadas.
Ante afirmaciones tan graves , sólo en
el supuesto de que el crítico hubiera pro-
bado sus asertos, podía ó debía yo callar-
me y tomar la resolución de no despres-
tigiar con mis escritos el lustre de la Aca-
demia; creí, por tanto, que debía entrar
en el examen de las apreciaciones del ar-
ticulista, y molestar quizá demasiado la
atención de los señores Académicos; si
bien, por fortuna, las rectificaciones que
se refieren á la parte técnica y que ha-
bían de ser más molestas para los no ara-
bistas, ocuparán poco espacio, y no temo
asegurar que podrían quedar rectifica-
das con la proposición siguiente: las tres
ó cuatro rectificaciones propuestas son
absurdas graniaticabnente , al menos
analizadas corno lo hace el articulista.
La primera de las palabras que el ar-
ticulista rectifica, de la lectura que yo
propuse, es la palabra c5■^=>-^-^, que el crí-
tico dice debe leerse ^^^^-.'^^^ , diciendo
"llama la atención el hecho de que... en la
lápida de la capilla de Santa Catalina en la
parroquia del Salvador de Toledo, aparez-
ca clara y distintamente el dual e5-:^-^^^
(no (^^.^.s^Lo como se ha leído).,, Pasando
por de pronto porque aparezcan clara y
distintamente los trazos que el articulis-
ta transcribe por ^_5-v-^U3, esto no puede
en manera alguna ser dual de <_-.-vi>.l^, al
que indudablemente se refiere el autor, si
no en las palabras copiadas, poco más
adelante en el párrafo que habremos de
discutir para la traducción que deba dar-
se del dual de w^2».L^ , que ambos admi-
timos.
Si en el texto apareciese clara y distin-
tamente la palabra como la transcribe el
articulista, podría recibir una explicación,
posible gramaticalmente, pero en mi sen-
tir poco aceptable, y aunque confirmaría
algo de lo que después habré de discutir,
no creo merezca la pena de proponerse,
por cuanto considero seguro que el dibu-
jante de la inscripción no dio á ese trazo,
que parece estar demás, el valor que se
le atribuye: los trazos que el articulis-
ta transcribe por (_j^, son absolutamente
iguales á lo que aparece en la palabra
\)K LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
75
anterior ^o^, y que ambos transcribimos
con un solo ^ : la única diferencia con-
siste en que en la palabra (,^-^^U> el últi-
mo trazo se ha puesto en contacto, es
decir, se ha unido á la letra anterior, y
en la palabra ^j>^?, no se ha unido, porque
la letra j«. no lo consentía.
Como las figuras que presentan las le-
tras en los manuscristos , sirven no poco
para explicar en casos dados lo que apa-
rece en las inscripciones, estoy seguro
de que los que hayan manejado muchos
manuscritos árabes, no encontrarán di-
ficultad en admitir la explicación que aca-
bo de dar: tengo á la vista el Ms. Ar. N
35 de la Academia, en el cual, en una sola
página, encuentro las palabras (^^^Ja> —
<^^=-?. cr^ que ateniéndonos al rigor de
la escritura, pudiéramos muy bien trans-
cribir ,^^JJ^-Ji> — ,^5^X:£=_^_,^^J _y (Je.
vanarnos los sesos buscando explicación
aceptable de palabras conocidísimas '.
Quien no se satisfaga con las explicacio-
nes dadas, y crea que hay que admitir
una letra más en la palabra ^^'y^l^ , bus-
que la solución, sea poniendo los puntos,
que pone el articulista, ó proponiendo
otras combinaciones, que podrían ser
casi infinitas, dado que de las seis letras,
en último término, sólo dos son seguras,
si prescindimos del sentido.
En la palabra que yo leí ^^^-v-Ux,^í\, y
que, si gráficamente ofrece alguna difi-
cultad, por el sentido y construcción gra-
matical nos parecía y parece aceptable, el
articulista lee c^^r^'^\ , que no negare-
mos pudiera aceptarse, si diera sentido
su traducción; pero para explicarla se ha
visto forzado el articulista, sin duda des-
pués de pensar mucho en ello, á proponer
1 Un ejemplo concreto podemos citar en apoyo de
la utilidad de manejar manuscristos para tener fa-
cilidad de leer las inscripciones : en la Exposición
Histónco-europea , figuró la bien 6 mal llamada
Bandera del Salado, en cuya inscripción la pa-
labra ^X^ aparece con figura muy especial , que no
había podido leer el Sr. D. Rodrigo Amador de los
Ríos cuando la publicó por primera vez en el Boletín
de la Academia : como en la obra de Aben-Alkádhi,
litografiada en Fez , que yo acababa de leer, había
visto esta palabra escrita del mismo modo, aunque
menos práctico en la lectura de inscripciones, pude
leerla sin dificultad : volviendo sobre su trabajo el
Sr. Amador de los Ríos cayó en la cuenta de la ver-
dadera lectura , y rectificó esa y otras palabras en el
número siguiente del Boletín.
una explicación imposible; pues dice, "ad"
quiérese la convicción de que la voz es-
culpida en aquel sitio es el plural regular
del nombre de acción '<L^ de la raíz ^-^¿,
que significa don, presente, regalo,y\\xQ,
por tanto, á lo que nos es dado entender,'
sólo viene á expresar por superabundan-
cian la naturaleza graciosa de los habi-
ses„: el inconveniente de la lectura pro-
puesta, aunque las letras estuviesen cla-
ras con sus puntos correspondientes, es
sólo que resulta imposible gramatical-
mente, pues nunca un nombre de acción
como ¿-A puede tomar forma de plural
llamado regular, ó sea con terminación
o? para nominativo, ^. para genitivo.
Mientras no se proponga una explica-
ción, ó, mejor dicho, una lectura comple-
tamente satisfactoria partiendo de la base
de que la segunda letra después del ar-
tículo es A, sin tener pretensiones de
epigrafista, creeré haber acertado con la
verdadera lectura, porque no es seguro,
ni mucho menos, que lo que yo creí -o,
sea A ; esta letra en el único caso en que
no está ligada por el principio, que es en
la palabra iJofc, de un modo claro, está li-
mitada por una línea recta en la parte
inferior y de un modo perfectamente per-
ceptible en los otros casos, y el trazo ó
letra en cuestión aparece redondeado por
la parte superior é inferior de la derecha,
sin que, por el calco al menos, se note
ruptura del relieve por esa parte.
En la línea nueve de la inscripción,
donde yo leí ^^LiJ\^, el articulista ve otra
cosa, y dice: "Clara aparece la última pa-
labra de la linea 9, J>J^\, plural irregu-
lar de 0^1S...„ Pase por ahora lo de que la
figura de las letras aparece clara, no los
puntos que hay que suplir ; pero resulta
q^e ^^l.jü\ no puede ser plural regular
ni irregular de q;l¿", y como para los que
sepan sólo muy poco de gramáiica árabe,
quizá, recordando que hay muchas for-
mas de plurales irregulares, sospechen
que pueda ser una de las formas muy
raras, diremos terminantemente que en
ninguno de los trabajos especiales acerca
del plural irregular encontramos citada
esa forma entre las dadas á conocer por
Hamaker, Derenbourg, Guyard, Carra
de Vaux, ni en el reciente trabajo no
76
boletín
menos completo de la Gramática del
P. Donat Vernier, S.J.: no es esto negar
en absoluto que pueda presentarse una
semejante forma; pues así como los tra-
tadistas anteriores han podido dar á cono-
cer muchas formas antes no conocidas, es
probable que se encuentren aún otras;
pero nunca se justificarán sólo por una
inscripción.
Pero es el caso que, á pesar de la ter-
minante aserción del articulista, no apa-
rece clara la palabra <^^^^\: el trazo
que transcribe por las dos letras ^>, es
una línea quebrada, compuesta de cuatro
trazos (en forma de zig-zag), de los cuales
el superior está inclinado de un modo
muy marcado hacia la izquierda, y el in-
ferior casi horizontal , de modo que, como
para que constituyese la letra > inicial, el
trazo debería ser perpendicular, en el
caso de que haya más de una letra, difícil-
mente podría admitirse que fuese > nun
inicial: por tanto, no aparece clara lapa-
labra ^^^^^ como no podía estar ni cla-
ra ni confusa.
Pasemos por alto y achaquemos á erra-
ta de imprenta ó á inadvertencia, el trans-
cribir ;3"Ua<J\ con texdid en la última, en
vez de habérselo puesto sobre la letra
anterior, ya que la traducción dada supo-
ne esta lectura, pues la transcrita, aun-
que posible gramatical y gráficamente,
no cabe por el sentido.
El articulista da por seguro que hay dos
erratas en la escritura, faltando una le-
tra en las palabras J-^ por <^'^ y crTrt"^^
por ¿j-w^--L^\: en esta última encontramos
que efectivamente falta un trazo, pero no
era preciso advertir esta omisión del ta-
llista: en cuanto á la primera palabra no
encontramos que falta un ^, pues de las
cuatro veces que enlainscripción resultan
las letras finales ^"l-, en las cuatro apare-
cen figuras diferentes , si bien sólo en la
palabra (^^-^ puede admitirse que el gra-
bador no marcara bien la figura corres-
pondiente.
Pasemos á examinar la traducción que
debe darse á las palabras que se leen en
la inscripción, dejando diferencias de poca
monta.
El articulista traduce "constituid'js con
donaciones,, la palabra que nosotros tra-
dujimos "los dos directores,, amines ó
fieles, cuyo uso explicaremos después;
concertando las palabras "constituidos
con donaciones „ con la palabra habises,
en castellano está bien, pero no en árabe,
cuyos plurales irregulares ó fractos es
regla elemental de sintaxis que sean con-
siderados como singulares femeninos
para los efectos de la concordancia; de
modo que si la palabra ^^>-v.-.a'^\ fuese pa-
labra árabe y plural regular, como quiere
el articulista, no podría calificar á la an-
terior, que es un plural irregular ó fracto.
Después de la fecha, cuya correspon-
dencia á nuestra era se ha equivocado
por distracción sin duda ', continúa la
traducción: "Apiádese Alláh, legatario
de esto, de quien ha cuidado de su ejecu-
ción, de quien haga oración en este lu-
gar y de quienes se congreguen en él„.
Una palabra nuestra, que empleamos con
gran impropiedad, la palabra legatario
ha extraviado al Sr. Amador de los Ríos,
y remachando el clavo, como suele decir-
se, le ha llevado á aplicar la palabra le-
gatario á Alá ; después ha sido preciso
suprimir la conjunción de la palabra
j^fcU^M^, que había puesto en el texto, la
cual obliga á considerar este miembro
de la frase como de la misma naturaleza
del anterior, á no ser que entre á formar
parte de una nueva oración; de modo que
si el primer calificativo se refiere á Alá,
al mismo han de referirse los que siguen:
corrigiendo la traducción que dimos,
"compadézcase Alá del legatario (del que
destina esto á usos piadosos), del que
cuide ó tome parte en su obra, del que en
él haga la oración y del que lea en él„,
hoy traduciríamos "compadézcase Alá
de quien haga legados á él (al palacio ó
edificio construido), de quien cuide de él,
1 El mes de racheb del año 432 de la hégira, comen-
zó el día 7 de Marzo y terminó el 5 de Abril de 1041:
los días de 9 de Noviembre á 8 de Diciembre de 1040,
correspondieron al mes rebia l.°, que es el tercer
mes del año: véase Masdeu ; Historia critica de Es-
paña, tomo XIV. Tabla. Reducción de hégiras, pági-
na 249, y Wusteiifeld, Vergleichniigs- Tabellen der
Mnliainincdaiiischcn uiid Christlichen Zcitrech-
nung, pág-. 18, advirtiendo que en el cómputo de am-
bos autores hay un día de diferencia, y que seguimos
el cómputo más moderno.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
77
de quien en él haga oración y lea (ó en-
señe) en él„, la traducción del articulista,
aún admitido que debiera leerse (^^^^^
y que fuera plural de o^^, no es exac-
ta, pues no podría ó no debería traducir-
se por "de quienes se congreguen en él„,
ya que el verbo ¿jj^ significa unir, no
reunirse, para cuya acepción debería
emplearse otra forma.
Discutida la lectura y traducción, pa-
semos á la interpretación ó explicación
del uso de ciertas fórmulas y títulos, que
se aplican á los personajes mencionados
en la inscripción.
Encontrando yo entre los literatos de
Toledo, que vivían hacia los mismos años,
un Abderrahmán ben Mcharnad ben Al-
berolo ó Alberola, teniendo en cuenta
las singulares coincidencias de nombres,
en especial , como puede suponerse, el de
Alberola, partí del supuesto, aunque sin
asegurarlo, de que el mencionado por la
inscripción es el mismo cuya biografía
ponen Aben Pascual y Adabbí, indicando
que murió en Toledo en el año 465, ó sea
treinta y tres años después de la fecha de
la inscripción: en verdad que quizá hu-
biera sido prudente indicar de un modo
explícito que no asegurábamos fuese el
mismo; pero el articulista con menos ra-
zones asegura que no lo es, diciendo que
uno y otro personaje son por completo
desconocidos; pues, añade, no hacen
al primero relación ostensiblemente ni
Aben-Baxcual ni Adabbí, citados por el
Sr. Codera, y en verdad que ni uno ni
otro autor dicen que sea el mencionado
en la inscripción, y si lo fuera, pudieran
haberlo dicho, si lo sabían.
Aunque no sea seguro que el Abder-
rahmán ben Mohamad ben Alberolo cita-
do por Aben Pascual sea el mismo de la
inscripción, no será fuera de propósito
indicar, y los toledanos lo agradecerán,
que aunque en la biografía no dice Aben
Pascual que Abderrahmán escribiera libro
alguno, en dos partes (páginas 198 y 261],
le cita como fuente histórica; por tanto,
deberemos admitir que escribió de histo-
ria de Toledo, pues le cita con motivo de
las biografías "c¡e dos toledanos; por su-
puesto, que nadie le conoce como histo-
riador, así que no figuia en la obra del
T. III
Dr. Wustenfeld Los Historiadores ara-
bes y sus obras.
La indicación hecha por nosotros de
que la expresión ^_y^~^.sJ^^\ v_^í>>l^ quizá no
deba tomarse como prefecto de los lega-
dos piadosos, sino simplemente como in-
dividuo de la obra pía, es decir, uno de
tantos de los que constituyeran la junta
ú oficina que tuviera á su cargo la admi-
nistración de estos bienes, ha debido ex-
trañar al articulista y parecerle un atre-
vimiento contra la autoridad de los Dic-
cionarios y arabistas, que generalmente
traducen esa palabra por prefecto, y
como tomada esta palabra castellana en
su sentido estricto, no cabe que haya dos
prefectos de una cosa, á pesar de recono-
cer que en la inscripción se mencionan
dos, acude al recurso de suponer, ó, me-
jor dicho, de dar como indudable, que los
dos prefectos mencionados debieron de
ser sucesivos, no simultáneos.
Pocas veces se empla la palabra »_-*.=». to
en dual ó en plural, á no ser en las acep-
ciones de amigo ó compañero; cuando
forma parte de títulos, generalmente se
emplea en singular, acompañada de una
palabra que la determina, y viniendo ésta
á suprimirse muchas veces, resulta que
el nombre >_;---a.Lo tiene multitud de acep-
ciones, que sólo el contexto puede deter-
minar; de aquí que Mr. Dozy, en el Suple-
mento á los diccionarios, ha debido con-
signar varias que no constan en el Dic-
cionario de Freitag, con cuya autoridad
se ha escudado el articulista copiando sus
ejemplos: pudiera haberse apoyado en el
testimonio más valioso de Dozy, que pone
este mismo título, y que traduce como el
articulista por inspector de los legados
piadosos: á pesar de tales autoridades
sostengo que v_--^s..l^ no debe traducirse
por prefecto, ni señor, ni amigo^ sino en
su acepción primitiva, por compañero 6
el de, á no ser cuando conste que se trata
del compañero, del señor, ó del que pre-
side ó dirige una cosa: veamos la prueba.
Si >_-^i>»U<o se ha de tomar como pre-
Jeclo en sentido estricto, admitiremos que
no cabe más que uno, y así ¿U3;-i¿J\>-^-^^l-o
será el prefecto de la guardia, en la cual
no habrá <_jIs'^\ prefectos.
El historiador Aben Hayyan, en el tomo
lO
78
boletín
de su historia existente en la biblioteca
familiar de ^idi Hamuda en Constanti-
na', nos suministra datos irrecusables,
en mi sentir, para asegurar que la expre-
sión iÜ3,.Jü\^_-..i».V^ no indica en muchos
casos el jefe de la guardia preíoriana,
como se ha dicho, sino uno de la guardia.
Al hablar de las solemnes recepciones
en honor de Alháquem II, indica el orden
de colocación de las diversas clases de
empleados, y distinguiendo I res guardias
pretor i anas (ya que así se ha llamado
á la única conocida) ^J-aJ\ 'i]=>j¿:^\\— guar-
dia superior — ,^J=^^^\ ¿.l3j.^\ — guardia
inedia — \Sf^^'^ ¿Ü3j.¿3\ — guardia me-
nor, al fol. 118 V. de la copia de la Aca-
demia menciona los ^-^^'^ ^^j-¿J\ ^-_>li'^\
— los de la guardia superior: en varios
puntos menciona hasta nueve individuos
á quienes llama ^J^^ ó^syJu^\ ^.^.-^íí-I^
el de la guardia mayor; pues no vamos
á suponer que en los cuatro ó cinco años
de que trata en este tomo, cada año se va-
riase de j eje de la guardia:— sil fol. 129
vuelto menciona el autor á los '--->Us.^\
^^Á^\ ó¿3jJcJi\ los soldados de la guar-
dia menor, y en otros puntos menciona
á tres individuos á quienes llama w^^l-o
^jÁ^\ ¿¿ajJuW y á uno á quien da el tí-
tulo de ^$ ivall de la guardia menor,
que supongo seria el iefe: con aplicación
á los individuos de la guardia media no
tengo anotado que Aben Hayyan emplee
la palabra v^^^^\; pero encuentro que cita
tres individuos á quienes llama u.--^íí.Lo
con la particularidad de que da este título
al que supongo era verdadero jefe, al me-
nos honorario, pues es el futuro Alman-
zor, de quien al fol. 73 v.° dice que Alhá-
quem, en el mes de Xawal del año 362
(de 5 de Ju io á 2 de Agosto de 973)
<*wi>_*Í^J\ ,Xk:L -vvo 8^¿X> Lo , J\ lc<v^s'"
le confirió en este tiempo el mando de
los cadies en la parte opuestafel actual
Marruecos), unido á lo que ya le había
confiado de las dos dignidades (ó direc-
ciones) de la guardia media y superior,
de las herencias y del cadiasgo de la
cora de Sevilla *. Cuando Mohamad
ben Abu Amir, el futuro Almanzor, re-
unía en su persona todos estos títulos, no
es de suponer que fuese un simple solda-
do ó individuo de las guardias media y
superior, sino jefe efectivo ú honorario,
que esto no hace al caso; tenemos por
tanto una prueba de que, á pesar de la
preeminencia de condición que (según el
articulista), supone el participio ^-^sa-Ua
tan ¿üa^-^M ;_,o>.Lo era el último soldado
de la guardia, como el jefe que la manda-
ba, y esto sin pensarlo lo ha reconocido
en otra parte el articulista al traducir las
palabras ¿^^^^ <^\^'^\ que se refieren
á los tres personajes que se mencionan
como inspectores de una obra, por de la
guardia del prefecto ^.
Como es natural, no de todos los car-
gos que hasta ahora conocíamos, se en-
cuentra en Aben Hayyan mención de
t_jls:^\ individuos del cuerpo ó depen-
dencia; pero sí de varios; así encuentro
^¿;\^\ <_jIs:'*^\ — los de la corasa, —
i^J>-^ls^^\ «>_jI^'^\ — los de los caballos
cubiertos de placas de hierro — «^ls.^\
J^y^]\^ C>^jS¿\ —los de las espadas y
tambores — CjI¡\j}U j^3\ <^\^'^\ — los
de los pendones y banderas— '^^'^\
Cj\j^\ — los del almacenaje — ^Ls-^l
'<i-s)^\-¿losde lalugartene>iciaP—^^'^\
Jj^\—¿los del tribunal de casación? —
J¿LojJ\ i-_jUs.-^\— /os de la secretaria,—
^\¿j^i \ ^U'^\— ¿los del est riboP—^^^ \
J^\y!¿\ — ¿los de la revista P — y otros,
cuyas transcripciones no ponemos por
1 El futuro Almanzor había sido nombrado para
alguno de estos últimos cargos en el mes de chumada
primero del año 261, como dice el autor al fol. 40, v."
(léase áJJ\>>.-»fi ) eXJJo\ j^^* ^ '^■^^'^ ^"^3
¿.kíL ^xi í^j j^yS L<! ^^\ «o Ifi^s"^ (^_ylx*o^)\)■
.¿^\ ¿ÜlS'_o,_5 ¿cJi-y^b fiUaJü
1 Véase Boletín déla AcadetHia, t. Xiii, pág. 53; xvr,
pág. 377.
•y -'
»l-iÍXA J^^J^\ , _>\ y nombró á Mohamad ben Ab-
dalá ben Abu Amir para la dirección de la guardia
media, agregando estos cargos á los que ya tenía de
la dirección de las herencias, del cadiazgo en Sevi-
lla y de la intendencia del príncipe Abu Alwalid
Hixem.
2 Inscripciones árabes de Córdoba.— FAg. 231: las
palabras áJ^^io i jIs."'^\ están leídas k í\js.'^\
¿.•.>i>j.J ; transcripción que no admite la tr.iducción
que da el autor, y que difícilmente admitiría una
explicación satisfactoria.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
79
ser poco seguras ciertas letras y no en-
contrar nada parecido en los Dicciona-
rios.
En confirmación, si se necesitase, de
que u^'O.-'-'^ no puede traducirse por
señor ni prefecto, mientras no conste, en
trabajo publicado muy recientemente en
el Journal Asiatiqíie^ encuentro la ex-
presión ¿^^i\ t— ->ls.'^\ los de los fundos ,
los cultivadores, quizá enfiteutas, en con-
traposición á f.^~y<^\ V'^-i)^ ^os señores
de las aldeas, doniini solí, como dice
Mr. J. Goeje *.
Hasta en cargo más importante, como
es el de hachib ó primer ministro , en-
contramos en Aben Hayyan el plural
v_jIs^, indicando, según creemos, á to-
dos los individuos de su departamento.
De empleados ó prefectos de la obra
pía no hace mención Aben Hayyan, pro-
bablemente por no ser corporación de-
pendiente directamente del Califa, sino
meramente religiosa.
Veamos si el título amiii se emplea
para designar cargos y puede tener apli-
cación en el caso de la inscripción de To-
ledo; y sobre todo, si puede haber dos al
mismo tiempo.
Con la palabra ¿^■rr'O^ ha sucedido lo
mismo que con la palabra ;_^=>.Lo; su
significado ha dependido del nombre
que le determina: el fiel de pesos y -me-
didas,—el fiel (juez) de los edificios — el
inspector de las aguas— el fiel de los
perfumistas (jefe del gremio de perfu-
mistas, etc.: (Dozy, Suplemento á los
Diccionarios) y suprimido el nombre de-
terminante, podrá siempre traducirse por
el fiel de una cosa ó de una corpora-
ción (jefe de ella); las acepciones concre-
tas sólo podrán admitirse cuando por el
contexto ó por otro medio puedan ser co-
nocidas.
En la citada obra de Aben Hayyan en-
contramos citados varios personajes con
el título de amin (fiel), sin añadir deter-
minante , y sólo en un nombramiento
encuentro la determinación : en el mes
de chumada primero del año 361 , Alhá-
1 La fin de l'empire des Cannathes dit Bahrain,
por M. J. de Goeje, extrait du Journal Asiatique,
París 1895.
quem II ¿,.j ^^S f->^" i^^ c^-? -Sr^^'" f-^*
*l, s^^\ ¿3L«\ ^\ ^^^3 ^^ ^Ki
nombró á Mohamad ben Abu Kddim
y á Ahmed ben Ká^im ben Kalsam
para el fielato de los graneros rea-
les; tenemos, por tanto, un testimonio
auténtico de que, al menos para alguna
dependencia , los amines eran dos, y, por
tanto, nada tiene de particular que la cor-
poración de los legados piadosos en To-
ledo tuviese dos amines, como dice la
inscripción de la capilla de Santa Cata-
lina en la parroquia del Salvador.
El título cr:^^ consta casi con seguri-
dad en la inscripción de Sevilla á que el
Sr. Amador de los Ríos se refiere con
frecuencia en su artículo, pretendiendo
probar que si en Sevilla había un solo
j_j^Ur>.^í\ i_^2».l.^ administrador de los
habises,i?iVí\hién en Toledo debía ser uno
solo "cuando no hay causa justificada por
la cual se acredite que los toledanos se hu-
bieran apartado de los usos y de las cos-
tumbres seguidas en las demás regiones
musulmanas,,: el ^\.'^>^\ ._^í!i-l^ de la
inscripción de Sevilla lleva el título de
j-'^^^\ el amir, según se ha leído, y como
entre j-^"^\ y ^-^^\ en las inscripciones,
al menos en algunas, dada la figura de las
letras j- y ¿^ finales, no es posible encon-
trar diferencia , no es de extrañar que se
haya leído lo uno por lo otro, tanto más,
cuanto parece que no se hizo la publi-
cación en vista del original, sino de da-
tos anteriores: lo mismo sospechamos
deba leerse en la lápida llamada de San
Juan de la Palma , publicada también por
el Sr. Amador de los Ríos, donde el ii-
t\x\o j^'^\ el que manda, aplicado á un
wasir y escribiente ó secretario , nos
parece casi imposible; en esta inscrip-
ción, que aparece grabada, resulta, como
hemos dicho , la absoluta identidad de
las letras finales c? Y >" i poi" tanto, no es
de extrañar que se haya leído de un
modo ó de otro, no siendo conocido el
personaje á quien se da ese título; pero,
de todos modos, ^r:^'^\ parece que no pue-
da aplicarse sino á individuos de la fa-
milia real, en realidad al príncipe he-
redero, aunque no esté en edad de po-
der mandar: en el mencionado tomo de
Aben Hayyan no encuentro que se dé
9o
BOLETÍN
este título más que al príncipe heredero
Hixem.
Aunque el articulista no discute ni re-
prueba la indicación que hicimos de la
vaguedad de las palabras <V.^?. uy^', di-
gamos algo de esto, ya que, como diji-
mos, se han traducido generalmente estas
palabras, por mano de él ^ tomándolo en
las obras artísticas como indicación del
artista, y otras veces, por intennedio
de, bajo la dirección ó cotí auxilio de:
indicamos que quizá debieran tomarse
alguna vez en el sentido de á costa ó d
expensas de ; y como esta acepción, si
pareciese aceptable, cambiaría el modo
de apreciar el mérito ó estimación de
ciertos objetos arqueológicos, creo me-
rece alguna consideración.
Un texto de la obra traída de Marrue-
cos y ofrecida á la Real Academia de la
Historia conotras por el Correspondiente
en Zaragoza, D. Julián Ribera, titulada
El Buen olor de los ¿méritos repetidos
ó virtudes P, por Abu Abdald ^eidi Mo-
hanmiad ben Attayib ben el imam Qeidí
Abdeffalam el xerij el kadiri *, nos hizo
comprender que alguna vez la expresión
^. U5^* indica d expensas de; pues ha-
blando de los acontecimientos ocurridos
en el año 1066 de la hégira (de 31 de Oc-
tubre de 1655 á 19 de Octubre de 1656),
dice que en este año ó en el anterior fué
renovado el sepulcro del wali , el co-
nocido, feidi Ali el Sanan, que (está)
entre la puerta de la Alhambra y la
mosala de Fes , por mano ( ¿d expen-
sas?) de geidi assaguir ben Alkadhi
con la riqueza que heredó , ^s ^ «í^^áj
y^J^¿^\ f^^\ íi-r-'O JJvia- dXy^i s^^\ ^IjiJ
fi^Tj-^^ '-r*^ C-y'^í ^'^^ (_^>Ij!.-^-^\ ^^i-C j^iX-^-i*)
s.¿-«oJ\
^,>>-s-*0 >>.3
CS^
C5"
l9
><0|
<*-^;)3 nJ^TT? (^-^^\ tomo I, página 216; en
el tomo II, página 75, encontramos la mis-
ma fórmula y creemos que tiene la misma
acepción, si bien hay que convenir en
que no resulta tan claro.
Como el nombre oo entre sus muchas
acepciones tiene las de mano, beneficio,
riqueza, auxilio, y no consta que tenga
también la de dirección , resulta que en
la traducción de la fórmula ^^, ^^^^ por
bajo la dirección de, todos nos hemos
permitido una libertad quizá no justifi-
cada, y que deberá traducirse literalmen-
te con auxilio de, sin fijar que fuera á
sus expensas , pero sin que tampoco se
excluya esta acepción; cuando en la fór-
mula se use la palabra ^3->^í., si supone-
mos que la palabra está en dual , pare-
ce que debe indicar el artífice ; si se
considera que está en plural, deberá tra-
ducirse por con auxilio de ó á expen-
sas de.
Creo haber probado que , si me equivo-
qué en alguna cosa al dar noticia á la
Real Academia de la Historia de la ins-
cripción encontrada en la capilla de San-
ta Catalina de la parroquia del Salvador
de Toledo, no incurrí en los graves erro-
res que el articulista supone. Si rae he ex-
tendido más de lo necesario, sírvame de
disculpa el deseo de ilustrar algunas
cuestiones histórico-lexicológicas rela-
cionadas con la cuestión capital, aprove-
chando datos no utilizados por descono-
cidos.
Francisco Codera.
Madrid 10 de Mayo de 1895.
SECCIÓN DE LITERATURA
EL- PAN NUESTRO DE CADA DÍA
(artículo que no se pone duro)
^'engo yo un tío por parte de ma-
dre, natural y vecino de Villafrita,
1 Véase Boletín de la Real Academia de la His-
toria, tomo XXIV, pág. 375.
[i a)" pintiparado para servir deprota-
?^j gonista á una de esas piezas que,
rebosando chiste, suelen representar en
Lara.
Es mi pariente hombre que frisa en
los sesenta y cuatro, sano, coloradote,
con dos patillas como el ampo de la nie-
ve, ágil, despejadísimo, erudito y muy
poco tolerante con la injusticia ó el abu-
so. No sale jamás del pueblo y eso que
da en arrendamiento toda su hacienda
rural, menos una hermosa viña que él
plantó y labra siempre con gran esmero,
para cosechar el vino que consume.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
Si
Sostiene mi tío, con muchas y buenas
razones, "que en ninguna casa, cuyo due-
ño se estima, deben faltar biblioteca y
bodega...,, ^^ Remedios del alma la pri-
mera, como dijo el Rey egipcio Osiman-
dias, y puso sobre la puerta de la suya
en grandes letras (de la librería, ¿eh?),—
y salud del cuerpo la segunda, porque en
ella se guarda el don más preciado del
cielo, según Gilbert.,, "La biblioteca, —
añade,— es el vasto almacén donde duer-
men tranquilamente las ideas de nuestros
padres.,, "La bodega, el campo virgen en
donde hierve en germen la inspiración de
nuestros hijos...,, Y así sigue establecien-
do comparaciones entre los estantes y les
toneles. Ello es que el hermano de mi
madre (D. Paco, como todos le llaman)
vive feliz en Villafrita, merced, según él
dice, á aquellas dos bien provistas ofici-
nas, sin familia, y servido por un matri-
monio que nació en la casa, y de ella y
del señor cuidan.
Mi tío aborrece la política militante,
en cuyo espigado campo cosechó los úni-
cos desengaños de la vida, ya que desde
muy joven, se encontró sin familia, y no
trató jamás, por otra parte, de llenar es-
te vacío con el matrimonio.
Don Paco no visita á nadie en el pueblo,
pero recibe á todo el que va á verle ; re-
huye que le cuenten chismes de localidad;
se defiende, como gato panza arriba, de
pertenecer al Ayuntamiento, y no hojea,
en clase de publicaciones periódicas, más
que la Gaceta y alguna que otra ilustra-
ción española ó extranjera.
En fin, mi pariente tiene cosas, y todos
allá le quieren bien, otorgándole esa es-
pecie de protectora condescendencia con
que el vulgo suele premiar ciertos mé-
ritos que no comprende. Diariamente re-
cibo un gran paquete de cartas, firmadas
por las personas de más suposición en el
pueblo, interesándose por la salud de mi
querido enfermo.
El pobre de D. Paco atrapó una pulmo-
nía de p p y IV.
Muchos años hace que acariciaba yo el
deseo de que viniese á Madrid una tempo-
radilla,y por fin lo conseguí. ¡Nunca lo
hubiera intentado!
Mi tío llegó tal día como hoy, á las
siete de la mañana, y á las doce y media
de la noche se metió entre sábanas para
no volverse á levantar quizá. El buen se-
ñor no había estado nunca en la corte, si
bien conoce á fondo por los libros la his-
toria de la villa y sus pocos monumen-
tos, y, por mis cartas, la vida que aquí
hacemos chicos y grandes.
Al bajar del vagón para arrojarse en
mis brazos, tropezó D. Paco con un chi-
cuelo que corría voceando El Imparcial'
y dio en tierra, revuelto con la maleta y
un cesto de huevos de sus famosas galli-
nas, que me traía de regalo.
Había olvidado decir que es inteligentí -
simo en avicultura.
* —La verdades,— exclamó, levantándo-
se con presteza y algo mohíno ,— que no
entro en Madrid con muy buen pie... ¡ya
tropecé con la política! Vamos á tu casa;
me asearé un poco , y comenzaremos á
aprovechar el día. ¿Dónde hay simones,
como vosotros decís? No me gusta ir en
ómnibus. — Allí veo uno. — ¡Eh... cochero,
cochero! — ¡Hombre! ¿También ese zan-
guango atiende más al periódico que á su
negocio?
El auriga estaba encantado, al parecer
con la lectura de El País.
— A la calle de la Independencia, nú-
mero 1.
El cochero dobló el papel con mucha
cachaza, y arreó de mala gana.
Cuando mi señor pariente hizo sus ablu-
ciones, cambió de traje y se desayunó,
como acostumbra, con una taza de café
con leche, me dijo :
—Oye, Juan , aunque yo me afeito siem-
pre solo, como tú sabes, porque no me
gusta que nadie me sobe la cara, hoy has
de llevarme á la peluquería; es preciso
conocerlo todo.
—Vamos allá
—¿Qué va á ser, caballero?
—Afeitarme.
Reclinó D. Paco la venerable cabeza en
el respaldo del sillón, y el mancebo, des-
pués de ponerle un paño al cuello á ma-
nera de babero, comenzó á enjabonarle la
barba que muy pronto se confundió con
las patillas.
Luego se puso á suavizar la navaja en
la correa, y mientras tanto reanudó la
82
boletín
discusión que tenía emprendida con un
parroquiano que se rizaba el pelo, ó se lo
rizaban, en el tocador inmedi^ito.
El barbero, á cada tajo, interrumpía su
tarea, y con una mano en la cara de mi
tío para estirarle la piel, se volvía de me-
dio lado accionando con la navaja al aire
como si de este modo reforzase sus argu-
mentos.
El mancebo y el parroquiano comenza-
ban ya á dar grandes voces, cuando mi
tío, con sólo media barba afeitada, se puso
en pie de pronto, se arrancó el paño de
un tirón, se enjugó la espuma, sacó una
peseta, que dejó sobre el mármol del to -
cador, y encarándose con el barbero:
—Vd. perdone— le dijo;— soy nuevo enla
corte, y, sin duda, tomé el Congreso por
peluquería y á Vd. por barbero. Beso á
Vd. la mano, Sr. Diputado.
—¡Pero, tío!... por María Santísima, esta
ha sido una salida de saínete— le dije ya
en la calle.
—¡Qué quieres!... Aunque he leído aque-
lla sabia máxima del P. Coloma, que dice:
" Mu}^ superior á la caridad que consiste
en dar, es la que consiste en soportar las
humanas flaquezas,,, pienso que no gana-
ré la gloria ejercitando aquella virtud
en semejante forma. Puede que ese rapa-
barbas sea un Bismarck en canuto, pero
en punto á afeitar, que es lo que debía
saber en primer término, está aún en el
silabario: ¡pensé que me dejaba sin un
cañón !
Dime, esa de enfrente es la antigua Casa
de Correos^ hoy Ministerio de la Gober-
nación, ¿verdad?
—Sí, señor.
—Pues vamos allá que quiero infor-
marme del estado de un expediente sobre
el pósito de mi pueblo: es encargo espe-
cial de nuestro alcalde.
— ¿S. E. el Sr. Director de Administra-
ción local?
—Está en el Congreso— respondió con
malos modos y sin levantarse de la silla
portero que leía El Liberal junto á un
choubersky al rojo cereza.
Mi tío, que se había descubierto al en-
trar en la portería, se puso el sombrero
de golpe.
—¿Y el señor jefe de la sección de...?
—No hay... fué nombrado Gobernador
de Burgos.
—¿Y el jefe del negociado de pósitos?
—Enla redacción estará... ¿no sabe V.
que es director de El Centinela Admi-
nistrativo?
—No, señor, ni me importa; lo que voy
aprendiendo es que Vd. no tiene crianza
y--
— ¡Caballero!
— Pocas palabras... Yo represento...
El portero se puso en pie de un brinco.
Comprendí, en seguida, que tomaba á mi
pariente por diputado de la mayoría. Sólo
ellos se atreven á alzar el gallo en los
Ministerios.
— V. S. disimule..., ¿podría saber lo que
desea?
— Averiguar el estado en que se en-
cuentra un expediente relativo al pósito
de V^illatrita, pueblo de...
— Sí, sí señor..., ya comprendo: sírvase
V. S. venir conm^go junto á Rapila, que
él le pondrá al corriente... Lleva el nepo-
ciado en la punta de los dedos.
En efecto, el Sr. Rapila, empleado de
menos sueldo que el portero, dio á mi tío
cuantas noticias podía apetecer.
El expediente estaba á la firma, hacía
un mes, ¡pero vaya Vd. Acogerla á los
jefes en aquellos días de grandes campa-
ñas parlamentarias!
D. Paco sintió desde el primer momen-
to muchas simpatías por aquel modesto
funcionario, tan inteligente como ama-
ble. La oficina tenía seis mesas, sin con-
tar la del director de El Centinela ; aca-
baba de dar la una, y el único puesto
ocupado era el de Rapila, quien para
responder á mi tío no necesitó ni con-
sultar el registro de la dependencia.
D. Paco sacando un magnífico veguero
lo ofreció al covachuelista.
—Mil gracias, no fumo ; es demasiado
lujo para mí, que tengo mujer, siete hijos
y 5.000 reales con descuento.
— ¿Y cuántos años de servicios?
—Quince... con treinta y dos cesan-
tías...
— "De la Subsecretaría,,— dijo el porte-
ro de marras, dando un pliego á Rapila,
que se puso más amarillo que níspero del
Japón maduro.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
83
— ¿Vd. me permite?... ¡¡Mentía, señor
de...!!
—Francisco Mirallcs, servidor de Vd.
— Pues bien, Sr. Miralles..., las cesan-
tías son, con esta, tantas como los años de
Cristo. ¡El señor Subsecretario acaba de
dejarme á pedir limosna con mis pobres
hijos !
Y el infeliz de Rapila cayó en el si-
llón desfallecido estrujando el maldito
oficio.
Se había hecho tarde y propuse á mi tío,
al salir del Ministerio, que fuésemos á al-
morzar al Hotel Inglés.
D. Paco quería comer ostras, marisco
desconocido en Villafrita.
— Se han concluido -dijo el mozo;— las
consumieron todas en un almuerzo que
acaba de dar el diputado electo por Zam^
pal taifa al Subsecretario de Goberna-
ción y á otros políticos de los que tnan-
dan, que acaban de marcharse al Con-
greso.
—Se me han quitado las ganas de al-
morzar, pide tú lo que quieras— exclamó
mi tío. — No haría más Felipe II que lo que
ese político acaba de hacer con el desdi-
chado Rapila. Mientras que éste irá aho-
ra probablemente camino del viaducto de
la calle de Segovia, el señor Subsecreta-
rio digiere las ostras recostado en un es-
caño del Depósito de Sanguijuelas del
país.
—Vamos á paseo , necesito respirar el
aire libre.
— ,;Ese es el palacio de la Marquesa del
Aljibe?
— El mismo.
—Aguarda un poco, vo}'' á entrar un
momento á saludar á la señora; ya tú sa-
bes que medio Villafrita es suyo..., y que
cuando visitó sus estados tuvo conmigo
grandes atenciones.
—¿La Sra. Marquesa?
— No está en casa; la señora asiste aho-
ra todas las tardes á la tribuna diplomá-
tica del Congreso.
—Está bien: hágame Vd. el favor de
darle esta tarjeta.
— Sigamos al Retiro.
¡Hombre, tiene gracia ! El contribuyen-
te paga los carruajes de los Ministros
para que éstos paseen á las niñeras con la
prole; ¡la Guardia Civil se pasa la tarde
saludando amas de cría!!
"¿y para vei- tal situación,
se armó la gran revolución?,,
como cantan en una zarzuela bufa.,,
Después de comer dimos con nuestros
cuerpos, á primera hora, en Martín. Re-
presentaban una revista política intitula-
da "Padrino te dé Dios, hijo, é irregula-
risay poco te importe.»
Más tarde fuimos al Ateneo.
La sección de Literatura celebraba se-
sión. Los oradores comenzaron á discu-
tir sobre Calderón de la Barca, conclu-
yendo por disputar sobre Moret y Pidal.
Quisimos luego tomar un helado en El
Suizo, y también allí se ^hablaba, en va-
rias mesas, deSagasta, Cánovas y Ruiz
Zorrilla á grito pelado. Como en todas
partes, más que los hechos se discutían
las personas, poniéndolas como la alfom-
bra del Salón de Conferencias, en el
Congreso.
Mi pobre tío estaba furioso y creo hasta
que sudaba cuando llegamos á la puerta
de casa.
Yo me desgañitaba llamando al sereno,
y la autoridad nocturna no parecía por
ninguna parte, cosa que ocurre muy fre-
cuentemente en España cuando aquélla
hace falta. De pronto se levantó el aire-
cilio asesino del Guadarrama; D. Paco
tuvo que abrocharse el gabán y subirse
el cuello. Por fin vimos salir á Pepe, con
chuzo y farol, de la taberna inmedia-
ta, seguido de una bulliciosa turba de
borrachos y dos ó tres individuos de
Orden Público que trataban de ponerlo
entre aquella gente. En la tasca se había
armado una bronca regular entre el ta-
bernero, alcalde del barrio, que defen-
día al gobierno, y los parroquianos que
representaban la oposición en semejante
Parlamento. Excusado es decir que el
motivo de la polémica, de los palos y las
Jsofetadas, había sido la política.
Mi tío, con aire muy triste y dando
diente con diente, murmuraba al subir la
escalera:
— Según D. Antonio Cánovas, la len-
gua es el alma exteriorizada; sí, y el
altna de toda esa ciencia, que, en gene-
ral, persigue en España el vil garbanzo,
84
boletín
burlándose, en el fondo, de otros princi"
píos más sólidos... es la lengua, verdade.
]-a palanca de Arquímedes de los tiempos
presentes. ¡Hay algo "más regugnante
que una salsa vista al sol,, que decía Sa-
varin: ese algo, querido sobrino, es Ma-
drid político;
Aquí acometió á mi tío un fuerte golpe
de tos seca y cavernosa.
— Me parece que la cogí... Vine á la
Corte para verte y por la maldita polí-
tica, me va á costar caro el viaje. Llama
á tu médico en seguida, me siento muy
mal.
—¿Quiere Vd. los periódicos de por la
noche?— dijo la criada al abrir la puerta
del cuarto.
—No, hija mía, guárdalos; estoy ya sa-
tisfecho de el pan nuestro... (es decir,
vuestro...) de cada día, que ya me lo die-
ron hoy en bollos, en tortas y en hogazas
de á quintal.
El Conde de las Navas.
-^'c~-^,,<s<iiit9y'&^sy-^~a -
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
EL RETRATO EN ESPAÑA
(CONCLUSIÓN )
Considerando á la humanidad siempre
la misma, lógico será también deducir
que todo aquel que por algún concepto
llegara á distinguirse, quisiera ó procu-
rara su retrato, y que, otros menos se-
ñalados, sirvieran de modelo á los artis-
tas en sus concepciones, como efectiva-
mente fué costumbre, especialmente en
los asuntos sagrados que se hicieron
para los retablos délos siglos xv al xvii.
A ser esto cierto, como lo es , ¡cuántos
retratos habrá esparcidos sin poderse
señalar de quiénes sean, como sucede con
el que nos dice Cervantes, le hizo en
Sevilla su amigo Jáuregui! Y también
con los 170 que dibujó Francisco Pache-
co, de los cuales una pequeña parte afor-
tunadamente han parecido '.
La miniatura sobre marfil, desde que
apareció en Alemania en el siglo xvii , y
pasó á Francia en los primeros años del
siglo pasado, hasta el descubrimiento del
daguerreotipoy fotografía, su mayor ene-
migo, alcanzó tal boga, que fué hasta
nuestros días un artículo de lujo, del que
ciertas clases de la sociedad no pudieron
prescindir.
Llegó á generalizarse tanto la costum-
bre de retratarse en miniatura, que en
brazaletes, collares, pendientes y meda-
llones, fué el mayor y más estimable dije
de las damas, sin contar las cajas de ta-
baco, guardapelos, relojes y sellos, que
en tanta abundancia han llegado á nos-
otros '.
No sólo retratos, sino también asuntos
tomados de la fábula, se hacían sobre
delgadas láminas de marfil y cobre, exis-
tiendo muchos de tamaños reducidos eje-
cutados en los siglos xvi y xvii.
No se crea que fuesen artistas adoce-
nados los que se dedicaron á estos traba-
jos, pues son conocidos algunos, pintados
al óleo por Velázquez -, Murillo, Mazo,
Pantoja de la Cruz, Sánchez Coello, Lia-
ño, Escalante y Mateo Zerezo, á los que
deben agregarse los hechos sobre mar-
fil por Huerta, Méndez, Ugalde, Muñoz
Rivero , Ana Mengs , Goya , Duquer,
Corro, Reygón y Balaca. Las medallas
acuñadas ^ han sido otro de los triunfos
conseguidos por el grabado en hueco,
por cuyo medio se perpetúa la memoria
de los grandes hombres; los notables he-
chos de la historia y los más famosos
edificios de la antigüedad, cuyas ruinas
el tiempo ha respetado.
El origen de esta clase de grabados no
se puede precisar; sólo se sabe que en la
octava Olimpiada se fundó en Egina la
primera fábrica de moneda. Después de
algún tiempo que vino grabándose en las
monedas, la forma de una concha ó figura
1 Hoy los posee D. José María Asensio, y hace al-
gún tiempo comenzó á publicarlos por medio del fo-
tograbado.
1 El miniaturista D. Antonio Beygón, llegó á reunir
una numerosa y escogida colección de retratos en
miniatura, en su mayor parte de artistas españoles,
procedentes de los objetos antes citados.
2 Uno posee excelente nuestro amigo D. Luis de
Madrazo.
2 El Sr. Nogués ha conseguido reunir una curiosa
colección de medallas y otra de retratos pequeños
importantes, en su mayor parte procedentes de la co-
lección Carderera.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
85
de tortuga, se emplearon escudos, abejas
y cabezas de divinidades, adoptando, por
último, la de ciertos juegos olímpicos,
representaciones mitológicas y cabezas
de los dioses, de las que tantas preciosida-
des se hicieron en Grecia, cuyos artistas
se vieron obligados á buscar refugio en
Roma, amparándose de sus mismos ene-
migos.
La moneda entre los r<. manos, fué de
grosera ejecución, hallándose muchas
acuñadas de familias consulares en las
que aparecen por un lado una cabeza en
representación de la ciudad; y por el otro,
un carro tirado por caballos.
Poco á poco fueron mejorándose los
cuños, y así vemos que llegaron á regu-
lar perfección en tiempo de los empera-
dores Julio y Flavio, mejorándose en las
medallas de Nerón, desde cuya época
decayeron hasta el extremo de que los
bustos no son conocidos más que con au-
xilio de las inscripciones.
Con la irrupción de los vándalos des-
apareció la civilización romana, quedan-
do, por lo tanto, las artes en el ma^'or
abandono, hasta que apareció con Teo-
dosio el estilo bizantino, adoptándose po-
ner las cabezas de frente, en vez de per-
fil, como había sancionado la costum-
bre.
Con relación al grabado de las piedras
duras, no puc de precisarse la época en
que dio principio, pero sí que siguió á
las monedas y medallas, sufriendo las
mismas alteraciones de progreso y de-
cadencia.
Con el renacimiento de las artes y su
completo desarrollo en el siglo xvi, se
elevó el grabado en Italia á la mayor al-
tura de perfección, y sus artistas nos han
dejado una importante y rica colección
de medallas conmemorativas.
A esta feliz región de las artes, siguie-
ron después Alemania, Francia, é Ingla-
terra; y á España vinieron los maestros
más eminentes, llamados por el empera-
dor Carlos V, y Felipe 11; siendo estos,
entre otros, León Leoni )'■ Jácome Trezo,
cuya primera obra fué el famoso Taber-
náculo del monasterio de El Escorial, y
la medalla que hizo á Juan de Herrera.
A tan gran maestro sucedió Pompeyo
T. III.
Leoni, autor de las mejores medallas de
Felipe II.
Otro grabador en hueco, Clemente Vi-
rago, se hizo célebre con el retrato en
piedra dura del príncipe Carlos, suce-
diéndole Cambiago, Pogini , Rodríguez
del Castillo, Bautista, Jacobo y Diego de
Estor; y en tiempo de Felipe V, Monte-
mar, Hernández, Fernández de la Peña y
Prieto.
La gran cantidad de retratos en meda-
llas que las ilustres casas españolas co-
leccionaron, en muestra de su ilustración
y sus viajes por Italia, desde los tiempos
de D. Alfonso V de Aragón, han desapa-
recido, quedándonos solo su recuerdo,
en Alfonso Vde Aragón, por Víctor Pisa-
no, que también grabó el de D. Iñigo
Dávalos; el Gran Capitán; Cardenal Cis-
neros; D. Iñigo López de Mendoza, se-
gundo conde de Tendilla; doña Margari-
ta de Austria, hija de Carlos V; D. An-
tonio de Leyva; duque de Alba; D. Pera-
fan de Ribera; Gonzalo Pérez, secretario
de Felipe II; D. Pedro de Toledo, mar-
qués de Villaíranca; D. Luis de Reque-
sens; D. Martín de Aragón, conde de Ri-
bagorza y duque de Villahermosa; don
Francisco Fernández de Liévana, graba-
do por Pompeyo Leoni; D. Fernando de
Moneada; D. Juan Figueroa, virrey de
Milán; marqués de Mondéjar, virrey de
Ñapóles; Cardenal Quiroga, Arzobispo
de Toledo; D. Juan de Austria; Honorato
Juan, Obispo de Albarracín; D. Antonio
Agustín, Arzobispo de Tarragona; Beato
Nicolás Factor, y las labradas en el si-
glo XVII, de San Ignacio de Loyola, Mateo
Vázquez de Luca, D. Francisco de Mon-
eada, marqués de Aj^tona , D, Pedro Gi-
rón, duque de Osuna, duque de Alcalá,
virrey de Ñapóles; D. Antonio P. Alva-
rez Osorio, marqués de Velada; Carde-
nal Portocarrero, virrey de Sicilia; du-
que de Montalbo; D. Gaspar de Braca-
mente y Guzmán, duque de Alcalá; don
Tomás Enriquez de Cabrera, conde de
Melgar; duque de Montemar; Luis Ve-
lasco y Vicente González, defensores
del Castillo del Morro en la Habana.
Hoy la fotografía, con sus grandes
triunfos y adelantos, se ha encargado de
dejar al porvenir la fisonomía especial y
86
boletín
las costumbres del siglo presente, en sus
hombres, artes y monumentos, conclu-
yendo, á nuestro juicio, con el grabado,
como sucedió con la miniatura. Ahora
bien; ¿llegará su poder á tanto, que alcan-
ce arrebatar á la naturaleza sus brillan-
tes colores? Si lo consiguiera, grande se-
ria la impresión que el arte pictórico su-
friría, pero dudoso nos parece consiga
vencer al ingenio del artista en sus con-
cepciones, pues siempre tendrán el pri-
vilegio de pasar á la posteridad, como el
mejor y más seguro medio de expresar
los mayores entusiasmos del alma, tra-
ducidos por el color y el sentimiento de
la forma.
Vicente Poleró.
BIBMOOI^flHIH
Anatomía pictórica. Ensayo de An-
tropología artística, por José Parada y
Santín, catedrático por oposición de di-
cha asignatura en la Escuela Especial de
pintura, escultura y grabado de Madrid.
(Madrid, Viuda de Hernando , 1894.)
Entre los trabajos más sólidos y serios
de la moderna cultura científica española
debe contarse la obra que nos ocupa;
obra en que la erudición y la crítica se
dan la mano, levantando un monumento á
la íntima relación que enlaza la ciencia y
el arte.
El distinguido catedrático de la Escuela
de Bellas Artes divide su amplio trabajo
en cuatro partes. Tras razonada intro-
ducción, historia en la primera la Ana-
tomía artística, partiendo de los pueblos
más remotos , hasta nuestros días ; inclu-
ye una abundante bibliografía, sazonada
con observaciones críticas; considera al
hombre, en su doble concepto, de objeto
de estudio del anatómico y del artista, y
recorre en toda su extensión el ancho
campo de la Antropología artística. De-
dícase la segunda parte á la Fisiología;
la tercera, á la Morfología, y á la Etno-
logía, la cuarta: estudiándose en las tres
las diferentes ramas de la Anatomía pic-
tórica con un acierto y lucidez que hacen
igualmente recomendable tal estudio al
artista y al antropólogo.
Acompañan á la obra 163 fotograbados,
reproducción de dibujos y obras de otros
géneros de artistas antiguos y modernos.
Citaremos entre aquéllos á Arfe y Villa-
fañe , Alberto Durero, Rafael, Vinci,
Miguel Ángel, Velázquez , Le Brun, Au-
drán, Sagredo, Rubens, D. Vicente Ló-
pez , y entre los contemporáneos á Aran-
zadi, Arroyo, Alvarez Dumont, Amérigo,
Domínguez , Garnelo , García Sampedro,
Haes, Madrazo, Urgell, Villodas y otros
muchos, sin excluir al mismo autor de la
obra.
Entendemos, pues, de acuerdo con el
informe del claustro de profesores de la
Escuela de pintura, escultura y grabado,
que acompaña al libro, que éste viene
á llenar un gran vacío en dicha Escuela;
y hacemos nuestra la recomendación que
á los artistas dirige el Sr. D, Julián Ca-
lleja en el preámbulo que precede al volu-
men asegurando "que no harán cosa que
de más provecho les sea , que ocupar
mucho tiempo en la lectura de esta exce-
lente obra, que merece figurar entre las
buenas de Anatomía pictórica^.
Una excursió á Londres (1893). Con-
Jerencias donadas en lo Centre excur-
sionista de Catalunya ab exposició de
Jotografias, per Ramón Arabía y Sola-
nas. (Barcelona, L'Avenf, 1894.)
El Sr. Arabía, probado y erudito ex-
cursionista, ha concentrado en cuatro con-
ferencias, escritas en su materna lengua
catalana , una verdadera Guía de Lon-
dres, que puede prestar indudables ser-
vicios á nuestros compatriotas que visi-
ten la gran ciudad. Comenzando por dar
cuenta de ciertas generalidades, del as-
pecto, carácter, alojamiento, medios de
locomoción, datos estadísticos , etc., en-
tra luego el autor á describir los monu-
mentos, edificios notables, jardines, vías
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
87
públicas y Museos. No faltan noticias cu-
riosas acerca de la vida y usos del pueblo
londonense, como tampoco una descrip-
ción y reseña de los alrededores de la
Metrópoli inglesa.
En suma, recomendamos la lectura de
este folleto, en que son de notar correcto
lenguaje , fácil estilo , espíritu observa-
dor, atinados juicios é indicaciones prác-
ticas de verdadera utilidad para el via-
jero.
ta, por las reproducciones monumentales
á que antes hicimos referencia.
Retratos de antaño, por el Rdo. P. Luis
Coloma, déla Compañía de Jesús. Publí-
calos la duquesa de Villahermosa, conde-
sa viuda de Guaqui. (Madrid, Tello, 1895.)
Magnífico volumen de 597 páginas en 8.°
mayor, editado con esplendidez verdade-
ramente regia por una de las más ilustres
representantes de nuestra aristocracia.
Desarróllase principalmente en él la bio-
grafía de los duques de Villahermosa, Don
Juan Pablo Aragón Azlor y Doña María
Manuela Pignatelli de Aragón, durante el
período de su matrimonio (1769-1790); pero
con este motivo y con carácter episódico,
el historiador presenta los retratos de per-
sonalidades más ó menos salientes de la
época, relata curiosas anécdotas y com-
pone, en suma, una narración en alto gra-
do interesante y amena, cuya lectura es
difícil interrumpir una vez comenzada.
Avaloran más aún el libro seis magní
cas heliografías, que son los retratos del
autor, del duque de Villahermosa, de la
duquesa de Medinaceli y las vistas del pa-
lacio de Pedrola, del claustro de Veruela
y del castillo de Javier. Acompañan tam-
bién veintiocho facsímiles y transcripcio-
nes de cartas autógrafas de Beaumar-
chais, Galiani, D'Alembert, Polignac, La-
valliére, Geoffrin, Grimaldi, Mayans y el
conde de Aranda, con muy buen acuerdo
extraídos para su publicación del archivo
de Villahermosa.
Encierra, pues, la obra en que nos ocu-
pamos, notoriointerés para el historiador,
para el literato y aun para el excursionis-
Víctor Balaguer, de las Reales Acade-
mias Española y déla Historia.— £"w Bur-
goSj recuerdos de esta ciudad insigne.
(Madrid, El Progreso editorial, 1895.)
Forma este bello volumen, publicado
recientemente, una colección de estudios
históricos y literarios, que ya habían vis-
to la luz con anterioridad en la obra del
mismo autor titulada Añoranzas^ en su
Historia de los Reyes Católicos y en la re-
vista Pro Patria. He aquí el interesante
contenido del libro. Glorias y ruinas (car-
tas á una dama).— La casa del Cordón.—
El castillo de Burgos.— El cuento del Cid.
—La cuesta de la Reina.
Excusamos elogiar estas producciones
del insigne académico y vate catalán, so-
bre las cuales ya la crítica dictó favorable
fallo; y sólo diremos aquí que la reunión
en un volumen de aquella serie de traba-
jos acerca de Burgos y su comarca ha si-
do excelente idea, tan útil para el excur-
sionista, como propia del benemérito Pre-
sidente de la Sección de Literatura de la
Sociedad Española de Excursiones.
Víctor ^dL\2ígyxQr .—Los Jue gos florales
en España, memorias y discursos.
Acaba también de aparecer este tomo,
que forma el xxxii de la colección de las
obras completas del Sr. Balaguer. Encié-
rranse en él varios trabajos ya anterior-
mente publicados y otros nuevos, que el
público saboreará con delectación. Entre
ellos se cuentan los discursos pronuncia-
dos en Barcelona, Valencia, Pontevedra,
Granollers, Reus y Zaragoza con motivo
de la celebración de juegos florales, y
otros leídos en las Reales Academias Es-
pañola y de la Histeria, en el Ateneo de
Madrid y en el Circulo de Bellas Artes,
con motivo de recepciones, contestaciones
y sesiones públicas.
boletín
Fechas prehistóricas y porvenir de las
^'flá'ffs.— Conferencia dada en la Sociedad
Geográfica de Madrid , el 2 de Abril
de 1893, por Rafael Alvarez Sereix. inge-
niero de montes. (Madrid, Rojas, 1895.)
Interesante por más de un concepto es
este trabajo, que su autor divide en dos
partes, como el mismo título indica. En la
primera afirma resueltamente la apari-
ción del hombre sobre la tierra en el pe-
ríodo cuaternario; examina las diferentes
opiniones de los sabios sobre la duración
de los períodos geológicos; bosqueja rá-
pidamente las primitivas civilizaciones
históricas de Caldea, de Egipto y de los
primitivos europeos; y proclama que la
humanidad no procede del estado bestial,
como se ha pretendido vanamente.
La segunda parte de la conferencia es,
si cabe, más notable que la primera. Fun-
dándose el conferenciante en la resurrec-
ción contemporánea del Japón y en otros
hechos y observaciones, combate la gene-
falizada creencia de la superioridad abso-
luta y perdurable de nuestra raza caucá-
sica, y el subsiguiente desdén con que mi-
ramos las demás razas, juzgándolas infe
riores. Examina y analiza los grandes
problemas europeos contemporáneos en
su relación con la lucha de razas, y res-
pecto de estas últimas, concluye que las
hoy existentes han de sufrir notables mo-
dificaciones, sin que desaparézcanlos dos
tipos cardinales, el blanco y el negro, en
tanto que el planeta no sufra un completo
trastorno de esos que separan entre sí las
edades geológicas.
El Sr. Alvarez Sereix ha dado en este
trabajo nueva muestra de la erudición y
atinada crítica que tanto avaloran sus es-
critos.
El Dominio del capital. — Conferencia
dada en el Círculo de Contribuyentes de
Alcalá de Henares, el 5 de Mayo de 1895;
por Rafael Alvarez Sereix, Ingeniero
de montes.
Folleto de gran actualidad, debido á la
pluma del mismo distinguido publicista,
en que se aborda la cuestión social con
tan sana tendencia como atinada crítica.
"Determinar el alcance de la-revolución
que va á verificarse, señalar las causas
que la hacen inevitable, analizar las ten-
dencias que pretenden dominar en lo fu-
turo,,; tal es el objeto de la disertación.
En el curso de ella marca su autor la
debida distinción entre la propiedad y el
capitalismo, proclamando las excelencias
de aquélla y condenando este último como
explotación que es del hombre por el hom-
bre. Examina las soluciones que tienen
relación inmediata con el sistema social
existente, á saber: el llamado socialisino
cristiano y el socialismo del Estado.
Hace, por último, un llamamiento á los
hombres de buena voluntad para evitar
en lo posible la violencia de la revolución
que amenaza. La disertación que nos
ocupa es digna en todos conceptos de su
autor el infatigable publicista Sr. Alvarez
Sereix.
La Decena (cuentos y chascarrillos),
por el Conde de las Navas. (Madrid, Du-
cazcal, MDCCCXCV.)
Ya el Conde de las Navas venía mos-
trándose en anteriores producciones
como discreto novelista y cuentista exce-
lente, y uniendo en ellas al fin moraliza-
dor, á la consoladora máxima ó al agudo
pensamiento, una concepción vigorosa,
limpieza de frase, gran fuerza de obser-
vación y acierto en la pintura de tipos y
caracteres.
Todas estas condiciones y otras más
hallará el lector en La Decena., especie
de mosaico literario, cuya amena lectura
no es dable interrumpir una vez empren-
dida.
Cuentos llama el autor á El Cura de
Retamales y á María de la Purifica-
ción, y, sin embargo, el heroico sacrifi-
cio del simpático P. Alfredo, y el arran-
que y noble desprendimiento de la pobre
inclusera, más nos parecen que cuentos
narraciones impregnadas de realidad y
de vida. Cosas del mundo es un cuadro
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
89
muy sentido, en que se destacan vigoro-
sos contrastes. En Ríñones salteados el
autor emprende opuesto camino, atacan-
do la nota cómica. Hay, en fin, en el libro
chascarrillos (que por su extensión pu-
dieran más bien llamarse cuentos en ¡ni-
niatura)^ en que el donaire andaluz cam-
pea; citemos entre ellos Un adverbio y
una liebre, Caracoles^ Política y arru-
gas y El Oidor, en nuestro concepto el
más donoso de todos. ,
Con lo ya dicho, y con recomendar á
nuestros consocios la lectura de tan sa-
broso libro, nos creemos dispensados de
insistir en su elogio.
Historia y Arte. — Revista mensual
ilustrada. Director: Adolfo Herrera.
Aún no se habían hecho eco estas co-
lumnas de la aparición de aquella impor-
tante Revista, que, por el excepcional lujo
con que viene presentada y por las firmas
que la autorizan, merece protección deci-
dida de los amantes del arte y de la histo-
ria. La circunstancia de ser el Sr. Herre-
ra Vocal de la Comisión ejecutiva de
nuestra Sociedad no puede impedir que á
la publicación por él dirigida tributemos
los elogios que merece, y que en justicia
deben también alcanzar á los editores se-
ñores Hauser y Menet, quienes, al arries-
gar sus intereses donde por desgracia
no alcanza todavía la afición á los estu-
dios serios el desarrollo que debiera, me-
recen todo género de alientos y de éxitos.
He aquí ahora el sumario de los tres nú-
meros publicados , que constituyen por sí
mismos el mejor encomio que de la obra
pudiera hacerse.
MARZO
Texto: Del carácter, por D. José Eche-
garay, de la Academia Española.— A un
ruiseñor cautivo, por D. Gaspar Núñez
de Arce, de la Academia Española. — La
cuchillería en España (siglo xvii), por don
Manuel Ricoy Sinobas, de la Academia
de Ciencias.— En Montserrat, por D. Víc-
tor Balaguer, de la Academia Española.
— Canova y Thorvaldsen, por D. Augusto
Danvila, C. de la Academia de San Fer-
nando.—La agrupación de los grandes
hombres que personificaron la cultura
española, por A. — Varia, por R.
Láminas sueltas en fototipia: Cuchi-
llería española (siglo xvti).— Marte y Ve-
nus (escultura de Antonio Canova).—
Mercurio aprestándose á matar á Argos
(escultura de Alberto Thorvaldsen). — La
agrupación de los grandes hombres que
personificaron la cultura española (cartón
de D. José Garnelo).
Láminas intercaladas en el texto en
fototipia y fotograbado: Tijeras mejica-
nas (siglo xvii). — Tijeras de Jaén (si-
glo xvii).— Tijeras de Albacete (siglo xvii).
—Museo Nacional de Madrid. — Alberto
Thorvaldsen (Museo de Copenhague).—
Antonio Canova (de una medalla italiana).
—Alegorías. —Viñetas .
ABRIL
Texto: El Arte como propagandista, por
D. Eduardo Benot, de la Academia Espa-
ñola.—Espadas benditas, por D. Cesáreo
Fernández Duro, de la Academia de la
Historia.— Calvario, por D. Federico Ba-
lart, de la Academia Española.— Espejos
etruscos que se conservan en el Museo
Arqueológico Nacional, por D. Juan de
Dios de la Rada y Delgado, de la Acade-
mia de la Historia.— La copa de Ayson,
vaso griego del Museo Arquelógico Na-
cional, por D. José Ramón Mélida.— Sor-
presa, por D. Ricardo Gil.
Láminas sueltas en fototipia: Espejo
etrusco que se conserva en el Museo Ar-
queológico Nacional núm. 1. — Espejo
etrusco que se conserva en el Museo Ar-
queológico Nacional, núm. 2.— Teseo ven-
cedor del Minotauro, pintura del interior
de la copa de Ayson, vaso griego del
Museo Arquelógico Nacional.— Sorpresa,
cuadro de D. José Garnelo.
Lámina suelta en fotograbado: Haza-
ñas de Teseo, pintura del exterior de la
90
boletín
copa de Ayson, vaso griego del Museo
Arqueológico Nacional.
Láminas intercaladas en el texto en
fototipia y fotograbado: Espada donada
por el Papa Paulo V á Felipe IV.— Espada
donada por el Papa Clemente VIH á Feli-
pe II.— Espada donada por el Papa Euge-
nio IV á Juan II.— Hoja de la espada con-
cedida por el Papa Calixto III á Enrique IV
de Castilla.— Hoja de la espada concedida
por el Papa Clemente VII ál Emperador
Carlos V.— Hoja de la espada concedida
porelPapa Paulo III á Felipell.— Hoja de
la espada concedida por el Papa Pío I V á
Felipe II.— Hoja de la espada concedida
por el Papa Pío IV á Felipe II.— Hoja de
la espada concedida por el Papa Pío V á
D. Juan de Austria.— Hoja de la espada
concedida por el Papa Gregorio XIV á
Felipe III.— Alegoría.— Perfil de la copa
de Ayson.
MAYO
Texto: Ideal en el arte, porD. Eduardo
Benot, de la Academia Española.— Las
locas por amor, por D. Ramón de Cam-
poamor, de la Academia Española. — Es-
pejos etruscos del Museo Arqueológico
Nacional, por D. Juan de Dios de la Rada
y Delgado, de la Academia de la Histo-
ria.—Fragmento (poesía), por D. Gonzalo
de Castro.— Antigüedades : El Renaci-
mieto italiano. Su introducción en Espa-
ña y carácter nacional que adquiere. Sus
dos géneros especiales. Mesa de plata de
los señores marqueses de Viana, por don
Enrique de Leguina, C de la Academia
de la Historia.— Carlos de Haes, por don
Augusto Danvila, C. de la Academia de
Bellas Artes.— Varia, por R.
Láminas sueltas al agua fuerte: El
Otoño, por D. Carlos de Haes,
Láminas sueltas en fototipia: Espejos
etruscos del Museo Arqueológico Nacio-
nal, números 3 y 4,— Plancha de plata re-
levada y cincelada (siglo xvi), propiedad
de los señores marqueses de Viana.— Ca-
nal de Mancorbo en los Picos de Europa,
cuadro de D. Carlos de Haes.
Láminas iittercaladas en el texto en
fototipia y fotograbado: Espejo etrusco
del Museo Arqueológico Nacional, núme-
ro 5.— Espejo griego del Museo Arqueo-
lógico Nacional. —Pie de mesa. Platería
de Córdoba. — Carlos de Haes. Márgenes
del Lozoya.— Alegorías.
Por ambos mundos. Narraciones cos-
mopolitas. (La Arqueología entre nues-
tra juventud: arqueólogos y anticua-
rios. '■^ Los antiguos campos góticos^,
por el Dr. Simón y Nieto. ''Cervantes
vindicado de su supuesto antiviscainis-
mo„, por el Dr. Apraiz), por I). Ricardo
Becerro de Bengoa.
No se trata aquí de un libro, sino de un
artículo publicado en La Ilustración Es-
pañola y Americana y su número del 8
del pasado mes de Mayo: pero artículo de
que debe hacerse eco este Boletín^ por el
espíritu que le informa , conforme en un
todo con el que inspira á nuestra Socie-
dad.
El Sr. Becerro de Bengoa levanta acta
de un hecho consolador para el presente
y el porvenir de la cultura nacional. "Un
nuevo género— dice — de exquisita cultura
para la generación joven que, en bien de
la patria, va poco á poco levantando su
inteligencia y sus corazones, como con
gran complacencia lo vemos todos cuan-
tos de cerca la tratamos, es el de los es-
tudios artísticos, y singularmente el de la
arqueología, antes reservada á excéntri-
cos exploradores y sabios, á quienes el
vulgo miró como á gentes raras, un si es
no es tocadas de lastimosa chifladura, sea
dicho en verdad, sin ningún eufemismo
atenuante. La historia de nuestro pueblo
estudiábase poco menos que de memoria,
en hbros viejos y nuevos, en manoseados
impresos y en ocultos ó bien guardados
manuscritos; pero muy pocos eran los
que completaban su conocimiento, reco-
rriendo los pueblos y admirando lo que
aún queda en pie, ó cayéndose, ó en rui-
na, ó restaurado y adulterado por manos
tan cuidadosas como profanas...,.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
01
"Hoy, aunque todavía en ningún grado
de la enseñanza, salvo en la Escuela de
Arquitectura y en algún Seminario, se
estudia el arte, su desarrollo y su histo-
ria en España; hay mucha juventud entu-
siasta que es a niga de estos conoci-
mientos, y que los cultiva y practica, no
por interés positivo, porque nada pecu-
niario dan de sí, sino como placentera
satisfacción para la inteligencia, ávida
de tan hermosos y elevados goces. No
es, pues, extraño el que hayan aparecido
en nuestros días asociaciones amistosas
de excursionistas arqueólogos, ni que en
los Ateneos y círculos haya cátedras de
arte español, ni que muchos hombres de
carrera, y de muy distintas carreras por
cierto, viajen, estudien y publiquen sus
investigaciones en periódicos diarios y
revistas ilustradas. Este avance de la
cultura pública, este evidente síntoma de
la elevación intelectual de nuestra juven-
tud, es un hecho. Yo lo afirmo sin reparo
alguno, porque por necesidad conozco á
mucha parte de la generación que estu-
dia desde hace treinta años. Y todos los
lectores aficionados á este asunto espe-
cial, recordarán haber leído curiosas des-
cripciones de los restos arqueológicos, y
memorias de muchos y muy entendidos
jóvenes que en todas las provincias, y
algunos en olvidados pueblos, dedican
las horas sobrantes de sus faenas pecu-
liares al sabroso esparcimiento de las
investigaciones artísticas de los pasados
tiempos. Pagan gustosos su contribución,
como se dice en el extranjero, á estos
estudios, y de cuando en cuando obse-
quian á sus amigos y al público con el
delicado regalo de sus obras.,,
Tras estos expresivos párrafos, y en
confirmación de sus asertos, cita, analiza
y encomia el Sr. Becerro de Bengoa la
colección de excursiones que bajo el títu-
lo de Los antiguos Campos góticos pu-
blicó no ha mucho en estas columnas
nuestro consocio el Sr. Simón y Nieto,
"médico joven muy reputado en aquella
tierra (Falencia), escritor serio y correc-
to, arqueólogo entusiasta y bien cono-
cido y estimado en la Academia de la
Historia y en la Sociedad Española de
Excursiones».
Más adelante el docto articulista dedica
también su atención á otro excursionista
infatigable, el Sr. D. Julián Apraiz, de
quien dice el Sr. Becerro de Bengoa, an-
tes de examinar alguna de sus produc-
ciones que, "excursionista andante, bien
espolvoreado en el campo y bajo techo,
ha andado á menudo por los montes y va-
lles vascongados, en busca de sepulturas
prehistóricas, de cuevas troglodíticas y
de dólmenes celtas,,.
Es, pues, un hecho el desarrollo suce-
sivo del excursionismo combinado con la
afición á los estudios retrospectivos, he-
cho que satisfará seguramente á cuantos
forman parte de nuestra Sociedad de Ex-
cursiones.
P.
LAS CATACUMBAS DE ROMA
-pOR
JOAQUÍN PAVÍA Y BERMINGHAM
(Un tomo de 240 páginas.— Madrid, Imprenta de los
Huérfanos, 1895.)
ox este título acaba de publicarse
una interesantísima obra, que no
AWW'^yti podemos por menos de dar á cono-
c^'l cer á nuestros lectores. Consiste
ésta en tres conferencias que acerca de
asunto tan complejo é importante bajo el
punto de vista del Arte y de la Ciencia
arqueológica, como son los hipogeos cris-
tianos de Roma, ha pronunciado el Sr. Pa-
vía y Bermingham en el Centro Católico
de la capital de Guipúzcoa.
El arquitecto Sr. Pavía, que ha sido
pensionado de mérito en la Academia de
Bellas Artes de España en Roma, ade-
más de sus estudios del Arte pagano,
como la notabilísima restauración del
templo de Vesta en el Foro Romano, obra
premiada con medalla de primera clase
en la Exposición internacional de Bellas
Artes de 1892, ha hecho también, durante
su permanencia en la Ciudad Eterna, es-
tudios no menos interesantes del primi-
tivo Arte cristiano, y en estas tres confe-
rencias ha reunido cuantos datos pueden
9^
boletín
constituir la historia de estos cemente-
rios subterráneos , desde su ejecución
hasta nuestros días.
Dedica la primera conferencia á des-
cribir las Catacumbas, viendo su origen
y disposición, sus inscripciones y pintu-
ras murales, compendiado, sí, en los lí-
mites de una conferencia, pero sin dejar
de anotar lo más interesante y de mayor
alcance.
La segunda comprende el estudio del
periodo histórico en que se construyeron
estos cementerios y desarrollo que fue-
ron tomando desde la predicación apos-
tólica hasta la paz de Constantino.
En la tercera conferencia abarca el pe-
riodo desde que las Catacumbas fueron
objeto de la veneración pública, pasadas
las persecuciones, su devastación y aban-
dono, hasta su descubrimiento en el si-
glo XVI, enumerando los trabajos de Bo-
sio, y por último los más importantes y
modernos del P. Marchi y del gran ar-
queólogo de nuestro siglo , el insigne
Juan Bautista de Rossi , el verdadero
descubridor de las Catacumbas, y que
con sus notables trabajos es el que ver-
daderamente trazó las bases de la cien-
cia arqueológica cristiana.
Con gran copia de datos, á la vez que
con suma claridad y sencillo lenguaje,
están escritas estas conferencias, donde
el docto encontrará un resumen admira-
ble de materia tan vasta y objeto de tan-
tas y tan voluminosas obras, y el que no
lo sea, puede estar al corriente con su
lectura de lo que son estos cementerios
y de los descubrimientos más modernos
en ellos verificados.
Un apéndice acompaña á estas tres
conferencias, si cabe más interesante que
ellas mismas, pues es un estudio biográ-
fico de Juan Bautista de Rossi, quizá el
primero que se hace en nuestra patria, y
desde luego el más completo, haciéndose
mención de las fiestas que se celebraron
en Roma para festejar el septuagésimo
aniversario del nacimiento del gran ar-
queólogo , y en cuyas fiestas tomaron
parte todas las naciones, á las que se
unió España, que en esa ocasión fué de
las primeras en tributar su homenaje al
verdadero talentp.
Para terminar, la obra resulta suma-
mente amena, la presentación excelente,
y la precede una buena fototipia, hecha
por los Sres. Hauser y Menet, de un pre-
cioso bajo relieve del eximio escultor
Aniceto Marinas, nuestro consocio, que
tiene por asunto la primera visita de
Pío IX á la cripta de los Papas en la
Catacumba de San Calixto. La obra es
propiedad de las Hermanitas de los Po-
bres, pues á ellas ha sido regalada por
su autor, el Sr. Pavía, á quien damos
nuestra enhorabuena por su trabajo.
A. A.
==a<=3í>á^g©í>-®
sa@@IOR 0HI@IS]2
La Sociedad de Excursiones en Junio.
La Sociedad Española de ExcursiOxNtes
realizará; una á Villa del Prado, Ca-
dalso DE los Vidrios, Guisando y San
Martín DE Valdeiglesias, el viernes 28
de Junio, con arreglo á las condiciones si-
guientes:
Salida de Madrid (estación de Naval-
carnero): el 28, á las siete y media de la
noche.
Regreso á Madrid: el domingo 30, á las
ocho de la noche.
Monumentos que se visitarán: Iglesia
y picota de Villa del Prado, palacio de
D. Alvaro de Luna, en Cadalso de los Vi-
drios ; monasterio de Guisando y restos
diversos en San Martín de Valdeiglesias.
Cwoííí.'Cuarenta pesetas, en que se com-
prende el billete en segunda clase de ida
y vuelta, coches, hospedaje, manuten-
ción, gratificaciones, etc.
Para las adhesiones á esta excursión,
dirigirse de palabra ó por escrito, hasta
el día 27 á las ocho de la noche, acompa-
ñando la cuota, al Sr. D. Enrique Serra-
no Fatigati, presidente de la Sociedad,
calle de las Pozas, núm. 17.
Madrid 1.° de Junio de 1895.— El secre-
tario general, vizconde de Palas uelos.—
V.^'B.'^— El presidente, S^;'rawoFa/2á'«/í.
l.ni. Establecimiento tipográfico de Agustín Avrial,
San Bernardo, 92.— Teléf. 3074
BOIvBTlN
DE LA
SOCIEDAD ESPAIOLA DE EXCÜRSIOIES
DIRECTOR:
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
AÑO III
Ivladrid 1." de J"vilio de 1895
NÚM. 29
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
Ei^ia-iE
DE
NUESTRA SEÑORA DEL CLAUSTRO
EN LA CATEDRAL DE SOLSONA
p^. STA efigie, cuya fototipia aparece
'*^ ^ en el presente número, es uno de
los más bellos ejemplares de icono-
grafía cristiana de la Edad Media
que tenemos en España. Mide de alto un
metro cinco centímetros, y está hecha de
una piedra de color obscuro y ceniciento.
El asiento de la V^irgen es un taburete con
almohadón encima, todo de la misma pie-
dra y con algunos detalles decorativos.
Los pies de la Señora, separados uno de
otro, descansan sobre dos monstruos que
se parecen al león y al águila. Sóbrela
rodilla izquierda, algo más levantada que
la otra, tiene sentado á su divino Hijo,
sosteniéndole con la mano izquierda, y
en la derecha lleva un cetro que figura
en : u base un pomito y en el remate una
pina ó granada que están picando dos
.avecitas.
Contra el uso dominante en las estatuas
de la Virgen, la del Claustro tiene la ca-
beza sin manto ni velo dominical que la
cubra; pero ciñe una corona ó diadema
con adornos esculturados de pedrería
T. m
que remata en tres florones formados por
el combinado repliegue en doble voluta
del borde superior de la misma corona.
Lleva partido el cabello, que luego se re-
coge en dos soberbias trenzas que caen
graciosamente á lo largo de los hombros
y bajando por los lados vienen á termi-
nar más abajo de las rodillas. De la parte
posterior de la corona se desprende una
especie de cinta de once centímetros de
ancho por veinte de largo, que puede ser,
ó bien un adorno de la corona parecido al
que se ve en coronas ác las Catacumbas
y á semejanza de las ínfulas de las mi-
tras, ó bien una redecilla para recoger
los pelos de la cabeza.
Viste la Virgen una túnica muy ajusta-
da que le llega hasta los pies, formando
menudos y delicados pliegues. De dere-
cha á izquierda cruza su pecho una ban-
da adornada de pedrería é hilos de per-
las; y por debajo de la rodilla derecha
ostenta un hermoso festón adornado de
la misma manera, y si bien corresponde
al manto, parece indicar la orilla inferior
de una sobrevesta griega. El manto que
cubre sus hombros está orlado de vistosa
y rica cenefa , se abrocha al pecho con
una grandiosa fíbula calada y genimata,
y al recogerse sus caídas por encima de
las rodillas, forman en sus extremos al-
gunos amplios cañones por delante de la
túnica que se quedan más cortos que ésta.
12
94
feOLETÍN
Enseña los pies parca y modestamente, y
su calzado es puntiagudo y con adornos
de pedrería. Las manos tienen alguna
rigidez é impropiedad, sobre todo la de-
recha que sostiene el cetro por la base,
cuando parece más natural empuñarlo
por el fuste.
El semblante de la Virgen es, á la par
que grave, apacible y dulce; su boca pe-
queña, aguileña la nariz, y éstas, lo mis-
mo que los ojos y mejillas , están perfec-
tamente esculturadas.
El Niño Jesús tiene la cabeza y los pies
desnudos, y éstos se apoyan ligeramente
en la rodilla derecha de la Virgen. Viste
túnica primorosamente adornada de pie-
dras y perlas en la parte que cubre el
pecho y en las bocamangas ; y, además,
manto orlado de finísima greca. Está un-
un poco vuelto hacia el pueblo, con la ma-
necita derecha levantada en actitud de
bendecir, y con la izquierda se recoge
graciosamente el manto sobre sus rodi-
llas. Su semblante, más bien que el de un
niño de corta edad, representa ya el de
un adolescente.
A pesar de que el grupo escultórico de
Nuestra Señora del Claustro adolece de
cierta tiesura y sequedad de contornos y
del amaneramiento general de las figuras
bizantinas, tales defectospreséntansebas-
tante velados, y los compensa, por otra
parte, la perfección y riqueza de algunos
detalles.
II
¿Cuándo fué construida esta efigie de la
catedral de Solsona? No hay documento
alguno que nos diga en qué tiempo y por
quién fué esculturada, y por lo mismo de-
bemos limitarnos á su examen arqueoló-
gico y artístico. En nuestro humilde jui-
cio, hay que fijar la fecha de la construc-
ción de esta imagen en la época de la do-
minación carlovingia en Cataluña, ó sea
en el tiempo que media entre la segunda
mitad del siglo viii y la primera del ix.
Las persecuciones levantadas en Orien-
te por el iconoclasta León Isáurico (año
726) motivaron la emigración de muchos
artistas á Italia, y á ellos se debe el rena-
cimiento del Arte en Occidente, y ellos
fueron los íundadores de aquel estilo es-
pecial que llamamos latino-bizantino, pro-
pio de los países más occidentales de Eu-
ropa, y que participa del estilo románico
y bizantino, si bien predomina sobre la
influencia que pudiéramos llamar roma-
na la de Bizancio, Los Papas primero, y
más adelante Carlo-Magno, dispensaron
generosa protección á estos artistas ex-
pulsados de Oriente, é impulsaron pode-
rosamente el renacimiento de las Bellas
Artes en las regiones occidentales. Esta
influencia é intervención gloriosa de Car-
lo-Magno aparece comprobada en varias
obras de su tiempo en Francia y Alema-
nia, y debió también dejarse sentir en
España, y particularmente en las regio-
nes pirenaicas ; y por más que sea pro-
blemática su venida á Cataluña, no puede
negarse su protección eficaz en todo lo
referente al bien y esplendor de las igle-
sias de esta región, como tampoco puede
negarse la parte personalísima que su
hijo Ludovio Pío tomó en la reconquista
de Cataluña y en la erección y restaura-
ción de varias iglesias y monasterios.
Solsona fué definitivamente reconquista-
da por Ludovio Pío en el año 798, y apa-
rece desde esta fecha como plaza forti-
ficada y cuidadosamente defendida por
los cristianos, á causa de su posición to-
pográfica é importancia estratégica.
Pues bien; esta época de la dominación
carlovingia en Cataluña, es, á nuestro en-
tender, la en que fué labrada la hermosa
efigie que nos ocupa ; y dejándonos de su-
posiciones más ó menos fundadas, vienen
en prueba de nuestra opinión los mismos
caracteres arqueológicos y artísticos que
presenta la venerada efigie de Solsona.
Ella tiene sin género de duda los tres ele-
mentos que dan vida y distintivo á las
obras del arte latino-bizantino en la esta-
tuaria; base marcadamente clásica, ras-
gos decididamente orientales, 'expresión
y esplritualismo cristianos. La actitud de
la Virgen y la del Niño es seria, majestuo-
sa, reposada y profundamente espiritual
y ascética. El dibujo de las figuras no cho-
ca por lo desproporcionado, y si bien se
nota algo de incorrección en los brazos y
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
9$
manos de la Virgen, hay en cambio pure-
za y corrección suma en otros miembros
de la misma y en los pies y manos del
Niño. Esto, unido ala belleza y majestad
de los plegados de los paños y á la ga*
llardía y variedad de la ornamentación
de la efigie, que sin querer nos recuerda
la ornamentación bizantina de las esta-
tuas descubiertas en las ruinas de Pal-
mira, de los mosaicos de San Venancio
de Letrán y de San Apolinar de Rávena,
y de los dípticos del museo de Berlín y de
la catedral de Monza, revela desde luego
que su autor no tenía olvidadas las tradi-
ciones de un estilo clásico y grandio-
so que había florecido en siglos anterio-
res.
Sabemos que, según la creencia gene-
ral, el estilo latino-bizantino no comenzó
á vulgarizarse en España antes del si-
glo x; pero también es indudable que á
partir desde este siglo, aquellas formas
agraciadas y bellas propias del estilo,
cuyo ejemplar se halla en el templo de
Santa Sofía, de la antigua Bizancio, de
generan en toscas, pobres y amaneradas.
Esto explica, por qué desde el siglo vi
alx, los ejemplares de estatuaria, orfe-
brería y arquitectura bizantina son tanto
más perfectos cuanto más antiguos, como
que se acercan más á los tipos ejem-
plares de Santa Sofía de Bizancio y de
San Marcos de Venecia. Hágase un es-
tudio comparativo de la Virgen del Claus-
tro con otras efigies marianas de estilo
románico ó bizantino que se veneran en
España construidas desde últimos del
siglo IX al XI inclusive, y se verá que no
tienen ni la pureza de líneas, ni la correc-
ción de dibujo, ni la riqueza de ornamen-
tación de la efigie de Solsona.
Esto nos confirma en nuestra opinión
de que la del Claustro fué labrada duran-
te la dominación de los reyes francos en
Cataluña. Y por más que se nos objete
que en este período no estaba vulgariza-
do en España el estilo latino-bizantino,
contestaremos que tampoco las demás
regiones ibéricas estaban entonces en las
condiciones favorables de la cataláunica
para que á la vez que en ésta se labraran
estatuas parecidas á la que nos ocupa.
En una extensa Memoria histórica que
sobre esta imagen tenemos publicada ',
llevamos expuestas las razones que, á
nuestro entender, militan en contra de
aquellos que sostienen haber sido e^ta
efigie importada de Oriente y anterior al
siglo VIII, y de aquellos otros que preten-
den ser posterior al siglo xii. A dicha Me-
moria podrán acudir los que quieran te-
nerlas en cuenta para formar su juicio
propio sobre la época en que fué labrada
la efigie del Claustro, y quieran á la vez
conocer la tradición popular sobre esta
imagen y la devoción ferviente de que es
objeto en la ciudad de Solsona y en toda
la comarca.
Ramón Riu y Cabanas.
Toledo, 20 Junio 1895.
TRÍPTICJ DE RÓ.>IULO CINCINATO
Sala XXVI.— Tabla pintada al óleo.— Tríptico.— Fcli-
lipe el Hermoso y su familia adorando á la Virgen.
Siglo XVI. — Original de Rómulo Cincinato.— Fir*
raado.-Alto, 0,69; ancho, 0,44.
E esta manera consigna el "Cátalo.
Vjjfi ^^ ^^ ^^ Exposición Histórico-eu-
ropea„ el notable tríptico, cuya
W# descripción intentamos, á pesar de
que nuestra notoria incompetencia nos
impide entrar de lleno en su estudio bajo
el punto de vista artístico, que es el que,
por tratarse de una obra pictórica, pare-
cía llamado, más que otro alguno, á fijar
nuestra atención.
Pero desgraciadamente para el pintor,
no es así. Ni el tríptico de Cincinato es,
en sentir de competentísimas personalida-
des por mí consultadas, una de esas obras
que descuellan entre las de su clase, ni
de las que revelan personalidad en el au-
tor, siquier fuera ésta de un orden secun-
dario. Es una pintura más, en el siglo xvi,
de transición bien marcada, pero sin re-
miniscencia alguna de lo bueno que tienen
las pinturas de la época inmediatamente
anterior, ni de la grandiosidad del rena-
cimiento subsiguiente.
A pesar de este juicio de mis buenos y
1 Lérida, imprenta Mariana, año 1891.
q6
boletín
doctos amigos, y que á alguno podrá
parecer severo en extremo; á pesar de
esto, decimos, el cuadro está muy dis-
tante de ser una de esas obras llamadas
á perderse en la noche del olvido, no
sólo porque hay en ella algo de agrada-
ble y correcto bajo el punto de vista del
arte, sino porque las seis figuras (cinco
de ellas orantes) que acompañan á la
santa imagen, y el letrero que rodea á la
pintura central, hacen referencia á eleva-
dísimas personalidades de nuestra histo
ria; y tanto éstas como el nombre del
autor, bien poco vulgarizado entre nos-
otros, merecen cumplidamente que dedi-
quemos algunas líneas, recordando algo
de lo que fueron unas y otro, con lo cual
demostraremos la relativa importancia
que, en nuestro sentir, reviste el tríptico
en cuestión.
Y como el método es útil para todas
las cosas, bueno será que adoptemos uno
cualquiera; y para ello, empecemos por
describir lo que el pintor ha trazado; que
sigamos determinando lo que el pintor
representó, y que terminemos recopi-
lando las cuatro noticias biográficas que
'del mismo hemos logrado reunir.
Y empezando por el principio, esto es,
por lo que no se ve en la lámina que
acompaña á este artículo, diremos que
cerrado el tríptico, en cada una de sus
puertas, hay un óvalo pintado de blanco.
Sobre el de la puerta de la izquierda se
ve el escudo de armas de los Dehesa ó
Hedesa y Verástegui , y sobre el de la
derecha las armas reales con castillos,
leones, granada, flores de lis y toisón
de oro. Dentro de ambos óvalos se halla
repartida la inscripción siguiente:
"Razones fueron tales los fechos de los
«progenitores de la casa de los Dehesa ó
„ Hedesa y Verástegui, que llamaron la
«atención de nuestro amado rey D. Car-
„los el segundo. Pidió á D. J.e Ramón
„ Verástegui sacara certificación de di-
„chos fechos de su noble familia en el
„año de 1672, por D. Juan de Mendoza. En
„vista de éstos Su Majestad „
"Rectificó el escudo de armas que, se-
„gún sus dichos, pueden ponerlas en todo
„lo que sea de su propiedad, y esta con-
„formidad autorizó ponerlas en el real
„regalo que el católico rey D. Felipe II
„hizo á D. Juan Manuel Verástegui del
„famoso tríptico, que representa la acción
„de gracias de Felipe el Hermoso y doña
„ Juana (la loca) ' con su real familia á la
«inmaculada Virgen del Consuelo, pin-
„tada por el muy noble Rómulo Cinci-
,,nato, en el año de 1545 „
Dejemos á la consideración del lector
curioso la gratitud que revela en el noble
Verástegui el hecho de apellidar "la loca,,
á la abuela del augusto donante del tríp-
tico , el de llamar en cambio muy noble
al pintor, de cuyos antecedentes de fami-
lia muy poco ó nada se sabe, el de fijar
en 1545 la fecha en que el tríptico se pin-
tara, y por último, en ser el año de 1672
en el que Carlos lí mandara sacar la cer-
tificación de nobleza de aquella ilustre
familia, hecho que revela que los letreros
de los óvalos son, cuando menos, poste-
riores en ciento veintisiete años á la épo-
ca en que suponen pintado y tal vez do-
nado el tríptico , todo lo cual hace que no
haya medio de conceder absoluta fe y
crédito á lo en ellos consignado.
Abierto el tríptico, que es como está en
la lámina correspondiente, se hallan en
las puertas laterales las imágenes de San
Pedro y San Pablo, representadas por an-
cianos de luenga barba coronados con
sus correspondientes nimbos, vestidos con
túnicas azules, mantos rojos recama-
dos de oro, y ostentando, el Príncipe de
los Apóstoles, las doradas llaves, y el
Apóstol de las gentes, la espada y el libro
que constituyen respectivamente los atri-
butos con que se les representa.
Contiene el cuerpo central una concha
muy bien dibujada que forma la hornaci-
na, ceñida por dos arcos concéntricos
guarnecidos de dorado follaje sobre fon-
do oscuro y sostenidos por dos pilastras.
Dentro de esta hornacina se halla la ima-
gen de Nuestra Señora del Consuelo, de
rubia cabellera y vestida con imperial co-
rona de oro guarnecida de perlas, hermo-
sa túnica roja y rico manto de terciopelo,
también recamados de oro, de cuyo me-
tal son los lazos y borlas de la faja de seda
verde que ciñe la noble figura de María,
1 Sic.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
97
cuyo brazo izquierdo sostiene al Niño
Dios que inclina su preciosa cabecita ru-
bia sobre el tierno regazo de su bendita
Madre.
A ambos lados, y en actitud orante, se
hallan seis figuras, tres de varón al lado
izquierdo y tres con femeniles tocas al
lado derecho. Rodean á este cuerpo cen-
tral del tríptico dos inscripciones en ca-
racteres romanos que dicen así.
La de la parte superior del arco : Tota
PULCHRA EST MaRIA.
La que empieza á la Izquierda en el
arranque del arco y baja bordeando el
cuadro hasta subir á igual punto del lado
derecho:
Philippus alemanie (fermosüs) primogé-
nito suü Carolo Uxor M.'' Joana et im-
PERIALIS EJUS SUCESSIO PETEXTES GRATIA
NOSTRA SANCTA MATER CONSOLATRIX.
Esta inscripción, indudablemente coe-
tánea de lapintura, revela quiénes son las
personas retratadas en el tríptico, y deci-
mos retratadas, porquecomparadala ima-
gen del personaje que se supone ser Fe-
lipe el Hermoso con el retrato del mismo
original de \'ander Goes, existente en la
catedral de Brujas, y del cual poseemos
un excelente grabado de J. Delboéte, no
cabe la menor duda de que el personaje
representado en el tríptico es el propio
Felipe. No será, pues, muy aventurado el
suponer la misma autenticidad en los
otros retratos.
Hállase en el término más próximo á la
Virgen Felipe el Hermoso, con un ropón
de terciopelo guarnecido de pieles y cue-
Uode encaje rodeadopor elToisóndeOro.
Delante de éste 3' al mismo lado izquier-
do, el primogénito D. Carlos, de cabellos
rubios, vestido con traje azul celeste y
adornos negros, forrado todo de seda co-
lor y ocre; sosteniendo á D. Fernando, ni-
ño, desnudo y de cabellos también rubios.
Al lado derecho y por el mismo orden
está la reina doña Juana, cuyas tocas
blancas y traje negro violáceo caracteri-
zan severamente su noble figura.
Sigue doña Leonor, con un traje de co-
lor obscuro , alto cuello forrado de pieles
y la blanca toca cuya larga cola viene
rodeando todo el vestido.
Por último, una niña, doña Isabel, que
por cierto lleva un traje color salmón
con adornos de oro y encajes, cuyo gusto
y hechura no habría rechazado hace po-
co, años ninguna de nuestras más ele-
gantes señoritas: lleva en la cabeza un
cidasis bordado ricamente, y en la mano
un rosario, cuyas cuantas de oro pasa.
Como todos los demás, está arrodillada
sobre el rico tapiz oriental que cubre el
pavimento de todo el cuadro.
Sabido es que Felipe el Hermoso y
doña Juana tuvieron seis hijos, á saber:
Doña Leonor, que nació en Flandes el
14 de Noviembre de 1498, y más tarde fué
reina de Portugal por su matrimonio con
D. Manuel; y á la muerte de éste, reina de
Francia por su matrimonio con Francis-
co L
D. Carlos, nacido en Gante el 25 de Ju-
lio de 1500, y que después fué rey, el pri-
mero de este nombre en España y V em-
perador de Alemania.
Doña Isabel que nació en Bruselas el 15
de Julio 1501, reina después de Dinamar-
ca, por su matrimonio con Cristierno II.
D. Fernando que nació en Alcalá el 10
de Marzo de 1503, rey de Hungría y de
Bohemia, y emperador de Alemania por
renuncia de D. Carlos.
Doña María nacida en Bruselas el 15 de
Septiembre de 1505, que casó con D. Luis,
rey de Bohemia, de Hungría, y después
de enviudar en 1526, fué gobernadora de
Flandes por su hermano Carlos V. y
Doña Catalina, que nació en Torquema-
daá 14 de Enero de 1507, y fué reina de Por-
tugal por su casamiento con D. Juan III.
Si D. Felipe y doña Juana no tuvieron
más hijos varones que D. Carlos y D. Fer-
nando y éste, D. Fernando, es á su vez el
menor de los cuatro hermanos retratados
en el tríptico, no cabe duda de que doña
María y doña Catalina, nacidas dos y cua-
tro años respectivamente después que
■ D. Fernando, no pudieron serlo en aquella
época. Pero aún hay más: como doña Ma-
ría nació en Septiembre de 1505 y no está
retratadaconlaRealfamilia,no cabe duda
de que D. Fernando tendría á lo sumo en
la época á que se refiere la pintura, unos
dos años y medio, que es justamente la
edad en que el pintor le ha representado;
doña Isabel tendría unos cuatro años y me:
q8
boletín
dio, D. Carlos cinco años y medio, y doña
Leonor siete años y medio. D. Felipe vein-
tisiete años y doña Juana veintiséis. Con
estos datos no puede considerarse aven-
turada la afirmación que antes hicimos
y es la de que los príncipes retratados no
pueden ser otros que doñaLeonor, D. Car-
los, doña Isabel y D. Fernando.
Pocos cuadros de aquella época logran
reunir mayor grandeza en los personajes
representados.
Dos reyes, otros dos que más tarde fue-
ron emperadores y cuatro reinas, las de
Francia, Dinamarca, Bohemia y Hungría,
y entre ellos nada menos que un Carlos V.
Verdaderamente que Cincinato no podía
aspirar á más. Pintó á los reyes y princi-
pes del cielo y retrató á los de la tierra...
Pero ¿quién fué éste Rómulo Cincinato?
Pocas son las noticias que de él se tienen,
y á no ser por Ceán Bermúdez y por Ponz,
casi ignorado de todos quedaría el nom-
bre del pintor de Felipe II. Según Ceán
Bermúdez *, Rómulo Cincinato fué natu-
ral de Florencia; estudió su profesión con
Francisco Salviati, y fué condiscípulo en
Roma de nuestro Pedro Rubiales, donde
tenía gran reputación cuando Felipe II
escribió á D. Luis de Requesens, su em-
bajador en la corte pontificia, que le en-
víase algunos pintores de habilidad. En-
vió á Cincinato y á Patricio Caxesi, el
año 1567, concertados á trabajar tres años
por 20 ducados al mes.
Llegaron á Madrid y pintaron dos ha-
bitaciones al fresco , en el Alcázar, á sa-
tisfacción de S. M. Pasados los tres años,
S. M., por Real cédula de 3 de Septiembre
de 1570, mandó que continuasen con el
el mismo salario. Más tarde pintó los dos
oratorios del ángulo entre S. y E. del
monasterio de San Lorenzo , y esta obra
le elevó al grado de ciencia y conocimien-
tos que el que tuvieron los demás pinto
res que han trabajado en aquel sitio. En-
tre sus obras está un fresco que pintó de
prestado en la sacristía en 1571.
Por Real cédula en el Pardo á 3 de Agos-
to de 1572 le concedió S. M. licencia para
ir por tres meses á Cuenca sin que se le
descontase nada de su salario, y en 1573
otra por tres meses también y en la mis-
ma forma.
Pintó en Cuenca la famosa Cincuncisión
tan celebrada por una figurra arrodillada
y puesta de espaldas que arroja un pie
con tan buen arte que parece salir fuera
del cuadro, de lo que estaba tan satisfe-
cho el autor, que respondió al que cele-
braba sus obras del Escorial : "Vale más
un zancajo que pinté en los Jesuítas de
Cuenca que todo lo que he hecho en aquel
monasterio.,,
Por otra cédula en San Lorenzo á l.°de
Septiembre de 1579, mandó S. M. á D. Luis
deRibera le pagase su salario por entero,
sin embargo de haber estado pintando
en Guadalajara para el duque del Infan-
tado; y finalmente, por otra, fecha en el
Escorial á 21 de Septiembre de 1591, le
concedió el rey vivir con su sueldo en
aquella ciudad por estar tullido é impo-
sibilitado para poder trabajar. Palomino
alarga su vida hasta el año 1600, y dice
que falleció en Madrid con sentimiento
de los profesores por su trato amable y
gran habilidad. Dejó dos hijos, Diego y
Francisco Rómulo, que siguieron su es-
cuela.
Hasta aquí Ceán Bermúdez, que sólo
añade una ligera noticia de las obras de
este pintor.
No así Ponz (1) que como datos biográ-
ficos , consigna sólo que Cincinati vino
de España al servicio de Felipe II, que
trabajó en el Escorial , Guadalajara y
Cuenca, etc., etc., y que "no fué falto de
invención,,, como le tachaban, según re-
fiere Palomino.
Dice que Rómulo pintó en el Escorial
el cuadro de San Mauricio y compañeros
que está en uno de los altares, y en el
coro cuatro lienzos, que representan la
prisión de San Lorenzo; este santo pre-
sentando los pobres á los tiranos; San
Jerónimo escribiendo, y el mismo ense-
ñando á los monjes la Sagrada Escritura.
En los oratorios: la Transfiguración, la
Cena, y en sus puertas la Samaritana, la
1 Diccionario de los más ilustres profesores de las
Bellas Artes en España, por D. Juan Agustín Ceán
Bermiidez. Madrid, 1800, tomo i, pág. 332.
(1) Viaje de España por D. Pedro Antonio de la
Puente. Madrid, 1772, 18 vol., 8.»
DÉ LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
99
Adúltera, la institución del Santísimo Sa-
cramento , la entrada en Jerusalén y el
Lavatorio.
En el palacio del Infantado, en Guada-
lajara, pintó varias fábulas y adornos, y
en la iglesia de los jesuítas de Cuenca,
dos figuras representando San Pedro y
San Pablo, y el cuadro principal, que es
sin duda la mejor pintura del artista, que
representa la Circuncisión. Componen el
cuadro (1) unas doce ñgunis, entre las
cuales son bellísim.as una mujer sentada
con su niño, en primer término á la de-
recha, y otro de pie á la izquierda, que
está de espaldas leyendo en un libro
mientras se realiza la ceremonia, á que
asisten Nuestra Señora y San José en
actitudes muy propias y devotas. El cam-
po es una bellísima arquitectura, en lo
que se conoce que tenía mucha inteligen-
cia y genio, como lo dio á entender en sus
cuadros del Escorial.
Con estas noticias y con añadir que Se-
rrano (2) se contenta con decir que fué
pintor florentino , discípulo de Salviati,
que nació en 1302 y murió en 1593, y que
sus principales obras son frescos y los
dos cuadros de San Jerónimo y la Cir-
cuncisión , quedan consignadas cuantas
noticias hemos podido procurarnos del
autor del Tríptico.
Pero la lectura de las diversas techas
que dejamos consignadas en el curso de
este artículo nos sugiere algunas conside-
raciones que nos permitimos sólo apun-
tar, para que el docto curiosolectorsaque
de ellas las conclusiones que su buen jui-
cio, á su vez, le sugiera.
Se dice que Cincinato nació en 1502, y
como D. Fernando nació en 1503, claro
está que el tríptico no pudo ser pintado
en la época que los personajes, por sus
edades respectivas, representan. Fué sin
duda trazado de memoria y pintado, tal
vez, en vista de miniaturas ó de retratos
auténticos (como lo prueba el de D. Feli-
pe) de los reyes y principes en él repre-
sentados.
¿Fué pintado en 1545? Entonces, ¿cómo
se explica que no estuvieran en él retra-
tadas las princesas doña María y doña Ca-
talina? ¿Es que doña Isabel es la que no
está representada por que había falleci-
do en 1527? ¿Porqué no lo está doña Ca-
talinn? Y sobre todo, ¿dónde pudo pintar
este cuadro Cincinato, cuando consta que
no vino á España hasta 1567? Y si lo pintó
después de su venida, como parece pro-
bable, ¿por qué no fueron retratadas to-
das las tías de Felipe II?
Preguntas son estas que suscitan un mar
de confusiones, délas cuales no vemos por
ahora otro medio de salir que con una de
esas respuestas que se califican con el
nombre de verdades de Perogrullo. Como
Felipe II fué quien mandó pintar el tríp-
tico, designó para que aparecieran en él
á los personajes que tuvo por convenien-
te, quién sabe si por tener de éstos los
retratos al óleo ó las miniaturas que los
recordaban. Grato será, al que estas lí-
neas escribe, el ver que con las noticias
incompletas que deja apuntadas, se des-
pierta la curiosidad de alguna persona de
autoridad y competencia, y resuelve ésta
el cúmulo de dudas que suscita el exa-
men comparativo del trabajo pictórico
con las fechas irrebatibles que la historia
consigna, referentes al autor y á los per-
sonajes por él representados.
Manuel de Foronda.
'^=^-^^¥^-
ESCllITURAS MOZÁllABES TOLEDANAS
Procedentes de Ja Catedral de Toledo se
conservan en el Archivo Hi?tórico Nacional
de esta corte buen número (pasan de 250)
de pergaminos escritos en caracteres arábi-
gos, que hasta ahora no lian tenido la for-
tuna de encontrar un arabista que se haya
consagrado á su detenido estudio, comuni-
cando al público los resultados de su inda-
gación.
Llamó ya sobre tales documentos la
atención de los eruditos el docto y laborioso
P. Burriel 1, y muy recientemente han
sido estudiados con fines puramente filoló-
gicos por el Sr. Simonet *, sacando de
(IJ Está en la Real Academia de San Fernando
(2) Diccionario universal.
• Burriel, Paleogr., pái^s. 307 y siguientes.
" Giosario de voces ibéricas... Pról., pá-
»oo
boletín
ellos abundantes materiales para su Glosa-
rio de voces latinas é ibéricas usadas por los
Mozárabes españoles, obra calificada de mo-
numental por el incomparable autor de la
Historia de las ideas estéticas. Y esto es todo
lo que hasta la fecha se ha intentado con
respecto á las citadas escrituras.
Cuando allá por el año iS88 fui adscrito
al referido Archivo, hubo de llamar mi aten-
ción aquella confusa baraúnda de perga-
minos arábigos, sin el menor asomo de que
nadie hubiese puesto mano en ordenar aque-
lla colección, ni menos en dar al mundo li-
terario minuciosa noticia de lo que allí se
contenía. Sólo el lápiz del Sr. Simonet ha-
bía dejado brevísimas notas sobre dos ó tres
de estos pergaminos, y la indicación numé-
rica en casi todos ellos del año en que se
otorgaron. En suma, las escrituras mozá-
rabes toledanas continuaban siendo un arca-
no impenetrable para la generalidad de los
eruditos.
Traté, pues, de llenar este vacío, proce-
diendo desde luego á redactar las corres-
pondientes papeletas que, ordenadas crono-
lógicamente (bien así como los documentos
á que se refieren) y siguiendo numeración
correlativa, han venido á formar el índice
que hoy someto al juicio de los inteligentes,
no sin decir antes dos palabras acerca de la
importancia que, á mi juicio, tienen los tales
documentos , y para indicar mis propósi-
tos de darlos á conocer tan cumplidamente
como posible sea á mis fuerzas, dadas las
circunstancias no del todo favorables que
en mí concurren para acometer tamaña em-
presa.
Los documentos á que me refiero no son,
considerados en sí mismos, piezas de alto
interés histórico, dado que todos ellos son
documentos particulares, escrituras de com-
gina CLViu: «Entre las fuentes arábigas de
nuestro trabajo, debemos mencionar muchas
escrituras, siendo las mns numerosas é impor-
tantes las arábigo-mozárabes de Toledo y las
arábigo- granadmas. De las primeras hemos
consultado hasta 500, escritas desde el siglo xi
hasta ün del xiu. habiendo algunas de la Era
1133 (1095). y, por tanto, próximas á la restau-
ración de Toledo (1085); ^'^ cuyos preciosos
diplomas, entre muchos vocablos castellanos
introducidos después de la reconquista, hemos
hallado no pocos más antiguos y que convie-
nen á veces con los encontrados en documen-
tos fidedignos de la época arábiga.
pra-venta, de permuta ó cambio, de dona-
ción, testamentos..., etc., sin más alcance,
por consiguiente, que el que pudiera tener
cualquier instrumento notarial de nuestros
días. Tienen, sí, alguna importancia para
la historia y geografía de la comarca tole-
dana, por las personas y lugares que en
ellos se citan, y les concedetnos con el se-
ñor Simonet especial interés lingüístico,
tanto por las palabras aljamiadas que en
ellos se encuentran, cuanto por las anoma-
lías que presentan con respecto á la analo-
gía y sintaxis del árabe clásico.
Creemos, además, que alguna nueva luz
podrán comunicar, bien que indirectamente,
á la historia patria, cuando trate de estudiar
la condición social, usos y costumbres, ins-
tituciones jurídicas..., etc. , de los Mozára-
bes españoles.
Pero el título principal que á nuestro
aprecio y consideración ostentan aquellas
escrituras, cualquiera que sea su importan-
cia intrínseca, consiste en ser reliquias ve-
nerables de aquella raza latino- visigótica
que, aunque rodeada durante los cuatro si-
glos anteriores por los sectarios del Islam,
conservó inmaculado el depósito de las
creencias cristianas, de la ciencia isidoria-
na y de las tradiciones nacionales. El idio-
ma árabe que en ellas se emplea no es ins-
trumento de invectivas contra los discípu-
los de Cristo y de su Iglesia, ni escarnece
y menosprecia el augusto misterio de la
Trinidad cristiana, ni prorrumpe en en-
comiásticos ditirambos al Enviado de Alali:
nada de todo esto, que parece connatural á
la lengua árabe clásica, tiene cabida ni re-
motamente en nuestras escrituras; antes,
por el contrario, el idioma árabe es allí
elocuente expresión de la más pura orto-
doxia católica: en él se formulan explíci-
tas y solemnes profesiones de fe «en el Pa-
dre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, un
solo Dios»; se invoca la protección de San-
ta María y de los Santos, y se confiesa y
proclama el dogma católico en su integri-
dad, «tal como lo anunciaron los Apóstoles
y lo expusieron los Santos Padres '». Bien
pudiéramos decir, por consiguiente, que el
« Formúlanse estas explícitas profesiones
de fe en los testamentos principalmente, se-
gún veremos en su lugar.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
lenguaje que aquí se emplea, fiel reflejo de
las más arraigadas creencias y de los más
puros sentimientos cristianos, es un árabe
especial, que dista tota coció, del que emplean
los escritores musulmanes; es el árabe, por
decirlo así, cristianizado y españolizado.
La historia del pueblo árabe, aun pres-
cindiendo de las relaciones íntimas que al
nuestro le ligan, nos interesa ciertamente
bajo el aspecto científico, pues ante la in-
teligencia humana, como ante Dios, no hay
aceptación de personas: todos los pueblos,
todas las razas y las instituciones todas de
la humanidad se prestan á su investiga-
ción, sin que nada sea capaz de satisfacer
su insaciable voracidad. Pero cuando nos
entramos por la historia de los Mozárabes
españoles y estudiamos sus monumentos;
cuando nos ocupamos principalmente en
lo que concierne á los Mozárabes de To-
ledo, esa ciudad que parece, en los tiem-
pos á que nos referimos, una España en
miniatura dada la variedad de gentes de to-
das partes que la habitan, y que hizo las ve-
ces, como ha dicho muy bien el P. Burriel,
del corazón en el organismo de nuestra na-
cionalidad, parece como que éste se ensan-
cha, y á más del deleite puramente científi-
co, percibimos en estos estudios otra satis-
facción más intensa, más íntima, resultado
de las simpatías que engendra la homoge-
neidad de raza y de creencias que nos une
á ese pueblo varonil que no se avergüenza
ni intimida de proclamar su fe y practicar
su culto á la vista de sus infieles y en algún
tiempo poderosos adversarios.
Estas debieron ser las razones que movie-
ron al Sr. Simonet á escribir su Historia de
los Mozárabes españoles, cuya tardanza en
hacerse pública es el tormento de los erudi-
tos. Con esta obra creemos que el ilustre
arabista no sólo merecerá bien de las letras
patrias, consolidando más y más el buen
nombre de que goza en el mundo literario,
si que también llenará un vacío que ofrece
los caracteres de una verdadera injusticia
nacional. Y á estas mismas razones obede-
cía también, sin duda, el Sr. Simonet, cuan-
do en distintas ocasiones nos ha honrado
con sus amistosas excitaciones para que dié-
semos á la prensa el presente trabajo, que
teníamos escrito y casi olvidado hace ya
algunos años.
La^ repetidas instancias de nuestro ilus-
tre amigo no dieron resultado, por motivos
que no hay necesidad de exponer tratándo-
se de españoles y de trabajos de erudición;
ni la publicación por cuenta propia era em-
presa llana para un modesto empleado, ni
podía ofrecerse á ningún editor como nego-
cio. A decir verdad, no sentíamos grandes
entusiasmos por dar á luz el resultado de
nuestra labor, en atención á que ésta, por
su propia índole y por ser nuestra, habría
de resultar doblemente imperfecta. Por esto
nos resignábamos sin esfuerzo á que nues-
tros apuntes quedaran para siempre conde-
nados á la obscuridad en el fondo de nues-
tro pupitre.
Creíamos, en efecto, y seguimos creyen-
do, que para sacar de las escrituras mozá-
rabes toledanas todo el partido posible, de-
biera encargarse de su estudio un arabista
toledano, es decir, un literato que á la su-
perior pericia en la lengua arábiga, uniera
extensos conocimientos sobre la historia y
topografía de la comarca á que dichas es-
crituras se refieren: de este modo se hubie-
sen identificado personajes, reconocido lu-
gares y relacionado acontecimientos, con in-
dudable utiUdad de la historia y geografía
patrias. Pero, por desgracia, entre los que
cultivan las letras en la famosa ciudad de
los Concilios, no tenemos noticia de ningún
arabista que se haya dedicado con empeño á
esclarecer los restos de la cultura oriental
que allí tanto abundan; y ésta es la razón
por qué, en el asunto concreto á que nos re-
ferimos, viene á esbozar el trabajo un des-
conocido en la república literaria, que ni es
toledano ni presume de docto arabista.
Por otra parte, trabajos de esta índole
ofrecen dificultades tales, que sólo los á ellos
avezados son capaces de comprender. No se
trata sólo de aquellas dificultades en el tra-
zado de las letras, que proceden de la im-
pericia, descuido ó mal gusto de los ama-
nuenses ó de los que redactaron tales es-
critos; pues en los tiempos antiguos y éh
los modernos, entre los Árabes y Mozárabes
como entre los que no lo son, siempre ha
habido y habrá escritores que parecen pro-
ponerse como fin principal en sus escritos
ejercitar la paciencia de los que hayan de
leerlos : ni son tampoco factores únicos
de esa dificultad que encarecemos los
102
boletín
desgastes y destrozos que la incuria del
tiempo y la acción de los elementos han cau-
sado en mayor ó menor grado sobre toda
escritura antigua. Defectos son éstos que
comparten nuestros documentos con los
demás de su época, y aun anteriores y pos-
teriores, sin que haya razón para que de ellos
se hallasen exentos. Los que hayan maneja-
do documentos escritos en las letras llama-
das de albalaes y procesal, nos comprenderán
fácilmente si les decimos que no son menores
las innovaciones y los abusos que, en cuan-
to al trazado de los caracteres arábigos, se
presentan en algunas de las escrituras á que
nos referimos. Si á esto se añade ahora la
casi absoluta carencia de vocales y aun de
los puntos llamados diacríticos (parte inte-
grante de la letra); si se repara además en
que el lenguaje que allí se emplea adolece de
ciertos resabios ajenos á la pureza clásica de
la lengua árabe (ya de por sí la más compli-
cada y difícil de las semíticas) *; y si se con-
sidera, finalmente, que abundan en semejan-
tes documentos los nombres propios de po-
blaciones y caseríos, y algunos nombres co-
munes del lenguaje hispano-latino de aque-
llos tiempos, transcritos con arreglo á un sis-
tema de pronunciación que dista bastante del
que hoy damos á los caracteres árabes; si se
atiende, digo, á todo este cúmulo de dificul-
tades, capaces de poner miedo en el ánimo
más resuelto y esforzado, se comprenderá
nuestra anterior indiferencia tocante á la pu-
blicación de un trabajo que considerábamos
ví\uy distante de la perfección, no ya abso-
luta, que hemos convenido en considerar
incompatible con la imperfección y debili-
dad humanas, sino aun de aquella perfec-
ción relativa y razonable que la crítica está
en el derecho de exigir.
Hoy las cosas han cambiado. La dificul-
tad económica se ha vencido, gracias á la
generosidad literaria del señor Vizconde de
Palazuelos, quien, no contento con poner á
nuestra disposición las columnas del Bole-
tín DE LA Sociedad española de Excursio-
nes, todavía nos ha favorecido con libros
y noticias que nos servirán para el mejor
desempeño de nuestro cometido. Además,
en la revisión que recientemente hemos
emprendido de nuestro anterior trabajo, he-
mos podido ampliarle con nuevos datos
de que entonces prescindimos; hemos acer-
tado á leer palabras que antes no logramos
descifrar, y aclarado conceptos que anterior-
mente no entendimos. Esto, unido al valioso
concurso del Sr. Simonet, que tan á fondo
conoce los tales documentos, y á quien pen-
samos consultar todas nuestras dudas, se-
guros de merecer su amable y docta coope-
ración, como también la del egregio ara-
bista Sr. Codera, el cual ha puesto gene-
rosamente á nuestra disposición su rica li-
brería arábiga , hace que consideremos hoy
nuestra obra menos indigna de la atención
de los lectores , y principalmente de los ara-
bistas , á quienes de una manera especial va
dirigida.
Para que así sea, y á fin de que los docu-
mentos puedan ser apreciados en todas sus
fases, distribuiremos nuestra labor con arre-
glo al siguiente programa:
L Breve noticia de cada uno de ellos, ó
sea publicación de las notas que dan idea
del contenido de cada documento.
II. Texto árabe y traducción íntegra de
algunos entre los que conceptuemos más
importantes.
III. Ligeras consideraciones lingüísti-
cas, geográficas, jurídicas, etc., etc, que nos
sugieren las dichas escrituras.
IV. índice general de personas, lugares
y vocablos del lenguaje vulgar que en ellos
se citan *.
Aun contando con los nuevos elementos
que perfeccionan hoy nuestro trabajo sobre
el que realizamos hace algunos años, sería
suprema insensatez el suponerle tan acaba-
do y perfecto que alejase de sí toda tenta-
tiva de rectificación y mejoramiento. Lejos,
muy lejos de nosotros tamaña estolidez. Los
que hemos visto á todo un Dozy, el maes-
tro de los maestros, rectificar y enmendar
sus propias rectificaciones y enmiendas ',
' Derenbourg, Crestotnathie: Avant-pro-
pos, pág. V.
* Supeditada nuestra publicación á la del
Boletín de la Sociedad española de Excursio-
nes, no contraemos con el público el compro-
miso de dar cima á nuestros propósitos, aun-
que sí nos obligamos á hacer cuanto esté de
nuestra parte para cumplir nuestra oferta.
* A ios dos tomos de su obra Scriptorum
Arabum loci de Abbadidis, publicados en 1846
y 1632 respectivamente, añadió, en 1863, un
tercer lomo con las rectificaciones que hubo
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
103
estamos curados a pviori de semejantes ton-
terías y pujos de propia infalibilidad. Lo que
sí podemos afirmar es que , si no siempre he-
mos acertado, al menos hemos puesto para
ello los medios que han estado á nuestro
alcance, y que ni hemos disimulado nues-
tras dudas en los puntos dudosos, ni ocul-
tado nuestra ignorancia en aquellos que se
han resistido tenazmente á nuestra diligen-
cia, pues á defecto de otras condiciones que-
remos que resalte en nuestras obras la sin-
ceridad y buena fe que tan bien sientan en
los que á las letras consagran todo su tiem-
po y todas sus energías.
Y estamos tan lejos de creer que hayamos
agotado la materia de investigación que nos
ofrecen las escrituras mozárabes toledanas,
que veríamos con el mayor gusto una serie
de trabajos de índole biográfica y propia-
mente histórica donde se tratase con ampli-
tud y conocimiento de causa de los perso-
najes que aquí se mencionan, y se mostrase
con más luz que hasta el presente esa socie-
dad toledana de los siglos xii, xiii y xiv con
sus famosas escuelas, que atraen alumnos de
las más lejanas regiones; con ese colegio de
traductores latinos de las obras arábigas que
difunden el saber oriental por toda Europa,
según nos han enseñado — ¡vergüenza da el
decirlo! — eruditos extranjeros como Jour-
dain, Leclerc, Wustenfeld y otros.
Creemos que fué tal la importancia de To-
ledo en estos siglos, que nos parecerá siem-
pre poca la diligencia que se ponga en am-
pliar los conocimientos que sobre ella posee-
mos. La patria literaria de los Gundisalvos,
Avendaud y Gerardo de Cremona; la sede
de D. Raimundo, D. Martín López y Don
Rodrigo Jiménez de Rada (citados con fre-
cuencia en nuestras escrituras); la ciudad,
en fin, convertida por Alfonso el Sabio en
emporio de la ciencia hispano-arábiga y en
foco de cultura que se difunde por todos los
ámbitos de la Península y aun por las na-
ciones extranjeras, bien merece que á ella
dediquen sus investigaciones los sabios es-
pañoles, siquiera sía para encontrar en
nuestras glorias pasadas lenitivo á nuestras
desdichas presentes. Y esa sociedad cris-
tiana que. al propio tiempo que vierte al la-
tín las producciones del ingenio musulmán,
redacta en árabe sus instrumentos públicos,
y acude en el terreno artístico á la técnica
musulmana con ornamentación genuinamen-
te cristiana ', bien acreedora es á más serios
estudios de los que hasta ahora ha mereci-
do. No parece sino que esa sociedad tole-
dana á que me refiero trata de llevar á cabo
una especie de fusión entre los elementos
compatibles de ambas civilizaciones, recon-
ciliando al islamismo con el cristianismo, é
intentando realizar con respecto á la civili-
zación musulmana lo que con relación á la
griega expresaba aquella hermosa frase: «La
Grecia en gracia de Dios.» Vengan, pues,
esas monografías sintéticas que nos presen-
ten rodeada de abundante luz esa extraña
sociedad, oriental en la forma y cristiana en
el fondo, que al propio tiempo que nutre los
ejércitos para combatir á la morisma, adop-
ta de ésta lenguaje, costumbres, institucio-
nes jurídicas, adelantos científicos y cuanto
no se halle en oposición con su índole cris-
tiana y española, proporcionando con ello
un singular contraste, como ha indicado el
sabio Leclerc.
Nosotros dejamos íntegra para otros la
gloria de tales trabajos, aspirando tan sólo
á preparar el camino (parare vias ejus) á
quien se halle en disposición de empren-
derlos.
Francisco Pons.
(Se continuará.)
* Recientemente se ha descubierto en la sa-
cristía de la iglesia de San Justo una bellísima
labor mudejar con adornos cristianos. Puede
verse su descripción en un artículo de D. R Lo-
rente publicado el 10 de Junio en La. Corres-
pondencia de España con el título de Un
moderno monumento toledano.
de hacer sobre lo contenido en los dos prime-
ros; pues todavía en el ejemplar de su uso de
este tercer tomo, ejemplar adquirido por el se-
ñor Codera á la muerte del autor, hay un buen
número de notas manuscritas corrigiendo nue-
vamente lo que antes había corregido.
^^r^rS^rt^^*'
194
boletín
LAPIDA ARÁBIGA
conmemorativa de la Capilla de Santa Catalina
en Toledo.
RECTIFICACIÓN '.
N el número 28 de nuestro Boletín,
aparece un largo artículo, firmado
por el Sr. D. Francisco Codera y
Zaidín, pretendiendo rectificar la
lectura de una lápida arábiga, por mí pu-
blicada en el número 26 de esta misma
Revista. Por circunstancia semejante, y
porque el articulista hace mención de
una carta particular, que me dirigió efec-
tivamente, y en la cual no me invitaba,
sino me exigía con bastante descompos-
tura me confesase públicamente equivo-
cado en todo, poniéndome en el caso de
no darle respuesta alguna,— acudo hoy al
Boletín, con ánimo de rectificar breve-
mente, á fin de no ocupar espacio que po-
drá ser útil para cosa más interesante.
Con tal objeto, pues, señalaré los pun-
tos de controversia, y procuraré huir del
ejemplo que me da el articulista, sin de-
tenerme en las insinuaciones malévolas,
ni en las frases de mal gusto que me de-
dica.
Primer punto. — El articulista dice que
propuso la lectura j_^s.-.i>.Uo, y que el crí-
tico, es decir, yo, afirmé debía leerse
^-^-^Lo. No es cierto.— Lo que yo escri-
bí, después de consignar que es notable
1 La interpretación de una lápida arábiga hallada
en Toledo viene dando lugar á una discusión ó con-
troversia de carácter técnico entre dos consocios
nuestro,s, distinguidos catedráticos y académicos am-
bos, los Sres. Codera y Amador de los Ríos. Con este
motivo, al director del Boletíx de la Sociedad Espa-
ñola DE ExcuRsioxhs cabe manifestar: 1.", que ni el
BoLETfx ni la Sociedad se hacen solidarios de las opi-
niones y doctrinas sustentadas en los artículos de
aquellos señores, á quienes alcanza únicamente la
responsabilidad de los escritos publicados bajo su fir-
ma; y 2.", que siendo ya cuatro los artículos motiva-
dos por la lectura de la lápida (dos del Sr. Codera y
dos del Sr. Amador de los Ríos), de los que tres Se
publicaron eñ nuestro Boletín, juzga la cuestión sufi-
cientemente debatida, y cierra la discusión por lo que
respecta á las columnas de nuestra Revista.— (Nota
DE LA Dirección.)
este monumento epigráfico por las faltas
de ortografía en él reparables, es que
"llama la atención (y si hubiera sido cosa
natural, no la llamaría) que... aparezca
clara y distintamente el dual ^^^-y^^ (no
j^_y^:^Lo como se ha leído),,; esto es: que
el lapidario colocó en la palabra una le-
tra de más, lo cual constituye en todas
partes una falta, igual á la que cometería
quien escribiese hoy Enrrique ^ov Enri-
que. El epigrafista tiene la obligación de
reproducir fielmente el epígrafe, y de ad-
vertir todos sus errores y defectos; y
cumpliendo este deber elemental, hice
notar el yerro, que el articulista no había
advertido, sin pretender yo que sea tal la
forma del dual gramaticalmente, ni mu-
cho menos. El autor del artículo me dis-
pensa el honor de "pasar por de pronto„
el que aparezca ese trazo más, cosa de
que puede convencerse quien quiera, con
sólo la mera inspección de la palabra, en
la reproducción á&\3h'tseo Arqueológico
Nacional; y "sin tener pretensiones de
epigrafista,,, agrega razones y argumen-
tos, los cuales persuaden de que confun-
de lastimosamente la escritura monu-
mental cúfica con la escritura ordinaria
nesji, suponiendo que el dibujo y el des-
arrollo de los signos en la una, son los
mismos en la otra, y por tanto que el ^
final se desenvuelve de idéntica forma en
ambas, cuando no es así, por lo cual huel-
gan, á mi juicio, las comparaciones pa-
leográficas en que se engolfa, como huel-
ga por impertinente la nota ilustrativa,
con la que procura molestarme.
Segundo punto. — En la palabra que el
articulista leyó c;:.'^^^ Y yo c;■:^-^*''^^ po-
dría tener razón gramaticalmente, si di-
cha voz se hallare escrita con toda orto-
grafía, lo cual no sabemos ni él ni yo, por
más que no ofrezcan garantía alguna de
ello las faltas de esta naturaleza que en
el monumento aparecen, á despecho del
Sr. Codera. En lo que entiendo no está
en lo cierto, es en decir que la letra s (*)
"en el único caso en que no está ligada
por el principio... está limitada por una
línea recta en la parte inferior, y de un
?nodo perfectamente perceptible en los
otros casos„; porque en el cúfico epigrá-
fico, la letra á que se refiere, es lo mismo
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
105
al principio que al méllio de dicción, y
termina sietnpre por la parte inferior en
la línea horizontal, común á las demás
letras que no exceden de aquella, decla-
rando ser para mí ininteligible lo subra-
yado, pues en todos casos, la terminación
horizontal del indicado signo es perfecta-
mente perceptible. En la reproducción
del Museo aparece el borde que podría-
mos llamar externo, algo redondeado,
circunstancia que podría inducir á creer
que la referida letra fuere un inim, si no
fuese porque éste en el cúneo anterior
al granadino es todo él circular, y tenien-
do su eje en la línea horizontal mencio-
nada, excede de ella por consiguiente,
cosa que no ocurre en el monumento, ó
por lo menos en la reproducción por mí
conocida, á que me refiero, distinguién-
dose en cambio en la letra dudosa algo
que pudo ser las dos pequeñas incisiones,
características del ». Por lo demás, yo no
pretendo imponer á nadie mi lectura.
Tercer piinto.~A\ final de la novena
línea del epígrafe, entendió el articulista
la última palabra de ella por ^^Uül. No
debía estar sin embargo muy seguro,
cuando, en señal de duda, la colocó entre
interrogantes; yo leí ^j5^^^^\, y creo ha-
ber acertado, pues unida al ^ final hay
ostensiblemente otra letra, la cual puede
ser el nún; el articulista, firme en la con-
fusión del cúfico y del nesji, trata de de-
mostrar que no hay tal letra, y yo em-
plazo á quien quiera para que lo vea en
la reproducción del Museo. Si la palabra
^^liJ\ no fuere plural irregular, no hay
duda que puede serlo, así porque confor-
me al sistema actual de los gramáticos,
toda palabra cuyo vocalismo del singu-
lar experimenta alteración al pasar al
plural, se llama plural fracto, según De-
renbourg y Guyard, sino porque el pro-
pio articulista declara que no niega "en
absoluto que pueda presentarse una se-
mejante forma„, aunque líneas anteriores
afirma íernii'nantemente lo contrario.
Cuarto punto.— Reconoce el autor del
artículo, que en ¿r:^->^\ falta un ^, lo cual
constituye una falta de ortografía, de
cuya mención no puede prescindir el epi-
grafista, por lo que significa; pero según
aquel,— que no quiere reconocer que so-
bra otro ^ en ^-^-;o^'^\ ,— "no era preciso
advertir esta omisión del tallista„, ignoro
por qué causa.
Quinto punto.— Asegnr a. que "los plu-
rales irregulares ó fractos es regla ele-
mental de sintaxis que sean considerados
como singulares femeninos para los efec-
tos de la concordancia,,; pero en la Chres-
toinathia de Kosegarten, que él conoce
muy bien, hay en el Cuento del Cambista
de Bagdad, tomado de las Mil y una no-
clies, un ejemplo terminante de lo con-
trario, pues en él (pág. 4, línea 10) se
dice : cy-í^-^'-i'J^ ^ ^^
Sexto punto.— Afirma, el articulista que
la correspondencia de la fecha está equi-
vocada; y tiene razón, y confieso que tal
yerro mío me sorprende y no sé explicár-
melo, pues el mes de Récheb de 432 co-
menzó el 6 de Marzo y terminó el 4 de
Abril de 1041. Suuní cuique.
Séptimo punto.— Considero que por lo
menos fué mi trabajo de alguna utilidad,
cuando mi impugnador confiesa que si es
infalible en árabe, no lo es tanto en cas-
tellano, al declarar que empleó con "gran
impropiedad„ la palabra legatario en la
traducción , y al corregir ésta cual lo
hace. Como yo no tenía, ni tengo, espíri-
tu alguno de hostilidad hacia el articu-
lista, no dije palabra de esto, pues, con
efecto, más que impropiedad es olvido
manifiesto del idioma llamar legatario á
quien hace el legado. A estas bizarrías, ú
otras por el estilo, nos tiene acostumbra-
dos mi impugnador, quien, hablando en
su gramática árabe (pág. 54) de los géne-
ros del nombre, sienta textualmente como
regla que "son masculinos los que no son
femeninos„ *. Por lo demás, haciéndose
las mandas piadosas para implorar la gra-
cia y el perdón de Dios, no creo violento,
sino muy natural, que se entienda ser
Dios el legatario, tanto más cuanto que
la amplificación, reconstrucción ó repa-
ración de la mezquita á que alude la lá-
1 Como el articulista tiene el prurito de corregir á
los demás, recuerdo ahora que en un trabajo suyo re-
cientemente publicado en el Boletín da la Real Aca-
demia de la Historia , corrige á un escritor francés,
entendiendo caprichosamente la locución les deux
iinatiies.
io6
boletín
pida, eran en la casa de Dios hechas, y
para gloria del mismo ejecutadas.
Octavo punto.— Rs empeño pueril es-
forzarse en demostrar que era hombre
conocido el Alberolo ó Alberola de la lá-
pida toledana, y esto á nada conduce, se-
gún habrán advertido los lectores.
Noveno punto.— ^o es menos pueril é
inútil para la cuestión epigráfica suscita-
da, la lucubración referente al título de
ashah; no puede negar que significó siem-
pre preeminencia, en el sentido en que se
halla en este y otros muchos casos. Si
siempre fuera lo que asegura ¿cómo en-
tendería las frases tan frecuentes en ca
píteles, basas, arquetas y otros objetos,
que terminan diciendo: «^..^^a^UJ, ^^_^^^\^
ó <íJ-U¡i.Uai , si no las traduce por "para
su dueño,,, "para mi dueño,, ó "para su
señora?,. De la preeminencia no es posi-
ble dudar, y así se confirma una vez más
por el ejemplo de otros muchos epígrafes,
y muy en especial por el que ofrece la lá-
pida conmemorativa de Mérida del año
220 de la H. , donde se declara que la
obra, á que alude, fué ejecutada por
orden del Califa, y bajo la dirección (no á
expensas) entre otros, del ot^J\ ^^^s^Lo
el jefe ó director de la obra, no el compa-
ñero, socio, ni empleado de la misma.
Por lo que hace á la frase »3>>^. ,^^, nada
dije, y nada digo; pero sí me será permi-
tido declarar, contra lo aseverado gra-
tuitamente por el articulista, en cuanto á
la confusión del ra y del nún á fin de dic-
ción, que ésto podrá ocurrirle á él, que no
presume de epigrafista, cuando se trata
de la escritura cúfica, estando en su mano
convencerse de ello, con examinar la co-
lección epigráfica del Museo Arqueoló-
gico Nacional: todo consiste en la erró-
nea creencia de que el cúfico y el nesji
son la misma cosa.
Para concluir: el articulista presume
que los musulmanes eran incapaces de
cometer faltas de ortografía y de sinta-
xis, como hoy día las comete entre nos-
otros el vulgo, con letreros como los de
Se gisan callos y caragoles, Mediaspara
clérigos de lana, Sombreros para niños
de paja, y el muy reciente, que he leído
hace pocos días, de Se peinan señoras de
real y medio en adelante; cree también
el articulista que todos los musulmanes
en España hablaban y escribían gramati-
calmente, no existiendo ni locuciones par-
ticulares, ni provincialismos, ni modis-
mos, ni barbarismos, ni nada de eso; y yo
estimo que tales presunciones y tales
creencias no son en buena lógica admisi-
bles, aunque no hubiera, que los hay, tes-
timonios fehacientes de estas faltas entre
los musulmanes españoles.
Nadie debe hacerse, por último, la ilu-
sión de que ningún ramo de la ciencia
sea patrimonio exclusivo suyo, ni de que
sus obras se hallan exentas de error ó de
descuido, ni de que es infalible; porque
los que para el público escriben, lo hacen
para ser por el público libremente juzga-
dos, y sienta mejor la modestia en el sa-
bio que el desvanecimiento y la soberbia,
pues, como dice el vulgo, todos los días
aprendemos algo, debiendo recordar siem-
pre aquellas palabras de Cristo: "El que
se halle limpio de culpa, arroje la prime-
ra piedra.,, ¡Dichoso quien pueda tener la
seguridad de haber acertado una vez en
la vida!
Rodrigo Amador de los Ríos.
18 Junio de 1895.
-< .irKa ^^'tt^yiCr-Sy^ s-
SECCIÓN DE CIENCIAS NATURALES
CIENCIA ESPAÑOLA
I O es cosa frecuente, y antes bien de-
be tenerse por extraña é inusitada,
ver citadas en Revistas y Acade-
mias extranjeras ó traídas á cuen-
to como autoridad, investigaciones de sa-
bios españoles, que, siendo poco lo que
aquí se hace de original en tal sentido,
tiene su importancia é indica, cuando me-
nos, algo de vitalidad científica, siquiera
ésta haya de ser, por ahora, muy limita-
da. Y es bien particular que, por males de
nuestros pecados, no pocas veces tenga
que venir de fuera el relato de las pro-
pias investigaciones y el favorable juicio
de la labor meritísima, hecha por los con-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
107
tados que en España consagran su vida
á la experimentación y se afanan por aña-
dir datos nuevos y de propia cosecha á lo
ya sabido y recibido en la ciencia. Sin em-
bargo, recorriendo las publicaciones ex-
tranjeras de estos últimos años, suele en-
contrarse citado alguno que otro trabajo
español, siempre con elogio á decir ver-
dad, y en varios casos no ha parecido su-
ficiente la sola noticia y se ha extractado
ó publicado íntegro, si su importancia así
lo requería; siendo de advertir cómo el
conocimiento de estos mismos trabajos
se tiene entre nosotros por lo que de ellos
han dicho fuera, que en achaques de cien-
cia pura no somos ciertamente muy da-
dos á lecturas que nada tienen de amenas,
y carecemos, por lo general, de la pacien
cia necesaria para seguir paso á paso to-
do el trabajo de pormenor y detalle que ha
sido necesario al buen experimentador an-
tes de alcanzar una ley ó principio que
generalice el dato que la propia obser-
vación de las cosas ha suministrado, y
acontece también, muy á menudo, que el
medio no es adecuado, y en general falta
ambiente propicio al desenvolvimiento de
cierto género de estudios, y la cultura
científica de la generalidad es inferior á lo
que debiera ser, dado el actual progreso
de las ciencias, y aun habiendo cuenta de
nuestra antigua tradición, que tenemos
tan abandonada, como si en España ja-
más se hubieran cultivado las ciencias.
Al registrar un nombre español, consig-
nado con elogio en acreditadas publica-
ciones extranjeras, ó al ver en ellas cual,
quiera trabajo de investigación hecho en
nuestra tierra, se experimenta casi casi la
misma alegría que haciendo un descubri-
miento, y nacen en nosotros esperanzas
de una regeneración científica, ya co-
menzada en nuestros nacientes laborato-
rios y en algunas cátedras de las Facul-
tades, en las cuales impera como sobe-
rano el criterio experimental, y á él se
subordina todo conocimiento, particular-
mente en el orden de las ciencias de la
naturaleza.
Por más que se trata de algo que está
todavía en sus comienzos y de un movi-
miento científico apenas iniciado, ya se
advierte en todo una nota característica,
cierta originalidad, algo, en fin, que es
propio de nuestro carácter é ingenio, me-
nos dado de lo que parece á cosas sutiles
y á sublimidades teóricas, á fantasías y á
imaginaciones, por lo menos cuando de
ciencia se trata, justificando de tal modo
nuestro abolengo en estas materias ; pues
apenas hay libro científico de nuestra
buena época que no tenga carácter prác-
tico y de inmediata aplicación, hecho que
explica la carencia casi total de libros de
alquimia en la bibliografía científica es -
pañola , porque lo que en ella hay refe-
rente á la materia, es traducido ó trans-
crito de antiguos manuscritos. Verdad
es, por lo menos, respecto de ciertas ma-
terias, que caminamos muy despacio y
vamos á la zaga del progreso científico;
pero esto no implica desconocimiento de
las ciencias, ni carencia de investigadores
y trabajos originales, contándose algu-
nos de grandísima importancia, y como
tales considerados y tenidos por los más
doctos y muy apreciados en las corpora-
ciones científicas que gozan de mayor
renombre y fama. Acaso debido á su mis-
ma índole, no llegan á la generalidad los
trabajos experimentales á que me refie-
ro, porque aquí carecemos de una cultu
ra general suficiente para apreciarlos, y
no existe lo que se llama medio científi-
co ; pero su desconocimiento no es moti
vo para que nosotros mismos nos colo-
quemos en lugar todavía más bajo del
que nos corresponde en este gran movi-
miento progresivo de las ciencias, que es
la mayor gloria del siglo que alcanzamos.
Podrá nuestra escasa cultura ser causa
de que los extranjeros tengan que seña-
larnos los trabajos de experimentadores
españoles; mas no debemos nunca po-
nerlos en lugar inferior, ni confundí;-,
como se hace con gran daño de la cien-
cia española, lo que tiene valor real y po-
sitivo con las quimeras y fantasías de los
que teorizan sin ton ni son, desconociendo
en absoluto los fundamentos de toda cien-
cia, que nunca han entendido y ni siquie-
ra saben que tales principios existen.
En este mismo año se han ocupado va-
rias Revistas extranjeras en el relato de
trabajos científicos realizados en España,
que han merecido grandes elogios de
io8
boletín
parte de sabios eminentes y el honor de
ser traducidos íntegros ó extractados lar-
gamente. Inútil es decir que el lugar pre-
eminente en esto corresponde al gran his-
tólogo D. Santiago Ramón Cajal, nuestra
más pura gloria científica en el presente,
tanto que es ya corriente que todos sus
trabajos, no sólo se acojen como corres-
ponde aun sabio de primer orden, sino que
se esperan con verdadera ansia, anun-
ciándose sus descubrimientos; mas sién-
dome desconocida la materia á que se re-
ñiré la asidua labor científica de mi ilus-
tre amigo, no puedo entrar, bien á pesar
mío, en el relato de sus últimos y más
trascendentales trabajos, los cuales, si de
una parte resuelven interesantes proble-
mas acerca de la constitución íntima de
los órganos del sistema nervioso tocan
de otra en las más elevadas cuestiones
de la psicología experimental, suminis-
trando preciosos datos sobre los cuales
se han de fundar los términos de rela-
ciones que entre lo físico y lo psíquico
pretende establecer, de una manera ra-
cional y positiva, la ciencia moderna. En
otro trabajo español se han ocupado los
sabios extranjeros en lo que va de año:
hace ya algunos publicó el Sr. D, Federico
de Botella y de Hornos, Inspector gene-
ral del Cuerpo de Ingenieros'de Minas, y
geólogo muy distinguido y notable, cuyos
trabajos son bien conocidos en el mundo
científico, un voluminoso libro que lleva
este título; Apuntes paleográficos, mor-
fología, etiolgoia, orografía é hidro-
grafía de la Península, España y sus
antiguos mares, las formas, las causas,
las leyes, ilustrado con multitud de lámi-
nas y planos. Resultado de minuciosas y
prolijas observaciones, llevadas á cabo
con rigurosa escrupulosidad y prosegui-
das durante largos años, tiene el libro del
Sr. Botella grandísimo interés nacional,
y refiriéndose todo á España, sirve para
darse cuenta de las vicisitudes y meta-
morfosis por que ha pasado este pedazo
de la corteza terrestre, sobre el cual nos
ha tocado vivir. Unidas y relacionadas la
observación geológica, en la que es el
autor peritísimo y maestro , y el conoci-
miento geográfico y orográfico más per-
fecto y minucioso, resulta el libro del se-
ñor Botella una obra de capital importan-
cia, un libro verdaderamente fundamen-
tal, en el que ha sido menester gran tra-
bajo de pormenor, y como si dijéramos
preparatorio, indispensable para llegar á
la exposición de doctrinas muy origina-
les, apoyadas directamente en hechos de
propia observación, que nos consienten
asistir, si así vale expresarse, á la serie
de fenómenos acaecidos en la evolución
de los antiguos mares de la Península.
Con ser tanta y tan grande la importan-
cia de este hermoso libro, bastante para
hacer la fama y la gloria de un sabio, na-
die aquí habló de él, ni tengo noticia dé
ninguna nota bibliográfica referente al
trabajo del Sr. Botella, tan rico en datos
como afortunado en la doctrina en ellos
fundamentada: verdad que no se trata de
una obra popular; pero atendiendo á que
constituye un estudio original y propio,
apoyado en observaciones hechas sobre
el terreno y á la vista de los objetos, con
muy pocos antecedentes, paréceme que
valia la pena de haberle consagrado cuan-
ta atención merece, que no es frecuente
entre nosotros contemplar el espectáculo
de una vida con.'- agrada á investigacio-
nes que reclaman muchísima atención y
exigen conocimientos muy especiales.
Por fortuna un sabio extranjero, que
goza de grande y merecida fama, el emi-
nente Daubrée, bien conocido en el mun-
do científico por sus trabajos de Minera-
logia y de Geología sinténtica, fijó su aten-
ción en el libro del Sr. Botella, y á los an-
tiguos mares de la Península consagró
un artículo notabilísimo, que vio la luz
pública en la Revista denominada yo wr-
nal des savants, en el número corres-
pondiente al mes de Abril del año corrien-
te. M. Daubrée, no sólo se ocupa, en el
artículo de referencia, en el libro del se-
ñor Botella, sino que tomando como pun-
to de partida este admirable trabajo, para
el que tiene grandes elogios, trata, al
propio tiempo, de la obra general llevada
á cabo por los geólogos españoles é ini-
ciada ya por Ángulo en los últimos años
del pasado siglo. Es en verdad muy grato
ver así ensalzada una labor casi descono-
cida entre nosotros y que tiene, sin em-
bargo, altísima importancia, no ya sólo
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
10(^
dentro de las puras especulaciones cien-
tíficas, sino también en el terreno de las
aplicaciones prácticas : el conocimiento
de la Geología en España está en el mo-
mento presente muy adelantado, desde
aquel gran impulso que le comunicara, no
hace muchos años, el por tantos títulos fa-
moso D. Casiano de Prado, y de ello son
pruebas los trabajos de la Comisión del
Mapa Geológico, organizados por D. \'a-
nuel Fernández de Castro, muerto en es-
tos días, y consignados en muchos tomos
de Memorias originales y descriptivas de
varias provincias y en el Boletín de aque-
lla Comisión; el hermoso Mapa Geológico
de la misma; los estudios publicados en
los Anales de la Sociedad Española de
Historia Natural y las magníficas inves-
tigaciones de los Sres. D. José Macpher-
son, D. Salvador Calderón, D. Lúeas Ma-
llada, D. Daniel Cortázar y otros muchos,
sin olvidar al profesor D. Juan Vilanova.
Para todos tiene Daubrée en su artículo
una palabra de elogio, y no es ciertamente
parco en encomiar una obra que le es co-
nocida en todos sus pormenores y deta-
lles, cumpliendo asi un deber de jus"
ticia, ya que nosotros no hemos querido
cumplirlo, faltando al patriotismo con que
es preciso ver tales cosas. Al dar esta
ligera noticia del artículo escrito por el
eminente profesor de París, que es uno
de los primeros sabios de Francia, quiero
consignar la manera cómo la Comisión del
Mapa Geológico anhela completar su obra:
los materiales reunidos en sus ricas co-
lecciones, permiten hacer un reparto á
todos los Establecimientos científicos de
España, á los cuales se van á donar co-
lecciones completas de minerales, fósiles,
y rocas de España, con admirable preci-
sión clasificadas, teniendo como base lo
recogido en la provincia donde radique el
centro docente ; cada ejemplar lleva una
etiqueta detalladísima precisando todas
las circunstancias, sino nimia y localidad
donde se halla, y de ello tengo para mí
que ha de venir gran provecho á la
cultura general delpaís, llegando á todos
el resultado de las investigaciones, se-
guidas durante muchos años, con objeto
de conocer y describir el suelo de España.
En otra especie de trabajos originales
T. III
ocuparéme ahora, tratando de un artícu-
lo que publicó, en el mes de Marzo del
año corriente, la Reviic Scientifiqiie de
París, cuyo artículo es un resumen, muy
bien hecho y detallado, de los experimen-
tos que llevaron al Sr. D. Victorino Gar-
cía de la Cruz, en la actualidad profesor de
Química Orgánica de la Facultad de Cien-
cias de la Universidad Central, al descu-
brimiento y enunciado de las leyes me-
cánicas de los gases nebulosos y de los
líquidos turbios. No era la primera vez
que el Sr. García de la Cruz veía sus
trabajos en lengua francesa, porque en el
Bulletin de la Soci^té Chimique de Pa-
rís, se han publicado varios, todos ellos
de carácter experimental, al igual de este
.que últimamente ha parecido en una de
las más acreditadas Revistas de Europa,
y mucho tiempo hace que el profesor
noníbrado viene consagrándose al estu-
dio de referencia, añadiendo datos y ex-
perimentos para dar á las le^^es que des-
cubrió maj'or carácter de generalidad y
á sus demostraciones precisión matemá-
tica; prueba de ello es el nuevo estudio
de líquidos turbios y gases nebulosos,
publicado este mismo año en La Natura-
lesa, cuyo estudio bien puede asegurar-
se que es lo más extenso y períecto y
aun pudiera decirse lo único sistemático
y completo conocido acerca del particu-
lar; puesto que fuera de algún experi-
mento aislado y curioso, referente á ca-
sos especiales de líquidos turbios y gases
nebulosos, sólo cuenta la ciencia con las
prolijas y minuciosas investigaciones del
Sr. García de la Cruz, y son éstas de tan-
ta importancia, que le consintieron llegar
á establecer leyes generales, de carácter
mecánico, demostrándolas por medio de
experimentos.
Cuando se estudian las propiedades ge-
nerales de los líquidos y sus relaciones
con los cuerpos en ellos sumergidos, no
se acostumbra á parar mientes en las que
pueden establecerse entre el fluido y el só-
lido, en el de ser éste pulverulento y ha-
llarse en estado de grandísima división: la
mezcla del líquido con el sólido constitu-
ye entonces lo que se denomina un líqui-
do turbio, en el cual pueden acontecer dos
series de fenómenos, á saber: ó el sólido
14
i 10
boletín
se deposita en el fondo de la vasij a, con ve-
locidad bastante considerable y en tiem-
po no muy largo, dependiendo el hecho,
no sólo del peso específico del sólido,
sino también del tamaño de sus partícu-
las, ó el depósito se hace y lleva á cabo
con lentitud extraordinaria, tardando á
veces muchos meses en efectuarse, de
lo cual tenemos magnífico ejemplo en
ciertas arcillas finísimas y coloridas de
amarillo ó rojo, suspendidas en algunas
aguas, la de Lozoya entre ellas, que pa-
san á través de los filtros de papel y no
se reúnen en el fondo de las vasijas y se
mantienen en el agua hasta transcurridos
algunos meses, formando sus depósitos
los ocres más finos que se conocen.
José Rodríguez Mourelo.
(Concluirá.)
- t,<r <feK5"<¡'^¡r<í>''t>'S>'^> -J -
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
RESTAURACIÓN
CASA DE POLENTINOS EN AVILA
A ciudad de Ávila es un rico museo
W-^ arquitectónico cuyos ejemplares se
hallan esparcidos por todas sus ca-
lles, en términos que no se da un
paso por ellas sin tropezar con algo inte-
resante. Aparte de sus monumentos reli-
giosos y de sus incomparables murallas,
el antiguo caserío ofrece al artista ejem-
plos notables que estudiar, correspon-
dientes, en su mayor parte, á la época de
transición del ojival estilo al del Renaci-
miento. Las casas de los repobladores,
pegadas á las murallas, son de las más
antiguas, y en las de lo interior vense los
rasgos característicos de estilos más mo-
dernos.
Entre estas últimas ocupa uno de los
primeros lugares la que perteneció al
Conde de Polentinos, y que adquirida por
el Ayuntamiento, que la tuvo por alber-
gue durante la construcción de su actual
Casa Consistorial, ha sido destinada al
establecimiento de la Academia de Ad-
ministración militar ; destino apropia-
do, no sólo por su amplitud y disposición,
sino por la ornamentación guerrera de
su portada.
Nada podemos decir de su historia ni
de la época de su construcción, si bien,
correspondiendo al estilo plateresco, debe
datar del siglo xvi. Hállase situada en la
antigua calle de la Rtia, que era la prin-
cipal de la ciudad, y cuyo tradicional
nombre ha sido recientemente sustituido
por el de Vallespín^ en honor del malo-
grado Director que fué de dicha Acade-
mia, quien por sus especiales dotes y sim-
patías ha merecido tal honor. Pero, sin
negársele en modo alguno, creemos que
hubiera sido preferible dar su nombre á
otra calle de la ciudad, para que no des-
apareciera el típico de la Rúa, existente
en todas las ciudades castellanas, para
indicar la calle por excelencia de las po-
blaciones, la ruta de los mercaderes y la
principal arteria que las cruza, comuni-
cando, en ésta de Ávila, el puente sobre
el Adaja con el centro comercial.
La fisonomía exterior de la casa en
cuestión por la Rúa era por demás ex-
traña. Retirada su fachada de la línea de
la calle y resguardada por un pretil, com-
poníase de fuerte maro de granito de es-
casa altura, coronado de sencilla imposta
y ostentando en su centro magnífica por-
tada, que se remataba por amplia y de-
corada barbacana elevada sobre dicha
fachada y acodándose con su cornisa por
medio de graciosas curvas. Á cada lado
de la puerta dos ventanas bajas y otras
dos sobre ellas, sin ornamentación alguna
y tapiadas. La fachada quedó así suelta,
sin crujía, como muro de cerramiento del
solar; y, paralelo á ella, uno de los lados
del patio, también sin terminar. Mas aho-
ra, felizmente el Ayuntamiento ha cos-
teado la terminación del edificio, levan-
tando su fachada principal, estableciendo
en dos pisos la crujía entre ella y el patio
y terminando éste con su ornamentación
escultórica. Semejante obra ha sido pro-
yectada y dirigida, con noble entusiasmo,
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
III
por el inteligente Arquitecto municipal
D. Ángel Barbero, á quien debemos los
dibujos que se acompañan y quien, con
celo nunca bien ponderado, ha estudiado
todos los detalles de la ornamentación y
construcción y ha modelado con sus ma-
nos los bajo-relieves del patio, imitando
concienzudamenle el estilo, hasta con
sus incorrecciones. Corresponde también
parte de gloria al contratista D. Antonino
Prieto, experto constructor, de inteligen-
cia é instrucción poco comunes, y con la
rara cualidad de poseer tan acendrado
amor á su profesión y á las obras por él
ejecutadas, que llega á anteponerle á sus
intereses. Reciban ambos nuestros pláce-
mes por sus trabajos en esta ocasión,
como con notoria justicia los han recibido
de los ilustrados Director y Profesores
de la Academia y de cuantas personas
entendidas han visitado las obras.
Casi huelga la descripción cuando se
acompañan dibujos como los del Sr. Bar-
bero, por lo cual seremos muy concisos,
haciendo sólo notar algunas particulari-
dades del edificio.
Como casi todos los de la época, cons-
tituye su núcleo un gran patio decorado,
rodeado de galerías; y, contiguas y para-
lelas á éstas , sendas crujías de buen an-
cho, donde se distribuyen las habitacio-
nes, con amplia escalera en un costado
para acceso del piso principal. En éste
tiene el patio, que es cuadrado, unos 13
metros de lado, 3^,40 las galenas y de 6
á 7 las crujías. Opuesta á la fachada prin-
cipal hay otra á la Plaza de Santo Do-
mingo, con entrada que ostenta un deco-
rado dintel.
La puerta de la primera es un ancho
hueco cerrado por arco circular, bordea-
do de una faja decorada con perlas, ba-
quetones y palmetas, y flanqueado por
anchas pilastras sobre basas, conteniendo
en su parte superior cabezas de leones,
de cuyas fauces, y atadas con cintas for-^
mando lazos, cuelgan piezas de armadu-
ras y trofeos de armas ofensivas; una
impostilla tangente á la archivolta recua-
dra el hueco, en cuyas enjutas campean
medallones con bustos, y sobre ella corre
un friso con un escudo central rodeado
de corona de laurel y tenido por dos gri-
fos sujetos con cadenas, y otros dos es-
cudos correspondiendo á las pilastras, te-
nido el de la izquierda por un águila pas-
mada y coronado por cimera el de la de-
recha. Claro es que dichos escudos co-
rresponderán á la casa de Polentinos.
Una cornisa decorada corona este friso,
y sobre ella ábrese en el centro una ven-
tana, flanqueada también por pilastras
decoradas, acompañadas de rica orna-
mentación que llena los espacios de ambos
lados, y cuyo dintel, tallado en forma de
cornisamento, está también muy decora-
do , existiendo sobre él ornatos hasta el
arranque de los canes de la barbacana.
Son éstos en número de ocho, compuestos
cada uno de tres piedras talladas en cur-
va y decoradas, y sobre ellos una moldu-
ra que, como la imposta del resto de la
fachada, está decorada con coronitas, y
encima de ella el pretil, terminado tam-
bién por otra decorada moldura.
En la restauración se ha levantado la
fachada hasta la altura del arranque de
los citados canes, coronándola con una
sencilla cornisa del estilo, y se han abier-
to las ventanas, proveyéndolas de artís-
ticas y típicas rejas.
Cada frente del patio está constituido
por cinco columnas (contando las dos an-
gulares), cuyos fustes son monolitos, con
basas áticas sobre plintos decorados, ca-
pitel dórico, con modillones formando
zapatas, donde se apoyan los dinteles que
cierran los espacios, hermosas piezas de
granito de Cardeñosa de unos tres metros
de largo, decorados con bajo-relieves
distintos compuestos con cabezas en me-
dallones, grifos y hojarasca, y separados
por escudos que corresponden á las co-
lumnas. Otra serie de éstas, de menor
altura, constituye la galería del piso prin-
cipal, y, de modo análogo, sostienen din-
teles tallados y escudos, coronando el todo
una pequeña y decorada cornisa. El an-
tepecho de esta galería alta está consti-
tuido por balaustres de piedra con hojas
talladas sobre plinto y sosteniendo un
curvo pasamanos.
Tiene el patio un aspecto elegante; y si
los bajo-relieves acusan en detalle falta
de dibujo é incorrección de ejecución,
producen en conjunto buen efecto, espe-
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114
boletín
cialmente los escudos, que se destacan
vigorosamente con formas acentuadas.
Dos de los lados del patio, que estaban
sin terminar, se han terminado con tal
perfección, que no parecen hechos ahora;
se han derribado los tabiques que cerra-
ban las galerías altas, dejándolas diáfa-
nas y restaurando y reponiendo muchos
balaustres. Tienen éstos 0m,80 de alto por
Ora, 18 de diámetro, son de piedra graníti-
ca blanca de Cardeñosa, y ha costado cada
uno 30 pesetas; los trozos de pasamanos
son de una pieza, de 2m,S0 en cada inter-
columnio; los frisos tallados, de 3m,25
X 0^,50 X 0m,30, han costado á 365 pese-
tas, y los escudos, de 0ni,70x0m,70x0m,50,
á 170. Son también de notar, por sus di-
mensiones extraordinarias , los peldaños
del vestíbulo, pues miden 6ra,80 de longi-
tud y pesan 1.750 kilogramos cada uno.
Con las obras ejecutadas y las de deco-
ración interior y remates que al presente
se están haciendo , el antiguo palacio de
los Condes ;de Polentinos ofrece á la
Academia de Administración militar un
albergue, no sólo cómodo y amplio , sino
elegante y artístico; y dignos son también
de aplauso el Ayuntamiento de la ciudad
y su entonces Presidente, D. Bonifacio
Jiménez, por el empeño mostrado para
llevar á feliz término tan importante tra-
bajo, así como el celoso é ilustrado Direc-
tor de la misma Academia D. Adolfo Pas-
cual, por sus iniciativas,
Enrique M. Repulles y Vargas
(Resumen de Arqtiitecttira).
- ^>^»>-t^>ty^i^^^^^é^S^'i-<«-<-^-'
LA SOCIEDAD DE EXCURSIONES EN ACCIÓN
Sabido es de todos cuantos conocen
nuestra Sociedad que el objeto de sus ex-
cursiones no se reduce sólo al de procu-
rar á los que á ellas concurren un grato
al par que instructivo solaz, que venga
á ser como un higiénico paréntesis de más
arduas y sedentarias ocupaciones.
Fomentar el amor á los monumentos,
coadyuvar á su conservación, inculcar en
los pueblos el convencimiento de que esas
manifestaciones de cultura que preceden-
tes generaciones nos legaron, permanez-
can respetadas y sobrevivan á nuestras
edades, como testimonio fehaciente de lo
que en otro tiempo fueron nuestra gran-
deza y esplendor, esos son los fines que
nuestra Sociedad persigue. Si se realizan
ó no, ahí están las reseñas de las excursio-
nes verificadas. Recordemos sólo la vela-
da de Brihuega, en la que todos los que en
ella tomaron parte dirigieron sus notables
improvisaciones á ensalzar la importancia
y hermosura de los monumentos visita-
dos, á realzar su historia, á vulgarizar la
idea de su conservación hasta el punto de
que el último, de los que dirigieron la pa-
labra á tan abigarrado concurso, para
hacer más comprensible y simpática la
idea, comparó aquellos monumentos y
objetos de arte con los que, por haber
pertenecido ó haber sido obra de algún
antepasado , conservan las familias como
recuerdo de religiosa veneración y alta
estima.
Algunas, veces, estas manifestaciones
suelen ser oídas como sermón en el de-
sierto ; pero otras , en cambio , producen
resultados tan satisfactorios cual lo fueron
el acuerdo del Ayuntamiento del mismo
Brihuega, de erigir una lápida conmemo-
rativa del Arzobispo D. Rodrigo Jiménez
de Rada, y dar su nombre á uno de los pa-
rajes más principales de la población, y
el de haber podido nuestros consocios ad-
mirar en toda su belleza y despojada de
las anacrónicas vestiduras con que la pie-
dad más antiartística cree adornar la no-
tabilísima imagen de Nuestra Señora de
la Peña, cuya reproducción acompañó al
número de nuestro Boletín correspon-
diente al mes de Septiembre de 1893.
Como siempre es grato el saber que
nuestras desinteresadas observaciones y
sanos consejos son de vez en cuando fa-
vorablemente atendidos, vamos á consig-
nar un hecho que revela, lo bien que fruc-
tifica el grano que cae en terreno abonado
y la satisfacción que la Sociedad experi-
menta cuando consigue salvar algún obje-
to artístico de una inminente desaparición
ó ruina.
Es el caso que en la excursión á Ules-
bE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
n5
cas, el 28 del pasado Abril, visitando la
iglesia del convento de la Madre de Dios,
fundado por el Cardenal Cisneros , halla-
mos una hermosa imagen de Nuestra Se-
ñora, tallada en piedra en el siglo xv, de
bastante belleza artística y colocada en un
altar próximo á la entrada del templo,
donde por las especiales condiciones de
situación , podría fácilmente hacérsela
desaparecer si algún inteligente especu"
lador en antigüedades acertaba á descu-
brirla.
Nuestra inesperada visita, á hora in-
tempestiva para la comunidad , excitó la
curiosidad de ésta, y tanto la madre aba-
desa, como algunas de las religiosas se
aproximaron á la reja del coro bajo, y
con amabilidad extrema, satisficieron has-
ta donde las fué posible á nuestras pre-
guntas referentes á los objetos artísticos
que estábamos examinando.
Llegó su turno á la efigie de que nos
ocupamos, y por los allí reunidos se hizo
comprender á las madres el valor artísti-
co de la imagen; que no era apropiado el
título de El Carmen con que poco ha se
la designaba; que, según todos los indi-
cios, procedía de la derruida ermita de
la Vega, y, por último, que debería colo-
cársela en lugar menos expuesto á una
desaparición, y más adecuado á la repre-
sentación y al valor artístico de la escul-
tura-
Que aquellas indicaciones no cayeron
en saco roto, lo demuestra la carta recibi-
da poco tiempo después por el que estas
líneas escribe, carta que hiriendo tal vez
la modestia de su autora, nos atrevemos á
publicar á continuación, para honra de tan
respetable abadesa y comunidad, para
satisfacción de la Sociedad Española de
Excursiones, y como ejemplo digno de ser
imitado por cuantos, por su posición ó
circunstancias, se hallan en posibilidad
de contribuir á la conservación de los mo-
numentos enclavados dentro de sus res-
pectivas jurisdicciones.
Dice así:
"Convento de la Madre de Dios.— Ules,
cas. — Sr. D,..— Muy señor mío y de mi ma-
yor consideración y respeto: Aunque han
transcurrido algunas semanas sin tener
el gusto de poder escribir á V. dándole
un millón de gracias por haberme servi-
do con prontitud y caridad como había
prometido esa distinguida Sociedad, no
por eso nos hemos olvidado de Vds., y
prueba dé ello es la presente, que no tiene
más objeto que saludar á V. y á toda la
Sociedad y decirles á Vds. que ya hemos
trasladado á otro sitio mejor la imagen
que tanto nos ponderaron y á la que hon-
rábamos bajo el nombre del Carmen; la
hemos quitado los escapularios, y hoy la
apellidamos Nuestra Señora de la Vega.,,
Sigue enumerando las fiestas con que van
á solemnizar este acontecimiento y las
obras que realizan para decorar el nuevo
sitio, y termina diciendo: "Por lo tanto,
Sr. D... le supUco notifique esta nueva á
todos sus señores compañeros, haciéndo-
les presentes nuestros respetuosos re-
cuerdos, muy especialmente los de esta
humilde afma. s. s.. Sor Josefa María de
LA Purificación, Abadesa. —yí?iy o 26
de 1895.
Grande fué nuestro sentimiento al ver-
nos imposibilitados de publicar esta carta
en el número del Boletín de Junio pró-
ximo pasado, á causa de hallarse ya el
mismo en prensa el día en que recibimos
aquélla. Disculpado lo involuntario del
retraso, estamos seguros de que nues-
tros compañeros de excursión han leído
con sumo gusto las noticias que por nues-
tro conducto se les comunican, y agrade-
cen las corteses frases de tan respetable
señora en todo lo que valen.
En cuanto á la sociedad, satisfecha del
éxito alcanzado, envía á tan respetable
comunidad sus más sinceros plácemes, á
los cuales se unirán, desde luego, los de
todos cuantos se interesan por la conser-
vación de las obras de arte en España,
entre los cuales figura, en primer térmi-
no, el sabio Cardenal Monescillo, que,
estamos seguros, aplaudirá en cuanto de
ellas tenga noticia, las muestras de cul-
tura y piedad ofrecidas por las religiosas
de la Madre de Dios de Illescas; ejemplo
digno de ser imitado por todos los que,
poseyendo obras de arte, se hallen en las
condiciones que motivaron las iniciativas
de la Sociedad Española de Excursiones,
ii6
BOLETÍN
tan pronta y hábilmente realizadas por
aquella venerable comunidad.
En la fecha y forma previamente anun-
ciada, verificóse en el pasado mes de Ma-
yo la excursión á Ocaña y Yepes, que re-
sultó de no escaso interés desde los pun-
tos de vista histórico y arqueológico. Los
excursionistas, guiados y colmados de
atenciones por nuestro digno socio dele-
gado en Ocaña, Sr. Gálvez, recorrieron
ambas villas, examinando los notables
monumentos y detalles arqueológicos y
sacando fotografías de varios de ellos.
En su día se publicará, como de costum-
bre, en el Boletíx la crónica de la excur-
sión.
Para cubrir las vacantes que por de-
función ú otras causas habían resultado
en las juntas de Sección de la Sociedad, y
atendida la dificultad de cumplir por aho-
ra la última parte del texto del capítu-
lo IV, art. 3." del Reglamento, en tanto la
Sociedad no cuente con domicilio propio
definitivo, la Comisión ejecjutiva ha acor"
dado los siguientes nombramientos:
Sección de Ciencias Naturales.— Y o-
cal, limo. Sr. D. Perfecto María Clemen-
cín.— Vocal, Sr. D. Felipe Mora.
Secciónde Literatura.— Secretario 2.'^,
Sr. D. Marcelo Cervino.
Sección de Bellas Artes. — Presidente,
Excmo. Sr. D. Pedro de Madrazo.— Vo-
cal, Sr. D. Felipe Benicio Navarro.— Vo-
cal, Sr. D. José María Florit.
Con motivo de haberse constituido en
el Círculo de la Unión Mercantil de Ma-
drid una comisión para el estudio de los
nuevos reglamentos del Canal de Lozoya,
nuestro consocio y amigo D. Felipe Mora,
autor y concesionario del proyecto del
Canal de Guadarrama, ha dirigido á di-
cha comisión nna importante proposición
que, en su concepto, resuelve el proble-
ma de abastecimiento del agua necesaria
en Madrid.
Fundado el Sr. Mora en que el facilitar
agua ilimitada merece el apoyo del go-
bierno, autoridades y particulares, y que
el monopolio de este elemento produciría
la muerte de las industrias, siendo al pro-
pio tiempo imposible que el Canal de
Lozoya amplíe la venta, ni atienda, por
falta de presión, á los servicios de deter-
minadas zonas de Madrid, propone abrir
una subscripción en que todo propietario
podrá adquirir el agua que necesite del
nuevo Canal del Guadarrama, el cual se
compromete á hacer á sus expensas una
conducción, y establecer depósitos á la
altura de 25 metros sobre el nivel de los
del Lozoya.
Con esta construcción se evitaría la
falta de agua y que las turbias fueran
generales, puesto que el nuevo Canal po-
dría proporcionar 52.000 reales fontane-
ros, ó sea una cantidad igual á la sumi-
nistrada por el Lozoya.
Para las atenciones de la Real Casa , el
Estado, la provincia y los Municipios,
tanto de Madrid como á los que esto al-
canza, será el 50 por 100 del precio fijado
de 2.000 pesetas, mientras no utilicen la
canalización del Lozoya, en cuyo caso
este descuento será á favor de este
Canal.
Esto es, en resumen, lo esencial de la
proposición Mora, que por su importan-
cia merece ser estudiada. Felicitamos
por su oportuna idea á su autor, cuyo
proyecto del Canal es ya conocido y apre-
ciado en lo que vale por nuestra Socie-
dad, que en 27 de Mayo de 1894 realizó
una excursión á Villalba con objeto de
estudiar las importantísimas obras pro-
yectadas por el Sr. Mora ',
1 Vid. Excursión á Villalba el 27 de Mayo de 1894,
por D. Manuel Marchámalo y Sanz.— Tomo n de
nuestro Boletín, pág. 101.
1.20'7. Establecimiento tipográfico de Agustín Avrial,
San Bernardo, 92.
BOLKTIN
DE LA
SOCIEDAD ESPAIDLA DE EXCURSIONES
DIRECTOR:
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
AÑO III
Iwflladrid. 1.° de A.gosto de 1895
NÜM. 30
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
LA ESTACIÓN PREHISTÓRICA
DE
(Ooxxtixxu.acióxa..)
II
unos trescientos metros del río
''^^ Giguela, en una de las vertientes
l|! que derivadas de la sierra de Al-
tomira van á desembocar en la
vega del mencionado río, al Oeste del ce-
rro denominado Cabeza del Griego (Se-
góbriga), se abre una cueva de gran pro-
fundidad, horadada en las estravas del
terreno cretáceo.
La entrada, elevada á unos ochenta y
cinco metros sobre el nivel del río, da
acceso á la galería principal, que mide
diez y seis metros de longitud y ramifi-
case en diversos puntos formando otras
galerías secundarias, viniendo á terminar
en una con una pendiente de cincuenta
centímetros por metro, á cuyo fin hay
una balsa de agua salobre con un nivel
oscilante, según la sequedad de los años,
entre tres y cuatro metros.
No fué cosa fácil dar con la entrada
primitiva de la caverna. La abertura, ta.
piada con enorme cantidad de piedra y
arciUa, había desaparecido por completo
bajo la espesa capa de tierra con la que
se había nivelado el suelo por la parte
exterior de la gruta, de tal manera, que
el techo formaba el piso del valle.
No es extraño, pues, que tuviéramos
que bajar á la cueva por una especie de
pozo vertical como de uno ó dos metros de
hondo, cuyo orificio, practicado en la pie-
dra viva, apenas si podía dejar paso á
una persona. Del fondo de este pozo na-
cía un pequeño caño que desembocaba en
una galería central, donde más tarde en-
contramos una tosca sepultura completa-
mente desprovista del menor vestigio
funerario.
Al empezar nuestras exploraciones, la
galería principal estaba interceptada con
grandes piedras corridas desde la en-
trada y mezcladas con una regular can-
tidad de tierra. Sin embargo de lo cual
quedó una estrecha senda por la que
solían penetrar los zorros y conejos, cau-
sa ocasional del hallazgo, pero no cier-
tamente humano ser alguno, pues sólo
los primeros exploradores de la gruta
pueden comprender las muchas dificul-
tades y apuros que era necesario sufrir
para llegar hasta la primera sala. Echa-
dos en el suelo, y empujando con los pies
las piedras, que rodando con estrépito se
precipitaban por la pendiente, pudimos
al fin llegar á una excavación bastante
ancha para caber todos y andar de pie.
En la extremidad de esta cámara empal-
ii8
boletín
ma el caño ó galería central formando un
islote ó promontorio de piedra, al rede-
dor del cual habíanse amontonado multi-
tud de restos de cerámica y varios útiles
de hueso. Los fragmentos de esta primiti-
va cerámica abundan en todas las galerías
superiores, y hubiera sido fácil llenar con
ellos varios carros. El sendero después
empalma y nos lleva por la bifurcación
de la izquierda á uno de los departamen-
tos más espaciosos de la caverna, cuyo
suelo, lleno completamente de cacharros»
trigo carbonizado, huesosyotros objetos'
atestigua que fué pisado por varias ge-
neraciones.
Algunas galerías secundarias princi-
pian en este departamento, que fué, según
parece, especialmente habitado , y en las
que puede el explorador ver muchas hen-
diduras disimuladas con arcilla, especial-
mente algunas sin salida, preparadas para
habitaciones ó sepulturas.
A menudo aparece la bóveda ennegre-
cida con el humo de los hogares y hasta
de las antorchas, como puede testificarse
examinando detenidamente algunos es-
pacios ahumados en el techo de algunas
cámaras.
Si en lugar de seguirse por el lado de
la izquierda lo hacemos por la galería
principal, tendremos que andar aun unos
cien metros, atravesando muchas cavi-
dades de dimensiones distintas, aunque
ninguna se aproxime por su belleza á las
espaciosas y magníficas de los Pirineos.
Dejando acá y allá una infinidad de bo-
cas de galerías secundarias, acábase por
llegar á una excavación honda y ancha,
en la que resplandece á la luz de las an-
torchas un agua muy pura y cristalina.
En la galería central se encuentran muy
pocas estalactitas; la caliza del techo acri-
billada con muchos nichos y agujeros de
todos tamaños, ofrece á veces, sobre el
humo, una red de brillantes cristalizacio-
nes de carbonato de cal, cuya transparen-
cia es notable.
En las salas inferiores, las formaciones
cretáceas presentan la figura de gigan-
tescos liqúenes pegados en las paredes.
Las estalactitas sólo se encuentran en
en una galería lateral muy húmeda. Esta
galería desemboca por sus dos extremi-
dades en la calle central, pero de ella
parten hacia el interior de la colina fre-
cuentes ramificaciones, por algunas de
las cuales seguimos durante tres ó cuatro
horas sin poder llegar al fin. No tienen
ningún interés desde el punto de vista
arqueológico, pues en ellas no se nota
ni humo, ni huesos, ni resto alguno de ce-
rámica, siendo su acceso muy penoso,
tropezando á cada momento con pozos
verticales adonde no puede bajarse sin
peligro de rasgarse los vestidos ó produ-
cirse alguna herida con las innumera-
bles asperezas del risco. En la parte cen-
tral de este caño, dispuesto en arco de
círculo, encontramos el esqueleto entero
de un hombre , pero sin vestigio alguno
de sepultura ni resto de armas ú otros
objetos.
P. Eduardo Capelle.
(Se continuará.)
= ^=^-^^P- —
ESCRITURAS MOZÁRABES TOLEDANAS
(Continuación.)
ADVERTENCIAS PREVIAS
I.'' En la transcripción de nombres pro-
pios árabes hemos seguido el sistema usado
comunmente por los arabistas españoles, y
que hemos expuesto detalladamente en otro
trabajo nuestro que espera ver la luz públi-
ca en plazo no lejano.
2.^ Los nombres propios latino-hispa-
nos y los comunes del lenguaje vulgar los
hemos transcrito vertiéndolos á la forma que
tienen actualmenteentrenosotros:así, en vez
de decir Bithro , Yoaiiex, Dominqnis, Be-
láis, hemos escrito Pedro, Juan., Domínguez,
Peláez; en vez del archiprexte (otras veces
ayxiprexie), archidiakono... etc., escribimos
arcipreste, arcediano, etc. ; es decir, que la
forma latina ó del romance antiguo que ofre-
cen estos nombres en el texto árabe, se con-
vierte aquí generahnente en la forma actual
correspondiente.
3.* Por la razón anterior, y en corrobo-
ración de nuestras afirmaciones al interpre-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
119
tar estos documentos, hemos prodigado los
textos árabes, cosa que, sia estorbar á los
no arabistas, es de gran utilidad para los
que, siéndolo, se ven imposibilitados de
consultar los originales.
4.^ Para no aumentar desmesuradamen-
te el número de notas aclaratorias al pie de
cada página, seremos parcos por ahora en
este punto, dejando para la tercera parte de
este trabajo llenar los vacíos que ahora se
noten.
líos en que diez dirhames componen un miz-
iJ
UM
jL
,,.J! ^,
^z. i.^3 L^.^
J ,L)1 \J.S> .,^^ ¿..liaiL
cal,«
... Jliu.
Otorgóse esta venta, según la legislación
musulmana ^ ( f-s^Lv^f 'ix^ ^^), en el mes
venerando del Ramadán del año 475 de la
Hégira (1083 de J. C.) 2. ^k%i\ ,,l^^ J)
.(;^jUaJ,L .-.:
r
u
II
Venta de la mitad de una viña i sita en el
término del lugar de Chalaneas 2, que es una
de las alquerías de Toledo, y^ ^_ ^_^^_;.J' )
(^ilJa J.ja ^ j5 . y^ ^jíSA:s^ h y3 ¿''js-;' . . . * i-X.' !
y que linda: al S. con el camino '¿X^\ J)
{^ ^ j.]=J!; al N. con la propiedad 3 de Aben
Porthal (JIL^ ^^)i Jib. _Jj^\ ^.y, al
E. , la viña de Aben Franchil J ^^j^^^^ c?^)
[j.-sr'ji yA >jí\ al O., el camino, 3^ en él
la puerta ó entrada de la finca en cuestión
Otorga esta venta Chamila (hermosa) 5,
hija de Farach 5' esposa del Beliuxi i•i^y=^)
( ^jAj\ -. ^\ ^ j3 C^uj, í\ favor del judío
Rabí Bu Ishak b. Lahmaix v^_^"'ljf -J .)
(, vi.^^,3r^ ,.fj por el precio de «300 mizcales
de la moneda corriente en Toledo al tiempo
de otorgarse la presente escritura, de aqué-
i' La viña que aquí se indica era conocida
por un sobrenombre cuyo sijíniñcodo no acer-
tamos á precisar. Dice el texto: ^_^j; ^«!' r'J-^"^'
jlaa^üJu, la vina conocida por el Cojiielo?
2 La montaña de Charancas hiíllase citada
en la toma de Toledo por Abdeirahman III
{Dozy, Hisí. II, 349).
3 No tenemos seguridad en la lectura de
esta palabra, pero la que tenemos por más pro-
bable es la que damos en el texto con signirt-
cado de campo destinado á cereales.
4 En el texto sólo lleva puntos el *.
5 En el original no lleva punto la primera
letra.
Venta de una huerta u^-U! «-«^a^) sita en
el parador ó posada de Moxca (i.Ci*-- ^j-'^)
y cuyos lindes son: al S. y O,, una posesión
del K.r.,lení 3; al E. y N., dos caminos
grandes, uno de los cuales va desde Toledo
á Alcardet ^^ iOLJl i^f-i! ^j^^i -Sj)
Otorgan esta venta Pedro Alfonso 4 y su
mujer Justa (¿.zú,j '^■^jj^ ^wjj.áj' ¡fjl^^j) á
favor de Yahya b. Jalaf y Yah3'a b, Koraix
El precio de la venta es de 82 dinares de
los que circulan en Toledo, cediendo ade-
más los dos compradores á los vendedores
ima pequeña viña (♦jj.-CJ|) sita en el mismo
pago donde está enclavada la dicha huerta;
viña que también se conoce con nombre pa-
recido al que encontramos en el documento
anterior (Jj=s-^Ij ^ ?«;»-it), y cuyo signifi-
cado á ciencia cierta desconocemos.
1 Es éste uno de los pocos documentos mu-
sulmanes de la colección.
2 El hallarse tan maltratado el pergamino
y carecer casi por completo de vocales y pun-
tos, hace muy embarazosa y difícil su lectura.
Otro tanto. pudiera decirse del siguiente docu-
mento; sobre uno y otro abrigamos todavía
algunas dudas.
3 En el original parece leerse: i— J t — ^— -"
^áJL-Jj-ííJi que podría interpretarse la gran
tienda del de Crevillente ( ¿■^J^' iÜJm ó del de
Corella c-i^»— ' j¿^^ según que se suplan uno
o dos puntos.
4 En el texto Anfonxo ó Anfunxo.
120
Boletín
Esta escritura está fechada en Abril
(Jj .í!) del año 1133 de la Era de (^ofar
(Española).
Entre las suscripciones podemos leer las
siguientes: Abdelmelic b. Amir ^-l-l! -^-c)
( .^Lt yi; Abdalah b. Chelabert JJl ^~^_^)
(^l^.JU. yj ; Ornar b. Amir b. Al-Laits
(ó-^^l i^f y^^ ívTÍ >-K^j)' Abdelaziz b.
Saíd, «se escribió por él á su mandato.»
zaragozano, idem ¿w^-c
fecha, ^^- ^^^iii jLj:) ^^r:-^■'^'' *-''-^ ^«^;')
(^j jUJ! .jw=^ ijiLs-^ -^«h^-'l, advirtiendo
que el mizcal oriental de Almamún consta
de dos dinares y un sexto... í^í^A.J! JLái^lj)
(^-V^j y.U-O iJj^U!, y añadiendo que
los vendedores recibieron del comprador el
precio estipulado, transfiriendo á él el do-
minio que les correspondía sobre la finca
mencionada ^
^'
9)
.{syL
III
Venta de la mitad de un huerto >i^^9-)
( .lUar'l ^ 6^3 sito en el pago de Al--Lai-
tic I, que pertenece á la jurisdicción ó go-
bierno de la ciudad de Toledo t3-..-;iM l^j^)
(^iUsAh i^jJ^ kJáJ ^, y con los siguientes
límites: al E. y S., el río Tajo (¿.^vb ..^3);
al O., el cercado de tierra blanca 2 pertene-
ciente al jeque Aben Moxkik L^j ^Lv::^)
(v^-^íí^^-^ ¡ji^ ¿~^-') y al N., el gran camino
que por allí pasa (ixJL^J! ¿¿^4'].
Otorgan esta venta Elvira, esposa de Fer-
nando Muñoz {,y^j.^X^ SJj.Jj3 ^jj 5,-Jt),
y sus hijos Munio, Gonzalvo y Xóli 3 íj^j^)
( ^J^-i-j ... ^~^L^x¿, á favor deMicael ben
Baqui ( ^¿J yj JjU.^'), por precio de 200
dinares de las monedas corrientes en esta
Fecha á fines de Febrero ( »j ».^3 >.
del año 1149 de la Era de Cofar (Española).
Firman como testigos: Sahl b. Jalaf b. Alí
(«^ lJ' '^ ^ llT' '-^■'r**')' Hasán b. Cha-
™il? (J-^s^ l^rf lO^'***^)' Abdalah b. Hasán
( ,1,^.0^ ^_j i-Ul -V^)> y Salema ó Selma
b. Sadrún, que firma por mano ajena kJ-^j
Cj~^\
ii^y
IV
Venta de toda una viña 2 ( .^_CJ1 >s.^v^)
sita en Alcardet 3 (Í:_j¿^¿JLj), al oriente de
Toledo, y con los siguientes lindes: al E.,
otra viña del judío Ishac b. Alafthas ^j^)
(^cX.Jl ^li'^y ^j: v_^-^^; al O., la
viña de Estéfano Xalvathores aclualmente
^^ ^^j
» .j^); al S.
tie-
1 Los nombres Lailic y Letic (con el ar-
tículo, Al-Laitic, Al-Letic) corresponden á un
pago próximo á Toledo, bastante citado en es-
tas escrituras, cuya situación no podemos de-
terminar ahora.
2 El caliñcativo blanca aplicado á la tierra
('■'^:^f Ct'y) ^^^ tanto se repite, entendemos
significa tierra sin árboles como todavía se la
llama en Valencia; más en alguno de los do-
cumentos bilingües hemos visto traducida di-
cha frase por térra inculta.
3 Opina el Sr. Simonet que éste es un nom-
bre híbrido equivalente á ^^^ Mi-Sol.
rra blanca del judío Hakaí (?) L.^^j.j lJ^j^)
(^J5_^Jl ^LiLsr^^ y al N., viña de Ciprián
b. Salema? (¿a.^1^ y> _X^ j^ cJ^)'
Otorgan esta venta Pelayo Pithris ó Pérez
(, f-^Jsjj ^3-if) y su esposa Dueña Balensia
(ijwv^^j ¿,3 1^3 *-*!?;>) ^ favor de Pedro Muñoz
I En la redacción de estas papeletas pres-
cindimos, como es natural, de todo lo que sea
puramente formulario, lo cual entrará de lleno
en los estudios que reservamos para la tercera
parte del presente trabajo.
i Aunque tal parece el significado de esta
palabra según los diccionarios, en el reverso de
alguno de estos documentos y de letra antigua,
se halla traducido por huerta.
3 Hoy Villanueva del Cárdete á 15 leguas
de la capital en el partido judicial de Quinta-
nar (Madoz).
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
ni
(j^^jL^ Sj]a^_>) y su mujer Ximena Rodríguez
(^.¿j ji, d.'Á^L), por precio de 33 mizcales
de oro almoravide (iLÍ2j|j.i] v,.^s«iJ) ^.y'»).
Fecha en Diciembre {j^'-=^ ^) del año 1 157
de la Era de Cofar ó Española ^ ^ i^-j y/=).
Firman como testigos entre otros: Gothar-
do [s:>jhi), Martín Yoannix (jf^j'j;| ii.'f^j^^'
Martín b. Jalaf (,^i¿^ ^Ji l^^l^'')' ^^'^"
tía Pithris (^-^Ja^ (jrrl)-^)' O'^^^r b. Abde-
rrahman ((^^=^•'1 ^^ ^ri jis^)> ^^ todos
los cuales se dice que se escribió por ellos
jer Dominga, hija de Melendo Arias «tó^^ ; j)
(^ji^ 1! íJ-U^ c^sij ii;^^ por precio de 40
dinares en moneda corriente.
Fecha en Enero, Era de 1159.
Firman como testigos: Dommgo b. Yahya
( ^^i y-i ii^/»v5), Abú Omar b. abí Ornar
(/Tf^ ^i^ (ji jyF- _?f ^j)» Xuan (Juan) Melen-
des (^J.Á-.l-' _^^.L,^, repitiéndose del pri-
mero y último la fórmula »(./>Lj Ut ^^--^ «se
escribió por él á su ruego.» Y en caracteres
latinos (muy mal trazados), Didacu Albariz.
VI
V
Venta de toda una casa exterior ~ con una
entrada ó pasillo á la habitación interior
(iJ.ii.ijJ! jIjJI, sitas en el arrabal de la
iglesia 3 de Santa Inés en Toledo y—^ ...)
(... iklJa-*_A_Jaj ¿ yM^») •.^^.XJ:^ 'i^^S ¡i^^j,
y cuyos lindes son: al E., la casa ó habita-
ción interior (iJ^^fj Jl il^-Jf); al O., casa de
Suleimán Ar-Raxah (~L^Jl i^^ .]:>);
al S., la vía pública (¿IJl ^^^jh), á la cual
da la puerta de a casa en venta L_^_jL_j)
(c, j\ — :„, y al N., también el camino ó calle
que acabamos de citar (^J J3 ^_4jí5rM s^).
Otorgan esta venta Suleimán b. Meruan
( O^ ijf'. r,' m ) y su hijo Yaix b. Sulei-
mán ( ,L^y_J — , .j ¡r^. ^'^i^j) ^ favor de
Domingo Sides ((^-w. ^a.:^^^) y de su mu-
1 Entiéndase en adelante, mientras no se
advierta otra cosa, que se trata de los años
computados con arreglo á la Era Española ó
de Cofar (del cobre), seí^ún la denominación
arábiga,
2 Sobre las voces albarrán y albarrana
pueden consultarse los Glosarios ác Dozy-En-
gelmann y de Eguilaz.
3 I^a metátesis ¿L^^xT por L^S es muy co-
riente en estas escrituras.
Testimonio en que constan las gestiones
hechas y las condiciones impuestas para la
plantación de un predio, ya de mucho tiem-
po abandonado, llamado Dny Al-Hácin
( , jLs-Mj!jí), sito en la parte occidental de la
ciudad de Toledo, y en'el cual se compren-
dían dos heredades, pertenecientes luia á
Santa Leocadia de fuera y la otra á San Mar-
tín. Hecha la plantación y reconstruida la
noria ó azuda (Si^^LJl), surgieron ciertas di-
ficultades para la partición de los beneficios
entre los que se encargaron de los trabajos y
sufragaron los correspondientes gastos, has-
ta que por fin se resolvieron dichas dificul-
tades con la intervención del Arzobispo de
Toledo y en beneficio de la iglesia de Santa
Leocadia.
Fecho en Agosto de la Era 1159.
(Documento bilingüe, texto árabe y tra-
ducción latina en la cual, después de varias
suscripciones, se lee la del Arzobispo de To-
ledo concebida en estos términos: «(Ego. R.
(Raimundus) toletanus archiepiscopus con-
cedo domno B. zamurensi episcopo supra
scriptam uineaní ecclesie sánete leocadie in
uita sua. Post decessum uero eius predicte
ecclesie restituatur.»)
VII
Testimonio por el que se afirma el otor-
gamiento de un contrato de compra-venta,
boletín
y la legitimidad del documento redactado
con tal motivo.
(La escritura objeto de este cotejo está fe-
chada en Febrero de IÍ49, 5' se refiere á la
venta de la mitad de una hueita sita en Al-
Laitic, siendo el comprador Micael ben Ba-
qiií y vendedores Elvira, esposa de Fer-
nando Muñoz, con los hijos de ésta Munio y
Gonzalbo y su hermana Mi Sol.) — Es la que
figura en el número III de este Catálogo.
Fecha en Septiembre, Era de 1166.
VIII
Copia del testamento otorgado por el
Presbítero Mayr ' Abdelaziz b. Sohail, en
8 de Diciembre de la Era 1163, y un testi-
monio fecho en Julio de la Era 1167, mani-
festando que se han cumplido las disposi-
ciones del testador.
(En la segunda p^rte de nuestro trabajo
procuraremos dar un extracto del presente
documento).
IX
Venta de un trozo de huerta y de la tie-
rra blanca que está al N. del mismo >í-^9^)
sitas en el pago de Al-Laitic, al oriente
de Toledo (iiklL ^^ ^J^^}-^ l^jér^,)
y con los lindes que se expresan: al E., el
río Tajo (¿>=s.lj j^y, al O., viña ó huerta de
los herederos de Ponce? (^^j íijj} fj^)\
al S., huerta de los compradores i-«.^.-»)
{,^.r^r^\ y al N., el plantío de Estéfano
b. Jalaf As-Sectani ^Id» ^> yslxú,) , ►-/)
.(^LxCJl
Otorga esta venta Doña Justa, hija de Sid
b. Hachama (¿--Ls^ ^j -X^ CI^j ¿,xá.j) á
favor de Sit-Amira {jij-^A w^-) y de sus hi-
jos Hosain, Julián, Sancho y Pedro »^«.:2>.)
(s^Ja^jj ¿^•'Li.^ -y-T^ ^ P*^"^ precio de seis
mizcales de oro almoravide, con la condi-
ción de que así los compradores como la
vendedora cesen en los litigios y demandas
que sostenían con motivo de la herencia de
Micael b. Tomé y^yo ^¡ J.jlil^).
Fecha en Diciembre {j^x.^:>), de la Era
II73-
Firman como testigos, entre otros: Yah-
ya b. Mofárrich (~. ^¿^ ^-í í;c=^-)5 ^^bde-
rrahman b. Mofárrich ^_í ^-^-a^Jl -v^j)
(-J. ji/», Gálib b. Abdelmelic ^~¡ >, aJI-¿j)
(.¿Jil J-c, Bahlul b. Omar ( j.^ ^j Jj^f j)>
Felis b. Ibrahim (a^»|;-.j1 ^í it^)- Y en ca-
racteres latinos: Domimcns Mavünix iestis ^.
Convenio entre Domno 2 .Raimundo, Arzo-
bispo de la Sede toledana , . Jj'^-' ^-^yJ, 1 i-^^)
(¿JiisJis LjJ.^ ¿>~'P , y Don Pedro, Arce-
V .. .. o ^
diano de Segovia ^sUja^l ^j^':.i ,-)3^j)
(L-j J-i. íaj^v», para la construción de una
rueda hidráulica (noria) {ijy.lj ) en la pre-
sa ó azud 3 de Algondari 4 (^jAAi't J,^}),
cerca de la tierra del citado Arcediano.
Oblígase éste á sufragar la tercera parte
de los gastos de la construcción, teniendo
derecho á la tercera parte del agua y de to-
dos los beneficios del canal: y asimismo el
dicho Arzobispo poseerá la tercera parte de
» Título honorífico usado por los Mozára-
bes toledanos, correspondiente al ?J2a/o/- lati-
no usado tn la Edad Media (V. Simonct, Glo-
sario de voces ibéricas..., etc.)
I Citada por el P. Burriel: pág. 344, lámi-
na xvni, núm. i.
i A las personas constituidas en altas dig-
nidades eclesiásticas se les da este tratamiento
en vez del Don, que suele aplicarse también al
vulgo.
3 La palabra _\-.Jl se halla traducida en
P. de Alcalá por represa de agua, acuda; en
R. Martín por obex. (Eguilaz, Glosario.)
4 Hubo dos pagos con este nombre: Algou-
deri el Mayor y Algonderi el Menor ó Al-
gonderinejo, citado este último por el Sr, Ca-
mero en sus Cigarrales de Toledo, pág. 74,
como uno de los en que se subdividía antigua-
mente la Vega de San Román.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
'23
la tierra inculta que eu dicho sitio pertene-
cía al Arcediano, con los derechos adjuntos.
Fechada en Agosto [-JL^ ¿i) de la Era
1176.
De este documento hay texto árabe y
versión latina i. Firman el primero, Pedro
Marof, testigo, j se escribió pot él en su presen-
cia (... J-aLí. ^^jj.«.í ij]a^), y Mikael ulia-
niz, éste último en caracteres latinos.
En la versión latina aparecen las siguien-
tes confirmaciones: «Ego R. gratia dei tole-
tana sedis archiepiscopus confirmo supra-
dictam conuentionem. — Ego A. prior testis.
— Ego P. secobiensis archidiaconus confir-
mo supradictam conuentionem. — Ego P.
presbyter testis. — Petrus magister testis. —
Ego Petrus huius cartule scribtor, presbiter
testis. — Gauzelmus de a9el<a testis, Munial-
fons testis.
XI
Venta que otorga Mitho Arias y su hijo
Fernando a favor de Balduino Goliau 2 y
de su mujer Munina, de un corral 3 con la
vivienda cubierta de teja que en él edificó el
comprador, sito todo ello en la colación de
Santa María (catedral), y con los lindes si-
guientes: al E., las tiendas de los legados
piadosos ó habices y las tiendas del Sultán •»
(protéjale Dios); al O., la parte del citado
corral perteneciente á los vendedores; al S.,
la tienda de los compradores y sobre ella la
1 Ambos publicados por el Sr. Simonet en
su Crestomatía.
2 Sospecha el Sr. Simonet que este nombre
sea Guillen ó Guillermo (^Ll¿); pero consul-
tado nuevamente el original, veo que no hay
lugar á dudas: hállase escrito con toda clari-
dad (cosa poco común) y vocalizado según apa-
rece en el texto. Es sin duda nombre extranje-
ro; uno de los confirmantes lo es también.
3 La palabra corral {^}\^\) es de uso fre-
cuentísimo en estas cscriiui as, y en alguna de
ellas se le traduce por solare, solar, sobre cu-
ya palabra puede verse el libio de Godoy Al-
cántara sobre los Apellidos castellanos, pági-
na 47.
4 Entiéndase el rey de Castilla,
algorfa ', y al N., las tiendas de losalfaha-
reros del Sultán. ^LU .^> .J._Lj .r, :-: A.j)
J_;J._.Lj C
Xiyi
^^X^ LV-tLJLJl 'í^j^^ i/i-t! JJ^vÜ-'l l-3-»j
•■■"'l^ 0.^•^^' ^^
»J.
^5. ^,^xjLU jSxú j\jii\ i^.js -^yJ^
i, ... i. — Le Í3,¿» .^U.il ji.>jL->. iJLiiJI
(... .,LLUJU .,. ,L¿¿M OoL:. ^4^M
Precio, 30 mizcales reales de oro almo-
ravide (... i^CJL- 'L1íj\j.^ La.5 ^IsX' .^jiS').
Fecha en Octubre (^f-j^-X-iT) de la Era
1177.
Suscriben, entre otros: Hasán b. Abdel-
melic {^i\ -\£ ^^3 ^j^=>^), Estéfano b. Jalaf
As-Sectaní ( jLCJI ,^_^ .j,3 ^Ui,!^),
Abderrahman b. Suleimán b. Banal? J-cj)
(¿JL^Í ^rf ^r^\- ^rí ^^Jl Yahya b. Mo-
farrich {... ^yu» ^^ ^.s-.-'.j), Hirbau el
francés (... ^^^--^31 j^j^j)-
Y en caracteres latinos: «iulian dominici
testis; papin testis; et populin testis.»
XII
Venta de la cuarta parte de la alquería de
Villa Algariba 2 (i.J^-l ^-^j 'i-^j^ ^.j «-;^)
«que es una de las alquerías de la ciudad de
Toledo. » Hállase la finca objeto de este con-
trato en el territorio de la Sagra, inmediata á
la fortaleza de Canales, sobre la acequia de
1 Habitación en la planta alta. R. Martín
traduce esta palabra por solarium. El P. Al-
calá «celda cámara, cenadero en sobrado, cá-
mara donde dormimos, cámara corro quiera »
2 Se llamó también Villafranca en tiempos
posteriores.
(*) Esta palabra aparece siempre escrita sin
el ^ de prolongación, según uso corriente del
árabe vulgar,
124
boletín
Camarena y próxima á la alquería de Mura-
dle! I (P^^-^ .r^^ -r" ^•rfl >^' ¿jÁ-i^ •••)
.' Lo,'»^- h Js¿ í, .Ls4t áJ^-^2 A-iL.. Js.
Aparece como vendedor D. Estéfano...?...
y como comprador Abdalah b, Suleimán Al-
Policheni ( ^¿L^rM Jl^^^ ^ri ^^J' J-0,
siendo el precio de la venta cuatro mizcales
de oro almoravide.
Fecha en la primera decena de Diciembre
de la Era 1178.^^^ ^^^ Jjr^^ j^*.i\ ^5)
Comparecen como testigos, entre otros:
Jair b. Jair ( ,-¿- .^f y^), Hasán b. Abdel-
melic (jJ..U! -V^ .r^ ,,L..^«), Yahya b. Isa
b. Yahya ( c-^:' r^. c-*^ -tf Q-i-r^-j)'
Yaix b. Coraix (, ^ 3 ,.r-» . — *J ') ^.
XIII
Gloria) se adjudicará forzosamente á la parte
de María, y otra esclava llamada Xoli ( ~L¿-)
á la parte de Clemente, é indicando, final-
mente, las consecuencias del contrato en el
caso de que cualquiera de los contratantes
fallezca antes de verificarse la partición.
Fechada en Diciembre (^-áss..^). Era de
1181.
Suscripciones: «ioan petriz testis; tirsus
presbyter testis; petrus presbyter testis;
iohanes presbyter testis; petrus iben marc-
tin testis; iulian dominicis testis; donna do-
minica uxor iben lanpader confirmo; eulalia
petriz confirmo,»
Y en caracteres árabes: Domingo b.
Jair... testigo? (¿JlsLl ... ..01. ..^ ¿.ü^Jíj),
Moflih b. Yahya atestiguó y escribió de su
mano (í-J-;-J > ■•■^j ^-^ ,crr^- 'í -<"^) Y
Abdelaziz b. ^ofian testigo, y se escribió
por él á su ruego ó mandato .rf í-' '^-'^^ '^^j)
.[íjÁi,
X
J.íU
Escritura de convenio ó avenencia entre
Clemente el Monje ó Ermitaño 3 01^3 UjIí)
( . ^í! K \ y María , hija del difunto wizir Mair
Temám i-..,=^,
,A. . ;J|
(JJí, por la cual reúnen en un fondo común
los bienes de que ambos son copartícipes, es
á saber: una casa con su huerta y demás ac-
cesorios de labranza, bestias, esclavos, etc.,
estipulando que cada uno de los contratan-
tes tendrá derecho á la mitad de este fondo
el día en que se verifique la partición; las
condiciones en que ésta habrá de verificarse
á demanda de cualquiera de ellos, que una
de las esclavas por nombre Izzi (^ ^t Mi-
1 Camarena, á cinco leguas de la capital;
conñna al E. con Chozas de Canales, al S. con
Arcicollar (Madoz). Ignoramos la correspon-
dencia exacta de Almuradie], pues no creemos
deba identificarse con la actual Puel)la de Al-
moradiel, en el partido judicial de Quintar de
la Orden, dada la distancia que la senara de las
otras poblaciones aquí citadas.
2 Hali/mdose muy maltratado el pergami-
no, se hHce imposible la lectura de algunas pa-
labras.
3 El Sr. Simonet sospecha que fuese algún
mozárabe emigrado que llevase este apodo^
XIV
Venta del octavo de la alquería de Villa
Algariba, cerca de la alquería de Morale-
ja? I y de Arcicollar ^ en la jurisdicción de
Toledo á^-J ^¿•'' i-J j.i.'f Í.L h ji ^^ r-^^í)
(... ¿.J^sj jb ^Aj í.J.J!^ h yí ^^ como asi-
mismo de una casa y del tercio del corral en
el interior de la citada alquería ... j-li-O «)
Otorga esta venta Pedro b. Isa .y> St.Js^-')
( ^*w^ á favor de Juan, hijo de Abú-l-Ha-
sán, conocido por Abú-Hadida , ,_j iI»-j)
^ ■ ^ ^ "
(2<,Vj^2>. ¿.>\.! ¿„y9.\,\ .w^stM -.'Kascen-
1 No tenemos completa seguridad ni en la
lectura ni en la interpretación de este nombre
geográfico; pero entre los lugares que com-
prendió el arciprestazgo de Canales, encontra-
mos dos caseríos con el nombre de Moraleja.
2 .Arcicollar á cuatro leguas de Toledo
en el partido judicial de Tornjos (Madoz).
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
'25
diendo el precio de la venta á cinco mizca-
les de oro almoravide, de la real acuñación
de Almería LvJU ¿Jaj]^-' L^^ J::^^ ^'"í^)
Fechada en Abril ( Jj^ 1) de la Era 1 182.
Firman, entre otros, como testigos: Do-
mingo b. Abde-1-Hacam w>-«.c wj ¿._J¿_^_o)
(♦\3r^!, Pethrob. Yusuf... (, ¿^^ yj s^iaS)
\ _ ^- L. • - ••■
Jair b. Jair (^^-=i. ^^j ^::=^;)) Bahlul b. Ornar
Y en caracteres latinos: «Ego giza ibn
abib bra3'm confirmo quod est supra scrib-
ta (sic) et scvipserimt pro eo.» ^ Dominico fe-
IÍ9ÍS testis.
importando el precio siete mizcales de oro
almoravide, de la real acuñación de Almería.
Fechado en Enero {j-_--^-i j^-i^ ^i) de la
Era 1184.
Entre las subscripciones está la del ven-
dedor que dice así: «Yo Ayub b. Athaf he
vendido todo el lote citado en la parte supe-
rior de esta escritura, con el favor de Dios ';
Domingo b. Abdelaziz, testigo ^j íJL^O)
(AíLi. cj Y*i\ J^; Yoanex b. Ayub, testigo
(jjrU, . y\ ^j -jUj); Miguel b. Sid b.
Xabl (J.,i, ^,^ J.1 ^,^ jLi^O.
Y en caracteres latinos: Ego gonsalbo pe-
tris testis..
XV
Venta de una yugada de tierra 2 sita en
Olías la Mayor 3, de la jurisdicción de Tole-
do (... J.^ ,^y> ^-CJt ^j^}-\ hjíl ^jj'J.^),
y asimismo de un corral situado entre dos
caminos de la dicha población ... ■^JJSj)
cuyos lindes son: al E., un camino que con-
duce á la fuente ((.y-*-'í Jl l^.j^)> al O.,
un segundo camino ( ^iU ^jh); al S., ca-
sa de Aben Alba90 4 (¿^^Ul ^A j\^), y al
N. un lugar de ruinas en un baldío? h y=^)
Otorgan esta venta Pedro b. Jalaf í;^Lj)
(^ ^\-i>. ,.y-¡_, como comprador y Ayub b.
Athaf (^l-b_i .»j w-'jjI) como vendedor;
I Esta es, á nuestro juicio, la traducción de
la fórmula ¿-^ <^_^:S que tanto se repite en
las suscripciones.
í Literalmente, labor de un par ó yunta.
3 También llamada Olías del Rey, á dos le-
guas de la capital (Madoz'.
4 Aben Aibaco, el hijo del Baco, Este es
un apodo conocido que sii^nifica moreno ama-
rillento ó trigueño. Godoy Alcántara [Apelli-
dos castellanos, pág. ^4 nota), cita un Avolfa-
can Avemba^o. que es evidentemente Abu-1-
Hasán ben Aibaco. nombrado en varias de es-
tas escrituras.
T. III
XVI
Venta que otorga el Pbro. Estéfano b. Su-
leimán (?) (¿ j^;^.^ ¡j^. ^J^'^^ ^^^-^, ads-
crito al clero de la iglesia de San Cipriano
( ,,L J..^9. ■j:^x^ i^^;.r i^j| .r*) á favor de
Juan b. Hadida (5_\j-Vcs. .^j ,.il?í)' ^^ ^^^^
la parte que le corresponde en la alquería de
Villa Algariba, próxima á las de Moraleja? y
Arcicollar - u> i-' j-9 £-' i^^-^=^
^'
r:-K^
(J<>_3; ib, por precio de cinco mizcales de
oro almoravide.
Fechada en Octubre (ji yf\ j:^^ ^3) de
la Era 1184.
Testigos: Suleimán b. abí-1-Hasan b. Al-
ba90 (^^LJ^ ^y} ^^r*^^^ ^'^ c^- J^C^^)-
Y en caracteres latinos: «Johannes pres-
biter ecclesie sancti nlcolai testis. — Ego do-
minicus diaconus sancti nlcolai testis.»
1 Esta última fórmula a.-1jÍ LL ,1 es fre-
exentísima entre los musulmanes cuando se
trata de cualquier acto futuro, conforme con la
prescripción del Corán, XVIII, i}. En algunos
casos, come nota Bresnier en su Crestomatía
(p. 286), equivale á nuestra palabra 5/, para
afirmar con más fuerza.
2 Es la posesión á que se refiere el núme-
ro XIV.
16
126
boletín
XVÍI
SECCIÓN DE CÍENCUS NATURALES
CIENCIA ESPAÑOLA
Escritura de venta otorgada por Alba-
nia? 1, hija de Abú Yahia? ¿.A JL.-.:.-^ i-vl)
(l.^., á favor de Domingo b. Abdelaziz
{jjy-\ --;- . ri i-i-' -), de la parte que aqué-
lla heredó de su padre, es á saber: dos yuga-
das menos cuarto de tierra en Olías la Mayor
(Jü! i.^j L^._j!. Incluyese en la venta la
mitad del solar de una casa derruida, del
pozo y demás accesorios de la finca en cues-
tión, perteneciendo la otra mitad á los hijos
de Lázaro b. abú Yalva «-vi'
(...j_»rj.4l l~--5^'. -;'' ^_^r:' ^jj^V pero ex-
clu3'endo del contrato las plantaciones he-
chas antes de la fecha de esta escritura, las
cuales no entran en la venta ,^j.ji.}\ ^■~^^)
J ^! ^..,SJ\ !J^ ^; ,b J.,.5
k^
L'
4!
Precio: diez mizcales de oro almoravide
de la acuñación real de Almería.
Fechada en Marzo ( , v^',L_/» ) de la Era
1185.
Aparecen como testigos, entre otros: Mi-
guel b. Sid b. Xabl ( J-^-^ ^^^ ----> ¡^
Juan b. Abdalah b. Imrán J-_--£ .^j
C'
^;:^'j.
( .,^.^ .yj ¿.IJt, Tomé b. Obaidallah ^j^j)
'C
\ ... ^r,
Y en caracteres latinos: micael dnis (domi-
nici?) Ustis.
Francisco Pons.
(Continuara.)
1 Tal vezAlbonaiya (¿^a^J|), equivalente al
latino Filióla.
(Conclusión.)
Se trata, pues, de saber, en las inves-
tigaciones del Sr. García de la Cruz, cuá-
les son las propiedades de estas mezclas
homogéneas de sólidos mu}"- divididos con
líquidos, que constituyen lo que en senti-
do general se denomina líquido turbio.
Existen, no obstante, fluidos de esta mis-
ma especie producidos cuando á un líqui-
do homogéneo y transparente se mezcla
otro de diferente densidad, y dividido en
menudísimas gotas y líquidos turbios
prodúcense asimismo si en la masa de
uno claro y transparente se interpone
un gas cualquiera con tal de estar, de
la propia manera, fraccionado en muy
pequeñas burbujas. En estas materias
realizó el Sr. García de la Cruz sus expe-
rimentos, valiéndose de muy sencillos é
ingeniosos medios, como son: un aparato
de vasos comunicantes y un densímetro,
y utilizando además cuerpos flotantes y
sumergidos en los líquidos. De tal mane-
ra, y sin otros artificios complicados, fué
completando el hábil experimentador
nuestro conocimiento respecto de las mez-
clas de líquidos con sólidos , de líquidos
con líquidos y de éstos con gases, llegan-
do á esta primera ley: "Los fenómenos
mecánicos de los líquidos turbios no co-
rresponden á la densidad del verdadero
fluido que en ellos existe. Para explicar-
los hay que admitir una densidad media,
igual al cociente que resulta de dividir la
suma de las masas de las substancias mez-
cladas por la suma de los volúmenes de
las mismas substancias.,, De donde infe-
rimos cómo la densidad de un líquido tur-
bio aumenta si la materia que lo enturbia
es algo más densa que él; pues, en caso
contrario, actúa el fluido como si su
peso específico hubiera disminuido. Se
comprende bien , por virtud de la propia
ley, cómo en igualdad de peso y volumen
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
127
de la substancia sólida y del fluido al que
se mezcla, el líquido turbio, en cuanto á
los fenómenos mecánicos, ha de presen-
tarse como si estuviera claro y transpa-
rente, y también que dos líquidos de di-
versa densidad 3^ variadas condiciones
mecánicas, puedan hacerse idénticos, des-
de este punto de vista, dejando uno de
ellos claro y enturbiando al otro por me-
dio de un cuerpo sólido pulverizado que
compense la diferencia de densidad.
Prescribe el Sr. García de la Cruz , tra-
tando de la demostración experimental
de la ley de los líquidos turbios, y ocu-
pándose ya en el mecanismo de las ope-
raciones, las reglas prácticas que han de
tenerse presentes para llegar á estable-
cer las convenientes relaciones entre las
masas, volúmenes y densidades de dos
substancias que han de mezclarse, y las
masas, volúmenes y densidades de las
mezclas resultantes; y empleando fórmu-
as muy sencillas, cuya demostración ex-
perimental redúcese á medir volúmenes
con una probeta graduada y pesos espe-
cíficos con un densímetro, llega á esta-
blecer, de manera cierta y positiva, que
"los volúmenes de dos substancias que se
unen constituyendo una mezcla, están en
razón inversa de las diferencias entre sus
densidades y la densidad media del con-
junto que resulta,,, é introduciendo en la
fórmula que representa esta ley la ex-
presión de la densidad, llega, valiéndose
de sencillísima ecuación, á esta otra
ley: "La razón de los pesos de las dos
substancias mezcladas es igual al pro-
ducto de la razón de sus densidades, por
la razón inversa de las diferencias entre
éstas y la densidad media. „
Inmediatamente surgen las aplicaciones
de los principios enunciados los cuales se
emplean en la resolución de problemas
tales como estos, que el autor presenta
en su último trabajo: "Averiguar el peso
de una materia, en polvo impalpable y
de conocida densidad, que es menester
añadir á determinado volumen de agua,
para conseguir un líquido turbio, de den-
sidad media que se fija, comprendida en-
tre la del sólido y la del agua; averiguar
el volumen de agua que hay que añadir
á un volumen de líquido turbio cuya
densidad media es conocida, para lograr
una mezcla de cierta densidad, inferior á
la de aquel y superior á la unidad; y ave-
riguar los pesos de las materias sólidas,
parafinay minio, por ejemplo, de densi-
dad conocida, que deben mezclarse para
formar un conjunto cuya densidad sea
igual á la del agua y que quede equilibra-
do en el interior de este líquido.,, Por lo
referente á los medios experimentales y
demostrativos de las leyes de los líqui-
dos turbios, válese el Sr. García de la
Cruz, en primer término, de unaparato de
dos tubos comunicantes por otro más es-
trecho, provisto de llave, y sabiendo que
el equilibrio se consigue cuando la altura
de los líquidos en las dos ramas se halla en
razón inversa de las densidades, con una
medida bien sencilla llégase á demostrar
la ley; el densímetro se utiliza asimismo y
es de excelente resultado, y puedeapelar-
se á los cuerpos sumergidos, lo mismo si
son flotantes, que cuando se sumergen
hasta llegar al fondo de las vasijas que
contienen los líquidos, y como estos fe-
nómenos dependen, en definitiva, de las
densidades de los líquidos, compréndese
cómo por medio de los turbios es dable mo-
dificar las condiciones mecánicas de los
cuerpos flotantes, consiguiendo demos-
trar el principio fundamental.
En cuanto á los gases nebulosos, pueden
originarse mediante partículas sólidas tan
leves que se sostienen sin depositarse en
el seno de una atmósfera gaseosa, ó por
incorporación de líquidos, ó mediante ac-
ciones químicas, la combustión entre ellas,
ó también mediante aquellas precipita-
ciones de líquidos por medio de la ley, que
T3'ndall utilizó en sus clásicos experi-
mentos. Por cualquier medio que se pre-
paren gases nebulosos, en ellos se mani-
fiesta la ley que el Sr. García de la Cruz
enuncia en estas palabras: "Los hechos
mecánicos comunes á líquidos y á gases,
se verifican también con gases mezclados
con partículas sólidas ó líquidas, y pue-
den explicarse ó calcularse admitiendo
una densidad media igual á la suma de las
masas de las diversas substancias mez-
cladas dividida por la suma de los vo-
lúmenes de las mismas.,. Para la demos-
tración experimental de esta ley válese el
128
boletín
autor del cálculo de la fuerza ascensional
de un globo, lastrado con peso conocido,
en el seno de una atmósfera limitada y
que se ha hecho previamente nebulosa
por un procedimiento cualquiera, que es
de ordinario una combinación química.
Basta enunciar el fundamento del mé-
todo, y saber cuánto influye la densidad
en la fuerza ascensional y al punto se en-
tiende cómo la ley enunciada recibe, de
esta suerte, la sanción experimental más
completa, pudiendo aplicarse, al igual del
caso anterior, en la resolución de proble-
mas referentes á mezclas de gases y só-
lidos muy divididos, gases y líquidos y
gases de distinto peso específico.
Tal es, reducido á sus términos más
esenciales, el trabajo del Sr. D. Victorino
García de la Cruz, que ha merecido el ho-
nor de ser publicado en el primer número
del mes de Marzo de este año de la Revue
Scientifique de París. Refiérese á un
asunto poco estudiado; pues, aparte de los
fenómenos de precipitación, debidos á la
luz, que Tyndall ha investigado para lle-
gar á su teoría del color del cielo y de las
acciones de los rayos luminosos sobre el
liquido turbio que resulta cuando se mez-
cla con agua una disolución alcohólica de
resina, poquísimo se conoce de líquidos
turbios y gases nebulosos y las notas re-
ferentes al particular sólo tratan de casos
aislados y de hechos curiosos una sola
vez observados. El trabajo del Sr. García
de la Cruz , sobre ser la labor metódica
de un experimentador hábil, prosegui-
da asiduamente durante mucho tiempo,
tiene carácter de generalidad y consiente
enunciar leyes aplicables sin excepción
á todos los casos y demostrables por me-
dio de bien sencillos experimentos; de
suerte que la ciencia española, esta vez
por lo menos, se ha adelantado, alcanzan-
do resultados que nadie había previsto.
Quizá á los poco avezados á lides expe-
rimentales podrá parecerles nimio y pe-
queño el objeto de tantos trabajos y cosa
de poco momento para ocupar la atención
de un profesor tan notable como el señor
García de la Cruz. Sobre que en la cien-
cia nada hay pequeño ni desprovisto de
fin práctico y utilidad más ó menos in-
mediata, bien pueden recordar los que
así opinan los siguientes versos, que he
visto en las primeras páginas de una an-
tigua edición de la famosa Mosquea del
buen D. Joseph de Villaviciosa y di-
cen así:
"Dirá viendo el fundamento
y la materia que eliges,
alguno, con mal intento,
que en la arena escribes
y ha de llevársela el viento.
Mas si ve el Arte que da
á la materia hermosura,
sobre el cielo la pondrá,
y como no hay viento allá
en la arena está segura. „
José Rodríguez Mourelo.
-==»<=3$x5^g^e»®=«=-
SECCIÓN DE LITERATURA
ALCALÁ DP: henares
PARA EL ÁLBUM DE D. LUCAS DEL CAMPO
Yo he pisado tus calles, y el alma mía
no sé qué deliciosos goces sentía;
eran goces que embargan, goces que
[llevan
deliciosos sonidos que el alma elevan.
Explicarme no pude por qué sentía
en mi pecho tan dulce, grata armonía,
cuando con acogida muy lisonjera
penetré en tu recinto por vez primera.
Mas ayer, meditando tranquilamente,
escuchaba unas voces interiormente,
como modulaciones del vago viento,
y era que me decía mi pensamiento:
¡Esos goces son propios en los amantes
del autor del Quijote, del granCervantesI
Cuando la negra noche tendió su velo
por los tonos azules del puro cielo.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
129
contemplé del archivo la mole escueta,
los hermosos perfiles de su silueta,
y en aquellas almenas y torreones
que edificaron otras generaciones
ver creí la figura de Catalina
reina de los ingleses y alcalaína.
Vi aquel otro notable, gran monumento,
cuya fachada estilo Renacimiento,
de gallarda presencia, trae á las mientes
épocas más felices, más florecientes,
y vi el balcón del centro, donde es sabido
que estando en un enorme cesto escondido,
una noche á la ronda dijo Quevedo:
"Yo ni subo, ni bajo, ni me estoy quedo.,,
Con qué placer nueve horas pasé á tu
[lado
y cuánto el pecho mío se ha deleitado,
pues á más de lo bella, Cómpluto, que eres .
guardas en tu recinto tales mujeres,
que, aunque á mi me empalagan los ideales
las comparé aquel día con las Vestales.
¡Bendito una y mil veces sea tu suelo,
donde tanta hermosura colocó el cielo,
y dichososloshombres que allí han nacido
allí, donde Cervantes tuvo su nido!
Yo he pisado tus calles tan sólo un día
y en mi pecho he sentido gran alegría,
¡Alegrías innatas en los amantes
del autor delQutjote, del gran Cervantes!
Luis Cordavías.
<S»<í <*"*c>'chsy-^ -3 -
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
BALANCE DE LA EXPOSICIÓN DE BELLAS AETES
o se crea que pretendemos poner
de manifiesto aquí los resultados
positivos de 1^ Exposición del 95;
¡tristes resultados, en verdad, tan-
to si se busca la proporción entre lo bue-
no presentado y lo vendido , como si se
busca entre lo comprado por los particu-
lares y lo adquirido por el gobierno! Am-
bos resultados estaban previstos: el pri-
mero porque, aparte lo difícil de escoger
un puñado de firmas entre un millar de
ellas, la elección de cosas de arte siem-
pre estará expuesta á irreflexivas prefe-
rencias que el vulgo trata de justificar con
la frase "de gustos no hay nada escrito,,,
que sería cierta si no existieran libros de
Estética; y el otro resultado porque des-
graciadamente es harto cierta la frase
axiomática de "no se vende un cuadro,,,
tan repetida por nuestros artistas, que
tienen que ganarse el pan pintando retra-
tos y el cielo con la dificilísima ascensión
de un lienzo grande á las alturas de la
protección oficial.
Quien dice lienzos , apenas habla de es-
culturas.
Pero, en fin, sin plagiar á Jeremías, ni
sacar en cifras exactas el total de lo que
la Exposición ha producido á los exposi-
tores tanto en metálico como en honores
que no siempre se cotizan, vamos á hacer
otro balance, el que cabe hacer en el te-
rreno de las ideas.
Nada más útil y necesario para la vida
progresiva del arte que las Exposicio-
nes, palenque de emulación y de triunfo
para los artistas, materia de instrucción
y de recreo para el público; pero nada
más estimulador de pasiones vehemen-
tes, más ocasionado á promover acerbas
y personales censuras, lamentables y ve-
jatorias injusticias. En la memoria de todo
el mundo están los patentes errores co-
metidos respecto de la admisión y coloca-
ción de las obras expuestas este año, y
de la adjudicación de premios entre los
notables. Tales hechos, sin el temor de
que se repitan, solamente merecerían ol-
vidarse. Admitir todo lo que se presente
es quitar estímulos al perfeccionamiento
y acrecentar injustas pretensiones. La
selección es más beneficiosa que los pre-
mios. Respecto de la colocación, separar
las obras de un mismo artista es impedir
que se juzgue á éste de un modo comple-
to, pues la comparación de aquéllas entre
130
boletín
sí es un medio poderoso de apreciar la
personalidad del autor; y, pov otra parte,
colocar los cuadros tan juntos, formar el
mosaico que se acostumbra, contrapo-
niendo asuntos, estilos, valores de to-
no, etc.— quizá sea un capricho nuestro,
pero ya lo hemos indicado en otra parte,
—nos parece perjudicial para los cuadros
y para quien los mira. De los premios
hace tiempo que creemos una cosa, y es
que lo mejor era suprimirlos. El premio
es un honor, y como tal, debiera dispen-
sarse con suma parquedad; prodigados
hasta el exceso, han perdido su verda-
dera significación. Sustituyase con la ad-
quisición de la obra por el Estado, para
lo cual pudieran fijarse tres ó cuatro tipos
de precio, según la importancia de aqué-
llas. ¿Qué mejor recompensa que ver
luego la obra en el Museo Nacional, don-
de los cuadros y esculturas notables de
cada certamen deben ser los que formen
las páginas de la historia de nuestras ar-
tes plásticas?
Pero dejando á un lado estos reparos
al reglamento de las Exposiciones nacio-
nales, volvamos los ojos á esa nueva y
última página de la historia del arte es-
pañol.
Todavía es voz general que la Exposi-
ción ha sido "floja„. Entre los discrepan-
tes de esta opinión nos contamos desde el
día en tuvimos la suerte de asomar la ca-
ra á aquellas salas, antes de que fuesen
colgados los cuadros. Ya se reconoce por
muchos que el celebrado certamen reve-
la adelantos en la técnica de la pintura;
luego no habrá sido tan "flojo„. De la mis •
ma opinión es nuestro muy querido ami-
go D. Zeferino Araujo Sánchez, quien,
sin haber visto la Exposición, ha dicho,
con el acierto que le da su experimentado
saber en la materia: "Si en la Exposición
hay cien cuadros buenos, que sí los habrá,
y diez ó doce superiores, que también los
habrá, no hay por qué llorar, ni creer que
el edificio del arte se hunde.,, Con efecto,
y como ha dicho muy oportunamente otro
amigo nuestro, Pero Pérez, contestando
y comentando las anteriores frases, han
pasado de doce los cuadros superiores y
de ciento pasarían los buenos. Fácil es de
sacar la cuenta con un de poco memoria
y un repasón al Catálogo de las obras ex-
puestas. Si dejando la cantidad de éstas,
atendemos á las calidades de las mismas,
en 'o que á primera vista resulta más pa-
tente aún el adelanto que revela el nuevo
certamen, es en los asuntos. Después de
tantas y tantas Exposiciones , en que se
nos ofrecían como obras obUgadas para
la misma aquellas páginas de la Historia
oficial de España, rara vez bien encon-
tradas y rarísima vez sentidas, al pasar
la vista por los cuadros de esta Exposi-
ción percibíase algo como una oleada de
vida moderna, de modernismo , puesto
que ya quiere la Academia que así se diga
Parecía como si los artistas , cansados ó
desengañados de mirar hacia lo pasado,
con empeño de resucitarlo, hubieran vuel-
to los ojos hacia lo presente, hacia lo que
^es rodea y dejádose llevar por las seduc-
ciones de la palpitante existencia. ¿Han
perdido, se han empequeñecido los idea-
les del Arte con este nuevo derrotero por
el cual le llevan sus cultivadores? Por
nuestra parte, no acertamos á contestar
esta pregunta, ni quizá es ocasión de con-
testarla; que el juicio de tales hechos no
cabe formarlo hasta que la evolución á
que responden toque á su término. En ge-
neral, toda novedad, todo cambio de rum-
bo en la marcha del arte, trae aparejados
por el pronto no pocos desaciertos ó in-
tentonas fallidas, exageraciones y extra-
víos, males de que sólo el tiempo y la ex-
periencia pueden curar á los secuaces de
la nueva idea. Notorio resultaba que mu-
chos artistas por buscar lo real se mostra-
ban harto positivistas; y esto es lo que
podía justificar la frase cáustica de un
pintor, que al oir hablar de que en el ad-
mirable cuadro Loca, de Jiménez Aranda
(para nosotros lo mejor de la Exposición),
el muñeco que aquella infortunada mujer
oprime contra su seno, creyéndole su hijo
parecía en efecto de carne, dijo: —"¡No lo
ha de parecer, si está rodeado de tantos
muñecos!...,, Pocas eran en verdad las
figuras animadas de la vida que sólo á los
grandes artistas está reservado el privi-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
»3>
legio de darles; y en cambio, ¡cuántas
cosas, cuántos accesorios, cuántas ropas
pintadas con extremada verdad, destaca-
ban con poderoso relieve! Pero cuando el
artista había encontrado la vida en las
mismas exuberancias de la naturaleza,
como el Sr. Bilbao en La siega en Anda-
lucia, otro cuadro portentoso de la Expo'
sición, el triunfo era completo.
Durante mucho tiempo, los artistas han
rehuido lo moderno , especialmente la
levita. Buscaban los efectos pintorescos
en los asuntos históricos , que podían
revestir las riquezas indumentarias de
otros tiempos, y hasta el género; busca-
ban los casacow^s de antaño ó los tipos
lugareños, para sus composiciones. Hoy,
la gran pintura busca sus asuntos en los
talleres, en los centros de la vida fabril,
donde se agitan los problemas del socia-
lismo; en las costas, donde los azares de
la vida marinera provoca dramas pavo-
rosos; en el hogar, donde las enfermeda-
des ó los extravíos afligen con terrible
crueldad. ¡Cuántos cuadros bien pensa-
dos y ejecutados de una manera débil ó
inexperta había en la exposición! Al ver-
los, se comprendía que los artistas em-
piezan á pensar más que antes, pensar
por sí, de un modo más individual. ¿Po-
drá negarse que esto es un adelanto?
En cuanto al adelanto técnico, quiza no
haya influido poco en él esa misma eman-
cipación de aquellas antiguas y más ó
menos convencionales corrientes. A me-
dida que el artista se pone en relación
más directa con el natural, le estudia más,
y para dar realce artístico á lo que ve-
mos todos los días, ha menester buscar
sus efectos en la precisión y carácter del
dibujo, en los efectos de luz, en los con-
trastes y armonías del color. Perdida
desde mucho tiempo la tradición del di-
dibujo purista y justo, sólo el esfuerzo in-
dividual de los artistas que por convic-
ción han vuelto los ojos hacia la correc-
ción griega, y los vigorosos trazados por
los grandes maestros del Renacimiento,
han conseguido dibujar bien y promover
con su ejemplo una reacción saludable.
Pero durante estos años pasados, ¡qué lu-
cha tan despiadada y loca entre las aca-
démicas tradiciones del dibujo y las vio-
lentas libertades del color! El genio me-
ridional desbordaba por este lado; y todos
nuestros lectores recordarán aquellos
triunfos ruidosos de cuadros que subyu-
gaban ó deslumhraban por la magia del
color.
Ahora, indudablemente se dibuja más,
empiézase á estudiar lo que se dibuja;
pero todavía, ¡qué poquísimos desnudos!
Quizá no había una docena de ellos en
toda la Exposición. El desnudo es la pie-
dra de toque del dibujante. Por eso los
artistas contemporáneos, coloristas acé-
rrimos, le han rehuido más que á lalevita.
Al templarse aquella lucha, al renacer
las excelencias del dibujo, se buscan con
el color, no los efectos mágicos, sino esas
armonías en que las finezas de tono y la
nota sincera y justa del natural dan la
expresión de la verdad. Empléanse hoy
mucho más que antes, las medias tintas,
las gradaciones de tono;búsquese el efec-
to en los derroches de la luz meridional ó
en la nebulosa claridad del Norte, hay
en los lienzos de hoy una riqueza de va-
lores que rara vez había antes. Sin con-
tar un Sorolla, que con prodigiosa facili-
dad consigue peregrinos y dificilísimos
efectos contraponiendo valores iguales ó
casi iguales, dando un color, una vida ex-
traordinaria á las medias tintas, y un vi-
gor colosal á los tonos enteros y vivos,
hácese hoy en general un empleo del co-
lor, más sabio y provechoso que antes.
Para completar en cierto modo este re-
cuerdo de la Exposición del 95, y apreciar
esos adelantos , los lectores del Boletín
pueden contemplar en fieles reproduccio-
nes dos obras importantes/escogidas al
azar entre las excelentes que figuraron
en aquella. Las dos obras indicadas son
La tarde en el Pardo, hermoso paisaje
de D. Juan Espina, y Tulia, precioso mar-
13^
boletín
mol de D. Agustín Querol. El cuadro del
Sr. Espina es una prueba manifiesta del
sentimiento naturalista del color á que
nos hemos referido; su autor ha conse-
guido, contraponiendo valores y grandes
finezas del color, expresar ese momento
de la tarde en que las lozanas verduras
de un paisaje espléndido se muestran en
todo su vigor de colorido, antes de que
las grises tintas del crepúsculo las apa-
guen y ennegrezcan. ¡Cuánta verdad y
cuánta poesía en aquellas grandes masas
de árboles, de verde aterciopelado, que
contrastan con el tono de las laderas y
con la mancha blanca del Guadarrama
que limita el horizonte! Es un cuadro que
representa mucho estudio, mucho traba-
jo y de un efecto grandioso y severo; es
un paisaje que convida á amar á la natu-
raleza y á gustar de su solemne reposo.
El mármol del Sr. Querol es un busto
de una dama romana, que aún conserva
abrochada la túnica sobre el hombro de-
recho; pero es un busto clásico, sin aque-
lla sequedad de líneas del purismo gre-
co-romano y moderno; por el contrario,
encontráis en él las mórbidas redondeces
y el acento vigoroso de la vida, á cuyo
efecto contribuye sin duda ese algo de
desdén que tiene en la expresión. Por pe-
regrino contraste, ese marmol clásico
moderno ofrécese como [^despedazado en
algunos sitios, como los mármoles anti-
guos. Este busto notable es de lo mejor
que ha figurado en la sección de Escultu-
ra en la Exposición, y demuestra que los
escultores caminan también por una sen-
da de perfeccionamiento en los asuntos y
en la ejecución, en este ejemplar muy
cuidado y hábil.
José Ramón Mélida.
La acreditada revista Pro Patria, que
dirige nuestro consocio y amigo D. José
Marc, trae en su número de Julio de 1895
el siguiente sumario:
Introdiícción de un libro inédito , por
D. Ángel Lasso de la Vega.
El Trabajo , por doña Joaquina Balma-
seda de González.
Más sobre Par emiologia toledana, por
el presbítero D. José María Sbarbi.
Tn medio virtus, por D. Abdón de Paz.
// terso centenario di Torquato Tasso,
por el profesor Arnaldo Bonaventura.
Las fiestas reales en Badajos, por don
Nicolás Díaz y Pérez.
A rs est Poesis, por D . J . Fabré y Oliver .
El ajedres jugado de ineínoria (con-
clusión), por D. Andrés Clemente Váz-
quez.
La enredadera y la violeta, fábula,
por D. Nicolás Pérez Jiménez.
El teatro lírico catalán, por D. Rafael
Mitjana.
Notas y lecturas , por D. Constantino
Román.
Costas, las de Levante...^ por D. Ma-
nuel Amor Meilán.
Academias y Sociedades^ por Sinesio.
Notas bibliográficas, por Amando.
Anuncios.
■<t-
He aquí el sumario de Junio de 1895, de
la Revista critica de Historia y Litera-
tura españolas:
Libros españoles.— Menén-iez y Pela-
yo, Antología de poetas líricos (E. Co-
tarelo). — J. Catalina, La Alcarria (J. R.
Lamba).— R. Altamira, La Enseñanza
de la Historia (E. Ibarra). —Libros ex-
tranjeros.—A. Parnell, Guerra de Suce-
sión en España (J. Maldonado Macana z).
— Dr. Gr\xwwsi\á^ Dialectología (R. Me-
néndez Pidal). — Justi, Palacios de los
Hapsburgos (J. Suárez Bravo). — Laug-
thon. Papeles de la Armada Invenci-
ble (J. Fitz-Maurice-Kelly).— E. Berger,
Blanca de Castilla (E. Sanz v Escartín).
= Notas bibliográficas. = Revista de
revistas.=comunicaciones v noticias.—
Nueva lus sobre Bernardim Ribeiro,
por Th Braga.— yo5í' Lxart — A. Braga.
—Los Libros de F. de Holanda.— San-
che s Calvo , por J. O — Séneca en Espa-
ña.— Noticias =Ámena literatura.— Ru-
siñol. Desde el molino (R. Soriano).— Z,f-
bros de viaje (R. A.) — Publicaciones li-
terarias periódicas (C) — Libros recibi-
dos.— Noticias.
Sumario de Historia y Arte, en su nú-
mero de Julio de 1895, revista publicada
bajo la dirección del vocal de la comi-
sión ejecutiva de nuestra sociedad, se-
ñor D. Adolfo Herrera: La bellesa obje-
tiva, por D. José Elchegaray, de la Aca-
demia Española.— J// único enemigo (so-
neto), por D. Ricardo G'ú.— Contraste (en
la pérdida del crucero ReinaRe gente),
por D. Federico Balart, de la Academia
Española.— Z,a cithillcría en España (si-
glo xviii), por D. Manuel Rico y Sinobas.
—Bacanal (oda sáfica), por D. Alejandro
Harmsen , barón de Mayáis . catedrático
de la Academia de la Historia. — Las ar-
mas del Licenciado Pedro Gasea, paci-
ficador del Perú, por D. Marcos Jimé-
nez de la Espada, de la Academia de la
HistoviR.— D. Federico Madraso y Kujtts,
por D. Francisco Alcántara.
A este número acompañan, como de
costumbre, preciosas láminas en fototipia
y fotograbado.
1289.— A. AVRIAL, impresor.— San Bernardo, 92.
■■■ n.nix.,- !i M,
T U L I A
Busto de d. Agurtín qu.erol
BOLKTIN
DE LA
SOCIEDAD ESPAIOLA DE EXCURSIOIS
DIRECTOR:
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
AÑO III T Is^Eadria 1.° de Septierxi-bre de 1895 ^ NOM. 31
EXCURSIONES
[RECUERDOS DE UNA EXCURSIÓN
A LAS ISLAS CANARIAS
^ O hace aún mucho tiempo que, lle-
vado á las islas Canarias por las
obligaciones propias de mi carre-
c^.^vví ra, sentí gran satisfacción, como
excursionista ferviente que soy, en reco-
rrer aquellas hermosas islas tan poco
conocidas por la inmensa mayoría de los
españoles y de que tanto provecho po-
drían sacar nuestros gobiernos si las pu-
sieran ala altura que merecen en atención
á su clima, bellezas naturales y situación
estratégica frente á la costa africana.
Embarcado en el hermoso trasatlántico
Antonio Lopes, salí de Cádiz, y después
de cincuenta horas de plácida navegación,
dimos fondo en el puerto de Santa Cruz
de Tenerife. La hora de llegada (serían
las seis y media de la tarde), la falta de
crepúsculo y la tristeza que prestan á la
ciudad las peladas montañas que la ro-
dean, me impresionaron bastante desfa-
vorablemente acerca de la situación de la
capital del archipiélago.
Pero la mala impresión se desvaneció
pronto. Santa Cruz, no obstante ser la
primera población que se construyó en la
isla por los conquistadores, tiene aspecto
moderno y encierra edificios dignos de
ser visitados. Llamó particularmente en-
tre ellos mi atención, la parroquia de la
Concepción, templo de orden toscano y
cinco naves : encierra hermosos cuadros
y esculturas y conserva en su recinto dos
banderas cogidas en 1797 á los ingleses
durante el ataque que dio á la ciudad el
almirante Nelson, quien de resultas per-
dió el brazo derecho y más de la mitad
déla gente que mandaba. Dignos tam-
bién de mención son la Capitanía gene-
ral, residencia de la auto: idad superior
de las islas, y el Hospital militar, cons-
trucciones modernas ambas, debidas al
interés que por esta provincia española
se tomó el general Weyler, cuando ejer-
ció aquí el supremo mando de la milicia.
Casi todas las calles de la población
están tiradas á cordel ; enbellécenla her-
mosos paseos en todo tiempo cuajados de
flores; y préstale importancia su puerto,
todavía no del todo terminado , de los
más frecuentados y comerciales de la
nación española.
Entre las varias carreteras de la isla
de Tenerife, es la principal la que pone
en comunicaciónála capital con La Lagu-
na y La Orotava. Desde este punto, la
carretera, parte en construcción y parte
en proyecto, recorre, entre otros, los lu-
gares de Icod, Garachico y Buena vista,
17
'34
boletín
este último situado á 75 kilómetros de la
capital. La excursión más importante por
esta carretera es, pues, la de La Orotava.
Dejada atrás, á los 9 kilómetros de Santa
Cruz, la ciudad de La Laguna, con su
ostentosa Catedral y sus hermosas casas
particulares, llégase, á los 35 kilómetros
recorridos por muy buena carretera, que
se desarrolla pasando por terrenos cu-
biertos de vigorosa vegetación, al céle-
bre valle, el más hermoso del mundo,
donde se crían al aire libre las plantas de
los climas frios al lado de las que vege-
tan en la zona tórrida. Los ingleses, más
prácticos que nosotros, han hecho de este
valle la más importante mansión de in-
vierno de las islas, construyendo para
este objeto, entre otros muchos, el magní-
fico Hotel Balcón, dotado de todos los
adelantos modernos y capaz para más de
cuatrocientas personas.
¿Quién no conoce por su fama el tan
renombrado Pico de Teide? Desde la Oro-
tava hácese esta excursión, la que tan
sólo suele verificarse durante los meses
de Agosto y Septiembre; guías conoce-
dores del país conducen á los excursio-
nistas montados en caballerías hasta Es-
tancia, desde cuyo punto es forzoso con-
tinuar la marcha á pie. Pero aunque la
jornada sea ruda, el espectáculo que se
desarrolla ante el viajero premia con cre-
ces sus fatigas; desde el vértice del Teide,
situado á 37b0 metros sobre el nivel del
mar, contempla á sus pies la isla de Te-
nerife, todas las Canarias y la inmensidad
del Océano: panorama grandioso, que á
desarrollarse en día claro y á través de
una atmósfera diáfana, no tiene rival en
el mundo.
Los vapores-correos interinsulares po-
nen en comunicación, tras cómoda trave-
sía, unas islas con otras. El viajero que
procedente de Tenerife arriba al puerto
de La Luz, situado en Gran Canaria y el
principal de las islas, observa al punto
que se halla en una comarca laboriosa ; y
acredítalo así el gran movimiento de los
muelles, la carga y descarga de frutos
y maderas, y en suma, la actividad que
promueve la entrada de unos diez vapo.
res que por término medio recalan dia-
riamente en este puerto de refugio.
Aspecto británico más que español tie-
ne el caserío formado junto al puerto.
Las muestras de las tiendas están pues-
tas en inglés; y en el mismo idioma, un
anuncio compuesto de letras de unos diez
metros de alto , que en el centro de una
montaña que domina al puerto se le ocu-
rrió poner á la fecunda imaginación in-
glesa.
Por una de las fototipias que acompa-
ñan á este esbozo de artículo, puede for-
marse exacta idea de la situación de la
ciudad de Las Palmas y sus inmediacio-
nes en dirección del puerto de La Luz.
Une á ambos una carretera que se reco-
rre en tranvía de vapor. Hacia la mitad
del camino hállase el Holel de Santa Ca-
talina, bonita edificación de estilo inglés,
saiiatoriwn concurridísimo durante los
meses de invierno; y frente al mismo,
construyó un acudalado armador una
preciosa casa de recreo, convertida hoy
en Hotel Métropole.
Las Palmas parece una ciudad andalu-
za. Alegre y simpática á primera vista,
con sus calles rectas, bellos jardines y
casas provistas de terrados y miradores,
hácese doblemente agradable por el buen
carácter y cultura de sus habitantes y por
las comodidades que en sus excelentes
hoteles se disfrutan.
Entre sus mejores edificios, no es posi-
ble dejar de citar la Catedral, comenza-
da en el siglo xvi, con sus dos torres de
cuatro cuerpos, su fachada de orden jó-
nico y los laboreados ornatos que al ex-
terior la acompañan. Forman el interior
tres extensas naves, sostenidas por diez
columnas de ciento veinte pies de altura,
que finas y esbeltas sobre toda pondera-
ción, semejan palmeras, comunicando al
recinto elegante carácter. El altar mayor,
el coro, algunos cuadros y alhajas hacen
además á esta iglesia digna de una dete-
nida visita por parte del viajero.
Hacia la parte izquierda de la fototipia
que acompañamos, alcánzase á ver el
Teatro , edificio grandioso y elegante,
muy recientemente terminado, que por
su hermosura, solidez y elegancia puede
competir con los mejores de España. La
Audiencia territorial, la casa consisto-
rial, el gobierno militar, y las parroquias
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DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
•35
del Carmen, San Francisco y Santo Do-
mingo, son otros tantos buenos edificios
que realzan notablemente el valor de la
población. Dominándola completamente
álzase el castillo del Rey, en que está el
vigía del puerto y donde actualmente se
construyen magnificas baterías.
Agradables y variadas excursiones pue-
den efectuarse desde Las Palmas, excur-
siones que realicé varias veces, aprove-
chando los expeditos medios de comuni-
cación de que se halla provisto el país.
Tres carreteras que parten de Las Pal-
mas, enlazan á esta capital con los prin-
cipales pueblos de la isla. La del Oeste
llega hasta Gáldar, pueblo en que todavía
se conservan curiosas cuevas y pinturas
propias de los guanches , primitivos po-
bladores del archipiélago. Numerosos in-
genios y fábricas de azúcar establecidos
en esta comarca contribuj^en á su actual
riqueza, que sustituye á la hace tiempo
perdida por la falta del cultivo de la
cochinilla.
La carretera del centro discurre por
pueblos deliciosos como Tafira, Santa
Brígida y San Mateo; la hermosura de
sus valles, lo accidentado del terreno y la
constante temperatura primaveralqueen
ellos reina han hecho de aquellos pue-
blos otros tantos puntos de cita veranie-
ga para los habitantes de Las Palmas,
que han construido en sus cercanías pre-
ciosas quintas de recreo.
Otra carretera, la del Este, conduce
hasta el pueblo de Telde, después de pa-
sar por otros de menor importancia, en
todos los cuales se observa el estado flo-
reciente en que se halla la agricultura,
auxiliada grandemente por la abundan-
cia de aguas de que goza la isla. La ca-
rretera habrá de enlazar con la del cen-
tro, y uno de sus ramales llegará hasta
Gando, donde se ha construido un laza-
reto, notable por la amplitud de los edifi-
cios que le componen.
Todas las Canarias merecen en mayor
ó menor escala una visita, á que las ha-
cen acreedoras su suave clima, costum-
bres de iius habitantes y accidentes de
su terreno. En la isla de la Palma debe
verse la Caldera, espantoso barranco de
veinte kilómetros de circunferencia y
tres mil pies de profundidad. En la Go-
mera es particularmente notable el sis-
tema de silbidos que emplean sus habi-
tantes, manera especial de entenderse á
largas distancias. La isla de Hierro, la
más occidental de todas, es famosa por
haber servido de meridiano en tiempos
antiguos. En cambio, Fuerteventura y
Lanzarote poco tienen de notable; su es-
casa población atraviesa una situación
bastante precaria, á causa de la falta de
agua y de las malas cosechas.
Mucho más podría agregarse si se hu-
biera de hacer una reseña de las islas
Canarias. Como no es ese mi objeto y sí
sólo el de coordinar algunos recuerdos
de mi excursión por aquel hermoso ar-
chipiélago, tan codiciado por los ingleses,
hago aquí punto, deseando tan sólo que
las antiguas Afortunadas merezcan al-
guna atención á la vida excursionista,
que tanto va desarrollándose en nuestra
patria.
Mariano López de Ayala.
--^■-#-^5^
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
MUSEO ARQUEOLÚGICO DS CÁDIZ
sala fenicia
ON grandes dificultades, con muy
grande falta de recursos, y con
grandísima fuerza de voluntad por
-^/x^- , parte de todos, se dio principio á
la obra, que quedó terminada en el mes de
Septiembre del pasado año.
Orientada esta sala de S-0, á N-E. y re-
ducida á pequeñas dimensiones, pues sólo
mide 6 metros 70 centímetros de largo
por 4,90 de ancho, es una representación
de las cámaras encontradas en los hipo-
geos tebanos.
Rodéala un ancho friso donde están co-
locadas de relieve las monedas fenicias
gaditanas, y sobre éste descansa el techo,
plano, pintado de color gris azulado, en
medio del cual se ve dibujado el conocido
zodíaco del templo de Denderak, con sus
decanos, ó sean las treinta y seis divini-
dades inferiores, á quienes los egipcios
136
boletín
atribuyeron para regir los destinos del
hombre, un gran poder sobre el bien y
el mal.
Situada la puerta en el lado SO., imita-
ción de los píleos que aún existen en el
alto Egipto, se ve en su coronamiento el
disco del sol alado con las serpientes
úrseus, adorno característico de la ar-
quitectura egipcia, y que representa al
Dios Fre, tercera divinidad de la triada
cosmogónica, ó sea la luz del universo
convertida en luz solar.
En el dintel y las jambas están escul-
pidas las representaciones de la navega-
ción, la agricultura, la caza y las artes,
siendo de notar que algunas de éstas se
practican hoy del mismo modo que las
praclicaron aquellos pueblos, hace trein-
ta siglos.
Dos simbólicas guarniciones, la una
formada por serpientes ui seus ( adorno
exclusivo de los dioses y de los reyes) 3-
el disco solar, y la otra por las plumas de
Osiris, el disco solar y la llave del Nilo,
adornan la parte alta del muro encima de
la puerta, y debajo de éstas, escritas en
jerogliflcos azules, se leen dos inscrip-
ciones que dicen: la de la derecha, "Rey y
Señor del mediodía y del norte,, (estos
son los títulos del Sol), y la de la izquier-
da "Tun qiil se acuesta en Mamu„, esto
es, el Sol poniente que va á dormir con
su madre la noche.
En ambos lados de la puerta se ve otra
leyenda jeroglífica, y sobre dos guana-
clones de fondo verde compuestas de el
cetro de los dioses y la llave del Nilo,
descansan dos figuras de ambos sexos,
sentadas delante de dos mesas con algu-
nas ofrendas.
>Ocho piedras imitadas ocupan los án-
gulos de este muro, copia de las estelas
ó lápidas encontradas en Cartago, cuyas
traducciones son debidas á M. Renán y
otros sabios egiptólogos , de las que sólo
copiamos una, tanto porque se encuen-
tran publicadas en la otra titulada Cor-
pus inscriptioíimn seniiticarwn, cuan-
to porque, á excepción de los nombres y
ocupaciones de los individuos á quienes
fueron destinadas, son iguales las invo-
caciones: dice asi la tercera de la derecha
de la puerta.
Lápida 232 del Corpus.
DOMINAE TANITIUI FACIEI BAALIS,
ET DOMINO BAALI HAMMONi;
QUOD VOVIT ASDANITA UXOR MAGONIS
FILII AZRUBAALIS PRINCIPII FILII
MELGARTHILLESI.
Tanitide ó Tanita, según Maneton, cé-
lebre sacerdote egipcio que floreció ha-
cia el año SOJ antes de Jesucristo, se dice
de los Reyes de la vigésimaprimera di-
nastía egipcia, que duró desde 1101 hasta
971, y de la vigésimatercera desde 851 á
726. Tanis fué ciudad muy comercial y
residencia de los reyes de Egipto.
Baal fué en el Sur la primera persona
de la triada fenicia.
Debajo de estas estelas en dos pilares,
representaciones de Demarkun, están
escritas con letras rojas sobre marm.ol
blanco las innscnpciones siguientes:
1.''* Ninguno de los autores que se ocu-
paron de las antigüedades de la Isla ga-
ditana, señaló monumento conocido que
testificara la existencia de los fenicios en
dicha Isla.
2.'^ Al." de Junio de 1887 se descubrió
el sarcófago fenicio que aquí se conser-
va, en el sitio denominado Punta de la
Vaca en esta ciudad de Cádiz.
Cual celosos centinelas en un inaltera-
ble reposo, dos estatuas de grandes pro-
porciones, imitación de granito rojo, arri-
madas al muro , completan el adorno de
esta parte de la sala.
Cada una de estas estatuas contione
una leyenda jeroglífica, cuyas traduccio-
nes son las siguientes: la del lado dere-
cho dice Adoraciones á Rá l nandú se
levanta al día y la otra Tú le calmas al
acostarse en la vida, aludiendo ambas al
Orto y el Ocaso, pues ios egipcios llama-
ban Rá al Sol durante su carrera por el
espacio.
Dividido en tres grandes cuadros al
lado SE., llenan el del centro cuatro imi-
taciones de lápidas fenicias.
Una ancha guarnición ocupa la parte
alta de los otros dos, donde se ve el bus-
to de una diosa, un cartel, y el buitre sa-
grado, símbolo de la maternidad.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
•37
Debajo de esta guarnición hay otra
faja con signos jeroglíficos pintados en
azuL Los restos de estos cuadros están
ocupados por escenas de adoración, imi-
tación de los bajo relieves del templo de
Denderak , pertenecientes á la última
época de la civilización egipcia.
En el primero está representado un
Faraón ofreciendo su homenaje á la diosa
Hathor, divinidad primitiva, transforma
ción de la inteligencia suprema , que re-
presentaba el principio húmedo en cuyas
entrañas se elaboró el universo, y que
llegó á confundirse con el planeta Venus.
Sentada sobre su trono, tiene por insig-
nias en la cabeza el buitre (adorno pecu-
liar de las divinidades que tienen carácter
de madre), los cuernos del macho cabrío
y el disco solar; y en las manos el litus,
símbolo del poder soberano, con la flor
del loto y la llave del Nilo.
Detras de esta divinidad está sentado
en el mismo trono el dios Tañen, que
también se llamó Seb, representación de
la tierra, padre del Sol, ostentando en la
cabeza dos plumas, el disco solar, las
serpientes úrseus y los cuernos como la
diosa Hathor.
En otro cuadro se ve de pie á Sate, lla-
mada también Ma, diosa de la verdad y
de la historia, adornada con un pluma de
avestruz ; y de frente á ésta sentada en
su trono, á la diosa Isis, personificación
de la luna fecundadora de la tierra, acom-
pañada de Horo, tercera divinidad de la
triada terrestre, considerada como el sol
naciente.
Completan el adorno de estos cuadros
abundantes leyendas jeroglíficas, conte-
niendo invocaciones á las divinidades.
En el centro del muro N-E. de la sala,
en un cuadro coronado con la guarnición
de la serpiente úrasus y el disco solar, se
ve al dios Melkarth (el Hércules tirio)
una de las principales divinidades del
pueblo fenicio.
Joven y cubierto de una piel de león
como se le representa en las antiguas mo-
nedas gaditanas, y vencedor de dos leones
de la Mesopotamia, como se ve en el es-
cudo de esta ciudad, simbolizaba la fuer-
za y la sabiduría. Navegante, guerrero
y comerciante , era el lazo federativo
entre la metrópoli fenicia y sus colo-
nias.
Debajo de esta figura hay dos barcos
fenicios, y entre ellos está el disco del
sol, dentro del cual se contienen el
escarabajo sagrado, representación de
Ammon. Nilo, símbolo de la vida eterna,
y el dios solar con cabeza de carnero.
En ambos lados de este cuadro, en otros
más pequen is, separados por bandas
perpendiculares de leyendas jeroglíficas
en elogio del sol, como son Humetiaje
á ti viajero limiinoso. Homenaje á ti el
más grande de todos los dioses, etc.^ es-
tán representadas la primera y segunda
divinidades de la triada terrestre Osiris
é Isis.
En Isís (que ocupa el lado izquierdo),
hermana melliza y esposa de Osiris, uni-
da con él desde el seno materno donde
concibió á Horo, tercer dios de la misma
triada, estaban reunidas todas las calida-
des de las diosas superiores.
Ella enseñó á cultivar el trigo y la ce-
bada, y gobernó los estados de su esposo
mientras éste se ocupó de la conquista
del mundo. Cubierta con una túnica blan-
ca y ceñida, tiene en la mano la llave del
Nilo, y en la cabeza el disco solar y los
cuernos de vaca.
Osiris, también con túnica blanca, os-
tenta en la cabeza el pschent, especie de
mitra, y en las manos el báculo ó cetro
augural, y el azote, insignias del poder
supremo.
Este dios, el más popularmente adora-
do en el valle del Nilo, fué sabio y bien-
hechor; á él se debió la fundación de la
ciudad de Tebas, él enseñó á cultivar la
vid, á trabajar los metales construyendo
instrumentos para labrar la tierra , y de-
rramó entre los hombres la benéfica se-
milla de la civilización.
El buey, símbolo del trabajo, represen-
taba á este dios, que fué considerado
como el sol luchando con las tinieblas
durante la noche, para convertirse en
Horo (el sol naciente) al amanecer, y en
Ra (el sol adornado de todo su esplendor)
durante el día. Lucha incesante entre el
bien y el mal; entre la aurora y el cre-
púsculo de la vida.
Dfcbajo de esta divinidad y de su espo-
•38
boletín
sa Isis, se ven dos figuras de ambos se-
xos arrodilladas, presentando algunas
ofrendas.
Dan entrada á la luz de la sala dos ven-
tanas situadas en el muro N-0., entre las
que se repiten, como en los ángulos, cua-
tro estelas cartaginesas.
Dichas ventanas están decoradas con
figuras funerarias , escudos, carteles y
jeroglíficos.
Junto á la de la izquierda, esculpido en
el muro se ve un esclavo fenicio, y enci-
ma de éste una leyenda en jeroglíficos
azules que da vuelta á la ventana y dice:
lliot , inspirador de los divinos escritos.
Encima del genio funerario, en un jero-
glífico del mismo color, se lee: Isis la
grande, y en la otra ventana, en igual
situación, Nul la grande.
Una guarnición de rosetones (adorno
empleado por los fenicios) y un zócalo de
un metro noventa centímetros de alto,
imitando el granito gris, decorado con
flores de loto, rodean la sala.
Grandes losas de dos metros de largo,
forman el pavimento de la misma, y en
medio, sobre dos plataformas de piedra
negra, está colocado el hermoso sarcó-
fago fenicio, joya inestimable que posee
este Museo.
También está instalada en el fondo de
la sala una tumba de piedras toscas,
igual á las que se conservan en la Necró-
polis de la Punta de la Vaca, con la sola
diferencia de tener en el fondo una espe-
cie de cruz formada con las mismas
piedras.
En breve serán colocados en instala-
ción digna de su mérito, los amuletos ex-
traídos de las tumbas fenicias, entre los
que se encuentra una triada de inestima-
ble valor por su significación histórica.
Esta sala fué construida en lo que antes
era depósito de leña, por el distinguido
artista cuanto modesto é ilustrado gadi-
tano D. Pedro Sánchez Acuña, sin otra
cooperación que la de un oficial de alba-
ñil, y percibiendo sólo las reducidas can-
tidades de que podía disponer la Dipu-
tación Provincial, guiado únicamente solo
de su amor á la localidad.
FkamciíjCO Asís de Vera.
ESCRITURAS MOZÁRABES TOLEDANAS
CCoMtinitación.)
XVIII
Testimonio de Julián Domínguez, hijo del
platero (... ¿A^)! aJj. ^w^Üx^^ .,L1j -^i^l),
por el cual consta que se asoció á Lázaro
b. Alí para verificar á meiias la plantación
de una tierra, sita en el pago de Mauzil Yaíx
(parador ó posada de Yaix), y que dicho Lá-
zaro había tomado del difunto Julián b. Es-
teban con aquel objeto: Ji ^Ü^^l J.^ ¿.jf)
(... j)¿^J. Linda esta tierra: al E. y O., con
otras del citado Julián Esteban; al S., el
monte (J^¿!), y al N. el camino que condu-
ce á Corral Rubio ^ , ^ ^.JaJi ,^ ¿s¿! ^Jj)
Hicieron, pues, la plantación de cepas
(^^^.vtjiJ! '^ 'j^^,) según se había convenido
con el dueño del campo; mas luego vendió
Julián á su compañero Lázaro, por 14 miz-
cales, el cuarto del terreno plantado que
le correspondía por derecho de plantación^
quedando Lázaro dueño de la mita'l de la
dicha tierra, y excluyendo á Julián de todo
dominio en ella. ^iJ-lv» vjJ.Jj j hj^^ u^^'^j)
j.jt íj.» ^.. _v.
Jl
^-?-
ü!
£"^
^1^"^.:-' v^-^. í*^J U-^^ ^^o'^^^ ^-^ i-;^,.)l
C'
.* *'^5'' <»«*->-'
V ^.
w^^
b5^ íj^J\
Fechada en la última decena de Abril
II9I.
^' jÁ^i\ ^) de la Era
1 El antiguo pago de este nombre, en el
término de la capital, hállase citado y en parte
descrito por el Sr. Ga-mei o en sus Cigarrales,
cap. Vlll. Existe también un lugar con la mis-
ma denominación en el partido judicial de
Puente del Arzobispo (Madoz). Aquí se refiere
jndudablemeotc al primero.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
139
Suscripciones: Jair b. Jair {j-^^l y) »t:^)i
Hasán b. Chafar b. Hasán ^Ájta. ^ ^**»=s.j)
(,.,.v-cs. yi, Farach b. Zacaria b. Ishak
(s^^=sr-| ^^j 1) jíj ^í TJ^S)' Julián b. Re-
bia Al-Ahcam (el muy docto?) ,.^ .,Llj ^)
(... Ak^t ^j, Pedro b. Abdalah b. Ma-
SUd (Jj»—^ ^^ ¿DI J-.C yJ ^Is^-' o) 1.
Y en carácter latino: «Petra petri^, tes-
tis — ego gorisalbo petris testis» 2.
XIX
Venta de un corral (JI)ÜJ! «-t;»^) situado
en la demarcación de la iglesia de Santa
María Magdalena de Toledo 3 'i^^s:^, ^JJl)
(... ¿lii.ii; ¿.^JJ-yJ íJJAs"** i) ►> iJU-i- íLvw^J
y con los siguientes límites: al E., la casa de
Justa, madre de Raimundo Mineo 4 vxL.¡ \S)
(j.X>' Jj^j , }\ al O., otra casa de los vende-
dores; al S., otra casa perteneciente al com-
prador, y al N., la vía pública ,^ '^^ y=>)
Otorgan esta venta Cristian, hijo de Pe-
dro de Cuenca, y su mujer Urraca Pethres ó
Pérez ^^\ (^^j ¿JvO^ s^isb .j .,L;:^^íi)
1 De los dos últimos se dice que es'cribie-
ron otros por ellos por su mandato ¿-^^ > ^3)'
2 Esta escritura lleva en el reverso, y de le-
tra antigua, la siguiente leyenda: «Carta de tes-
timonio de una tierra que es la vega de San
Martín»; y más abajo se lee: Corral-Rubio. En
vista de esto, nos inclinamos á creer que el pa-
go titulado Mandil Y'atx era uno de los en
que se dividía la dicha Vega de San Martín
(véase Cigarrales., pág. 89), si es que no deba
identificarse con ella por completo.
3 Puede verse una descripción detallada de
este templo en la Guía artístico-práclica de
Toledo del Sr. Vizconde de Palazuelos, pági-
na 1065 y siguientes,
4 El documento no indica la vocal de la
primera letra, aunque suponemos haya de vo-
calizarse de este modo, pues el apellido Min-
eo ó Mingo (derivado de DominicusJ, suele
ser bastante frecuente. (Véase Godoy Alcánta-
ra, op. cit., pág. 151, y Camero, op. cit., pá-
gina 1 36, donde cita á cierta María Mingo.)
(, f^visu i'^\j\, á favor de D. Raimundo, so-
brino de Pelro Tolosa .fj^ "^^ J ■)J^)
(¿ — ^_.Lja ^^J^L), por precio de 42 mizcales
de oro bueno y de jubto peso, expresándose
además que el citado D. Raimundo levan-
tará á su costa la pared que divida el corral
en venta de la casa de los vendedores.
Fechada en Noviembre {j--jy) de la Era
1191.
Aparecen como testigos: Yahya b. Mofa-
rrich, que estuvo presente y escribió ^rr^O
(y ^xT , ►^;a:s. -► Jj> ,..j; Abdelaziz b, Su-
leimán (^«íJ-- ^J', f..}*^^ -V^)' Ahde-s-Sa-
lám b. Pethres L '^y^Ai .,j >}.J\ _V.),
Bernaldo de sant Facundo 1 ^ jJL;>-'_3j
Y en caracteres latinos: «Joan ordoniz
testis — micael portagira testis — martin filiz
testis».
XX
Venta de la mitad de un rmjuelo y de la
tierra blanca que le está adjunta ,^ ^^_j)
, ^hiJ^ íLvs;;^! La-.Jl . >:íi'j!j {sic) J.J.J irn*-^^
[>Sx^\ [i ^ji]j), que se hallan á la otra
parte del Tajo, sobre el molino del arcediano
D. Salvador?, en el sitio denominado Borch
Ax-Xaycithin (torre de los demonios), ,^ ^-Lk)
c
^\ ^,^ t-
J!
^.v
.1.
en los alrededores de Toledo. Lindan: por
el E., con viña del Presbítero D. Martín, del
clero parroquial de Santa Justa, y con otra
viña de Domingo Micael; al O., tierra blan-
ca, que fué corral en tiempos pasados, don-
"de estuvo la citada torre.,. 1-^,1 ^j^^ ^)
J^ ^^v-- _,^^ U-t^3 J'^5 ^Lr L^,j
(jj-rj^Jl .^ j'}y y un plantío « de Farach
b. Moluc (dir-i-^ ^.rf •?: y-^ l^-T^j)' ^^ ^•'
1 De los dos últimos se dice que escribie-
ron otros por ellos (i-^ ^.-^j)-
2 Esta palabra ¡'-■r^ indica también huerta
en el dialecto marroquí. Lerchundi, Gramá-
tica, passim.
I40
boletín
otro plantío del cita lo D. M ir;í i.
Santa Justa, y al N., el río Tajo ^^\^j^'^)
Otorgan esta venta, como co nprador Don
Sancho el Diácono (^^s'-jjJ! i.sr'^ ^>J^)'
y como vendedor D. Pedro Chilabert j ^^)
(^l^^^Lx í^la-f , ambos adscritos al clero de
Santa Marí.i (i^y ¿.^^ l^j.f lj\ ^}, y
el importe de la finca vendida asciende á 15
mizcales de oro nlbayesí ó de Baeza (.y— '•)
deYulianis, convertida recientemente al cristia-
^ ^ \^ ^ — '
.*.^
msmo ¿»j
Fecha en Junio (J^^J^) de la Era 12 ji.
Suscriben esta escritura: Ornar b. abi Al-
iara ch C^y^l j:>\ ^^, j-rff"), Aixún b. Alí
(J
y^ 1-^-?^)' Abderrahmán b. Hárits
c^- c'
(^^L;:^ ^y} o'-'-'V''' -^-rj)' A-bdelmélic b. Ab-
( ^L J! A>jJ!, indicándose expresamen- derrahmán {^,^y\ J^ .y -^-U - -^j), Mi-
te que si la finca vendida fuese objeto de al- cael b. Alwádiaxi i ( i^Lo! Jj j J-Aü^^^),
guna demanda judicial y se adjudicase al ^^^^j^j^ ^^ Suleimán. ( .^L ,/ Jjí .C.,)!
demandante, entonces el vendedor entrega- ^ " ^- " -^
ría al comprador el precio que alcanzase la
finca al tiempo de posesionarse de ella el
)jy
demandante (... i^ míIsj]
Fecha en Abril (J._j^j)) de la Era 1194.
Todos los testigos que aquí intervienen
firman en caracteres latinos: «Ego petrus
confirmo — ^Petrus petri filius sancti andree
presbiter testis — Ego^dominicus presbiter
(De los dos últimos se dice que firman otros
por ellos en su presencia y por su mandato
XXIII
Venta de un plantío 3 que radica en e! si-
tio denominado Torre de los diablos, al otro
testis— Ego Martinus presbiter et canonicus lado del Tajo y distrito de San Félix =.^^9.)
sánete Marie testis».
XXI
Copia del testamento del wazir y cadhí
(alguacil y ^alcalde) D. Domingo Antolín
( yJ:j| ¿.£:^0 ^-s.)] yi \j-\), fechada en
27 de Diciembre de la Era 1199.
Empieza con una explícita profesión de
fé, según es costumbre en estos documen-
tos, dando luego numerosas disposiciones
sobre la solemnidad con que desea se cele-
bren sus exequias y la" distribución de sus
riquezas.
Daremos al fin de este índice un extracto
de tan curioso documento, verdaderamente
importante para la historia de los Mozára-
bes españoles.
XXII
Acta de emancipación otorgada por D. Ro-
mán b, Selma ó Salema (¿.^Ll »j ,U, ..^)
á favor de una esclava, por nombre María
J^
5.J.&
JA.JuJ ' — y> 't>J>jS:\
(^-i^
•Ju, i-íjús. v3 ¿-^ '-■'', y cuyos lin-
des son: al E., plantío de D. Esteban, el
de Camarena ( j\y~^Si}\ .jL;uÍo| .ij^);
al O., senda pequeña que conduce desde el
citado río á los caminos (]ue hay en el si-
tio mencionado y á otros i-ii^^i. ^_^*J^ \S)
(lsIo.^ JL 5i_^5'j.^j| i-^.:S.b; al S., plan -
lío dé Andrés Al-Baichenisí? , ^Ij JjJ i_^j^)
(¿ ,^^x=».tJí, y al N., otro plantío de Pedro
IzquierJo (?VV^1 ^y^}- i/-'y^) ^'
Otorga esta venta D. Pedro Chilabert
(^l^.Jj2>. aJa^j iJLxJ5) á favor del diácono
Domno Domingo Negro A.i--'» i ¿-i-»-^ ^t'^-- )
1 El guadixiíño, de Guadix.
2 Este documento ha sido publicado por el
Sr. Simonet en su Crestomatía.
3 De viña probablemente.
4 Adviértese al fin del documento que se
anexionaron á la tinca descrita otros tres tro-
zos de viña que le eran contiguos.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
141
(»^¿j, ambos adscritos al clero de Santa Ma-
ría de Toledo, por precio de 13 mizcales
y medio de oro bnyesi, burilo y de justo peso.
Fecha en Marzo (rr-r-') de la Era 1202.
Aparecen como testigos, entre otros:
«dominicas archipiesbiter testis, benedic-
tas sancti salvatoris (?) presbiter testis, Ego
Ro lericus diaconus testis, Ego petrus con-
firmo» I. ,
XXIV
Cambio ó permuta de dos casas, pertene-
ciente una de ellas á los bienes ó legados
piadosos de la iglesia de Santa Leocadia
(... ¿j^LjftJ J!^x^ 'L.^xSi.j] ^xí wii-^ci.), ca-
sa que habitó el difunto Presbítero D. Pe-
dro, el conocido por Fanbaco 2 ^[f ^Jj\)
(iJLxh, y la otra á D. Clemente el Monje, co-
nocido por el Santo? v>_,^^Jl J^X^xí .j^)
f ..ja^'Lj ^ á^,x^M, hallándose la una fren-
te á la iglesia por la parte de levante y la
otra por la parte norte.
Otorgan este contrato de permuta: por una
parte, los ministros, los presbíteros y los
notables 3 de la iglesia de Santa Leocadia
1 Pergamino muy deteriorado y borroso en
algunos puntos.
2 Sin vocales en el texto. Desconocemos
este apodo.
3 Entendemos por .,_^jJ.y-M, los clérigos
no presbíteros que están en vías de llegar al
sacerdocio; por r^jJÜ] creemos se significa
los presbíteros, según el significado del griego
TtpEaSu-Epof, ancianos, respetables; .j — n~*^^
son, á nuestro juicio, los que, entre éstos,
ejercen alguna autoridad.— Sobre el significa-
do de estas tres palabras, mi respetable amigo
el Si . Simonet me escribe lo siguiente: «¿No po-
dría traducirse ios ordenados (es decir, la cle-
recía), los ancianos y los magnates (ó nota-
bles} de la iglesia (parroquial) de Santa Leoca-
dia?» Tal vez volvamos sobre el particular en
el transcurso del presente trabajo.— Escrito es-
to, llega á nuestras manos un documento bi-
lingüe en que la palabra _. .jj» aparece tradu-
cida por portionarius^ el racionero ó benefi-
ciado.
(... ioUy, que consideran justa esta per-
muta y conveniente á los intereses de la di-
cha iglesia; y por otra, el referido D. Cle-
mente, contando ambas partes con la auto-
ri-'íación y el consejo del seiior Arzobispo
Oblíganse, además, el Presbítero D. Cris-
tóbal, D. Juan Mozárabe, D. Pedro Al-Bak-
kal (el comerciante en legumbres)..., á en-
tregar todos los años al dicho D. Clemente
tres cahíces de trigo, sesenta arrobas? i de
vino y mizcal y medio de oro...; y cuando
Dios disponga de su vida, se compromete
el clero de Santa Leocadia á celebrar sufra-
gios por su alma. ,.(_5-^ (J Uísj ! ^)2S ^
•1 J
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OJ! J^xJ.3
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1J'-"15 -í-«-
.iJt
Fecha en i.° de Abril del año 1202 j^l ^)
Siguen las suscripciones, cuyo número
excede de cincuenta, pues suscriben todos
los clérigos de Santa Leocadia y bastantes
testigos. Reproducimos casi todas ellas.
En carácter latino: «ego xpoforus presbi-
ter outurgo, ego felix presbiter similiter, ego
dominicus diaconus concedo, et ego iulia-
nus presbiter outurgo. Ego pelagius diaco-
nus similiter, Ego iohannes presbiter si-
militer, Sompnia? diaconus outurgo, Ego
iohannes diaconus similiter, dominicus sub-
diaconus similiter, Ego micael tizón simi-
liter».
Y en carácter árabe: Pedro b. Yahia b.
Said? {i\.x~. ^y¡ ^.. ^y} í^ia^J^), Miguel
b. Abderrahim b. Asad A^o ^ J.jU^^)
(X.^\ .yi * ^y^y Abderrahmán b. 0090
( .^¿ y} ^yf^y^ ^■^^S)> Hátim b. AIí b.
Selma b. Mayón ¿L^l^ ^yf ^Ic ^^^ ^^^)
( .i_j^ ^i, Martín b. Yohannis y) y^y^)
I La palabra aj Jt significa «cuartal, me-
dida, cuarta parte de la cosa », en P. de Alcalá,
Rosal, Cañes y Marina. {Glosario de Eguílaz,
en la voz Arroba.)
18
£42
boletín
( A3U, Pedro de Curaca I í3 íi: n') pK- é jestos ténniaDí: «I. dii gratia tholítaau
archiepiscopus et ¡spaniarum primas coa-
firmo».
XXV
Venta de un plantío ^ sito en el pago de
ras 2
á su mandato w^^j jJJ^.S' i-Cj/ ¿ ^^^•' j)
(íf-,A.j j..^-:;, Julián Pithris ó Pérez, idem
(... oX'j/ ^.^^e j'-n^:'.j)' Gonzalbo Pe-
láis el galgo? el gallego? J^^^. i-^-^^j)
(... ^UM, Miguel b. Julián ,j> jM.r'j)
( .Ll) Domineo de Marhamdun? ^ i.¿^:>j) o /ó ^'7'" ^^T\ ''",'"' ^'^^
Ij » ,.» ■^'^"""^^ -^^ fií>'-/l/;/mm? (Pozo Amargo?) en las afue
C; ..A. -s^f--* i, Gonzalbo Pérez á,J^^¿) , , . , j r -n i j • t»
U^i>-^— «■ r^^ ' • ^ de la ciudad de Toledo ... ^.^xJ) ^s..
(^^L^, Domingo Joannis 3 (^üL. ^..O^.), (^ILij, •,,,.,, ^ ,U ... ! Ji ,.. i'.^^^y cu^
Juan Xanchón {^-^^ j^-^ ^), Andrés ^^^^ j¡^^^; ^^^^;^ ^^ J"^;^ ^ ¡¡^^^ ^¡^ g^_
Zapatero? (¿^^.-^-.-^ j^.!jJ-jU), Yolafi? 4 villano, el carnicero judío ^L^¿.^J , r^-¿)
Bermondes (Bermudes?) el gallego j%) ^^^^^s^ ^|.¿,. ^^ ^^^ ^j ^j^^^^ ^^^^ p^^_
(..£^.UJi ^^.,-^y, Rodrigo Peláez .5,^^) ^^^g^j. ^^ j^^,^ (^j^j^^^ ^.^Jj _¿) ^^_
(, v«j^, Martín Domínguez (, ^.£;^0 ^^jy), xt > ^ /,\ i c ^ i ^ •- j tvt- i
^L/^- •' ^ ^ .. ^"-^ Naba (?); al S., otra plantación de Miguel
Martín Granadino ( -.íu^k-'c .^'V'), Martín , ./ ,1 •• t
^C^ " J U"^ ^ Selma (i.^.U JIj!.^J ^^^s); y alN.,otrapo-
Crespo (L^/ ^,^y), Petrero? {ij\j^i), sesión de la misma índole, perteneciente á
Juan Domínguez (^..£a^^ ^,b_.). Miguel b. j^^^^ Cristóbal (J^>:^y ^,y ^^^^¿).
Abdenahman... Martín Crespo 5 ^y-^Jy) Otorga esta venta el judío Yehuda b. Am -
(í.^/, Juan Habib (^^.^.^^ jW.j)' Ser- Daud (?) (^3^^Jt ^^3 *^ ^,.' ^^j-^.) á fa-
vando b. Isa (^...^-^ ^j jJ'.^^^), Pedro b. ,,^^ ^^ p p^]^^,^ Calvo (^JL? _c^ , .-^)
Loyón { .\^ ,. tf ^-^n:')' Juan Mostárab por precio de cuatro mizcales de oro alba-
ca
,^\j¡), Pedro Rodríguez ^i=-Jj;) 3'^^^' ^^"^no y de justo peso
{sic ^j
(^.ii.' ,:)., Mineo (Domingo?) Félix i-s.^^)
( V...I5, Juan Gallego (iJi-«.¿ .,I^j,), Pedro
Forcón {^/y ^jK.^^)-
Al final de todas estas confirmaciones, en
el centro del pergamino y con bien traza-
dos caracteres , se lee la del Arzobispo en
Fecha en la última decena de Septiembre
[j- .^^-^ ^^•i^ y^ j^^ j¿^»^\ ^) de la Era
1204.
Intervienen como testigos Yakub b. Al-
chazzar (?) (¿ ,L^! .y> <^j£jo), Ibrahim ibn
Yakub (... ^j¿*: ^J>\ r;^-í), Otsmán b.
Yahya (JjL^ ^n=^:'. ^J> j^v^s_?). Antonino
L. o ,.„;x3L)
1 En el original S S por i.-Oj> ; ó tal vez
de (Joca, sin errata en el original.
2 Suponemos con el Sr. Simonet que éste
es un nombre geográfico convertido en apelli-
do, aunque por ahora no barruntamos á qué
población corresponda.
3 De casi todos estos se repite la tan cono-
b. Selma b. Masód ^j ó-
U'
•Pj
XXVI
cida fóimula íj'Vi ¿.x^
él á su ruego.
4 Me indica el Sr. Simonet que acaso este
nombre pudiera ser ^a>^^J Pelayo, Consulla-
do de nuevo el original, me ratifico en la pri-
mera lectura. Están muy claros los dos puntos
de la primera letra.
5 Antes aparece un Martín Crespo ..r-'c'*)
Venta de una mitad de la mezquita que
s^, escribieron por ge halla en el distrito ó colación de Santa
I De viña probablemente. Véase la nota
del núm. 20 acerca de esta palabra t^j^-
i En el interior de la ciudad aparece un ba-
rrio con el mismo título.
3 Este documento es uno de los pocos es-
critos en papel.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
143
María de la corte de Toledo ^ ^^\ í^^^^)
(i-Ha-ilí, señalada con los siguientes límites:
al E., la otra mitad de la dicha mezquita
perteneciente á Xóli, hermana de la vende-
dora 1.
-^-
3
_5J.J! M)] ^^J|) u
( Jj^; al O., una habitación de Mariam ^ la
musulmana, la que fué esposa de Abu-1-
Chazzar ^-1 S^L-ll *j^-1 s^5^ ^^jij] ^j)
{j\js:r'\ ^j-. WjJ C^-jl-^; al S., la casa
que íué de Abrasia? 2 c^jL^ ^,J! ,bJ')
(i^^jjJ, y al N., la vía pública á la cual da
la puerta de la finca vendida ¿.J!« ^^_p fLJl)
.{■, >LJ| 5- r-^
Otorga esta venta Dominga, hija de Sal-
vador ( ijJa-^-l — vju-— X-J ¿JLl-O), en presen-
cia y con consentimiento de su marido Do-
mingo Yulianis ( ....31 — L; ¿.¿a^;;), á favor
del muy ilustre Arcipreste ilomno Nicolaus
.(, v.-^b5¿j i^O J.cv"^!! .Ji^^^^ow,^!!) por pre-
cio de 18 mizcales.
Fecha en la última decena de Mayo {i>'>^-')
de la Era 1205.
Aparecen como testigos: Abderrahmán b.
Abdelmelic (cJJ.,J| -X^.t ^,j ^J^J'^ '?')'
Domingo Pethrix? Al-Bayesí (el de Baeza)
( -i.LJt ±jjL.} i^i.^-.Oj), Abdalah b.
Ümar ( K;^ ^.^J ¿'^■'' -"^r^^). Yoannex b. Su-
leimán ( .*^1~> »j , ¿j^.j), Gáfir b. Yahya
^y_' •• {¿,'. ^ ^■.
1). Pela yo {^% ^Jri ¿^- ^^J y^;)•
Y en carácter latino: mertin (sic) Joannis
ttstis.
XXVII
Venta que hacen Domingo Joannix y su
esposa Justa (LíLj j-^^Jj, ••• [/"j'jJ ¿•¿^-5)
de la parte que poseen (mitad?) en una ca-
sa, sita en la demarcación de la iglesia de
San Sebastián, parte que adquirieron, á tí-
tulo de compra, de Miguel Domínguez y de
su esposa Xóli, á quien pertenecía, en unión
con su hermana María ^-.'1 jh^i] ^^^)
J'
Cr^ c»'
"i-t^í L^! hj^jj
'¿Jjíj^i\
(.-W
I Nótese que el nombre María es Mariam
(*j j.^) entre los musulmanes, mientras que en
las mujeres cristianas que aquí se citan es siem-
pre María (í.j i-").
3 Ignoramos qué nombre sea éste: ¿será Eu-
frasia; será Brasia por Blasa? Nada de esto nos
satisface.
xS:^ L"*J^. Linda dicha casa:
al E., con otra de los herederos del wazir
Sid (a^ jijj^ ^jJ ;'^); ^^ O-' ^°" "^ '^^"
lie ó camino que conduce cerca de la Puerta
de los Curtidores s >u jsr- >^JL^ ^^ '^.j^)
( .^¿bjJl, y á esta vía se abre la puerta
(^Ul ^ ,.á.j *rr'j); 3I S., un corral perte-
neciente á los citados herederos 'üjS^ Jl;^)
(¿".y'j^l. y al N., la otra parte de la casa en
cuestión {SjS^J j t-J^ ,^^^ ^jlíJl ^IsiJ!).
Aparecen como compradores D. Pedro
Al-Karman y D. Lázaro b. Alí, albaceas
testamentarios de Xamsi (Mi Sol), hija de
Chafar ^,^3^ J-^J^^^ J^T.'. JJ^ ^J^^)
^¿.^io j.^ :>U3 J.Í J^-^J\ ^^ ^Ji ^jy
{jS.3^ C^f, y para cumplir la voluntad de
la testadora, qtie lega 20 mizcales á los al-
baceas para que se compre con ellos una
casa á María Yoannis. Y siendo el precio de
la media casa que ahora se adquiere catorce •
y medio mizcales de oro, restan á favor de
dicha María Yoannis cinco y medio mizcales,
de los cuales, así como de la expresada me-
dia casa y de otros legados á su favor, se le
pone en posesión por el presente documen-
to, fecho en Noviembre de la Era 1206.
Suscripciones: Esteban b. Ismail ,j^:;í-i_.)
(J.^jt^^\ ,,yi, Domingo b. Jalaf ^yj i.'¿x^:>^)
( ^.l¿^ , J ua n Domínguez ' ( (^¿^-" ^ ^j [$' j ) .
Xalmón b. Alí b. Waid Js, ^^j ^i_?^j)
Y en carácter latino: «aluaro diez testis,
dominico iulian testis».
1 De este testigo se dice que firmaron otros
por él en su presencia 5^'»'-^ *---= ■^-^■•-^j)
144
boletín
XXVIII
Venta que otorgan Alvaro b. Pedro, co-
nocido por Aben Gobdina (?), 3' su mujer
Mi-Sol, hija de Juan >^ éjj*J^ ^j,.^. i-'í ^rO
de un tercio de la viña que poseen junta-
mente con Pedro Peláez (^«jX- 5)J=^j), en
el pago de Torres {ir-:y=' i--"^:'), déla juris-
dicción de Toledo, perteneciendo los dos
tercios restantes uno á los vendedores y el
otro á Pedro Peláez. Linda dicha viña en su
totalidad: al E., con otra de Aben Bahlul
(Jj-^^f ^Ji^ (/y^ ^^ ^•' °'ra viña de Rai-
mundo Crespo (i.~i.;J ^\^ y 'j^)'' ^l S.,
con el camino (oJl» ^^ n j]s), y al N., el
río Tajo (¿cvij'^j).
Interviene como comprador Yah3'a b. Ga-
hb
JL¿
u
-:',), ascendiendo el im-
porte de la venta á diez mizcalesde oro al-
bayesí.
Fecha en Noviembre ( ,JJ) de la Era
1207.
Firman como testigos: Haquem b. Jalaf
b. abi-1-Haquem ^¡\ .j ^^ |.)¿^ vJ S=^)
(*X-5.|, Abderrahmán b. Chabir ,^=-^31 >.u-)
(¿ ^.•'•^ í-if' J^li<J ^- Jalaf b. abi-1-Hasán?
Ibrahim b, Sejma (oJii-^ ¿-J-^ ,j ^-.2'^Jl.)
y Domingo b. Xaluih \)o\l. .j íü^^-j^).
Francisco Pons.
(Continuara.)
-c_<r vfc>» (."'jr'v t-*>-
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
TRÍPTICO DE ROMULO CINCINATO ",
Excmo. Sr. D. Manuel de Foronda.
1 querido amigo: ¡Qué lástima
que, dejándose llevar de su ex-
cesiva modestia haya V.prcs-
^^^^:^*í cindido del Triplico de Rómu-
lo Cincinato como obra de arte, para
1 Véase el numero de 1.° de Julio de 1695, pág. 95.
considerarlo solamente como objeto his-
tóricol ¡Qué lástima que los anacronis-
mos y otros dislates que su buen juicio
le advirtió á tiempo no le hiciesen desis-
tir de emplearlo en tan candorosa super-
chería!
Si V., que por más que diga, tiene tan-
tos conocimientos artísticos, no se hubie-
se dejado cegar por esa veneración á las
personas y familias de los reyes absolu-
tos que tanto le ha perjudicado en su vida,
hubiera visto que los tableros laterales
del tríptico en cuestión son italianos y
malos, mientras que el cuadro central es
una copia en miniatura de la celebérrima
Madona de Holhein, llamada del Burgo-
luacstre Meyer, y conocida en todas par-
tes por la Madona de Dresde. El tre-
mendo desconcierto que resulta de estilo
y mérito tan distintos hubiera indudable-
mente chocado á su gusto exquisito, ha-
ciéndole sospechar, cuando menos, de la
autenticidad del conjunto.
No hablemos de los postigos,— que no
valen la pena, — y ocupémonos del cuadro
principal. Hasta hace pocos años se con-
sideraba que la Madona de Dresde, re-
petición con algunas variantes de la de
la Princesa de Hesse, era la obra maes-
tra de Hans Holbein, el Joven, pero en
1871, para disipar ciertas dudas, se expu-
sieron juntas y desde entonces se cree
generalmente que la auténtica es la de
Darmstadt, y que la de Dresde, aunque
admirable, no es de la propia mano dei
maestro. Sea de ello lo que quiera, que
para el caso no nos importa, lo sabido, lo
indudable es que una y otra representan
la honrada y plebeya familia del burgo-
maestre de Basilea dando gracias á la
Virgen por el hecho de haber sanado de
una enfermedad el más pequeñito de los
Meyer. Allí están todos: el padre, en
quien ve V. tanto parecido con Felipe el
Herm.oso; la madre, que en el tríptico pasa
por Doña Juana //a Zoca/ y los demás
hijos é hijas del matrimonio.
Tal vez cuando Holbein pintaba el cua-
dro, en 1525, interrumpían el rtposo de su
estudio el rumor y los lamentes de los
fugitivos de Pavía que atravesaban pre-
surosos las calles de Basilea para llegar
cuanto antes á su patria. ¡Y quién sabe si
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA J^E EXCURSIONES
145
el hijo del burgomaestre levantó la rodi-
lla del suelo abandonando la postura en
que el maestro le retrataba para asomar-
se y verlos pasar! Si acaso, ¿cómo había
de imaginar que andando el tiempo le to-
marían á él, mozalbete de diez ó doce
años, por el héroe del día, por el que
acababa de hacer prisionero al rey de los
franceses?
Pero todavía hay otra cosa más extra-
ordinaria. ¿Sabe V. quién es el niño des-
nudo del primer término? Nada menos
que el Niño Jesús, pues el delicado y tí-
mido infante que se ve lleno de vergüen-
za en los brazos de la \'irgen es el tier-
no convaleciente de losMeyer,á quien
la Madre de Dios ampara como á hijo,
dejando por un n omento que la divini-
dad del suyo condescienda á colocarse
entre los individuos de la piadosa fami-
lia.
La idea tiene algo de heterodoxa, ya
lo dice Luis Viardot: "Hay en este cam-
bio algo tal vez muy atrevido y muy te-
merario bajo el punto de vista del dog-
ma, pero considerándolo sin salirse de la
esfera del arte, resulta una idea feliz y
conmovedora, que pinta con rasgos sen-
cillos la franqueza y la cordialidad de los
alemanes. „ Sí, señor; el emperador Fer-
nando del tríptico es el Niño Dios que
comparte con la Virgen la adoración del
devoto concurso.
Ya ve V., amigo Foronda, que el cua-
dro no pierde en grandeza sustituyendo
á unos personajes por otros, siquiera los
verdaderamente representados no sean
reyes y emperadores.
Con lo dicho desaparece el mar de con-
fusiones de que V. habla y se disipa el
cúmulo de dudas en que le envolvía la
ignorancia ola presunción socarrona del
Verástegui de Carlos 11. ¿Qué tiene que
ver Cincinato con la Madona de Hol-
bein? ¿De dónde sacaron la fecha de 1545?
En el terreno de las conjeturas, podemos
suponer, para armonizar datos tan dispa-
ratados, que Felipe 11 hubiese hecho sa-
car en 1545 una copia en miniatura del
célebre cuadro, y que, pasado ya el 1567,
en que vino á España Cincinato, le diese
la orden de pintarle unos postigos para
convenirlo en altar de viaje. Una vez
hecho el tríptico, no había de gustar al
rey seguramente; y así es muy verosí-
mil y aun laudable que lo regalase al
Sr. Verástegui... ó á cualquiera; yya está
esa noble familia en posesión del donati-
vo regio. Al principio á nadie se le ocu-
rría, naturalmente, hacer aplicaciones de
los personajes á la familia real, pero,
andando el tiempo, algún erudito encon-
tró parecido entre el burgomaestre y Fe-
lipe el Hermoso, como le sucede á V., le
pintaron un toisón de oro, y ya tenemos
á la familia republicana de Suiza conver-
tida en familia imperial de Austria. Y
como esto daba más valor al regio don y
por lo tanto mayor brillo á los pergami-
nos de los Dehesa ó Hedesa y Veráste-
gui, es natural que al sacudirles el polvo
en 1672 hiciesen, con esa buena fe que
inspira la Vanidad, pintar la leyenda que
le ha seducido á V., y cuyo latín, entre
paréntesis, acusa la época á mayor abun-
damiento.
Dispénseme la pesadez de esta carta
escrita en vista de las frases con que ter-
mina V., su artículo, y aunque no me creo
con autoridad ni competencia, me he per-
mitido responder á su invitación por la
indignación verdadera que me produjo
ver en la Exposición del Centenario como
obra de un tal Cincinato uno de los cua-
dros que más han contribuido á mis an-
dones artísticas.
Siendo muy joven visité el Museo de
Dresde, cuyas dos pricipales joyas, ex-
puestas cada una enteramente sola en un
gabinete ad-lioc, son la Madona Sixlina,
de Rafael, y la del burgomaestre Meyer,
de Holbein. Las dos escuelas se presen-
tan allí en todo su esplendor, y al ver es-
tas soberbias manifestaciones de cada
una, nadie que haya experimentado la pro-
funda emoción que producen puede olvi-
darlas en su vida, ni siquiera en el más
pequeño de sus detalles. En frente de
ellas, pasando varias veces de una á otra,
se llega á la conclusión de que los estilos,
las escuelas, todo es secundario para la
realización de la sublimidad en el arte.
Y si tal impresión he conservado de la
obra de Holbein, ¿ cómo no he de aprove-
char la ocasión de deshacer una impos
tura que la achica y la rebaja?
146
BOLETÍN
Ya sabe V. que es siempre suyo afec-
tísimo y antiguo amigo
Pablo Bosch.
•f-40f-l*
DESCRIPCIÓN
REAL PALACIO DE EL PARDO
-, „„ STE Real Sitio, distante de la corte
"^- ' unas dos leguas, fué siempre, hasta
los últimos años del reinado de
>[ Carlos IV, el lugar predilecto de
los "monarcas españoles, así para las
grandes cacerías, como para residir en
él durante los meses de Diciembre, Ene-
ro y Febrero, por su temperatura suave
y benigna, mucho más grata y lleva-
dera que la de Madrid en la estación de
invierno.
Sus dilatados y anchurosos bosques,
cuyos límites se extienden hasta muy
cerca de las elevadas cumbres del Gua-
darrama, están accidentados por varie-
dad de clases de terrenos, como valles,
collados , llanuras , prados y colinas, po-
blados de árboles, arbustos y matorrales,
de robustas y corpulentas encinas, de
chaparrales bajos y extensos tomillares,
sobre los que destaca la olorosa retama,
formando todo con la alfombra del tomi-
llo y cantueso, un armonioso y delicio-
so conjunto. El río Manzanares, que le
baña de Norte á Sur, comunica al sitio
una agradable frescura, y variedad de pa-
jarillos dan nuevo atractivo á aquel vas-
to y amenísimo recinto. En sus muchos y
dilatados cuarteles, ricos en pastos, se
cría abundante caza mayor y menor,
compuesta de jabalíes, venados, gamos,
liebres y conejos, abundando también las
perdices, las chochas y los ánades, con
otras muchas aves de distintas especies.
Prendado D. Enrique 111 de la ameni-
dad de un sitio tan á propósito para el
descanso de los cuidados del reino, de-
terminó la fabrica de una casa fuerte ó
pequeño palacio con torreones, en don-
de con frecuencia pasaba largas tempo-
radas, siempre que venia al morisco alcá-
zar de Madrid.
D. Juan II y D. Enrique IV siguieron
visitando la pequeña casa de El Pardo, á
la que demostró éste último singular pre-
dilección, habiendo recibido en ella á va-
rios embajadores.
Por los años de 1543, el emperador
Carlos V mandó demoler el primitivo
palacio, encargando los planos y edifica-
ción de otro nuevo y de mejores condi-
ciones, al arquitecto Luis de la Vega,
que no lo dio por terminado hasta el año
de 1558, cuando ya no pudo disfrutarlo
su regio fundador, por haber muerto en
el propio año tn su retiro de Yuste.
Durante las largas ausencias del Em-
perador , su hijo D. Felipe II cuidó con
particular esmero de la fabricación del
palacio, compartiendo su atención entre
ella y las obras de restauración de los
alcázares de Madrid y Toledo, que por
entonces se estaban ejecutando. Conclui-
do el palacio de El Pardo, quiso el Monar-
ca adornarlo y enriquecerlo con diver-
sidad de objetos artísticos, encargando
las pinturas de los muros y bóvedas á
los más eminentes y renombrados pinto-
res de la época, entre los cuales sobresa-
lían, Gaspar Becerra, Jerónimo de Cabre-
ra, Teodosio Mingot y Juan Bautista
Castelio Bergamasco, sin olvidar los cua-
dros de cacerías y retratos, estos últimos
en número de cuarenta y siete entre
príncipes, reyes é infantes y famosos
capitanes, ejecutados por Ticiano, Anto-
nio Moro, Alonso Sánchez Coello, Panto-
ja de la Cruz y otros no menos afamados
artistas, cuya descripción hizo Argote de
Molina en su libro de la montería que de-
dicó á Felipe II.
Un voraz incendio, acaecido el 13 de
Marzo de 1604 y que no fueron parte á
contener los desesperados esfuerzos que
para atajarle se hicieron , ct ncluyó para
siempre con la maycr parte de las pre-
ciosidades que la solicitud del monarca
había ido acumulando , sufriendo igual
suei te gran parte de la fabrica, que quedó
resentida en su totalidad.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
147
Deseoso D. Felipe III de reparar en lo
posible tan lamentable pérdida, dispuso
que á la mayor brevedad se diese prin-
cipio á su restauración, á cuyo fin expi-
dió Real cédula en Valladolid á 5 de Julio
del mismo año, fijando en 80.000 ducados
la cantidad que se calculaba necesaria
para las obras. De su ejecución fué encar-
gado el arquitecto Francisco de Mora,
quien, dando inmediatamente principio á
los trabajos, no pudo menos de introdu-
cir varías reformas que la conveniencia
requería, entre ellas la nueva distribución
de algunas habitaciones, quedando empe-
ro la forma exterior del edificio iguálala
que tenia, es decir, un cuadrado perfecto
con una torre en cada uno de sus cuatro
ángulos y rodeado todo de un foso muy
capaz, sembrado de cuadros de boj, en
los que se plantaron muchos árboles
de sombra y frutales.
Las pinturas de las bóvedas fueron
encomendadas á los más distinguidos
artistas y estuquistas de S. M., distribu-
yéndose el decorado en esta forma. A
Eugenio Caxés la sala de audiencia, y la
galería de la Reina á Bartolomé y Vicen-
te Cardúcelo; la galería de Mediodía del
cuarto del Rey y el tocador de la Reina á
Juan de Soto; los dormitorios á Fabricio
Castello, á Luis de Carvajal; y á Alejan-
dro Semán dos piezas; la escalera que
sube á la cámara de la Reina, á Jeróni-
mo de Mora, y á Francisco López la que
da á las habitaciones del Re}' , en una de
de las cuales, que fué la sala de vestir de
S. Rí., se colocaron una serie de retratos
de la casa real de Austria, en su mayor
parte pintados por Bartolomé González.
Durante los reinados de D. Felipe I V , Car-
los II y Felipe V, permaneció este real
sitio sin reformas de ninguna especie en
su planta, hasta que D. Carlos III deter-
minó darle mayores proporciones y co-
modidad, á cuyo fin encargó en 1772 á su
arquitecto D. Francisco Sabatini, que, sin
variar la primitiva forma, aumentase
otro cuadro por la parte del Este, igual
en un todo á la que existía. A este efecto,
fué preciso derribar dos torres, y prolon-
gándose sus resaltos , se formaron dos
puertas principales , la una mirando al
Sur, y la otra á la fachada del Norte,
ambas en comunicación por medio de un
patio central que da paso cómodo á los
coches, con lo que, y otro patio, puede
asegurarse que Carlos III hizo más de la
mitad del palacio fundado por Carlos V.
Con esta acertada mejora, cobró el
edificio mayor majestad y más severidad
de líneas, resultando la figura de un
paralélogramo rectángulo, cuya área es
poco masó menos de 72,260pies cuadrados.
Sin detenernos en más detallada expli-
cación del palacio y de las muchas de-
pendencias que se le agregaron, diremos
que sólo quedan cinco salas decoradas de
las sesenta y tres de que se componía
en la época de la reedificación, mandadas
hacer por Felipe III, cuyos techos paten-
tizan el gusto de su ornamentación y la
importancia de los frescos que hubieron
de lucir las demás.
Las reedificaciones sucesivas, con el
aumento de tabiques, dividiendo grandes
salas y rebajando los techos á otras,
fueron parte á que las pinturas de los
unos desmerecieran, y las de otros con
sus adornos desaparecieran por completo.
D. Antonio Ponz, en su obra titulada
Viaje por España, asegura que en su
tiempo aún llegó á ver algunas bóvedas
pintadas por Becerra y el Bergamasco,
siendo una de ellas la que afortunada-
mente se conserva, perteneciente sin duda
á las que mandó hacer Felipe II y que
corresponden á la torre del Oeste, de las
cuales hace mención Vicente Carducci
en sus Diálogos de la pintura y D. An-
tonio Palomino en su Arte pictórico.
No sólo en tiempo de Carlos III se pin-
taron algunos techos, una vez terminadas
las obras de ensanche, sino que D. Car-
los IVy también su hijo D. Fernando VII,
encomendaronálos artistas de su tiempo
la ejecución al fresco de varios techos
en esta forma. Las salas señaladas con
los números ocho y nueve, fueron pinta-
das por D. Francisco Bayeu y represen-
tan á Apolo premiando las artes , y en la
segunda, que es el suntuoso comedor, la
monarquía española en un trono, acom-
pañada de las artes , con otras figuras
alegóricas.
La sala tercera es de Maella, en la
que se representa la Justicia con la Abun-
148
boletín
dancia y en otra bóveda la diosa Palas
abatiendo los vicios.
En la sala sexta fingió D. Juan Ribera
la España acompañada de los más emi-
nentes artistas, poetas, escritores y con-
quistadores.
El techo de la sala séptima , que es de
los Embajadores, fué pintado al tem-
ple por D. Juan Gálvez, representando
el cornisamento las provincias de España,
significadas por jóvenes con los trajes y
atributos que las distinguen.
La bóveda de la once, fué pintada por
D. Zacaríasi Velázquez, en la que repre-
sentó la España victoriosa con la Sober-
bia y la Discordia á sus pies.
La sala cuarenta y tres fué ejecutada
al temple por el antedicho artista, y re-
presenta los cuatro episodios más culmi-
nantes de la historia de Isabel I, per-
teneciendo los adornos de las restantes,
en su mayor parte de estucos y dorados,
á D. Roberto Michel, cubriéndose por
último los muros con ricos tapices la-
brados en la famosa fabrica de Madrid,
los cuales constituyen sin duda el mejor
adorno del palacio, por la belleza de sus
tintas, por lo exquisito de su tejido y por
la exactitud de la copia de los bocetos
hechos por Goya, Bayeu , y D. José Cas-
tillo, con otras más de cuadros de Te-
niers , representando cacerías , costum-
bres españolas , escenas campestres, ti-
pos, costumbres de Madrid y de otras
provincias, con varios paisajes de la his-
toria del famoso hidalgo manchego don
Quijote *.
Pasemos ahora á las cinco salas que
ostentan su decoración primitiva, ó sea
las bóvedas que fueron pintadas después
del incendio de 1604.
En la galería llamada de antiguo ga-
lería de la Reina, donde Felipe II, dispu-
so la colocación de los cuarenta y siete
retratos de que antes se hizo mención,
se formaron en tiempo de Carlos III, las
salas cuarenta y cuatro , cuarenta y cinco
y cuarenta seis : dicha galería mira al
1 Los bocetos de estos tapices, y algunos otros que
se hallan en el palacio del monasterio de San Loren-
zo, están colocados en las salas altas del Museo del
Prado.
Norte y su grandiosa bóveda esta pintada
por Eugenio Caxés. Entre la variedad
de adornos relevados de estuco, pintados
unos y dorados otros, así como todo el
cornisamento, con la escocia que corría
por sus cuatro lados, fórmanse recua-
dros y medallones, consagrados exclusi-
vamente á la representación de los prin-
cipales pasajes de la vida del casto José*
La sala cuarenta y ocho, cuyo frente
da á la fachada de Oeste, que es donde
se encuentra la puerta principal, de or-
namento plateresco muy sencillo , prime-
ra que tuvo el palacio, se halla decorada
con el mismo gusto que la anterior, y fué
pintada por Vicente Carducci, que repre-
sentó una cacería de venados en un
ameno y frondoso país. En el cielo, apa-
rece la Aurora guiando su carro, tirado
por tres caballos, y esparciendo flores
por el campo. Esta bóveda se halla divi-
dida por doce lunetos , en cuyo centro
vense países alusivos á los meses del
año.
Adornan la bóveda de esta sala varios
episodios de la vida de Ester, encerrados
en recuadros guarnecidos de adornos
de estuco, pintados y con toques de oro,
y en las enjutas se ven matronas simboli-
zando virtudes: contiene como la anterior
doce lunetos, sobre los cuales se ven los
signos del Zodíaco.
La sala cincuenta y cuatro se halla
situada en la torre que mira á Ponien-
te y Mediodía, y su bóveda conserva
como muestra de las antiguas techumbres
que decoraban la regia estancia, una re-
liquia gloriosa del afamado pincel de
Gaspar 'Becerra, que tantas pruebas dejó
de su talento en este real sitio.
Episodios de las fábulas de Andróme-
da, Medusa, Danae y Perseo, son los
asuntos que decoran la bóveda, agrupa-
dos con exquisito gusto, y realzados por
figuras alegóricas talladas en madera y
doradas, que desgraciadamente han su-
frido no muy acertadas reformas en épo-
ca no muy lejana.
Vicente Poleró.
1.291. Establecimiento tipográfico de Agustín Avrial,
San Bernardo, 92.
BOLKTIN
DE LA
llflli ¥ P^
I U
DIRECTO R :
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
ANO III
MadPid 1." de Octabpe de LS05
NUM. 32
EXCURSIONES
Los túmulos de Canillas del Serrano.
lo por virtud, sino por vicio,
como diría el otro, por mis afi-
^i^ ciones á la Arqueología , antes
de honrarme con pertenecer á la Socie-
dad Española de Excursiones perte-
necí á la sevillana (de la que fui uno
de sus once fundadores), y, bajo la di-
rección del sabio catedrático D. Ma-
nuel Sales y Ferré, no dejé de tomar
parte en cuantas exploraciones se em-
prendieron, realizando otras muchas
por mí solo.
Si no siempre , algunas veces vi co-
ronados por el éxito mis asiduos y pe-
nosísimos trabajos ; pero de todos los
pequeños descubrimientos hechos du
rante mi estancia en la región andalu-
za, ninguno fué tan pregonado como el
que menos fatigas me costó y en el que
tuve por compañero á mi buen amigo
D. Feliciano Candau y Pizarro.
Me refiero á los túmulos de la dehe-
sa de Canillas del Serrano, denuncia-
dos por nosotros el 7 de Noviembre de
1890, y de los que casi al otro día da-
ban cuenta en la siguiente forma los
Anales de la Sociedad Española de His-
toria Natural (tomo XIX, pliego 3,
pág. 33), en el extracto de las últimas
sesiones:
"El Sr. Calderón envió esta nota.
„En una excursión emprendida á la
dehesa de Canillas, término de Guille-
na, los Sres. D. Feliciano Candau y
Pizarro y D. José Cáscales y Muñoz,
han descubierto recientemente un im-
portante túmulo prehistórico que, se-
gún la noticia de estos exploradores,
representa la transición de los primi-
tivos dólmenes de la edad neolítica á
los túmulos de corredor de la época del
bronce. El plano de la construcción
forma un trapecio de 7,15 metros de
de altura , cuyas bases paralelas tienen
respectivamente 1,43 y 0,83 metros de
longitud; los lados paralelos están
construidos por enormes piedras , no
talladas, de l,2v5 metros de altura me
día que, colocados verticalmente, sin
cemento de ninguna clase, sostienen el
considerable peso de otros monolitos
largos que, puestos horizontalmente,
forman la techumbre.
„Hay en este curioso monumento
una parte ensanchada, que serviría de
cámara funeraria, en la que se deposi-
taría el cadáver sentado ó acurrucado;
19
150
BOLETIX
modo de enterramiento distinto del
usado más tarde en las épocas del
bronce ó del hierro. No se han hallado
objetos en este túmulo, que sin duda ha
debido ser profanado ; pues el nombre
de Puerto de los entierros que tiene el
sitio, indica que de antiguo son conoci-
dos en el país estos monumentos, se-
gún ocurre de ordinario en análogos
casos. „
La Crónica Científica de Barcelona,
en su número 313, la Reviie Archéolo-
gique de París en su tomo XVI, pági-
na 287, y otros muchos periódicos y
revistas extendieron la noticia con pas-
mosa celeridad; no faltando quien al
darla hiciese alarde de su erudición,
cual lo demuestran estos párrafos que
copio de El Posihilista de Sevilla, nú-
mero del 14 de Noviembre de aquel
mismo año:
"Los progresos que en estos últimos
años ha alcanzado la prehistoria son
patentísimos, y á ninguna persona me-
dianamente instruida se oculta la mar-
cha lenta, pero segura, de la ciencia
que trata de reconstruir, en lo posible,
la historia primitiva del hombre á tra-
vés de la dilatada época en que se ca-
rece de todo testimonio y no se cuenta
con otra ayuda que la prestada por la
Geología, la Antropología, la Arqueo-
logía y la Paleontología; ciencias cuyo
auxilio, si bien no deja de ser bastante
poderoso, es, sin embargo , deficiente
„Hoy hay que añadir nuevos mate-
riales, que aumentarán seguramente el
caudal de datos con que actualmente
cuenta la prehistoria, para establecer
sus admirables conclusiones. El hom-
bre, cuya aparición data, de una mane
ra cierta, del comienzo de la época cua-
ternaria, no obstante encontrarse hue
Has de su presencia en la época tercia-
ría, á partir del período eoceno, no se
ocupó en sepultar á sus cadáveres has-
ta los comienzos del período neolítico.
Desde la época en que el hombre pu-
limenta la piedra sin abandonar por
completo la talla y en la que la raza de
Furfooz emigra del Oriente al Occiden-
te, donde se cruza con los restos deca-
dentes de su antecesora la raza de Cro-
Magnón; desde ésta época, repetimos,
aparecen por vez primera los lugares
de sepultura tales como los dólmenes,
túmulos, crom'lechs y menhires; las
sepulturas de gigantes de Cerdeña, los
chulpas del Perú y los motinás de la
América del Norte.
„A la segunda de estas diferentes
clases de sepultura , á los túmulos, se
refiere el descubrimiento recientemen-
te realizado en la dehesa de Canillas,
por los Sres. Cáscales y Candan, discí-
pulos del ilustre profesor de Historia
Universal de esta Universidad, Sr. Sa-
les y Ferré,
„ Guiados por el nombre de Puerto
de los entierros con que es conocida
una parte de aquellas tierras, y por
la forma característica de algunos
montículos que en este sitio se levan-
tan, hicieron cavar en uno de ellos,
consiguiendo que la realidad respon-
diese á lo imaginado.
En este monumento , único en su
clase que sepamos existe en Andalu-
cía, la parte ancha hacía el oficio de
cámara funeraria, en la que se coloca-
ba el cadáver
«
Reproducidas las anteriores líneas,
que me economizan describir la natu-
raleza y el actual estado del megalítico
monumento, daré á conocer con más
detalles cómo y por qué se descubrió el
citado túmulo, al que rodean otros mu-
chos de su clase, y una extensa necró-
polis romana; habiéndome movido á
tratar esta cuestión la lectura de dos
libros impresos hace muy poco (ambos
con el título de Prehistoria de la pro-
vincia de Sevilla, y escritos por mi
compañero el Sr. Candan y el laborio-
so D. Carlos Cañal), donde he visto
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
nuevamente citados los enterramientos
prehistóricos de Canillas.
* *
Aún no había obtenido ni el grado
de Bachiller, é ignoraba por entonces
hasta el nombre de las ciencias arqueo-
lógicas, cuando estando un día de caza
en la ya dicha finca de mi padre, me
senté á descansar, acompañado de uno
de los guardas, sobre unos enormes pe-
druscos que, colocados horizontalmen
te encima de otros verticales, consti-
tuían una especie de albañal.
Como llamara mi atención la forma
de aquellos monolitos, satisfizo mi cu-
riosidad el campesino diciéndome que
eran parte de un entierro de los moros^
semejante al cual podía enseñarme
otros muchos de los que extraían fre-
cuentemente piedras de yesca y esque-
letos muy grandes.
Me di por satisfecho con tan sencilla
explicación y no volví á pensar en tan,
para mí, originales sepulcros, hasta
que siendo alumno de la Universidad de
Sevilla hice una excursión á los dól
menes de Castilleja de Guzmán , en
compañía de D. Manuel Sales y de
otros estudiantes, quienes, como yo,
cursaban la Historia.
Aunque de época y carácter distin-
tos á las construcciones de Canillas del
Serrano, la vista de aquellos dólmenes
me sugirió la idea de que las sepultu-
ras de que tan poco caso había hecho
siendo niño, debieran ser prehistóri
cas, y no del pueblo árabe.
Hice un esfuerzo para recordarlas
bien, y las describí á los demás excur-
sionistas, quienes convinieron en dar-
me la razón, animándome á que visita-
ra otra vez aquellos sitios y les traje-
se datos más concretos, para secundar-
me ellos si la cosa lo merecía.
Ofrecí complacerlos en la primera
ocasión que mis ocupaciones de esco-
lar lo permitiesen; y aunque por va-
rios motivos no pudo ser tan pronto
151
como todos deseábamos, algún tiempo
después de licenciado, no habiendo
echado en olvido mi palabra, invité
para la empresa al Sr. Candau y Piza-
rro, y con tan selecto acompañante
marché á Canillas en Noviembre de
1890.
De dos medios disponíamos para
realizar la expedición: hacerla toda á
caballo, pasando por Guillena, ó to-
mar la diligencia hasta las Ventas de
la Pajanosa y desde aquí dirigirnos en
caballería á la dehesa, distante unos
seis kilómetros.
Optamos por este último, y á las ocho
de la mañana del día 6, salimos de
Sevilla en tan molesto coche, llegando
á las famosas ventas á la una de la
tarde.
Antes de emprender la segunda jor-
nada creímos oportuno reparar las
fuerzas, y en demanda de alimento
nos encaminamos á uno de los meso-
nes. Al preguntar á la posadera por
los comestibles de la casa , nos contes-
tó, como suelen hacerlo todas las pa-
tronas de su clase , " que ella tenía de
todo y podíamos pedir cuanto quisiéra-
mos. „ Sin embargo, resultó que no tenía
de nada; mas al fin compró unos pollos
que, aderezados con arroz, nos supie-
ron á gloria, merced á nuestro apetito;
y, satisfecho éste, reanudamos el viaje.
Mal lo habíamos pasado hasta allí,
oprimidos como sardinas en banasta,
y martirizados por el zarandeo del ve-
hículo; pero desde la carretera á la fin-
ca no lo pasamos mejor, subiendo y
bajando empinadas cuestas, marchan
do siempre por estrechísimas veredas,
al lado de las cuales se abrían profun
dos precipicios, en los que mi compa
ñero, menos avezado que yo á tales pe •
ligros, creía caer á cada instante, y re-
cibiendo, por añadidura, las expresi-
vas caricias del monte que á veces azo-
taba nuestros rostros.
Por todos estos inconvenientes an
dábamos tan despacio, que cuando lle^
152
boletín
gamos á la casa de Canillas no era
hora de ir á ver los túmulos, sino de
cenar y acostarse, hasta que Febo vol-
viera á iluminarnos.
Apenas amanecía cuando, seguidos
por varios obreros, provistos de aza-
dones y piquetas, nos dirigíamos impa-
cientes al Puerto de los entierros.
Para llegar al anhelado Puerto, que
se encuentra á media legua de la casa ,
necesitábamos cruzar un ancho valle,
cubierto de los fragmentos de roca
(convertidos en cantos rodados) y de
la tierfa y malezas que las lluvias, de
muchos siglos quizá, habían ido arras-
trando de las montañas laterales , for-
mando uti vasto depósito, con todo el
aspecto de los terrenos de aluvión.
Mientras yo caminaba silencioso,
tratando de reconstruir en mi cerebro
la sepultura que íbamos á ver, mi
amigo, ante el carácter de aquel suelo,
me suponía equivocado y, acusándome
de iluso, se mostraba arrepentido de
haber hecho tan incómodo viaje para
encontrarse tal vez con alguna cone-
jera. Cuando mayor era su disgusto
distinguí sobre la falda de una cuesta
el montículo artificial que, interrum-
piendo la pendiente de aquélla, se des-
tacaba á lo lejos, indicando el lugar
que perseguíamos, hacia el que llamé
en seguida la atención de Feliciano
Verlo éste, lanzar una exclamación
de alegría, y echar á correr hacia el
pequeño monte, fué todo obra de un
momento.
Una vez sobre el curioso túmulo, hi-
cimos arrancar las espesas matas de
cascajo y jara que lo cubrían por com-
pleto y se procedió á sacar la tierra
que cegaba al corredor y á la rotonda.
Después tomamos las medidas que ya
conoce el lector, y, animados con aquel
primer hallazgo , reconocimos minucio
sámente todo el término , practicando
exploraciones que no resultaron in-
fructuosas.
Existe en aquellos campos una ver-
dadera población de túmulos que se
destacan á la simple vista, no ya del
arqueólogo, sino de persona más in-
competente, á quien por lo menos ha de
sorprender la presencia de tantos mon-
tones de tierra colocados en las ver-
tientes y en las cúspides de los cerros.
Muchos de ellos han sido registrados,
y otros, como ocurre con uno del
"Barranco de los junciales„ muestran
hundidos la cámara y el corredor, re-
velándose su plano en la depresión del
suelo; pero los más permanecen in-
tactos, y es de suponer que si se ex-
ploraran discretamente, aportarían
gran número de osamentas humanas
y objetos de la manufactura primitiva.
Al lado de estos túmulos, aunque
abundando más que en Canillas en la
inmediata dehesa del Campillo (pro-
piedad de D. Andrés Parladé), se des-
cubren á cada paso otros sepulcros de
forma cuadrangular, tan toscamente
fabricados, que, al ver uno que se ha-
llaba descubierto, lo supusimos al
pronto obra de los trogloditas. Mas no
tardó en desvanecerse tal creencia
así que hicimos excavar en otro seme-
jante, en cuyo interior aparecieron,
mezclados con ceniza, varios huesos
carbonizados y diferentes piezas de
cerámica romana.
J. Cáscales y Muñoz.
i-=oijaJO»30oar— M
SECCIÓi^ DE CIENCIAS HISTÓRICAS
LA ESTACIÓN PREHISTÓRICA DE SEGÓRRIGA
(Contintiación.)
III
Residuos alimenticios.
i\f consecuencia de un aconteci-
I5 miento cuya naturaleza me pa-
rece imposible determinar con
precisión, fué la cueva, mucho antes
de amanecer los tiempos históricos,
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
153
trastornada y vuelta de arriba abajo.
Los hombres que en ella habían esta
blecido su morada ó encontrado un re-
fugio, perecieron víctimas de una im-
prevista catástrofe. Me parece inútil
detenerme en discutir las hipótesis que
un atento examen ha despertado, y ten-
go por mejor y más científico pregun-
tar al mismo suelo de la caverna lo
cierto que nos pueda revelar por lo
que toca á las generaciones que lo han
pisado y no poner el pie en el terreno
de las conjeturas. En las diversas ca-
pas de tierra del dicho suelo conviene
buscar, como en las hojas de un libro,
la historia de esas edades tan lejanas.
Hállase el piso primitivo de la cueva
cubierto con varias capas de tierra y
residuos sobrepuestos unos á otros, y
cuyo número variable en las distintas
salas, es generalmente tanto mayor
cuanto menor es el declive, 5'- llega en
algunos puntos hasta doce. En todas
hemos observado restos de cerámica,
pedazos de carbón , huesos humanos y
de animales, armas, instrumentos, ob-
jetos de diferentes formas y usos, de los
cuales unos parecen haber servido de
adorno á los trogloditas, y otros á al-
gún culto religioso.
Todos estos restos se presentan sin
orden á la vista del explorador, de tal
suerte, que sólo con gran temeridad
podría tomarse su diversa posición en
las estratas, como base de una distin
ta época y civilización: por esta razón,
sin preocuparme más de lo que con •
viene del lugar en que los encontré, los
daré á conocer sucesivamente.
La estrata inferior está generalmen
te formada con tierra rojiza proceden-
te del mismo piso de la gruta ; á dicha
estrata se sobrepone en muchos puntos
otra capa de ceniza de color gris ó
blancuzco, en la cual es bastante fre-
cuente el encontrar pedazos de carbón
medio quemado , y aun de leña respe-
tada por las llamas. Algunas veces es
tan abundante el carbón que llega á
formar un lecho del todo distinto, en
el que aparecen montoncitos de fosfa-
to de cal, residuo de la combustión de
los huesos; lo mismo se ha notado en la
cueva de Gourdon visitada por Mon-
sieur Piette.
Parece que la carne formaba la parte
principal de la alimentación de nues-
tros trogloditas; así fué en muchas re-
giones, como lo observa el Sr. Mar-
qués de Nadaillac en su hermoso libro
McEiirs et moHitments des peuples pré-
historiques. Los restos de venado y
animales domésticos que abundan alre-
dedor de los hogares son una prueba
de dicha opinión. Entre ellos he podi-
do clasificar huesos de ciervos , corzos,
cabras, carneros, bueyes, caballos y
cerdos, unos medio tostados y otros
que parecen haber sido descarnados
sin pasar por el fuego.
Los huesos largos están partidos á
veces de una apófisis á otra, y aun di-
vididos y quebrantados en un sinnú
mero de fragmentos.
Sólo encontramos dos cráneos ente-
ros, uno de perro y otro de carnero;
parecen los demás haber sido abiertos
para extraer los sesos.
Con algún interés puédese notar que
los huesos de animales completamente
desarrollados, no se encuentran tan á
menudo como los de individuos de me-
nor edad, sin duda porque estos podían
procurárselos con más facilidad, bien
con lazos ú otros útiles de caza; pero
siendo de notar que no sólo con el ve-
nado, sino también con los animales
domésticos se observa lo mismo.
También se han recogido huesos de
aves, pero en menor cantidad que de
mamíferos; puedo señalar el cisne, el
tetras, el pato silvestre, y la avutarda.
Mezclados con estos huesos, quebra-
dos y tostados del mismo modo, yacían
entre los residuos de los hogares res-
tos humanos, lo que indica que los pri-
meros moradores de la península fue-
ron antropófagos.
154
boletín
La tesis del canibalismo en España
merece detenido examen y no la puedo
tratar en esta breve reseña. Mr. Car-
tailhac y otros antropólogos han rehu-
sado con bastante ligereza- aceptar las
conclusiones que presentaban varios
exploradores españoles, portugueses
y franceses, conclusiones fundadas en
serios y auténticos descubrimientos.
Además de la carne de los animales
y del hombre, se alimentaban los tro-
gloditas con otras substancias en cuya
enumeración nadie se extrañará encon-
trar trigo, almendras, bellotas y ceba-
da, cuyos restos ó cascaras conserva-
das por el fuego y encontradas en dos
ó tres salas de la caverna no nos dejan
la menor duda de que hayan sido utili-
zados dichos alimentos en los primiti-
vos tiempo de nuestras civilizaciones.
Dos moluscos, el Mytüiis edulis, L.
y el Bulimiis decollatus, L. aparecen
también de vez en cuando en las estra-
tas que se aproximan á la entrada.
P. Eduardo Capelle.
ESCRITURAS MOZÁRABES TOLEDANAS
(CoatinltuCiÓll.)
XXIX
Cesión hecha por D. Hátim b. Hátim y
su hermana Doña María en favor del muy
ilustre D. Juan, Sactistán de la catedral de
Santa María de Toledo, y como represen-
tante de esta iglesia, de toda la tierra blan-
ca, sita en el pago de Alcardete, que perte-
neció á Doña María, tía de los donantes,
quien la había adquirido de su marido Do-
mingo b. Yahya b. Barbír. ^i'L-v .^J) J^il
^^r^ J ••• ky '^-^-^ ^"-^^ ^'-'l^^. ^)J^
c'
^^■' 'r
,i.:> UJL¿ ^3 ir
vJ ¿wav.
^.. ^r. ^- - ^-,-^,. Linda
dicha tieria: al E., con tierra blanca de los
herederos de Sancho b. Bezetix? ,.' ¿.s^-^)
( l^jtjlj; al O., ídem de Pelayo Pethresde
Fromista (üxiu-^y :> (^^■5=Lj ^I^j); al S.,
con la hoya ú hondonada, en la cual está
el prado (^ jj\ ^^,^ cr^\ 'í^^^), y al N.,
con la tierra de Juan b. Barbír ,,Uj ¡J^j\)
Hacen esta donación los citados Hátim y
María cumpliendo una disposición testa-
mentaria de la dicha Doña María, su tía, y
para sufragios por su alma.
Fecha en Febrero {y ,^.9) de la Era 1208.
Firman como testigos: Juan b. Pedro
(í^Ja/;j yj y¿.3lj,j), Domingo b. Esléfano b.
Aixón ( .)j^^' j.y' (.)3L;;ál ,j á.ji;^0_a), Ma-
teo b. Esteban Al-Karman? yjLxi;,! ,j L¿»_j)
(¿ _,L.í^,JiJi, Tomé b. Yahya b. Pelayo?...
XXX
Venta que otorga Doña Sacrata Colomba',
hija de Obaidalah y esposa que fué de Pe-
dro el Zapatero, á favor de Domingo b. Ja-
laf, de toda la parte de tierra que poseía en
la alquería de Olías la Grande... ^j;j.x¿-')
^^
u:
, _.. ^..1 .1)1
(^ j.Aj| , ►"^^Jj! Íj yi L^^^cv, por precio
de 15 mizcales de oro alhayesí.
Fecha en Junio (¿■~-'y) de la Era 1208.
Aparecen como testigos: Esteban b. Is-
mail (J,;ji.j^^) y) ^¡v-j^]), Domingo b. Mar-
tín (... f^y ^ i.iÍÁ'=J>j), Lázaro b. Alí
( ^ y »ijb5_.), Juan Domínguez 2 •ji?-'j)
(^^x^^ y Domingo b. Xaluth... ^) ¿JÍÁ/>Jj)
(%U 3.
Y en carácter latino: dominco sabastati.
1 Sacrata Colomba, en significación del Es-
píritu Sirnto, era nombre conocido entre los
Mozárabes toledanos, según me advierte el se-
ñor Simonet.
2 De éste y los dos anteriores se dice: Se
escribió por ellos á su ruego y en su presen -
cia {i.'iy£¡sr^,j Jfy^i ^^ ^ ^^j).
3 Pergamino muy malirado y borroso.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
155
XXXI
Venta de una casa sita en el distrito de San-
ta María la Mayor, en el interior de la ciu-
dad de Toledo ifA-LiJ! i^^srJ ...jUJ! fL^^s^)
(... ük.ljr iL<j^ J-¿<b Cí^*^í '^^ y ^^-^-^
y lindante: al E., con casa de Pedro Jalil
(JJaw í^ls^'); al O., con la calle que baja
al Pozo Amargo ^ J\ laA^-M ^' f^-'')
(\y^j\ ^-J|; al S., con la casa de Juan Do-
mínguez ( v-ii;^3 .\Uj), y otra de los here-
deros del Bernithí ( ^laJ^Jl ¿Jjj' lí-i), y al
N., con un callejón al cual da la puerta de
la algorfa ¿^--^fj 'Jib (Jils; .^ ¿,^A\ 3^)
.(jjfj.j\ SL..^J! IJJS ^yA lÍj¿ ^.J ''" J^t
Otorga esta venta Doña María, hija de
D. Martín Albernithí, en presencia y con el
consentimiento de su esposo D. Martín Gar-
cía (i;.-~j¿ K^y -^j-^)' á favor del canónigo
D. Jordán [^ •^í^xsü\ .,f^»=s. ,., .^), por pre-
ció de 160 mizcales de oro alfonsí.
Fecha en Enero ( t^') de la Era 1210.
Suscripciones: Alíb. Said? b. Gania <..U)
{'¿.^Xi ,.^
U
1^, Pedro b. Domingo Alber-
Precio de la venta, 12 mizcales de oro al-
bayest.
Fecha en la segunda decena de Junio
(... hJiy jH^io ^^A is__,^ jL%]\ ^J) de la Era
1210.
Figuran entre las suscripciones: Lázaro b.
Rebiab. Wazlan?( .,^J^ ^ ^¡ ^ y¡ ¡Sj^),
Esteban b. Ismail testigo ^.i ^jL_x_¿,!j)
(Jjdi;, J*».,f~'!, Domingo b. Xaluth ¿-iú/»Jj)
(Ja-Lx. ^j, los cuales testifican sobre lo con-
tenido en el documento (^J--' íjA^I).
Y en carácter latino: tego gonzalbo petriz
testis, petrus iulian testis».
XXXIII
Venta que otorga D. Gonzalbo, hijo de
Miguel b. abí-1-Hasán b. Al- Bago .,jJ)
[i.^
&' lt-^' ^'.^ ij'- ^^^"V C'- ^■
\.^x¿.
nithí ( ^kj^Jí a^^-^ ^^js^Lj^), Nicolaus el ^ favor de D. Servando b. Tami J^^j^ jji)
presbíí¡ro?' (¿ ^¡Ó\ ^..^ii^a^ Julián Martí- ^^'^ &■' ^^ '^ "^'^"^ ^"^ ^^ pertenece de
nez (, ><^xJf.' .,Llj), Xalmón b. Alí b. Waid
\o ^. ,,,yi.)
Y en carácter latino: «micael iben heza
azafar, paulus ioannes testis».
una viña sita en Olías, y cuya segunda mitad
es propiedad de Doña María, hermana del
vendedor y esposa del comprador. Linda al
E. , con un camino; al O. , con viña de Pedro
Domingo b. Al-Fullús ' ^,¡ iiL^^^Ja^J ^y)
XXXII
(jy^JJí)\\ al S., un plantío de viña de Jor-
dán { .■^\:¡j^ *^ Lj-'f^' y al N., la viña de
Venta que otorgan los hermanos Bahlul yahya el alfarero (.Uri^l ^^^t ./).
y Pedro, hijos de Julián el herrero, á favor r^ • j , . -^..i . j
de D. Domingo b. Jálaf, de la parte de tie-
rra que poseen en Olías la Grande, parte que
adquirieron por herencia de su abuelo Jair
b. Rachel? y que tiene de cabida lo que se
calcula labor de un par ó yunta de bueyes
ó vacas ^ i^U. ^ iilL-O .,_«:> ^j^\)
i^l
^^
\Ú\ ,LL
^ijii
J^
u
• rf
^^'
I Citado por el Sr. Gamero (Cigarrales,
pág. 109, nota) Este célebre pozo ha dado
nombre á una calle, según puede verse en el
plano que acompaña á la Guia del Sr. Vizcon-
de de Palazuelos.
Precio de la venta: 15 mizcales de oro
alfonsí.
Fecha en Junio (¿^j^j) de la Era 121 1.
Suscripciones: Abdelmelic b tes-
tigo y escribieron por él por su orden y en
su presencia J.»L¿. ¿(.»j¿' ^\ dil^'t -^-c^j)
(¿.j\.^ai.j íjAj ¿.;.c. ^,.^'Sj. Yo Gonzalbo,
hijo de Miguel b. abí-1-Hasán b. Al-Ba90,
otorgo la venta ^^i J^^ /-rf >Ji^^ ul)
I Del latino puUus, pollo, según adverten-
cia del Sr. Simonet.
156
boletín
'£=
J] ^Z^..^.*] i-^^LJl _J .1**^^
Fernando b. Miguel b. abí-1-Hasán b. Al-
•♦: u
tL
U'
.i í_\a3J.)
Y en carácter latino: «muniu micael tes-
tis^ giiter pedrex».
XXXÍV
Venta del tercio de una viña
í...^--'!
L}-'
j^M)
sita
XXXV
Venta de un mesón { , a.s>sj| ;í.*^=.) sito
en el distrito de Alcudia, cerca de las tien-
das, en el interior de Toledo ÍjJ.-01 l-ysr^)
y cuyos lindes son: por levante, casa que
fué de Doña Mayore, hija de Abdelmelic, y
que ahora se halla convertida en mesón...
( ^Jsr■■^^•, por poniente, mesón que perteneció
á Albaro y que es ahora de los peregrinos (?)
U<^ J^J^i ^j^^ J-^ ^)J---); ni 5., el
camino (calle?) al cual dan las dos puertas
de este mesón en venta v^il^Jf ^^ ¡ij ^JaJl)
(... ^,^-.M ! J.^) .(**) ^„.b ^j^- J\j,y
al N., casa de Pedro, el comerciante al por
menor (^llJ! í.LJ ,b).
Otorga esta venta Doña María Domín-
guez, la que fué esposa de Domingo Joan-
2.*„cv siua en Torres f, '¿^-^h Iaus-^),
cuyos límites son: al E.. otra viña que fué
de Aben Bahlul (JjU,> ^y¡)^ jií .<\ al
O., otra Ídem de Raimundo Crespo X'^^i .);
(i^fi al S.', un camino (jJ.JL^. ^^ p ^Íj), y
al N., el río Tajo (i.^^l-'' ».^3) i.
Intervienen: como comprador Yahj^a b.
Gálib (>^^^-''-¿ ^r: crr^)' Y como vendedor
Pedro Peláez (, >^¡^> ív^'-O, ascendiendo
la cuantía del precio á nueve mizcales, de
los cuales se entregaron cinco en el acto del
otorgamiento, debiendo satisfacer los cuatro
restantes en la fiesta de San Juan más pro- nis y lo es actualmente de Juan (?) ^ .,Lj)
xima á la fecha en que se otorgó la presente
escritura ¿.-.sLJ! J.jL¿o 'ix¡ j¡( ^ 2<^¿^a «)
.(J 1^,3 jj ^-LCJl
Fecha en Febrero (j-J^c-J) de la Era 1212.
Hay además un testimonio fechado en
Septiembre del mismo año, por el cual Juan
Miguélez, albacea testamentario de Pedro
Peláez ^LÁjt ^L ^^yi ^JL£. .,L0
(^Tí . ^j^"-:^ ^^-, confiesa que se han re-
cibido los cuatro mizcales á que se alude
anteriormente.
Entre las suscripciones aparecen las de
c-
(ijSs — el cual asistió al acto y manifestó
su consentimiento, — á favor de D. Jordán,
canónigo de Santa María la Mayor de Tole-
do ¿1j j.' i^^-^- í^-clh
•;^jxs}\ ^!^_^:>
^
o
^)
( p^iaJ^, importando el precio 35 mizcales
de oro alíonsí.
Fecha en Marzo de la Era 1212.
Entregó el comprador á la vendedora, en
el acto del otorgamiento, la citada cantidad,
y recibió de ella tres escrituras en confirma-
ción de su dominio sobre la finca objeto del
contrato 2.
Parece leerse j^»^
iÜl
Xalmón b. Alí b. Waid Jo .,.« ,., -_k)
{•'■■r-Pj fji_, Maslema b. Abdela/iz? ¿-^1— *)
Y en caracteres latinos: «andreas presbi-
ter testis, román micael testis».
' Véase supra núm. XXVI II.
(**) En vez de _,Ijlj, según uso muyfre-
cuente en estas escrituras.
1 Dudosa la primera letra (que podrá ser i
ó 9), y careciendo de vocales en absoluto, no
nos atievemos á transcribir este apellido.
2 En el reverso aparece escrito con letra tal
vez contemporánea del documento: «hec est
carta de mesonibus Jordani in alcudia», y más
abajo, de letra más moderna: mesones.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
157
Firman, entre otros: Servando b. Pethro
{...yAi .^ ^vj^i.), Xalmón b. Alíb. Waid
(-^J C^f ^ C^ Jj>c^). Felis b. Yoa-
nes b. Alí b. Waid ^j ij-"^tí-' í-rí r, « ^)
Y en carácter latino: «andreas Johannis
testis, petrus diachonus testis (?), sancti mi-
caelis, petrus ecclesie sancti micaelis diaco-
ñus testis».
XXXVI
Escritura i por la cual Pedro Cauxa em-
peña en poder de Justa, la que fué esposa de
Suleimán Al-Marur, todo el mesón que po-
see en el distrito de la catedral, en el sitio
conocido por Alcudia, en el interior de To-
ledo O^jt-5' "'t 'i^t.¡ J>.Xí ii^5 Sfla^ .!bj)
(... ilkaJs. Linda dicho mesón con otros
dos, uno del que empeña y otro que fué de
su hermano Sancho, y que pertenece ahora
á la catedral, sin que sea necesario puntua-
lizar más sus linderos á causa de su notorio-
dad ^j^J Uí ^f-^J' jj^,J\ j^j)
Empeñóse en siete mizcales de oro alfon-
sí, de buena acuñación, pesados en la zeca ó
casa de moneda
(¿>;l\-
,a3L/1^ ¿.X-S.VV
i)
La que exigió la prenda (la prestamista)
entregó la citada cantidad de oro al que dio
dicha prenda, el cual la tomó de ella, y
quedó en su poder y en su dominio y á su
I Por ser éste uno de los documentos cuya
lectura nos ha costado mayores esfuerzos y
ejercitado más nuestra paciencia, daremos en
gran parle su texto árabe, allanando así el ca-
mino á los arabistas que quieran consultarle:
así podrá rectificarse también si hemos incu-
rrido en algún error al interpretarle.
disposición y responsabilidad, por lo cual
púsola en posesión de la finca empeñada,
para que pudiera percibir el alquiler y apro-
vecharse de ella en cambio de la utilidad
que él reportaba del referido oro, durante un
año, que empezaría en el mes de la fecha de
esta escritura ijj^X^j] ¿Us^Xw.^J! .j:.^^^)
,a.-^A
i.__^2>3JLj i.£.L¿XJ) , w« L:5aC iJ ftJSjJt 51 H
c
^^5^
Jjl
\
w9j
Jt
Al expirar este plazo convenido entre am-
bos, él pagará á ella la indicada suma de
oro, devolviéndose á él la dicha prenda
Us,)-
^X
)\ ^^^\
Jl
Se posesionó la prestamista de la casa em-
peñada con las condiciones indicadas, des-
pués de enterarse ambos contratantes, y en
virtud de esta pignoración y del convenio mu-
tuo, y según la ley de los cristianos en seme-
jantes contratos ^ ^y^^^\ ^^*y\ \J- ^JL^y^)
J! .]=
"^j-i
j^r^-
^U,x.^j! 13. ,
L,
Js,
>^j^
Y manifestó el que daba laexpresada pren
da que él tomaba en arriendo el mesón de la
dicha pignoración por cinco mizcales de oro
durante el tiempo indicado, y que se obliga-
ba á pagar á la citada Justa al fin del año,
con el favor del Dios excelso, el oro de la
citada pignoración (del préstamo) y además
los cinco mizcales del arriendo , ^j.^íU)
c-
/Jjl
iJ^
)\
U'
L^J5 JjL;
Declara asimismo la prestamista que el
30
158
boletín
dinero del préstamo y del alquiler pertene-
cen á sus hijos Juan, Lázaro y Domingo por
la parte que les correspondía del precio de
una casa que vendió en el distrito de la
Puerta de Hierro, y así se obliga el pigno-
rante con todos sus bienes... v^_3J>— Jj)
Y si ocurriera la muerte de éste antes de
solventar su deuda, que pueda cobrar la ci-
tada Justa de los bienes que aquél dejare,
con preferencia á todos los demás (aeree -
dores), sin que se la oponga obstáculo en
esto por ninguno de los herederos .,L)
Fecha en i.° de Mayo, Era de 1213.
Suscripciones: Ornar b. abí-1-Farach
(-.jáJ! ^\ ,.y^ j^j). Suleimán b. Hayún?
quien en unión de aquéllos pertenecía la ca-
sa vendida; y como comprador el Presbíte-
ro D. Jordán, adscrito al clero de la cate-
dral, en representación y con dinero de Don
Martín Garcés, mayordomo del Arcediano
D. Gonzalbo ... .j^«5).=i>- .)_;>5 lT^^^ ■Jrj''-^^)
SXi\
..i
.(
c^^ U
^7Í^""U )
Precio de la venta, 52 mizcales de oro al-
fonsí.
Se menciona el testimonio de Martín Gon-
zalbes, padre de los vendedores, aprobando
y ratificando el presente contrato celebrado
por sus dos mencionados hijos.
Fecha en Septiembre de la Era 12T3.
Suscripciones: Estéfano b. Abdalah Al-
hach (¿;^L¿! í-Ui J,^c ,y) ..liUá'), Xalmón
b. Alíb. Waid (^^c_. y} J.& yj .,j^láj).
Y en caracteres latinos: «Michael sub-
diaconus sancti nicholai testis, aluaro diez
testis».
XXXVIII
XXXVII
Venta de una casa sita en el arrabal de
Bab-Sncra (Puerta de la Sagra), en el distrito
de la iglesia de Santiago de Toledo ^J¡£t-} , ^]
(iXhAh, y con los lindes que se expresan á
continuación: al E., el camino ó vía públi-
ca al cual da la puerta uí\ , >U|_. ^^ ^' ^ü í)
(f" ^' ' ^^ ^' y ^•' ^^'^^ ^^^^ perteneciente
á Pedro Miguel y á su hermano Domingo
Rubio (i^) . . í1xa:> ^^^_; J^-^' 2f,l=-J ,':>),
y al N., la casa del Presbítero D. Guillen
Intervienen como vendedores los herma-
nos Pedro y Ximena, hijos de Martín Gon-
zalbes, los cuales otorgan dicha venta en
nombre propio y. en el de su citado padre, á
Acta de la demanda presentada por Mi-
guélez, hijo de Pedro (de) Zaragoza el escu-
dero (, f.!,:;! Ih^Sy^ ^t-^*'' i-\i ,vV'J.¿;;'=), en
nombre de su sobrina María, hija de su her-
mana Urraca ^y.^^ J^xj í.í y^ í::x: y^ yí)
{iS\j\, acerca de ciertos bienes que poseía
Pascuala, hija de Juan de Madrid iJuN^)
•> kS-"" <r.
O'-
.*^, por cuanto, en
concepto del Miguélez, pertenecían á su
sobrina.
Exigió el demandante que la citada Pas-
cuala renunciase á la posesión de las tres
cuartes partes de la casa que había sido em-
peñada en favor de su padre -r j=^^ W 3^^S^
ijyí^i! jIjJl (*) f-b j'^t "t¿^\ yJ' •-tIjA-j L^^
(*) Conste, de una vez para siempre, que
el artículo árabe se separa aquí con mucha
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
159
.X.J
^ ... JjJ',
jLr
Demandóla también por los esclavos que
se había apropiado su padre, y además por
los muebles, lo poco y lo mucho, etc., etc.,
LíjJL **Ád^! ,^jlJ U;í l^v» ^ik)
u-,.
ii\ ^.^hj^j/ii\
Interpusiéronse gentes que los invitaron á
una avenencia ^j\ «--j-jf-J .^^ l^x^)jAs:sr^ )
(... _^x^\, como así sucedió, comprome-
tiéndose la mencionada Pascuala á satisfa -
cer al demandante cinco mizcales deoroal-
fonsí, y renunciando éste á ulterior recla-
mación.
Fecha en Febrero ( y) ^J), Era de 12 14.
Suscripciones: Felis b. Guilielmi testigo
(j.sLi- X.\¿ y} W..J3), Yoanes b. Guiliel-
mi testigo J.í'--o «.l.J¿ ,J , r"j|y j), Julián
b. abú-1-Chadsil (Jjil ,j| ^,j .M^.j).
Munio Pethri de Suc-al-dawab (de Zoco-
dover) ■ >[«-'.'
Y en caracteres latinos: «dominicus petri
testis».
XXXIX
Acta de emancipación de un esclavo lla-
mado Domingo {i3.x^:¡) con su mujer y dos
hijos I, mediante pago de lómizcales, otor-
gada por D. Pedro Segura y su sobrino Don
Sancho? (as-^ ,«i. 5,Ja«.j 1 9-5).
Fecha en Julio, Era 1214.
Entre las suscripciones se leen las siguien-
tes: «Simón acolitus ecclesie sancti uincencii
testis, micael ecclesie sancti uincentii acoli-
tus, Petrus secura».
Y en caracteres árabes: Pithro b. abí-1
Agbag b... (... ^,j ^^"^l] ^\ ^,j ^/^f j).
frecuencia de las leyes que regulan su uso en
el árabe clásico.
I Por estar muy borroso el pergamino, no
hay completa seguridad en la lectura.
XL
Contiénense en este pergamino dos docu-
mentos:
I .° Venta de dos tercios i de yugada de
tietra laborable, sita en los octavos conoci-
dos con el nombre de Aben Badáh en el tér-
mino de Olías la Mayor, una de las alque-
rías de Toledo... T ^j "^J^ Sts^ c-^)
Otorga esta venta D. Gonzalbo b. Miguel
b. abú 1-Hasán b. Al-Baijo ii.S^xí ^j^^
favor de D. Domingo b. Jalaf ó.a.x^:> .>j>^)
(i^ p.¿. fj, por precio de nueve mizcales y
un tercio de oro alfonsí.
Fecha en Julio (i^ji) de la Era 1214.
Suscripciones: Suleimán b. Hasán?
(¿ y^^ yi .^JL,), Ornar b. abú-1-Farech
(_^i3l -j1 y) h^j), Domingo b. Xaluth
.(k.U ^y^ i.aj^:ij)
Y en carácter latino: «ego micael tizón
testis, anericus (Enricus ) dominici testis,
petrus dominici testis».
2.° Un testimonio otorgado por Munio
b. Miguel b. Abú-1 -Hasán b. Al Ba90* y
autorizado por Domingo b. Xaluth, por el
cual se declara que el otorgante vendió al
propio D. Domingo b. Jalaf parte de la mis-
ma finca.
Fecho en 15 Septiembre de la Era 1220.
Suscriben: Pedro b. Omar b. Gálib b.
Al-Kallás? j >._^Jl¿ y) ^.^-c ^} ij^^i)
( ^b5iü I , Pedro b. Domingo...? ^j ^^fj)
2 La palabra Jm parece tener la forma de
un dual con régimen, ¡^ por ,.y^\ sin em-
bargo, como en alguna ocasión creemos haber
encontrado los adjetivos partitivos con el ^
final, no tenemos por seguro que aquí se trate
de un dual.
I Hermano del anterior vendedori
.160
BOLETÍN
( ,|^x¿, is.xj>:>, Domingo b, Xaluth íí1a^:>_;)
(isJli- .j, y Ornar b. abú-1-Farach ^,j /r^^)
Francisco Pon?.
(Continuará.)
Ogjg^*
ÜM PÁGINA DE LA HISTORIA
DE LA GUERRA DE LA LVDEPENDENCIA
Entre los muchos hechos de armas
verificados en los principios de la gue-
rra de la Independencia, fué uno la de
fensa de El Escorial contra las tropas
francesas, que se llevó á cabo en la no-
che del 3 de Diciembre.de 1808. Como
quiera que los historiadores de aquella
gloriosa lucha no dieron noticia de la
acción á que hacemos referencia, cree-
mos no exento de interés el parte 'que
de ella dio desde Sevilla, en 26 de Ju-
nio de 1 809 , D . Francisco Carmona , jefe
que la dirigió, al Sr. D. Martín de Ca-
ray, que entonces y más adelante asu-
mió los cargos de individuo de la Junta
central gubernativa de España é In-
dias, Intendente de Extremadura, Mi-
nistro honorario del Consejo de Guerra
y primer Secretario general de la Junta.
El documento (1) es como sigue:
"Excmo Sr.: Debiendo dar parte á
V. E., en cumplimiento de mi obliga-
ción , de los sucesos ocurridos en el go-
bierno de mi cargo desde que por ha-
ber entrado los franceses segunda vez
en Madrid no lo he podido verificar,
ya por la absoluta falta de correspon-
11) Forma parte de la escogida colección de autó-
grafos, papeles y documentos de la pertenencia de
ntiestro consocio 3' amigo el Sr. Marqués de Casa-To-
rres, á cuya amabilidad se debe su publicación en
este Boletín.
dencia, y ya porque después que he es-
tado en libertad, no he podido tener
los datos suficientes para ello, lo eje-
cuto ahora, que con la reunión de mi
Ayudante, me he hecho con algunos
apuntes y noticias, que conservaba de
mi orden, por las cuales iré, en cuanto
pueda, cumpliendo con este deber, que-
dando sólo pendientes los asuntos que
son relativos á documentos y papeles
que no he podido traer, y que he dejado
guardados para en su día dar á V. E.
cuenta de lo que contienen.
"Bajo este supuesto y omitiendo ma-
nifestar á V. E. el pormenor de los
trabajos ocurridos en mi gobierno con
motivo de la inesperada llegada del ejér-
cito del general San Juan; con haber
de disponer al mismo tiempo de más
de 118 familias francesas de las domi-
ciliadas allí por orden de la Junta á la
ciudad de Plasencia ; con tener que
proporcionar víveres y otros auxilios
á dichas tropas, cuando el pueblo es
taba exhausto de recursos por la larga
permanencia de las francesas, españo-
las y últimamente las inglesas al mando
del general Hope, que hacía pocos días
se habían ido, y con otra infinidad de
asuntos, que ocurrieron y exactamente
se desempeñaron, como el del suminis-
tro de víveres á nuestro ejército, dando
todo aquel vecindario, no sólo sus co-
midas, sino cómo el Real Monasterio
hasta las provisiones con que se ha-
llaba, paso á exponer á V E. lo ocu
rrido posteriormente.
„Los habitantes del pueblo , lejos de
desanimarse viendo la salida del ejér-
cito; pasar por allí continuamente fa-
milias prófugas de Segovia, al señor
Obispo, monjas, clérigos, frailes y toda
clase de gentes de los pueblos inmedia-
tos, ni por saber con larga experien-
cia lo que eran las tropas francesas, se
me presentaron animosos, manifestan-
do sus deseos de resistir al enemigo en
cuanto alcanzasen sus fuerzas, y pi-
diéndome que los comandara.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
161
„Gon este motivo puse avanzadas de
ellos en los caminos de Guadarrama y
de Madrid, y el día 2 y 3 de Diciembre
anterior se pasó en el sitio y villa sin
novedad más que el cuidado continuo
que era consiguiente y recogiendo 3'
dando viveres, y encaminando al ejér-
cito los soldados dispersos que llega-
ban.
„A1 anochecer del mismo día 3 se
presentó D. José Manuel Sandoy , te-
niente de caballería de Voluntarios de
España, que habiendo estado de avan-
zada en una posición crítica, que no
le había permitido seguir el ejército á
su salida de Guadarrama , caminaba á
incorporarse con él.
No bien se había separado de mí este
oficial, para ir á alejarse con los 24 ca-
ballos que traía en su partida , cuando
Francisco Laviada, uno de los paisa-
nos apostados en el camino de Madrid,
se me presentó diciendo: que había de-
jado en el Caño de los Moros, camiíian-
do hacia el Sitio , de 50 á 60 dragones
franceses y que él se había venido por
trochas y atajos corriendo, por dar
parte.
„Persuadido de su proximidad, salí
inmediatamente á la plaza con el sub-
teniente D. Miguel Josef de Quevedo,
mi aj^udante, y reuniendo á los pocos
paisanos que había en ella, di orden
al alguacil mayor, y al alcaide de la
real cárcel, de que incontinenti fuesen
llamando á los vecinos que andaban
por las calles, á los soldados dispersos
que acababan de llegar y estaban en
las posadas , y al sargento y soldados
del corto destacamento de inválidos de
residencia en el Sitio , previniéndoles
los encaminaran á la Parada, adonde
yo me dirigía, y desde donde se les des-
tinaría oportunamente.
„En dicho sitio tuve por convenien-
te oir el parecer de mi ayudante y del
teniente Sandoy , y resolvimos salir al
encuentro de los enemigos; colocar los
soldados dispersos y los paisanos en
emboscada tras de la tapia de la Gran-
jilla, que va al camino real y desem-
barca en la entrada de la villa, por
ser paraje desde donde podía hacerse
fuego ventajosamente, tanto porque
los enemigos eran cogidos en aquel
callejón, como porque siendo de caba-
llería no podían saltarla , y en caso de
que rompiesen adelante y arrollaran
nuestra caballería, que se había de co-
locar á un lado de la entrada del pue-
blo, allí podían ser contenidos por los
vecinos, y siempre podría asegurarse
una retirada en las fragosidades del
bosque.
„En consecuencia, mandé á mi ayu-
dante y á Sandoy que con dos soldados
de caballería pasasen á reconocer el
sitio y elegir las posiciones que se ha-
bían de ocupar, mientras yo iba habi-
bilitando de municiones las gentes y
soldados que iba reuniendo y les iría
mandando.
„Quedé ocupado en esto, cuando los
citados oficiales marcharon; pero antes
de llegar al paraje elegido , y cuando
se acercaban frente de la villa, se en-
contraron con la avanzada francesa,
que hizo fuego sobre ellos, y retirán-
dose los dos soldados , Sandoy y mi
a3^udante se vieron en inminente peli-
gro de ser muertos ó prisioneros , por
hallarse de improviso entre el fuego de
los vecinos de la villa , que salieron á
la altura á defenderla, y el de los ene-
migos que atacaban, de cuyo riesgo se
libraron pasando entre árboles , y por
fuera del camino, hacia el Sitio, en me-
dio de las descargas que sin cesar se
hacían.
„Los franceses, no obstante la vigo-
rosa defensa y resistencia que allí ha-
llaron, se empeñaron en seguir al Si-
tio, y quedando su mayor fuerza ata-
cando la villa, se adelantaron de doce
á catorce dragones á galope tendido
hacia arriba.
„ Viendo esto, y sin más reflexión que
considerar que si no se les contenía,
162
boletín
entrarían sembrando la desolación y
la muerte sobre tantas familias ino-
centes como entonces andaban por las
calles, me arrojé con dos soldados y
seis paisanos, que á la sazón estaban
á mi lado, al mismo camino real que
traían, y esperándolos de cerca, les di-
mos á tiro de pistola una descarg-a, que
fué tan acertada y surtió tanto efecto,
que cayendo muerto un dragón y he-
ridos otros, según su desorden, se retí
raron aceleradamente, y del todo des-
ocuparon el camino por el fuego de
los vecinos del Sitio, que se habían
echado fuera de él, y estaban en las
zanjas por no haber podido llegar al
paraje de su reunión.
„Desde entonces fué todo el punto de
ataque la villa, la que su alcalde, sus
vecinos , los soldados dispersos y los
moradores del Sitio, que allí bajaron y
se reunieron, defendían con el mayor
tesón.
(Concluirá.)
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
UNA ESCULTURA Y UN CUADRO
de la últ ma Exposición de Bellas Artes de Madiid.
; FRECEMOS á nuestros consocios la
reproducción de dos obras ar-
tísticas que llamaron justamen-
te la atención en el certamen celebrado
en Madrid en el presente año 1895.
Es una de ellas la Estatua de don
Antomo de Trueba , por D. Mariano
Benlliure, destinada al monumento que
en honor de aquel distinguido literato
se levanta en la capital de Vizcaya. La
estatua tiene tiene tres metros de al-
tura. Aparece la simpática figura de
Antón el de los cantares, sentada na-
turalmente en un rústico banco; y cau-
tiva al espectador por lo sencillo de la
expresión, la verdad en la actitud y lo
perfecto de la ejecución, tanto de la
cabeza y manos como del traje. Si ya
con otras obras anteriores no hubiera
hecho alarde el insigne artista valen-
ciano de su destreza y maestría, bas-
taría la estatua de Trueba para colocar
á su autor en uno de los primeros lu-
gares de nuestra moderna escultura j
Del pintor malagueño Sr. Palomo }'■
Anaya (D. Antonio), discípulo que fué
de los Sres. Ferrándiz y Muñoz De-
grain, y ya premiado con mención ho-
norífica en la Exposición internacional
de 1892, es la otra obra que reprodu-
cimos: la Muerte de la Virgen, cuadro
en que su autor ha sabido elevarse á
envidiable altura entre la moderna ge-
neración de nuestros artistas. Mide el
cuadro 2,95 metros de alto por 4,95 de
ancho. La solemne escena del tránsito
de la Virgen está representada de una
manera grandiosa. En precioso lecho
fúnebre, yace muerta la Madre deDios,
perfumado el cuerpo con preciosos aro-
mas y envuelto en un hermoso paño
blanco. Los Apóstoles y las santas mu-
jeres rodean en diversas y movidas ac-
titudes el lecho, que siembran de flo-
res, esparciendo también al aire deli
cados perfumes. La composición de
este cuadro es muy acertada; correcto
su dibujo, rico su color y hondo el sen-
timiento: circunstancias que avaloran
notablemente esta hermosa página de
nuestra hoy harto decaída pintura re-
ligiosa.
X.
V
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y Mcntt.-iíddr
D. ANTONIO DE TRUEBA
Estatua de D. Mariano Benlliure
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5Í
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
163
MISCELÁNEA
LOS NUEVOS JUEGOS OLÍMPICOS GRIEfiOS
Y LA
SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
^^L Congreso internacional Atléti-
}[^ co reunido en París, en el Pala
cío de la Sorbona, en 16 de Ju-
nio de 1894, bajo la presidencia del Se-
nador Sr. Barón de Courcel , decidió el
restablecimiento de los célebres Juegos
Olímpicos y su primera celebración en
Atenas, en el próximo año 1896. Seme-
jante acuerdo ha merecido en Grecia
una entusiasta acogida.
Con este motivo se ha constituido en
Atenas, bajo la presidencia de S. A. R.
el Príncipe Real de Grecia, un Comité
Heleno de los Juegos Olímpicos , que
por conducto de su Secretario general,
el Sr. Timoleón J. Philemon, ha tenido
la atención, que agradecemos, de invi
tar especialmente á la Sociedad Espa
ñola de Excursiones á los futuros y ya
restablecidos Juegos Olímpicos.
He aquí el programa con arreglo al
cual habrán de celebrarse y que, para
conocimiento de nuestros consocios,
copiamos á continuación:
F'ROGRArvIA
DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE 1896
Atenas.
A. — Deportes atléticos.
Carreras á pie. — 100 metros, 400
metros, 800 metros y 1.500 metros, en
llano. 110 metros con obstáculos. Los
reglamentos ' .rán los de la Union des
Sociétés franQaises de Sports Athléti-
ques.
Concursos — Saltos en longitud y en
altura (runniitg long et high jiimp);
Salto á la garrocha (Pole jump); Lan-
zamiento de pesos (Ptitting theweihgt)
y del disco. — Los reglamentos serán
los del Amateur Athletic Association
de Inglaterra.
Carrera á pie, dicha de Maratón.
— Distancia de 42 kilómetros , de Ma-
ratón á Atenas, para aspirar á la copa
ofrecida por Mr. Michel Bréal, miem-
bro del Instituto de Francia.
(Esta carrera terminará en el Esta-
dio Panatenaico^ restaurado por la mu-
nificencia del ciudadano griego Jorge
Averoff. — También se verificarán en
dicho Estadio los deportes atléticos y
gimnásticos).
B . — Gimnástica .
Ejercicios individuales. — Cuerda
lisa. — Ejercicios diversos en la barra
fija. — Ejercicios en las anillas. — Para-
lelas profundas. — Salto á caballo. —
Trabajo de pesos.
Movimientos de conjunto. — (Las
Sociedades no podrán presentar equi-
pos inferiores á 10 gimnastas. )
C. — Esgrima y lucha.
Asaltos de florete, sable y espa-
da.—Aficionados; profesores (civiles }'■
militares).— Se ha redactado un regla-
mento especial por la Société d'encou-
r ágeme nt d'Éscrime de Paris.
Lucha. — Romana y griega.
D. — Tiro.
TiRO.-^Con arma de guerra y arma
164
boletín
libre, á 200 y 300 metros.— Revólver
de reglamento, á 25 metros. — Revól-
ver libre, á 30 metros. — Pistola, á 25
metros.
E , — Deportes náuticos .
Yachting ( Ante-programa ) . — Ca-
rrera de Steam-yachts , según regla-
mento del Ccrcle de la Voile de Paris.
Distancia, 10 millas.
Carreras á la vela, según reglamen-
to del Yacht Racing Association de In-
glaterra.
l.'*^ Barcos menores de 3 toneladas
(Divisible en dos series , en caso nece-
sario.) Distancia, 5 millas.
2.^ Barcos de 3 á 10 toneladas. Dis-
tancia, 10 millas.
3.3 Barcos de 10 á 20 toneladas.
Distancia, 10 millas.
^.^ Barcos mayores de 20 tonela-
das. Distancia, 10 millas.
Además se reservarán carreras es-
peciales para los marinos y embarca-
ciones del país.
Remo. — Un remero, 2.000 metros;
esquifes.
Pareja de dos remeros ; botes y
outrigget's.
Cuatro remeros; botes.
Se organizará una carrera especial
para las dotaciones de las escuadras.
Los reglamentos serán los del Ro-
isúing Club Italiano.
Natación.— Velocidad, 100 metros.
Resistencia y velocidad, 500 metros.
Resistencia, 1.000.
Juego de Water-polo.
F . — Velocipedta .
sin entraineurs ; 10.000 metros, en
pista; sin entraineurs.
Resistencia. — 100 kilómetros, en
pista, con entraineurs.
Carrera de doce horas, en pista,
con entraineurs.
Los reglamentos vigentes serán los
de la International Cyclist's Associa-
tion.
G . — Juegos atléticos .
Lawn tennis. — Sencillo. Doble.
Cricket. — Los reglamentos serán
los de la All'England Laiicn Tennis
Association y del Alarylebone Cricket
Club.
Firman este programa los señores si-
guientes: N. Delyanni, Presidente del
Consejo de Ministros;. L. Deligeorges,
A. Zaimis y C. Carapanos, ex Minis-
tros; Coronel Th. Mano; K. Mavromi
Chalis, ex diputado; Coronel N. Meta
xas, Ministro del Interior; Th.Retzinas,
alcalde del Pireo; G. Roma, ex Vice-
presidente de la Cámara de Diputados:
Al. Skouzes, ex diputado; Comandante
A. Soutzo; G. Kozakis-Typaldo, ex di-
putado, individuos del Consejo del Co-
mité Heleno; T. Philemon, ex alcalde
de Atenas, Secretario general ;C Mano,
G. Melas, G. Streit, A. Mercati, Secre-
tarios.
Las fiestas tendrán lugar entre los
días 5 y 15 de Abril de 1896, La Socie-
dad Española de Excursiones confe-
rirá gustosamente su representación al
socio ó socios que concurran á las fies-
tas helénicas, ora para tomar parte en
los Juegos Olímpicos, ora como simples
espectadores.
Velocidad: 2.000 mttro5,-«n pista,
BÁCULO Y CALZADO
BOLBTÍN
DE LA
i ¥ s^'
u u
DIRECTOR :
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretarlo general de la Sociedad.
ANO III
Madrid 1.° de Novierabpe de 1805
NUM. 33
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
BÁCULO Y CALZADO
DEL OBISPO DE MONDOSEDO, DON PELAIO (f 1218).
gíps indiscutiblemente uno de los
fc^' . medios más adecuados que pue-
de emplear la Sociedad española
de excursionistas para conseguir el fin
que se propone, de llegar al conoci-
miento completo de nuestra patria, den-
tro de los aspectos científico, histórico,
artístico y literario, el continuar pu-
blicando en su Boletín noticias de los
objetos arqueológicos que figuraron en
\?í Exposición histór ico-europea por los
años de 1892y 1893; llenando en parte,
y poco á poco, el lamentabilísimo vacío
de un Catálogo que tal nombre mere -
ciese, metódico y razonado, de aquella
pasajera reunión de buena porción de
la riqueza histórico-artística disemi-
nada por toda la Península y encerrada
después, en su gran mayoría, en de-
pendencias poco ó nada accesibles de
nuestras catedrales.
No por lo que á este último extremo
se refiere, sino por lo relativo al vacío
del Catálogo, tiene lo dicho particular
aplicación respecto <á los objetos min-
donienses enviados á la Exposición
y que llevan los números 158 y 159
(Sala VI) del llamado Catálogo general;
pues la noticia que de ellos se da allí
es tan sumamente vaga, que con ser el
báculo el único de su clase, género,
época y materia que en la Exposición
figuraba, se padeció el olvido de espe-
cificar que era de cobre esmaltado :
olvido tanto menos disculpable ni aun
comprensible, cuanto que en el Catá-
logo de los objetos de Galicia que yo
había publicado tiempo antes de im-
primirse el oficial, ni yo le había pa-
decido, ni había dejado de advertir que
era el único báculo éneo traído por las
catedrales y coleccionistas á la Expo-
sición.
Al leer esto no ha de entenderse que
semejante báculo sea un objeto arqueo-
lógico de gran rareza. Lejos de eso,
y por de pronto, la iglesia toledana
pudo traer á la Exposición aquel de la
misma clase, materia y aun época (que
tiene hoy arrinconado en un estante
alto del actual depósito de alhajas es-
tablecido en la planta baja de la torre,
y que antes se podía ver á todas horas,
colocado en su asta , en un cuarto de
al lado de la sacristía) del cual se de-
cía, por cierto, que provenía de los fa-
21
166
boletín
mosísimos Concilios celebrados en To-
ledo durante la época visigoda; en las
iglesias, y particularmente en los mu-
seos del extranjero , se hallan repeti-
dos y variados ejemplares de báculos
éneos esmaltados, con la misma deco-
ración iconográfica que el usado por
el Obispo mindoniense en el siglo XIII.
En la parte destinada á Vajilla por
el muy ilustre señor canónigo compos-
telano D. Antonio López Ferreiro, en
sus Lecciones de Arqueología cristia-
na (Santiago, imprenta del Semina-
rio, 1889) puso (no en la lección XLI,
á cuyo final trata en particular de los
báculos, sino en la XXXVI, al ocu-
parse del esmalte y á título de ejemplo
de los de campo excavado) un dibujo
(figura 260) de báculo tan semejante al
de Mondoñedo, que sólo se diferencia
de él en detalles poco perceptibles sin
hacer entre ellos alguna detenida com-
paración. No dice de dónde sea, pero
yo puedo añadir (y adviértolo para
que no se caiga en el error de tomar-
le por el mindoniense) que es repro-
ducción de la viñeta que se halla en la
página 239 del Abécédaire ou rudiment
d'archeologie ( Architecture religieiise)
de Mr. Caumont, tercera edición del
año 1855, representando uno del Mu-
seo de Amiens, ó del de Angers.
De los cuatros báculos éneos ex-
puestos entre los esmaltes del Museo
parisiense del Louvre, uno de ellos,
de fábrica lemosina, que está incom-
pleto (núm. 123) y procede de la co-
lección Durand, ofrece identidad de
asunto con el mindoniense. De los seis
que se han reunido en el Museo llama-
do des Thermes et de l'hotel de Cluny,
dos de ellos , ambos de Limoges , tie-
nen gran semejanza con el de Mondo-
ñedo: el que lleva el núm. 4.545, clasi-
ficado como del siglo XIII; y el seña-
lado con el 4.547, hallado en las exca-
vaciones practicadas en Lu^ón en 1850
y asignado al siglo anterior , en el Ca-
tálogo publicado por el director del
establecimiento, Mr. de Sommerard,
en 1883. Y en la sala 157 del Museo de
Amsterdam me he encontrado otro
báculo de émail champlevé , XIII sie-
cle , que tiene, como el mindoniense,
doble representación del dragón.
Avalora al de Mondoñedo la circuns
tancia de que , al lado de una autenti-
cidad sobre que no cabe abrigar la
más ligera duda , tiene época perfec-
tamente conocida ; pues hallado en un
sepulcro episcopal de la iglesia que
muy pocos años fué catedral en Riba-
deo, sólo podía pertenecer al Obispo
D. Pelayo de Cebeyra (1199-1218),
que fué el único Prelado que allí mu-
rió y en aquella iglesia catedral fué se
pultado. Todo lo cual consignó ya el
P. Flórez al ocuparse de ese Obispo
mindoniense en el tomo XVIII de la
España Sagrada.
Es de cobre, enriquecido con tur-
quesas. El tubo que forma la voluta
está brillantemente esmaltado de azul
y adornado de gracioso follaje ser-
peante dorado; en cada una de las mi-
tades de la poma se ven cuatro lagartos
enlazados y á lo largo del cubo otros
rectos, con la cola revuelta en espiral,
el lomo realzado de turquesas, y dora-
dos como los otros. Ocupa el centro
de la voluta el arcángel San Miguel,
dorado, de cabeza y extremidades des-
proporcionadas y actitud severa, ves-
tido de larga túnica menudamente ple-
gada, y provisto de grandes alas fajea-
das de azul, empuñando con ainbas
manos una lanza que asesta al lomo de
un dragón que tiene á sus pies, tam-
bién dorado, y con no menores alas,
esmaltadas de azul y rojo; el cual, con
la cabeza de serpiente en que termina
el tubo que forma la voluta, constitu-
yen la doble representación apocalíp-
tica del diablo y Satanás (1).
Yo no he de aventurarme á decir ni
una sola palabra sobre el lugar de la
(1) Apoc, XII, 7y9.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
167
fabricación de este báculo, ni si es ni
deja de ser de Limoges ; y mucho me-
nos de si es ó puede ser obra de artis-
tas g-allegos, así de aquellos que for-
maban parte del que el citado señor
López Ferreiro (Fueros de Santiago,
cap. I, pág. 90) llama Colegio de artis-
tas, al cual estaban confiadas las obras
de la Catedral compostelana, 5''a desde
los tiem-pos del Obispo D. Diego Peláez
(1070-1088), como de aquellos otros
fabricantes de esmalte que el mismo
señor (Lecciones de Arqueología, pá-
gina 314) dice que florecieron en San-
tiago, durante los siglos XII y XIII,
entre los que figuraban Arias Pérez,
Pedro Peláez, Pedro Martínez y Fer-
nán Pérez. Y añado que nada he de
decir sobre ello, porque me encuentro
completamente desprovisto de los da-
tos más indispensables para entrar en
deducciones firmes, y á la vez absoluta-
mente faltoso del necesario valor para
formar opinión peligrosa , desde que
hay que hacer afirmaciones sin base
sólida, cimentadas solamente sobre su-
posiciones más ó menos atrevidas, ana-
logías más ó menos exactas y conje-
turas que suelen ser visiones forjadas
por el exagerado patriotismo, degene-
rado al presente en mero regionalismo.
II
Tocante á los que, empleando una
locución genérica, creo poder llamar
sotulares del Obispo mindoniense don
Pelayo , tengo que empezar por decir
que son ejemplares , de suma rareza,
de la lujosa indumentaria del siglo de
San Fernando; pues en ningún Museo
ni colección, no sólo de España, sino
del extranjero, se encuentra nada igual
ni aun parecido, que yo sepa.
Pertenecen á la clase de calzado
áureo usado por los clérigos y los ca-
balleros de Compostela ya á principios
del siglo XII y en el siguiente, y pro-
hibido por Alfonso X , á los moros de
la tierra de Santiago, en 1252, y tam-
bién, después, en las Cortes de Valla-
dolid de 1258, á escribanos, balleste-
ros , falconeros , porteros y escuderos.
Y muy bien pueden tenerse como unos
de aquellos sotulares cosedizos ó pun-
tiagudos, dorados, con las palas pinta-
das y realzados de tiras de oro y plata
y otros adornos , cuyo uso prohibió á
los clérigos el Concilio de Lérida en
1229 (1); pues coincide perfectamente
con estas circunstancias el corte y la
ornamentación del calzado que usó el
Obispo D. Pelayo, cuya descripción de-
tallada hice en el apéndice V de mi Ca-
tálogo de los objetos de Galicia en la
Exposición histórico-europea.
Allí mismo se podrá ver algo de lo
que hay desparramado por libros y do-
cumentos acerca del calzado usado en
nuestra Península durante la Edad Me-
dia. A lo cual tengo que agregar aho-
ra algunos otras noticias novísimas,
dadas al público recientemente por el
que bien pudiera ser llamado, ya que
no dueño, poseedor de la historia de
Galicia ; pues que en su poder y á su
disposición tiene el copiosísimo caudal
atesorado en los libros, diplomas y pa-
peles del Cabildo compostelano.
Son las contenidas en el Código (así
le llama el aludido Sr. López Ferrei-
ro) dado por Alfonso el Sabio en Sevilla
á 15 de Febrero de 1252, á la tierra de
Santiago , con el nombre de posturas
quejis con conseio et con acordó de mió
tio don Alfonso de Molina et de mios
hermanos et de toda mi Corte et de
los Obispos et de los Ricos Omes et
de los Caualleros et de las Ordenes et
de omes buenos et de otros omes que
se acercaron conmigo; y que, en suma,
vienen á ser un verdadero ordenamien-
to de Cortes (no incluido en los publi-
cados por la Academia de la Historia),
(1; Soliilaribus consiitUiis vel Yostralis aiirifri-
cis , pictis palUs sérico stiper ornatis fibitlis aut
corrigis aurii vel argentis orttatmn habentibus ^ ca-
non XI; ,
168
BOLETÍN
el mismo dado á Sevilla por el propio
Monarca cuatro años después, en 27
de Febrero de 1256, de que puso frag-
mentos D. Juan Sempere 5^ Guarinos
en su Historia del liixo y de las leyes,
suntuarias de España (Madrid, 1788,
t. I, pág. 87).
En unas de estRS posturas (XXIX),
y bajo el título de que ningund home
non hastone pannos , se dispone que
trayades zapatos dorados que non sean
fcrpados {\),y que el sapatero que fer-
pare el mipato... quel corten el pulgar.
En otra (LXV), que trata de commo
anden los moros vestidos^ se manda
que non t rayan... qapatos dorados nin
blancos. Y en aquella (XXXIV) dedi-
cada particularmente á de como anden
los <;apatos se pone una tasa que bien
merece ser reproducida aquí y dice:
zapatos dorados que den vii pares por
huH maravedí de los líieiores: et de los
suecos (que el Sr. Ferreiro se adelanta
á traducir por borceguíes) /// pares
por i maravedí et qui mas quisier dar
que mas dé: et de los ¡zapatos dorados
de vmigier vi pares por i maravedi los
meiores: et gapatos prietos de cabrito
entallados et á cuerda v pares por i
maravedi los meiores: et de cordouan
entallados et a cuerda vi pares por i
maravedi los meiores (2) De cuyas cla-
ses, la de entallados et a cuerda no
figura en las muy conocidas tasas de
las Cortes de Valladolid del año 1351.
No he de embargar yo las columnas
del Boletín con aquello ya dicho y re-
petido hace mucho tiempo, que el cu
rioso puede ver en publicaciones tan
conocidas como El Arte en España y
el Museo español de antigüedades. A
lo que escribí en el tomo III de la pri-
mera, publicado en 1865 (páginas 419
y 425), tratando de la Catedral de
Mondoñedo su historia y descripción,
sus pinturas murales^ accesorios, mo
biliario, bronces y orfebrería , vestidu-
ras y ropas sagradas; y á lo que puse
en el II, de la segunda, al ocuparme
particularmente de los mismos objetos,
remito á quien desee conocer algo al
por menor la historia de ellos y ver
detallada descripción de los mismos.
Pero no he de concluir sin decir que á
la historia de estos objetos mindonien-
ses pertenece aquel episodio parla-
mentario de la sesión del 6 de Marzo,
de las Cortes Constituyentes de 1869
(páginas 346 á 354 del Diario de se -
síonesj, lo que, por no haberlo consig-
nado en mis anteriores citados trabajos,
no he de callarlo ahora ; como tampo -
co que incautados esos objetos con
otros (al fin y al cabo) no obstante lo
dicho en esa citada sesión, á vuelta de
tales y cuales vicisitudes , se mandó
que fuesen llevados al Museo Arqueo-
lógico Nacional por una Real orden,
que, como tantas otras, no recibió cum-
plimiento.
José ViLLA-AMiL y Castro.
—— warJíJOJJjTi — —
LA VIRGEN CON EL NIÑO EN LOS BRAZOS
(Escultura en marfil,
propiedad de la catedral de Toledo.)
(1) Con puntas.
(2) López Ferreiro, Fueros municipales de San-
tiago y de su tierra, t. I, pag. 355.— Santiago, 1896.
I
Tan interesante es para el conoci-
miento del arte cristiano el estudio de
la iconografía mariana, como para la
ciencia arqueológica en general el de
la eboraria, rama consagrada á los
objetos labrados en marfil. Aunándose
en la obra que nos proponemos exa-
minar aquella primera materia y el
tipo ó representación de la Madre de
Dios, creemos conveniente anteponer
á la descripción y juicio de la efigie
que motiva este estudio, algunas noti-
cias y consideraciones acerca de la es-
cultura en marfil y sobre las imágenes
de la Virgen María, creadas por el arte
cristiano desde sus comienzos hasta
el período que cierra la Edad Media.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
169
El empleo del marfil como materia
propia de la escultura es tan antiguo
como la primitiva civilización de la
humanidad; y para explicarlo basta-
rían su finura, la facilidad de su labor,
la belleza de tonos que imprime al ob-
jeto y el aprecio que sobre sí atraía
una materia considerada como precio-
sa y no fácil de adquirir. Usáronlo los
egipcios, y de ello hay pruebas feha-
cientes. El Museo del Louvre posee,
entre los más notables objetos de sus
salas egipcias, una almohada de marfil
que en su base ostenta la leyenda je-
roglífica de Nepherkeres , rey de la
quinta dinastía.
Los pueblos orientales y los euro-
peos emplearon el marfil con profu-
sión. Griegos y romanos aplicáronle
repetidamente, tanto á la estatuaria
como al relieve, y á este propósito nos
bastará recordar las estatuas llamadas
criselefantinas (hechas de oro y mar-
fil), y los dípticos consulares, varios de
los cuales aún se conservan.
Mayor estima y uso hizo aún del
marfil el arte cristiano en sus diferen-
tes y distintas fases. Si la escultura la-
tina sigue de más ó menos cerca las
huellas de la romana clásica, la bizan-
tina rompe los trillados moldes, adop
tando nuevos caracteres y formas me-
nos acordes con el realismo y con el
estudio del natural, bien que más con-
formes, en cambio, con el idealismo
cristiano y con la general reforma que
en el campo de las artes tendía á in-
troducir y á consolidar durante varios
siglos la nueva y verdadera religión,
impuesta ya en Oriente y Occidente.
El olvido de las tradiciones clásicas,
la ruina del Imperio de Occidente y
otras causas harto complejas, entre las
que fué una la herejía iconoclasta, que
dirigió hacia el centro y el oeste de
Europa una falange de artistas grie-
gos,promovieron, principalmente des-
de los siglos VIII y IX, la difusión
del bizantinismo , y con ella la afición
creciente hacia la labor de obras en
marfil. En Alemania, en Italia, en la
Francia merovingia y carlovingia y
en la España visigoda, cultivóse la
eboraria artística, haciéndose imáge-
nes, dípticos, arquetas esculpidas, ta-
pas ó encuademaciones y aun carros
de marfil, como el suntuoso desde el
cual peleó, según la tradición, el últi-
mo Rey godo, en la funesta batalla que
le privó de corona y vida.
Desde el siglo XI hasta el XV es la
gran época de la escultura en marfil,
extensamente cultivada por árabes y
cristianos. Aquéllos y sus descendien-
tes los mudejares esculpen bellísimas
arquetas exornadas con leyendas y
labor de ataurique. La eboraria cris-
tiana alcanza ancho campo de acción,
Lábranse dípticos y trípticos en que
con maravillosa finura á veces , se re-
presentan escenas del Antiguo Testa-
mento ó de la vida de Jesucristo; reli-
carios, arquetas y cofrecillos profusa
y variamente adornados; imágenes del
Crucificado y de la Santísima Virgen;
bocinas, báculos episcopales, marcos
de espejo, grupillos escultóricos, pei-
nes, cucharas, y, en suma, cuantos
objetos de uso más ó menos común
eran susceptibles de entallarse en
aquella preciosa materia, tan apropia-
da para la pequeña escultura.
Cierto que en los últimos cinco si-
glos de la Edad Media los caracteres
artísticos no son los mismos, antes va-
rían considerablemente, y la escultura
en marfil no podía escapar á esta ky
general. Un arqueólogo moderno mar-
ca á este propósito tres fases ó perío-
dos dentro de la Edad Media; el de la
infancia, que abarca hasta el siglo XII
inclusive; el de completo desarrollo,
durante los siglos XIII y XIV, y el de
decadencia, en el siglo XV. La clasifi
cación es exacta; pero no debe tomar-
se tan á la letra que se pretenda no
existir obras muy bellas de aquel gé-
nero, comenzada ya la XV centuria.
17Ó
BOLETÍN
En los interesantes ejemplares existen-
tes en los Museos del Louvre y de Clu-
ny, en París, y en el nuestro Arqueo-
lógico Nacional de Madrid, pueden
apreciarse y estudiarse las condicio-
nes y diferencias que caracterizan
aquellos diversos períodos, al último
de los cuales puso fin y remate el Re-
nacimiento, que aunque cultivó tam-
bién la escultura en marfil, la empe-
queñeció en realidad, despojándola de
su especial sello y de su verdadera im-
portancia (1).
TI
La tradición y el recuerdo venidos
de Judea á las comarcas de Occidente
influyeron notoriamente en las repre-
sentaciones atribuidas á la Virgen por
los primitivos artistas cristianos. Las
más venerables por su remota antigüe-
dad hállanse en las Catacumbas, y, se-
gún Rossi, pasan de veinte las escenas
pictóricas en que la Virgen constituye
la figura principal. En conformidad
con la edad y el aspecto, no de aquella
tierna doncella desposada con José,
(1) El Sr. Assas, á quien nos hemos referido en el
texto, enumera los objetos de marfil que posee el
Museo Arqueológico Nacional. Entre otros figuran
los siguientes:
Siglo X/. — Crucifijo labrado para los Reyes de
León y Castilla D. Fernando I y Doña Sancha.
Siglo XII.- Arqueta con figuras grabadas; 18 cen-
tímetros de altura por 16 de longitud.
Siglo A'/K- Arqueta de madera con esculturas de
marfil, que representan pasajes de ia vida de San
Jorge, en el cuerpo de la caja, y asuntos del Antiguo
Testamento en la tapa.
Hoja de díptico, dividida en dos partes, con esce-
nas de la vida de Cristo.
Díptico con escenas de la Sagrada Pasión.
Sí'g/o XF".— Estatua de la Virgen en pie, con el
Niño en los bi'azos (15 centímetros de base por 39 de
altura.)
Hoja de díptico, representando la Adoración de los
Santos Reyes (11 centímetros de altura.)
Dos figuritas, detalle de ornamentación.
Grupo con figuras decorativas.
Otro grupo representando animales, adorno de
arqueta ó mueble.
Cuchara con seis cocodrilos esculpidos en el man-
go ( 25 centímetros de longitud )
{Objetos artísticos de marfil que se conservan en
el Museo Arqueológico Nacional, etc., por D. Ma-
nuel de Assas. Musco español de antigüedades,
tomo VII, pág. 114.)
sino de la Madre del Dios ya muerto
por amor del género humano, de aque-
lla á quien conocieron y veneraron los
Apóstoles y los primeros fieles de la
grey cristiana, aparece generalmen-
te la Virgen representada como una
grave matrona sentada, que suele lle-
var á su divino Hijo en los brazos ó
sobre las rodillas. La figura joven y
graciosa de la Virgen es una excepción
en los primeros siglos del Cristianis-
mo; esto ocurrió más adelante, princi-
palmente desde las tres últimas centu-
rias de la Edad Media en lo sucesivo.
Obsérvese aquí que lo contrario acae-
ció con Jesucristo , á quien se repre-
sentaba en un principio apenas en la
edad de la pubertad y casi en la de la
infancia, figurándosele después como
hombre llegado á la edad madura.
Como no puede menos de suceder,
en estas efigies primitivas refléjase aún
el naturalismo clásico y se adivina sin
dificultad la cercana fuente en que para
la reproducción de la humana forma
bebieron los artistas romano-cristia-
nos.
La metamorfosis operada en el arte
clásico déjase observar bien pronto en
la iconografía de la Virgen, á medida
que se suceden los siglos. Durante el
período llamado latino, el tipo corróm-
pese y se transforma. La sencillez y
naturalidad de la época clásica con-
viértense en incorrección y dureza en
los miembros y facciones. El rostro
prolongado, el luengo y rígido cuerpo,
las facciones inexpresivas que se atri-
buyen entonces á la Virgen marcan
bien la decadencia apoderada del arte.
El escultor y el pintor quieren contra-
rrestar su escasa destreza cubriendo
los vestidos con piedras preciosas, lujo
de detalles y recargados adornos que
anuncian el predominio del gusto orien-
tal. Pero la posición ó actitud seguía
siendo la misma, con ligeras variantes,
que la preferentemente adoptada en el
anterior período histórico.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
171
El arte bizantino^ que al lado del la-
tino y con más pomposos éxitos que
éste, vio extenderse su crédito y sus
influencias, creó ó acentuó ciertos ti-
pos de la Virgen que, repetidos hasta
lo infinito, se sucedieron durante siglos
en Oriente y Occidente. La Virgen se-
dente, con ó sin Jesús en los brazos ó
sobre las rodillas, sigue en boga; pero
la delgadez y alargamiento de formas
y proporciones son más extremadas,
la actitud más rígida y hierática, los
accesorios y vestiduras más cuidados
y lujosos aún que entre los artistas lati-
nos. También representaron con gran
frecuencia los bizantinos á la Virgen
orante, con las manos y brazos le-
vantados, en actitud verdaderamente
oriental.
Entre nosotros, los moldes propios
de la escultura latino-bizantina perma-
necieron desde el período visigodo, y
durante los llamados latino y románi-
co, hasta bien entrado el siglo XIIL
Un estudio comparativo de las imáge-
nes y relieves marianos que en nuestra
patria se conservan de esta larga épo-
ca, sería muy conveniente y aprove-
chado para el conocimiento del arte
cristiano. Recordemos solamente, en su
cualidad de muy conocida, la Virgen
con el Niño en los brazos, que fué del
monasterio de Sahagún y hoy se con-
serva en el Museo arqueológico na-
cional. Por la doble filiación y tenden-
cia que en ella se observa, es á la vez
latina y bizantina. Por la incorrección
de su dibujo, lo prolongado de sus for-
mas, el arcaísmo de los pliegues y
vestiduras y lo característico de cier-
tos d.^talles, tales como las coronas que
ostentan ambas figuras y el libro que
sostiene el Niño, puede considerarse
este relieve, que se remonta al siglo XI
ó principios del XII, como una de las
más características obras del período
é índole que nos vienen ocupando.
En los siglos XII y XIII fueron es-
pecialmente frecuentes (aunque tam-
bién se fabricaron en siglos posterio-
res) ciertas imágenes de la Virgen, lla-
madas aby lentes, porque, en efecto, se
abren á manera de díptico ó tríptico,
conteniendo en su interior, ora algu-
na decoración esculpida, ora, más fre-
cuentemente, alguna piadosa reliquia.
Como por lo general ocurre con las
demás ramas del arte cristiano, cuan-
do las representaciones de la Virgen
alcanzan el más supremo grado de esa
belleza ideal que, sin desdeñar el estu-
dio y la reproducción de la forma hu-
mana, cifra su verdad y su mérito en
la compenetración con el sentimiento
espiritualista propio del Cristianismo,
es durante el último período de la Edad
Media, en lo que se relaciona con la
esfera del arte tan impropiamente lla-
mado gótico.
Por lo mismo que la arquitectura oji-
val es un arte nuevo y libre que sacu-
de lejos de sí las obligadas trabas pro-
pias del románico y el bizantino, la es-
cultura de la época no va en zaga á la
arquitectura en ese gran movimiento
entusiasta y progresivo hacia la posi-
ble perfección, dentro del arte religio-
so. En las estatuas y relieves de la Vir-
gen nótase este cambio de frente ope-
rado desde el siglo XIII. El artista com-
plácese en libertarla de ese hieratismo
y envaramiento excesivos que predomi-
naban en las centurias anteriores. Re-
preséntala generalmente de pie, dótale
de mayor naturalidad en las actitu-
des y flexibilidad en los movimientos.
Estos simulacros de la Virgen, por lo
común con el Niño en los brazos, bro-
tados en los siglos XIV y XV al calor
de la inspiración artística cristiana y
del culto poético y amable de la Madre
de Dios, suelen ser obras más que apre-
ciables, y á las veces del más alto inte-
rés para el arqueólogo. Juntamente
con este tipo, no es raro encontrar du-
rante el período gótico el de la Virgen
sentada y aun de rodillas ante su divi-
no Hijo; actitudes aprovechadas para
172
boletín
el cuadro y para el relieve, principal-
mente en aquellas escenas en que, como
en el Nacimiento, la Adoración de los
Reyes y de los Pastores, la fig-ura de
la Virgen Madre es más episódica que
principal.
Ese arte escultórico de los siglos XIV
y XV, tan variado, tan libre, tan inge-
nuo y espontáneo las más de las veces,
aventaja, en lo que respecta á la repre-
sentación plástica de la Virgen, al del
Renacimiento, no obstante sus perfec-
ciones y mag-nificencias, que no es po-
sible negar. En tanto que la plácida
sonrisa ó la vaga expresión de dolor
que iluminan el semblante de una Vir-
gen gótica dan idea de algo sobrena-
tural, más que humano y no sentido
por los demás mortales, las estudiadas
actitudes, la sabia ejecución y el natu-
ralismo que campea en análogas efi-
gies de los siglos XVI y XVII (por no
mentar las de época más moderna),
traen á nuestra mente recuerdos y se-
mejanzas de placeres y dolores más
parecidos á los nuestros, más comunes
á la generalidad, con detrimento en
muchos casos del efecto y del senti-
miento verdaderamente religioso.
III
A ese tipo gótico á que poco ha ha-
cíamos referencia, corresponde la ebúr-
nea efigie que va á ocupar nuestra
atención, y que, fielmente reproduci-
da, acompaña á estas páginas. Propie-
dad del Cabildo catedral de Toledo (1)
figuró en la Exposición histórico -euro
pea de Madrid, donde pudimos exami-
narla. El Catálogo de aquel certamen
sólo decía acerca de dicha obra lo si-
guíente:
"Una Virgen de marfil, gótica, de
65 centímetros de altura, teniendo en
sus brazos al Niño Jesús, y coronada
con la diadema flordelisada, tan común
en el siglo XV, á que pertenece„ (1).
Ampliemos esta descripción, cuya
sobriedad es excesiva. La Virgen apa-
rece de pie, algo inclinada hacia atrás
en gracioso movimiento, que imprimió
el artista aprovechando la natural cur-
vatura del colmillo que le servía de
materia laborable. Cubre la rizada ca-
bellera de la Virgen sutil manto , gra
ciosamente plegado, sobre el cual asien-
ta la floreada corona, cuya mitad iz-
quierda se halla rota.
Ciñe el cuerpo, bajando hasta los
pies, una túnica en parte cubierta por
un manto recogido por delante en airo-
sos pliegues. En lo alto de la túnica,
bajo el cuello de la Virgen, vese la
inscripción AVE MAR (principio de
la salutación angélica) en letras góti-
cas mayúsculas.
Con el brazo y mano izquierdos sos-
tiene la Virgen á" Jesús niño, y con la
diestra ofrécele una flor, como en infan-
til presente. El Niño, por su parte, ase
con la manita derecha la toca ó velo
de su Madre, por detrás de la cabeza
de ésta. En la espalda de la efigie abre
se un gran hueco ó espacio rectangu-
lar, sin tapa ni guarnición adosada,
que debió de contener tiempo atrás al-
guna reliquia.
Tales son los rasgos principales que
ofrece esta imagen , muy notable por
cierto entre sus congéneres y entre las
obras de eboraria artística de la Edad
Media. Algunas particularidades ofre-
ce además, en que es conveniente nos
fijemos. Según práctica frecuente en
los tiempos medios, y también en los
antiguos, el trabajo del escultor vese ó
más bien vióse aquí realzado con el
del pintor ó iluminador. El cabello de
la Virgen conserva restos del dorado
con que se quiso imitar el color rubio.
En el interior de la corona, en los ves-
tidos y también en las caras de la Vir-
il) Consérvase, juntamente con multitud de riquí-
simas alhajas y obras artísticas, en la antigua capi-
lla de San Juan, de la dicha Catedral de Toledo.
( 1 ) Catálogo general, sala V, núm. 8.
\
LA VIRGEN CON EL NIÑO EN LOS BHAZOS
Escultura en marfil, propiedad de la Catedral de Toledo
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
173
gen y del Niño, nótanse muchas hue-
llas de la pintura , principalmente roja,
que les prestara ma5^or brillantez y vi-
sualidad.
La excelente conservación de la efi-
gie permite apreciar de lleno sus rele-
vantes dotes artísticas. El escultor qui-
so hacer gala en esta obra de exquisi-
to gusto y delicadeza de cincel. Anima
la cara de la Virgen una graciosa son-
risa é inefable expresión de bondad;
los rasgos fisonómicos son finos , co -
rrectos, y aun pudiéramos decir aris-
tocráticos. Bellísimos son los partidos
de paños, y hechos con un esmero y
prolijidad que en nada perjudican al
grandioso efecto estético del conjunto.
La esbeltez de la imagen, evidentemen-
te excesiva si se la contempla á la luz
del canon realista y naturalista, com-
pone muy bien aplicada á este trozo de
marfil que parece animado por un so-
plo de la belleza ideal.
Muy inferior se mostró el artista al
esculpir el Niño, que en este grupo
sólo tiene un valor secundario. Pres-
cindiendo de la desproporcionada pe-
quenez de la figura y de lo diminuto
de la cabeza, en la factura de la cara,
de los cabellos, de la túnica y del pie
que sobresale, descúbrese menos arte,
hállanse mayores incorrecciones y aun
antojase cierto carácter vulgar que se
compadece mal con la figura delicada
de la Virgen.
IV
¿Cuándo y dónde se labró esta efigie?
¿Cuándo y por qué vino á acrecentar
el tesoro artístico de la Catedral de
Toledo? Faltan noticias sobre unos y
otros extremos, que deberemos tratar,
por tanto, guiados tan sólo por deduc-
ciones y conjeturas.
Atendiendo á sus caracteres artísti-
cos, parécenos la imagen, más bien
que del siglo XV, como reza el Ca-
tálogo de la Exposición retrospectiva,
de la segunda mitad del XIV. El si-
glo XIV es el de oro de la escultura en
marfil; en él alcanzó el arte de la ebo-
raria una perfección técnica y una
elegancia tal, como nunca obtuvo en lo
sucesivo, siendo más bien aquel perío-
do culminante el punto á partir del
cual se inició la decadencia. La obra
que examinamos conviene más bien
con un período de gran florecimiento
que con otro ya decadente; y aun pare-
cen percibirse en la cara de la Virgen,
y en la del Niño, ciertos signos y hue-
llas de atenuado arcaísmo que no des-
dice de los primores que trazó el cincel
en la delicada materia sobre que se
ejercitaba.
Vese usada, tanto en el siglo XIV
como en el XV, la forma de corona
que aparece en la imagen. No hay, para
cerciorarse de ello, sino contemplar
los sellos mayestáticos de Alfonso XI,
Enrique I] y Juan I de Castilla, y las
monedas de los Juanes I y II y de los
Enriques II, III y IV.
La corta inscripción trazada en la
estatuíta ayuda también á inquirir la
fecha en que se labró. Las letras son
mayúsculas, del carácter monacal muy
usado en la segunda mitad del si-
glo XIV y en el transcurso del XV.
Cuanto á la procedencia, no creemos
sea éste un trabajo español ; parécenos
francés, y aun labrado en el Norte de
Francia, donde en los siglos XIII y XÍV
florecía una notable escuela de artis-
tas en marfil, y donde debe buscarse la
cuna y el asiento del puro arte del perío-
do ojival en todas sus manifestaciones.
Procediendo además por compara-
ción, dos obras del mismo género, evi-
dentemente francesas, conocemos, con
las cuales la de la Catedral de Toledo
tiene estrecho parentesco. Es una de
ellas una estatuíta de marfil que figuró
en la inolvidable Exposición histórica
de Madrid (Sala IV). Inferior en arte
y bastante más pequeña que la de To-
ledo, es, en nuestra opinión, algo más
antigua. La efigie adopta la misma
174
BOLETÍN
graciosa postura ó inclinación hacia
atrás ; la faz sonríe ligeramente y los
paños están tratados con inteligencia.
Sobre el manto ó toca ostenta la Virgen
una especie de diadema ó corona lisa,
de forma rudimentaria. Conla mano de-
recha sostenía ó presentaba un objeto,
hoy desaparecido, y sóbrela izquierda
y el correspondiente brazo soporta al
niño Jesús, quien, en vez de extender el
brazo derecho para coger el manto de
la Virgen, lo tiene recogido sobre el
pecho. Faltan á esta imagen casi todo
el brazo derecho y los pies, y al Niño
la cabeza y parte del brazo izquierdo.
Aunque semejantes mutilaciones no
quitaran á esta pequeña estatua parte
de su importancia, sus condiciones ar-
tísticas la colocan á gran distancia y
en mu}^ inferior categoría con relación
á la efigie toledana.
Mucha mayor analogía ofrece con
ésta, otra que se conserva en el Museo
del Louvre ; hasta tal punto se observa
la semejanza entre ambas, que no pa-
rece sino que fueron debidas á una
misma mano. Cuando esto no ocurriera ,
el arte, la escuela, la filiación de una
y otra son idénticos.
La posición de la efigie de París es
absolutamente la misma, sin que en los
detalles dejen de observarse algunas
diferencias. La expresión del rostro es
aún más abierta y sonriente, los ojos
más rasgados y las facciones más co-
rrectas. La corona es más rica y com-
plicada en sus adornos. Sobre la túni-
ca de la imagen vese un cinturón. La
Virgen ofrece , no una flor , sino una
manzana al Niño, que aventaja en sus
buenas proporciones y en su factura
al del grupo de nuestra Iglesia prima
da. Exornan el pequeño pedestal sobre
que se yergue la imagen, menudas la-
bores repetidas, mu}'- características
del siglo XIV, en lo que también se
nota diferencia con la nuestra, cuyo
pedestal es liso. Por lo demás, la dis-
posición del grupo, lo gracioso del mo-
vimiento, la esbeltez y elegancia de las
figuras, el gusto y la destreza con que
están plegados y trabajados los paños,
todo lo que el artista quiso hacer re-
saltar como principal, es gemelo en am-
bas obras. La estatua de París es tra-
bajo muy notable é importante , hasta
el punto de que un experto crítico mo-
derno (1) la considera como una de las
dos mejores obras en marfil propias de
la Edad Media, entre las conservadas
en el Louvre, y como obra maestra de
la escuela parisiense de escultura. Pero
aunque aventaje desde ciertos puntos
de vista á la casi ignorada efigie tole-
dana , no es pequeña gloria para ésta
poder arrostrar sin grave riesgo el
parangón con su tan ponderada com-
pañera.
La imagen es, pues, probablemente,
obra francesa y parisiense. El cómo,
cuándo y por qué vino á poder del
Cabildo toledano, es punto más obscu-
ro y que no reviste verdadera impor-
tancia. En la Catedral primada ignó-
rase su historia y procedencia; pero
débase su posesión por aquella Iglesia
á la piedad de algún Prelado ó á la
devoción de algún Monarca, Reina ó
personaje, en cualquiera de estos casos
queda como cosa cierta y principal la
belleza y el interés arqueológico que
encierra este simulacro de la Madre de
Dios, hermoso producto de la inspira-
ción y del arte religioso de la Edad
Media.
El Vizconde de Palazuelos.
ESCRITURAS MOZÁRABES TOLEDANAS
fContitittaa'ón.J
XLI
Venta de una yugada de tierra labrantía
sita en Olías la Mayor, otorgada por Doña
Mi-Sol (Xamsí), la que fué esposa de Miguel
(1) Gonsc, L'Ait Got/tiqíu; páginas 450 y 451.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
175
Ad-Dení (de Denia), y sus dos hijos Juan y
Alfonso, á favor de D. Domingo b. Jalaf,
por precio de 14 mizcales de oro alfonsí. Há-
llase la tierra objeto de este contrato en el
octavo I de Aben Abde-s-salam, y la adqui-
rieron los vendedores por herencia de este
último, que fué abuelo de Miguel Ad-Dení.
íXz
yi ¿.Ai^O ^,_j) ^ )^^^)
^_i^ f^ V ^-"-^ ijri o^^'^-' iJJ-' "^J^
•^!í ^3j J-r* j-¿Mj ^i\j^ l^xA ^.
(... j
Wt
Fecha en Noviembre {ji~>y) de la Era
1214.
Suscripciones: Julián Pethres hijo de Is-
mail, testigo J-^-l ^j! ^j-j-^^ j'-c-'W.)
(j.sl¿.; Sebastián b. Abdalahb... ¿.^x^^j)
(... J5| J.^c yi, y Alfonso b. Miguel de De-
nia, testigo qí\^j\ J._jLjí-/» y} ^.új\j)
XLII
Testimonio otorgado por D. Juan Al-
Jodsri, por el cual declara que Doña Hora-
Bona, hija de Domingo Peláez, compró,
para sus dos hijas María y Xolé y con di-
nero de ellas, una habitación ó aposento
('¿^^M) 2 sito en la demarcación de la iglesia
de San Justo, en el interior de Toledo; que
se ajustó el precio en cinco mizcales y me-
dio de oro alfonsí, de los cuales el vendedor
recibió cinco en el acto del ajuste, proce-
1 En la delimitación de los predios rústicos
se lee con frecuencia que tal finca se halla en
el octavo (en el reverso de algún documento se
escribe también ochauo) ú octavos de fulano.
Entendemos que con esto se alude á la división
de una propiedad en octavas partes, según las
leyes que regulaban la sucesión hereditaria, y
suponemos que la finca así dividida continuaba
designándose con el nombre de aquél que la
poseyó indivisa, tal vez á raíz de la conquista
de Toledo por Alfonso VI.
2 En uno de los documentos bilingües apa-
rece traducida esta palabra por domuncula
(casita).
dentes de la venta que hizo Hora-Bona de
unas ropas que pertenecían á sus dichas hi-
jas María y Xolé, quedando por pagar el me-
dio mizcal restante, en razón á lo cual se re-
trasó la redacción del correspondiente ins-
trumento notarial; que al tiempo de otorgarse
éste, recibió el vendedor de las dichas María
y Xolé un cuarto de mizcal, perdonándoles el
otro cuarto por amor de Dios... y renunciando
con esto á todo derecho sobre la finca ven-
dida. K.}\ ... ^y^M ^'^\^_ ^,j:> A^~i)
-^Xi»J \^J^XX^ ¿..vumÁJ i,'^S^^
^jJj/¿'Á\ Jy^¿ h ,^
,^!
i,=i.y c^>-^5 Q^^ij^^ '^■s^.^jj (*) --'''O'''
V-
Fecha en Diciembre? de la Era 12 15.
Suscriben: «iulian martiniz testis, román
micael testis».
Y en caracteres árabes: Xalmón b. Alí b.
Waid {^-^■pj ^jJ c^t ^)i ,j^Il) y Albaro
b. Domingo b. Alí b. Waid iJü^i yi j-JU)
XLIII
Venta de una tienda (O^jL^-l ^a-^^) sita
en el distrito de los Herbolarios, cerca de
Santa María la Mayor de Toledo... ¿>.3rf)
(... 5J^L¿)! h ,íUj ... ^jLlxJ!, y lindante:
al E., con otra tienda del Arcediano D. Pe-
dro; al O. y N., casa de Domingo Martín, y
al S., un camino grande (calle) .^ '^jjhj\)
[j^J], al cual se abre la puerta de la
tienda.
(*) Suponemos por el contexto que aquí se
trata del partitivo del numeral cuatro, aunque
esta forma en el árabe clásico tenga diferente
significado.
176
boletín
Intervienen: como vendedor Estéfano de
Xetier? {X^^ ^ (^sLxd,!), y como compra-
dor el canónigo D. Matías ,j^ ^-J»--'^)
(^^^jj-LüJí (P^s importando el precio 25
mizcales de oro alfonsí.
Fecha en Abril de la Era 1216.
Entre las suscripciones sólo podemos leer
las siguientes: «micael iben besa azafar».
Y en carácter arábigo la de Xalmón b. Alí
b. Waid, que tanto se repite ^
XLIV
Venta de ima casa y del estohlo que hay
enfrente, el cual fué mezquita en pasados
tiempos á^JLa ^3-51 J^L^^L jl^Jt ^^^)
(^.viJ! J _\sr— - JS. 'ijS'M\ j\ú), sito
todo ello en la demarcación de Santa María
de Toledo. Linda dicha casa: al E., con
otra de los herederos del caid D. Xabib jb)
(w»..^ A ^^ J-jUJ! ijj_^3; al o., con la vía
ó calle que baja desde la catedral hacia la
parte del Pozo Amargo ^» h¡\j^\ ^ ^^L-M)
(Lil jJ) \ "i^a^ ^ 1 JAoUJ! , y á esta calle da
una de las piuertas ^ de la posesión en ven-
ta; al S., otra vía ó calle, á la cual da la
puerta principal de la casa vendida, y al
N., casa del Capiscol de la iglesia catedral
de Santa María h-'J:. 'LvtU J jüi. üJ .b)
(... 'Ljj^. Linda el establo: al E., casa de
los herederos de Pedro b. Hacam ij-h^.¡)
{Ss^ ^y, al O., otra habitación (N-S^) del
difunto arcipreste D. Nicolás, cuyos alba-
ceos son los vendedores en este contrato; al
S., casa que fué de Euf vasto} Cl^jlT .1^)
{b.^j¡^, y al N., un camino {,^_^ X).
Otorgan esta venta el Arcediano D, Do-
mingo Gonzalbo, D, Andrés b. Abdallah y
1 Letra muy borrosa.
2 El texto dice:^ki;,Jl w^L t, jLí ^\^
... ^^^i\ li» i.lj.=. ^yA ^jJ)._Y á ella da
(ó en la cual se abre) la puerta del sótano de
la totalidad de la finca en venta.
D. Tomé Xathurnin (^^i^Li.), como testa-
mentarios del Arcipreste D. Nicolás L^^^l'*
(, ^to (jj^ ^JÍ-^Í'j-^-m'^!, á favor del Arci-
preste de Talavera D. Pedro b. Miguel, por
el precio de 202 mizcales de oro alfonsí, que
habrían de invertir los albaceas en sufragios
por el alma del testador, en cumplimiento de
su última voluntad.
Se advierte además haberse entregado al
comprador cuatro escrituras en que constan
los derechos del testador sobre las fincas
vendidas.
Fecha en Junio de la Era 1216.
Suscripciones de este documento: «Ego
d. colar archidiácono confirmo, Ego F. ar-
chidiácono Calatrave confirmo, Ego W.
prior testis, Raimundus capellanus testis,
ego iohanes sacrista testis, ego petrus eccle-
sie sancti micaelis diaconus testis, ego do-
minicus mistarabs testis, Ego Gondisaluus
archidiaconus aluacea archipresbiteri nicho-
lai supradictam uenditionem uendo et con-
firmo, Ego W. capellanus altaris sancti Tho-
mae ecclesie sánete Marie testis, Ego petrus
ecclesie sancti micaelis diaconus testis».
Y en caracteres arábigos: Andrés b. Ab-
dalah b. Xabith ím\ ^^í ^i fsic) r,^'|i-V:)
(kAi. ^,i, Xalmón b. Alí b. Waid ^^»J.¿.)
(J^íi. yi ^\z. ^j, Pithro? Abderrahmánb,
Yahya b. Harits
^■•
■:• o^
XLV
.^1
w\.£. í
"J
-k.-j)
Partición que hacen entre sí Lázaro b. Alí
é Ismail b. Lop, el Israelita Js ^yi_ ^jj^)
( bL^'^ >^_^J y¡ J-n*fr"b' ^^ la viña que
compraron mancomunadamente de Juan b.
Otsmán en el pago de San Esteban, á la
otra pai te del Tajo, en la jurisdicción de la
ciudad de Toledo j La ^JJl /^j-^Jl í^-^-^^)
Se hacen tres partes de la viña en cues-
tión, adjudicándose dos de ellas (una á le-
vante y otra á poniente) á Lázaro b. Alí, y
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
177
la que queda en medio de ambas á Ismail b.
Lop, entregando éste á aquél la cantidad de
medio mizcal alfonsí para la perfecta igual-
dad en la partición ^ U^;;^^..? .j:^j::',\ L^')
Fecha á últimos de Agosto yi^t ^1 ^)
(yJU¿-¿l de la Era 1216.
Firman, entre otros: Domingo b. Pethro,
testigo (»Xa>Li. ?j.J=-f ^y> ¿.Ü:^^), Ismail b. Lop
Al-Israilí?, Ishac b. Suleimán b. Nuh tes-
tificó y escribió ^ ^ yj í-r-<rr^ i-r'. v ?==^^)
.0
.•r
u-
j -^ - j^
XLVI
Fecha en la última decena de Diciembre
(^í-^^ j-^^ ^^' j¿^^\ ^^xJl J) de la Era
I2ig.
Suscripciones: Abdallah b. Abdelaziz b.
Hatháb (w^lia^ ^j J¡Jx}\ j^ ^^; ¿.U! j..c)
Vicente? h. Abdelaziz b. Saad y¡ ^Jl^x^j «)
(j,»^ ^,j j-O^ "■'^» Fernando Yoannix,
testigo (-VíLL i.^^^i?-' 2^-^"=J;3j). y Pedro b.
Ornar b. Gálib b. Al-Kalás j^ yj íXX.) ^)
En el reverso: «Carta de la uinea de sáne-
te columbe».
Francisco Pons.
(Continuará.)
Venta de una viña sita en el pago de la
igle3Ía de Santa Colomba, jurisdicción de
Toledo 1 LL 1.^S A^ais-^ ... j y-CJ! >^^.^.=^^)
(ilLJL io-U' J.^i i-^.li y contigua á otras
dos viñas de García de Camarena A;«.^¿)
( c}]}T.>^' y ^^ Justa, la que fué esposa de
Martín Mozárabe {^,x::.^- rK'^jJ)'
Intervienen como vendedores Doña Leo-
cadia, hija de Pedro So/¿»és.^ (Suelves?) ij^^)
(¿ v"4-^ í).ia~^ vJI^iJ LoLaJ y su hijo Rodri-
go b. Pascual {J\Sá>) ,.yj ¿aj .J 1 ¡-.^f'j) á
favor de abú Z^crym Yahya b. AIí el de Má-
laga iJ^K^^ ^^ ^J>, ^^.^'. (*) ^/jji^)
por precio de 55 mizcales de oro alfonsí, y
haciéndose constar que la vendedora adqui-
rió el dominio sobre la finca que enajena, por
herencia de su hijo Pedro, que lo fué de su
segundo marido ,_a5'J^J! 5t---l! ^j^-^\ ^--^j)
(... ^ÁX}\ V^jJ ^y. í^yk. l^.! ^y^ ^'j)^l ,
como asimismo se advierte que asistió al ac-
to del otorgamiento D. Juan Pethres ó Pé-
rez, actual marido de la vendedora, el cual
dio su consentimiento y aprobación á lo he-
cho por su consorte.
UNA PAGINA DE LA HISTORIA
DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
I Documento escrito en el papel caracte-
rístico de fabricación toledana, como el que
hemos encontrado en el núm, XXV.
(*) La ortografía clásica de este nombre es
byf;
(Conclusión.)
„ Yo seguía auxiliándolos con gfente y
municiones ; pero debiendo guardar
esencialmente los caminos por donde
el Sitio estaba más expuesto á ser nue-
vamente atacado; reunido ya conmi-
go mi Ayudante, pude colocar hasta
sesenta hombres entre los soldados in-
válidos, los dispersos y los paisanos
en los puntos del camino de Guadarra-
ma, Compaña y camino real, dirigien-
do en aquéllos á los paisanos, cabos y
soldados de inválidos y recorriendo
sin cesar todos los sitios mi Ayudante.
Sandoy y yo, permanecimos siempre
más entre la villa y el pueblo por ser
lo de más riesgo, y por estar más pron-
to á acudir en donde fuese necesaria
nuestra presencia. Así se pasó hacién-
dose fuego hasta las doce de la noche,
hora en que los enemigos, incendiando
el pajar y casa de Manuel Álvarez,
que está á la entrada de la villa, pene-
traron en una de sus calles, forzaron
algunas puertas, y echaron fuego á to-
das las del recinto de la plaza, excep»
to dos.
„Entonces, oyéndoles tocar susclari^
nes, y viéndolos en todo su número
178
boletín
reunidos, que no bajaban de cuatro-
cientos hombres, reuní la gente de arri-
ba al camino real , mandé al hospital
por cartuchos, que se escaseaban, se
juntaron unos pocos, y diez ingleses
enfermos que tenían unos paquetes, di-
jeron que ellos no los daban, sino que
vendrían á gastarlos por su propia
mano, y así fué, que seis de ellos que
estaban capaces , se vistieron y arma-
ron, y se presentaron en acción, sien-
do tan constantes, que en ningún pun-
to me desampararon hasta que se fina-
lizó.
^Resueltos á resistir hasta el último
extremo, preparado todo en la manera
dicha y en formación la gente para
nuevo ataque, mandé tocar el fabordón,
ó campana gorda del Monasterio, tan-
to para que las mujeres y gentes que
aún había en el Sitio se ausentasen,
como para imponer más respeto al
enemigo. Este, en efecto, volvió á to
car sus clarines, y se empezó á poner
en retirada. El teniente Sandoy fué si-
guiéndolo, y observándole sus movi-
mientos. Seguros de ella oí el parecer,
no sólo de mi Ayudante, sino de don
Juan de Bartolomé, D. Vicente Rive-
ra y otras personas del pueblo, que
eran las más respetables, y que tam-
bién habían concurrido á la acción, y
teniéndose presente, entre otras refle-
xiones, que no había municiones para
más defensa, pues había quien no tenía
más cartucho que el cargado, se resol-'
vio dejar la población, sin perderla de
vista, retirándonos á la sierra hasta
ver el éxito que tenía el ataque de Ma-
drid, y si se nos reunía gente y había
medio de adquirir cartuchos y volver
á defenderla, y si no, obrar según las
circunstancias.
„Con arreglo á esto, di orden para
que se retirasen los paisanos y solda-
dos que estaban en las avenidas de
Guadarrama y la Compaña, y dirigí
á los ingleses para que se fuesen con
los soldados de caballería.
„ Mi ayudante y yo pasamos á casa
á recoger las reales órdenes y los pa-
peles de gobierno, que debía poner en
salvo, y así se hizo.
„Todo el día 4 estuvo la villa y Sitio
libre; pero á la noche, ya tomado Ma-
drid, llegó al Sitio la división de dra-
gones del general Lahaussaye, com-
puesta de los regimientos 18 y 19, que
no encontrando en el pueblo sino al
alcaide de la cárcel , á quien yo había
mandado para observar, se estuvieron
todos sobre las armas, rodeándolo.
„Recibí por la madrugada la intima-
ción de presentarme por la mañana
antes de las ocho, bajo las amenazas de
incendiar el pueblo, y ésta, y los cla-
mores de los vecinos del Sitio , me hi-
cieron arrostrar por todos los peligros,
y presentarme con mi ayudante, al-
guacil mayor y demás gentes que me
acompañaban , á disposición de dicho
general, que volviéndonos nuestras es-
padas, nos trató con honor , y en ban-
do, que publicaron, y que conservo,
elogiaron la lealtad y el valor de los
habitantes del Sitio á quienes decían
perdonaban las vidas por la humani-
dad que habían usado con los prisio-
neros de estado franceses.
„Después tuvieron lugar los aconte-
cimientos ulteriores, de que daré par-
te á V.E., porque no pienso referir sino
lo que es propio de esta acción, en que
tanto valor, lealtad y espíritu de pa-
triotismo han desenvuelto aquellos ha-
bitantes, dignos de la piedad del Rey,
añadiendo que además de lo que á to-
dos acredita esta sencilla y verdadera
relación del suceso, son muy dignos
del reconocimiento nacional D. Josef
Manuel Sandoy, teniente de caballería
de Voluntarios de España, y el subte-
niente D. Miguel Josef de Quevedo, mi
ayudante por su actividad y resolución
acreditada en los graves peligros de
que se vieron rodeados principalmen-
te en el principio del ataque.
„Los vecinos del Sitia que me acom-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
179
pañaron y que á pecho descubierto se
pusieron en medio del camino á con-
trarrestar la caballería francesa, dan-
do á mi lado y á la voz , la más opor-
tuna descarga que se puede decir, fué
la que salvó á todos sus habitantes.
„La actividad y celo del alcaide de
la real cárcel, que estuvo conmigo, no
sólo en la acción , sino que me acom •
paño constante en todas ocasiones.
„Y últimamente es digna del mayor
elogio la respetable memoria del reve-
rendo P. Fr. Silvestre Ruiz, monje de
aquel real Monasterio, que, inflamado
del celo que siempre le animó, desde
por la tarde en que vio los preparati-
vos que se hacían para la defensa, pre-
sentándose voluntario, dijo "que acre-
ditaría con las armas, en la ocasión,
lo mismo que había exhortado en el
pulpito, que debían todos obrar. „ Y, en
efecto , por la noche fué de los prime-
ros que salieron contra los enemigos,
y haciendo fuego murió atravesado de
un balazo.
„Tuvimos de pérdida, además de es
te religioso , dos soldados , que murie-
ron de resulfas de sus heridas, y un
paisano herido, que se retiró de la ac-
ción, llamado Josef Medina.
„En la villa pereció un forastero que
estaba dentro de una de las casas que
incendiaron , en venganza del fuego
que de ellas les habían hecho. El sobre-
guarda de los reales bosques y su cria-
do , que cogieron, fueron arcabucea-
dos. El sacristán fué también acuchi-
llado terriblemente, de modo que á los
dos días murió de sus resultas.
„La pérdida cierta de los enemigos
fué de veintidós hombres; esta es la
vista y averiguada con exactitud; pero
se debe creer mayor por los regueros
de sangre y caballos muertos que se
vieron en todo el camino de Madrid
posteriormente, y heridos que en la
misma noche que entraron condujeron
al Hospital. Es cuanto tengo que infor-
mar á V. E. sobre este asunto.
„Dios guarde á V. E. muchos años,
como deseo. Sevilla 26 de Junio de
lS09.=:Excmo. Sv. = Francisca Car-
mona. =Excmo. Sr. D Martín de Ca-
ray.
-^í^
OQl^©EDÁNEA
El excursionisrro,práct¡c I sana parael cuer-
po y para el espíritu, va iotiUrándose más cada
día en las asociaciones y aun en la prensa. El
Ateneo Tarraconense de la clase obrera, so-
ciedad la más importante de Tarragona, ha
creado una nueva sección, cuyo objeto será
practicar excursiones por el territorio catalán,
á fin de estudiarle y darle á conocer; y al efec-
to, ya ha realizado colectivamente algunas
muy interesantes.
También la revista de Guadalajara intitula-
da Flores y Abejas, en cuya redacción conta-
mos con algunos compañeros, ha inaugura-
do una serie de excursiones por la provincia,
siendo objeto de una de ellas Brihuega, ya
visitada tiempo atrás por nuestra Sociedad.
En su núra. 5o, correspondiente al 1 1 de Agos-
to último, aquella Revista insertó un intere-
sante artículo, ilustrado con varios grabados,
en que se daba cuenta de la excursión.
El Excmo. Sr. Arzobispo Obispo de Madrid-
Alcalá, Presidente de la Sección de Ciencias
históricas de la Sociedad española de Excur-
siones ha terminado recientemente la visita
pastoral hecha á la parte montañosa de las
iglesias de la diócesis, que ha resultado nota
blemente beneficiosa para el arte.
A más de dictar otras disposiciones, ha man-
dado á los párrocos que le remitan la reseña
histérico-artística de las parroquias y de su en-
lace con la historia de la localidad, copiando
inscripciones y dando antecedentes de las
obras de arte en retablos, cuadros, esculturas,
vasos y ornamentos.
En los pueblos que vivieron durante los si-
glos XV al XVII, bajo influencia artística tan
sana como la ejercida por el Paular, insigne rui-
na que todavía es una maravilla del arte , tales
como El Horcajo, Buitrago, Robledo de Cha-
vela y otros, ha hallado bellísimos retablos gó-
ticos, ornamentos bordados de imaginería,
cruces parroquiales y cálices del mismo gusto,
ordenando la formación de índices de todos
los objetos de arte para cuidar de su conserva-
ción en las localidades respectivas. Con tan
acertada medida se logrará en adelante defea-
Í80
boletín
der de la rapacidad de anticuarios logreros las
joyas artísticas que aún quedan en nuestras
iglesias.
Unimos nuestro modesto y entusiasta aplau-
so al muy sincero que seguramente tributarán
los amantes del arte al sabio Prelado de Ma-
drid-Alcalá.
Nuestro respetable amigo el Sr. Obispo de
Solsona, Dr. D. Ramón Ríu, colaborador de
este Boletín, dando nueva muestra de su
amor á los estudios retrospectivos, se propone
crear en la capital de su diócesis un Museo de
arte cristiano, que se instalará en el palacio
episcopal. Felicitamos al docto Prelado por su
pensamiento, que desearíamos repercutiera en
todas las diócesis de España. La noble con-
ducta de los Obispos de Vich y de Solsona, y
la protección que dispensan al arte y á la his-
toria, son dignas del mayor encomio y de ha-
llar fervientes imitadores.
materiales romanos, se ha descubierto un cipo
funeral, cuya copia , hecha á raíz del hallazgo
por don Faustino Merlín Aguilar, ha sido pre-
sentada á la Academia de la Historia, en cuyo
Boletín (Octubre de 1895) acaba de publicarse.
El epígrafe se refiere á un Lucio Junio Hebe-
no, liberto de Lucio, y á su mujer Valeria
Restituta.
Un interesante bronce romano-celtibérico se
ha descubierto á orillas del arroyo de la Ave-
llaneda , sitio de los Veneros, en término de
Arenas de San Pedro ( Avila). Es un busto de
mancebo con pátina verdosa, cubierta la cabe
za por abundante cabellera, y el hombro iz-
quierdo por un manto. Mide o"'i25, es hueco
en el interior, y en la parte superior de la ca
beza tiene un orificio, con tapadera formada
de un trozo del peinado, fija sobre la coronilla
por un gozne.
El ilustre escritor D. Víctor Balaguer, Pre-
sidente de la Sección de Literatura de nuestra
Sociedad, ha aceptado la invitación que le ha
dirigido el Ayuntamiento de Calatayud para
que presida los Juegos Florales que el año pró-
ximo se han de celebrar en aquella ciudad.
Se ha descubierto en la Catedral de Santia-
go el sepulcro del célebre caballero gallego
D. Pedro Fernández de Castro, Adelantado
mayor del reino y generalísimo de los ejérci-
tos españoles, que floreció en el siglo XVL
También se han descubierto, según noticia
que da un periódico valenciano, en la Cartuja
de Val-de-Cristo (diócesis de Segorbe) los res-
tos mortales de fray Bonifacio Ferrer, general
que fué de la Orden de los Cartujos y herma-
no de San Vicente Ferrer.
En un lecho de arena colindante al Santua-
rio de Nuestra Señora de la Regla, cerca de
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), junto á las
ciclópeas ruinas de un vetusto castillo, donde
se supone que existió una población, hoy su-
mergida en el mar, han aparecido varias sepul-
turas perfectamente alineadas y orientadas.
La Comisión de monumentos de Cádiz ha
pasado á aquel lugar con objeto de practicar
trabajos de excavación, y ha dado cuenta del
descubrimiento á la Real Academia de la His-
toria.
-«I—
En término de Medina de las Torres, y jun-
to á su ermita de San Blas, construida con
La prensa de Lérida anuncia el descubrí
miento en aquella comarca de una interesan-
te cueva prehistórica, que acaba de explorar
D. Luis María Vidal, ingeniero jefe de aque-
lla provincia. Hállase situada por cima de Po-
bla de Segur, en el llamado Congost d'Erin-
yá, en disposición casi inaccesible; y se le con-
cede importancia por el avance que represen-
ta en dirección del Norte, y ya en plena región
pirenaica, el área conocida de la habitación
humana en la época protohist^rica.
SECCIÓN OFICIAL
La Sociedad Española de Excursiones reali-
zará una el domingo i.° de Diciembre al Mu-
seo Arqueológico Nacional , instalado ya en
su nuevo edificio, Palacio de Museos y Biblio-
tecas, con arreglo á las condiciones siguientes:
Sitio y hora de reunión: Puerta del Museo
(calle de Serrano), á las nueve y media de la
mañana.
Cuota. Cinco pesetas, en que se comprende
el almuerzo en el restaurant del Círculo de
Bellas Artes, café, gratificaciones, etc.
Para las adhesiones dirigirse, de palabra
ó por escrito, acompañando la cuota , al señor
Presidente de la Comisión Ejecutiva, D. Enri-
que Serrano Fatigati, Pozas, 17, hasta el sába
do á las ocho de la noche.
Madrid i.° de Noviembre de 1895.
El Secretario general, Vizconde de Pala
!fue¡os.—Y.° B."— El Presidente, Serrano Fa
tigati.
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BOLBTIN
DE LA
DIRECTOR :
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario genera! de la Sociedad.
AWO III
Madrid 1.° de IDieiembr'e de 189o
WUM. 34
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
ARCA Ó BAÚL
DE LA PROBABLE PERTENENCIA DEL CARDENAL
CISNEROS
aSnNTRE los objetos que componían
J el mobiliario de la Edad Media,
1 las arcas ó baúles puede decir-
se que fueron los muebles más indis-
pensables para la vida, pues tan nece-
sarios eran para el Rey como para el
vasallo, para el noble como para el
sacerdote. Guardábanse en ellos los
objetos preciosos , ricas telas y tapices
del Señor, los vasos sagrados y orna-
mentos de la Iglesia , los archivos de
las familias y los enseres del plebe-
3'0. Servían algunos como asientos y
lechos, al mismo tiempo que decoraban
las habitaciones; se guardaba en otros
el dinero , ocupando el lugar que hoy
las arcas de caudales, y otros, final-
mente , se utilizaban para llev^ar al
cementerio á los que pasaban á mejor
vida.
Distinto es su arte y decorado según
el progreso y adelanto de los tiempos.
y según los usos á que se aplicaban.
Muchos y hermosos arcones se con-
servan lo mismo en Francia qué en
España, en museos y colecciones par-
ticulares, fabricados en los siglos XIII,
XIV y XV.
Poco sabemos en nuestra patria so-
bre autores de arcones ó cofreros, que
se llamaban vulgarmente , pues las
investigaciones sobre este particular
van muy despacio entre nosotros , sin
embargo de poseer varios arcones muy
notables; y citaremos entre éstos el de
doña Urraca, que existe en la Cate-
dral de Falencia, el llamado cofre del
Cid , que hay en la de Burgos y que,
según Orcajo , fué uno de los que dio
Martín Antolinez lleno de arena á los
judíos Vidal y Rachel , cuando de una
manera tan encarnizada persiguió el
rey de Castilla á Rodrigo Díaz de Vi
var; tradición, aunque respetable, no
comprobada; el que cedió el Cabildo
de León al Museo Arqueológico, siendo
director D. José Amador de los Ríos, y
otros varios, en fin, que existen en di-
cho Museo y en casas particulares,
entre otras la del Marqués de Monis-
182
boletín
trol, que posee algunos de notable mé-
rito.
En Francia fueron muy usados los
arcones en la Edad Media, y nos ofre-
cen una prueba de ello las hermosas
delanteras que pueden admirarse en el
Museo de Orleans, obra acaso ejecuta-
da por alg-uno de los Esteban Quinerit,
Mathurin Thibaul, Juan Primelle, etc. ,
que tanto se distinguieron , en aquella
época, en su artística industria.
El arca cuya reproducción acompa-
ña al texto es un mueble de madera
que afecta forma de baúl y va forrada
al interior de un paño azul oscuro, y
exteriormente de un terciopelo rojo, ya
muy deteriorado por el roce. Las di-
mensiones del arca son: altura, Col";
longitud, 1,31""; anchura, 0'51'". Toda
ella, por su frente, tapa y costados vese
llena de adornos de chapa de hierro
repujado, que constituye su ornamen-
tación. Muy común era en el siglo XV,
en fines del cual debió construirse este
mueble, hacerlos cubiertos de cuero
ó terciopelo y con herrajes , pues en
Francia Gilíes de Willis, carpintero de
Lila, hizo cofres en que, además de la
madera, entraban aquellas otras ma-
terias; Gilíes Bounier, cofrero en 1443,
hizo otro cofre, también cubierto de
cuero con flores y viñetas y con fajas
de hierro; y en 1481 el tapicero de
Luis XI, Roberto Gaultier, suministró
un gran cofre de cuero, herrado, para
poner paños de oro y objetos pre-
ciosos.
Los adornos de hierro , ya citados,
constituyen la parte más interesante
del arca. En el frente, tapa y costados
figuran representar un cuerpo arqui-
tectónico ojival, calado, con sus colum-
nas de retorcidos fustes y sus arcos
canopiales. Cinco intercolumnios apa-
recen en el frente y tapa, y dos en cada
costado. Ocupando los aparentes va-
nos y destacando sobre el terciopelo,
vense hojas de cardo , esencialmente
góticas, adornadas con nervios, flores
cuadrifolias y circulillos de puntos re-
pujados.
Tres cerraduras de gótica traza, una
pequeña en el centro y dos mayores á
los lados, todas desiguales, pero inte-
resantes por la pureza de su estilo,
adornan el frente. En la de la izquier-
da nótase figurado un dragón. Bajo la
central , y sustituyendo á las hojas de
cardo, vese un escudo de armas, con
capelo y borlas, también de chapa de
hierro, con el único cuartel jaquelado.
Encuadra todo el frente del arca un
cordón de San Francisco. En uno y
otro costado del mueble , fíjase un asa
ó agarradera con terminaciones de ca-
beza de animal toscamente forjadas.
Por último, tanto en el frente como en
cada costado, hay un sumamente reba-
jado arco canopial, contribuyendo los
tres á destacar los cuatro pies del arca.
Con escudo de armas en el centro,
propio de la familia que la poseía , co-
nocemos muchas arcas, y el detalle de
tener tres cerraduras no es raro en
aquel tiempo ; pues , entre otras , Juan
Guiselin, cerrajero de Bruselas, adornó
con tres cerraduras un arca que hizo
Antonio Gossin para Felipe el Bueno,
duque de Borgoña.
El arca que describimos , que indu-
dablemente puede considerarse como
gasofilácea, ó sea propia para guardar
ornamentos sagrados y objetos precio-
sos del culto , debió de pertenecer sin
duda al Cardenal Cisneros , pues el
. jaquelado del escudo , el capelo y las
borlas, el cordón de San Francisco,
propio de la Orden á que pertenecía el
Gran Cardenal, la época en que indu-
dablemente se construyó el mueble y
el haber sido adquirido éste en Toledo,
ciudad llena de recuerdos, memorias y
fundaciones del insigne Regente , son
otras tantas circunstancias que pare -
cen con fundamento así acreditarlo.
Manuel López de Ayala.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
183
ESCRITURAS MOZÁRABES TOLEDANAS
(Continuación.)
XLVII
Convenio celebrado entre Berenguer, hijo
de Albellitair (el pellejero?) ', y su esposa
María, por el cual se establece lo siguiente:
Si muriese ésta sin sucesión, todos sus bie-
nes pasarán al marido, sin que á ello se
opongan los parientes de la donante: el es-
poso usará libremente de dichos bienes, sa-
cando de ellos cinco dinares y una medalla *
(XJLia^) que entregará á los parientes más
próximos de aquélla (sean éstos muchos, po-
cos ó uno solo); también se destinan otros
cinco mizcales para honras fúnebres al arbi-
trio del marido. Si falleciese éste antes, pa-
gadas las deudas del fondo común, la cón-
yuge sobreviviente tomará para sí la mitad
de cuanto el matrimonio poseyese al tiempo
de la defunción, así dentro como fuera de
Toledo, en cualquiera clase de bienes , des-
tinándose á los herederos del difunto (no ha-
biendo hijos, como se ha dicho antes) la otra
mitad, sacándose además cinco mizcales
para las pompas fúnebres '.
Fecho en Julio de la Era 1223.
Suscripciones: Yahya b. Yaix b. abú-1-
Jair (j.^1 ¿j1 fj>\ ^J^^i ^^. ^r^^)» Ab-
delmelic b. Abderrahmán b. Hothaya? Xx)
(i^laa. yi ^j-<^J\ ^^ ijri '■^^^' Suleimán
Thaurel? (¿J!;j^ (jv^j)' Xalmón h. Alí
b. Waid (J.-¿ij ^ji ^Ic (^ (J,»^^í)•
1 En el texto parece leerse: ^^^^J' \}^y.
f-^\. Después del J final de la primera pala-
bra sigue un j, como si el amanuense hubiese
querido corregir Berenguer en vez de Beren-
guel.
2 Moneda antigua llamada también meaja
en los documentos castellanos.
I Como consideramos este documento de
alguna importancia y no tan claro como fue-
ra de desear, daremos al fin el texto y la tra-
ducción de lo esencial en su contenido según
nuestra manera de entenderle.
XLVIII
Testimonio de D. Gonzalbo Díaz -^¿.1)
({J^."^ i.íl~ai¿ ,jj!> por el que afirma haber
entregado á su sobrina Doña Sancha, esposa
de D. Munio Armilez, 20 mizcales ^iacj ¿Jl)
ii^^J' jy^ ^^ ^°s 100 que tenía en su po-
der y que procedían (de la testamentaría?)
de Doña María, esposa de D. Lope de Are-
nas jj-^-' Wjj c^L^ ^:J| h ^ iij:>)
(iT^.y ^ "r^' ^°" '^^ condiciones y salve-
dades que se indican.
Fecha en la segunda decena de Noviem-
bre, Era 1223.
Suscripciones: Fernando b. Hasán escri-
bió {^^^^ r)^"**^ f¿.ri '^^^)' Pethro b. Ab-
derrahmán b. Yahya b. A9bag Jt^ y) SjL.>)
{^-^^ ¡jti c^.- [.yJ (•r-íf^M-'K Yahya b. Wa-
lid b. Kasim (**-L5 j^^j aJ^ .í <;lf^'j) >'
Vicente b. Abdelaziz b. Saad testificaron
sobre esto Jju- ^j j^ y*-^^ ^-^ i^y' ^-1^~«J j)
(Por estar maltratado el documento no te-
nemos completa seguridad en la lectura de
algunas palabras, lo cual nos hace dudar res
pecto al sentido de algunas frases).
XLLX
Venta de una yugada y media de tierra en
el pago ó término de Olías la Mayor, de la
jurisdicción de Toledo ^, como asimismo de
cTÍ
I a3>
ai ;..J! 11*.
^
;j r^
l^y ^'j ;"^! ¿"^U. «Y la citada venta se ha-
lla en el octavo de Aben Florent? t:n la citada
alquería y forma parte del total de los 18 pares
ó yugadas (?) que se conocen en los dichos oc-
tavos, según los pares ó yugadas que allí se
usan». Ignoramos si habremos interpretado
rectamente estas palabras.
18
boletín
ua corral contiguo á otros dos de los here-
deros de Abú Jair y de Juan Meléndez res-
pectivamente.
Vende Abú-1-Hasán Abdalah b. Abdel-
melic el de ^ ?... -V-.^ ,.r> ¿-'Jl --^ ,.r"¿i yl)
( ^2. .-V.'"^l jJM] á Doña Ana, hija de Don
Pelayo Calvo y esposa de D. Pedro Martí-
nez c^l iJU L% ,.> c^-j s:3^ ij„^)
{^j^y jí^L^j .\ 3^^^ Tj) ^, por precio
de 24 mizcales de oro alfonsí, y advirtién-
dose que no forma parte de la finca vendida
una plantación que hizo el vendedor y que
diano D. Domingo Alpolichení ^j-x.^\)
J\ ^,^:^ -i^ J^J ^Jir
¿.. lUxJ! i.-UJí is, i.l
^^U...)
::}\
CJ
reserva en su dominio /r^' ' ^
Fecha en la última decena de Noviembre
(le la Era 1223.
Suscripciones: Abderrahmán b. Xabíb
(s_^-.,^i. ,,fj f^3.J! -X-!^), Yahya b. Abda-
lah (éM\ -V-.= ,.r-' ^-ST'^). Pedro b. Ornar b.
Gálib b. Al-Kallás ,.^.j w_^ ,.^.> í^isL ,)
( ..^iíJt ,.' ^U; y yo Abdalah b. Abdel-
melic Al he suscrito todo esto bt
c'
Ka el dorso: «hec est carta domine anne
filie pelagii calui. de yugada et media en
Olias».
L
Venta de un mesón, situado junto á la ca-
tedral, con la azotea (algorfa) que ha}^ enci-
ma de dicho mesón y del arco que le une á
la torre mayor de la expresada catedral, lin-
dando al E. con tiendas de Doña María, mu-
jer que fué de Pe 1ro de Camarena ; al O.,
c >n una plazuela que está delante de la puer-
ta de la citada iglesia catedral, y á ella da la
puerta del mesón en venta; al S., con la ca-
lle que pasa por debajo del arco, y al N.,
con el mesón de D. Salvador. Otorga esta
venta Doña Plasencia, esposa que fué de
n Pelayo Garganta, á favor de D. Pedro
ben Alachamí, en representación del arce-
I Rl Si-, Siinoni.-l sospecha que pudiera ser
Andújar con un lii;ero cambio de letras.
^^ ■
Precio, 21 mizcales alfonsíes.
Eecha en el último tercio de Agosto, Era
(le 1224.
Suscripciones: Abdelaziz b. Abderrah-
mán ( ^=^3! wUc i-yí j'}*^^ A-I-), Tomé b.
Yah3'a b. Pelayo (^-"-J ..vf c^'^^ ,-rf '-'t?^)'
Jacob b. Abdelaziz Alchábir ^} ^-i^^ j)
(j.A¿! i-J }*'! '^■f- y Pelhro Yoanex b. An-
tar {y^^ ..yi ^j\^^ s^Lj^),
En caracteres latinos: Polaco pean testes.
(Existe también la traducción de este do-
cumento.)
LI
Venta de un huerto sito en el término de
Alcardet (L,^j¿j\ i^ysri ... (jj*-^^^ /^tf^) 3^
coa los siguientes lindes: al E., un camino;
al O., el río Tajo; al N., un huerto de los
compradores, y al S., otro huerto de los he-
rederos de Pedro, el comerciante en legum-
bres (Jl-a^l ^j^, ^jy .)*-^ <kL¿il ¿5_j).
Figuran como compradores Lob (Lope)
b. Yahya b. Hixém y su madre Doña Xam-sí
(Mi-Sol), hija de Abde-1-Mesiah i; y como
vendedores, Yahj^ab. Saidatihi y su hijo An-
drés Aiu»
U
L"
Precio de la venta, 26 mizcales de oro al-
fonsí.
Fecha en Septiembre de la Era 122^.
Suscripciones: Pascual b. Domingo...?...
(... ¿.ÜÁP^ y¡ Jt^-^Jj), Suleimán b. Alí
( [ue) escribió (■. ^i.
^^" c^^
•r-í^n
?).
Sebastián b. Farach (.7- vS , »j .Lx^u;...),
I El Sieivo de Cristo.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
185
Y ihya b. Said-Allah {¿¿\ J^ ^ji í^j)'
Vicente b. Abdelaziz b. Saad ,.vJ vJI^jLv^o.)
(Ajuv yj jij^^^ ^^> Oi'iar b. abú-1-Farach
LII
Venta de la cuarta parte de una casa, sita
en el distrito parroquial de San Justo X'js-')
( j:,.v¿.j .J^'Jx, "L^^^ en el interior de Tole-
do, la cual casa se halla entre dos calles, y
su puerta se abre hacia el lado de Poniente
(.
>j^.
Üt
Aparece como compradora Doña Eiiirtlia,
la que fué esposa de Martín el Calero, y
como vendedores sus dos hijos D. Paris ^ y
Doña Cecilia, que heredaron de su difunto
padre la parte que ahora venden á la dicha
Doña Eulalia, su madre, la cual posee las
tres cuartas partes restantes de la casa en
cuestión <^'^S J! h}^j^ "^h-^ v3j^^)
L.^
.:>
Ux.l
coJí
:1\ ^„^J u
^Jf aj ,j 'iúx)\ 'ÍzLL\
Precio de la venta, ocho mizcales y me-
dio de oro alfonsí.
Fecha en la primera decena de Octubre de
la Era 1224.
Suscripciones 3 : Estéfano b. Yah3''a? b.
abú-1-Jair {j;^\ ¿>\ ..^j ^s^. ^j ,.,ilza|),
F'arach b. Yahya testificó y escribió con sus
manos (¿.jJ^j ^^.^^cS" ^ ^.At, ^^sr^ ,j - ^)>
Yahya b. Walíd b. Kásim
.(4.^15
L}'-
J.
I Hállase muy despintada la escritura de
este documento.
3 El nombre Paris procede de Apparitio
( F.piphanía). — Godoy Alcántara, Apellidos
castellanos, pág. 151.
3 Están las tres tan borrosas, que no tene-
mos completa seguridad en la lectura de todas
las palabras.
Lili
Venta de tma casa de la demarcación de
la iglesia de San Cebrián ó Cipriano, en el
interior de Toledo c^^i- 'i^.^^xS l^ysr^)
{UhÁh i^J->--' J^^>Xj ^Lj^^..^, cuyos lindes
son: al E. , una casa de Domingo el Cojitó?,
el Pescadero? (C^Í^M Jl^:^yj| íIíajJ .b);
al O., casa de Martín Joroba? ^J^J^ jb)
(^í J^^! al S., otra casa de Doña Dominga,'
esposa que fué de Juan el Ancurí ^3Lj)
J.
.iLi_*.3t, y al N., el camino ó calle
(, ^^j^) á donde comunica la puerta de la
casa en venta.
Otorgan esta venta el Presbítero D. Mi-
cael b. Yoannes, del clero de la iglesia de
San Torcuato, y D. A9an b. Maurel como
albaceas de Abdalyh b. Bixar, á favor de
D. Micael el Snbdiácono y de su hermano
D. Pedro, hijos de D. Pedro Al-Hasán,
.y. J
lüU.
•^j^
^ ^
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Jh.
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J--^ c'--
\ ^y.
(^r:» *^' -'-.-^ kr^í-^jT^ ^J^^^
Precio de la venta, 1 1 mizcales de oro al-
fonsí, cantidad que han de invertir los testa-
mentarios en sufragios por el alma del tes -
ij
- .r^ ^
tador ím\ J.^ L^^-,0»^' ^
Fecha en Agosto de la Era 1225.
Suscripciones: en carácter latino, «domi-
nicus inicael testis».
En caracteres arábigos: Lázaro b. Do-
mingo, testigo (j-íLi.. iA^,o .,j , ;b5.); Vi-
cente b. Micael el diácono ,j .ji^-'L^j^)
(' ^Lj.J! JjLaL^^; Miguel el Presbítero, hijo
de Juan, testigo , -3^.' .»j , y-.¿Jl J.jlfi*^,)
(jjsLi,, y Vicente b. Abdelaziz b. Saad, tes-
tifican sobre esto ,j \*j^ -^-¡-^ y^ •J^x^i ^)
En el reverso: «carta de las casas de ssan
9Íbrian».
186
BOLETÍN
LIV
Venta que otorga D. Mido, hijo de Don
Arias, á favor de Domingo Gon9a]bo, de
todo el patio del corral que posee en Olías
la Mayor .,ji ^^-^ iJl^xc ¿Jii/»i ^jXá,])
(... <C ^.Ol : J\ h jSJ ¿.J, lindando con
otros corrales de Pedro b. Ajthal ^j ^-1=*^)
(JLLá.) y de Juan de Olías (, r ^•'^ ^ r)l>fl j)'
y con dos caminos.
Precio de la venta, tres mizcales menos
octavo I de oro alfonsí y-^ Ls^J J.*9L¿* i¿AV)
Fecha en Abril de la Era 1226,
Adviértese después de la fecha que asis-
tió al acto Domingo Domínguez, hijo del
Serrano (ij!^^A.Jt ^> ^>«ajo»í iAt«i), dicien-
do que no alegaba derecho alguno sobre la
finca vendida, y que se adhería al acto de la
venta, conformándose en un todo con ella.
Suscripciones: Abdelaziz b. Amir b. Ab-
delaziz J-^-& yi ^^^Lc yi jij '^^
(jj fxJt, Juan b. Abdallah b, Jáli? ^)^j>i. j)
(jjaAá. ^} iX}\ A^ ^i\, D. Domingo b.
Julián b. abú-1-Hasán b. Al-Ba90 2 j^^j)
{^'J\ ^y,\ ^^\ ^1 ^,. Jl± ^y^ .ÍU.O,
Vicente b. Abdelaziz b. Saad ..yi sJi.-J-^u)
LV
Copia del testamento otorgado en Mayo
de la Era 1228 por Doña Leocadia, hija de
Juan ( ¿.j|y «JI^jü Íj^Lí^J '¿Jj^).
(De este documento, como de todos sus
congéneres, daremos un extracto detallado
en la segunda parte del presente trabajo.)
La copia está fechada en la última decena
de Febrero de la Era 1229,
1 Véase supra núm. XL nota primera so-
bre esta forma de partitivo.
2 Firman por él á su orden y en su presen-
cia: (iJfc^iacsr^j ^"í *^ V^^)*
LVI
Venta de una tienda y del edificio ruinoso
á ella adjunto en el barrio de los Herbolarios
^J ^x)\ U iL^jJl hjár^j o^L¿t ^*>^)
( w.jLAjJ| i^jc^, colindando con otras tien-
das y una casa de los Señores Canónigos
.L.y,,^^xÚ)
^(¿-^
;L.i.U)
Otorga esta venta el Arcediano D. Domin-
go Al-Polichení á favor de los Canónigos de
Santa María, representados al efecto por su
Prepósito ó Preboste {*) (^I^^.¿^J»J)D. Guillen
¿fJxUJ! ^j^-y's ^Jv^jj.j ^L.-L=^ ^,,_jj)
^-^.'j-f ^^-^A'^ jj-
Precio de la venta, 20 mizcales de oro al-
fonsí.
Fecha en la primera decena de Marzo de
la Era 1229.
Suscripciones: «petrus garsie presbyter
testis, Ego Michael pe tri presbyter testis» ».
LVII
Cambio ó permuta de dos lotes ^ de tierra
sitos en Olías la Maj^or: el perteneciente á
D. Domingo b. Jalaf, conocido por Mayur-
nacha 3 (Usr'.^jL^j >, ?^j-vl). que fué ad-
quirido por compra de D. Bahlul el herrero,
en el octavo de Aben Bahlul ^^A ^^ ^)
(Jy^j, y el que posee D. Servando b. Yu-
nus en los octavos de Aben Badah i^^^ \^)
1 En una faja de algunos centímetros del
lado izquierdo ha desaparecido casi por com-
pleto la escritura por efecto de la humedad.
2 En el original se emplea la palabra l&ji,
parece ser medida agraria por lo que dice de la
segunda de dichas fincas ílí ^ j.^ ^X.sJ\^ '¿Cj3
... ¿s^jS. Los diccionarios le atribuyen el signi-
ficado de ¡ote, parte, porción, etc.
3 Desconocemos el significado de este
apodo.
(*) Tal vez deba llevar punto el es aunque
no se distingue en el original.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
187
(^|jü , yj\, adquirido por herencia de Doña
María, su mujer, hija de D. Miguel b. abú-
1-Hasán b. Al-Baco.
Otorgan este cambio sus respectivos po-
seedores con las limitaciones que se indican
en el documento, poniéndose mutuamente
en posesión de sus nuevas propiedades.
Fecha en la última decena de Junio de la
Era 1229.
Suscripciones: Julián b. Hilal (Jj-s) Te-
mam b.Zakaría b.Gálib... l.j ySj ^.j X^-~')
(... v_,JL¿ .j, Domingo b. Jalaf, testigo
(jjíLi. ¿lá. ..fj va^^), Pedro b. Omar b.
Gálib b. Al-Kallás ^v-j j^ ,0 s^]sL.j_.)
(, ^.j.¿Jt yi w^-¿ y yo Servando b. Yunus
b. Tamy confirmo la citada permuta l-Mj)
(SjSlW y Abdallahb. Abdelmelic... J^j)
(... ^yi J^c ^^ .Jü!
Francisco Pons.
(Se continuará.)
SECCIÓN DE LITERATURA
TAINE, POETA
^Íe ignoraba que fuese poeta el
l'í^^i^ ilustre historiador y crítico
cuyo nombre va al frente de
estas líneas, hasta que al ocurrir su
muerte, en el año 1893, se dio publici-
dad á unos sonetos hermosos que había
escrito y guardaba en su gaveta con
el decidido propósito de ocultarlos allí
como un pecado literario.
Los tenía dedicados el autor á tres
gatos suyos, y acaso por esta circuns-
tancia, entre las pocas personas que
conocían los geniales versos, contába-
se Lambert, el famoso pintor de los
gatos, quien con inútil perseverancia
había propuesto á Taine, hacer de los
sonetos una edición ilustrada.
Mientras acariciaba el lustroso lomo
de su gato familiar y éste clavaba en
él con gratitud sus ojos de esmeralda,
meditó sin duda el poeta esas compo-
siciones, convergiendo en el gato, como
los puntos de un círculo en el centro,
sus ideas informadas por el materialis-
mo positivista: con la pertinacia con
que el pensamiento gravita á la obse-
sión en el alucinado, brotaron de su
pluma, refiriéndolos á aquel cuadrúpe-
do, conceptos sobre La Religión egip-
cia, La Sociedad, Los recuerdos, Los
Penates, La Filosofía, La doctrina,
La práctica, La infancia, La sensibi-
lidad, El piuito de vista y Lo absoluto.
Como débil muestra de la forma de-
licada de esas poesías, hemos traduci-
do tres de ellas, eligiendo las que me-
nos cantidad del veneno materialista
y de la hiél del pesimismo llevan mez
ciada con el dulce néctar poético que
escanció Taine en la cincelada copa de
la rima.
He aquí la extravagante dedicatoria
que precede á los sonetos:
"A tres gatos Puss, Ébéne y Mitón -
ne, domiciliados en Mentón, St.-Ber-
nard. Alta Saboya, dedica estos doce
sonetos su amigo, amo y servidor, —
H. Taine. — Noviembre, 1883. „
LA RELIGIÓN
Desde el alba, acudían como enjambres,
Los peregrinos ávidos,
Y en confuso tropel se amontonaban
En el umbral del pórtico cuadrado;
Llenos de admiración, atentos, mudos,
Apenas respirando ,
En el sagrado speos tenebroso
Fija la vista con empeño vano.
Aclarando el azul del cielo tórrido,
Iba el sol, paso á paso,
En la senda medida por el hombre,
Sin discrepar, marchando;
Sus áureos resplandores desfloraban
El religioso antro,
Al pie de las pirámides
Las fantásticas sombras alargando.
Después, su carcax de oro
Vaciaba, al surgir radiante el astro;
Un dardo de su lumbre taladraba
El corredor oblicuo, donde el vaho
188
BOLETÍN
Del incienso y la mirra se esparcían,
Y dentro, en el abierto tabernáculo,
Veíase, guiñando un ojo verde
Y el corvo lomo alzado,
Al divino cuadrúpedo
Sus lucientes pupilas estrechando.
LA SENSIBILIDAD
Largas é hirsutas pestañas,
Con erizadas ai:tenas,
Son de nervioso hocico
Vigilantes centinelas;
Y al más ligero contacto
De algo estraño que se acerca,
Alarga sobre la frente
Las estiradas orejas.
Cuando la noche en sus sombras
Las formas esfuma y mezcla.
El ve; que las sombras abren
Sus abismos de tinieblas
A las lucientes miradas
Qye la obscuridad barrenan.
Allí distingue y presiente
Lo que á distinguir no acierta,
Pues sus agudos sentidos
Sus pensamientos aceran.
Corren sobre su piel roja
Chispas de luz que azulean ;
Y un dulce estremecimiento
A lo largo de su médula,
La emoción que le provoca
Conduce hasta el alma inquieta.
Al unísono, sus barbas
Vibran en su nariz trémula,
Y al espeluzno divino.
Su elocuente cola espléndida,
Como una lira de oro
En manos de un gran poeta.
LOS RECUERDOS
Reposa junto al fuego.
Los párpados á medias entornados,
Y el calor de la brasa, que se extingue,
Perezoso aspirando;
Preso en cadenas, el perol borbota
Con rugido metálico,
Y aún llamea algún tronco y se ennegrece,
R'jos carbones en su extremo hilando.
Toma excelsas posturas
El regio desterrado.
Alargando su hocico, lo acomoda
Sobre sus pies de raso,
Y con sublime hastío, se adormece
Huyendo así de su destino ingrato,
De la fatal caída de las cosas,
I Del hecho consumado!
En su doliente corazón, los siglos
Su noche condensaron;
Pero en el fondo de él, inextinguible
Como fuego sagrado ,
Brilla, entre soledades y tristezas,
Su sueño hereditario:
Una tarde de oro, el sol bermejo.
Cayendo en el ocaso,
Los negros troncos de un palmar erguido
Sobre el fondo de un cielo arrebolado.
Un gran río que rueda entre dos muros
De tierra, suspirando.
Juan Menéndez Pidal.
SECCIÓN DE BELLAS ARTES
OASPAR BECERRA
APUNTES BIOGRÁFICOS
jEiMPO hacía que se nos presenta-
ban á la vista obras de anóni-
^j mo autor , del más consumado
arte, ostentando todas semejanzas de
estilo y marcadísimo carácter de la
época del Renacimiento, que nos lle-
vaban á meditar sobre á quién debe-
ríamos producciones tan peregrinas:
no se limitaban éstas á un solo género
de las que llamamos plásticas, pues ya
eran pinturas, ya esculturas, ó dibujos
y estampas, en las que veíamos lucir
igual magistral mano 5^ calidad seme
jante: recordando nombres, reunien-
do datos y comparando ejemplares ,
ocurriónos si el insigne autor, tan des-
conocidocomoeminente, nopudiera ser
el tan celebrado por sus contemporá-
neos, y algo dado al olvido después, el
ilustre baezano Gaspar Becerra. Aque-
lla primera suposición constituye hoy
ya en nosotros completo convencimien-
to; pues aunque aún nos faltan por exa-
minar bastantes ejemplares de los que
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
189
por de tal autor se tienen, nos parecen
ya suficientes los descubiertos y ana-
lizados para trazar por lo menos las
líneas generales de lo que en su día
pudiera ser más completa y acabada
monografía. Persiguiendo estos datos
desde hace tiempo y sallándonos otros
inesperadamente al encuentro, nos atre-
vemos á hacer públicos algunos de
ellos y someterlos al examen de las
personas peritas, considerándonos por
lo demás muy honrados con que el
notable Boletín de Excursionistas nos
distinga con la publicación de algunos
de los párrafos de nuestro trabajo, acce-
diendo así gustosos á que á él corres-
pondan las primacías del mismo. Tén-
gase, pues, éste sólo por ensayo y por
serie de apuntes, en los que manifesta-
mos nuestro pensamiento, á reserva de
modificarlo sin esfuerzo ante las fun-
dadas razones que pudieran oponér-
sele.
X
X X
Corría el siglo XVI con todo sus es
plendores del renacimiento, con todos
sus inventosyadelantos, que patentiza-
ban losdestellosdeunanueva aurora en
los días de la historia; las ciencias y las
artes, de común acuerdo, se armoniza-
ban y apoyaban mutuamente para in-
formar aquellos nuevos impulsos, á un
extremo, que nunca las ciencias fueron
más artísticas ni las artes más cientí-
ficas que en aquellos tiempos; genios
extraordinarios, hombres de múltiples
talentos, encarnando en sí distintas na-
turalezas, enlazaban con sus prodigio-
sas intuiciones , con sus asombrosas
clarividencias, la interrumpida cadena
de los grandes adelantos en el saber y
en las artes, del tiempo antiguo con el
novísimo que inauguraban.
La Edad Media había terminado , y
después de pasados aquellos siglos, ne-
cesarios para que la idea cristiana di-
latara sus raíces hasta hacerse ya impo-
sible su extirpación en las que á la hu-
manidad resten de vida, volvíase tras
esta regeneración á continuar la obra
del terrenal progreso científico y artís-
tico, tan puramente formal antes de
obtener la redención del alma, morali-
zada y humanizada, para la mayor ex-
celsitud del total proceder en la vida
terrena.
Centro de este gran movimiento y
de este enlace con la antigua civiliza-
ción, que había dejado su último pro-
ducto en aquellos lugares italianos, fue-
ron las ciudades principales de esta
península, suelo de donde brotaban los
restos que esparcían una nueva luz al
volver á la del día, después de tan lar-
go inhumamiento.
Las ciudades italianas fueron las
primeras en respirar libres de aquellos
señores que, marchando á las Cruza-
das, última empresa del militarismo
romano por ellos heredado, dejaban
lugar á que el Municipio , la idea de
nacionalidad y la noción del derecho,
sustituyese á la edad de la fuerza por
ellos representada.
Careciendo los Papas del suficiente
poder militar para hacerse los Reyes
de Italia, y sin aspirar tampoco nun-
ca á ser el centro de su unidad nacio-
nal ; entremetidos los emperadores de
Alemania en el gobierno de ella, hasta
incorporar gran porción de su territo-
rio al cetro imperial, en su parte Nor-
te; peleando constantemente en la del
Sur los duques griegos y longobardos,
surgió, á la caída del feudalismo, la
necesidad de que muchas ciudades se
declarasen completamente libres, to-
mando distintas formas en su gobierno
municipal. Fueron las primeras Vene-
cia, Genova y Pisa, erigidas autónomas
en el siglo X, cuando el emperador
Otón el Grande incorporaba la Lom-
bardía á su corona ; más tarde Floren-
cia se emancipa de Pisa, y, constituida
en república, experimenta distintas vi-
cisitudes, sufre las luchas de opuestos
partidos y la presión de poderosos se-
190
BOLETÍN
ñores, hasta que en el si.2;lo XV la afor-
tunada casa de los Médicis vincula en
sí la gobernación de aquella República.
En este período, pues, se suceden to-
dos los albores de la nueva edad que
se prepara.
El Derecho, con el hallazgo y estu-
dio de los textos romanos conocidos
por el manuscrito de los Pandectas,
que se traen los písanos como parte de
su botín en la toma de Amalfi, adquie-
re la mayor atención, y esparciendo su
luz por todas las naciones, produce en-
tre nosotros la monumental obra de las
Partidas, directamente inspiradas en
tan notable descubrimiento. La política
con el sistema de privilegios, que hacía
del manto de los Reyes dosel bajo el que
gustosos los pueblos se cobijaban; la
literatura, aceptando, por fin, como
forma del pensamiento, las lenguas ro-
mances, ya en estado de cultura sufi-
ciente para perder su consideración de
bárbaras, 5^ tomando por guía á los poe-
tas clásicos en sus más místicas excur-
siones; la filosofía, con el uso y empleo
de la escolástica, derivación directa de
los procedimientos impuestos por el
gran pensador del mundo clásico, y el
arte, fijando sus miradas en los már-
moles antiguos que á cada paso el ara-
do ó la casualidad descubría, tan mór-
bidos y vivientes, tan sonrientes y mo-
vidos, fueron, con otros varios moti-
vos, los que impulsaron al pensamiento
humano á reanudar sus trabajos y se-
guir sus tareas, interrumpidas por al-
gunos siglos bajo la opresión de la ge-
neral barbarie. Así comenzó la Europa
á revivir; así comenzó el renacimiento
propiamente en el siglo XIII, siglo lla-
mado de resumen y enciclopedia, pero
que más bien apelaríamos nosotros de
portada y programa de lo que después
había de venir.
Las artes, fieles intérpretes siempre
de su tiempo y de sus hombres, sintie-
ron al momento la sacudida de los co-
razones, y la literatura, la pintura, }'■
principalmente la escultura, se mani-
festaron por los labios de Dante y Pe-
trarca, por los pinceles de Gioto y por
el cincel de Nicolás Pisano y tantos
otros de sus discípulos renacientes.
Pero este volver al rnundo, este des
pertar de la nueva primavera, tomó
desde luego un sentido naturalista, en
el que tuvo no poco influjo el sentir
de un místico, de un Santo, que apa-
rece como la más interesante figura de
su tiempo: alabando á Dios en sus
obras, entonando al Criador el him-
no más elocuente de reconocimiento,
arrastraba tras sí Francisco de Asís á
los poetas, á los músicos, á los pinto-
res, haciéndoles mirar á su alrededor
el paraíso en que Dios los había colo-
cado, para que lo alabaran cada cual
á su modo en sus corazones y le de-
dicaran los más tiernos y externos
holocaustos. Esta tendencia á la na-
turaleza hace tomar á las artes rum-
bos de imitación, de atención al na-
tural que informan las producciones de
aquellos tiempos, y los pintores lla-
mados cuatricentisti^ continuadores de
los del siglo XIII y XIV, representa-
dos éstos principalmente por el Gioto,
imprimen en todas sus obras este acen-
to, aumentando cada día su caudal de
ideas para la representación del mun-
do externo en que se inspiran ; pero
nuevos hallazgos de famosos fragmen-
tos clásicos, y sobre todo el entusiasmo
que producen las ideas platónicas, an
tes desconocidas, mueven todos los es-
píritus al culto del ideal, que en nin-
guna parte ven más altamente realiza-
do como en los más clásicos modelos.
Plethon es el apóstol del neoplatonismo
alejandrino, que quiere sustituir al aris-
totelismo de la Edad Media y que se
presenta en lucha con el escolasticismo.
En 1460 funda Marsile Ficin, bajo la
protección de los Médicis, una Acade-
mia platoniana, traduciéndolo todo en
latín, por supuesto, y aunque extravia-
do hasta el mayor absurdo en sus con-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
191
secuencias, produce la más grande
exaltación y adoración de lo genial é
inspirado, que llega hasta los delirios
de Giordano Bruno en Astronomía y
Física, so color de fuerza é intuición
poética. Un defensor sale aún A Aristó-
teles, Cesalpin de Arezzo ; pero Cam-
panella llama al Estagirita "el padre
de todas las herejías,, y sostiene con
todas sus fuerzas el platonismo, que
por un momento llega á dominar en
todas las esferas.
Lo que los Diálogos de Platón en la
filosofía , son las últimas estatuas en-
contradas en el suelo italiano por la
escultura; el torso del Belvedere pro-
duce una explosión de asombro entre
los artistas, y los convence de que la
forma ideal, llevada á aquel grado de
robustez, es la sola capaz de producir
las emociones estéticas de lo sublime
y lo grandioso; y Miguel Ángel Buo-'
narroti, que lo contempla, admira y
hasta adora, recibe y aspira de él todo
el estilo que había de imprimir después
á sus grandilocuentes producciones.
Antes de él habían existido esculto-
res tan admirables como Donatello,
que por el estudio del natural habían
llegado á realizar maravillas tales
como el Zticofie, la estatua ecuestre de
de Gatamelata y los coros de niños de
Florencia y otras obras de inmortal
renombre; 'habían existido también
pintores que , ó naturalistas como los
florentinos, ó místicos como Fra An-
gélico y los de la escuela de Ombría ,
cual el Perugino y hasta el mismo Ra-
fael, dejándose llevar de espontáneos
impulsos, interpretaron ó poetizaron el
natural en grado insuperable; pero el
Titán florentino, con sus colosales fuer-
zas personales, al decidirse por el cla-
sicismo grandioso, concluyó con toda
otra dirección y quedó como el dueño
absoluto del campo de las artes , en él
reunidas y compendiadas.
X
X X
Muerto Donatello , Florencia no te-
nía ningún gran escultor: hallábase el
Verroquio en Venecia, y Sansovino,
viejo y disgustado se retiraba del arte:
sólo Bertoldi, mediano artista, discípu-
lo de Donatello, encargado de la colec-
ción de Lorenzo de Mediéis, regentaba
una escuela, en la que entró Miguel
Ángel. En ella aprendía también, entre
otros discípulos, el inquieto Torrigiano,
que después de pelear y señalar en el
rostro para siempre al insigne princi-
piante, había de concluir sus días en
España. Miguel Ángel asombra á su
maestro y al patrono de aquella escue-
la desde los primeros momentos, y cada
paso en su firme carrera hace que re-
caigan en él todos los aplausos, consi-
guiendo supeditar por largo tiempo el
arte del mundo entero á sus máximas
y prácticas. Bien podemos decir de él
que llenó su siglo , ora haciendo sus
palpitantes mármoles en Florencia,
ora ocupándose en Roma en preparar
las tumbas para los Papas ó subiendo
á los andamios de la Capilla Sixtina
para desarrollar en su extensa bóveda
la composición inmortal de sus frescos,
y más tarde el Juicio final en su teste-
ro, ó ya encargándose como arquitecto
de las obras de la gran basílica de San
Pedro; siempre llevando á término em-
presas de tal importancia, que le dan
con sobrados motivos el título del más
colosal artista de su tiempo.
Principios estéticos que profesa, y á
que aspira en todas sus producciones,
son la grandiosidad de la forma, lleva-
da al mayor extremo de corrección y
exuberancia posible, y esto preferente-
mente aplicado á la humana en toda
su desnudez, pero también en todo su
lucimiento de espléndida robustez y
desarrollo de su sabia y complicada
arquitectura.
Por ello que considerara como de
toda necesidad conocer á fondo y en
todos sus partes el organismo de la hu-
mana máquina, que de tal modo había
192
boletín
de hacer jugar para ponerla en movi-
miento y conseguir de sus colosos las
posturas y actitudes más expresivas de
sus pensamientos ó pasiones; así que,
siguiendo el camino ya emprendido por
otros artistas, dedicóse con el mayor
afán al estudio de la anatomía humana,
no contentándose con la exterioridad,
con la capa más superficial, sino, como
consumado médico, llegando hasta los
últimos y más profundos detalles, dedi-
cando años enteros á la disección de
cadáveres, en busca de un músculo,
de un tendón ó un ligamento, que le
diera la razón de una postura ó la po-
sibilidad de un movimiento.
Los estudios anatómicos adquirían
entonces un gran impulso; las ciencias
médicas dan en el renacimiento uno de
sus mayores pasos conseguidos en el
análisis y comprensión délas funciones
del cuerpo humano ; por aquel tiempo
nuestro Servet descubre el curso de la
sangre y la razón de los movimientos
cardíacos, y el Vesalio, el célebre mé-
dico de Carlos V, escribe admirable
obra de anatomía, que el propio Ticiii-
no ilustra con sus láminas. Aquellas
sorpresas anatómicas y fisiológicas ad-
miran á todos é interesan directamente
á los artistas, y los italianos, que en-
tonces llevaban la bandera del arte, son
los primeros, como Leonardo da Vinci,
Rafael y Miguel Ángel, en aceptar y
reconocer el estudio de la Anatomía
como indispensable para la mejor eje-
cución de la figura humana.
La escuela de artistas anatómicos
dio lugar á dibujantes tan analíticos
que empiezan sus esbozos por trazar el
esqueleto de las figuras para después
cubrirlo de los músculos y así obtener-
las como resultado , sin error posible
en su contorno y movimiento ; y de tal
modo consiguen el éxito con tal pro-
cedimiento, que todo el arte de este si-
glo XVI presenta como carácter pro-
pio el esencialmente anatómico, 5^ ser
el siglo de los desnudos hasta exagera-
damente científicos, tanto en las escul-
turas como en sus pinturas y dibujos.
Esto en cuanto á la parte científica;
porque en su sentido puramente estéti-
co, el ideal grandioso es el que se per-
sigue, mediante la aplicación de las es-
beltas y amplias proporciones, la va-
lentía en las líneas y los escorzos, con
abstracción de toda endeblez y defecto
corporal: ésta es la metafísica del arte
de Miguel Ángel y Rafael de Urbino,
los dos grandes corifeos del Renaci-
miento clásico , pretendiendo además
revestir á la idea cristiana con la for -
ma pagana, aunque resultando sacrifi-
cada aquélla al admitir con demasiada
pasión las bellezas de los mármoles an-
guos, no por cierto éstos los mejores de
su edad, lo que constituye gran defi-
ciencia para el despertar clásico de la
décimasexta centuria, lo propio en sus
artes plásticas que en su literatura, por
ser todo entonces completamente neo-
latino , y no de directa derivación he-
lénica.
X
X X
No podía limitarse aquel gran mo-
vimiento al foco donde había nacido, y
dejar de llegar en sus ondulaciones
hasta los últimos países con él relacio
nados . La España del siglo XVI , con
su unidad realizada por los Reyes Ca-
tólicos, interviniendo tan directamente
desde antes en los asuntos de la penín-
sula italiana por los Monarcas arago-
neses, que convirtieron el Mediterráneo
occidental en un verdadero lago ibéri -
co, nación ya rica y afortunada, nece-
sitada de artistas que esculpieran toda
su grandeza adquirida, los enviaba á
Roma, á Florencia y demás centros
italianos, para que amaestrados allí
trajeran después los estilos que tanto
auge y tanto progreso representaban
en el campo de las bellas artes.
La ojiva y sus consecuencias artísti-
cas habían hecho entre nosotros su
más completa evolución, y el renací-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
193
miento italiano iba infiltrándose en to
das las esferas y adquiriendo cada vez
mayor auge, é impulsando con sus es-
plendores á los artistas á marchar á
aquella nación, en donde podrían con-
templar en todo su esplendor al nuevo
sol de la belleza y del progreso.
En Aragón sintióse más pronto que
en Castilla esta' tendencia , y por allí
penetraron realmente entre nosotros
las auras del renacimiento italiano : la
arquitectura , admitiendo detalles y
miembros que después habían de cons-
tituir el florido y lujoso estilo plateres-
co; la pintura, adornando el lugar de
de sus escenas con perspectivas de clá-
sicos edificios y exornos de grutescos;
la escultura, ampliando y redondeando
sus formas y rebusteciendo los miem-
bros, y los entalladores alardeando ya
de báquicas fantasías al gusto clásico,
preparaban el terreno para que los Ría-
nos , Covarrubias , Gil de Hontañón y
otros insignes arquitectos nos dejaran
muestra de su espléndida fantasía en
el Ayuntamiento de Sevilla , Alcázar
de Toledo, Palacio arzobispal de Al-
calá de Henares, y la misma Universi
dad Complutense, con tantos otros edi-
ficios llamados platerescos, porque la
bor digna de ser cincelada en plata
nos ofrecen , y de los que por fortuna
tal abundancia aún poseemos. La escul-
tura adquiría también el marcado sa
bor italiano que nos daban á conocer
los iniciados en aquel renacimiento:
cada día apreciamos más los detalles
admirables que enriquecen tantos coros
de nuestras catedrales y conventos , y
los nombres de Guas y Almonacid que
hacían la portada y el retablo mayor
de la primada de Toledo, Damián For-
men t, el autor de los grandiosos reta-
blos del Pilar y la catedral de Huesca,
con Morlánez que daba un paso más
hacia el estilo que venía, decorando la
fachada de Santa Engracia, en la pro
pia capital aragonesa, van formando
el nuevo gusto, manifestado ya esplén-
didamente por Miguel Florentino y el
Torrigiano en Sevilla, Bartolomé Or-
dóñez y Felipe de Vigarny , Gil de Siloe
y Juan de Colonia, en varios puntos,
hasta que vuelve de Italia Alonso Be-
rruguete^ que á todos eclipsa al repre-
sentar más que otro alguno la tenden -
cia puramente clásica italiana , como
fiel discípulo del titán florentino, que
ilumina y fortalece su genio con las
máximas de su escuela,
Alonso Berruguete, marchando á
Italia, entra en la Academia de los Me-
diéis y allí traba amistad con el Buona-
rroti; con él trabaja en Roma en com-
petencia con otros artistas italianos;
allí hace, entre otras obras, una copia
en cera del Laoconte, por encargo del
arquitecto Brabante, y después de per-
manecer varios años en tan artístico
centro vuelve á su patria trayendo en
toda su frescura aquel estilo, conside-
rado en su tiempo como la más alta
concepción posible adquirida en el te-
rreno del arte.
En Zaragoza, donde quiso conocer á
Damián Forment; en Toledo, trazando
y ejecutando en gran parte el coro de
su Catedral, notabilísimo, y el sepul-
cro del obispo Tavera, no menos fa-
moso; en Granada, adornando el pala-
cio de Carlos V; en Valladolid, levan-
tando entre las disputas de los aman
tes del gusto antiguo el soberbio reta-
blo de San Benito y el sepulcro del
obispo Falencia , y en tantas otras
obras importantísimas y de inaprecia-
ble valor, en que se reconoce general ■
mente su cincel, nos dejó las muestras
del arte que había adquirido en Italia.
Eran aquellos tiempos los de nuestro
mayor esplendor y poderío, y cuando
aparecían entre nosotros hombres dota-
dos de múltiples talentos que, no bas-
tándoles aplicarlos á una sola esfera,
ejercían á la par los que requiren á ve-
ces las más variadas y hasta antitéticas
disposiciones; siglo aquel de colosos en
todos los ramos, con un Emperador
194
BOLETÍN
que emulaba á los Césares, engrande-
ciéndonos ante el mundo entero; de
conquistadores que extendían nuestros
dominios por los más desconocidos
confines; con sabios teólogos y huma
nistas que lucían su saber é ingenio en
ocasiones tan solemnes como el Conci-
lio Tridentino; con historiadores que
sacaban la reseña de los hechos del
primitivo estado de la crónica y lo ele-
vaban al más completo de la historia
propia; con poetas émulos de Virgilio
y los mejores clásicos latinos; prosis
tas esculturales, y científicos y mecáni-
cos admirables, elevaban entonces la
cultura española á un nivel como des-
pués no volvimos á disfrutar, ni sos-
tuvimos, por desgracia, por mucho
tiempo.
Pocos hombres representan mejor
este momento entre nosotros que el
cordobés Pablo de Céspedes: humanis-
ta consumado; poseedor de las lenguas
sabias y de las filosofía antigua y cris-
tiana; artista de generales aptitudes,
pintor, escultor y arquitecto; poeta
grandilocuente y correctísimo, en todo
al igual eminente, ya pintara la céle-
bre Cena y otros frescos y tablas en
Córdoba y Sevilla, ya esculpiera el
valiente San Pablo, ya dictara el her
moso y didáctico Poema de la PinUi-
r«; encarnó en él todo el genio andaluz,
cual foco de muchos rayos y ejemplo
de grandiosos talentos. Luis de Var-
gas y Villegas Marmolejo pintaban en-
tonces en Sevilla tablas dignas de la
mano de Rafael de Urbino; Pedro To -
rrigiano modelaba en la misma ciudad
sus Vírgenes y el admirable San Jeró-
nimo] el divino Herrera hacía sonar
los bíblicos trenos con acentos horá-
danos; pero Céspedes los resume á to-
dos, y ya toma los pinceles para re-
tratar á Cristo con sus doce Apóstoles,
como deja. correr la pluma, impulsada
por la más poderosa pero disciplinada
inspiración poética.
De otro de estos genios múltiples, de
otro de estos ilustres andaluces tocó
ser patria á la ciudad de Baeza, capi-
tal efectiva del reino de Jaén en aquel
tiempo, aunque las exigencias de las
guerras pasadas la hubieran llevado
oficialmente á otro lugar más cercano
á la frontera. La ciudad de Baeza ofre-
cía en la primera mitad del siglo XVI
una vitalidad y riqueza que le hacían
ir adquiriendo un aspecto verdadera-
mente monumental, merced á las im-
portantes construcciones que edificaba.
Situada en las proximidades de la roma-
na Castulo derruida, aprovechábanse
en Baeza aquellas marmóreas riquezas
que brotaban de su suelo para la cons-
trucción de sus edificios y monumen-
tos públicos. La célebre Casa del Pó-
pulo, en la que columnas, medallones
y frisos son romanos, levantábase al
principio de la centuria, y poco más
tarde edificaban el bellísimo Palacio
municipal, del más hermoso estilo pla-
teresco, en el que muchos creen distin-
guir el cincel de Berruguete. Tales mo-
mentos patentizan, con otros motivos,
el gran movimiento artístico en aque-
lia localidad y la presencia en ella de
artistas eminentísimos, que mucho ha-
bían de influir en el ánimo de algunos
que entonces por ellos despertaban á
la inspiración estética. Entre éstos se
encontraba el joven Gaspar Becerra,
natural de aquella ciudad y gloria des-
pués para ella y para el arte español,
como á seguida veremos.
X
X X
No tratamos de resucitar la memo-
ria de un artista más ó menos notable
que pudiera servir de timbre de gloria
más especialmente para su ciudad na-
tal ó región en que floreciera ; trátase
de una de las primeras figuras del arte
español en su época, de un verdadero
genio, reconocido por sus contemporá-
neos y olvidado después un tanto por
la poca abundancia de sus obras y por
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
195
la falta de estudio y análisis de algu-
nas de ellas.
Los elogios para él de sus contempo-
ráneos no fueron escasos ni se dejaron
desear un momento: Juan de Arfe, el
famoso autor de tanta notable obra de
platería y de la escrita titulada Varia
Comen sur ación ^ decía en .ésta, equi-
parándolo con Berruguete: "ambos en
escultura principales,, "y que por su
temprana muerte dejó de señalarse
más „ Insigne le apellida Carducho:
Pacheco llega hasta decir de él que
"quitó á Berruguete gran parte de la
gloria que había adquirido por haber
seguido á Miguel Ángel, y ser sus
figuras más enteras y de mayor gran-
deza, y así imitaran su manera y si-
guiei'an su camino los mejores esculto-
res y pintores de España; „ y el bueno
del maestro Juan López de Hoyos, con
su estilo harto llano decía que fué "el
que más ha tirado la barra en materia
de obras artísticas,,; no perdiendo oca-
sión de citarlo con elogio, estos 3^ otros
autores, como aún tendremos ocasión
de ver.
Hubo de conseguir tan alta estima,
no tanto por la alteza de su ingenio
como por la perfección de su obra, pues
conjuntáronse en él, por feliz coinci-
dencia , la intensidad del genio con la
más incansable paciencia en la ejecu-
ción, con tal de obtener el más perfec-
to resultado: y tiempo es ya de que
conozcamos el autor y sus singulares
obras.
X
X X
Nacido en Baeza, como decimos, en
1520, debemos suponer pasara en su
patria los primeros años de la vida, ali-
mentando sus disposiciones artísticas
con la contemplación de los modelos
que del arte romano se exhumaban en
Castulo , ejerciendo éstos en su ánimo
semejante efecto al que producían en
los artistas italianos los que brotaban
de aquel suelo: mucho debieron influir.
tanto tales fragmentos como las gallar-
días de la decoración arquitectónica de
los edificios que entonces se levanta-
ban en Baeza , en el ánimo del joven
artista , impulsándole á conocer en su
fuente tan bello y lozano arte, que con
todos sus atractivos se presentaba ante
sus ojos.
Ello es que partió para Italia, donde
amplió sus conocimientos con la socie-
dad de los grandes maestros, especial
mente con el Buonarroti, por el que
llegó á sufrir una verdadera seducción.
Unido después al Vasari, por ausencia
de Cristófano Cherardi, ayudóle en la
pintura de la Sala de la Cancillería de
Roma para el Cardenal Farnesio, obra
que se realizó en cien días, y en la que
el mismo Vasari confiesa haber proce
dido demasiado á la ligera, pero que
sirvió de gran ejercicio, tanto para
Bizzerra como para otro español lla-
mado Roviale (Pedro de Rubiales) que
assai vi lavor araño con essa meco (1).
En 1550 la señora Lucrecia della
Rovera encargó á Daniello Riciarelli
la decoración de una capilla en la igle-
sia de la Trinidad , donde el joven es-
pañol Becerra obtuvo ver colocado un
cuadro suyo de la Natividad de la Vir-
gen, formando compañía con otros del
Pellegrino de Bologna y Giovan Paulo
Rossetti da Volterra.
En 1556 publicó en Roma el doctor
Juan de Valverde el primer libro de
Anatomía escrito en español , famosa
edición ilustrada con magníficas lámi-
nas, que constituye el monumento bi-
bliográfico más notable de la medicina
española en el siglo XVL Afirman Pa-
checo y Carducho terminantemente
que estas láminas fueron dibujadas por
Gaspar Becerra; y aunque Valverde
no lo consigna, diciendo sólo que fue-
ron tomadas de las que Ticiano hizo
para el Vesalio, "porque sus figuras
están tan bien hechas, que me parece-
(1) Tomo I, pág. 29.
196
BOLETÍN
ría enridia ó malignidad no querer
aprovecharme de ellas, „ también ma-
nifiesta que muchas las modificó, y
hasta otras las hizo completamente
originales, siendo extraño y prestan-
querido mostrar lo que un buen pintor
suele mostrar en un cuerpo con pellejo
5' todo, á los cuales en ella he querido
servir, y hiciera gran estorbo dejar los
morcillos que nacen de la tela carnosa.
DIBUJO PROBABLE DE GASPAR BECERRA
íSala de estampas de la Biblioteca Nacional de Madrid.)
dose á algunas interpretaciones el que
no citara á Becerra, y sí á su compa-
ñero Rubiales. En la explicación de la
Tabla III del segundo libro, inserta el
siguiente párrafo, que transcribimos
por su interés y doctrina, en el que
dice: "porque en esta figura sólo he
Aunque no solamente es necesario co-
nocer los morcillos superficiales (si
quiere exprimir bien las diversas pos-
turas que el cuerpo hace); pero tam-
bién los que están debajo de ellos, así
el nacimiento y fin como el oficio, para
poder saber cuándo han de hacer un
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
197
morcillo más largo ó corto, más levan-
tado ó hundido. Cuánto esto sea ver-
dad, nos lo han hecho ver, en nuestro
tiempo, Miguel Ángel Florentín y Pe-
dro Rubiales, extremeño, los cuales,
por haberse dado á la Anatomía, jun-
tamente con la pintura , han venido á
ser los más excelentes y famosos pin-
tores que grandes tiempos ha se han
visto. „
No dice Valverde que Gaspar Be-
cerra le dibujara sus láminas; pero
ante la afirmación tan rotunda de Pa-
checo y Carducho, no podemos dudar-
lo, y afírmanos más en ello el encuen-
tro entre los dibujos de la Sala de Es-
tampas de nuestra Biblioteca Nacio-
nal, de uno admirablemente ejecutado
(que aquí reproducimos), y que debió
servir de modelo para la plancha se-
gunda del libro primero, representan-
do un esqueleto, de perfil, colocado en
actitud meditabunda, apoyándose en
un pedestal y con una calavera en la
mano, como se ve en el grabado en
cuestión, y en cuyo dibujo vemos apa-
recer los caracteres de esmeradísima
conclusión y belleza de líneas, propios
de los de Becerra, algo perdidos en la
plancha por mano del grabador. Her-
mosa colección sería la de todos los
demás dibujos, incluyendo la gallar-
dísima y monumental portada de la
obra, de composición y dibujo admi-
rables.
Valióle este trabajo el profundo co-
nocimiento anatómico de que luego
hizo alarde en sus obras, siguiendo
por esto con más fidelidad las huellas
del gran maestro florentino, en cuyos
moldes vació más directamente su es-
tilo.
Casado aquel mismo año de 1556
en Roma, con su compatriota Paula
Vázquez, volvió á España, y desem-
barcando sin duda en algún puerto de
Cataluña, pasó por Zaragoza, donde
fué muy bien recibido y admirado por
Montánez el menor, á la sazón ocupado
en la decoración de los espacios exte-
riores del coro de la Seo. Becerra qui-
so corresponder á aquellas atenciones
regalándole un relieve de alabastro,
de gran composición, representando la
Resurrección de los muertos, traído
quizá de Italia , y que se ve hoy en la
capilla de San Bermudo de la Catedral
zaragozana.
Ignoramos por completo cuáles fue-
ron sus trabajos hasta seis años más
tarde, que lo llamó á su servicio Fe-
lipe II; mas suponiendo que no estaría
ocioso, vamos á intentar atribuirle al-
gunas obras.
Después de examinar el estilo y pro-
porciones de las de este autor, tanto
en sus dibujos para el Valverde como
en el mismo relieve de Zaragoza y
otra que notaremos, ocurriósenos si
no sería de él una famosa pintura, de
todos notada y por todos discutida.
Nos referimos á la tabla de La Flage-
lación, de nuestro Museo del Prado,
atribuida generalmente á Miguel Án-
gel. Esta tabla, que perteneció á la
colección formada en el Palacio de San
Ildefonso por Doña Isabel Farnesio,
registrada entre las que se conserva-
ban en la pieza del antiguo oratorio;
figurando después en la colección de
Carlos III, fué de alH transportada
á Madrid, y hoy figura en nuestro
Museo del Prado con el núm. 69; de
su mérito artístico nadie ha dudado,
antes bien todos lo celebran , manifes-
tándose Madrazo tan entusiasta de ella
en el Catálogo extenso, que llega á
decir que puede sostenerse que pudiera
ser de Miguel Ángel ; pero la carencia
absoluta de cuadroá* de caballete de
este autor, y algunas variantes de es-
tilo que, por su examen, se notan,
nos hacen proponer la atribución á
nuestro Gaspar Becerra, apoyándonos
en razones á ello conducentes.
Nada más parecido á las láminas
del Valverde que el dibujo, proporcio-
nes, movimiento y acentuación anató-
198
boletín
mica de aquellas figuras. La de Cristo que examinar el carácter de sus tintas
amarrado á la columna la encontramos y el empaste de su color; pero en esto
c'r epetida en alguna de aquellas creemos aún más decisiva la compa
LA FLAGELACIÓN DE CRISTO
( Cuadro atribuido A Miguel Ángel Buonarrotti, existente en el musco del Prado, de Madrid. )
láminas, y su pierna derecha, sobre
todo, con su aplomo especial, y hasta
la pequenez del pie y separación del
dedo grueso de los demás, aparece
como calcada de muchas de ellas, por
sus líneas y movimientos. Quédanos
ración con otras pinturas de este au-
tor, entre ellas la indubitable cuanto
bellísima del San Sebastián, de las Des-
calzas Reales, que examinaremos, me-
diante la cual parécenos estar notando
la misma mano que la del autor de la
FoMipia de fíausur ii Mrnnt.-M't'h-i'i
CRISTO ATADO A LA COLUMNA
ESTATUA DE PLATA CINCELADA
I Propiedad de la Catedral dk San-i ,
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
199
tabla de La Flagelación. De ser así,
nos congratularíamos de haber emitido
una opinión aceptable sobre tan deba-
tido punto artístico.
Otra de las obras de aquel incógnito
autor que nos salían al encuentro, pre-
sentando tan decididos caracteres , fué
una preciosísima escultura en plata,
también de Cristo á la columna^ que
figuró en la grandiosa Exposición His-
tórico-Europea del centenario ¡del des
cubrimiento de América, procedente
de la Catedral de Santiago ( véase la
reproducción fototípica que acompa-
ñamos al texto) (sala VI, núm. 116), y
en cuyo diminuto tamaño, pues no pa-
saba su altura de 0^1^,21 extasiábase la
vista contemplando tal grandiosidad
de proporciones, tal corrección de di
bujo y estudio anatómico, que no pare-
cía hubiera manos posibles de llevar á
efecto en tal tamaño aquel cincelado
tan maravilloso como concluido. Mu-
chos, al contemplar la lámina fototípi-
ca de ella sacada, han creído corres-
ponder á alguna figura de tamaño na-
tural; y sin embargo, como decimos,
sólo alcanzaba unas tres pulgadas de
altura la preciosísima figura. Desde
luego no faltó quien pensara si sería
aquella obra debida también á Miguel
Ángel; pero su pequenez, tan contraria
al toque del coloso florentino, y la ca-
rencia de datos á favor de él en estas
obras diminutas, hízome también pen-
sar si podría ser del ilustre baezano, á
quien todos atribuyen como carácter
suyo la más paciente conclusión en to-
das sus obras. Varias anécdotas se
conservan á propósito del esmero in-
terminable en sus trabajos; y de la com
paración en las líneas, proporciones y
anatomía de la preciosa estatuíta con
las obras que ya vamos conociendo del
consumado maestro español, aparecían
los propios rasgos , los mismos carac-
teres, hasta el punto que pudiéramos
sin violencia alguna á ellos asimi-
larlos.
En cambio nos satisfacen poco , y .
ponemos muy en tela de juicio , otros
dibujos y obras atribuidas á nuestro
autor: de él se ha dicho ser la mons-
truosa llamada figura anatómica que
se guarda en la colección de grabados
déla Biblioteca Nacional, que indica
en su grabador la carencia más abso-
luta de conocimientos sobre la mus-
culatura humana , costándjnos tam-
bién trabajo el aceptar como suyas las
copias al lápiz del Juicio final de Mi-
guel Ángel, uno de cuyos trozos exis-
te en el Museo del Prado , y otro en la
referida dependencia de la Bibliote-
ca Nacional , que acusan , ó retoques
posteriores, ó falta primitiva de maes-
tría en su autor. Quizá sean estos di-
bujos copia de otros de Becerra del
mismo asunto que le atribuyen los au-
tores. No hemos tenido ocasión aún de
ver los que de él existen en la soberbia
colección de dibujos del Instituto de
Jovellanos, de Gijón, clasificada y or-
denada por Ceán Bermúdez; pero sí
llamamos la atención sobre los del Po-
lifemo y unos caballos montados por
guerreros romanos , que figuran entre
los grandes tomos de la Biblioteca de
la Academia de San Fernando, que
ostentan todos los caracteres de su es-
tilo reconocidos por Ceán, no pudien-
do aceptar la atribución á él del nú-
mero 14, del tomo segundo, que repre-
senta im proyecto arquitectónico , dis-
conforme por completo con el del reta-
blo de las Descalzas, de que hablare-
mos, y firmado, á mayor abundamien-
to, por un Brachius Grandinos^ si no es
ésta una indicación de tamaños.
Desde el año de 1562, en que Feli-
pe II le llamó á su servicio , sin duda
■ en atención á su fama, nos son ya más
conocidos los hechos de Gaspar Bece-
rra. Cuarenta y dos años contaba en-
tonces de edad, y habiendo 3'^a muerto
Berruguete en el anterior del 61 , bien
podemos decir que quedó Becerra sien-
do el artista más genial y completo de
200
JBOLETÍN
España , pues lo mismo cincelaba los
metales y tallaba la madera, como le-
vantaba proyectos arquitectónicos y
pintaba cuadros excelentes.
Ocupólo primeramente el Rey favo-
recedor de los artistas, Felipe II, en las
obras del Alcázar de Madrid, que en-
tonces recibían gran impulso. Comen-
zó por decorar el paso de la Sala de
audiencias de la galería de Poniente y
otra sala, en la que representó alegóri-
camente los cuatro elementos con sus
característicos atributos, y en el cubo
del Mediodía de la misma galería las
artes liberales. El Rey le otorgó dos-
cientos ducados para comenzar estos
trabajos, y tan complacido quedó de
ellos, que al año, en 1563, le nombra-
ba su pintor. También, ayudado por el
Bergamasco y Rómulo Cincinato, ita-
lianos que habían llegado para pintar
en el Escorial, decoró toda la estancia
de la segunda torre que miraba al Me-
diodía , á la que se le dio la impor-
tante aplicación de despacho del Rey.
Todas estas pinturas y decorados pe-
recieron más tarde por el gran incen-
dio del Alcázar, que consumió tantas
artísticas maravillas.
En el palacio del Pardo , verdadera
casamata que aún conserva muchos
detalles de la época del Emperador,
aunque más tarde también casi com-
pletamente reconstruido tras de voraz
incendio, tuvieron aplicación sus pin-
celes, siendo aún muestra de su estilo
la decoración de la estancia del piso
principal de la torre angular del Sud-
oeste, en cuyo techo, aunque bastante
lastimado^ aún se pueden admirar las
bellas escenas mitológicas que desa-
rrolló en sus medallones. La fábula de
Medusa, Andrómeda y Perseo en todos
sus principales episodios , fué la esco-
gida; y cuéntase á propósito de su es-
mero en la ejecución de sus trazados y
dibujos preparatorios, que como pasa-
ra el Rey á ver lo que tenía hecho para
este trabajo y le encontrara aún, al
cabo de varios días, enmendando la
figura de Mercurio, que él deseaba re-
sultara irreprochable, á pesar de su di-
fícil escorzo, le dijo el Monarca: "¡Qué!
¿Y no habéis hecho más que esto?„
Pero aunque excelente pintor, como
aún veremos , pertenecía á la escue-
la de aquellos artistas italianos entre
quienes había vivido, que sintieron y
realizaron mejor la forma tangible que
la simulada; las bellezas reales de la es-
cultura que los espejismos y encantos
del color. Así se explica bien el dicho
de Ceán "de que excedió, como escul-
tor, á todos los españoles que le habían
precedido, y ninguno le igualó de los
que le siguieron. „
Desde las dos estatuítas " desnudos
anatómicos que andan vaciados por
los talleres de los artistas, para el estu-
dio de la anatomía„ y el famoso esque-
leto, que no sabemos si aún permane-
cerá en el convento de San Francisco
de Zamora , hasta otras obras recono-
cidamente suyas, podemos formar una
serie de obras escultóricas, entre éstas
la de la Virgen Dolorosa, que aún pa-
sea las calles de Madrid en la proce-
sión del Viernes Santo, suficientes para
darle con sobrados títulos el de primer
escultor entre los nuestros. Pero sus
más importantestrazas fueron los gran-
des retablos para las iglesias , en que
armonizó la arquitectura con la escul-
tura y la pintura, correctísima aquélla
en sus líneas y engalanada con gran
gusto , como correspondía á un artista
del renacimiento , antes que se impu-
siera como supremo estilo la fría co-
rrección del vignolismo.
En los retablos de San Miguel de
Valladolid, en el de Santa Clara de
Briviesca, dio muestras elocuentes de
su gusto y profundo arte; pero donde
alcanzó mayor altura y lució todo su
ingenio, fué en el de las Descalzas Rea-
les de la corte , desgraciadamente con-
sumido por el fuego en la noche del
15 de Octubre de 1862.
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
201
Los que pudieron contemplarlo re-
cuerdan todos su hermosura y gran
mérito, no acabando de lamentar su
pérdida, y hacen de él los más extre-
mados elogios; pero puede servirnos
aún de algún consuelo el encontrarse
entre los dibujos de nuestra Biblioteca
Nacional el trazado que para él hizo
al negro y rojo , donde bien se nota la
corrección y el gusto ornamental tan
miguelangesco de su autor: sus miem
bros todos aparecen preciosamente or-
namentados con las fantasías propias
de aquel florido estilo, mil veces más
bello y jugoso, rico y excelente que el
frío y rígido vignolista , considerado
más adelante como la última palabra
del aticismo y del más depurado gusto
arquitectónico.
Pero no pereció toda la obra de Gas-
par Becerra en la iglesia de las Des-
calzas Reales con el incendio del prin-
cipal retablo; aún quedaron otras, por
fortuna, en los cuales luce con todo
esplendor el gusto soberano de aquel
insigne maestro, que en su tiempo al-
canzaba la suprema perfección en el
ejercicio de su arte-. Los dos correctí-
simos retablos laterales, colocados en
los brazos de la cruz que forma la plan-
ta de la iglesia, conservan aún hoy dos
pinturas del insigne maestro, á cual
mas notables; representa una de ellas
á San Juan Bautista, de cuerpo entero,
excelente como dibujo y similar en todo,
por su estilo, con la Magdalena peni-
tente que de él hay en el Museo del Pra-
do; pero aún supera en mucho á éstas
la del retablo del lado de la Epístola,
en la que aparece de completa figura
San Sebastián, amarrado al tronco y
recibiendo las flechas con que le mar-
tirizaron.
No comprendemos cómo tan sober-
bia obra carezca en absoluto de nom-
bre y haya pasado hasta hoy casi in-
advertida, pues tanto por la grandio-
sidad y perfección de las formas, como
por la pasta y belleza del colorido, pue-
de disputarse como uno de los más
bellos cuadros del Renacimiento Espa-
ñol, y que sancionan por completo los
elogios de sus contemporáneos para
con su autor.
Si la tabla de La Flagelación del Mu-
seo del Prado ha parecido á algunos
digna de Miguel Ángel, no sabemos
qué pudieron haber dicho de esta obra
indubitable de Gaspar Becerra, hecha
por cierto sobre una gran losa de pie-
dra, y que supera en mucho á aquella
célebre tabla, aunque por sus tintas,
entonación y trazos la recuerda bas-
tante. Esta hermosa producción ha
sido el eje y punto de partida de nues-
tro trabajo, pues al contemplarla por
primera vez produjo en nosotros el
mayor entusiasmo por su ilustre autor,
y sugiriónos la idea de la reconstitu-
ción de su biografía, siéndonos muy
sensible que dificultades mecánicas in-
superables nos hayan imposibilitado su
reproducción fototípica, para así ha-
berla hecho más conocida y llevado
también el convencimiento á nuestros
lectores, de que no exageramos en los
elogios. Pero fácil es su vista, aunque
no á la luz más propia , por más que
nos desconsuele con el recuerdo del
retablo mayor de aquel templo, que, á
juzgar por lo que de su entallador en
él queda, debió ser una verdadera joya
producto del feliz consorcio de las tres
artes reunidas.
Todas las suyas en aquel retiro , funda -
ción piadosa de la Infanta Doña María,
princesa viuda del Brasil , correspon-
den á aquellos años de 1567; ya más
tarde hay memoria de que viajó por
Andalucía, visitando sin duda su pa-
tria, después de tantos años de ausen-
cia, llegando hasta Granada; por úl-
timo, en el año de 1569 daba por ter-
minado el retablo mayor de la Catedral
de Astorga, quedando tan complacido
el Cabildo de la obra, que, á más de su
respetable coste de 30.000 ducados, re-
galábale 3.000 de guantes y un oficio
202
BOLETÍN
de escribano, que enajenó, según cos-
tumbre de entonces, en 8.000 ducados.
Casi por este mismo tiempo llevaba
también á efecto el retablo mayor y
colaterales de la iglesia de las Monjas
de Arriba, en Huete, mas otras mil es-
culturas y obras que en Ceán pueden
verse consignadas, lo que indica el
alto renombre que ya había adquirí
do; y aunque no todas las conocemos,
por algunas de ellas podemos certificar
de la excelencia de su trabajo y exqui-
sita belleza, sobre todo en las que se
deben por completo á sus manos, pues
ya para estos trabajos dirigía numero-
sa cuadrilla de excelentes oficiales, por
él muy estimados y hasta recomenda-
dos á Felipe II. Sin duda este Monar-
ca lo reservaba para los más impor-
tantes trabajos de su competencia en
el Monasterio del Escorial, que á la sa-
zón se levantaba, aunque por aquellos
días apenas sobresalían del suelo los
muros de su enorme templo. Muy útil
hubiera sido sin duda su colaboración
en tan suntuoso monumento, y mucho
hubiera ganado el decorado de aquel
Monasterio con el consejo é inñuencia
del Buonarroti español, y hasta Car-
ducho dice que llegó á pintar algo para
él; pero no tan robusto de constitución
como el titán florentino, y lastimado
sin duda por las fatigas artísticas que
su propio afán de ma3^or perfección le
causaban, sucumbió joven aún, cuando
mejores frutos comenzaba á dar su pri-
vilegiado genio, en el año de 1570, en-
contrándose en Madrid, y á los cin-
cuenta de su edad, siendo llorado por
Juan de Arfe y cuantos artistas había
entonces en España, que lo recono-
cían y acataban unánimemente como el
maestro por excelencia y el artista de
mayores talentos y esperanzas que en-
tre nosotros vivía. Verdadero faro del
renacimiento clásico en su patria, sin-
tético y múltiple en sus talentos como
los hombres de aquel siglo, fué á la vez
el más excelente, pero también el últi-
mo de nuestros grandes artistas rena-
cientes; después de él, bien pronto se
apagó el fuego de la inspiración entre
nosotros; 5'' cuando el Rey constructor
del Escorial tuvo que decorar aquellos
muros de su colosal tumba, vióse obli-
gado á recurrir á Italia por pintores
de que en España se carecía, pero con
poca fortuna y notándose más la falta
de nuestro Becerra, que de muy distin-
to modo lo hubiera ilustrado con sus
talentos, á haber obtenido más larga
vida.
Hombre de tan raro ingenio, tan
querido por los su3^os y tan reconoci-
do eminente por los pocos que de él se
han ocupado más tarde, no merece el
casi olvido en que lo tenemos; y si per
siguiendo sus obras, estudiando las que
de él nos quedan y haciendo las asimi-
laciones y selecciones convenientes,
podemos presentarlo tal cual fué, y
con la exhibición de sus méritos, nos
tendremos por muy satisfechos y favo-
recidos si. Dios mediante, podemos al-
gún día fijar la atención en lo debido
sobre tan insigne hijo de nuestra Es
paña.
Narciso Sentenach.
BlBDIO^l^AFÍA
Apuntes para ua estudio de los sellos del
Rey I>. Pedro IV^ de Ai-agón. — Memoria leída
en Id Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, en
sesión de 25 de Enero de iS^2 , por D. Fernando de Sa-
GARRA Y DE SiscAR. (Barcttlona, J. Jepús, 1895.)
El reputado historiógrafo y arqueó-
logo catalán Sr. Sagarra , impulsado
por su amor patrio, ha tiempo echó so-
bre sí la voluntaria tarea de estudiar
detenida y concienzudamente la sigilo-
grafía regional de los Condes -reyes
aragoneses; y frutos de su continuada
labor son, por una parte, la importante
colección de sellos originales y de im-
prontas que ha logrado reunir , y por
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
203
otra los trabajos que sobre aquella se-
lecta sección de la Arqueología brotan
de vez en cuando de su bien tajada
pluma.
La Memoria que ahora nos ocupa es
un acabado estudio de los sellos de
D. Pedro IV. Después de consignar su
deseo de dar á conocer la interesante
S3rie sigilográfica catalano-aragonesa,
se expresa el autor en estos términos,
en que están concentrados el pensa-
miento 3^ plan que campean en el tra-
bajo: " Quise , por consiguiente, darlos
á conocer (los sellos) comenzando mi
tarea con los de Pedro IV , en cuya
época aparecen en ellos, en todo su apo-
geo, los esplendores del arte gótico; y
al hacerlo, no he querido limitarme á
la descripción de los mismos , como
suele acontecer en las obras extranje-
ras, sino que he tratado de completar
el trabajo con datos y noticias referen-
tes á la clase de documentos en que
debían colocarse , á las fórmulas de
cancillería empleadas para hacer cons-
tar su presencia, á los grabadores que
construyeron las matrices ó moldes, y,
finalmente, con un apéndice de docu-
mentos curiosos é interesantes, „
En el curso de la Memoria el autor
cumple lo que en la introducción ofre-
ció, dando muestras de su bien cimen-
tada erudición y juiciosa crítica. Como
no se conservan bulas áureas ó sellos
de oro de D. Pedro IV, el Sr. Sagarra
da á conocer los de cera y de plomo
que de aquel Monarca se han salvado
de la destrucción, los cuales reduce á
trece tipos diferentes, que en su ma-
yoría son de los llamados ecuestres y
mayestáticos. A continuación describe
también los sellos (céreos) de las dos
reinas y esposas de D. Pedro IV, doña
María de Navarra 'y doña Leonor de
Sicilia.
El apéndice consta de veintisiete
documentos , cartas en su mayoría de
aquel Monarca aragonés. Avaloran el
folleto diez preciosas láminas fototípi-
cas en que se reproducen fielmente los
sellos objeto de la disertación, entre
los cuales algunos, como el de la lámi-
na VIII, son por su riqueza y perfección
verdaderas joyas del arte. Si no fuera
una verdad hace tiempo demostrada,
bastaría aquel sello para acreditar la
importancia que para la historia artís-
tica, la arquitectura, la indumentaria,
la heráldica , la panoplia y la epigra-
fía tiene el estudio de la Sfragística
medioeval.
La monografía de que tratamos es
una prueba de la amplitud del campo
en que pueden y deben desenvolverse
los estudios históricos en nuestra pa-
tria. Felicitamos á nuestro consocio el
Sr. Sagarra por el desempeño de su
trabajo, con el cual ha merecido bien
de la historia nacional.
P.
OQl^@EIiÁNEA
En el pasado mes de Noviembre la Socie-
dad de Excursiones ha sufrido la sensible pér-
dida de dos distinguidos socios suyos.
El día 3 de Noviembre falleció el señor don
José Marco, distinguido poeta y autor dramá-
tico, y director que á la sazón era de la impor-
tante revista Pro Patria. El Sr, Marco probó
repetidas veces sus excelentes dotes de escritor
correcto é inspirado. Dramaturgo fecundo, re-
cordamos entre sus obras las siguientes: Li-
bertad en ¡a cadena. El sol de invierno. El
peor enemi 1^0 , Cuestión de trámites^ ¡Cómo
ha de ser!, Hoy\ Los flacos, La feria de las
mujeres^ La mujer compuesta.... El manico-
mio modelo, Receta matrimonial, La gran ju-
gada, A pesca de marido, Figuras de cera,
¿Se puedt?. Los conocimientos y Roberto el
Diablo. Según nuestras noticias, el Sr, Marco
tenía presentada otra obra dramática en uno
de los principales teatros de la corte.
Aún recordamos la participación que el se-
ñor Marco tomó en la velada con que la So-
ciedad de Excursiones solemnizaba en i.^de
Marzo de 1894 el primer aniversario de su fun-
dación, y el justo aplauso con que fueran aco-
gidas las festivas poesías que en aquella oca-
sión recitara nuestro difunto compañero.
En i'i de Noviembre falleció también el se-
ñor D, Mario Navarro Amandi, Catedrático
de la Universidad Central, escritor distingui-
do, autor de varios libros sobre procedimiento
y reformas electorales, estudios y comentarios
204
boletín
al Código civil y otras materias de Derecho.
La sólida inteligencia, extensa cultura y
amor al trabajo del Sr. Navarro Amandi, le
habían constituido en una délas figuras de
más relieve de la juventud española.
Descansen en paz nuestros dos amigos y
compañeros, y reciban sus familias nuestro
sentido pésame.
El Boletín de la Sociedad Arqueológica Lu-
liana ^ de Palma de Mallorca, da circunstan-
ciada cuenta de un hallazgo arqueológico ve-
rificado á principios de Septiembre último en
término de Lluchmayor, Removiéndose el te-
'rreno de Son Cresta, han aparecido monedas
romanas, lamparitas, lacrimatorios y otros
objetos de cerámica, trozos de urnas cinericias,
cráneos y osamentas, ampollas de vidrio, una
sortija de oro con una piedra engastada de
color obscuro, y, en fin, diversidad de objetos
de hierro, bronce y plomo, de procedencia al
parecer romana y fenicia.
En el mes de Junio del corriente año se ha
inaugurado en Reims una Exposición retros-
pectiva de no escasa importancia, instalada en
el Palacio arzobispal, y principalmente en su
vasta sala gótica, llamada Sala de los Reyes.
Son notables en este certamen, entre otros
objetos y colecciones: la de trajes y ornamen-
tos sacerdotales, expuesta por Mr. Petitjean,
de Reims; objetos religiosos y principalmente
litúrgicos, de Mr. Chandon; miniaturas y lo-
zas, de Mr. Morel; cuadros, estatuas y un libro
de horas, de Mr. Hubert; tallas, cobres y mar-
files, de Mr. de Muizen; preciosos tapices, en-
tre los que descuellan algunos del siglo XV;
históricos relicarios y otros objetos donados á
la catedral de Reims por varios Monarcas fran-
ceses; esmaltes, abanicos, estatuillas de Sajo-
nia, porcelanas de Sévres, encajes, etc.
Por Real decreto de 22 de Noviembre de
1895 se ha acordado la adquisición por el Es-
tado de la colección de libros orientales,
propia de D. Pascual Gayángos, con destino
á la Real Academia de la Historia; y del mo-
netario arábigo español de D. Antonio Vives,
con destino al Museo Arqueológico Nacional.
La Andalucía, de Sevilla, dedica un largo
suelto á un nuevo enterramiento de la edad
del bronce, descubierto á la derecha del ferro-
carril, yendo para Guadajoz, á cuatro y medio
kilómetros de Carmona y frente á un olivar
de la Mata del Toro.
tLas sepulturas que hemos visto — dice el
colega— están situadas en la cuneta de la vía,
en un rebajo de una vara de profundidad,
donde contamos más de veinte, las que se no-
tan á primera vista por la capa carbonizada
que las distingue del terreno que las rodea.
Los trabajadores del ferrocarril llaman á estos
sepulcros «Carboneras», por la gran cantidad
que contienen de carbón.
Las que nosotros hemos visto no difieren
en su exterior de las que ya hemos descrito y
registrado en la misma vía frente al ventorrillo
llamado de ela Cruz del Negro>, distante dos
y medio kilómetros de las primeras.
El sistema de enterramientos de estos anti-
quísimos pueblos, á juzgar por el estudio que
hemos hecho de sus sepulcros y por los obje-
tos indicados en ellos, es el siguiente: practi-
cado un hoyo irregular, ponían el cadáver en
cuclillas y lo calcinaban; recogiendo después
sus cenizas, las colocaban en ánforas redondas,
donde se echaba á manera de ofrenda algún
objeto de valor, según la categoría del muerto,
pues se han encontrado, tanto en las sepultu-
ras como en las ánforas, láminas de marfil ó
de pasta con grabados, vasos de alabastro que
contendrían esencias, vasijas de barro, con
frecuencia lucernas de una y de dos piqueras
y algunos objetos de bronce, éstos casi todos
hebillas de cinturones.»
«-^oQiaijQoajy
SECCIÓN OFICIAL
La Sociedad de Excursiones en Diciembre.
Excursiones proyectadas.
Esta Comisión ejecutiva ruega á los seño-
res socios tengan la bondad de fijarse en las
tres advertencias siguientes:
i.^ Desde el día 12 del corriente mes de
Diciembre comenzará una serie de visitas al
Museo Nacionalde Pinturas y colecciones par-
ticulares de cuadros, tapices, armaduras, etc.,
que continuarán el 21 del corriente y demás
días de la semana.
Las condiciones para estas visitas serán
siempre las mismas.
Lugar de reunión: Ateneo de Madrid (calle
del Prado).
Hora: Las diez de la mañana.
Cuota: Cinco pesetas, en que se comprende
el almuerzo en un restaurant de Madrid, café,
gratificaciones, etc.
Adhesiones: A casa del Sr. Presidente de la
Sociedad, Pozas, 17, segundo, hasta las ocho
de la noche de la víspera de cada excursión.
2.^ Las excursiones ya estudiadas á puntos
interesantes y relativamente próximos á Ma-
drid, como El Espinar, Las Navas, Turéga-
no, etc., no podrán anunciarse hasta los meses
de Mayo y Junio, por no permitirlo antes las
condiciones climatológicas de dichos puntos.
3.* Están preparadas dos excursiones más
largas, que son:
La primera á Medina, Salamanca y Valla-
dolid, aprovechando los días de Carnaval.
La segunda á Valencia y puntos próximos,
Játiba, El Puig, Sagunto, etc., en los días de
Semana Santa.
Será conveniente que los socios que piensen
tomar parte en estas excursiones manifiesten
por carta su asentimiento á la Presidencia,
BOIvKTlN
DE LA
EMi WBU II II
u
DIRECTOR :
EL VIZCONDE DE PALAZUELOS, Secretario general de la Sociedad.
ANO III
MadPid 1." de EneTO de lS©e
KUM. 35
SECCIÓN DE CIENCIAS HISTÓRICAS
U CASA M CONDE DE ESTEBAN EN TOLEDO
%mmf¡ml^^^^^ veces, y con razón, se
W/) MI ^^ dicho que Toledo es un
^:^^:^ Museo. La alta representa -
ción que obtuvo de los visigodos, cual
metrópoli y cabeza del Imperio en lo
político }'■ en lo eclesiástico; el tesón y
la energía con que sus moradores, mu-
zárabes y muladíes, supieron mante-
nerse enfrente de los Califas de Córdo-
ba ; la autoridad , la representación y
la importancia que hubo de recibir, ya
en el siglo XI , de sus fastuosos régu-
los los Beni-Dzi-n-Nón , que extendie-
ron su poderío á Cuenca y á Valencia;
la significación y la trascendencia que
tuvo su rescate por Alfonso VI para la
obra de la Reconquista ; la influencia
que desde tal momento supo ejercer,
y que conservó largo tiempo en el des-
envolvimiento de nuestra cultura ar-
tística é industrial — con otros muchos
más motivos que sería ocioso repetir,
y que ha consignado la historia, — títu-
los son sobrados para justificar cum-
plidamente, en el terreno histórico, la
frase, repetida en tantas ocasiones, y
con la cual encabezamos estas líneas.
Cierto es que , en el trasiego á que
constantemente han sometido la ciudad
los azares de la patria, ni de los días de
la dominación de Roma, ni de aquellos
otros en los cuales fué corte y asiento
de los sucesores de Ataúlfo , ni de los
tiempos en que se revolvió valerosa y
decidida contra los Califas cordobeses,
ni aun de los que exaltaron su fama
bajo el gobierno de la dinastía berbe-
risca— de que fué último representíinte
el mísero Yahya Al-Cádir-bil-Láh, —
es abastado el niimero de monumentos
que hasta nosotros ha llegado , redu-
cidos en su mayoría á fragmentos ó
miembros arquitectónicos, muy dig-
nos con verdad de estima , y por los
cuales se acredita la importancia de
Toledo en tales épocas; pero, en cam-
bio, y á partir del siglo XII, y con es-
pecialidad desde el XIII al XVII, abun-
dan los testimonios monumentales, y
muy en particular con relación á aquel
peregrino estilo que surge como con-
secuencia de los triunfos de la Recon-
quista, y que por su naturaleza, ya bien
determinada, es con el nombre de mu-
dejar reconocido.
Toledo, por tanto, más que nada,
206
boletín
puede y debe ser reputado cual gran-
dioso y muy interesante Museo del es-
tilo iníídejdr, p\ies con dificultad habrá
calle ó plaza, en las que ya por medio
de edificios religiosos, ya civiles, y aun
militares á las veces , no se halle re-
presentación genuina de él , en su va-
riedad característica toledana; por que
si bien esta afirmación nuestra no ne-
cesita comprobación para los entendí
dos, por constituir realmente arqueo-
lógico aforismo, — bueno es recordar,
para quien lo hubiere olvidado , que
el estilo mudejar presenta caracteres
distintos en cada una de las comarcas
españolas en que aparece, y que no es
dable confundir sus manifestaciones
especiales, por más que entre sí ofrez-
can aquel sello superior de la unidad
de origen, por el cual se corrobora y
fortifica la variedad , en que es rico y
poderoso.
No es ésta, con verdad, ocasión pro-
picia ni adecuada para tratar tal pun
to , de no dudoso interés en el estudio
de la arqueología monumental; pero s
lo es para dejar sentado el hecho de
que los artífices mudejares toledanos
supieron conservar gran supremacía
con relación á los del rei-to de Espa-
ña, no sólo por acreditarlo así la sin-
gularidad de haber recurrido á ellos
Pedro I de Castilla para la labra , por
lo menos, de las famosas Puertas del
Salón de Embajadores en el Alcázar
sevillano, sino por demostrarlo super-
abundantemente la inmensa variedad
y riqueza de las yeserías existentes aún
en ios edificios mudejares toledanos, y
más que nada , las vigas talladas , los
canecillos , las zapatas , las tabicas , y
todas las obras de carpintería, en fin,
que nos son conocidas, y de las cua-
les, las unas figuran en el Museo Pro-
viudal de Toledo, y las otras, en el
Arqueológico Nacional, y aun en los
mismos edificios para los que fueron
trabajadas, y subsisten todavía, con-
tribuyendo á producir semejante ense-
ñanza , la eficacia con que ostensible-
mente influyeron en el estilo ojival y en
el del renacimiento.
Ni hay para qué individualizar los
monumentos en que aquellos artífices
ignorados hicieron gala y alarde de
elegancia y de riqueza en el dibujo, deli-
cadeza en la ejecución y maestría en
el conjunto, bastando á nuestro actual
intento traer á la memoria la yesería
del patio de la llamada Casa del Conde
de Esteban, señalada con el núm. 5 en
la calle de la Cuesta de la Ciudad, que
se abre á espaldas del edificio del
Ayuntamiento.
Octogonales postes de fábrica , ha-
ciendo oficio de columnas, soportan
en el referido patio la galería superior
del frente, gallardamente enriquecidos
por vistosa guarnición de filigranado
encaje, cuyas flocaduras caen sobre
las aristas de octógono, y cuyas labo-
res, como sobre red de malla traba-
jadas, se ofrecen cubiertas de cal por
desventura.
Cortando á cierta altura la decora-
ción por una parte sólo — hácese ele-
gante zapata, á manera de ménsula,
que recuerda en su desarrollo la del
ala que, en el Patio de la Alberca de
la Alhambra, cae al lado del Palacio
del emperador Carlos V, y con ellas,
las del singular arco de la Casa del
Chapis^ en la propia Granada , que hoy
figura, por donación de D. Manuel de
Góngora, en el Museo Arqueológico
Nacional, si bien se muestra la de esta
Casa del Conde de Esteban de mayor
riqueza quelas del arco granadino últi-
mamente citado, pues llenan en total
susescuadras exteriores enlazados me-
dallones calados, del mejor efecto, en-
cuadrándolas y recortándolas menuda
y sucesiva serie de molduras, á que
sucedía ancho y escodado friso, que,
partiendo vertical del poste ó machón,
se doblaba en sentido horizontal para
recorrer por sus tres frentes la zapata,
5^ que hoy destruido, no consiente com-
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
2Q7
pleta la lectura del epígrafe que, en
caracteres africanos ó cursivos, le de
cora (1).
Apoyada en una de las caras del
octógono del machón, aquella normal
á la línea trazada por las carreras de
la galería superior — á casi ia misma
altura de las flocaduras de la guar-
nición antes mencionada, — surge, á
modo de arrahañ, un friso perpendicu-
lar que luego sigue por bajo de la ca-
impcrio [de todas las cosas es] de
Alláh! (I)
En el eje del patio, frente á la entra-
da , y facilitándola á departamentos
interiores— como resumen y compen-
dio de los aciertos y de los extravíos
de los artífices mudejares toledanos en
la XV./^ centuria, en que hubieron
ostensiblemente de labrarle , — ábrese
hermoso arco de yesería , no en gran
deterioro aún, por fortuna, y digno
DECORACIÓIN MUDEJAR EN LA CASA DFL CONDIÍ DE ESTEBAN ( TOLEDO )
rrera, para volver á descender, ver-
ticalmente adherido á otro machón;
y demás de la guardilla ú orla que en
plano más inferior le recorre, figuran
en él, dentro de elíptico medallón, las
siguientes frases, trazadas en caracte-
res cúficoornamentales de relieve, las
cuales se reproducen hasta llenar , no
con orden, pero sí completamente, el
friso:
Gracias [sean dadas] á Allah! El
(1) Parece entenderse en este friso las vulgares
Felicidad perpetua. — Gloria permanente.
por varios conceptos de la estimación
de los entendidos. A la usanza toleda-
na, encuádrale en primer término, en
la parte más externa de su decoración,
una faja como de 15 centímetros de
ancho, que constituye el primero y ge-
neral arrahañ, y en ella, sobre labrado
frondario ó attaítrique, destacan en cíf-
racteres cúfico-ornamentales de resal-
to, no exentos de elegancia, bien que
nunca comparables á los granadinos,
las frases, ya copiadas J3j..v¿.)t vU ^Ut,
(1) Es de notar, con efecto, que en el tercio de este
arrabaá, correspondiente al machón de la derecha,
de los dos del centro, el epígrafe termina simplemen-
te por la palabra Q.J \ .
208
BOLETÍN
que se reproducen tantas veces como
lo consiente la longitud de la faja.
Hácese de advertir que, por dete-
rioro sin duda, y en tiempos que no es
dado señalar, en el tercio vertical de
la izquierda, y á la altura del farjáli
ó arquitrabe, aparece visiblemente
restaurada esta faja, pues sobre que la
leyenda ya no es la misma, los signos
cúficos son de dibujo y combinación
distintos, pareciendo entenderse las
palabras i^yCJ!, L»bi\J!, 'ij^\ hasta la
casi terminación de la referida faja,
donde con la misma clase de letra que
en el tercio de la derecha, prosigue
repitiendo: JJ^.CiJ| VÜ ^U!, que son
las frases propias, en esta parte del
arco.
Estrecha orla, de menudos enlaces
calados, recorre en plano inferior este
arrabañ por uno y otro lado, sirviendo
como separación y límite al mismo,
con relación á los demás exornos de la
portada; y mientras le sucede al inte-
rior , con dimensiones casi idénticas
á las del arrahaá mencionado , una
faja de gran relieve, de aristas vivas,
y desprovista de adorno, la cual cons-
tituye un segundo arrahaá^ — tiéndese
sobre éste, en la parte superior horizon-
tal, el arquitrabe ó farjáh, formado á
los extremos por un cuadrado , y en el
centro por dos medallones oblongos,
unidos y cubiertos de peregino encaje,
pues no á otra cosa es dable comparar
aquella labor, de la cual no puede dar-
se con la palabra idea, tanto por su
delicadeza y su finura , cuanto por la
elegancia y gracia del dibujo.
, No es éste en realidad granadino, ó,
por mejor decir , no recordamos en la
yesería de la Alhambra, ni de ninguno
otro de los edificios de Granada, labor
alguna igual ni asemejable; es, á nues-
tro juicio , combinación mudejar espe-
cial toledana , pero de muy peregrina
belleza, en la que se transparenta cier-
ta inñuencia ojival, que no se determi-
na con claridad bastante , pero que se
siente, sin embargo, por los elementos
que entran en la composición de seme-
jante exorno.
Cerrado por el segundo y saliente
arrabañ, desprovisto de labor , ya men-
cionado,— hácese más al interior un
tercero, demayores dimensiones, algún
tanto deteriorado, acomodado á las cos-
tumbres mudejares toledanas. Consti-
túyenle, entre orlas de menudos enlaces
calados , iguales á las citadas , dos an-
chos paños de yesería á los lados , que
recuerdan , con las tracerías más deli-
cadas de la Alhambra , otras mudeja-
res de Córdoba y de Sevilla , y que se
hallan enriquecidas de medallones, te-
nas, hojas picadas, cintas onduladas y
rectas, festones y otros exornos de vi-
sualidad agradable, y — entre dos cua-
drados de menor belleza y de distinta
labra — oblongo, ancho y muy notable
medallón, que ocupa entero el ancho del
ingreso, y cuyas cantoneras resaltadas
rodea y circunscribe la orla de enlaces
calados de que queda hecha mención
arriba.
Es este medallón interesante el que
motiva principalmente las presentes
líneas, pues resulta hasta ahora, que
sepamos, muy singular especialidad, y
pone de manifiesto el hecho de que, por
lo general, los artífices mudejares tole-
danos conservaron y reprodujeron de
unos á otros los moldes de las inscrip-
ciones vulgares con que decoraban fri-
sos y arrabacs , y el de que , ya en el
siglo XV, habían en mucha parte olvi-
dado el dibujo de la escritura monu-
mental; pues cuando, ó por destrucción
de los moldes , ó por ser la leyenda
nueva y distinta de aquellas por el uso
consagradas , tallaron los signos cúfi-
cos ó africanos , lo hicieron con inco-
rrección notoria , según lo persuaden
multitud de testimonios, y en especial
este medallón , que es esencialmente
epigráfico. Fíngese en él una serie de
vastagos circulares , con hojas rizadas
y picadas, que sirve de attaurique ; y
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
209
sobre tal fondo, queriendo emular, ya
que no los signos cúfico-ornamcntales
elegantísimos, de que hay abundante
copia en la Alhambra granadina, los
de los frisos al menos del Alcázar de
Sevilla, donde se alude al Rey don Pe-
dro,— se desarrolla, dos veces repeti-
da, singularísima leyenda, cuyas letras
ofrecen extraño carácter, por atempe-
rarse unas veces á las reglas de la es-
critura cúfica monumental, y otras á la
africana, nesji 6 mogrebina, si bien se
muestran, no en plano horizontal, sino
en superficies convexas.
A primera vista, y teniendo en cuen-
ta que las inscripciones restantes son
arábigas, aunque aceptadas por los mu-
dejares, procúrase sin recelo penetrar
en aquel idioma la significación del
epígrafe , luego que se ha hecho posi-
bl:i establecer la identidad de los sig-
nos. Las dificultades para ello son real-
mente grandes, y así lo hicimos cons-
tar antes de ahora, cuando escribía-
mos , transcribiendo con error la le •
yenda , y traduciendo la transcripción
errónea: "Confieso, Excmo. Sr. — de-
ciamos en 1877 al Director del Museo
Arqueológico Nacional, — que la vaci-
lación ha sido grande por mi parte para
entender este epígrafe mural, pues de-
más de la inusitada forma en que se
enlaza el Y de ¿:_*^L , y de la figura
del -í- , que parecen tener dos ^, al prin-
cipio y al final del trazo superior, como
se halla roto en algunas partes , no se
muestra con entera claridad^ (1): cosa
que también, y por igual causa, acón
tece respecto de alguna palabra en el
día.
No abrigábamos entonces la seguri-
dad del acierto, como no la hemos abri
gado nunca en aquello que es dudoso;
y reconocimientos posteriores, hechos
sobre la excelente reproducción que
procuramos para el Museo Arqueoló-
(1} Memoria acerca de algunas inscripciones ará-
bigas de España y Portugal, pág. 236. Madrid, 1883.
gico Nacional, y que nos fué facilitada
por la galante intervención de nuestro
buen amigo el docto í:apitán-profesor
de la Academia de Infantería, D. Pedro
Alcántara Berenguer , — nos han per-
suadido del error en que estábamos al
estimar de arábigo el epígrafe. Sin que
pretendamos hoy haber acertado, pues
á tanto no llega nuestra arrogancia,
sometemos al juicio de los entendidos
el resultado de nuestras observaciones.
Aunque agrupada de distinto modo,
la inscripción aparece dos veces repe-
tida, y da principio por un xin inicial
(~¿'), letra que los mudejares y los mo-
riscos transcribieron, como es sabido,
por nuestra 5. Levantado el primero
de sus trazos á mayor altura que los
dos restantes, y falto de puntuación'
como en el cúfico, el dibujo de este
signo es, sin embargo, más cursivo ó
tiesji que cúfico, ocurriendo lo mismo
respecto de su enlace con el siguiente,
que es un uíut (-), el cual sube á toda
la altura del medallón, después de for-
mar gracioso y bien dispuesto nudo. A
la usanza del cúfico, únese esta letra á
un ta final (w^), ácuyo efecto descien-
de el trazo del nún para subir luego á
la línea, donde no se advierte la cabe-
za del /«, enlazándose aparentemente
el rasgo final nesji de este signo, con
el alif de fin de dicción de la primera
sílaba compuesta, que corresponde á la
palabra siguiente.
Vocalizadas las letras reconocidas,
en lo cual no creemos haya duda, re-
sulta el adjetivo femenino castellano
SJS, santa, de uso tan frecuente en
aljamía; y prosiguiendo el examen co-
menzado, encuéntrase cierta especie de
presilla circular, colocada fuera de lí-
nea y encima del ta de santa, signo
que representa, y es un min de princi-
pio de dicción (-^), unido por una línea
de prolongación al alif antes mencio-
nado (l). Detrás, y por bajo del ta refe-
rido, con curvatura que ni es cúfica,
ni de buenos pendolistas nesji^ apare-
210
boletín
ce un ra aislado (j), y encima de él, en
forma extraña, muéstrase un ye inicial
(j), que se une á un he final (i), de di-
bujo híbrido, y cuyo trazo superior se
levanta á la altura del nihi y del alif,
después de formar complicado y muy
vistoso nudo. Con sus mociones corres-
pondientes, estas letras dan la lectura
del nombre de María (¿IjjU'), aunque
generalmente se escribió '^y> (Meriem)^
y aunque, á seguir en este caso las re-
glas establecidas para la lectura alja-
miada, habría de leerse Merla.
Sigue en pos un ntipt^ con la corres-
pondiente línea horizontal de prolon-
gación á la altura media; y con otro
min^ puesto al extremo de ella, conti-
núa un chin de medio de dicción (^),
cuyo trazado es del todo viesji, para
enlazarse luego con un guau (_?) de ca-
beza semicúfica, y seguir un ra aisla-
do y de dibujo cursivo. De las combi-
naciones á que puede ser sometido este
grupo de letras, según las vocales de
que se haga uso, resulta como la más
acertada, á nuestro juicio, la lectura
jjsrr-- ó . Js^" tni mejor ó mi mejora^
que no vacilamos en proponer, por con-
siguiente; pues si bien es regla, á la
cual, sin embargo, iio se ajustaron siem-
pre los moriscos, que para que la mo-
ción fatha ó fetha se estime como e^
debe ir seguida de Mnalif^ y parece que
debió escribirse por tanto '' 'i'
en los textos aljamiados se encuentran
ejemplos de que no fué constante la ob-
servancia de este precepto, como lo
persuaden, entre otros que podrían ser
citados, el que ofrece el verso 17 del
o
Poema de Yusuf^ donde se lee Jl-^t
y yanél por y en él, y el 19, donde
aparece el adverbio siempre escrito
Islilla,, sienpare (1). En cambio, en el
verso 6.° e\ fatha seguido de alif tiene
valor de a en las palabras siquiera
l^Ljíi. y toda \xi (IaxíLí, ni en toda).
También es regla, aunque no de
igual inñexibilidad, la de que la mo-
ción dhaínma equivale á nuestra o,
siempre que va seguida de guau, que
es su semivocal homogénea, no obs-
tante lo cual, lo mismo en el Poema
citado que en otros escritos de alja-
mía, se halla con frecuencia >Sli, mun-
do; jsX'/> Y j^t-VÁ, mejor; ¿Cj^^, mejo-
ría; Ji.»^, hijo; J.s^ y ^s^, ^jo; £!y ,
fuego; jx), logar; 'j, no; XiJ", guando;
¿^5', conmigo, etc., etc. Dedúcese,
pues, en consecuencia, que no hubo
verdadera uniformidad entre los mo-
riscos al transcribir nuestras vocales,
y que aun ocurrió lo propio en orden
á las consonantes, pues unas veces es-
criben tá.U, mejor, y otras I¿,U,tLs-^
o ' ^ I ' <^ ' '90'
y.Li,,», mujer; ^^X^ J jL,^Xj!,,fermosa
y hermosa; ^Jlo yjj, vo3;yi yj[^,fi30
y fisiera, indistintamente; por otra
parte, no es de maravillar, ni mucho
menos, que el artífice froguista que talló
el epígrafe de la Casa del Conde de
Esteban en Toledo, no estuviera gran-
demente versado en achaques de esta
(1) Al reproducir el Sr. Eguílaz, en la p;lg. 25 de su
interesante Estudio sobre el valor de las letras ará-
bigas en el alfabeto castellano, el verso 15 del frag-
mento que de este Poema publicó el Sr. Moreno Nie-
to en las páginas 48 y 49 de su Gramática de la len-
gua arábiga, leyó la preposición sobre que Moreno
i "' f
Nieto escribió ]y^X^ sobare, vocalizándola de distinto
./ / f
modo 1.^, (sobere);^OT\o demás, parece que siempre
.'O *
se escribió ) i^,('so¿?/'ej, es decir, socunandoelfta.En
el cuento del bebedor de vino, que publican en sus
Textos aljamiados los Sres. D. Pablo Gil, D. Julián
Ribera y D. Mariano Sánchez, se halla el nombre de la
Mecca escrito ^_t>^. Maca; bien es verdad que aquí
podía estimarse escrito en arábigo; pero para ello
faltan letras y signos, pues la verdadera forma suya
es i>v>'
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
211
naturaleza, y que por descuido ó por
ignorancia omitiese el alif que debía
dar el valor de e al fatha de la pala-
bra mejor ^ copiada arriba.
Un gain de principio (¿), con un ye
final (^), aparecen después aislados
respecto de toda otra palabra, produ-
ciendo la lectura guia i ' ¿ ), y siguen
luego un alif {\), otro signo que lo
mismo puede ser un lam de principio
(J), que un ye, un nún, un ba 6 un ta
iniciales (j , 3 , J , j) , cuyo trazo supe-
rior, como ocurre con el itún de santa
(JuÜ)' y ^^ recto del » puntuado de
María (^ly^^*), ha podido ser levantado
á toda la altura del medallón, para
formar así con el alif el primoroso
nudo á la usanza cúfica, que enlaza ar-
tísticamente estas dos letras, como
alarde caligráfico, y, por último, un sin
icr> ^ •^'^^ (l/'^ ^^ ^"^ ^^ dicción con
que concluye el grupo; y á la verdad
que si dificultades ofrecen la inteligen-
cia, y por tanto la transcripción de
las anteriores palabras, mucho mayo
res son las que brinda la presente, no
siendo cumplidera la presunción del
acierto, sin tener en cuenta la signifi
cación más verosímil y probable del
vocablo que sigue, y con el cual da
término la frase.
Dicho vocablo, más entero y percep-
tible en la repetición, principia con un
rnin en forma de presilla (-*), continúa
con un chin de medio (sr) , un ra de fin
de dicción (j- ) y concluye con un xin
aislado (^^i^), colocado encima de las
letras anteriores de la misma palabra,
y cuj'^o trazo inicial excede del central,
como el superior del rasgo final exce-
de de éste y se dobla en curva inte
rior inusitada. De las varias combina-
ciones á que se prestan estos signos,
unidos á los de la voz ó voces anterio-
res, formadas por el alif, el signo alto
que le sucede y el xin de fin de dic-
ción,— es, á nuestro juicio, la más acep-
table la que da por resultado, con olvi-
do de reglas que no obedecieron siem-
pre ni los mudejares ni los moriscos,
según hemos procurado notar arriba , —
la segunda parte del singular del pre-
sente de subjuntivo, , ^'¿- mejores,
y en consecuencia, como carecería de
sentido el suponer que los tres signos
de que esta palabra se halla precedida
pudieran ser ^\^ d los, Jr^\ ^ y
Ins , ^j-.jI y V0.3, — aceptando la trans-
cripción de los vocablos todos de la
frase, conforme la hemos propuesto,
se hace preciso leer estos signos (j^-'l
d nos, dando así en conjunto el epí-
grafe el resultado siguiente, que no es-
timamos desacertado :
■^J
^ ¿P^ is^ J^^\ 'h^^ ^
¡Santa María! ¡Mi mejor guíal ¡A nos mejores!
Es decir, mejóranos; hasnos mejo-
res; ruega por nosotros, para que sea-
mos mejorados; purifica nuestro espí-
ritu para que seamos mejores.
En plano más interior, recogido á
los lados por los dos paños laterales de
yesería, ya mencionados, y á la parte
superior, por el interesante medallón
epigráfico cuyo examen acabamos de
hacer, extiéndese el arco ó ingreso, de
pronunciado peralte, angrelado, y re-
corridos los angreles por una faja
ondulada, que llenan, multitud de ve-
ces repetidas en caracteres semicúfi-
cos, seminesji de resalto, las vulgares
frases:
y. J y
El impc o perpetuo.— La gloria peí lanente
(son atributos de AUáh)
De dibujo y labor diferentes entre sí
son las enjutas; y guarneciendo el cua-
dro de las mismas, hácese estrecha
cinta, donde en apretados caracteres
ncsji ó cursivos, ó africanos, de relie-
ve y no mal dibujo, se halla otra ins-
212
boletín
cripción, cubierta de cal en unas par-
tes, y en otras por extremo destruida,
pero en la que aún pueden ser enten-
didas algunas palabras, las cuales pa-
recen ser el nombre de la Virgen y el
de su divino Hijo, y otra que acaso
pudiera interpretarse en el sentido que
propondremos, arrojando el siguiente,
que estamos dispuestos á rectificar, en
caso necesario:
Jesús, hijo de Santa María-
Tal, y no otra, es la riqueza de la
yesería que aún conserva el patio de la
llamada Casa del Conde de Esteban , y
tal la importancia que desde el punto de
vista epigráfico enaltece el medallón de
su gracioso arco, siendo de sentir que
el lapso del tiempo concluya por des-
truir este monumento, cuya conserva-
ción es de verdadero interés para la his-
toria del estilo mudejar toledano: pues
si bien es cierto que abundan en Tole-
do ejemplares del mismo estilo, con ca-
racteres artísticos asemejables,— fuera
de aquellos otros que son privativamen-
te representantes de la variedad tole-
dana, ninguno hay que ofrezca la vis-
tosa guarnición de los machones, ni
mucho menos el medallón epigráfico
aljamiado cuyo estudio hemos preten-
dido.
Bueno sería que la Comisión Pro-
vincial de Monumentos interesase al
propietario de la finca para la conser-
vación, no restauración, de la yesería,
evitando obras y reparos que acaben
de destruir lo existente, pues en rigor
constituye uno de los monumentos más
dignos de estima dentro y fuera de To-
ledo, y merecedor es de singular dis-
tinción entre todos los que posee la
antigua y famosa ciudad de los Conci-
lios, correspondientes al estilo mude-
jar, dentro de la centuria de que el pre-
sente es producto, haciendo por nues-
tra parte fervientes votos para que no
llegue el día en el cual tengamos que
lamentar su ruina, como lamentamos
la de tantos otros monumentos de su
especie, aunque no de su categoría.
Rodrigo Amador de los Ríos.
t^ac^*
SANTIAGO PEREGRINO
(Estatuíta arge'ntea de la Catedral compostelana )
I
^^Li el Cabildo compostelano, reba-
Iv^vli jando á la cuarta parte los 51
números que llenó en el Catá-
logo de la Exposición Histórico-Euro-
pea (1), y absteniéndose de remitir todo
aquello que allí se colgó por las pare-
des, se hubiese reducido á exponer lo
que buenamente cabía en una vitrina,
aun sin colocar en ella más que las
alhajas que envió, habría quedado á
gran altura en la escala de los oposi-
tores, ocupando el primer puesto entre
los Cabildos metropolitanos en cuan-
to á productos de la orfebrería medio-
eval (por más que el cáliz santiagués,
atribuido á San Rosendo , esté muy
distante de alcanzar la importancia
del traído de Toledo, que el Catálogo
oficial, con obstinación temeraria, se
empeña en calificar de bizantino); pues
aparte del hermoso busto de Santa Pau-
lina (obra ya de muy entrado el siglo
XVI), las tres imágenes argénteas de
Santiago, San Pedro y San Juan, por ■
sí solas, constituían espléndido con-
tingente, que bien pudo haberse amplia-
do agregando alguna de las otras que
tanto avaloran el relicario de la iglesia
de Santiago.
Nueve dice el Sr. López Ferreiro
(Lecciones de Arqueología ^ V'^?>- ^^^)i
que son las imágenes de plata dorada
que se guardan en la capilla de las
(1) Núm. 6. déla sala V.
iíMi^
SANTIAGO PEREGRINO
íEstatuita argéntea de la Catedral cjmpostclana.')
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
213
Reliquias, y debieron ser hechas por
el procedimiento del embutido ó relle-
no. Y hacen este número: la de la Vir-
gen, que en sus festividades se saca
en la procesión capitular, y de la que
se afirmaba que contenía leche de la
Madre del Redentor; las dos del Após-
tol Santiago el Maj^or, donadas ambas
por parisienses , en los siglos XIV
y XV; las de los Apóstoles San An-
drés y San Pedro; la de San Juan Bau-
tista; la de San Dionisio Areopagita;
la de Santo Tomás de Aquino, y la de
San León, con tiara y triple cruz, que
lleva el escudo de armas del Arzobis-
po San Clemente, muerto en 1602.
Poco es , en verdad , lo que podría
hoy añadir á lo que dije sobre estas
estatuítas, llamándolas "obras felices
de orfebres que trabajaron con sujeción
á los preceptos del arte ojival,, en la
monografía acerca de El Tesoro sagra-
do de la Catedral de Santiago, publica-
da en el tomo V (pág. 326) del Museo
español de antigüedades ; pues no he
tenido ocasión desde entonces de am-
pliar ni corregir, ni aun concretar lo
que allí puse.
Tampoco he visto trabajos ajenos
que contengan noticias más copiosas,
fijas y detalladas de las que yo pude
adquirir durante mis breves estancias
en la ciudad compostelana, ni siquiera
en los luminosos escritos de mi antiguo
y querido amigo el respetable M, L se-
ñor López Ferreiro (á quien hay y
siempre habrá que citar cuando se
trate de algún asunto de índole histó-
rica referente á Galicia), que por su
carácter de canónigo de Santiago y
por la legítima é incontrastable influen-
cia que allí ejerce, pudiera decírsele
poseedor de la llave de la más abundo-
sa y rica fuente de todo conocimiento
histórico, y especialmente arqueológi-
co, de Galicia. Y esto no debe sorpren-
der, porque repartiendo este señor su
laboriosidad entre obras, ya de puro
misticismo, como la traducción del li-
brito del P . Vadon titulado Triunfo de
Jesús Sacramentado en Lourdes, 1889
(Santiago, imp. de Alende, 1892), ya
de mera amenidad, cual su flamante
novela A tecedeira de Bonaval (La Co-
ruña, 1895, tomo XL de la Biblioteca
gallega), cuando no en libro de (según
hoy se llama) carácter trascendental,
á que pertenece el tomo I de sus Fue-
ros de Santiago y su tierra (Santia-
go, 1895), deja á los arqueólogos con-
sumirse en deseos de ver aclarado
tanto misterio legendario que él sólo
puede descubrir, tanto problema artís-
tico que él sólo puede resolver, y tanta
tiniebla histórica que él sólo y tan fá-
cilmente puede disipar sin más que
continuar sacando á luz los tesoros de
noticias encerradas en la inmensa ri-
queza diplomática de la Iglesia com-
postelana, prosiguiendo (y cuanto fuere
en mayor escala tanto mejor) el ca-
mino emprendido con publicaciones
como la de Galicia en el último tercio
del siglo XV, El altar de Santiago, El
pórtico de la Gloria, D. Rodrigo de
Luna, etc., etc.
De todas esas estatuítas, por lo que
recuerdo, bien pudiera darse como la
más antigua la de San Dionisio, que
parece representó primiii\ amenté á
San Francisco, caracterizado por las
llagas, de las cuales es patente la del
costado, mediante una abertura que se
puso en el hábito. Lo es más que todas
las restantes la de Santo Tomás, pues
la preciosa arqueta cincelada que en
ella se encuentra, acusa claramente el
gusto del siglo XIV. Las de San Pedro
y San Juan (que fueron traídas á la
Exposición), y no sé si también la de
San Andrés, pertenecieron al Arzo-
bispo D. Lope de Mendoza (f 1445), y
probablemente, según el Sr. López
Ferreiro; son obras de plateros com-
postelanos. Todas tres tienen ricas
diademas ó nimbos, y muy artístico el
de la última.
Pero la más notable de las nueve es-
27
214
boletín
tatuítas es aquella de que ya díó noti-
cia Ambrosio de Morales, y repre-
senta á Santiago teniendo en una mano
preciosa torrecilla de oro, en que está
encerrado el diente ó muela de que se
cuenta curiosa historia, y en la otra
el tarjetón que dice: /;/ hoc vase aitri
quod tenet ístc i mago est dens heati
iacohi apostoli, que gaufridtts cogita-
trei, ciiiispar. , dedit hiiicecclesie orate
pro eo.
Cuyo caballero parisiense Gofredo
Coqueresce, como le llaman los seño
res P. Fita y Fernández-Guerra en
sus Recuerdos de un viaje á Santiago
de Galicia (Madrid, 1880, página 87),
bien puede ser aquel mismo Geoffroy
Casatrix, tesorero del Rey en Tolosa,
hacia el año 1301, de que da noticia
Boutarie (La France sous Philippe le
Bel, París, 1861, páginas 227 y 297.)
No es mucho menos notable la otra
de Santiago de que ahora particular-
mente trato, y de la que Mr. Emile de
Molénes, en su libro sobre la Exposi-
tion historique de Madrid^ 1892-1893
(París, 1894), al hablar (pág. 168) de
les euvois de la Catedral de Santiago,
dice que es el objeto más curioso, aña-
diendo que, aunque muy bella, no lo es
tanto como la que recuerda, de San
Jorge derribando el dragón y Carlos
el Temerario tirant la réverence que
posee la Catedral de Lieja.
Cuantas veces se trate de los objetos
reunidos en la Exposición Histórico
Europea, otras tantas habrá necesidad
de sacar á colación la esterilidad de
aquel magno esfuerzo empleado para
conseguir la cooperación de las Cate-
drales, y de aquel costoso triunfo obte-
nido sobre preocupaciones aún no del
todo desvanecidas acerca de la conve-
niencia de tener encerrados los tesoros
en plenas tinieblas. Y todos cuantos
escriban sobre ellos habrán de lamen-
tarse.de que las Catedrales, al hacer la
designación de los objetos que habían
de remitir á la Exposición, no hubie-
sen procedido á reunir cuantas noti-
ciashistóricas tuviesen ó hallasen sobre
cada uno de ellos, y en su compañía
los hubieran enviado.
Traídos así los objetos con su histo-
ria, hubieran venido, podemos decir,
completos; pues si aun en aquellos mo-
numentos puramente artísticos á que
por sí propios se les concede valor
cuantioso, sin relación á lugar ni aun
á tiempo de producción , es "de gran
importancia que sean conocidas ambas
circunstancias, toman el carácter de
esenciales, para la justa valoración
y perfecto conocimiento de todo objeto
que tenga carácter arqueológico, las
de saber, ya no sólo su uso y destino,
sino para qué, por qué, por quién,
cuándo y dónde se hizo.
Ninguno de los Cabildos Catedrales
(pero, en verdad, tampoco ninguno de
los opulentos coleccionistas que contri-
buyeron al esplendor de la Exposi-
ción) se tomó el trabajo ni hizo el gas-
to, relativamente exiguo , de dar al
público noticias de los objetos que ex-
ponía, ni aun de hacer de ellos un tra-
bajo descriptivo de mera catalogación.
El de Santiago dio, no obstante, á la
prensa regional (como ahora es moda
decir en Galicia), una sencilla lista de
los objetos que enviaba, y que fué re-
producida en uno y otro periódico ga-
llego.
De ella saqué yo lo poco que puse en
el Catálogo de objetos de Galicia, por
impedirme las condiciones en que se
hacían las instalaciones tomar (cierta-
mente no por falta de tiempo) más co -
piosas, detalladas ni exactas notas de
los objetos que se colocaban (y se mu-
daban á cada paso) en las vitrinas y por
las paredes. Así es que yo me tuve que
contentar con decir de esta imagen de
Santiago que tiene sombrero con con
chas, escarcela muy abultada, túnica y
sobretúnica más corta , y que sostiene
en las manos un libro cerrado y el bor-
dón, y con copiar el letrero grabado en
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
215
su hexágono pedestal , con una exactitud
que recelo no ha de haber encontrado
absoluta quien haya hecho una deteni-
da confrontación.
Sin embargo, tal como yo la publi-
qué la insertaron, tanto el Catálogo
oficial (núm. 110 déla sala 6.*), como
el propio M. de Molénes en su citado
libro sobre la Exposición, quien tam
poco añadió nada á la descripción de
la alhaja, ni aclaró otra cosa sino que
lleva la doble túnica del peregrino. Yo
voy á reproducir ahora la inscripción,
pero tomando su principio en las dos
líneas que se ven en el paño central
del prisma que constituye la peana, si-
guiendo por la línea superior y conclu
yendo con las dos inferiores que, como
la anterior, corren por los seis lados
del hexágono pedestal:
DEDERUNT IST
AM YMAGINEM
NOBILES VIR DOMINUS JOHANNES DE ROU-
CEL MILES DE REGNO FRANCIE ET lEHAN-
NA VXOR EIUS AD HONOREM DEI ET SANCTI
lACOBI DE GALECIE ET EGO IHOAJí APOR-
TAUIT DE PARISSIIS EX PARTE FREFATI
DOMINI ORATE PRO EIS
He de decirlo para concluir: no pue-
do asegurar si esta efigie del Apóstol,
traída por Juan de Roucel, es la misma
que aquella otra estatua de Santiago en
traje de peregrino, de que se ha escri-
to que está adornada de gran aureola
realzada de pedrería y tiene un peda-
zo del manto del Apóstol dentro de un
libro, en cuya tapa se lee: en este
VESTIDO DEL PATRÓN, y la cual Ostenta-
ba el escudo de armas de Sorna ó Isor-
na, escudo que bien pudo confundirse
con el que lleva en la peana la estatuí-
ta donada por el parisiense, tomando
el cuartel de los cinco arminios que en
ésta se ve, por las cinco lises de los
Maldonados que correspondían al es-
cudo del Arzobispo D. Alvaro de Isor
na, según Piferrer.(Nob. V, pág. 149.)
José Villa- amil y Castro.
ESCRITURAS MOZÁRABES TOLEDANAS
(Continuación.)
LVIII
Venta de un trozo de tierra blanca fí^^=^\
Li2-j^Jí j^'ill {sic) isilaüJl sita en Olías la Ma-
yor, de la jurisdicción de Toledo, y cuyos
lindes son: al E. y N., tierra blanca del ven-
dedor; al O. , un camino, y al S. , tierra blan-
ca de Domingo Estéfano y de su hermano
Martín Esteban L.^.^j zo,\ iljü! Jj)
.( yA::^! ^■^y^ '*'n^-^j (.j-íl^l ^Sj^-j
Intervienen, como comprador D. Cebrián
hijo de Juan Bellithis, y como vendedor
D. Zacarías, nieto de D. Pedro el Cordobés
ij' ¿r^'h Jy.. ^ri ^^.^^ ^^^ ^j^S)
advirtiéndose que la finca á que se refiere el
presente contrato está ya plantada en parte
por el comprador, en razón á que la venta
quedó ya concertada entre ambas partes en
el mes de Enero próximo pasado, retrasán-
dose hasta la fecha la redacción del corres-
pondiente instrumento público, por lo cual
el comprador había empezado ya la planta-
ción ^U^^l L^^*J ^j^^ ^^' J^)^ ^j)
Jl
-r'^
W _,UxJ! Ij-a JrJj'j' ^ 'f^^^
Precio, dos mizcales de oro alfonsí.
Fecha en la primera decena de Septiem-
bre de la Era 1229.
Suscripciones: Domingo b. Selma, testi-
go (JjrLí- ^-J-^ L-yf i¿^^); Pascual b. Ornar
b, Jalaf (^k ^^ j^c ^> ¿\J^>j), y Fé-
lix b. Yabka b. Abdallah ^a^^_ ^j¡ J^^j)
.(iJüi ,X-.c ^
216
boletín
LIX
Venta de dos viñas ^ sitas «en el pago de
Villn Algariba que actualmente se conoce
por Villn Franca)) ¿1./..J j._¿_Ji LLj L»_as-')
(iCj.9 'iX^> ,^ í._^^^3', adjuntas á otras vi-
ñas de Pedro Domingo, hermano de la ven-
dedora, 3' al cauce de una acequia de riego
Intervienen: como vendedora Doña Ma-
ríq, hija deDomingo Abú Al- A9Í, la que estu-
vo casada con Domingo Fernández; y como
compradores los hermanos Miguel y Cristó-
bal Zamorano, hijos de Pedro Zamorano,
por partes iguales úSy..^ S-}-^ Sj^^^
íJíXj>:> jI^xj hjfi hj^ ¡jf' ^«^^ '^i^^-^
iJi_t_>A_5 U
-5J
31/ ji\ ^Ul
Precio de la venta, 12 mizcales y medio
de oro alfonsí, previniéndose que en esta
venta se incluye tatnbién la mitad de un co-
rral existente en la dicha posesión, pertene-
ciendo la otra mitad al citado D. Pedro Do-
mingo, hermano de la vendedora.
Fecha en la primera decena de Febrero
de la Era 1230.
Suscripciones: Juan Donís? (Dionisio?),
testigo, y se escribió por él á su ruego
(íj,Aj i-is. ^.^^ J^ftli» jj^jj^ íj^^.)' Pedro
b. Omar b. Gálib b. Al-Kallás ^^ í^ÍsLj ^
(^^a3l ^> >,_-^'L¿ ^\ j^y y Juan b. Julián
el Siciliano? }jL^\ ,,L_*-1-j y> .,Uj *)
. (» J .^3
Después de las suscripciones aparece un
testimonio de Miguel Zamorano, uno de los
compradores, diciendo que la parte que á él
pertenece en la finca por el presente contrato
adquirida, es también propiedad de su es-
posa Doña Valencia por partes iguales M
^^j '-K^j ^h.^, j^ ^ _^ ^^^ (^"ir^r^í j^-^
('-tr^'íf ^í j-*- ¿^r" . ^Jj"^; y suscriben este
testimonio el ya citado Juan b. Julián As-
Siquilí (el Siciliano?) y Miguel b. Alí b.
Omar(j^t ^y> ^ ^A JLjl»j).
LX
Venta de una huerta sita en el distrito de
la iglesia de San Antonino, con 47 olivos de
varias clases, cinco moreras y dos ¿higueras?,
hallándose rodeada por sus cuatro lados por
otras huertas pertenecientes al wazir y cadhí
(alguacil y alcalde), D. Vicente b. Yahya el
Sevillano; á los herederos de Yahya b. Sel-
ma; á Doña María, esposa de Cebrián Mu-
ñoz; á Doña Justa, esposa que fué de Mar-
tín ^álih, etc.
Intervienen: como comprador el Arcipres-
te D. Pedro h. Micael b. Amor, y como ven-
dedores D. Martín, Doña Lucía y Doña Pas-
cuala, hijos de D. Lope b. Farach ^j.x¿,!)
^i 'M JJ5^
^-^i\
z^
, ^ v^«ft^)
cnnLíjJI
I El notario había escrito ^j^ en singular;
pero luego notó el error y puso el nombre en
dual ^^^S-j\, advirtiénJolo en la fe de erra-
tas que suelen tener al fin casi todos los docu-
mentos.
(... ^,.;!
Precio, 70 mizcales de oro alfonsí, ad-
virtiéndose que entran en la venta l<3s dos
pozos (¡.v,:^J^ cv.r-'^íír^) ^"® ^^y ^^ ^^ citada
huerta.
Fecha en la primera decena de Marzo de
la Era 1230.
Suscripciones: Domingo b. Yusuf b. Gal-
bón atestiguó y escribió V ^^ ^y) -^>^-^)
(> ^xí^ wV^ .\j-:'^ (.r,-», Juan b. Pedro Al-
Achad atestiguó y escribió Sj^-i ^jA ^l;íj)
(^_^r. j.^ JLxa."^!. Vicente b. Abdelaziz
b. Saad (J.*^ ^j-j Jlj*^\ -V^ ^J^. C----*^ _;)
Y en carácter latino: «domingo ciprian
testis».
DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE EXCURSIONES
217
LXI
LXII
Convenio celebrado entre el judío Abú
Harún, Sahib alxot'ta "^ y Zacarías, nieto del
Cortolí, poseedores en mancomún de un co-
rral sito en Olías la Grande, en virtud del
cual el segundo cede al priniero el dominio
que le pertenece sobre la mitad de dicho co-
rral, mediante la entrega de í8